Introducción
“El niño dibuja, pinta, escribe, canta y juega para expresar su alma, y necesita la libre expresión de su alma para que pueda crecer su ser y encaminarse hacia el equilibrio y la madurez del hombre"
Me propongo en este artículo trazar una semblanza biográfica de la maestra argentina Olga Cossettini, de larga trayectoria en la provincia de Santa Fe, y hacer énfasis en sus aportes a la educación nacional argentina. Haré también referencia a quien fuera su gran colaboradora y compañera de toda la vida, su hermana Leticia.
Para realizar este trabajo he utilizado la bibliografía disponible, citada en este texto, la prensa local y nacional, los textos, manuscritos y diferentes materiales didácticos como cuadernos de alumnos, diarios y fotos donados por Leticia y algún exalumno, que se encuentran en el Archivo Pedagógico Cossettini, utilizados por varios investigadores santafecinos. Ese reservorio está resguardado en el Instituto Rosario de Investigaciones en Ciencias de la Educación (IRICE), dependiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). El mismo pone en valor la trayectoria docente e intelectual de Olga y Leticia Cossettini, quienes, junto a un grupo de docentes, llevaron adelante entre 1935 y 1950 un proyecto educativo escolanovista en la Escuela Provincial n.° 69 “Dr. Gabriel Carrasco” de Rosario, provincia de Santa Fe, Argentina.
He introducido algunos conceptos de la situación de la Escuela Nueva en la provincia de Córdoba, en la medida en que ella también introdujo ese método y en ambas provincias corrió igual suerte.
Los pilares de la educación primaria en la República Argentina
Recordemos que la Ley de Educación Común 1420, sancionada en 1884 en la República Argentina, fijó los principales pilares sobre los cuales debía erigirse la educación primaria, la que debía ser laica, gratuita y obligatoria. Inicialmente, el financiamiento de la educación primaria quedó en manos de los gobiernos provinciales.
Una de las particularidades del sistema educativo que se estableció en este período en la provincia de Santa Fe (particularidad que comparte con el de la provincia de Córdoba), fue la fuerte impronta católica que tuvo en sus comienzos. Es decir, ambas provincias lograron 0 sortear los aires laicistas de la ley 1420. En 1886, Santa Fe sancionó una ley provincial que fijó los fundamentos de la educación primaria y si bien ratificó los postulados de la 1420 con respecto a la gratuidad y obligatoriedad, en uno de sus artículos establecía que era una necesidad primordial la enseñanza de la moral y doctrina católicas, autorizando así a los párrocos y sacerdotes designados por la curia a emplear una hora por semana de la jornada escolar para la difusión de los principios del catolicismo. Disposición que, obviamente, contradecía el carácter laico que predominó en la ley 1420 y en el tratamiento del primer Congreso Pedagógico. Por supuesto, la medida fue criticada por los liberales, muchos de los cuales eran miembros de las logias masónicas, eran ateos y se autodenominaban librepensadores.
Los vínculos entre nación y provincias estuvieron influenciados a partir de la sanción de la ley 4878, conocida como Ley Láinez, que permitió al gobierno nacional establecer escuelas primarias bajo su jurisdicción, en aquellas provincias en las que el gobierno local estuviera de acuerdo. Se estima que, hacia 1913, las escuelas rurales nacionales representaban elcuarenta por ciento del total de las existentes en la provincia de Santa Fe, lo cual da cuenta de la importancia de este tipo de instituciones2.
Entre 1912 y hasta el golpe de Estado de 1930, diferentes facciones del partido radical se alternaron en el gobierno de la provincia de Santa Fe. Fue un tiempo de duros choques entre el poder clerical y los liberales, al punto que hubo intentos de reformar la ley de 1886 que no prosperaron. De todos modos, los gobiernos provinciales procuraron incrementar la enseñanza primaria que se vio favorecida por la instauración de las escuelas Láinez3. Ese aumento de establecimientos dificultó aún más el dictado de clases de religión. Esas ideas rigieron en la mencionada provincia y en otras, aunque con algunas dificultades pues, a partir de la década del veinte, el número insuficiente de sacerdotes y la escasa preparación pedagógica de muchos de ellos constituían un serio impedimento para que pudiera plasmarse la enseñanza religiosa en las escuelas públicas4.
