INTRODUCCIÓN
Los veinticinco años posteriores al derrocamiento del General Juan Domingo Perón, en 1955, fueron de una constante inestabilidad política para la Argentina. Diversas fuentes registran que, en la percepción popular, no existía una vinculación entre democracia y elecciones, ya que la intervención de las Fuerzas Armadas en la política nacional fue una constante durante el periodo. Así, con los canales institucionales de protesta cerrados, las reivindicaciones populares se canalizaron por vías consideradas ilegales, y a menudo violentas. Ese fue un periodo de movilizaciones y sabotajes, y también de organizaciones, grupos y comandos guerrilleros. En particular, el tema de la guerrilla revolucionaria en Argentina sigue concitando, más de cuatro décadas después de aquella gesta, el interés de amplios sectores de la población. Sin embargo, y con algunas notables excepciones, existe una escasa discusión y comprensión en profundidad de su historia, su significado, y de la sociedad que la gestó. Eso reviste una particular importancia porque el fenómeno guerrillero abarcó varias decenas de grupos y organizaciones, desde el Comando Coronel Perón en 1956, a los "Uturuncos" (1959), al Ejército Guerrillero del Pueblo de Jorge Massetti (1963), a los más conocidos Montoneros y Ejército Revolucionario del Pueblo (1970). Algunos de estos grupos, como el Comando Che Guevara de Rosario (1969) abarcó apenas si unas decenas de integrantes, pero otros como Montoneros o el PRT-ERP (Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo) tuvieron miles de militantes, simpatizantes y adherentes.
De todos estos grupos, el PRT-ERP es un estudio de caso interesante puesto que se presentaba como una alternativa marxista para una clase obrera mayoritariamente peronista. Esta organización fue conformada por la fusión de dos grupos. Uno fue el FRIP (Frente Revolucionario Indoamericano Popular), dirigido por Asdrúbal Santucho y su hermano Mario Roberto. Este grupo organizaba a los hacheros y los obreros i azucareros del noroeste argentino, publicaba un periódico en castellano con expresiones en quechua, y admiraba al APRA peruano y a la Revolución Cubana. El segundo grupo fue Palabra Obrera, una organización trotskista en Buenos Aires, Córdoba, Tucumán y Rosario dirigida por Nahuel Moreno, con trabajo entre estudiantes universitarios y obreros industriales, y vínculos con la Resistencia Peronista. Establecido en 19631, y a pesar de no ser una organización muy numerosa, el PRT ganó las elecciones en once sindicatos azucareros pertenecientes a la FOTIA (Federación Obrera Tucumana de la Industria del Azúcar), y eligió dos diputados provinciales en Tucumán en 1965. A partir de 1966 la dictadura de Onganía cerró muchos ingenios azucareros y desató una gran cantidad de despidos entre los trabajadores del transporte. Particularmente en Tucumán, el PRT estuvo muy involucrado en las luchas contra los cierres de los ingenios. La dura represión de las movilizaciones obreras, junto con los ejemplos del Che Guevara en Bolivia, Camilo Torres en Colombia y la Guerra de Vietnam, dieron lugar a una fuerte discusión en torno a la necesidad de iniciar la lucha armada en la Argentina2. En 1968 el PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores) se dividió en dos3. El sector dirigido por Santucho comenzó a organizar y desarrollar la lucha armada, fundando finalmente el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) en 19704, y distanciándose definitivamente del trotskismo en 19735. Entre 1970 y 1973 fue el grupo guerrillero más activo de la Argentina.
A partir de 1969 el PRT fue una organización marxista cuya fuerza, hasta 1974, se encontraba principalmente en las zonas más tradicionales del centro y el noroeste del país. Si consideramos que la mayoría de los trabajadores argentinos suscriben una cultura e ideología peronista, y tomamos en cuenta los escasos recursos y militantes de los que disponía el PRT, su éxito en organizar grupos en distintas fábricas, sindicatos y universidades (ellos lo llamaron inserción de masas) es un tributo, no tanto a su línea política, sino más bien a la capacidad de sus activistas de liderar luchas y de representar a gente de la más variada extracción. Así, durante los primeros diez años de su existencia (1959-1969), el grupo FRIP-PO-PRT (Frente Revolucionario Indigenista Popular-Palabra Obrera-PRT) tuvo éxito en organizar a los trabajadores azucareros tradicionalmente peronistas de Tucumán y Jujuy, así como a los hacheros de la empobrecida y conservadora provincia de Santiago del Estero, a los estudiantes y obreros de la católica y anti-peronista provincia de Córdoba, y a los estudiantes izquierdistas de la Universidad Nacional de Rosario. Aunque nunca fueron más que algunos centenares de militantes durante la década, el PRT fue influyente en la cultura política del eje Tucumán-Córdoba-Rosario6. Cuán influyente es algo complejo de determinar, así como su relación con los trabajadores y el pueblo en general. Sin embargo, este último aspecto es fundamental, ya que nos permite evaluar los niveles de apoyo y simpatía real que tenía la organización.
