INTRODUCCIÓN
El 10 de agosto del 2009 se inició el segundo mandato presidencial de Rafael Correa y en el acto de posesión simbólica realizado en el Estadio Olímpico Atahualpa de la ciudad de Quito (Ecuador), emplazó a sus bases y simpatizantes a conformar los Comités de Defensa de la Revolución (CDR). El anuncio provocó el desconcierto de los funcionarios de gobierno y de los coidearios que desconocían la propuesta y los alcances de la misma, así como desconfianza en sectores de oposición ante la posible conformación de grupos similares a los CDR de Cuba o los Círculos Bolivarianos (CB) de Venezuela1.
Sin la experiencia ni el conocimiento que se requiere para construir este tipo de organizaciones y con la premura de cumplir el deseo presidencial, los dirigentes más experimentados de Alianza PAIS y su dirección nacional tuvieron que articular líneas de trabajo inmediatas, unificar el discurso de los funcionarios públicos para evitar contradicciones y establecer responsabilidades entre sus militantes que -por coincidencia, fortaleza o debilidad en su estructura orgánicaocupaban cargos de alto rango en el Estado2.
Esta investigación describe la conformación y funcionamiento de los comités de la revolución ciudadana (CRC) con el objetivo de conocer a las redes que sostienen al gobierno de Alianza PAIS. El argumento principal del estudio es que su aparecimiento, en el segundo periodo de gobierno, obedeció a la necesidad presidencial de tener una estructura propia que le permitiera actuar con independencia política respecto de sus aliados, organizar las fidelidades dispersas y conquistar espacios propios -barrios, comunas, sindicatos, gremiospara sostener su proyecto político, siempre bajo su mando único3.
Los datos de este documento se recogen de varias entrevistas a dirigentes nacionales y funcionarios de gobierno publicadas en textos y medios de comunicación, así como de una revisión de las noticias consignadas en medios impresos, televisivos y portales de Internet.
El trabajo inicia con el análisis de los partidos políticos y la organización informal. Luego se examinan las estrategias organizativas de Alianza PAIS, para entender la conformación, el funcionamiento y el contexto en el que surgen los CRC. También se hace una breve comparación entre los CDR de Cuba, los CB de Venezuela y los CRC de Ecuador. Por último, se realiza una síntesis del artículo que se expresa en conclusiones varias.
PARTIDOS POLÍTICOS Y MECANISMO DE ORGANIZACIÓN INFORMAL
Los partidos políticos fueron, sin duda alguna, organizaciones esenciales en el ciclo democrático que empezó a finales de la década del setenta4. Y a pesar de que su evolución sufrió altibajos, fundamentalmente por la vertiginosa dinámica social vivida en la región y por los límites para sostener una activa participación social, no se puede desconocer el trabajo periódico de sus estructuras para actuar como facilitadoras de la organización y representación de las preferencias ciudadanas en democracia.
A las limitaciones políticas expuestas en líneas anteriores, se sumó una serie de prácticas poco transparentes, aberraciones y desvíos en su quehacer cotidiano, deslealtades, desideologización, corrupción, alejamiento de las bases y dudosas fuentes de financiamiento que provocaron una grave crisis organizativa, posibilitando el encumbramiento de un discurso que promovía su desaparición o sustitución por “agrupaciones independientes” o “movimientos ciudadanos” como requisito indispensable para recuperar la fe pública en las instituciones.
De este modo, cuando parecía que alcanzaban la madurez institucional y afianzaban la hegemonía representativa, los partidos políticos debieron soportar el rechazo ciudadano y simular adhesión social, más apremiados por la coyuntura electoral que por la consolidación institucional. Tuvieron [98] que suplir la organización de base por las redes clientelares que se activan según la coyuntura política, por los acuerdos alcanzados entre las oligarquías partidarias, o los recursos económicos existentes y la disponibilidad de estas estructuras informales5.
Ahora, debemos tener muy claro que la informalidad no se encuentra reglamentada y menos aún reconocida por las organizaciones políticas y sus dirigentes -por el contrario se la esconde y discursivamente se la confronta como sinónimo de incongruencia y estancamiento-, aunque muchas estructuras informales subsisten gracias a su constancia y efectividad6. Así, se vuelven primordiales para los partidos políticos, ya que actúan como “comodines” que pueden llegar con facilidad a escenarios adversos, establecer relaciones y movilizar recursos que las estructuras formales no pueden o tienen dificultades para hacerlo7.
