Introducción
Guainía es un departamento pluriétnico y multifronterizo de la Amazonía colombiana, con procesos acelerados de occidentalización desde mediados del siglo XX y con un 83% de población indígena, en su mayoría de las etnias Puinave, Curripaco, Sikuani y Piapoco1.
Inírida es el único municipio y capital de Guainía; en 2017 tenía 20.100 habitantes, el 60,3% indígenas, con predominio de población joven2; recibe migrantes por desplazamiento interno forzado y procedentes de Venezuela. Sus niveles de desempleo y de necesidades básicas insatisfechas son altos3, lo cual obliga a las cabezas de los hogares a dedi car la mayor parte de su tiempo a empleos informales y mal remunerados, fuera de casa, o ausentarse del munici pio por periodos prolongados para trabajar en las minas de oro, principalmente la de Yacapana en Venezuela, dejando a sus hijos al cuidado de terceros o sin acompañamiento adulto. Hacia 2016, el personal sanitario había identificado un problema de consumo de sustancias psicoactivas (SPA) en jóvenes que nunca se había caracterizado. También se detectó un aumento de expendedores de SPA y ausencia de políticas públicas fuertes encaminadas al control del microtráfico; en los alrededores de las instituciones educativas del munici pio se ofrecen SPA a precios mínimos (0,3 dólares por dosis en 2018).
Los patrones de consumo de alcohol, tabaco y SPA son de carácter multidimensional, y las condiciones difíciles a las que se enfrentan los adolescentes indígenas del mundo, de pobreza, marginación y baja presencia del Estado, los con vierte en un grupo vulnerable para el desarrollo de consumo problemático4-7.
En Colombia existe un estudio nacional sobre el consumo de SPA en escolares, con datos de la Orinoquía y Amazonía, cuya muestra no incluyó a jóvenes de Guainía8. Para con tar con un diagnóstico claro de la situación de consumo a escala municipal que permitiera propiciar intervenciones efi caces, se buscó identificar las frecuencias de consumo de alcohol, cigarrillo y SPA, caracterizar las condiciones escola res, familiares, sociales y económicas que en la literatura se han descrito como relacionadas con dicho consumo, caracte rizar el acceso, la percepción de riesgo, la exposición a riesgos y la participación en programas de prevención o tratamiento en adolescentes escolarizados en jornada nocturna y semipresencial en Inírida.
Métodos
Estudio descriptivo de corte trasversal, tipo encuesta anónima autoaplicada. Se utilizó la encuesta CICAD/SIDUC9, que se ha usado en estudiantes de secundaria de la región. Se hizo la adaptación cultural recomendada por el CICAD/SIDUC y, por recomendación del comité de ética, se suprimieron algunas preguntas para no agobiar a estudiantes cuya lengua materna no es necesariamente el español y para no promocionar indi rectamente otras SPA. En el caso del tabaco, solo se indagó por el consumo de cigarrillo.
La encuesta ajustada se realizó sin presencia de docen tes y guardando la confidencialidad. De los 284 estudiantes, el 100% de los matriculados en jornada semipresencial y nocturna en Inírida, se encuestó a los 262 (95%) que se encon traban en el colegio en las fechas del estudio (fines de 2017), con edades entre 10 y 19 años. Se eligió esta jornada por que el gobierno municipal planeaba encuestar los colegios de jornada diurna. Criterios de exclusión: personas que no desearan participar en el estudio y personas que no estu vieran en condiciones mentales o físicas de autoaplicarse la encuesta.
Se entendió por consumo el uso de las sustancias lícitas e ilícitas, una o más veces, en un periodo específico. Consumo en el último mes o consumo actual: uso de determinada sus tancia una o más veces durante los últimos 30 días. Consumo en el último año o consumo reciente: una o más veces durante los últimos 12 meses. Consumo alguna vez en la vida: una o más veces en cualquier periodo de su vida10.
Las variables cuantitativas se resumieron con medidas de tendencia central y de dispersión y las variables cualitativas, con frecuencias absolutas y relativas. Se realizó un análisis de correspondencias múltiples para caracterizar el consumo. El análisis estadístico de la información se realizó en Stata 13 y SPAD 7.3.