El tema de la relación entre una organización y las masas es uno de los más complejos a discutir. En general, a esto se le llama el "grado de inserción" en tal o cual sector social. Una gran parte de la problemática reside en la definición de lo que implica "la inserción". Otro problema, tiene que ver con la diferencia de perspectiva entre los observadores y los objetivos de la misma organización. En este sentido, criticar una organización estudiantil por no tener inserción entre sectores obreros no tiene sentido. Así, es distinta la ponderación de la inserción de un partido revolucionario, clandestino y de cuadros, al de uno legal, populista y de masas. Pero aún más complejo es considerar los elementos de juicio que permitan caracterizar el grado de inserción de una organización. Si una organización capta obreros, ¿esto significa que tiene una buena inserción entre los trabajadores? A su vez, si conduce un sindicato, o si se pudiera comprobar que cuenta con la simpatía de algún sector de la población, ¿qué nos dice esto sobre su inserción?
En este caso -el del PRT-ERP, partido revolucionario, clandestino y de cuadros- definimos inserción como la capacidad que tiene una organización para representar demandas populares, para desarrollarse entre las masas, ser referente y poder orientarlas. Como toda definición, esta es subjetiva, sin embargo, a lo que apunta es a precisar la existencia de una relación estrecha entre la calidad y el éxito de un trabajo de masas determinado y el tipo de inserción que logra una organización. El crecimiento en la cantidad de militantes de una organización implica un resultado concreto del trabajo de masas y una mejora en la inserción, pero no es lo único. Un trabajo de masas exitoso no sólo tiene como resultado la captación de nuevos militantes sino principalmente aumenta su prestigio entre la población, genera simpatía y apoyo. Esto último es muy difícil de medir porque se encuentra en el terreno de la apreciación subjetiva. Además, las posibles características de la inserción lograda varían de un tipo de organización a otra, contrastando aquellas organizaciones que no generan mayor compromiso o riesgo con aquellas sujetas a los avatares de la represión7. De todas maneras, como regla general nos podemos acercar a valorar el nivel de inserción de una organización política si consideramos el crecimiento de la misma, la difusión y recepción de su propaganda, su capacidad para escuchar y dirigir a distintos sectores de masas, y la actitud de la gente común hacia la misma.
Esto no implica de ninguna manera que las masas ingresan "al partido" (ni aun cuando este sea "de masas"), sino que existe una relación entre organización y gente que le permite al primero contar con el apoyo informal de los segundos. A su vez, esto debería prevenirnos contra un tipo de idealización por la cual "el pueblo (o la clase) apoya a tal o cual organización". Tanto el pueblo como la clase son un complejo conjunto de individuos, cambiantes según el momento, las presiones, y la conciencia. También debemos prevenirnos sobre la generalización a partir de ejemplos individuales. Sin embargo, tomando en cuenta los necesarios recaudos, lo que sí pueden indicar estos ejemplos es que existe un cierto nivel de simpatía (o no)8 y ciertos niveles de apoyo informal. A la vez, es poco probable que esta situación ocurra uniformemente a través del tiempo y a lo largo de la geografía. En síntesis, el grado de inserción de una organización varía según su política, según el momento histórico y cómo este es percibido por las masas y, sobre todo, según la calidad de cada militante individual. Es perfectamente factible que un militante con una excelente inserción en Córdoba no logre desarrollarla en Tucumán, o que esta inserción sea buena en el momento de auge de masas y más débil en un momento de reflujo cuando aumentan los costos de simpatizar con una organización sujeta a la actividad represiva del Estado.