Quizá por ello, han concitado el interés de diversos autores que buscan explicar su funcionamiento como “lazo social que puede ser dominante en algunas circunstancias y marginal en otras” (Auyero, 2002, p. 35) y por su capacidad de engranarse con las estructuras formales, aquellas que estipulan los reglamentos internos, que cuentan con el respaldo institucional, que son presentadas como un patrimonio de seriedad y que en conjunto aportan a la vigencia de los partidos8.
Las instituciones informales son importantes en sí mismas, más aún si mantienen una interacción constante con las formales (Nort, 1993), estableciendo una red interconectada que facilita modelar elecciones en diferentes contextos. Esto implica que no son un lastre en la acción cotidiana de los partidos y que por el contrario su dinámica de trabajo aporta al logro de resultados electorales favorables, aunque su presencia revele las limitaciones orgánico-partidarias para sostener una relación ideológica más consistente con la ciudadanía9.
Además, debemos tener presente que los procesos políticos no son mecánicos, por tanto, la sola existencia de estatutos, reglamentos o normas de funcionamiento interno de los partidos no garantiza su acatamiento y por ende, su institucionalización. Es un hecho que así como hay organizaciones que cumplen con las obligaciones, plazos y requisitos fijados en sus documentos programáticos y el régimen político, también hay aquellas que no lo hacen y actúan de manera contraria, lo que deja en evidencia que hay escalas de institucionalización10.
LA ESTRATEGIA ORGANIZATIVA DE ALIANZA PAIS: LOS COMITÉS DE LA REVOLUCIÓN CIUDADANA
Alianza PAIS es la fuerza política hegemónica en el Ecuador. A pesar de ello, poco se ha investigado sobre su aparato de dirección política, estructura de base, dinámicas de funcionamiento interno y su labor organizativa. Este vacío no es exclusivo de la mencionada organización política, si lo comparamos con otras, pero es más notorio dada la importancia que ha adquirido en la última década. Ahora, esta carencia de estudios ha supuesto la construcción y difusión de una imagen ilusoria -estructura nacional, organizada, predominantemente formalque ha tropezado con actitudes y comportamientos grupales o subgrupales en distintas etapas de la vida del movimiento.
De ahí que, la estrategia organizativa de Alianza PAIS estuvo atada fundamentalmente al liderazgo de Rafael Correa, a su discurso anti establishment y a los cargos burocráticos en el aparato estatal. Aunque hubo tres momentos muy diferenciados en su desarrollo. El primero se produce en la etapa fundacional del movimiento, es quizá el periodo más ideológico, se hace visible en las elecciones del año 2006 cuando carentes de estructuras de base propias tienen que enancarse en las organizaciones sociales y populares para enfrentar una campaña electoral en donde compitieron con trece candidatos.
El segundo momento empieza cuando se convierte en fuerza gobernante y aprovecha las relaciones establecidas durante los recorridos electorales para conformar unos incipientes grupos
de base a los que se denominó “comités familiares”. Aunque hubo un primer impulso para esta iniciativa, posteriormente no se le brindó mayor atención por lo que no trascendió, sin embargo, este intento organizativo le permitió tener un mejor conocimiento de los escenarios en los que debía moverse y de los actores a los cuales debía acudir para crecer orgánicamente.
El tercer momento es cuando Correa comienza su segundo mandato y dispone la construcción de estructuras propias que le ayuden a contar con una fuerza organizada que actúe bajo su mando, de acuerdo con las circunstancias políticas coyunturales -como la eventualidad de un golpe de Estado-, pero a la vez que le doten de mayor independencia y autonomía frente a los personajes, grupos económicos y partidos políticos que cogobernaban. Para ello llamó a conformar los CDR sobre la base de los comités familiares creados para su primera elección11.
Y aunque la idea en principio era tener una organización de base propia con funcionamiento regulado, no lo consiguieron. Debieron recurrir a caciques y/o punteros locales -Montgómery Sánchez (El Oro), Balerio Estacio (Guayas), Kharla Chávez (Los Ríos), Ana Rivas (Orellana), etc.con un largo historial político y quienes recibieron el apoyo gubernamental para realizar su trabajo. Posteriormente, estas estructuras trataron de ser formalizadas mediante el Régimen Orgánico de Alianza PAIS, la Guía de los comités de la revolución ciudadana y las actas constitutivas para convertirles en el soporte básico del movimiento12.