El estudio fue aprobado por la Secretaria de Educación departamental, las directivas de la institución educativa, la asociación de padres de familia, y por un Comité de Ética que lo consideró de riesgo mínimo.
Resultados
De los 262 participantes, el 60% eran mujeres. La edad pro medio era 17,3 ± 1,56 años; eran naturales de Inírida el 62%; mestizo o colono, el 35%; Puinave, el 23%; Curripaco, el 16%, y el 26% restante se distribuye entre las etnias Sicuani, Piapoco, Cubeo y Yeral. La mayoría se encontraba cursando décimo grado (tabla 1).
Consumo de cigarrillo
El consumo actual de cigarrillo fue del 28%; alguna vez en la vida, el 55% (varones el 30% y mujeres el 25%). La edad promedio del primer uso fue 14 años. La mayoría de quienes han consumido cigarrillo alguna vez en la vida se encuentran en grado décimo (30%), seguido por el grado octavo (19%). El mayor consumo se registra a los 18 años (39%).
Entre quienes consumen cigarrillo actualmente, se encon traron algunas características como tener en la vivienda a alguien que fuma, no haber hablado con los padres sobre el peligro de consumir drogas, haber participado en actividades de prevención de consumo pero no estar a gusto con ellas, tener una situación económica normal o regular y padres que no fuman (fig. 1).
Consumo de alcohol
Los estudiantes que han consumido alcohol en los últimos 12 meses son el 68%; en los últimos 30 días, el 59%, y alguna vez en la vida, el 85%, estos con una ligera mayoría femenina, del 58 frente al 42%. El 43% dijo no haber consumido bebidas alcohólicas en las últimas 2 semanas.
Al discriminar por curso, el 28% eran de grado décimo; el 19%, de grado octavo; el 17% de grado once y el 16%, de grado noveno. El 51% inició el consumo de alcohol entre los 13 y los 16 años, seguidos de los grupos de 10-12 años (21%), 17-20 años (13%) y menores de 10 años (1%).
El licor consumido más frecuentemente fue la cerveza (33%) los fines de semana, seguido por licores fuertes (29%): whisky, vodka, aguardiente, ron.
El 19% afirmó que todos o casi todos sus amigos consumen alcohol los fines de semana, y el 18% refiere que la mitad de sus amigos lo hace. Que el padre consuma alcohol se da en el 32%; ambos padres, el 11% y la madre, el 4%.
De los estudiantes que actualmente consumen alco hol, el 14% tiene problemas familiares, el 11,5% tiene mal rendimiento en una prueba y el 4,72% tiene problemas con la policía.
El consumo actual de alcohol fue más frecuente en mujeres que en varones, nunca o casi nunca los padres saben dónde están, no han hablado con sus padres sobre el peligro de con sumir drogas, alguno de los padres consume también bebidas alcohólicas, viven solo con 1 de los padres, tienen algún miembro de la familia que consume algún tipo de sustancia, casi todos o por lo menos la mitad de sus amigos consumen alcohol los fines de semana, perciben su situación económica como buena, no han recibido talleres para prevenir el consumo ni tratamiento, y consideran poco probable el ingreso a la uni versidad (fig. 2).
Consumo de marihuana
Se encontró un consumo de marihuana en los últimos 12 meses del 16%; actual, del 21%, y alguna vez en la vida, del 37% (el 22% varones y el 15% mujeres). Entre quienes habían con sumido marihuana alguna vez en la vida, el 21% pertenecía a grado octavo; el 16%, a grado séptimo y el 15%, a grado décimo.
Entre quienes consumen marihuana semanal o diaria mente, el 17% tiene problemas familiares, el 52% tiene mal rendimiento en una prueba y el 12%, algún problema con la policía. El 19% de los encuestados afirma que menos de la mitad de sus amigos consumen marihuana y el 9%, la mitad.
Entre quienes informan consumo actual de marihuana se encontraron algunas características, como: la mayoría son varones, los padres nunca o casi nunca saben dónde están, no hablan con sus padres acerca del peligro de consumir sus tancias, alguien en la familia consume sustancias, los padres trabajan todo el día, consideran que su situación económica es mala, la mayoría dice no haber recibido talleres de prevención, manuales, material para prevención de consumo ni tratamiento y consumen entre 1 y 5 cigarrillos de marihuana en cada salida de fiesta (fig. 3).
