Introducción
El retrato de Dorian Gray, novela del escritor irlandés, Oscar Fingall O'Flahertie Wills Wilde, gira indudablemente alrededor de la belleza, considerada el verdadero secreto de la vida1, donde resulta evidente la contraposición a los valores victorianos tradicionales. Es considerada una de las últimas obras clásicas de la novela de terror gótica con una fuerte temática faustiana. El temperamento de su protagonista, de hecho, es una simbiosis moderna entre el Doctor Faust diabólico de Goethe y el Narciso de Ovidio en La Metamorfosis, quien, desesperado, golpea su pecho desnudo con la palma de sus manos de mármol y muere al lado de su imagen.
Esta obra literaria no es impulsada solamente por ideas esteticistas, sino más bien, este trabajo quiere demostrar que se alimenta de un conflicto existencial con el que Wilde dotará a su personaje, Dorian Gray, de un componente filosófico-sobre todo en la edición del año 1891-adentrándose incluso en las tensiones del subconsciente: «Tenemos razones para considerar que en esta novela Wilde se acerca muchísimo a un conflicto existencial que tiene cabida en la mayoría de los seres humanos, y que tal conflicto será el impulsor de las acciones realizadas por Dorian Gray».2 Por lo tanto, analizar este último concepto nos lleva directamente a una profundización hacia el conflicto que ha movido y sido parte principal de la existencia humana desde épocas primitivas, evidenciándose más en la medida en que los seres humanos se han vuelto cada vez más conscientes de ellos mismos; estamos hablando del miedo a envejecer y a desaparecer. Temas percibidos por Oscar Wilde como ser humano y transmitidos y reflejados en su personaje principal Dorian, quien, probablemente, peca y comete excesos, debido a la conciencia de la brevedad de la vida, tras darse cuenta de su belleza física que quiere aprovechar hasta las últimas consecuencias, como sugiere esta oración: «¡Si fuese al revés! ¡Si yo me conservase siempre joven y el retrato envejeciera! Daría..., ¡daría cualquier cosa por eso! ¡Incluso el alma!»3
Otto Rank considera que al lado del temor y del odio al doble, el enamoramiento narcisista de la propia imagen y el yo, aparece de forma muy notable en El Retrato de Dorian Gray.4 «La conciencia de su propia belleza lo asaltó como una revelación».5 En esta afirmación, observamos rasgos de la iconodulía6 del personaje literario. Así que, mientras Dorian está contemplando la sombra de su propio encanto, comienza a percibir el temor a envejecer, un miedo que tiene estrecha vinculación con la idea de la muerte. «Cuando descubra que envejezco, me mataré».7 Rank lo tiene muy claro sosteniendo que:
Dorian, quien se caracteriza como Narciso, ama a su propia imagen y, por lo tanto, su propio cuerpo. Unido a esta actitud narcisista está su imponente egoísmo, su incapacidad para el amor y su vida sexual anormal. Las amistades íntimas con hombres jóvenes, que Basil Hallward le reprocha, son intentos de realizar el enamoramiento erótico con su propia imagen juvenil.8
Sobresale un perfil de alguien que sólo es capaz de obtener los más toscos placeres sensuales, sin lograr jamás una relación espiritual. Esta capacidad defectuosa para el amor, la comparte Dorian con casi todos los héroes-dobles.9 Él mismo dice que esta deficiencia surge de una fijación narcisista en su propio yo: «Ojalá pudiera amar... Me encuentro muy concentrado en mí mismo». Mi propia personalidad se ha convertido en una carga. Quiero escapar, irme, olvidar.10 Un motivo que revela cierta relación entre el temor a la muerte y la actitud narcisista, es el deseo de ser joven para siempre. Por un lado, siempre siguiendo la tesis de Rank, tal deseo representa la fijación libidinal del individuo en una etapa definida del desarrollo del yo, y por la otra, expresa el temor a envejecer; miedo que representa el temor a la muerte.11
Aceptando estas teorías, por un lado, tenemos a un exceso, por el otro, una renuncia, o un miedo profundo a ser juzgado en un posible "más allá". Exceso y renuncia son dos temáticas fundamentales en la moral victoriana del tardó siglo XIX. Vemos que existen dos acciones en esta novela de Wilde: el suicidio de Sybil Vane por amor y la renuncia a un gran amor por la poesía de Dorian Gray.