El membrete y la forma de agrupar a sus seguidores y simpatizantes les valieron para presentar una imagen de organización ciudadana, renovada, sin los “vicios y males” de lo que llamaron partidocracia13. Además, para cohesionar las incipientes fuerzas propias y demostrar que las diferencias [100] que se habían hecho públicas por esos días y que terminaron con la separación de casi todas las organizaciones primigenias que fundaron el partido, habían sido superadas14.
CONTEXTO EN EL QUE SURGEN LOS COMITÉS DE LA REVOLUCIÓN CIUDADANA: ¿POR QUÉ Y PARA QUÉ SE CREAN?
La disposición de crear los CDR se anunció en el acto de posesión simbólica del segundo mandato de Rafael Correa realizado en el Estadio Olímpico Atahualpa de la ciudad de Quito. Un espacio que aglutinó a miles de personas, 30.000 aproximadamente, que buscó presentar a un presidente con alto apoyo social, presto a radicalizar su socialismo del siglo XXI y a consolidar los vínculos afectivos, políticos y místicos entre el líder y sus seguidores15.
La presencia de los presidentes de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, como Raúl Castro (Cuba), Hugo Chávez (Venezuela) y Manuel Zelaya (destituido en Honduras), compartiendo tarima y discurseando a los asistentes, intentó darle un aval democrático al llamado a conformar los CRC y un toque ideológico al programa. No faltó la presentación de un séquito de artistas de todo género y una especie de culto a la imagen del mandatario, que apareció impresa en banderas, camisetas, afiches, telas y pancartas de toda especie.
Los medios de comunicación que estuvieron en el acto, no dejaron de transmitir imágenes de un Correa efusivo, mostrando que “es igual al pueblo y que es diferente a los pelucones y a la partidocracia” (Freidenberg, 2011, p. 145), pero también de diversos actores que buscaron protagonismo en el evento. Por ejemplo, la nueva burocracia, convertida a fuerza del cargo público en militancia revolucionaria, que festejaba cada expresión de su jefe. En algún momento incluso parecía convencerse de que la revolución ciudadana era un proyecto colectivo, hasta que se emitió el sorpresivo mandato:
(...) tenemos un gran desafío, tenemos un inmenso capital político pero que no se traduce en estructuras organizadas y movilizadas, así que somos vulnerables, podemos ser fácil presa de grupos pequeñitos pero con gran poder económico, social, informativo hasta religioso. Así que el gran desafío en esta nueva etapa de la revolución es crear en cada casa un comité revolucionario, en cada barrio un comité de defensa del gobierno nacional y de la revolución ciudadana para estar preparados frente a aquellos que quieren desestabilizarnos (...)16.
Un poco más distantes, agrupados en otro espacio del recinto, los militantes del Partido Comunista del Ecuador, los pocos dirigentes históricos que quedaban y los muchos jóvenes reclutados al calor de la disponibilidad de trabajo en el aparato estatal, flameaban sus rojas banderas con la hoz y el martillo. Los socialistas no se quedaban atrás, querían demostrar que eran una importante fuerza de apoyo y que, como tal, los ministerios y las subsecretarías que ocupaban no eran dádivas del gobierno, sino escenarios de lucha ganados con trabajo revolucionario. Se sintieron reivindicados al escuchar:
Estamos mucho mejor, listos, con experiencia, que hace 30 meses, que el 15 de enero del 2007, pero no nos engañemos, los enemigos del cambio también, ya se dieron cuenta que no estamos jugando, ya lo demostraron en las últimas elecciones cuando todos se unieron en contra de nosotros y qué cantidad de calumnias, de infamias, de propaganda negativa tuvimos que aguantar de los medios de comunicación corruptos, así que atentos ya no somos tan ingenuos como hace 30 meses, pero los enemigos de la revolución tampoco los son y cuidado no solo hay enemigos nacionales, sino internacionales (...).
