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Iatreia

Print version ISSN 0121-0793

Iatreia vol.16 no.4 Medellín Oct./Dec. 2003

 

HISTORIA DE LA MEDICINA

 

Medellín: de una pequeña Villa a una ciudad violenta

 

''MEDELLÍN: FROM A LITTLE VILLAGE TO A VIOLENT CITY''

 

 

TIBERIO ÁLVAREZ ECHEVERRI M.D.

DOCTOR TIBERIO ÁLVAREZ ECHEVERRI M.D. Anestesiólogo y Tanatólogo, Profesor, Facultad de Medicina, Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia

 

 


RESUMEN

ESTE ARTÍCULO REVISA desde un punto de vista histórico los cambios que tuvo Medellín en los siglos 19 y 20, desde que era un pueblecito tranquilo hasta convertirse en una ciudad violenta. Se hace énfasis en los orígenes de este proceso: la industrialización, la falta de permanencia de la religión como cogobernante de las conductas de las personas y la ausencia de políticas gubernamentales que solucionaran los problemas originados por las migraciones del campo a la ciudad.

PALABRAS CLAVE

CIUDAD, VIOLENCIA, HISTORIA, CAMBIOS SOCIALES, INDUSTRIALIZACIÓN, POLÍTICAS DE ESTADO, MODERNIZACIÓN


SUMMARY

THIS ARTICLE REVIEWS from an historical standpoint the changes that lead to the transformation that Medellín experienced in the 19th and 20th century, from a little peaceful village to a violent city. Focus is made on the origins of this process; the industrialization, the lack of permanency of religion as a ruler, the migration of people from the countryside to the urban centers escaping poverty and violence, and the absence of state policies to solve the problems this migration caused.

KEY WORDS

CITY, VIOLENCE, HISTORY, SOTIAL CHANGES, INDUSTRIALIZATION, STATE POLICIES, MODERNIZATION


 

 

INTRODUCCIÓN

EL PRESENTE ARTÍCULO quiere presentar una visión panorámica del concepto de ciudad a través de la historia y, por esta vía, explicar por qué Medellín, una Villa que fue remanso de paz se tornó en ciudad violenta. Hace parte de las investigaciones y publicaciones del Grupo de Estudio de Violencia Urbana de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia.

Dicen los estudiosos que hace 15.000 años ya existía el asentamiento permanente de los grupos humanos en un lugar fijo de residencia con disponibilidad de alimentos. Más tarde, con el desarrollo de la agricultura, apareció la aldea, núcleo de habitación permanente. A medida que se expandieron las capacidades humanas nació la ciudad, cuando se tuvo la mano de obra especializada, los medios de transporte para largos recorridos, el aumento de las comunicaciones y el mejoramiento y activación de la productividad agrícola. Poco a poco la ciudad almacena y transmite los bienes de la civilización, que le dan el carácter de lo urbano, donde prevalecen la cultura y la religión (1, 2).

Primero fue la aldea, luego el poblado y más tarde la polis. Se entiende que si en la polis se integran la ley común, el espacio público y el uso de la argumentación para persuadir y decidir, entonces la filosofía es hija de la polis. Es allí donde se discuten las concepciones de la sociedad basadas en la naturaleza o en la racionalidad. Sócrates dice que donde alguien quiera hacer valer sus derechos apoyándose en la fuerza, desembocará inevitablemente en una forma de vida política, que no es otra que la tiranía, mientras que donde haya discusión pública con argumentos y no con fuerza, se dará una forma de vida democrática (3). Los pilares de la convivencia ciudadana son la educación para la libertad, la mayoría de edad, el ejercicio de los deberes y derechos fundamentales y el uso inteligente de la fuerza y de los procedimientos correctivos que enmarcan el horizonte normativo de naturaleza eminentemente ética en las fronteras de la moral y el derecho (4, 5).