Ética y Estética: entre dos Maestros
El Retrato de Dorian Gray está basada en un continuo enfrentamiento entre actitud ética y estética,12 encarnadas en los personajes de Basil Hallward, un burgués quien personifica la postura ética y cree en la función pedagógica del arte, y lord Henry Wotton, un esteta que considera atrasada esa moralidad burguesa que domina la Inglaterra de finales del siglo XIX y no quiere oír nada que tenga que ver con realismo vulgar, miseria y pobreza. Para él está bien todo aquello que proporciona placer, y está mal todo aquello que no lo proporciona. El arte es para las personas educadas y refinadas que saben apreciarla y contemplarla; no es para todos. Ese sentir refinado no se aprende; se hereda por linaje. Rasgos de hedonismo afloran tras responder la pregunta de Basil acerca de si Sybil es una buena chica: «No, no; la chica es mejor que buena..., es hermosa - murmuró lord Henry, saboreando un vaso de vermut con zumo de naranjas amargas».13
La parte estética se impone en la novela. Indudablemente, notamos cómo ésta afecta la vida y acciones del protagonista. Dorian deberá adoptar una postura clara y decidir cuál de los dos maestros seguir: la ética de Basil o la estética de Henry. Una vez tomado el rumbo y decidido su camino, la actitud hedonista hasta el extremo practicada por Dorian Gray, no va dirigida a aniquilar el yo, como proponía Arthur Schopenhauer, sino, más bien, a alimentarse y satisfacer.14 Wilde usa el personaje de Dorian para desafiar la moralidad victoriana con su hedonismo en lo que se podría definir como una naciente modernidad. No obstante, todo cambio tiene su alto precio por pagar. Para simplificar estos dos conceptos, podemos alegar que la ética se ocupa del Bien, mientras que la estética investiga todo tema relacionado con la Belleza. En el pensamiento griego, ética y estética son lo mismo, porque lo bueno es bello y lo bello es bueno, encarnado en el ideal griego de la "kalos kai agathos".15 Sin embargo, Schopenhauer y los filósofos pesimistas del siglo XIX, tales como Mainlander, von Hartmann y Kierkegaard, entre otros, no opinaban lo mismo, puesto que, veían ética y estética como dos principios o fundamentos filosóficos distintos e irreconciliables. Según Kierkegaard, la idea básica con la que se ha de enfrentar el individuo en su búsqueda de realización personal ha de dividirse en tres esferas: la ética, la estética y la religiosa. De hecho, el filósofo danés ve tales principios como exclusivos y cerrados.16 Una cosa es el Bien y otra cosa es lo Bello. La contemplación de lo Bello, a diferencia de lo que pensaban los griegos, no conduce al Bien, no mejora al ser humano. El arte, por tanto, no está para educar, sino para evadir.17 La estética, por otra parte, no tendría un carácter utilitario, educativo, al servicio de la ética, sino que sería autónoma, y su único cometido consistiría en evadirnos de la ruinosa existencia del mundo. Wilde lucha para cambiar esta idea de "evasión", dándole un papel principal a la estética, revitalizando el espíritu ancestral griego, alcanzando lo sublime y la eternidad de los sentidos, a través del goce estético. Esta es una visión bastante diferente a la de Schopenhauer, quien ve el mundo como escenario de dolor y sufrimiento, donde ni la vida ni la humanidad tienen sentido. Y si la vida y la humanidad no tienen sentido, hacer el bien tampoco lo tiene. Sólo existe un principio ético válido para todo el mundo, uno y no más, dirá Schopenhauer: "neminem laede", a nadie hiera. Más allá de eso, la ética no existe. Por ende, este pensamiento tiene más rasgos budistas de renuncia a formar parte de ese mundo tan horrible. Las diferencias entre los dos aparecen claras: Schopenhauer le apunta a la aniquilación del yo, Wilde a su sublimación. Traducido, se puede ver como renuncia, por un lado, exceso, por el otro. Schopenhauer afirma que:
El mal es solo lo positivo; hace sentir su propia existencia (...) en otras palabras, la felicidad y la satisfacción implican siempre algún deseo cumplido, algún estado de dolor llevado al extremo (...) Esto explica el hecho de que, en general, encontramos que el placer no es tan agradable como esperábamos y que el dolor es mucho más doloroso.18
El esteticismo inglés, en plena expansión entre 1868 y 1901, enfatiza los valores artísticos por encima de los valores morales y sociales en la literatura, las bellas artes y las artes decorativas. En términos generales, es comparable al simbolismo, el decadentismo francés19 y el italiano,20 siendo clasificado como una temprana y vanguardista, o modernista, reacción a la sociedad victoriana donde también encontramos raíces post románticas, casi en un intento de su recuperación. Los escritores decadentistas ingleses recibieron una clara y directa influencia por el profesor de Oxford, Walter Pater, y sus ensayos publicados en 1867 y 1868, en los cuales se reivindicaba que la vida se debe vivir intensamente siguiendo el ideal de la belleza. Tales conceptos se dejarán ver a lo largo del relato El Retrato de Dorian Gray, como también no pasarán inobservadas aquellas de John Ruskin21 y Charles Baudelaire.22 Del primero, se apoya en la idea de la belleza y del segundo, el dandismo, que veremos encarnado en el personaje de lord Henry Wotton. Aunque hay que reconocer que Ruskin, relaciona el arte con la moral, mientras que Wilde no comparte de ninguna manera esta posición. Según él, el arte está fuera de los alcances de la moral y eso se refleja en el contenido de su novela.23 Pater es seguramente su influencia más profunda, sobre todo con respecto a la significación del momento, aprovechar el instante, saborearlo; muy en línea con el vivir hedonista. Vivir las grandes pasiones era una idea que escandalizaba la sociedad victoriana, quien más tarde condenó a Wilde y lo despojó de sus bienes. También el francés Charles Baudelaire se encontró en una situación similar cuando se publicó Las flores del mal, en 1857 y cuya censura sería levantada sólo en 1949.
Regresando a la novela de Wilde, por él considerada venenosa y perfecta,24 desde sus primeros versos, nos adentramos en un mundo completamente en distonía con la perversa y cerrada moral victoriana: «Quienes descubren significados ruines en cosas hermosas están corrompidos sin ser elegantes, lo que es un defecto. Quienes encuentran significados bellos en cosas hermosas son espíritus cultivados. Para ellos hay esperanza (...) Revelar el arte y ocultar al autor es la meta del artista». (Prefacio).
Como bien analiza Funke, en su biografía de Oscar Wilde: «La belleza formal determina, pues, el valor de una obra de arte y no los contenidos morales, metafísicos o literarios». Así pues, lo esencial no es para el artista la significación, sino el efecto estético.25 Según el mismo escritor alemán,26 lo que Wilde entendía por esteticismo lo había expuesto en una entrevista celebrada a su llegada a Estados Unidos, en el año 1882, donde aclaró:
Es la ocupación con lo que puede hallarse en el arte. Es la búsqueda del secreto de la vida. Todo lo que se encierra en el arte representa la verdad eterna, es expresión de la gran verdad oculta. En este sentido el esteticismo puede considerarse como estudio de la verdad en el arte.