El caso del PRT-ERP es complejo de por sí, tanto por el tipo de organización, como por la problemática de recopilar información fehaciente y por el obstáculo de que aun hoy, muchos años más tarde, genera pasiones y fuertes discusiones. Aquí hemos tratado de considerar este tema tanto a partir de la documentación disponible, partidaria y de otras fuentes, como de testimonios9. Básicamente, lo que hemos buscado han sido una serie de factores. En primer lugar, reunir datos concretos acerca de los lugares donde el PRT-ERP tuvo trabajo de masas: cantidades de células, dirección de organismos de masas (sindicatos, sociedad vecinal, etc.), más las cantidades concretas de propaganda y prensa. Segundo, se intentó relevar material cualitativo a través de las entrevistas con militantes, tanto para conocer los modos de militancia como para evaluar la calidad de trabajo de masas que se hacía. Por último, uno de los elementos que hemos utilizado para profundizar este tema ha sido el entrevistar algunos residentes en las zonas donde militaron miembros del PRT-ERP.
En otra obra hemos analizado en términos de aproximación a la cantidad de individuos que se organizaron en el PRT-ERP, su procedencia, extracción social y otras características10. Debemos recordar que el PRT se planteó en todo momento ser un partido de cuadros y no de masas11. Asimismo, la organización hizo un balance de su propio desarrollo a mediados de 1974. En ese momento estimaba que "el PRT [...] cuenta hoy en día con una sólida estructura nacional, varios miles de miembros activos, varios centenares de cuadros sólidos, tradición y experiencia de combate [...] Pero nuestro Partido encuentra aún grandes dificultades para cumplimentar eficazmente su labor revolucionaria. Ello se debe principalmente a insuficiencias en la penetración orgánica en el proletariado fabril, débil composición social que alcanza a sólo un 30 por ciento de obreros fabriles, insuficiente habilidad profesional en la ejecución de las tareas revolucionarias y limitado número de miembros organizados"12. Por esto se caracterizaba a sí mismo como "un núcleo del [...] partido proletario de combate", y no como él partido de la revolución13.
Por ende, si bien el propio PRT-ERP estimaba su inserción como insuficiente, habría que analizar hasta dónde había llegado esa inserción, cuáles eran sus características y cuáles sus debilidades. A la vez habría que utilizar otros criterios para estimar el grado de inserción. El propio PRT-ERP medía su grado de inserción casi exclusivamente a través de la cantidad de obreros captados. Sin embargo, esto era contradictorio con el hecho que el factor principal para ingresar a la organización era cualitativo y no cuantitativo: las cualidades políticas y humanas del aspirante eran determinantes junto con la opinión de sus compañeros de trabajo y vecinos. La suposición era que la organización debía tener un crecimiento cualitativo para así poder incidir en el movimiento de masas. Por lo tanto, la cantidad de militantes no era el único criterio que reflejaba una inserción real. En este sentido, lo importante no era cuántos militantes tenía el PRT en Propulsora Siderúrgica sino su ubicación socio-política14, el cómo los percibían los trabajadores, y el desarrollo y penetración de la prensa y propaganda partidaria. En síntesis, lo fundamental para determinar el grado de inserción es caracterizar la relación entre la organización y las masas.
De los distintos documentos podemos deducir que el principal eje del trabajo de masas del PRT-ERP era la clase obrera industrial, tanto en el lugar de trabajo como en el barrio, y en menor grado sectores marginados o estudiantiles. Además, el trabajo de masas del PRT-ERP era desigual en el nivel nacional. Las distintas rupturas junto con la "desviación militarista" de 1971-72 habían afectado más seriamente regionales, como Rosario, Buenos Aires o La Plata, que Córdoba o Tucumán. Asimismo, el corto período de tolerancia (y no de legalidad) entre mayo y agosto de 1973, también incide en las cifras disponibles. Por ejemplo, según una fuente partidaria durante ese periodo El Combatiente tiraba 21.000 ejemplares, en colores, distribuidos 15.000 en kioskos de diarios y 6.000 trabajados por la militancia, mientras que Estrella Roja hacía lo mismo con 54.000 ejemplares (40.000 en kioskos y 14.000 a través de la militancia)15. Si bien esta cantidad de ejemplares no quiere decir que la gente común leyera, o siquiera coincidiera con lo que planteaban estas publicaciones, la realidad es que la cantidad de ejemplares tirados y su distribución competían ampliamente con cualquier publicación comercial16. Una vez terminado el periodo "de tolerancia" la tirada de ambas publicaciones bajó aproximadamente a la mitad. De hecho, disponemos de cifras parciales para la distribución y venta de ambas publicaciones en 1974. El número 39 (26 de agosto de 1974) de Estrella Roja fue distribuido de la siguiente manera: Bahía Blanca (300), Buenos Aires (4.300), Norte-Norte (1.200), Rosario (1.500), Santa Fe (700), Chaco (350), Tucumán (850); para un total parcial de 9.200. Asimismo, las cifras para la distribución del número 130 (14 de agosto de 1974) de El Combatiente fueron: Bahía Blanca (250), Buenos Aires (3.200), Norte-Norte (330), Rosario (1.600), Santa Fe (500), Chaco (300), Tucumán (600); para un total parcial de 6.680 ejemplares17. Por supuesto, distribución y venta no quiere decir que efectivamente hubiera lectores o que estos compartieran lo que planteaban las publicaciones, pero si quiere decir que estos abonaban el importe reflejando un cierto nivel de apoyo y compromiso. Tampoco podemos saber con exactitud sí esta cantidad de prensa era repartida y efectivamente cobrada y discutida con el lector, o simplemente si era volanteada18.