La importancia del establecimiento de las Escuelas Normales
La legislación nacional ya reseñada se completó con lo que habitualmente se ha designado como “normalismo”, iniciado en Argentina con la creación de la primera Escuela Normal de Paraná, en 1870, bajo el impulso del presidente Domingo F Sarmiento (1868-1874), apasionado desde tiempo atrás por poner en marcha el gran engranaje de la educación argentina, lo cual consignaba con frecuencia en sus escritos. Implementado el 17 de setiembre de 1869, las cifras del Primer Censo Nacional de Población entre otras un país con 1 877 390 habitantes, un 80 % de sus niños sin escuelas y de ellos el 76 % viviendo en pobreza, motivaron al presidente Sarmiento para informarles a sus ministros, en una reunión de gabinete, que se disponía a proclamar la primera política de Estado para un siglo, manifestando que la solución para superar el atraso era ¡escuelas, escuelas y escuelas!, y para eso se necesitaban maestros.
Contratados primero por Sarmiento y luego por el presidente Julio Roca (1898-1904), arribaron al país entre 1870 y 1898 unos cuantos maestros, mayoritariamente maestras, provenientes de Estados Unidos, que fueron vitales para vigorizar las nuevas políticas de educación. Ellos trabajaron en las Escuelas Normales que tenían la función de formar educadores, con el fin subyacente de homogeneizar los establecimientos educativos existentes en el país, difundiendo contenidos y metodologías comunes en una escuela primaria en expansión, establecidas en las ciudades de Azul, Capital Federal, Catamarca, Corrientes, Córdoba, Concepción del Uruguay, Esquina, Goya, Jujuy La Rioja, La Plata, Mercedes, Mendoza, Paraná, Rosario, San Juan, San Nicolás y Tucumán. En algunas capitales provinciales, como Córdoba y en Santa Fe, más conservadoras, estas docentes generaron inicialmente un fuerterechazo por parte de los sacerdotes y obispos católicos, porque casi todas eran protestantes y consideradas mujeres liberales5.
En el caso de la provincia de Santa Fe, al igual que en otras jurisdicciones, comenzaron a establecerse instituciones orientadas a la formación de maestras/os, siendo la Escuela Normal de Maestras de Paraná y luego la de Rosario, fundada en 1879, una de las primeras en su género6.
Debemos recordar que en Argentina la experiencia normalista se terminó por cuenta de un decreto del gobierno militar del general Juan C. Onganía, en 1968, pasándola al nivel superior con dos años de formación después de terminar el secundario, otorgándole a los egresados el título de Bachiller pedagógico a partir de 1970.
La Escuela Nueva
La “Escuela Nueva”, “Escuela Activa” o “Nueva Educación”, es una experiencia educativa que asomó primero en el orden internacional (Europa y Estados Unidos) y luego en numerosas naciones del mundo occidental que no permanecieron indiferente a esos postulados. Las ideas de individualidad, libertad y espontaneidad formuladas por Rousseau; la necesidad de una educación condicionada por el tiempo y el lugar, defendiendo la individualidad del niño y la necesidad de contar con docentes preparados para lograr un desarrollo integral del alumno más que para implantarles conocimientos, de Pestalozzi; la importancia del juego, la actividad libre y creadora del niño, de Froebel, fueron referentes fundamentales 20 en este movimiento. A ello se sumaron las expresiones de diferentes pensadores como John Dewey, María Montessori, Ovidio Decroly Jean Piaget y muchos otros, unidos por la defensa de la autonomía infantil y las críticas a la escuela tradicional. Esas ideas tuvieron impacto en la República Argentina y en varias provincias se hicieron ensayos cuyos resultados no se hicieron esperar. Padres, autoridades y maestros fueron uniendo sus deseos de transformar la escuela primaria.