Según Ivizate,27 Este contenido le otorga a Wilde ser considerado y reconocido por Funke como el representante del nuevo "renacimiento inglés del arte".28 Es más, según éste:
La destrucción de Dorian Gray, encarnación del esteticismo desenfrenado, ilustra la inmoralidad de tal estilo de vida y demuestra gravemente sus consecuencias. Wilde utiliza a Dorian Gray no como un reclamo del esteticismo, sino más bien para advertir de la hostilidad del esteticismo incontrolado hacia la moral.29
Según Diana Ivizate, Wilde no se ha limitado a exponer la conducta esteticista excesiva como un atentado contra la moral victoriana, ha hurgado además en los insondables de la psyche humana, que hacen al hombre debatirse entre el ser y el deber ser.30
En el siglo XIX, la recepción crítica de la novela El retrato de Dorian Gray, la única escrita por Wilde, fue pobre. La obra apareció por primera vez el 20 de junio de 1890, en el Lippincotts Monthly Magazine, como cuento. El escritor irlandés revisará la obra, haría varias modificaciones y agregaría nuevos capítulos para su publicación posterior como novela. La versión modificada fue publicada por Ward, Lock & Co en abril de 1891. Estas revisiones del libro lograron para la novela una "cierta notoriedad por ser "mawkish" y "nauseous", es decir, impuro, afeminado y contaminante. Tal escándalo moralista surgió del homoerotismo de la novela,31 que ofendió las sensibilidades sociales, literarias y estéticas de los críticos de libros victorianos. Sin embargo, la mayoría de las críticas fueron personales, atacando a Wilde por ser un hedonista con una visión distorsionada de la moralidad convencional de la Gran Bretaña victoriana. En respuesta a esas críticas, Wilde oscureció el homoerotismo de la historia y amplió los antecedentes personales de los personajes, intentando moderar algunos de los pasajes más homoeróticos del libro u otros, donde las intenciones de los personajes podían ser malinterpretadas. En la edición de 1890, Basil dice a Henry cómo adora a Dorian y le ruega que no se lleve a la única persona que hace mi vida absolutamente encantadora para él. El enfoque de Basil en la edición de 1890 parece ser más hacia el amor, mientras que el mismo pintor de la edición 1891 se preocupa más por su arte, al decir que una persona que da a su arte sea cual sea el encanto que pueda poseer, su vida como un artista depende de él. La novela también fue ampliada de forma considerable, puesto que los trece capítulos originales se convirtieron en veinte y el capítulo final fue dividido en dos nuevos capítulos. Las adiciones permitieron dar contenido a Dorian como un personaje, además de proveer exhaustivos detalles sobre su ascendencia -nieto de Lord Kelso e hijo de Margaret Devereux, según cuenta Lord Fermor, tío de lord Henry Wotton-sobre el linaje familiar de Dorian Gray.-lo que contribuyó a hacer tanto su final y trágico colapso psicológico que su remordimiento más prolongado y convincente. De hecho, Wilde nos enseña su pasión por el análisis psicológico de los personajes y sus introspecciones. Concibe a Dorian Gray como un sujeto entregado a unas pasiones que no permiten un juicio ético sino mucho después de sustentarlas en factores psicológicos, inconscientes y existenciales.32
El Trasfondo de los Personajes
En una carta,33 Wilde escribió que los tres personajes principales de El Retrato de Dorian Gray son, de diferentes formas, reflejos de sí mismo: "Basil Hallward es lo que creo que soy; Lord Henry lo que el mundo piensa de mí; Dorian lo que me gustaría ser en otras edades, tal vez".
La existencia de los personajes creados por Wilde en esta novela adquiere sentido sólo mediante el arte, según la investigadora cubana Diana Ivizate.34 Vamos al comienzo de la obra, cuando Lord Henry Wotton observa a su amigo Basil Hallward pintando el retrato de un hermoso y en futuro, narcisista joven llamado Dorian Gray, más adelante cautivado por el nuevo hedonismo de Lord Henry. El alma del pintor tiembla y se sacude al conocer al joven:
Al darme la vuelta vi a Dorian Gray por primera vez. Cuando nuestros ojos se encontraron, me noté palidecer. Una extraña sensación de terror se apoderó de mí. Supe que tenía delante a alguien con una personalidad tan fascinante que, si yo se lo permitía, iba a absorber toda mi existencia, el alma entera, incluso mi arte.35
Un encuentro que, más tarde, resultará ser fatal para Basil, un hombre profundamente moral, enamorado de Dorian y plenamente consciente de sentir una fuerte atracción por su modelo. Más tarde admite que «mientras viva, la personalidad de Dorian Gray me dominará».36Basil ya entrevé la mala influencia que Henry podría tener sobre Dorian. Por eso, le recomienda no influir en el desarrollo espiritual de su protegido:
Tu influencia sería mala. El mundo es muy grande y encierra mucha gente maravillosa. No me arrebates la única persona que da a mi arte todo el encanto que posee: mi vida de artista depende de él. Tenlo en cuenta, Harry, confío en ti.37
Lord Henry Wotton, mentor de Dorian, le expone su propia idea del mundo, totalmente opuesta a la visión victoriana, en los innumerables encuentros y conversaciones tenidos. El primer ataque va directo hacia el corazón de la iglesia: «El miedo a la sociedad, que es la base de la moral; el miedo a Dios, que es el secreto de la religión: ésas son las dos cosas que nos gobiernan».38
Sucede que en la Iglesia no se piensa. Un obispo sigue diciendo a los ochenta años lo que a los dieciocho le contaron que tenía que decir, y la consecuencia lógica es que siempre tiene un aspecto delicioso. Tu misterioso joven amigo, cuyo nombre nunca me has revelado, pero cuyo retrato me fascina de verdad, nunca piensa. Estoy completamente seguro de ello. Es una hermosa criatura, descerebrada, que debería estar siempre aquí en invierno, cuando no tenemos flores que mirar, y también en verano, cuando buscamos algo que nos enfríe la inteligencia.39
Luego, afirma que el único encanto del matrimonio es que exige de ambas partes practicar asiduamente el engaño.40
Wilde usa a lord Henry Wotton, un aristócrata hedonista y un dandi decadente que defiende una filosofía del hedonismo autoindulgente, para criticar profundamente la sociedad victoriana, gobernada por el miedo a un dios y limitada por varias restricciones, por ser «una época tan mezquina y tan vulgar como la nuestra. Una época zafiamente carnal en sus placeres y enormemente vulgar en sus metas»41 El dandismo es el total desinterés por la vida cotidiana. El dandi es ocioso, extravagante, aficionado al lujo, a la moda y al mundo del placer. De manera clara se ven estas ideas reflejadas en el estilo de vida de Oscar Wilde y en el estilo de vida asumido por su personaje de Dorian Gray.