A partir de esa información podemos, en términos muy generales, estimar que tanto la inserción como el trabajo de masas del PRT-ERP tuvieron una evolución muy concreta desde su IV Congreso en 1968 hasta su fin como organización nacional a fines de 1977. En un principio, desde el momento de la escisión con el morenismo y hasta 1972, su inserción se puede caracterizar como embrionaria. Es recién a partir de mediados/fines de 1972 que su inserción se puede caracterizar como extendida y creciente, llegando a un pico en las jornadas de julio de 1975, aunque con escasa profundidad. Por último, desde fines de 1975 hasta fines de 1977 se revelan las debilidades de la inserción anterior dado el éxito de la represión en destruir a la organización a partir de eliminar su estructura, cercenar sus nexos con sectores de masas, e imponer el terror entre sus simpatizantes.
Desde 1968 hasta fines de 1972, el trabajo de masas y la inserción del PRT-ERP fueron marcados tanto por las luchas internas y escisiones de la organización, como por lo que llamó "la desviación militarista"19. La organización era relativamente pequeña, con un elevado porcentaje de cuadros y militantes presos20. Como resultado si bien regionales como Buenos Aires, La Plata y Rosario sufrieron fuertes retrocesos en el desarrollo y la inserción de la organización, otras como Córdoba o Tucumán mantuvieron una inserción embrionaria con tendencia hacia el crecimiento.
Los resultados de la lucha interna contra el morenismo habían sido complejos. La división había partido a la organización en dos, dejando aproximadamente la mitad de los militantes de cada lado21. Regionales como Bahía Blanca y Buenos Aires habían quedado mayoritariamente con Nahuel Moreno, mientras que Tucumán, Córdoba y Rosario se habían alineado con el sector liderado por Santucho. La debilidad se notaba en los primeros números de El Combatiente que salía ocasionalmente, con escasas páginas y mimeografiado, a diferencia de La Verdad que retuvo la presentación y formato de periódico impreso22.
Esa incorporación de nuevos militantes y el desarrollo de los incipientes trabajos de masas se dan a lo largo de 1968 y 1969. En un año se nota un desarrollo, además de La Plata, en zonas como Santiago del Estero, Salta y Santa Fe, aunque seguimos hablando de una organización pequeña que oscilaba entre doscientos y cuatrocientos militantes. Sin embargo, las disputas políticas internas vuelven a estallar. Eso se da conjuntamente a las primeras operaciones armadas a partir de enero de 1969. Por un lado, hay caídas e incorporación de nuevos militantes, pero por otro, la organización vuelve a verse paralizada por el internismo. Este se resuelve en 1970, con el V Congreso, pero a costa de nuevas escisiones, si bien no tan numerosas como la del morenismo23. En 1971 hay un nuevo avance, con la incorporación de más militantes, particularmente en Tucumán, Córdoba y Buenos Aires.
Ese crecimiento se ve frenado entre mediados de 1971 y mediados de 1972, tanto por las caídas de una parte de la dirección de la organización, como por el énfasis en la actividad militar. Si bien la desviación militarista parece haber afectado en menor grado el trabajo de masas en zonas como Córdoba24 y Tucumán, en otros lugares, como Rosario, sí implicó un abandono de las tareas que se venían realizando. Pero más serio aún fue el hecho de que la prisión de varios de los cuadros más importantes de la dirección del PRT-ERP junto con el énfasis en lo militar, implicó una carencia de línea política y una incomprensión del trabajo de masas. Por ejemplo, en Metán (Salta) un interesante trabajo de organización realizado por un viejo militante del FRIP, Peteco Rizzo Patrón, quedó desatendido cuando este fue capturado en 1971. Asimismo, si bien el PRT optó por implementar los Comités de Base, como organismos para el trabajo de masas, la realidad es que estos no fueron casi impulsados ni comprendidos por la militancia.