Con un perfil más bajo, pero no menos activo, producto de su larga experiencia en distintos gobiernos, estaban conocidos políticos que expresaban su desencanto con la militancia que mantuvieron durante muchos años en la denostada partidocracia y que se mostraban dispuestos a trabajar, una vez más, en favor de los pobres, a “sacrificarse” por servir a la patria y los altos intereses nacionales. Con una diferencia que jamás pudieron explicarla, su mutación a simples ciudadanos, apolíticos e integrantes de la nueva izquierda. Su patriotismo llegó al clímax cuando el mandatario mencionó con ímpetu:
Las oligarquías saben que los pueblos de América Latina están despertando, saben los imperios que se les está yendo de las manos América Latina y por eso comienzan en su desesperación al no poder vencernos en las urnas, a usar los mismos métodos de siempre, que creíamos superados en América Latina. Brutales, burdos, torpes golpes de Estado como en Honduras, campaña difamatoria como la de Colombia hacia el gobierno ecuatoriano (...) pero tengan claro que lo que sucede no es fortuito, lo de las bases militares en Colombia es gravísimo, es una provocación, se quiere guerra en América Latina, están desesperados. Nuestra responsabilidad histórica es organizarnos. Unidos, organizados, seremos invencibles (...).
Entonces, la orden para conformar los CRC que impartió Rafael Correa tuvo varias razones que se desprenden de su discurso: la necesidad de contar con una estructura política propia; la confianza de tener un alto respaldo popular; el temor de enfrentar un golpe de Estado como el sucedido en Honduras sin bases que lo defiendan; y la posibilidad de un ataque militar que pudiera promoverse desde territorio colombiano donde se asientan bases militares estadounidenses, pero también tener independencia frente a sus aliados políticos en el gobierno17.
Asimismo, la propuesta se lanzó sin haber definido la ruta a seguir, los mecanismos y los recursos para alcanzar su ideal, lo más probable es que en esta decisión pesó más la coyuntura política y su personalismo. Hay que tener en cuenta que Correa había sido reelegido en una sola vuelta con el 51,9 % de los votos, un hecho sin precedentes en la democracia ecuatoriana reciente; asumía la presidencia pro témpore de la Unión de Naciones Suramericanas con el apoyo mayoritario de los países de la región ante el conflicto diplomático con Colombia, y unos meses antes, en septiembre del 2008, su oferta refundacional del Estado recibió el apoyo del 63 % de los ecuatorianos que se expresó a favor de la nueva Constitución en el referendo convocado para el efecto.
Luego del anuncio de la creación de los CRC y de reiteradas informaciones hechas por ministros, gobernadores, alcaldes y asambleístas del partido de gobierno, sobre su rápido desarrollo como estructuras de base, la propuesta política recién empezó a tomar forma en la Primera Convención Nacional de Alianza PAIS que se celebró en noviembre del 2010. Por ello, el planteamiento de O’Donnell (1996) respecto a que las estructuras informales pueden ser altamente institucionalizadas, se ajusta muy bien a lo sucedido con los CRC en Ecuador.
LA ESTRATEGIA DE CREACIÓN: QUÉ SON, QUÉ FUNCIONES CUMPLEN Y CÓMO SE ORGANIZAN
La definición que consta en los documentos oficiales de Alianza PAIS, refleja que los CRC guardan mucha similitud con lo que serían las células, brigadas u otras formas de adhesión básica de las organizaciones políticas tradicionales. En realidad, no hay nada novedoso en ello y no existirían razones para dudar de sus intenciones, a no ser porque los gobernantes de Cuba y Venezuela tienen estructuras de base con el mismo nombre y con un historial de prácticas poco democráticas18.
El anuncio de su creación no solo provocó dudas y recelos entre opositores sino reacciones que generaron temores en la ciudadanía. El alcalde Jaime Nebot llamó a conformar los Comités por la Libertad y el Bienestar de Guayaquil, bajo la consigna “nada ni nadie acabará con Guayaquil y su progreso”, en una clara alusión a que estaba dispuesto a confrontar con las fuerzas gubernamentales. En todo caso, con el paso de los días la discusión se centró en tres temas fundamentales:
La conformación de los Comités de Defensa de la Revolución desde las instancias del gobierno nacional
A pesar de las aclaraciones realizadas en distintos momentos por miembros de Alianza PAIS, siempre quedó la duda y casi la certeza que la conformación inicial y ulterior de estas estructuras estuvo en manos de los funcionarios gubernamentales, quienes no tuvieron reparos en utilizar las instituciones y los recursos estatales para cumplir con su objetivo. Esto generó confusiones al interior del movimiento y obligó a tomar decisiones a su dirigencia y a los pocos militantes de base, pues pese a comprender lo incorrecto de este procedimiento, en lo político y ético, buscaban la manera de impulsar el mandato presidencial19.