Indudablemente lord Henry vive a través de las emociones de Dorian, siendo su instigador, su extensión: «Se ha dicho que los grandes acontecimientos del mundo suceden en el cerebro. Es también en el cerebro, y sólo en el cerebro, donde se cometen los grandes pecados».42 Sus disquisiciones continúan en el capítulo 2, donde afirma que «El pecado es el único elemento de color que queda en la vida moderna».43 Y la búsqueda de los placeres prohibidos es revelada en esta oración: «Qué obsesión tienen las personas con la fidelidad. Incluso el amor es sólo una cuestión de fisiología».44
La influencia que lord Henry ejerce sobre Dorian puede ser interpretada como un estado de iniciación estética, donde el joven inicia a explorar sus sentidos, llegando a la convicción de que la belleza es lo único que vale la pena tener en la vida y desea que el retrato, que Basil está todavía pintando, envejezca en su lugar. «El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo que no se ve... Sí, señor Gray, los dioses han sido buenos con usted. Pero lo que los dioses dan, también lo quitan, y muy pronto».45 Una interesante reflexión filosófica, parte de la visión del mundo libertino de Lord Wotton corrompe a Dorian, quien luego lo emula con éxito. «Tienes razón, Harry; creo que estás en lo cierto. No puedo dejar de contarte las cosas. Tienes una curiosa influencia sobre mí. Si alguna vez cometiera un delito, vendría a confesárselo. Tú lo entenderías».46 Así el aristócrata inglés recuerda el primer encuentro entre los dos:
Aquel muchacho a quien por una extraña casualidad había conocido en el estudio de Basil encarnaba además un modelo maravilloso o, al menos, se le podía convertir en un ser maravilloso. Suyo era el encanto, y la pureza inmaculada de la adolescencia, junto a una belleza que sólo los antiguos mármoles griegos conservan para nosotros.47
Los expertos en estudios sobre la vida de Oscar Wilde creen que el personaje de Lord Henry Wotton está parcialmente inspirado por un amigo cercano del escritor, nada menos que Lord Ronald Sutherland Gower 48, quien fue miembro del Partido Liberal entre 1867 y 1874, además de ser escultor y escritor. Gower, contrariamente a su "alter ego" Wotton nunca se casó y fue bien conocido en la comunidad homosexual de la Londres victoriana, desde 1879. En 1890 fue implicado en el escándalo de un burdel masculino ubicado en Cleveland Street, Fitzrovia, un barrio céntrico de la ciudad de Londres49. Fue también implicado Albert Víctor, hijo mayor del Príncipe de Gales, además de otras ilustres personalidades como Lord Errol y el abogado Alexander Meyrick Broadley, quien huyó al extranjero por cuatro años. Con anterioridad a este suceso, el Príncipe de Gales le había enviado una carta definiendo lo miembro de una asociación de prácticas innaturales, a la cual Gower contestó de forma contundente e indignada. Su relación más importante y duradera fue con el periodista Frank Hirst, compromiso que se extendió hasta el fallecimiento de Gower50. Los dos están enterrados en la iglesia de Saint Paul, en Rusthall, condado de Kent, Inglaterra.
La tríada de personajes principales, compuesta por Dorian Gray, Lord Henry Wotton y el pintor Basil Hallward, es enriquecida y completada por Sybil Vane, una talentosa actriz y cantante que recita el papel de mujer activa e independiente en una sociedad victoriana donde los seres femeninos eran invisibles y tenían sólo la tarea de ser esposas y madres.
Victoria, es decir Lady Wotton, esposa de lord Henry, es a menudo tratada con desdén. Como consecuencia ella más tarde se divorció de él.