Se ubica el desarrollo de estas ideas durante las décadas de 1920 y 1930, aunque hay experiencias anteriores como las del pedagogo mendocino Carlos Norberto Vergara, un graduado de la Escuela Normal de Paraná en 1878, quien en la Escuela Normal Mixta de 0 Mercedes, en la provincia de Buenos Aires, propiciaba la autodeterminación de los alumnos en lo atinente a la conducta y en su formación disciplinar que daba prioridad a las tareas prácticas a través de sus propias motivaciones, sin la imposición de castigos u otras formas de autoritarismo por parte de los maestros7. El principio de la autonomía individual de los alumnos fue el punto central de la experiencia pedagógica de Vergara, ideas que produjeron una revolución educativa. Pero como toda revolución, fue difícil de asimilar y los inevitables choques con el ambiente y la oposición de sus colegas determinaron el alejamiento y el fin de su experiencia. Pese a ese fracaso, su ensayo perdura y dejó recuerdos profundos.
Debemos recordar que las ideas de Froebel habían ingresado en la Escuela Normal de Paraná a través de José María Torres y de la maestra estadounidense Sara Chamberlain de Eccleston, quienes, entre otros criterios, se expresaron a favor del reemplazo de la autoridad por el sentido crítico, de la autonomía y libertad de elección. Otras de las innovaciones, a veces resistidas y otras veces incorporadas, fueron la supresión del estrado, el autogobierno escolar y la integración con el medio local. Ideas que, desde perspectivas y prácticas diferentes, fueron mutando la pedagogía en Argentina, que pasaba por un aluvión que desconcertaba, sostenía Clotilde Guillén en 1934, y día a día aumentaba su caudal y en ese ir y venir de ideas el maestro iba comprendiendo el mundo del niño. En este contexto político la obra creativa de las hermanas Cossettini enriqueció las condiciones de la escuela santafecina.
Además de Olga y Leticia Cossetini, entre los docentes más destacados de Santa Fe se encuentran Celia Ortiz de Montoya, Bernardina Dabat de López Elitchery y Juan Mantovani, quien ejerció varios cargos importantes, como el de ministro de educación de su provincia natal entre 1938-1941, y luego profesor de la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires y en la Facultad de Educación de la Universidad de La Plata.
José Rezzano y su esposa Clotilde Guillén de Rezzano combatieron, desde sus artículos publicados en la revista cordobesa Nueva Era, el verbalismo y el sedentarismo que predominaba en la época. En la provincia de Mendoza, Florencia Fossati (1888-1978), encabezó la renovación pedagógica junto a María E. Champèau y Néstor Lemos, quienes con sus aportes buscaron fortalecer la escuela laica. En Buenos Aires, Luis Iglesias (1915-2010) y Rosario Vera Peñaloza (1873-1950) entre otros, con sus propuestas pedagógicas fueron algunos de los más férreos defensores de este conjunto de ideas escolanovistas en la Argentina8.
Inicio y fin de la Escuela Nueva en Santa Fe y Córdoba
¿Cómo fue la introducción de estas ideas en Santa Fe? Algunos de los principios peda gógicos de la denominada “Escuela Nueva” fueron conocidos en esa provincia entre 1922 y 1924, alentados por el político y ministro Agustín Rodríguez Araya y el maestro normalista Luis Borruat9.
Los católicos vieron con desconfianza estas iniciativas y se opusieron a ellas señalando que los niños serían víctimas de insólitos y peligrosos experimentos10.
El principio constitucional de la educación laica se plasmó, finalmente, en agosto de 1934, en una nueva ley en Santa Fe que generó sustanciales resistencias, tanto desde posiciones A católicas como desde las asociaciones gremiales del magisterio. Por sostener la agremiación libre, la Federación Provincial del Magisterio protagonizó diversos enfrentamientos con el ministro de Instrucción pública. La apelación a la idea de educación libre se confundió en la coyuntura con los reclamos por la agremiación libre. Aunque los innovadores tuvieron que enfrentar numerosos obstáculos, a la larga terminaron transformando la educación primaria.