 

DEFINICIÓN Y ESTUDIO DE CIUDAD

CIUDAD ES UNA CONCENTRACIÓN DE GENTES, una serie de casas próximas, un sitio con mundo rural anexo, comodidades de mercado, servicios religiosos, mercantiles y financieros. Es el espacio donde se crean símbolos, se fundan tradiciones y se establecen ritos para legitimar su dominio y sus fronteras. Es el espacio de la muerte. Es la atracción de los emigrantes. Es el recipiente de las experiencias sociales y de la historia. Es un mapa. Es Dominación, capacidad de mando en ella y en el territorio que la circunda.

Para Aristóteles, ciudad es sinónimo de salubridad, buena posición estratégica y adaptación correcta a las necesidades de la vida pública. Para Pausanias, siglo II aC, es un lugar con edificio administrativo, gimnasio, teatro, plaza pública, fuente con agua corriente. Para algunos, ciudad es un hecho político antes que económico o demográfico. Para George Duby, la ciudad no se caracteriza por el número de habitantes ni la actividad de sus gentes sino por sus rasgos particulares de estatus jurídico, de sociabilidad y de cultura. Para una propuesta analítica, la polis es el punto de enraizamiento del poder Estatal (6).

Civitas –ciudad, ciudadano– es la palabra que los conquistadores romanos impusieron a los hombres subyugados. Designaba el territorio ocupado por un pueblo y también el área particular que formaba el núcleo de esta célula. Tiene una función política con sus jerarquías, disposición urbana, rectitud en los trazados para mostrar el poder, la separación, el límite y la domesticación (6).

Para los romanos eran inseparables el orden visual y el poder imperial. De allí que el emperador, como recuerda R. Sennet, necesitara que su poder fuera visto en los monumentos y en las obras públicas. Su objetivo era impulsar a hombres y mujeres a mirar, creer y obedecer. A ellos les agradaba contemplar imágenes que enfatizaran la continuidad de la ciudad, la perdurabilidad y el carácter inmutable de su esencia. Con la rectitud del trazado, los romanos, y más tarde los españoles, demostraron que el ángulo recto definía la ciudad como un área regida por la razón. Pero además del poder Estatal de la ciudad estaba el poder religioso, sagrado (7).

El estudio de la ciudad puede abordarse mediante la tradición disciplinar, el discurso totalizador, la interdisciplinariedad, el paradigma del pensamiento complejo y también, mediante la llamada ''perspectiva de interpretación''. Esta modalidad de estudio concibe la ciudad como construcción social e histórica, cual palimpsesto o manuscrito que conserva huellas de una escritura anterior borrada artificialmente, en el cual las sociedades han escrito y reescrito su propia historia. En esta perspectiva de interpretación tienen cabida las relaciones sociales, la mediación tecnológica y la organización y dinámica social interna en interacción con el entorno territorial regional, nacional y mundial. Si se piensa de esta manera la ciudad, se aprende a convivir con ella, teniendo en cuenta la cercanía, la diferencia, la diversidad, la velocidad, la congestión, la contaminación, las vicisitudes y las preocupaciones. Se la sueña, se la convierte en objeto de utopías individuales y colectivas, se la imagina en sus dimensiones materiales, sociales, éticas y estéticas. Y se la supera como espacio de miedo (8). También se asume su complejidad, signo de maduración según Morin, donde, ''cada uno juega varios roles sociales en su soledad, en su trabajo, con amigos o con desconocidos. Cada ser tiene una multiplicidad de identidades, de personalidades en sí mismo, un mundo de fantasmas y de sueños que acompañan su vida'' (9).

Hoy, la ciudad se estudia bajos los conceptos de la globalidad, que busca maximizar los beneficios y minimizar los costos, establecer una institucionalidad colectiva y garantizar la primacía del interés público; de la sostenibilidad que conjuga el crecimiento económico con la salubridad social y el crecimiento personal, y de la competitividad que debido al desarrollo económico urbano genera tensión entre el crecimiento y sus fuentes (10, 11).