Entonces algo que es fundamental es que su construcción tiene que hacerse desde la militancia del proyecto político, no desde la burocracia, no desde el Estado. Eso no quiere decir que, en algunos casos, pueda haber militantes que sean funcionarios públicos. Si el instrumento político se construye desde la burocracia estatal, si los ministros por ser ministros, o los gobernadores por ser gobernadores, los directores de Educación, de Salud, por ser tales, son los que lo construyen, el Instrumento político está destinado al fracaso (Patiño, citado en Harnecker, 2011)20.
En este marco, los antiguos militantes de varias organizaciones políticas y sociales de izquierda o de la socialdemocracia que se integraron a Alianza PAIS intentaron replicar los procesos vividos por ellos y asumieron la tarea de organizar y capacitar a las nuevas bases, aunque con resultados limitados. Entre las experiencias más relevantes de la etapa inicial, están la Escuela de Formación Política de la Revolución Ciudadana en Imbabura y la Coordinadora General del Sur de Quito que agrupa a 42 CRC y a varias organizaciones y movimientos sociales de este sector21.
A la par, sostuvieron una estrategia discursiva que les ha resultado exitosa en el ámbito nacional y subnacional: desprestigiar al sistema de partidos y deslegitimar la representación política que de este se derive. Para fortalecer su dominio territorial consumaron alianzas con un espectro limitado de “movimientos alternativos” formados por caciques locales y en otros casos, los reclutaron sin importar su largo pasado, luego los convirtieron en “revolucionarios” y les absolvieron de sus culpas pasadas22.
Y no han dejado de recurrir, con mucho empeño, al recurso clientelar. Ofreciendo soluciones concretas desde el Estado a necesidades reales de los pobladores: legalización de los predios, trabajo, agua potable, alcantarillado, capacitación, espacios de recreación, etc., que en última instancia son las que mejores resultados han dado23.
La cooptación de las formas tradicionales de organización popular
El llamado para aprovechar el capital político expresado en las urnas y convertirlo en grupos organizados que defiendan incondicionalmente la revolución ciudadana ante intentos golpistas o amenazas externas, al parecer no hacía referencia únicamente al ciudadano común, sino también a las formas tradicionales de organización ciudadana.
El instrumento político tiene que estar conectado con la sociedad a través de sus militantes, pero también tiene que articular lo que existe y lo que se construya en cuanto a organización social. Pero eso sí, es importante, nuestra meta debe ser que no haya una ciudadana, un ciudadano, que no esté organizado, de cualquier manera, aunque sea a través de la liga barrial, a través del club deportivo, a través de cualquier forma de organización: asociación de mujeres, los amantes del cine, lo que sea, para que la gente pueda opinar colectivamente sobre lo que pasa en una sociedad como la que queremos construir. Antes creíamos que solo desde el partido se podían hacer las cosas, pero ahora vemos que igualmente se pueden hacer desde la sociedad organizada, pero eso sí, ganada para el proyecto político (...) (Patiño, citado en Harnecker, 2011)24.
En este camino se idearon enemigos, profetizaron desestabilizaciones, fantasearon con poderes fácticos, a la par que desprestigiaron a dirigentes sociales, organizaciones de trayectoria como la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) y a toda persona, político, académico, periodista, empresario y ciudadano común, que se fuera en contra de las opiniones de Correa. Así, con una mezcla extraña de temor e incentivos se facilitó la cooptación de dirigentes de movimientos sociales, comités barriales, frentes culturales, asociaciones, sindicatos y gremios para asegurarse respaldos más amplios25.
Cuando estas medidas no funcionaron, se eligió erigir organizaciones paralelas. El ejemplo que mejor ilustra esta acción gubernamental es la Unión Nacional de Educadores, histórico sindicato de los maestros al que no lograron doblegar, ni desarticular, ni atraer hacia sus posturas por lo que se creó la Red de Maestros por la Revolución Educativa para disputarle sus espacios, siempre con el soporte de las estructuras gubernamentales.
