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Praxis Filosófica

Print version ISSN 0120-4688On-line version ISSN 2389-9387

Prax. filos.  no.24 Cali Jan./June 2007

 

GIOVANNI REALE

Por una Nueva Interpretación de Platón: Relectura de la Metafísica de los grandes diálogos a la luz de las «doctrinas no escritas» Barcelona: Herder, 2003. 931p.

Jorge Alejandro Flórez Restrepo
Universidad de Caldas

Por Una Nueva Interpretación de Platón, libro escrito por Giovanni Reale1 , es una obra monumental, con el gran mérito de ser profunda y clara a la vez. En ella se recoge la enorme experiencia de muchos años de trabajo del autor en torno a Platón. Fue publicada por primera vez en 1993 edición italiana, pero se han hecho de ella traducciones a casi todos los idiomas europeos; desde entonces, se ha reeditado 22 veces. En esta última edición española de 2003 se encuentran todos los complementos y apéndices que hacen de ella una obra completa.

La obra sigue los descubrimientos hechos por la llamada Escuela platónica de Tubinga, encabezada por Hans Krämer2 y Konrad Gaiser, cuyos presupuestos fueron seguidos por “el mayor platónico del siglo XX”, según lo denomina el autor; se refiere a Hans-George Gadamer. Uno de los aportes principales de este libro de Reale es haber utilizado los conceptos acuñados por Thomas Kuhn para analizar la ciencia y la epistemología, en el campo de las interpretaciones del platonismo. Por ello, emplea el término paradigma para referirse al cambio que esta escuela ha inaugurado.

El nuevo paradigma de interpretación se contrapone al paradigma scheilermahiano, a partir del cual se leyó a Platón desde el siglo XIX hasta nuestros días. Pero este paradigma anterior se sobrepuso, a su vez, a otros dos paradigmas que reinaron antes que él: el paradigma original de la Academia de Platón y el paradigma neoplatónico. Los cambios de un paradigma a otro se generan gracias a las llamadas por Kuhn revoluciones científicas, que intentan explicar ciertas anomalías que el paradigma dominante no explica adecuadamente. El dominio de un paradigma siempre pretende englobar todo tipo de explicaciones, por lo cual encuentra siempre una solución para cierto tipo de anomalías, ya sea rechazándolas, absorbiéndolas o interpretándola a su antojo.

La piedra de toque de todos estos paradigmas platónicos, la anomalía que permite diferenciar un paradigma de otro, son las «doctrinas no escritas», así denominadas por Aristóteles. Por ello, cada uno de los paradigmas es definido del siguiente modo: “El paradigma originario, nacido con el propio Platón, consagrado por sus discípulos directos y desarrollado en la primera Academia. Su naturaleza es predominantemente teórica y se basa en una acentuada preeminencia de las «doctrinas no escritas» sobre los escritos platónicos”3 . El siguiente paradigma, el neopitagórico, no es tan distante, en el sentido de aceptar también las «doctrinas no escritas», pero predominan más los escritos de Platón interpretados de forma alegórica. El paradigma presentado, sobre todo, por Scheilermacher, se basa en la preeminencia casi absoluta de los escritos y excluyendo las «doctrinas no escritas». Por último, “el paradigma propuesto por la Escuela platónica de Tubinga, sitúa en primer plano las «doctrinas no escritas» junto a los escritos platónicos, y las presenta como globalmente necesarias para poder comprender los mismos escritos, tanto desde el punto de vista histórico como desde el punto de vista doctrinal. Los escritos de Platón no contienen “todo Platón”4 .

El punto principal que inaugura la nueva visión de Platón son las «doctrinas no escritas», cuyo trabajo de búsqueda y análisis realizó la Escuela de Tubinga. En ello no tiene mucho mérito Reale, aunque expone de manera espléndida las conclusiones que se pueden sacar de los comentarios de Aristóteles, Espeusipo y Jenócrates, los tres discípulos principales, los dos últimos directores sucesivos de la Academia; así como de los autores del platonismo medio y del neoplatonismo. El mérito principal de este libro de Reale es ofrecer una explicación completa del sistema platónico visto desde los nuevos presupuestos que aportan estas doctrinas diferentes a las presentes en los escritos. Con ello no se relegan las enseñanzas escritas, ni se rechaza lo que el mismo Platón legó de forma directa, sino que se reinterpretan y se complementan. No se pierde nada de Platón, sino que se amplía. Ello implica, claro está, una redistribución de jerarquías y cargas al interior de la ontología, epistemología y dialéctica platónica. Esto permite también que se interpreten adecuadamente muchas dificultades al interior de los escritos que el paradigma scheilermachiano no explicaba satisfactoriamente.

Algunos de los pasajes en los escritos que eran difíciles de explicar desde el paradigma anterior, son aquellos que se refieren a la valoración de la escritura: la parte final del Fedro, y de la Carta VII, lo cual a su vez permite una revaloración de las «doctrinas no escritas». Esto es denominado por Reale como los “autotestimonios” de Platón para aceptar la preeminencia de las «doctrinas no escritas». En el Fedro, por ejemplo, se hace un rechazo directo de la escritura, a través del relato de Theuth y Thamus. Reale lo resume de esta forma:

a. La escritura no aumenta ni la sabiduría ni la memoria de los hombres.
b. Lo escrito es incapaz de ayudarse a sí mismo y de defenderse por sí solo, y tiene necesidad de la intervención de su autor.
c. El discurso vivo y animado que se mantiene en la dimensión oral y mediante la ciencia se imprime en el alma del que aprende; el discurso escrito es solo una copia de este.
d. La oralidad implica “seriedad”, mientras que la escritura implica “juego”.
e. La claridad y la perfección pertenecen a la oralidad y no a la escritura.
f. el escritor filósofo no pone en los escritos “las cosas de mayor mérito”5 .