 

LAS CIUDADES EN COLOMBIA

COMO OTRAS DE LATINOAMÉRICA, las ciudades colombianas se caracterizan por el gigantismo, el desorden, la privatización, la fragmentación, la exclusión, la conflictividad, la violencia y la contaminación. La ciudad colombiana hoy, es la expresión del individualismo y la competencia que imponen la dinámica del mercado, la internacionalización de la economía y la globalización de las sociedades. Las ciudades colombianas enfrentan, según C. Torres, la informalidad en sus dimensiones física, económica, política, social e ideológica; la condición de ciudad territorio donde se lucha por los espacios; las migraciones del campo a la ciudad; los desplazados internos; el conflicto armado dentro la ciudad como resultado de ser mirada como botín de guerra, lo que se manifiesta por el desplazamiento de los seres humanos; la ocupación de áreas urbanas que no son aptas para el proceso de urbanización; el aumento de la presencia militar; la fortificación de las ciudades a través de cercos militares; la ocupación permanente del espacio público como sitio y fuente de empleo; las dificultades para el desplazamiento entre las ciudades por la pérdida del control territorial por parte del Estado; los problemas tradicionales referidos a la calidad de vida, determinados por los déficits cualitativos y cuantitativos de vivienda, servicios públicos, equipamientos colectivos, infraestructura y empleo productivo (12, 13).

 

UNA MIRADA A LA EVOLUCIÓN DE MEDELLÍN COMO CIUDAD

MEDELLÍN ADQUIRIÓ IMPORTANCIA después de que colapsó la capital de la Provincia, Santa Fe de Antioquia, centro donde confluían el oro de las minas de Buriticá y el de los lechos de los ríos Cauca y Nechí. Esta crisis determinó una economía de frontera que buscó salir del aislamiento y tener productos agrícolas. Los mineros y los comerciantes iniciaron entonces la ocupación de los valles de Aburrá y Rionegro, con buenas aguas y tierras fértiles. El de Aburrá fue ocupado en el siglo XVII teniendo rápido crecimiento demográfico y económico a partir de los hatos que atraían pequeños núcleos de población. Allí vivieron españoles acaudalados que habían probado suerte en Bogotá, Cartagena o Popayán. También vivieron mestizos, que encajaron en la activa colonización del Valle. Los pocos indígenas que existían fueron trasladados a la Estrella para que vivieran allí bajo el denominado ''estatuto de reserva''. Para 1778 la Villa de Medellín tenía 14.704 habitantes, de los cuales 55% eran mulatos o esclavos negros (14). La intención de los fundadores era lograr un poblado de ''vida civilizada y en polecía'', donde los habitantes se concentraran en el marco de la Villa, tuvieran casa poblada, vivieran en comunidad, tuvieran sitio para recibir el pasto espiritual y casa para cabildo que hacía, además, las veces de notaría y cárcel. La Villa de Medellín tenía tres cuadras en los lados del sur y el oriente y dos al norte y al occidente, conformadas según la hipodámica griega o el damero español.

La gente ''noble'' se avecindó en la parte oriental o quebrada arriba y los humildes al lado del río. Las construcciones tenían techo de paja, salvo dos o tres con teja. Las paredes eran embarradas con tierra y residuos vegetales. El adobe estaba en la iglesia y en las casas de los principales. Este fue el presupuesto para que se diera la Real Cédula de la reina María Ana de Austria, el 24 de noviembre de 1674 para la fundación, pues el sitio de Ana era el más a propósito para fundar la Villa, por estar en él agregadas más de treinta familias de españoles y otras tantas de mestizos mulatos y tener iglesia y cura y estar la planta en forma de pueblo (14). Lo de construcción en damero fue criticado en 1940 por el urbanista Karl Brunner porque ese modelo no se ajustaba a la topografía. También lo criticaron los urbanistas Wienner y Sert en 1950, porque según ellos, se hacía mal uso de la tierra y se creaban barrios insalubres en las elevadas laderas.