Sybil es la niña hermosa de una familia pobre, de quien Dorian se enamora tras haberla visto en una actuación de Romeo y Julieta, después de visitarla detrás del escenario, presentando. Ella, hechizada, lo llama "Príncipe Azul". Los dos se comprometen rápidamente. Dorian toca el cielo con sus dedos: «La confianza de Sybil me hace fiel, su fe me hace bueno. Cuando estoy con ella, reniego de todo lo que me has enseñado. Me convierto en alguien diferente del que has conocido»,51 entrando verbalmente en contraste con su amigo y mentor al cual también dice: «¡Eres horrible, Harry! No sé por qué te tengo tanto afecto».52
Sin embargo, el amor - o enamoramiento, más bien - de Sybil por él, arruina su capacidad de actuar, porque ya no encuentra placer en retratar el amor ficticio, ya que ahora está experimentando y saboreando un verdadero amor en su vida. Dorian confiesa su amor por la actriz a su mentor; pero éste lo incita a no casarse porque «los hombres se casan porque están cansados; las mujeres, porque sienten curiosidad: unos y otras acaban decepcionados». Dorian contesta: «Creo que no es probable que me case, Harry. Estoy demasiado enamorado»,53 aunque reiteró:
«¡Harry! ¡Sybil Vane es sagrada!»,54 exclama Dorian, casi queriendo eternizar su profundo sentir. El amante Dorian Gray quiere gritar su amor al mundo, desea sublimar esa pasión por encima de otras: «Deseo dar celos a Romeo. Quiero que todos los amantes muertos oigan nuestras risas y se sientan entristecidos. Quiero que un soplo de nuestra pasión remueva su polvo, despierte sus cenizas y los haga sufrir. «¡Oh, Harry, ¡cómo la adoro!»55
De repente, la fuerte atracción y el amor que él dice probar por ella, prometiéndole cielo y tierra, se desvanece cuando Sybil, al renunciar a su arte, pierde su encanto y se transforma en una mujer ordinaria.56 Se mata, al saber que Dorian ya no la ama - y tras haberse carnalmente entregado a él, hecho que en la época tenía su trascendencia. Su suicidio es la gran tragedia de esta novela. Es el punto de inflexión para Dorian, y es la muerte de la única figura verdaderamente inocente que encontramos. Según Diana Ivizate:
El tema del amor va a ser tratado al más puro estilo griego. Por un lado, la sublimación del amor; por otro, la tragedia. Y en medio de los dos, el mito. El mito de Narciso amándose a sí mismo más que a nada ni nadie en el mundo es reflejado a la perfección en el personaje de Dorian Gray, pero el Narciso de Wilde va mucho más allá: está dotado del exceso y la renuncia que en la vida de cualquier ser humano corresponden al ascenso y a la caída.57
Al comentar el triste acontecimiento, lord Henry la compara con la locura de Ofelia, en el Hamlet shakespeariano, quien, además, se suicida de la misma forma que Sybil; ahogándose en el río. Notamos entonces cierta intertextualidad entre las obras de Shakespeare e Wilde.
Sería interesante y oportuno entender si el personaje de Sybil, en su doble versión, puede ser visto como otro desafío a la sociedad victoriana, dándole un rol diferente y haciéndola atrevida, para luego volverla a rebajar al estado de invisibilidad y pasividad de la mujer de esa época. Lo que sí aparece cierto, en un análisis posterior, es que Sybil deja de ofrecerle al arte el lugar principal que ocupaba en su vida cuando Dorian le declara su amor. La noche siguiente a esa declaración, la actriz sube al escenario, pero está en las nubes y su actuación, en el papel de Julieta que le toca representar, es pésimo y netamente por debajo de su nivel habitual; Dorian ya no reconoce más al ser que lo hizo enamorar y soñar.
«Dorian Gray fue palideciendo mientras la contemplaba. Estaba desconcertado y lleno de ansiedad»58 Así que, a Dorian y sus amigos Sybil les parecía absolutamente incompetente sintiéndose todos horriblemente decepcionados
La decoración del teatro donde actuaba Sybil Vane, la su descripción y los hechos que llegan a ocurrir allí, configuran una pequeña tragedia griega dentro del relato de Wilde. De esta forma Sybil le explica a su prometido las razones de la transformación:
Los decorados eran mi mundo. Sólo sabía de sombras, pero me parecían reales. Luego llegaste tú, ¡mi maravilloso amor!, y sacaste a mi alma de su prisión. Me enseñaste qué es la realidad.59
Matizando que su sentimiento es más profundo y valioso que el arte mismo.60 Esta desafortunada comparación, abre la puerta al fin del sueño de los enamorados. Dorian se dejó caer en el sofá y evitó mirarla»:
Has matado mi amor (...) Eras un estímulo para mi imaginación. Ahora ni siquiera despiertas mi curiosidad. No tiene ningún efecto sobre mí. Te amaba porque eras maravillosa, porque tenías genio e inteligencia, porque hacías reales los sueños de los grandes poetas.61
Entonces, Sybil confiesa que ya no siente la necesidad de actuar interpretando roles románticos; ahora lo que tiene, lo que puede tocar con la mano es el amor verdadero. Sin embargo, Dorian queda decepcionado. El objeto de su amor ya es incapaz de aportar arte y poesía: Sybil se ha transformado en una mujer común, ordinaria, una cualquiera; alguien sin interés por él. La poesía y el arte de actuar son la razón de ser de Sybil Vane; fuera de ellos, no existe. Más adelante y tras una atenta reflexión, Dorian reconsidera lo acontecido con Sybil: «Fui brutal, Harry, terriblemente brutal. Pero ahora todo está resuelto. No siento lo que ha sucedido. Me ha enseñado a conocerme mejor».62 Esta última oración pone de forma manifiesta la capacidad de introspección del personaje, quien, más tarde, le confiesa a Henry su voluntad de casarse con ella. La carta de su mentor, contándole acerca del suicidio de Sybil, no ha sido aún leída por Dorian. Ya es demasiado tarde: el río se ha cobrado su víctima.