Con la intervención federal de la provincia en octubre de 1935, el experimento progresista fue clausurado. La Constitución de 1900 y la Ley de Educación de 1886 fueron inmediatamente restituidas. Las nuevas autoridades del Consejo de Educación, entre los que se contaban algunos radicales antipersonalistas como Pío Pandolfo y José Amavet, dieron a conocer informes lapidarios sobre el estado de la educación, culpando a los demócratas por el alarmante descenso de la matrícula entre 1931 y 1935 y por la escasa inversión en obras edilicias. Por supuesto, se evitaba recordar que el gobierno nacional había cerrado de manera casi unilateral unas doscientas escuelas Laínez y que el Partido Demócrata había tenido que lidiar en un contexto de crisis económica como consecuencia de la crisis de 1930. Los informes de la intervención hicieron propias muchas de las críticas formuladas por la Iglesia católica y cuestionaron el extranjerismo de la reforma al que se le atribuía parte de los problemas.
Las reducciones salariales eran cuestionadas y la inconsistencia y vulnerabilidad de los consejos escolares alcanzó niveles muy altos, aun cuando se contemplaba el hecho que se atravesaba por un periodo de transición. La existencia de estos problemas fue utilizada por la intervención, por los radicales antipersonalistas y por la Iglesia católica. En agosto de 1936 las autoridades se manifestaron alarmadas por el decaimiento del espíritu patriótico en la escuela y José Amavet propuso que se cumpliera con la enseñanza religiosa aunque esta vez más organizada que en el pasado, definiendo que se usaría el texto del presbítero Segundo Carpano, titulado Lecciones de religión, y aprobando un programa para las escuelas de la provincia, dividido en 34 lecciones. Poco después, con la llegada de Manuel María de Iriondo a la gobernación santafecina, el catolicismo influyó aún más en el terreno educativo11.
Después del golpe militar de 1943, se impuso en el país la enseñanza religiosa en las escuelas públicas a través del decreto ley 18.411 que derogaba la ley 1420, correlato del ideario constitucional democrático instaurado en la República Argentina en 1853.
Entretanto, también en Córdoba, la Escuela Nueva fue muy criticada en los años cuarenta y ello se debía, como lo señaló un educador de relevancia y presidente del Consejo Provincial de Educación, el Dr. Raúl Fernández, a que la Iglesia católica había condenado ese sistema. Y durante una sesión, en el momento que se sancionaba la nueva constitución peronista, dijo:
La escuela nueva que los maestros conocen, principalmente los maestros de Córdoba, maestros ilustrados, esforzados y estudiosos, maestros que aprecian como digo la escuela nueva, saben que en lo sucesivo no la podrán aplicar porque la Iglesia Católica ha condenado la escuela nueva.12
Otros convencionales también sostuvieron que la enseñanza religiosa era función de los padres y no del Estado. Obviamente, después de la sanción de la nueva constitución se produjo un cambio de programas y el fin del impulso de la Escuela Nueva.
Breves datos biográficos de Olga
Olga nació en la ciudad de San Jorge, en el centro oeste de la provincia de Santa Fe, el 18 de agosto de 1896, en el hogar conformado por dos inmigrantes italianos, doña Alpina Bodello y Antonio Cossettini, maestros y fundadores de escuelas en Gálvez y San Carlos, localidades de la misma provincia. A ese hogar, en 1904, se sumó su hermana Leticia, gran colaboradora de su obra. La familia se completaba con otros hermanos.
Con 18 años, Olga se recibió de maestra en la Escuela Normal de Coronda, pasando a ejercer en varias localidades de la provincia de Santa Fe. Desde temprano fue una luchadora por los derechos de los docentes, lo que en 1921 provocó, su cesantía por participar en una masiva huelga de docentes del sur santafecino que reclamaban el pago de catorce meses de sueldos adeudados, por un mejoramiento de sus salarios y por la sanción de leyes de estabilidad y escalafón. Las autoridades del Consejo de Educación decidieron la expulsión de numerosos maestros, Olga entre ellos, que más tarde se incorporaron a la lucha gremial13.