 

DE VILLA A CIUDAD DE MEDELLÍN

POCO A POCO LA VILLA DE MEDELLÍN se fue consolidando como la capital regional, sobre todo después de 1823 cuando fue declarada Ciudad, una vez realizada la independencia de España. a pesar de la rivalidad que tuvo con Santa Fe de Antioquia y Rionegro.

Entre los factores que hicieron posible que Medellín fuera la capital están: la creación de ciertas instituciones como la Real Contaduría y sus jurisdicciones respectivas a partir de 1763, la del mercado semanal en 1784, las diputaciones de comercio en 1787 y la constitución de un juzgado de comercio independiente, las condiciones excepcionales del Valle de Aburrá, el mercado de la villa de Medellín durante la segunda mitad del siglo XVIII; las perspectivas de desarrollo por la fertilidad de sus tierras y la facilidad para expandirse hacia el sudoeste y el Cauca, la llegada de ricos comerciantes y el dinamismo de la estructura del comercio entre 1763 y 1810 (15). Las primeras obras de carácter público las inició el oidor Mon y Velarde a partir de 1785 cuando ''echó las bases del hospital San Juan de Dios, hizo romper las primeras cañerías y trajo a la población el agua potable''.

Un dato importante en el desarrollo de Medellín fue la fundación de la Sociedad de Mejoras Públicas en febrero de 1899 ''encargada de velar por el ornato y embellecimiento de la ciudad'', la cual influyó en las decisiones del Concejo Municipal del cual fue organismo consultor y asesor permanente e incluyó entre sus miembros al alcalde con voz y voto en sus deliberaciones. La Sociedad propuso en 1911 el Plano de Medellín del Futuro. Además gestionó la creación del espíritu cívico o preocupación por lo público en relación con las virtudes de civismo, cooperación y solidaridad. La Sociedad creó en 1917 la Medalla del Civismo para premiar al ciudadano que más se preocupara por los aspectos ciudadanos de la urbanización, la beneficencia, la arborización y el sacrificio. Fundó además la revista Progreso. En 1935 organizó El día de la Patria y colaboró en la celebración del Congreso Eucarístico con el aseo, la construcción de aceras, el aumento del alumbrado público, la reglamentación del tráfico y el embellecimiento de la ciudad. Fue gracias a este espíritu cívico, como se creó un fuerte sentimiento de identidad regional y de amor por lo propio. La Facultad de Mejoras Públicas se convirtió en la memoria de la ciudad y en el lugar donde se concentraban los ''expertos en asuntos urbanos'' (15). Algo muy importante fue el establecimiento de una frontera difusa entre lo estatal y público y lo privado, que después originaría problemas delicados cuando el Estado se desentendió de la comunidad. De esta manera el Concejo, la Administración Municipal y la Sociedad de Mejoras Públicas, se relacionaron de tal forma que yuxtaponían sus funciones. Así sacaron adelante el Bosque de la Independencia y el Instituto de Bellas Artes y promovieron la construcción del Hotel Nutibara, el barrio Prado y la canalización de la quebrada Santa Elena y del río Medellín. La Sociedad de Mejoras Públicas tuvo su mayor apogeo en las tres primeras décadas del siglo XX, pero a medida que Medellín fue creciendo, no pudo seguir el ritmo y mermó su influencia. Además, el desarrollo del Estado, en especial de sus Empresas Públicas Municipales y el derecho público, mermaron su poder y produjeron quizá el alejamiento del sector privado (15).

 

LA MODERNIZACIÓN DE MEDELLÍN

Desde finales del siglo XIX se trató de modernizar la ciudad cuando se comenzaron a perfilar los primeros esbozos de regulación urbana. Uno de los aspectos que capta estas transformaciones es la del espacio urbano que según Solano Castro ''es el soporte físico y el lugar donde se construyen prácticas sociales, sujetos colectivos y formas de representación simbólica de la ciudad'' (16).

Esto se dio por tres instituciones: el Concejo de Medellín como ente regulador y autoridad suprema del municipio, la Sociedad de Mejoras Públicas como entidad de carácter privado que velaba por el civismo de sus habitantes y las Empresas Públicas de Medellín como entidad proveedora de los servicios básicos, surgida más tarde que las anteriores.