A partir de la fuga del penal de Rawson (el 15 de agosto de 1972) y del retorno, unos meses más tarde, de Mario Roberto Santucho al país el PRT-ERP revirtió la tendencia anterior bajo la consigna "ir hacia las masas". Durante el mismo el crecimiento de la organización fue notable a través del país, especialmente entre los sectores trabajadores. Las regionales débiles o casi inexistentes del periodo anterior fueron reconstruidas sobre la base de fuertes trabajos de masas, y tanto en Córdoba como Tucumán el PRT-ERP se convirtió en una de las principales organizaciones políticas. Esto es aún más notable si consideramos que la organización se vio cada vez más afectada por la represión.
La información disponible nos permite estimar que entre mediados de 1974 y principios de 1975 el PRT-ERP contaba con células en cada una de las principales fábricas de Capital y Gran Buenos Aires. Muchas de estas células fabriles publicaban su propio boletín partidario, como por ejemplo, El Combatiente Metalúrgico, en Dalmme-Siderca, y José Luis Castrogiovanni en Eaton25. Además, en Córdoba era una de las principales fuerzas sindicales y contaba con células en Perkins, Grandes Motores Diesel, Fiat Concord y Materfer, Thompson-Ramco; tenía una importante presencia entre los trabajadores de Luz y Fuerza y en la comisión directiva, codirigía el gremio del calzado, y había logrado niveles de organización en todos los hospitales de la ciudad, en gremios como municipales, alimentación y docentes y en muchos barrios26.
En la zona de Quilmes, La Plata y Ensenada el trabajo iniciado en 1973 había rendido sus frutos. En YPF, con seis mil trabajadores, había tres células y editaban el boletín fabril El obrero petrolero. En el Astillero Río Santiago existía una escuadra del ERP (autotitulada "Los Chacales") y una célula de aspirantes del PRT. También había células del PRT en el frigorífico Swift de Berisso, y una célula de la Juventud Guevarista en Petroquímica Sudamericana. Asimismo, había un buen trabajo en Peugeot, mientras que en Rigolleau se dirigía la fábrica27. En Propulsora Siderúrgica "llegó a haber entre cinco y siete compañeros aspirantes y militantes, y muchos simpatizantes centrados principalmente en Sindical. Se sacaba un boletín fabril y se vendían más de cuarenta El Combatiente que se piqueteaba desde adentro en las secciones. Era común encontrar un obrero leyéndolo en su puesto de trabajo como un diario de circulación masiva. Aquí, además de influencia sindical, el Partido tenía influencia política. ¿Cómo decirlo? Había muchos obreros que no eran ni peronistas, ni radicales, ni comunistas, eran del perreté"28.
En zonas como Villa Constitución, el PRT-ERP era una de las principales fuerzas cuyos miembros se contaban entre el cuerpo de delegados y en la comisión directiva de la seccional de la UOM (Unión Obrera Metalúrgica). Lo mismo se puede decir de los metalúrgicos y del Swift de Rosario. En cambio, en Tucumán, donde según todos los testimonios era más difícil organizar, el PRT-ERP contaba con una fuerte organización tanto en los ingenios azucareros (especialmente San José, Bellavista, Concepción, Santa Lucía y Santa Ana), como a nivel de la comisión directiva de la FOTIA y de gremios como SOEVA (Sindicato de Obreros y Empleados Vitivinícolas). Además, era la principal fuerza en la Universidad Nacional de Tucumán. En Jujuy tenía una fuerte presencia en la comisión directiva del sindicato del Ingenio Ledesma donde editaban el boletín partidario El Zafrero. En Santiago del Estero había un buen trabajo entre estudiantes, colectiveros, hacheros y ferroviarios. En Mendoza su desarrollo fue más tardío y, según un testimonio, estaba "vinculado al movimiento estudiantil, y al movimiento obrero de la zona alcoholera de Maipú, básicamente, de alimentación en San José de Guaymallén, y la zona alcoholera y petrolera de Luján, donde nosotros centramos nuestro trabajo, también teníamos trabajo en bancarios pero esa actividad era una actividad clandestina muy fuerte." En Salta se contaba con un buen trabajo realizado en torno a obreros y la juventud de Metán29. En Neuquén y en Comodoro Rivadavia había establecido células entre los trabajadores petroleros y los de la construcción. Además, contaba con agrupaciones de estudiantes universitarios y células en numerosos pueblos y ciudades pequeñas. En el Chaco y Formosa contaba con una incipiente organización entre los judiciales, los empleados estatales y los trabajadores rurales30. También en el norte se había iniciado un embrionario trabajo entre las Ligas Agrarias, dirigidas principalmente por Montoneros, y había una pequeña estructura entre los trabajadores rurales de Misiones y Corrientes con vínculos en la dirección local de FATRE (Federación Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores).