El diploma dice lo siguiente: Escuela Normal mixta de maestros rurales, Coronda. Habiendo la Señorita Olga Cossettini terminado los estudios que comprende el Curso Normal de esta Escuela y probado sus aptitudes para optar al título de Maestra Normal Rural se le otorga el presente Diploma que la habilita para ejercer su profesión en cualquier punto de la Provincia. Santa Fe, 1.° de Diciembre de 1914. Foto Conicet-Irice.
En 1930, cuando Olga se desempeñaba como regente en la Escuela Normal Domingo de Oro de la ciudad de Rafaela, propuso a su directora, Amanda Arias, desarrollar una experiencia educativa innovadora que denominó Escuela Serena. Con la invaluable colaboración desu hermana Leticia, así como con todo el cuerpo docente, iniciaron la aplicación de dicho método conocido también como Escuela Activa.
Recordemos que con el nombre de Escuela Serena se distinguieron en Italia las escuelas inspiradas en la corriente filosófica de Giovanni Gentile, Benedetto Croce, Lombardo Rádice y María Montessori. El impacto de esas ideas en Brasil y Argentina fue notable debido a la gran cantidad de inmigrantes italianos que se habían instalado en esas tierras en busca de mejores condiciones de vida. Como buena hija de dos docentes italianos, Olga conocía dicha corriente. Siguiendo los pilares montessorianos, basados en la libertad, la actividad y la individualidad, ella se propuso lograr el protagonismo de los alumnos en los aprendizajes, considerándolos sujetos activos y no solo destinatarios.
Cuando Olga llegó a Rosario para hacerse cargo de la dirección de la Escuela Experimental n.° 69, “Dr. Gabriel Carrasco”, fundada el 7 de junio de 1894, en el barrio Alberdi, tenía 37 años y lo hizo acompañada de su hermana Leticia. A esa escuela pública, ubicada en un barrio de casas bajas, cerca al río Paraná, asistían hijos de obreros, pescadores, obreros de fábricas, de comerciantes de clase media y algunos pocos de clases acomodadas. En poco tiempo se la conocía como la escuela de la señorita Olga y sin cambiar los planes de estudios oficiales se transformó en una escuela con espíritu nuevo, al punto que las autoridades declararon a ese establecimiento como experimental. La escuela tenía seiscientos niños en edades comprendidas entre los seis y los catorce años, era acogedora y trabajaban compartiéndolo todo. La disciplina era un orden interno y los indisciplinados eran absorbidos por el clima de natural armonía. Era una escuela que aspiraba a hacer seres armoniosos, no poetas, ni pintores, ni músicos, ni mimos, no en desmedro del conocimiento y de la realidad tal como cierta anquilosada pedagogía expresaba frente a aquel testimonio vital. Se buscaba la verdad con humildad y un hilo subterráneo marcaba el ritmo. Hombres, acontecimientos, sucesos penetraban por las abiertas ventanas y la naturaleza, en su devenir constante, hacía a los niños pacientes, activos y liricos al mismo tiempo. La solidaridad era la fuerza generatriz.
Desde 1931 era gobernador de la Provincia de Santa Fe el demo progresista Luciano Molinas, quien llevaba adelante una gestión de gobierno excepcional para la política santafesina con apoyo a las reformas educativas. Corría el año de 1935 cuando Olga publicó su ensayo Escuela Serena. Apuntes de una maestra en la Provincia de Santa Fe, editado por el Instituto Social de la Universidad Nacional del Litoral, donde retrató en esos apuntes situaciones diarias de clases, desarrollos de temas y escenas contadas con detenimiento, además de transcribir poemas y expresiones de niños y maestros.
Si bien el gobierno de Molinas se interrumpió en octubre de ese año, no fue impedimento para que la escuela Gabriel Carrasco aumentara su visibilidad como institución progresista con la gestión de Juan Mantovani en el ministerio de Educación, en el gobierno de Manuel María de Iriondo, que estimuló y apoyó a las hermanas Cossettini para que llevaran a cabo esa propuesta pedagógica innovadora, desarrollada en plenitud por Olga14.