El mayor esfuerzo para hacer de Medellín una ciudad moderna y transformar su aspecto pueblerino ocurrió entre 1890 y 1950, época coincidente con el proceso de industrialización, que obligó a la creación de servicios públicos como la energía eléctrica y el recogimiento de las basuras. Entre las empresas industriales se destacaron los textiles, los alimentos, el tabaco, la cerveza, la loza, el vidrio y el cemento. Además, el incremento en la producción del café, la trilla urbana, la exportación del grano y la reactivación de la minería (17).

Los que estudian el desarrollo urbano de Medellín dicen que fue una ciudad de fundación tardía, primero como Villa en 1675, y luego como ciudad propiamente dicha, a partir de 1823. Sin embargo, en pocos años, sobre todo en la segunda mitad del siglo XIX, se convirtió en la segunda ciudad del país por su población e importancia económica y política, en un momento en que el Estado y sus empresas de servicios públicos apenas se estaban forjando. Tanto continuó su crecimiento que fue considerada la primera ciudad industrial de Colombia en la primera mitad del siglo XX (17).

Según Ricardo Olano, el progreso urbanístico se inició con la adopción por el Concejo Municipal en 1912, del Plano Futuro de la Ciudad presentado por la Sociedad de Mejoras Públicas, con la llegada del Ferrocarril de Antioquia en 1914, y con la compra y municipalización de la empresa de energía eléctrica (16). Infortunadamente en los finales del siglo XX su evolución no guardó los esquemas tradicionales de la normatividad, el civismo y la religión; su espacio se llenó de desplazados de la violencia rural y en sus calles empezaron a suceder los miles de homicidios que la hicieron conocer en el mundo como una de las ciudades más violentas, estigmatizada además como la capital del narcoempresarismo, con grandes dividendos en dinero ''sucio'' que corrompió todos los estamentos y conformó sus propios ejércitos con capos, mandos medios y sicarios, cuya única finalidad era producir dinero y muerte. Pero además, los espacios de sus comunas se convirtieron en botín de guerra para los grupos guerrilleros y las autodefensas. Al empezar el siglo XXI la ciudad de Medellín es una especie de laberinto con muchas luchas intestinas y muchas posibles soluciones sin aplicación.

 

EL DESARROLLO URBANO

AL INICIAR EL SIGLO XX el territorio urbano de Medellín correspondía a lo que hoy se llama El Centro. Al occidente limitaba con el río Medellín, al sur con la calle San Juan, al norte con el barrio Villanueva y al oriente con el barrio Boston. El resto era ''lo rural'' donde estaban asentamientos como El Poblado, Aná, Robledo, Belén, Guayabal, La Granja, La América, Piedras Blancas, San Cristóbal y San Sebastián.