En todo lo anterior debería quedar claro que el PRT-ERP no se desarrollaba en un vacío. El periodo fue de un crecimiento generalizado de toda la izquierda por lo que era probable que se encontrara con "competidores" en cada lugar donde la organización desarrollaba un trabajo de masas. El mero hecho de que los obreros más conscientes y combativos tuvieran muchas opciones de militancia resalta aún más el logro que fue el desarrollo rápido y variado del PRT-ERP a nivel nacional. Solo las agrupaciones ligadas a Montoneros tuvieron un desarrollo equiparable. A su vez, en la izquierda, el Partido Comunista tenía una presencia quizás más amplia todavía pero que era el resultado de medio siglo de trabajo político. Así en un lugar tan saturado de política como el movimiento obrero cordobés de principios de la década de 1970, el PRT-ERP logró uno de sus desarrollos más notables31.
Gran parte de la inserción partidaria dependía de las características de los militantes, tanto personales como políticas. De los testimonios recopilados se ha podido determinar que, aparentemente, el impacto de la militancia guerrillera sobre la comunidad fue muy profundo. Ejemplo de esto es el caso de Monte Chingolo (Provincia de Buenos Aires). Esta fue una comunidad con un alto componente de obreros y en la cual existía un cuartel militar (el Batallón de Arsenales 601 "Domingo Viejo-bueno"). En la zona se pudo registrar un fuerte trabajo de distintas organizaciones armadas y no armadas, entre ellas el PRT, Montoneros y el Partido Comunista. Asimismo, esta fue una comunidad muy afectada por la represión, particularmente a partir del 23 de diciembre de 1975, cuando el PRT-ERP atacó al cuartel. Durante la batalla y en la represión posterior hubo docenas de vecinos muertos y heridos por las Fuerzas Armadas, particularmente en la villa de emergencia que dio refugio a los guerrilleros en retirada. Fue notable que varios militantes del Partido Comunista manifestaron haber colaborado con la guerrilla en la zona a pesar de la oposición de la dirección nacional de su partido. Una anécdota permite ilustrar este impacto. Se nos ofreció entrevistar una "militante del ERP" que es vecina de la zona. Concertada la cita para la entrevista apareció la informante junto con la familia y numerosos vecinos que "venían a escuchar su historia". A poco de comenzar era obvio que la informante había tenido una relación muy escasa y tangencial con la guerrilla. Sin embargo, para el vecindario dicha actividad, quince años más tarde, era un elemento de prestigio. Era evidente que, si bien los vecinos no habían compartido la experiencia guerrillera, sí la veían con notable simpatía. Inclusive se la consideraba una parte integral y valiosa de la experiencia colectiva y de la cultura de lucha vecinal.
Este fenómeno es aún más notable en el Ingenio San José (Prov. de Tucumán) y en una de las villas de emergencia de Córdoba que pudimos relevar. En el primer caso fueron numerosos los testimoniantes que inconscientemente se refirieron a los guerrilleros del PRT-ERP (que tenía una larga trayectoria en la zona) como parte integral de la comunidad, a diferencia de las fuerzas de seguridad que eran vistas como "extranjeros"32. En el caso de Córdoba, donde había actividad tanto del PRT-ERP como de los Montoneros, la principal queja expresada por los vecinos era que "no nos dijeron claramente quiénes eran. Nos enteramos cuando los militares se los llevaron"33. Excepto en Tucumán, en los otros casos es notable que los vecinos entrevistados tenían la tendencia a no diferenciar demasiado entre las organizaciones guerrilleras. Asimismo, a nivel cultural se debe remarcar que aun cuando expresaban admiración por los guerrilleros estos vecinos habían internalizado el lenguaje oficial hablando de "los subversivos" o los "terroristas". En estas tres comunidades estudiadas (Monte Chingolo, San José y Córdoba), si bien los vecinos entrevistados expresaron miedo ante la violencia e incomprensión a la política de la guerrilla, también manifestaron simpatía y rara vez oposición al accionar armado34. Inclusive, en algunos casos, los testimoniantes expresaban que la guerrilla ayudaba y protegía a la comunidad ante la prepotencia de las fuerzas de seguridad.