Consumo de basuco
Se encontró un consumo de basuco alguna vez en la vida en el 6% (mujeres el 3% y varones el 2,6%); en los últi mos 12 meses, del 5% y en los últimos 30 días, del 3%. Entre quienes han consumido alguna vez en la vida, el 20% pertenece a grado octavo; el 15%, a noveno y el 10%, a séptimo.
Consumo de inhalables
Un 4% manifestó haber consumido inhalables alguna vez en la vida (mujeres el 2,57% y varones el 1,42%); en los últimos 12 meses, el 1% y en los últimos 30 días, el 1%. Quienes habían consumido se encontraban en grado octavo (20%), noveno (20%) y décimo (20%), sin evidencia de consumo en los grados sexto y once.
Consumo de éxtasis
Los estudiantes que manifestaron haber consumido éxtasis alguna vez en la vida fueron el 3% (varones el 2% y mujeres el 1%); en los últimos 12 meses, el 1% y en los últimos 30 días, el 1%.
Al discriminar por curso, quienes han consumido alguna vez en la vida son de grado octavo (35%), séptimo (25%) y décimo (25%).
Consumo de cocaína
Manifestaron haber consumido cocaína alguna vez en la vida el 2,36% (varones el 1,5% y mujeres el 0,86%); en los últimos 12 meses, el 1% y en los últimos 30 días, el 1%.
Policonsumo
El 31% de los adolescentes usan más de una sustancia simultáneamente. La combinación más común es alcohol más cigarrillo (17%), seguida de alcohol más marihuana y cigarri llo (5%) y alcohol más marihuana (2%). Casi la totalidad de los consumidores de cigarrillo consumen alguna otra sustancia. Del 69% restante, no consume ninguna sustancia el 33%, solo alcohol el 31%, solo cigarrillo el 4% y solo marihuana el 1%. El 2,3% ha recibido tratamiento alguna vez en la vida por alcohol, el 1% por drogas y el 1% por alcohol y drogas.
Otras condiciones del consumo
El 80% de los encuestados hablan con sus padres sobre el peli gro de consumir drogas y el 19% tiene en casa algún hermano u otra persona que consume drogas.
Un 61% reconoce la presencia de SPA en el colegio y sus alrededores, el 50% ha presenciado consumo dentro o alrede dor del colegio, el 37% ha presenciado venta de SPA dentro o alrededor del colegio y el 50% ha visto a algún alumno usando drogas en el colegio o alrededores. Las sustancias más fáci les de conseguir son la marihuana (62%), el basuco (35%), la cocaína (15%) y el éxtasis (9%). Pese a que algunas sustancias son difíciles de conseguir, todas están siendo ofrecidas a los estudiantes.
El lugar donde más se ofreció marihuana fue el barrio (56%) y en las fiestas (30%). La marihuana es ofrecida por algún conocido (35%) y por amigos (29%); la cocaína es ofrecida por personas no conocidas (25%) o alguien conocido (14%); el basuco, por no conocidos (18%) y por amigos (15%); el éxtasis, por no conocidos (19%) y conocidos (7%).
Los encuestados refieren que, debido al consumo de alcohol o sustancias ilícitas, el 19% ha tenido problemas familiares; el 10%, mal rendimiento en una prueba; el 4%, problemas con la policía, y el 4%, una fuerte pelea. El 51% refiere haber participado en actividades de prevención de consumo realizadas en el colegio en el presente año.
Discusión
Los resultados obtenidos corresponden a estudiantes de jornada semipresencial y nocturna, por lo que no son extrapolables cabalmente a la población diurna o a la municipal, departamental o nacional. Sin embargo, los resultados son úti les para las autoridades locales porque permiten corroborar que el consumo de SPA existe y requiere intervenciones.
Se hará un balance de los hallazgos con referencia al estu dio nacional de 2018, por ser el más similar, incluir datos para Orinoquía y Amazonía (OA) y usar el mismo instrumento de encuesta. Tanto para las sustancias lícitas como para las ilí citas, los consumos actual, anual y alguna vez en la vida del presente estudio son más altos que los del estudio nacional, tanto en general como en la OA8, como se describe a continua ción (fig. 4).