A medida que avanzó el siglo hubo grandes transformaciones por la aparición de nuevas industrias, el uso de nuevas tecnologías y el crecimiento de la población, en especial por las migraciones de personas que venían de los pueblos para conformar la clase obrera. Esto obligó a que se crearan y crecieran nuevos barrios sobre todo al oriente y al norte debido a la actividad de los urbanizadores particulares. Con ellos llegó la electricidad, el teléfono, el acueducto y el tranvía. En 1905 se estableció el primer perímetro urbano, que evidenciaba la inclusión en los planes de la ciudad y el sentido de pertenencia. Estar por fuera de la ciudad, determinaba la exclusión - el área rurallo que significaba tener un nivel más bajo de demandas y de posibilidades de ser atendidas. Entre 1905 y 1945, se hicieron seis modificaciones al perímetro urbano, siendo la última la más extensa. Medellín creció alrededor de la Plaza de Berrío, el centro de los poderes económico, político y eclesiástico. La plaza o ágora era el sitio para el mercado, las ideas, las noticias, las discusiones, los negocios, la mezcla de los grupos sociales y muy cerca, el embrión de la Universidad. Luego aparecieron otros espacios como el Parque de Bolívar y el barrio Guayaquil. El primero se convirtió en centro social y religioso con presencia de clubes, teatros y cafés. El otro espacio grande fue Guayaquil, ''una ciudad dentro de otra'', donde estaba lo prohibido, lo excluido, lo que llegaba de los pueblos en camiones o en el tren, la bohemia y la prostitución. Además de los espacios mencionados estaban los suburbios, el afuera, el más allá de la frontera, lo marginal, el sitio para los obreros, a los que se les buscó localización cerca de los lugares de trabajo con buenas condiciones higiénicas, aireación, luz y espacio suficiente. Una especie de ''ciudad jardín'', modelo que floreció en varios países. Acá fue posible implementarla, gracias a la acciones desplegadas por la Sociedad de San Vicente de Paúl, diversas asociaciones católicas y grupos de filántropos. Lo de las asociaciones católicas se dio en momentos en que el bipartidismo liberal y conservador y la iglesia católica influían tanto en el Estado que no era posible distinguir entre los ámbitos público y privado, ni permitir la consolidación de las instituciones modernas, de carácter impersonal y objetivo, para el manejo de los conflictos; más cuando la ética eclesial regulaba la vida privada y familiar, con cierta permisividad en la consecución del dinero, con tal de que se ayudara con él a las obras pías. Pero además, la iglesia católica ejerció un poder que iba más allá de lo estrictamente religioso, al camuflarse en el partido Conservador con ideas que dominaron y atrasaron el país por varias décadas cuando el arzobispo de Bogotá imponía los presidentes. Adicionalmente a estas ''ciudades jardín'' para obreros, aparecieron los asentamientos ilegales en El Poblado, La América y Belén. Así como los llamados ''barrios extramuros'' en Niquitao, Guanteros, La Toma, Las palmas, El Salvador (16, 17).

 

LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX

A MITAD DE SIGLO, Medellín tenía 358.159 habitantes. En esa década del cincuenta se aumentó el tránsito de vehículos, se aumentó la construcción con especial tendencia hacia el norte y el sur y se hizo insuficiente la prestación de los servicios públicos. Empiezan a aparecer los focos de tugurios y los barrios piratas con personas que vienen desplazadas por la violencia rural en búsqueda de trabajo. Es cuando pierde poco a poco la mentalidad benéfica y de caridad cristiana, el poder religioso. En los sesenta se incrementa la migración por la violencia y la pobreza en el campo y se produce una verdadera colonización urbana que demandó más vivienda, educación, salud, empleo y otras formas de vida en momentos en que el Estado, la administración local y los mismos habitantes no estaban preparados. Como una forma de solucionar el problema se incrementó el papel del Instituto de Crédito Territorial, ICT y del Banco Central Hipotecario, BCH, y se establecieron instrumentos legales de planeación y control a través de la ley 66 de 1968.

En el transcurso de las décadas del sesenta y setenta llegaron a 600.000 los habitantes de los barrios ilegales, casi un 50% del total de la población, y se registraron asentamientos piratas e invasiones en todas partes, con excepción de El Poblado. De esta manera se poblaron en pocos años en el sector nororiental , los barrios Villa Tina, Guadalupe, Santo Domingo, Popular, Granizal, Moscú y La Isla. En el sector noroccidental, los barrios El Diamante, San Martín de Porres y Castillita. En el sector Centrooriental los barrios Villatina y El Vergel. Y en el sector centro occidental, los barrios Los Alcázares y Antonio Nariño. Las soluciones parciales se debieron a la Reforma Agraria y al programa de Erradicación de Tugurios (17). Otra institución que intervino para solucionar los problemas de vivienda y servicios públicos fue Casitas de la Providencia a partir de 1955, con el fin de reubicar familias. Esta fundación se convertiría en Corvide en 1979. Otra estrategia fue la habilitación de barrios, financiada por el Fondo Rotatorio de Habilitación de Barrios, cuyo propósito era equipar con servicios públicos los sectores tuguriales y piratas y fomentar los programas de autoconstrucción (17).