Como gobierno estamos trabajando, creando mecanismos a través de los consejos ciudadanos sectoriales que son instancias de participación de la ciudadanía en relación con cada ministerio. Todos los ministerios hemos ido paulatinamente creando espacios donde ciudadanos vinculados a organizaciones sociales interlocutan con las autoridades sobre política pública, sobre la definición y evaluación de esas políticas. Es decir, vamos construyendo esos mecanismos que permitan una relación de otra naturaleza entre el Estado y la sociedad26 (Tola, 27 de diciembre de 2011).
Finalmente, a los sectores más radicales, aquellos que no cedieron a presiones, incentivos ni chantajes, se les aplicó demandas judiciales y acusaciones por “terrorismo y sabotaje”, con lo cual se dejó muy en claro que las organizaciones políticas y sociales tienen dos caminos: adherirse a la revolución ciudadana o ir a la cárcel por opositoras27.
La construcción de los comités de la revolución ciudadana entre anhelos y datos falsos
El número exacto de los CRC en el ámbito nacional se ha manejado con hermetismo y al parecer nunca hubo un control sistemático o deliberadamente siempre se adulteraron las cifras.
Luis Monge, secretario nacional de [la] Organización Territorial de Alianza PAIS, recuerda que llegaron a tener un registro de unos 8.000 CRC, cuando se posesionó la actual directiva, en 2014. En cambio, el 23 de junio del 2016 Óscar Bonilla, secretario nacional de Acción Política, reconoció que sumaban 1203 a esa fecha. Es decir, casi un 85% menos (El Comercio, 20 de julio de 2016).
Contradictoriamente, en la página web de Alianza PAIS, se señalaba que “hasta el momento tienen 12 mil Comités de la Revolución Ciudadana (CRC) que participarán con sus delegados en la convención nacional, en donde aprobarán el programa de gobierno y el binomio presidencial” (20 de septiembre de 2016). El manejo poco transparente sobre la real dimensión de la organización política, provocó que durante la Cuarta Convención Nacional de Alianza PAIS, Rafael Correa hiciese un fuerte reclamo a sus coidearios.
(...) porque se demostró que Alianza PAIS en muchos lugares es inexistente o con muchas ficciones. Por ejemplo se nos decía que solo en Quito, teníamos más de 1000 Comités de la Revolución Ciudadana y cuando llamamos de urgencia a esos Comités, unas dos semanas antes de las elecciones, fueron 400 personas, ni siquiera Comités. Y nos dicen que tenemos un millón de adherentes, que están articulados, coordinados, movilizados, en muchos lados (...) (Rafael Correa)28.
Ahora bien, la realidad sobre la construcción y funcionamiento de estas estructuras poco ha variado. Se han emprendido campañas de capacitación y formación política a los líderes de los CRC, se ha intentado crear canales de comunicación directos y se han zonificado los sitios de vivienda para tener un acercamiento permanente con los dirigentes barriales y otras estrategias que no han dado mayor resultado. Al final, quedaron como fuerzas de acompañamiento a actos gubernamentales aunque existe un sinnúmero de denuncias realizadas por sectores de oposición respecto a que las movilizaciones no eran voluntarias, sino que se pagaba a los asistentes.
Cuando iniciamos, partimos de cero pero hemos tratado de construir una organización política y al mismo tiempo administrar un país, eso no es sencillo, pero es claro que ha habido falta de estrategia de construcción partidaria. El movimiento ha ido operando de forma espontánea a partir de las iniciativas que han generado sus miembros en cada provincia, cantón o parroquia, ya que al no existir una estrategia menos aún la ejecución de un plan de evaluación o formación partidaria, los organismos de dirección y los Comités de la Revolución Ciudadana no tuvieron conducción, por lo que en muchos casos se constituían con fines oportunistas para tener incidencia en la definición de candidaturas u otras designaciones públicas para defender espacios de poder (Rafael Correa).