Los testimonios y las fuentes escritas relevados permiten plantear que la relación entre la guerrilla y los trabajadores fue bastante más profunda de lo que hemos supuesto hasta este momento. En el caso del ERP, por ejemplo, hemos encontrado células entre los obreros petroleros de Comodoro Rivadavia (Chubut) y fuertes agrupaciones en telefónicos de Capital, obreros de la carne de Rosario, Luz y Fuerza de Córdoba y metalúrgicos del corredor industrial Buenos Aires-Rosario. Según fuentes de la época, el último Congreso del Movimiento Sindical de Base (MSB), donde confluyeron el PRT y varias otras agrupaciones de izquierda, contó con la presencia de 5.000 activistas y delegados fabriles. Aun suponiendo que la cifra sea exagerada, y que se confunda delegado con asistente, parecería indicar una vinculación con la clase obrera mayor de la que se ha supuesto hasta ahora. Asimismo, la Coordinadora de Zona Sur contó con una fuerte presencia del PRT-ERP, Montoneros y las FAP (Fuerzas Armadas Peronistas)35.
Según los distintos testimonios, hubo una articulación entre la conflictividad obrera y la guerrilla. Esta parece haberse nutrido de los conflictos y al mismo tiempo haberlos potenciado. Fueron varios los testimoniantes obreros que mencionaron haber tomado contacto o haber conocido a una organización guerrillera durante una huelga o una movilización36.
Esta articulación fue muy compleja. Por ejemplo, a pesar de la intensa represión, el año 1975 parece haber sido el de mayor crecimiento tanto para la guerrilla, como para las organizaciones no guerrilleras. En todos los casos, los testimoniantes citan como importante en este crecimiento el auge de conflictos, que llegó a su punto más alto a mediados de ese año. Por otro lado, la participación de la guerrilla en las luchas obreras le generó simpatías. Según un testimoniante, cuando el ERP secuestró a Stanley Sylvester, gerente del frigorífico Swift de Rosario, pidió la reincorporación de despedidos, comestibles para los obreros e inclusive frazadas. Describiéndolos como "Robin Hood", dijo que así ganaron gente en el frigorífico37. En este sentido, distintos testimonios indican que existía un sentimiento de que la guerrilla "estaba de nuestro lado". Esto también está implícito en el testimonio de los dirigentes sindicales antiguerrilleros. Según ellos, "teníamos que demostrarles a los afiliados que nosotros les podíamos obtener mejores conquistas que los Montoneros". De ahí que, por ejemplo, en el gremio metalúrgico los dirigentes hicieran mucho énfasis en comparar los aumentos salariales que ellos lograban con los logrados por la JTP (Juventud Trabajadora Peronista)38.
Es interesante detenerse brevemente en la percepción de la violencia que brindan nuestros testimoniantes obreros no guerrilleros39. En general, todos coinciden en que existía una violencia institucional cotidiana. La policía es considerada, culturalmente, como elemento represivo y ajeno a los trabajadores, si bien el policía del barrio es tomado como un vecino más. Fueron numerosas las anécdotas sobre la represión en conflictos o el ser detenido "en averiguación de antecedentes" solo por ser "negro". Según un testimoniante "si eras joven eras sospechoso de subversivo"40. Un viejo obrero textil expresó que "es preferible ser ladrón antes que cana"41. Como contrapartida la violencia política, y en particular la violencia guerrillera, no parecen haber sido mal vistas. Por un lado, existe una tradición de violencia política que se remonta a los anarquistas de principios de siglo y particularmente a la Resistencia Peronista (1955-1962). Asimismo, la conflictividad obrera tiene una larga tradición de violencia, sea esta el sabotaje o el enfrentamiento con crumiros y policías durante una huelga. Por otro lado, los entrevistados expresaron no tener miedo a la violencia guerrillera. Al decir de un testimoniante, "a mí no me iban a hacer nada, el problema era del jefe de personal"42. Sin embargo, varios mencionaron que el accionar de la guerrilla sirvió como desencadenante de la represión en el lugar de trabajo. Al decir de uno, "venían los guerrilleros, tomaban la fábrica por un rato, repartían volantes y se iban. Después venía el ejército apretaba a todo el mundo y se llevaba alguno"43.