 

LA VIOLENCIA EN MEDELLÍN

¿POR QUÉ EL APELATIVO DE CIUDAD VIOLENTA? ¿por qué y cuándo se pasó de la armonía y los valores cristianos a un clima de violencia y temor? Los tratadistas hablan de los orígenes históricos y estructurales de la violencia de largo plazo, con sus trasfondos económicos, sociopolíticos y culturales y de los orígenes coyunturales de corto plazo, con énfasis regional. Las tensiones estructurales fueron comunes a otras ciudades latinoamericanas sin que se produjeran en ellas los altos índices de violencia que caracterizan a algunas ciudades colombianas y en especial a Medellín. La diferencia puede deberse quizás a la deficiente configuración y precariedad del Estado y de las sociedades regional y local, precariedad que se agravó por las modalidades concretas de ocupación de los diversos territorios y de las formas específicas de cohesión social que en ellos se generaron, sobre todo en los últimos tiempos, por la tendencia moderna a la privatización de la vida social, la cual se expresa en el regreso al ámbito íntimo y a las solidaridades grupales, en la falta de equilibrio entre la vida pública y la privada de los individuos y en el regreso al ideal de las comunidades homogéneas, basados en los lazos de proximidad e identidad familiar, étnica o local. Esta retribalización supone igualmente la exclusión de las diferencias (18,19). De esta manera, las contradicciones no resueltas se van acumulando hasta ''producir un caldo de cultivo muy proclive para las opciones violentas de actores sociales como la guerrilla y los narcotraficantes, que es reforzada por coyunturas recientes como la apertura económica, la caída de los precios del café, la creciente ilegitimidad de los partidos políticos. Pero esas tensiones estructurales requieren el detonante de la acción voluntaria de los actores sociales, que están convencidos de que no hay otra salida sino la opción violenta''. F, González (18).

¿Cómo afecta, entonces, esa violencia incubada largo tiempo, al tejido social de la ciudad y a sus comunas?, ¿Por ausencia del Estado y sus normas que permiten la acción privada de los más fuertes, porque no controla, no integra y permite la fragmentación del tejido social dando lugar a comunas autárquicas en espacios que fueron excluidos por ser zonas de invasión, barrios piratas, asentamientos rurales o porque ha sido un Estado permisivo ante la evasión fiscal, el contrabando, la impunidad y la corrupción? Según A. Benedict (20) ''este encerramiento o retribalización de las comunidades exacerba las diferencias con los otros, que son excluidos de una comunidad mayor'', facilita la inserción social de poderes privados como el de los narcotraficantes, los guerrilleros, las autodefensas, el crimen organizado, los grupos políticos y religiosos, llevando a más fragmentación, conflictos y violencia ¿Por otra concepción y ejercicio del poder? ¿Por indefinición de los límites entre lo público y lo privado? Según Pecaut (21) ''La violencia en Colombia no tiene que ver tanto con los excesos de un Estado omnipresente y todopoderoso sino, más bien, con los espacios vacíos que deja el Estado en la sociedad''. ¿Por un reforzamiento de la sociedad civil, concepto nacido de la resistencia a los abusos del Estado que representaría una dimensión no estatal de los público?

 

MEDELLÍN AL FINAL DEL SIGLO

LA CIUDAD CAMBIÓ, IGUAL QUE EL PAÍS, en las últimas tres décadas. Se perdió la cohesión interna de la vida bucólica y pastoril a medida que se urbanizó, se aumentó el tráfico vehicular y las vías de comunicación que la integraron con otras regiones, se le abrió las puertas a los medios masivos de comunicación, se incrementó la cobertura educativa y de servicios públicos, se alejó de los dogmas religiosos, creció su clase social media y adquirió nuevos roles la mujer. Con estos cambios, como recuerda Fernán González (18), se volvieron inadecuados los canales tradicionales de expresión y de control de los conflictos sociales, los partidos políticos tradicionales perdieron sus huestes y los intelectuales se volvieron más críticos.