El “autotestimonio” de la Carta VII afirma complementariamente que “las cosas de mayor mérito” no deben ser colocadas por escrito, y que a Platón nunca se le ocurriría hacerlo. Lo dice para quejarse del atrevimiento de Dionisio, el tirano de Siracusa, que luego de haber escuchado unas pocas lecciones orales de Platón se cree con derecho de escribir sobre “las cosas más serias”6 .

Según lo anterior, se supone que Platón escribió por juego sobre cosas de poca importancia que podría ser entendido por muchas personas, pero las cosas importantes las dejó exclusivamente para ser explicadas a través de las oralidad a unos pocos que serían capaz de entenderlas dado que han recibido una enseñanza adecuada. No son necesarias de poner por escrito dado que estas “cosas supremas” son pocas y fáciles de memorizar, una vez impresas en el alma. Por el contrario, su brevedad y simpleza será motivo de burla, desprecio o desinterés por la mayoría que no los entienden.

Dados estos “autotestimonios” es posible revalorar los testimonios e interpretaciones del platonismo que se tienen de otros autores antiguos, cuyo presupuesto no son acordes a los escritos de Platón. La relación de estos escritos con las «doctrinas no escritas» es complementaria y aclaratoria.

Para ello Reale utiliza una hermosa metáfora: “en el ámbito del nuevo paradigma la perdida de la autarquía de los diálogos, debida a la valoración de la tradición indirecta, no supone una pérdida de su valor, sino que por el contrario, supone un incremento de su valor, porque resultan iluminados en las zonas de sombra y, por tanto, resultan más claros, más ricos en interrogantes y en contrastes, abiertos a horizontes más amplios. Además, ese plus revelado por la tradición indirecta se reduce a un discurso muy breve. El discurso sobre “los fundamentos últimos” en realidad siempre es un discurso muy breve: es como el último trecho de la subida a una cima, que es el más corto pero a la vez el más comprometido.

Los escritos platónicos nos hacen subir toda la montaña, pero no consiguen que lleguemos a la cumbre; en cambio, la tradición indirecta nos permite conquistar precisamente la cumbre”7 .

La cumbre de la montaña que los escritos no permiten alcanzar, es un nivel más alto de la ontología platónica. Esta ha llegado, como lo confirman los escritos, hasta las Ideas como causas y principios supremos de la realidad por sus características de inteligibildad y realidad, sostenibles por sí mismas. No obstantes, las «doctrinas no escritas» conciben unos principios superiores y primeros , por lo cual ha decidido Reale llamar Protología8 al discurso en torno a los principios; aunque también ha de llamarse henología, porque el principio último debe ser Uno. Estos principios primeros fundamentan a su vez a las Ideas y a muchas otras entidades que hay entre ellos.

Según esto, la realidad se estructura en una jerarquía diferente a la que normalmente se ha leído en los escritos. En primer lugar se encuentran los principios supremos: el Uno y la Diada; luego, se encuentran los números ideales, primeros entes causados por los principios supremos; a continuación están las Metaideas; luego las Ideas y los entes matemáticos “intermedios”. Por último, las realidades sensibles y sus reflejos.

A partir de esta nueva visión de Platón, Giovanni Reale propone una nueva lectura de muchos de los diálogos y soluciona muchas de las dificultades presentes en ellos. Es así como interpreta de nuevo importantes pasajes de la República (capítulo undécimo), dada la relación entre el Uno y el Bien. También lanza una audaz lectura del Parménides para resolver el asunto del supuesto desmonte y crítica de la teoría de las Ideas, que se percibía a través del llamado argumento del “tercer Hombre”, pero que en realidad es un pedido de nuevos principios para las Ideas; de ahí la conexión con la última parte del diálogo en la que se habla del Uno.

Lo mismo hace con diálogos tan difíciles de interpretar como el Sofista y el Político; lo cual se conecta con un intento de explicar porqué no fue escrito el diálogo que completaba la trilogía: el Filósofo. Si este personaje es el que observa los principios supremos y estos no son objetos de lo escrito, el personaje del Filósofo no es susceptible de ser puesto por escrito, sino bajo la oralidad.

Los diálogos del Filebo y la trilogía del Eros (Lisis, Banquete y Fedro) también son objeto de esta relación y complementación bajo la luz de la protología. Por último, la Cuarta y última parte, está dedicada a un estudio exhaustivo de la figura del Demiurgo en relación con este nuevo paradigma interpretativo abierto.

Es necesario destacar también que el libro incluye unos apéndices bastante interesantes sobre el arte griego (apéndice al capítulo décimo), sobre la construcción de los sólidos geométricos hecha en el Timeo (apéndice al capítulo vigésimo); y los últimos apéndices que incluyen reseñas a este libro, escritas por Krämer, Wieland y Figal, representantes de la Escuela platónica de Tubinga; así como dos conversaciones entre el autor y Gadamer. Entre otros.

 


1 REALE, Giovanni. “Por una Nueva Interpretación de Platón: Relectura de la Metafísica de los grandes diálogos a la luz de las «doctrinas no escritas»”. Trad: María Pons Irazazábal. Barcelona: Herder, 2003. 931p.

2KRÄMER, Hans. Platón y los Fundamentos de la Metafísica. Trad. por: Angel Cappelletti y Alberto Rosales. Intro por: Giovanni Reale. Caracas: Monte Avila, 1996. 492p.

3 REALE. Op. Cit. p. 36.

4 Ibíd.

5 Ibíd. Primera Parte. Cap. tercero, I. p. 75-91.

6 Ibíd. Primera Parte. Cap. tercero, II. p. 94-101.

7 Ibíd. p. 122-123.

8 Ibíd. p. 216.


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