La iniciativa de declarar a la escuela Carrasco como experimental fue del director general de escuelas, Pío Pandolfo, quien por la ley de escalafón docente de la época había trasladadode Rafaela a Rosario a Olga y Leticia como directora y maestra respectivamente, de dicha institución; Pandolfo tomó la decisión tras haber escuchado en la ciudad de Santa Fe una conferencia de Olga sobre el método Agazzi. En esa ocasión, al referirse a dicho método, manifestaba que el mismo tenía por base la naturaleza de la cual toma el ritmo, las leyes y las formas; era un reflejo de la familia y de la sociedad en su más alta expresión; obedecía al impulso natural del niño y a su inclinación espontánea. Se apartaba de todo lo que fuese artificioso y complicado, considerando que la simplicidad de los medios era factor seguro y eficaz en la educación.
Froebel fue su más alto inspirador, pues el método Agazzi se basaba en el juego como factor educativo por excelencia, pero se apartaba del plan froebeliano en cuanto a la forma, era su objetivo y no su punto de partida.
Rosa Agazzi había hecho un tipo de escuela hogar, creando por lo tanto un método de educación donde el niño vivía allí en ambiente de familia, pero sin los errores propios de la familia en general. Ese método inspiró a Olga para implementar en su escuela ejercicios, juegos y valores estéticos íntimamente ligados a los valores morales, físicos e intelectuales15.
Las dos hermanas trabajaron sin descanso durante quince años en la escuela Carrasco, en donde ambas impusieron su sello personal16. Leticia, más romántica y artista, introdujo el teatro de títeres, el coro de pájaros, la danza y la música clásica. Olga sacaba la escuelaa la calle a través de las llamadas Misiones de Divulgación Cultural, conectando el colegio con la comunidad y su gente, y estableciendo vínculos con vecinos, comercios, calles y con referentes de asociaciones públicas y privadas17.
En el marco de su tarea en la escuela experimental Gabriel Carrasco, Olga dedicó años de su carrera docente al estudio y aplicación del método de la llamada pedagogía activa en la educación integral del niño. Eso le permitió publicar, en 1940, el libro titulado El niño y su expresión. Lenguaje y escritura en primer grado, editado por el Ministerio de Instrucción y Fomento de la provincia de Santa Fe, que contenía reproducciones de las obras de los niños expuestas en la exposición del mismo nombre realizada el año anterior en el Museo Castagnino de la ciudad de Rosario. Además, poseía el texto de la conferencia que Olga brindó en la inauguración de la muestra y contaba con prólogo de Juan Mantovani, por entonces ministro de Instrucción Pública y Fomento.
Es interesante destacar que el libro tiene una muy cariñosa dedicatoria a su hermana Leticia:
[...] el libro tiene mucho de tu fervor de maestra y de tu amor a los niños [...] que florecieron en poemas de infinita ternura y en clases de dibujo de cálida expresión y en ese poema de tan honda emotividad que es el coro de los pájaros. Por todo esto que floreció de ti. Gracias.
Olga, abril de 1940.
El prestigio logrado incidió para que Olga, entre 1940 y 1941, obtuviese una beca de la Fundación Guggenheim de Estados Unidos, para llevar la muestra de los trabajos de los alumnos y dictar conferencias por distintos Estados de ese país y que, en 1946, formara parte de la representación argentina que participó en el “Congreso Americano de Maestros”, realizado en México. Integró además la junta ejecutiva de la Comisión homenaje de la Ley 1420, desempeñándose como secretaria.
En 1949 fue designada para dictar cursos de actualización en la “Escuela de Verano” de Chile. Y entre ese año y 1956 se desempeñó como secretaria del Colegio Libre de Estudios Superiores de Buenos Aires, filial Rosario, entidad cuyo fin era agrupar a docentes universitarios y a referentes de la cultura y la educación. La participación de Olga, reconocida por su experiencia pedagógica, se presenta en la revista Cursos y Conferencias, en el dossier sobre educación rural, cuyo propósito fue divulgar el estado de la escuela rural argentina, dando a conocer el medio en que esta se desenvolvía y manifestando que existía un divorcio entre ella y el medio rural18.