El mayor consumo registrado es el de alcohol, igual que en los datos nacionales y de la OA, seguido por el consumo de cigarrillo, que en el presente estudio es más del doble que en la OA pese a los múltiples esfuerzos nacionales para el control del tabaco, con políticas públicas encaminadas a redu cir dicho consumo, como el aumento del impuesto al tabaco, las campañas publicitarias masivas, ambientes cerrados libres de humo y restricción de la publicidad11; teniendo en cuenta el carácter legal de ambas sustancias, cabe la posibilidad de preguntarse si es necesario revaluar las medidas existentes o buscar estrategias alternativas para desestimular la demanda y el consumo mientras se realizan otras para reducir su oferta de manera efectiva.
También vale la pena preguntarse sobre la existencia de un aval consuetudinario en el consumo de dichas sustancias en el contexto familiar, de la comunidad educativa y en la generalidad de la población de Inírida que esté promo viendo la disponibilidad e interés en las sustancias pese a los controles. Cuando el consumo de una sustancia es habi tual y ampliamente aceptado socialmente en un contexto determinado, existe una gran posibilidad de que esta normatividad social se sobreponga a la jurídico-legal, lo que puede favorecer un cambio en la percepción de la sustancia y el riesgo y, por ende, posiblemente incida en la motivación del consumo12.
En cuanto a marihuana, el consumo encontrado en el pre sente estudio (21%) es muy superior al del estudio nacional, en el país (4%) y en la OA (11,3%). Pero no se aleja de lo eviden ciado en otros contextos escolares (de jornada diurna) en los que el consumo de esta sustancia predomina. No deja de ser llamativo que esté por encima de las cifras nacionales, pero es preciso indagar más a fondo los posibles factores que inciden en su difusión.
Sobre el consumo de basuco tanto alguna vez en la vida, como en los últimos 12 meses y el actual, se evidencia más del doble frente al nacional y el de la OA. Es importante que se abra la discusión sobre esa sustancia (pasta base de cocaína), inde pendientemente de los valores obtenidos, teniendo en cuenta su relación con un mayor deterioro cognitivo y social y por ser una de las que conlleva una más alta estigmatización13-15.
El consumo de inhalables alguna vez en la vida y en los últimos 12 meses fue inferior que el del estudio nacional y el consumo actual fue similar.
En cuanto al consumo de éxtasis alguna vez en la vida, fue superior al nacional, mientras que el de los últimos 12 meses y el actual fueron similares al nacional y de la OA. En ambos estudios hubo mayor consumo de éxtasis entre los varones que entre las mujeres.
Respecto al consumo de cocaína, se encontraron los mis mos valores que en la OA y un menor consumo alguna vez, en los últimos 12 meses y actual respecto al nacional, con mayor consumo en los varones que en las mujeres, en ambos casos.
La mayoría de los estudiantes, tanto del presente estudio como del nacional, reconocen la presencia y la venta de SPA dentro del colegio y en los alrededores, así como consumo por los estudiantes. En ambos estudios que la sustancia más fácil de conseguir es la marihuana, seguida por el basuco; la de más difícil acceso es el éxtasis.
Respecto a otras sustancias ilegales, resalta la diversidad de sustancias encontradas. Teniendo en cuenta la proporción de consumo de inhalables encontrada, la no discriminación del tipo de inhalable y que en la adaptación cultural y ética del instrumento se eliminaron ciertas sustancias, no se descarta que en Inírida o en Guainía esté en expansión un mercado de sustancias aún no detectado sobre el cual es preciso abrir diá logos entre actores comunitarios e instituciones estatales para indagar específicamente por inhalables del tipo pegamentos, Popper, dick (nitrito de isopropilo), ladies (cloruro de metileno) y muchos otros que vienen aumentando en el país16.
Habría que decir lo mismo sobre el posible consumo de otras drogas sintéticas, además del éxtasis; llama la atención que en estos adolescentes se haya encontrado consumo de éxtasis, droga reconocida tradicionalmente como urbana o metropolitana.
Esta situación también constituye un llamado para que los estudios futuros tengan en cuenta las desventajas de homogeneizar consumos a la hora de crear estrategias de intervenciones específicas y efectivas.