Dorian había vendido su alma al Arte y, una vez enterado del suicidio de Sybil, no resulta extraño pensar que éste - El Arte - requiera un sacrificio, hasta humano. Todo, una vez más, al puro estilo de la tragedia griega. Éstas las palabras del joven, confesándose a su mentor Henry:
He de reconocer que lo que ha sucedido no me afecta como debiera. Me parece sencillamente un final estupendo para una obra maravillosa. Tiene la belleza terrible de una tragedia griega, una tragedia en la que he tenido un papel importante, pero que no me ha dejado heridas.63
El Cuadro como Reflejo del Subconsciente
Un deseo insensato, parecido a un desafío a los antiguos dioses del Olimpo griego: que el retrato envejeciera y que él se conservara joven, que la perfección de sus rasgos permaneciera intacta, y que el rostro del lienzo cargará con el peso de sus pasiones y de sus pecados. Hay un objeto - el cuadro - que representa el poder del subconsciente - estética - que se opone a la moral, es decir la ética:
El poder del subconsciente sobre las acciones del hombre va a estar estrechamente relacionado en esta novela con un objeto de arte: el retrato que realiza el artista Basil Hallward, y que da título a la obra de Wilde. En ese retrato se van a reflejar todas las pasiones y las maldades cometidas por Dorian Gray, por lo cual concebimos este objeto de arte como reflejo del subconsciente, por un lado, y como representación formal del arte como tabú por otro.64
Aparece evidente la presencia de rasgos de la filosofía existencialista y de los estudios sobre la influencia del inconsciente, de gran relevancia en su época de escritor, en la redacción y en el desarrollo de la obra.65
«...He puesto en él demasiado de mí mismo»,66 Es la respuesta que Basil Hallward, pintor del retrato, da a Lord Henry Wotton al explicarle la razón por no querer exponerlo en la Galería Grosvenor, fundada en Londres en 1877 por Sir Coutts Lindsay y su mujer Blanche. Basil tampoco quiere revelar el nombre del joven representado en el cuadro porque «cuando alguien me gusta muchísimo nunca le digo su nombre a nadie. Es como entregar una parte de esa persona».67 Un Basil que llevaba una vida plenamente independiente hasta el encuentro con el señor Gray.
Dorian, con los ojos todavía fijos en el retrato, contempla su propia imagen, aunque no puede dejar de lado que su belleza física pronto desvanecerá y se convertirá en un viejo, horrible, espantoso. Sin embargo, el cuadro siempre será joven y entonces la idea de "adueñarse" de tal encanto, transmitiendo al cuadro su futura vejez. «El deseo expresado por Dorian sería cumplido: no envejecerá jamás, el retrato lo haría por él, convirtiéndose en un receptáculo de su subconsciente»68. Rank lo define como "doble espiritual" del héroe, con lo cual se asegura la inmortalidad en su arte69.
«¿Por qué hablas de aquel retrato? Siempre me recordaba esos curiosos versos de alguna obra, creo que Hamlet... ¿Cómo son, exactamente?
¿O eres como imagen de dolor, como un rostro sin alma?».70 También en esta conversación entre Henry y Dorian, aflora la intertextualidad con la obra de Shakespeare, a menudo citada en esta novela.
En el siguiente pasaje, observamos las fuertes emociones que Dorian provoca en Basil, quien dice textualmente: «Porque mientras lo pintaba, Dorian Gray estaba a mi lado. Me transmitía alguna influencia sutil y por primera vez en mi vida vi en un simple bosque la maravilla que siempre había buscado y que siempre se me había escapado».71
Sin embargo, es un retrato que su autor no tiene intención de mostrar porque:
Un artista debe crear cosas hermosas, pero sin poner en ellas nada de su propia existencia. Vivimos en una época en la que se trata el arte como si fuese una forma de autobiografía. Hemos perdido el sentido abstracto de la belleza. Algún día mostraré al mundo lo que es eso; y ésa es la razón de que el mundo no deba ver nunca mi retrato de Dorian Gray.72
El primer cambio sufrido por la obra de arte de Basil Hallward se observará cuando Dorian rechaza a su prometida Sybil, tras haberla ilusionado con su amor -una acción que causaría la muerte de la joven por suicidio. Al descubrir tal hecho, el hermoso Dorian se da cuenta de que su imagen representada en el cuadro será para siempre reflejo de su alma. Él tratará de arreglarlo con Sybil, escribiéndole una carta; pero ya es tarde. Desde ese hecho en adelante, estimulado e inspirado por su mentor, Dorian se introduce en una vorágine de placeres y goces mundanos-donde caben tanto mujeres como hombres-en el cultivo y consumo de la belleza sin medida y en la práctica de los vicios más insospechados, tales como fumar opio, por ejemplo. Mientras tanto, los cambios del cuadro son las consecuencias de sus actos. Dorian se convierte en un hombre perverso, que daña y afecta a todo aquel que se acerca o interpone a él. Su perversidad llega a tales extremos que acaba matando a su amigo Basil Hallward, el autor del retrato. Ya está fuera de control en su adicción a mantener su propia belleza física y eterna juventud, cueste lo que cueste.