En 1950, fue acusada de aplicar “doctrinas vanguardistas estructuradas en el extranjero”, contrarias al gobierno, lo que le valió quedar cesada nuevamente, esta vez por el régimen del general Juan Domingo Perón. Años después, en una entrevista, Leticia hizo responsable de esa medida al reconocido escritor Leopoldo Marechal, entonces presidente del Consejo General de Educación de la provincia de Santa Fe, como el firmante de una serie de decretos que conducirían a la cancelación definitiva de la experiencia. Ambas hermanas abandonaron su querida escuela Carrasco, pero Olga continuó firme con sus ideas y no se detuvo.
Derrocado el gobierno de Perón, en 1955, fue ascendida a inspectora de Escuelas en Santa Fe (1955-1957), y luego se desempeñó como directora de escuelas de la provincia de Buenos Aires. También fue asesora del Departamento de Extensión Universitaria de la Universidad Nacional del Litoral desde 1961 hasta 1964.Y entre 1961 y 1966, de la editorial Eudeba.
Sus conocimientos y sobre todo, su capacidad para lograr una eficaz comunicación, fueron reconocidos en Francia e Inglaterra. Gracias a una invitación del Consejo Británico hecha en 1961, tuvo la oportunidad de recorrer centros educativos de Inglaterra, Francia e Italia19.
Posteriormente fue distinguida como delegada oficial en el Congreso de Planificación de la Educación de la Unesco, realizado en Washington, D. C., y la misma organización la designó Experta en Formación de Maestros en Honduras, en 1969.
Su labor ha sido reconocida en países como Uruguay Chile, México, Gran Bretaña, Francia, Italia y Estados Unidos, en donde dictó clases y conferencias, bregando por imponer una educación nueva a través de lecciones de humanismo y criticando los sistemas caducos de enseñanza. Pero lo más importante es el reconocimiento de sus exalumnas20.
Olga falleció en Rosario, el 23 de mayo de 1987, a los 98 años, en la misma vivienda del barrio Alberdi que actualmente es un museo y un centro cultural.
Un año antes recibió un reconocimiento de la Fundación Konex, una de las instituciones más importantes de la Argentina. Generosa y brillante, incansable maestra, su saber y experiencia quedaron plasmados en documentos y en múltiples textos y conferencias en el campo de la educación, entre ellas la “Pedagogía de la perversidad”, en la cual recuerda a Janusz Korczak, médico y pedagogo polaco fallecido en un campo de exterminio nazi en 1942, junto a doscientos niños del asilo que dirigía en el gueto de Varsovia. Esta conferencia fue pronunciada en 1947 en las ciudades de Rosario y Resistencia, capital de la provincia del Chaco, y editada ese mismo año por un grupo de amigos de Resistencia.
Su hermana Leticia
No estaría completa la biografía de Olga si no se hace referencia a su hermana Leticia, quien se recibió de maestra en la Escuela Normal de Rafaela en 1921 y acompañó a Olga en su experiencia docente desde 1930. En el año 1936, a los 32 años, se trasladó a Rosario y colaboraría con su hermana hasta 1950. Leticia unió a su labor docente su vocación artística, lo que se vio reflejado en sus textos sobre teatro, poesía, música, y como se ha descubierto recientemente, su interés también llegó a la cocina. Falleció a los cien años, en la ya mencionada casa del barrio Alberdi de Rosario, donde fueron muy visitadas por gente sencilla, maestros y estudiantes de comarcas y países vecinos, y también por personalidades de la cultura detodo el mundo, como Javier Villaiañe con su teatrito “La Andariega”, en varias ocasiones, igual que Jorge Luis Borges cada vez que pasaba por Rosario, Gabriela Mistral, Margarita Xingú, Juan Ramón Jiménez y su esposa Zenobia Camprubi, que llegaron a Rosario el 25 de agosto de 1948, Emilio Mira López, Bernardo Canal Feijoo y Ernesto Sabato, entre otros21. Vale la pena destacar además las estrechas relaciones que ambas educadoras mantenían con sectores artísticos, intelectuales y vanguardistas de la región y el país. Ellas pertenecían a una elite cultural, dato clave para entender el desarrollo de sus pensamientos, su puesta en práctica y su diiusión.