Existen otros estudios en Latinoamérica donde se ha carac terizado el consumo de alcohol y sustancias psicoactivas en adolescentes indígenas y no indígenas, como el estudio sobre patrones de consumo de SPA de la población indígena resi dente y originaria de la ciudad de México del 201517, donde también se documentó el mayor consumo de alcohol (el 47,4% de los varones y el 49,4% de las mujeres), seguido del tabaco (22,9%, tanto mujeres como varones) y la marihuana (el 17,1% de los varones y el 13,1% de las mujeres), con resultados inferiores a los nuestros. Sí se evidenció un mayor consumo de inhalables, el 11,1% de los varones y el 13,1% de las mujeres.
Otro estudio realizado en 450 estudiantes de secundaria, indígenas y mestizos del cantón Saraguro en Loja Ecuador18 también encontró que las sustancias mayormente consu midas, tanto por los estudiantes indígenas como por los mestizos, fueron alcohol (el 62,3% de los varones y el 41,4% de las mujeres), seguida por la marihuana (el 17,1% de los varones y el 4,9% de las mujeres) y las demás sustancias inhalantes, pasta base, cocaína, heroína y éxtasis (con porcentajes < 1%).
No se comparó con otros estudios colombianos en jóve nes, por diferencias en la población o en el instrumento utilizado19,20.
Esta contribución sería incompleta si no se ofrece a la sociedad guainarense al menos un esbozo de posibles inter venciones que acojan la evidencia actual; a ese fin se dedica el resto de esta sección.
Para el caso de intervenciones en el consumo de SPA con menores de edad, deben diseñarse metodologías en las que las sustancias no sean el centro de la atención, sino los aspectos contextuales del consumo. Incluso se propone que las mencio nes a las SPA sean mínimas o casi nulas, eso sí, sin desconocer su existencia en casos determinados ni cayendo en un ocultamiento de la realidad que pueda ser desfavorable para la intervención.
Se debe partir de una concepción del consumo de sus tancias que se salga de las nociones de disfunción social (el consumidor como desviado de la norma social) o de patolo gía física (el consumo como aspecto meramente toxicológico y ligado a la adicción), sobre las cuales ha girado gran parte de la literatura y de las políticas existentes, enfoques que han sido revaluados ampliamente por diversos estudios científicos transdisciplinarios que evidencian no solo su poca efectivi dad, sino que además crean daños mayores que los que se pretende evitar21-25. Debe entenderse el consumo de sustancias como la decisión de un individuo en un momento y un lugar determinados que nace de la confluencia de diversos factores (culturales, históricos, sociodemográficos, políticos, ambientales, psicológicos, biológicos, etc.) en su vida, lo que implica un lectura compleja, sin valoraciones maniqueas sobre lo bueno y lo malo, y alejada de actitu des polarizantes que impidan distinguir la amplia diversidad de matices que explican la aparición y evolución del fenómeno.
Además, por las características de Inírida y Guainía, en el diseño de estrategias de prevención debe existir un enfoque diferencial que tenga en cuenta las características de sus gru pos étnicos (cosmogonía, perspectiva frente al consumo de SPA, abordajes realizados en las comunidades, etc.) y acciones diferenciadas para cada grupo poblacional, etario y comunita rio.
Deben tenerse en cuenta también las premisas de la parti cipación comunitaria y de la construcción social, entendiendo estas como la implicación de los distintos actores sociales que se identifiquen como claves en el diseño, la ejecución y la evaluación de una estrategia integral para la prevención y la atención del consumo en el desarrollo de los consensos clave para que dicha estrategia funcione de manera integral y multisectorial.
Por ello se debe integrar a líderes indígenas y comunitarios, a diversas entidades estatales (de los sectores de educación, salud, recreación, cultura, policía, etc.) y a la población en general. En el caso de la comunidad escolar debe haber una participación ardua de estudiantes, profesores y padres de familia. Para estos últimos dos, a diferencia de lo dicho para estudiantes, las estrategias deben partir de información sobre las SPA, su consumo e implicaciones, esto con miras a ampliar el conocimiento y eliminar los imaginarios que puedan ser nocivos o conllevar a malas prácticas de atención y abordaje que tengan efectos contrarios a los esperados en los estudian tes.