De la información disponible, reseñada más arriba, se puede deducir que la inserción del PRT-ERP a través del país, entre 1972 y 1975, era muy variada. A fines de 1974, había logrado montar una estructura importante en zonas como Córdoba, Rosario, La Plata y Buenos Aires. En Tucumán y Santiago del Estero su trabajo "de masas" databa de una década. Mientras en otras zonas, como Corrientes, Misiones y la Patagonia, era incipiente y embrionario.
Durante todo el periodo 1972-1975 el PRT-ERP hizo grandes esfuerzos por insertarse y mejorar su trabajo de masas. En algunos casos fue muy exitosa, en otros fue buena pero superficial, en otros fue a lo sumo embrionaria o incipiente, y también hubo fracasos; que no lograra consolidar lo obtenido fue una de las causas de su aniquilamiento. Quizás lo más notable es que logró avances importantes en lo que fue un periodo muy corto. Por periodo corto entendemos no solo el tiempo calendario, sino también el tiempo político por el cual tanto los militantes como los trabajadores hacen su experiencia y tienen la posibilidad de aprender y corregir sus errores. Así, la cantidad de testimonios que remarcan la identificación poco clara de la organización subraya la debilidad y la insuficiencia de la inserción.
Por otro lado, los mismos documentos internos de la organización señalan sus prioridades en cuanto a la distribución de cuadros y los problemas que de esto se podían derivar. A principios de 1975 el PRT-ERP distribuyó una recomendación "con el fin de mantener un desarrollo armónico [...] como guía para las direcciones zonales y regionales el siguiente porcentaje aproximado de distribución de los compañeros por tipo de tareas: Militar 30 %, Sindical 15 %, Propaganda 15 %, Estudiantil 15 %, Legal 10 %, Organización (Dirección) 10 %, Juventud 5 %44. Lo primero que se debería destacar es que la mayoría de los militantes no estaban asignados a tareas militares. Pero al mismo tiempo es notable que se recomendaba que solo el 45 % del total estuvieran asignados a trabajos de masas (Sindical, Estudiantil, Legal y Juventud), mientras que tareas de aparatos (Propaganda y Organización) absorbían el 25 % del activo. Pero es aún más notable, para un partido que se reivindicaba del proletariado, que no se establecieran criterios políticos para esta distribución que equipara en importancia la tarea con la clase obrera (Sindical) con la estudiantil, y ambas con Propaganda. Por un lado, se declamaba la prioridad del trabajo político en la clase obrera; por otro, esto se contradecía con la distribución de los cuadros.
CONCLUSIÓN
Lo que se puede percibir, casi tres décadas más tarde, es que si bien la labor del PRT dejó una cierta sensación de simpatía, su aporte a la politización del conjunto del pueblo argentino encontró límites concretos en cuanto a que nunca fue lo suficiente como para dar el salto cualitativo que implica un cuestionamiento profundo del sistema de relaciones socio-económicas imperantes45. Excepto en Tucumán y en Villa Gobernador Gálvez (Rosario), muchos vecinos no recuerdan con claridad a qué organización pertenecían los guerrilleros de la zona, y rara vez hicieron referencia a cambios más profundos. Al mismo tiempo, aun cuando expresaban su admiración lo hacían usando la terminología oficial y resignificándola al hablar de "subversivos" o de "terroristas". Es notable que, muchos años más tarde, estos vecinos no recuerden haber tenido miedo de la guerrilla, aunque sí de la represión. Aunque todos expresaban miedo a la violencia, y una falta de comprensión de la política de la guerrilla, todos expresaron distintas formas de simpatía ("tenían buenas intenciones"; "finalmente alguien se puso de pie"; "eran arriesgados"; "ojalá los hubiera ayudado en ese entonces"). En algunos casos hasta dijeron recordar que la guerrilla ayudaba y protegía a la comunidad de las fuerzas de seguridad. Claramente estos recuerdos expresan que el fenómeno guerrillero ha sido reinterpretado en la memoria. Sin embargo, esto no significa que los sentires expresados sean una invención, producto exclusivamente del presente. Mucho más probable es que esta memoria se base en sentires de hace veinte años. Lo que ha cambiado es que el testimoniante destaca un aspecto por encima de otro en el recuerdo que él/ella desea brindar durante la entrevista46. Esto significa que el grado de inserción logrado por el PRT-ERP fue notable y amplio, puesto que ha logrado marcar la memoria popular. Pero, al mismo tiempo, no fue demasiado profundo puesto que esta misma memoria vincula la guerrilla a lo reivindicativo y rara vez da el salto hacia lo político.