Como su hermana Olga, Leticia también recibió múltiples reconocimientos. En 1986 la municipalidad de Rosario la nombró ciudadana ilustre y en 1990, Italia le otorgó el título de Cavalieri ufficiale al mérito. También publicó varios textos, entre ellos Teatro de los niños en 1945 y Del juego al arte infantil en 1950, y expuso su obra artística en Rosario, Buenos Aires y Santa Fe, donde falleció el 11 de noviembre de 200422. En 2019 se editó su recetario decocina, un viejo cuaderno conservado por un exalumno, Carlos Saltzmann23. Este recetario de cocina, que comenzó a escribir en la década de 1980, tiene la particularidad de permitirnos echar un vistazo a la extraordinaria sensibilidad de Leticia que, muy mayor, decidió aprender a cocinar. Sus innumerables anotaciones y comentarios tienen su sello romántico cuando por ejemplo escribe “lluvias de azúcar sobre la harina”24.
Conclusión
La denominada “Escuela Nueva”, también conocida como “Escuela Activa”, surgió en las últimas décadas del siglo XIX, en países europeos y en Estados Unidos cuando pedagogos, médicos y psicólogos comenzaron a investigar distintas vías para la educación de niños y jóvenes, al constatar las múltiples insuficiencias que presentaban los sistemas educativos tradicionales. Teorías y conceptos provenientes de Rousseau, Froebel y Pestalozzi, precursores en el cuestionamiento a los modelos educativos imperantes, se fueron imponiendo paulatinamente en Argentina.
La experiencia de las hermanas Olga y Leticia Cossettini, como directora y maestra, respectivamente, realizada en escuelas de Rafaela y Rosario de la provincia de Santa Fe, Argentina, fue desde sus inicios una escuela activa, innovadora y recreativa, con un trabajo participativo en intramuros y extramuros que denominaron “Escuela Serena”. Amparadas en el conocimiento de los autores antes mencionados, también se inspiraron en María Montessori, Giuseppe Lombardo Rádice y Giovanni Gentile. Tuvieron, además, una red compuesta por artistas, intelectuales y políticos como Juan Mantovani, que inspiraron sus propuestas consistentes en considerar la educación en un sentido amplio y renovador, tratando de romper con los saberes tradicionales y enciclopedistas. La obra de Olga, admirable maestra, generosa e incansable, no se concibe sin el aporte de su hermana Leticia. Ambas se admiraban mutuamente y dejaron en distintas partes semblanzas de su unión y deslumbramiento. En 1996, Leticia describió a Olga de la siguiente manera:
Tenía un gran encanto, de simpatía, de gracia, de inteligencia que la gente sentía de manera profunda. Era vital en todo, en las amistades, en los juegos, la comunicación, el deporte. Fue la expresión más generosa y clara del talento de nuestra familia.25
Después de la presencia de estas docentes santafecinas y de otras que en el país impulsaron los cambios en la escuela primaria en la primera mitad del siglo XX, formadas en el normalismo, ya no fue necesario recurrir a soluciones pedagógicas extranjeras, sino que los problemas fueron posibles de atacar teniendo en cuenta nuestra naturaleza y nuestra historia.
En esta década del siglo XXI, en la que el mundo está atravesando un punto de inflexión, la respuesta para Argentina debe ser impulsar la visión educadora de Sarmiento, continuada por la generación del ochenta y por el empuje de todas esas maestras innovadoras que le posibilitaron a la República ocupar el primer puesto en América Latina en educación primaria y un lugar de privilegio en el concierto mundial a comienzos del siglo XX. Por eso necesitamos muchas Olgas..., maestras que son un ejemplo, que nos invitan a ¡seguir educando... a seguir soñando.!