De esta manera, ciñéndose a las características de inter venciones reconocidas internacionalmente por el desarrollo de buenas prácticas y según las indicaciones de los estudios nacionales, en resumen, la estrategia o conjunto de estrategias debe centrarse en estos aspectos puntuales26:
Que tengan base en la escuela secundaria. No excluye actividades de fortalecimiento de capacidades para niños y niñas de primaria o primera infancia.
Que se dirijan con énfasis a la población de los grados en los que coincida el inicio del consumo de SPA.
Que incluyan actividades con los padres o adultos respon sables (en el hogar).
Que utilicen un marco amplio de fortalecimiento de habi lidades para la vida, en lugar de un marco restrictivo centrado únicamente en el asunto de las drogas.
Que se desarrollen con un esquema dinámico y participa tivo de actividades.
Que involucre actividades entre pares.
Que tenga en cuenta el entorno comunitario.
Que involucre a los maestros, teniendo en cuenta los aspectos diferenciales mencionados anteriormente.
Que incluya el uso de tecnologías de la comunicación (si las condiciones materiales del contexto y la comunidad así lo permiten).
Que tengan definido un proceso de evaluación.
Es necesario además un mapeo de las diferentes estrategias de prevención existentes en el municipio, para evaluar a la luz de estos criterios si se ajustan a lo esperado. De igual manera, es preciso que la comunidad en general evalúe la efectividad y la pertinencia de dichas estrategias.
Las estrategias deberían tener como fin último el fortale cimiento de los siguientes aspectos, identificados como clave para la generación de individuos autónomos con capacidad de gestionar el riesgo y tomar decisiones importantes sobre su vida:
Fortalecimiento de potencialidades para la vida. Activi dades que aporten en la construcción de individuos con habilidades para manejar el éxito, pero a la vez con capaci dad de resiliencia para afrontar las inevitables dificultades de la vida, teniendo recursos propios para no quedar sometidos a situaciones particulares. Incluye también el fortalecimiento del pensamiento crítico y el conocimiento de los derechos y deberes ciudadanos, entre muchas otras actividades similares.
Alternativas socioculturales y recreativas. Incluye todo tipo de actividades que permitan fortalecer la capacidad crea dora y expresiva de los estudiantes, teniendo en cuenta la diversidad de inteligencias e intereses de cada uno de ellos. Manejo adecuado del tiempo libre, oferta de actividades cul turales, lúdicas y deportivas estimulantes para el desarrollo personal.
Movilización de redes sociales. Se busca estimular la sociabilidad y el fortalecimiento de los lazos sociales del estudiante en sus contextos familiares, comunitarios y de pares, favoreciendo la comunicación y la empatía como directrices.
Trabajo en comunidad. Actividades que fortalezcan la idea de comunidad y la reconstrucción de los tejidos sociales, permitiendo entender la importancia del trabajo comunita rio y de la participación y capacidad individual en diversas situaciones. Se ha identificado que la promoción de la individualidad y la búsqueda del éxito con base en fines pero no en procesos (como es el caso de las notas en los colegios) son factores que generan estrés y angustias, aspectos que a su vez pueden ser motivantes para el consumo de SPA.
Ofertas en servicio de atención integral y diferencial. Aparte de la oferta de servicios y estrategias de los aspectos anteriormente mencionados, debe buscarse la generación de espacios que favorezcan la comunicación de situaciones potencialmente problemáticas que puedan o no motivar el consumo de SPA. Se propone revisar experiencias en torno a centros o zonas de escucha, procesos de acompañamiento psicológico, y similares.
Además, en el caso de los estudiantes que llegasen a tener un consumo problemático de alguna sustancia y que por voluntad propia requieran apoyo para la deshabituación del consumo o intervenir en algún aspecto puntual de su vida que lo motive, deben existir servicios de tratamiento inte gral y hacer una revisión de su contexto de vida particular, para garantizar la efectividad del tratamiento y evitar recaí das en el consumo problemático.
Conclusiones
En la población encuestada, el consumo actual de las sustan cias estudiadas es superior al referente nacional, excepto en cocaína, que es menor, e inhalables, que es similar. Son nece sarios estudios afines en estudiantes de jornada diurna, pero se corrobora la existencia de una situación de consumo que amerita acciones, en lo posible participativas, intersectoriales y acordes con la cultural local.