LOS COMITÉS DE LA REVOLUCIÓN CIUDADANA EN PERSPECTIVA COMPARADA: SEMEJANZAS Y DIFERENCIAS CON EXPERIENCIAS SIMILARES EN CUBA Y VENEZUELA
La existencia de los CDR en Cuba y de los CB en Venezuela, sumada a las múltiples coincidencias políticas expresadas entre los gobiernos de esos países con el de Ecuador, provocó que los CRC sean inmediatamente relacionados con esas experiencias, por lo que voceros del régimen salieron a aclarar el tema29. Pero, más allá de las denominaciones, ¿que tanto se parecen y se diferencian estas organizaciones?
En general, diríamos que los CDR son los ejemplos que siguieron los países andinos para formar sus organizaciones de base con el argumento de defender procesos “revolucionarios”, aunque en Venezuela y Ecuador se habla de un socialismo del siglo XXI sin una posición ideológica clara, al contrario de lo que sucede en Cuba donde todavía adhieren al marxismo-leninismo30.
Una divergencia de fondo es que los CDR cubanos son el resultado de una alta etapa de confrontación política que se expresó en un enfrentamiento armado, en una revolución popular que culminó con el derrocamiento de un dictador, Fulgencio Batista, la instauración del modelo de gobierno socialista que impulsó cambios estructurales en la sociedad y que resistió durante varias décadas al embargo comercial impuesto por los Estados Unidos.
Mientras que los CB y los CRC son promovidos por gobiernos que fueron elegidos democráticamente, que aunque se hacen llamar “socialistas”, mantienen intactas las estructuras que sostienen el sistema capitalista, no obstante haber impulsado una política social muy novedosa. Otro elemento que se debe señalar es que en Cuba, el Partido Comunista asume el control y la dirección política de los CDR, por lo que a primera vista, se podría deducir que la adhesión a estos organismos es más ideológica, refleja un mayor compromiso político para defender las conquistas que se consiguieron como resultado de la revolución.
En el caso andino, Venezuela y Ecuador, los presidentes de la República son los que definen las líneas a seguir en el proceso de conformación de los CB y CRC, y están en función de las obras que entregan a la comunidad, es decir, aquí prima la relación clientelar. Además, hay aspectos de carácter administrativo y orgánico en los que los diferencian y en los que no me voy a detener porque resulta intrascendente para el trabajo, por ejemplo, la edad de las personas que pueden ingresar a las organizaciones, en Cuba es a partir de los 14 años, en Ecuador desde los 16 años, mientras que en Venezuela la edad no es un impedimento.
En tanto que las similitudes son de mayor contenido, empezando por el hecho de que las tres estructuras son organizadas y financiadas desde los gobiernos. También en su definición como organizaciones de base y en su objetivo de movilizar al pueblo para defender a sus gobiernos, a las revoluciones y a las conquistas alcanzadas.
CONCLUSIONES
Los CRC empiezan su proceso de estructuración en el año 2009, esto es, tres años después de la aparición de Alianza PAIS, pero a pesar del fuerte apoyo gubernamental no han terminado de cuajar como los organismos de base que aspiraba Rafael Correa. Una de las razones para que esto suceda es la ausencia de una planificación a largo plazo que contemple la organización partidaria y la formación de cuadros políticos.
Otro elemento es la dispersión orgánica. Pese a los esfuerzos por unificar criterios y acciones en una sola dirección política, la variopinta integración de Alianza PAIS sigue siendo una traba para consolidarse políticamente, ya que rutinariamente se presentan conflictos internos que se solucionan en apariencia pero que en realidad ahondan las diferencias. Solo el fuerte liderazgo de Rafael Correa logró mantenerlos unidos.
Luego de una década de trabajo de la burocracia estatal, de la militancia de Alianza PAIS y de los ingentes recursos invertidos para la conformación de los CRC, estos no pasan de ser grupos de acompañamiento para movilizaciones convocadas por el gobierno, por tanto, su participación en actos públicos no obedece a una adhesión ideológica, sino a las estrategias clientelares que se han desplegado para tener grupos que obedezcan sus lineamientos de forma incondicional y que les respalden en las urnas.
Alianza PAIS ha utilizado los mismos recursos clientelares que la llamada partidocracia, a la cual combate discursivamente, para tratar de crecer orgánicamente y repite viejas prácticas tales como [108] obras, canonjías y prebendas para mantener sus fidelidades. Sin embargo, cada vez hay más actores que requieren el apoyo de caciques y punteros locales para conseguir sus objetivos electorales.