La relación cuadro-Dorian es analizada por Diana María Ivizate González en el siguiente pasaje:
De este modo, Wilde convierte el retrato de Dorian Gray en un símbolo del arte como espejo de las acciones de los hombres. De manera que el efecto estético: el amor por la belleza física aparece acompañado de una significación moral, a la cual seguirá la autoconciencia. 73
Tras dejar a Sybil, su rostro no cambia, pero el retrato desarrolla una sonrisa de desprecio. Dorian se horroriza, no tanto por el hecho mismo, sino porque su retrato ha evidenciado un detalle de fealdad, quiere enmendar su error, pero antes de que tenga oportunidad, Sybil se suicida. Por ende, la conciencia del joven Dorian se rige más por criterios estéticos que éticos. Demuestra que no le asusta el pecado por sí mismo sino únicamente por su fealdad. Tras la constante insistencia de Basil para volver a ver su obra, Dorian accede. No obstante «De los labios del pintor escapó una exclamación de horror al ver, en la penumbra, el espantoso rostro que le sonreía desde el lienzo. Había algo en su expresión que le produjo de inmediato repugnancia y aborrecimiento».74
El arte resulta entonces un modo de refugio donde volcar las diversas personalidades que encierra la complicada psicología humana; una defensa ante el juicio moral, pero también un modo de elegir entre el bien y el mal, un espejo donde el hombre observa sus conflictos interiores.75
El juicio a Oscar Wilde en 1895 dejó evidente la conexión existente, o la asociación profunda en el mundo victoriano, entre la obra y su autor. El juicio en su contra comenzó siendo un juicio sobre sus obras y, particularmente ésta. Hallamos la misma claridad y asociación cuando Dorian asesina a Basil y, de este modo, pretende destruir su pintura: «Como había matado al pintor, mataría la obra del pintor y todo lo que significaba».76
Una interesante comparación es entre el Narciso de Ovidio, quien muere después de verse a sí mismo, después de identificar el reflejo en el lago como su propia imagen, y, Dorian Gray, quien falleció porque se ve a sí mismo en el retrato, es decir, su propia imagen. En Historias de Amor, Kristeva afirma que es un error considerar como una realidad el simple reflejo, tal como lo hace Narciso a enamorarse del reflejo en el lago; por eso Narciso es culpable de ignorarse como el origen del reflejo; el error, según ella consiste en ignorar que el reflejo no remite más que a uno mismo. Dorian Gray muere al cometer este mismo error: al ignorar que su reflejo (el retrato) lo remitirá a él mismo (su alma).77
Wilde forja y cultiva un nuevo estilo artístico a través de las frecuentes comparaciones o referencias a los personajes shakespearianos y otros de la antigüedad clásica. El regreso al ideal heleno, apoyándose en las ideas de Platón y en Aristóteles acerca del arte y del concepto de alma, encarnan una nueva forma de ver la vida a través de lo sencillo. Se añade a ello la gran fuerza dramática de William Shakespeare, elegida con admiración y citada en repetidas ocasiones, particularmente en la relación intertextual con Hamlet. No hay por cierto que olvidarse de las enseñanzas recibidas de su maestro, Walter Pater, quien lo halaga en su escrito A Novel By Oscar Wilde,78 sobre el modo de concebir el arte y de referirse a éste. En El Retrato de Dorian Gray, Basil Hallward es mensajero y portavoz del pensamiento de su autor:
No hay nada que el arte no pueda expresar, y sé que lo que he hecho desde que conocí a Dorian Gray es bueno, es lo mejor que he hecho nunca. Pero, de alguna manera curiosa (no sé si me entenderás), su personalidad me ha sugerido una manera completamente nueva, un nuevo estilo. Veo las cosas de manera distinta, las pienso de forma diferente. Ahora soy capaz de recrear la vida de una manera que antes desconocía.79
Así que la presencia de Dorian en la vida de Basil asume un papel trascendental porque, parafraseando el texto original, él representa todo su arte:80 Dorian Gray no es para mí más que un motivo artístico (...) He puesto en ese cuadro la expresión de mi extraña idolatría de artista, de la que, por supuesto, nunca he querido hablar con él (...) Hay demasiado de mí mismo en ese cuadro.81
El Trágico Desenlace
«Creo que es justo que sepas que en Londres se dicen de ti las cosas más espantosas».82 Estas son las palabras de Basil Hallward al reencontrarse con su "inspiración". Tras el suicidio de Sybil, la vida de Dorian ha tomado un rumbo hacia el camino del mal. La clase alta, a la que él mismo pertenece, no quiere tenerlo a su lado, ni compartir eventos: «Por qué, Dorian, ¿una persona como el duque de Berwick abandona el salón de un club cuando tú entras en él? ¿Por qué hay en Londres tantos caballeros que no van a tu casa ni te invitan a la suya?».83
Desde que Dorian descubre aquel primer cambio producido por sus malas acciones en el retrato, empieza a horrorizarse por la fealdad de su alma, hasta llegar a un punto en que decide cambiar. En sus intentos por salvar su alma, lo persiguen también los pecados de sus antepasados. Este temor va muy ligado a la idea de alma expresada por Platón en sus Diálogos. A Dorian «le obsesionaba la muerte en vida de su propia alma».84 Subyace en tal obsesión un trasfondo filosófico que puede ser reconocido fácilmente en los escritos de Platón.85 Mucho tiempo después de asesinar a Basil, Dorian trata de confesarle su culpa a su mentor:
¿Qué dirías, Harry, si te confesara que había asesinado a Basil? -dijo el más joven. Luego se lo quedó mirando fijamente. -Diría, mi querido amigo, que tratas de representar un papel que no te va en absoluto... No está en tu naturaleza, Dorian, cometer un asesinato. El crimen pertenece en exclusiva a las clases bajas.86