Medellín ha sido escenario de varias violencias. Primero fue la llamada violencia política bipartidista de los años cincuenta, por los problemas agrarios tradicionales, la modernización del campo, los enfrentamientos locales, la resistencia de la sociedad a los cambios, que obligaron a muchos campesinos a buscar refugio en la ciudad y formar vecindarios. Esta violencia se trató de controlar con la alianza de los partidos en lo que se llamó el Frente Nacional que hasta cierto punto, bloqueó la realización de las reformas sociales y políticas que se requerían en ese momento. Según Jorge Orlando Melo y Daniel Pecaut, citados por F. González, se hizo una ''modernización por vía negativa'', pues ''aparece el individualismo como resultado de la desagregación social y la transacción, como manera de convivir con la descomposición de los modos habituales de la regulación social, pero no se construyen nuevos mecanismos de convivencia e interpretación, ni nuevas formas de legitimidad social y política''.

En Colombia, el estudio de la problemática urbana está ligado a la violencia desencadenada por los partidos políticos tradicionales en los años veinte y treinta, época en que los campesinos desplazados provocaron el proceso de urbanización, que tuvo su punto de inflexión en la década del sesenta, cuando la transformación agraria se insertó en el orden capitalista. Se creó entonces el Instituto de Reforma Agraria y luego, el Desarrollo Rural Integrado, DRI, con el objetivo de detener, regular e interferir el proceso de concentración urbana, hasta que en el informe Bird- Wiesner en los años ochenta, se reconoció que ello era imposible por ''ser sustancial al sistema de organización''. Para entonces y ante el nuevo reto, las ciudades trataron de satisfacer las necesidades básicas de la población, establecer las condiciones mínimas de inmediación, estar cerca del consumidor y proveer los servicios públicos. Más tarde la actividad se orientó hacia la privatización para que el Estado dejara de lado parte de sus funciones en relación con la seguridad ciudadana. Es la prestación privada de los servicios básicos tal como lo predica el neoliberalismo (10).

En los años sesenta y setenta, Medellín, vivió la violencia de las reivindicaciones sociales por los escasos logros de la reforma agraria, la represión de las protestas, la radicalización de las luchas de los campesinos y los estudiantes, la aparición de los grupos guerrilleros, la influencia de la revolución cubana y sobre todo por la poca presencia del Estado.

En los años ochenta y noventa fue azotada, además, por la violencia del narcoterrorismo que silenció a muchas personas entre ellas los líderes del cambio, estigmatizó la ciudad a nivel mundial y fomentó la impunidad, la corrupción y la aparición del llamado fenómeno del sicariato.

Al comenzar el nuevo siglo, además de las violencias acumuladas, vive ahora la del terrorismo urbano, impuesto por las guerrillas y las autodefensas, que fragmentaron y polarizaron aún más la ciudad donde se vive una ''guerra de comunas'' por espacios geográficos pero también políticos.

Todos estos cambios han producido otro tipo de red o tejido social caracterizado, entre otros factores, por la debilidad de los lazos de cohesión interna, la precaria infraestructura física, la mayor cobertura educativa, el aumento de las expectativas insatisfechas, el desempleo, la impunidad, la corrupción, el narcotráfico y la presencia de guerrillas y autodefensas que luchan por ocupar los espacios a sangre y fuego (18).

Colofón

¿Será posible configurar otro espíritu de la ciudad de Medellín, ese Genius Loci, al cual los romanos le atribuían el carácter de sus casas y ciudades? ''Ese espíritu formado en el tiempo se hace presente en las costumbres, aparece en los recuerdos que se transmiten de generación en generación, se oculta tras la parafernalia de la modernidad regida por las leyes de la producción y el consumo'' (22). Y de la violencia, agregamos nosotros.

 

BIBLIOGRAFÍA

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Recibido: 16 de octubre del 2003
Aceptado: 23 de octubre del 2003

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