Lord Henry no quiere creerlo, por considerarlo un crimen típico de las clases bajas. Aquí se evidencia nuevamente la lucha de clase mencionada anteriormente. Basil había pintado el retrato que echó a perder su vida y eso, con el pasar del tiempo y analizando los acontecimientos, no se lo podía perdonar. Dorian llegó a la conclusión que el retrato era el culpable de su mal camino. Basil, en un desesperado intento de recuperar su alma, le dijo cosas intolerables que él, sin embargo, soportó con paciencia. El asesinato fue obra, sencillamente, de una locura momentánea que el joven no pudo controlar. No obstante, Dorian está decidido a cambiar hacia el Bien, tras conducir una vida llena de pecados y fechorías, había decidido que iba a ser bueno. Ya Dorian lo había declarado anteriormente: «Quiero ser bueno. No soporto la idea de la fealdad de mi alma»,87 pero sin lograrlo. Esta vez es distinto; Dorian decide realmente cambiar, como sus palabras dirigidas a Henry confirman: «Porque tengo un nuevo ideal, Harry. Voy a cambiar. Creo que ya he cambiado».88
Huido al campo, como forma de evitar las tentaciones de la ciudad y purificar su alma, Dorian conoce a Hetty, una joven campesina de la que se queda prendado prometiéndole matrimonio; otra vez la historia parece a punto de estar repitiendo. Esta vez, sin embargo, su nueva conciencia le impone emprender un camino recto y abandonar a la muchacha para que ésta no sufra como las demás. Aquí nuevamente nos encontramos con el dualismo exceso-renuncia. Dorian renuncia a Hetty, una chica que amaba y le recordaba a Sybil Vane. Así se lo cuenta a su mentor:
Renuncié a perjudicar a una persona. Parece pretencioso, pero ya entiendes lo que quiero decir. Era muy hermosa, y extraordinariamente parecida a Sybil Vane. Creo que fue eso lo primero que me atrajo de ella. Te acuerdas de Sybil, ¿no es cierto? ¡Cuánto tiempo parece que ha pasado! Hetty, por supuesto, no es una persona de nuestra posición, tan sólo una chica de pueblo. Pero me había enamorado. Estoy completamente seguro de que la quería.89
Sobre esta nueva conversión hacia el Bien, Saceda señala que:
...Como decía Kant, un principio ético, para ser tal, debe ser absoluto e incondicional. Si un principio ético está sujeto a condiciones, entonces no es un principio ético, es un principio utilitario y egoísta. Si no matas a nadie porque crees que matar está mal y no debe hacerse bajo ningún concepto, estás siguiendo un principio ético. Si, por el contrario, no matas a nadie porque piensas que, de hacerlo, irás a la cárcel y lo pasarás muy mal, estás siguiendo un principio utilitario.90
Es por este principio que el retrato no mejora, en cuanto la buena acción de Dorian no era hacia Hetty, sino, más bien, para complacer su egoísmo y salvar a su alma sucia, comenta Sacedo. Sin embargo, también podríamos plantear la idea de que el cambio de Dorian no tiene matices egoístas, sino que es una transformación hacia el Bien para salvar su alma: «Una vida nueva! Eso era lo que necesitaba. Eso era lo que estaba esperando. Sin duda la había empezado ya.91 Dorian ya no es el mismo de antes y esta disertación, cree en su sincero arrepentimiento: «Sí, practicaba el bien, y aquel retrato espantoso que llevaba tanto tiempo escondido dejaría de aterrorizar. Sintió que ya se le había quitado un peso de encima»92 Pese a la voluntad de cambio, Dorian entra a la habitación y nota que el aspecto del cuadro no había mejorado; el lienzo seguía siendo repugnante. «¿Le había empujado únicamente la vanidad a llevar a cabo su única obra buena? ¿O había sido el deseo de una nueva sensación, como apunta lord Henry, con su risa burlona?»93¿Tendría que confesar su crimen, el asesinato de Basil? Nunca. No había pruebas que lo delataran; él las había quemado y Alan Campbell le había ayudado a desaparecer el cuerpo del pobre pintor. Entonces ¿Por qué el cuadro le impedía dormir?
Encontró un cuchillo en el suelo; ese cuchillo que había utilizado para quitarle la vida a Basil. Una idea se le ocurrió improvisamente:
De la misma manera que había matado al pintor, mataría su obra y todo lo que significaba. Mataría el pasado y, cuando estuviera muerto, él recobrará la libertad. Acabaría con aquella monstruosa vida del alma y, sin sus odiosas advertencias, recobrará la paz. Empuñó el arma y con ella apuñaló el retrato.94
Conclusión
Reflexionando acerca de la lucha entre Dorian y el retrato, apreciamos que su imagen tiene un alto valor simbólico. Éstas las últimas palabras de la novela: «En el suelo, vestido de etiqueta, y con un cuchillo clavado en el corazón, hallaron el cadáver de un hombre mayor, muy consumido, lleno de arrugas y con un rostro repugnante».95 Entonces, Dorian fracasa al intentar matar su pasado; lo hecho, hecho está, a pesar de destrozar el cuadro que representaba su esencia. El resultado final es que su alma queda intacta, deshaciéndose del cuerpo y dejando contenidos en éste, todos sus pecados.
Varias consideraciones surgen acerca de este desenlace. La primera, es que cuando Oscar Wilde mata a su personaje principal, traslada sus pecados a su cuerpo físico, y, una vez más, le otorga al retrato su belleza inicial. De esta manera, el Arte y la Belleza salen ganadoras y se ubican en un pedestal muy por encima de la Vida, siendo definitivamente ésta la base de la teoría estética del escritor irlandés, quien nos dice abiertamente que es la vida que imita el Arte y no al revés. La segunda, nos lleva a un regreso hacia el ideal heleno, en el cual se describe a la perfección esa separación entre cuerpo y alma de la que habló Platón en su momento.
Wilde, a menudo se escuda detrás del personaje literario de lord Henry Wotton para criticar la sociedad victoriana y, a la vez, formular sus disquisiciones filosóficas acerca de la condición humana. «El hombre es muchas cosas, pero no racional»,96 por eso, es víctima de la voluntad del momento y de su irracionalidad:
...Siempre nos equivocamos sobre nosotros mismos y raras veces entendemos a los demás. La experiencia carece de valor ético. Es sencillamente el nombre que dan los hombres a sus errores. (...) Lo único que realmente demuestra es que nuestro futuro será igual a nuestro pasado, y que el pecado que hemos cometido una vez, y con amargura, lo repetimos muchas veces, y con alegría.97
Finalmente, hay que mencionar un interesante análisis de Rank, quien observa vínculos narcisistas y de auto enamoramiento en el individuo neurótico, que pueden ser aplicados al personaje literario de Dorian Gray. Para eludir el temor a la muerte, se recurre al suicidio, que se ejecuta sobre su doble, porque ama y estima demasiado su yo. El doble representa, por ende, la encarnación del alma.98