Introducción
Las parasitosis intestinales son consideradas unas de las infecciones más comunes que hay. Estas afectan a millones de personas en el mundo, especialmente a niños de países en vías de desarrollo, quienes tienen más posibilidades de entrar en contacto con suelos contaminados en zonas rurales (1). Las principales causas de estas infecciones son la higiene personal deficiente, el acceso limitado a educación sanitaria, y la carencia de agua potable y sistemas de alcantarillado, entre otros factores (2).
Las infecciones por protozoos (e.g. Giardia lamblia, Blastocystis sp.) y helmintos (e.g. Ascaris lumbricoides, Trichuris trichiura, Ancylostoma duodenale, Necator americanus) han sido descritas como las principales causas de enfermedades parasitarias en regiones tropicales y subtropicales. Además de causar mortalidad y morbilidad, se han asociado con un deterioro del desarrollo físico e intelectual, así como con un empeoramiento del estado nutricional durante la infancia (3). De hecho, estas enfermedades provocan desnutrición, dolor abdominal, diarrea, obstrucción intestinal, anemia, úlceras, vómitos, detrimento del peso y otros problemas de salud que pueden provocar retraso en el crecimiento y en el desarrollo cognitivo, al igual que aprendizaje deficiente, debilidad física, problemas reproductivos y perjuicios económicos (2).
En Perú, el parasitismo intestinal es considerado una de las principales diez causas de muerte por enfermedades de origen infeccioso y parasitario, constituyéndose en un problema de salud pública. En la selva, predominan los helmintos, y en la costa y la sierra, tienen preponderancia los protozoarios, de modo que existe diversificación entre la población urbana y rural. Esta enfermedad es habitual durante la niñez, debido al bajo nivel inmunológico y al mayor contacto con agentes infecciosos (4). Tal es así que se han reportado prevalencias altas en niños con afecciones; proporciones que oscilan entre el 25 y el 100 % (5, 6, 7). Asimismo, se estima que uno de cada tres individuos es portador de al menos una especie de parásito intestinal (8).
En el distrito de Tamburco, se practica mayoritariamente la crianza de animales de traspatio para autoconsumo; de tal modo ese rasgo se constituye como un factor de riesgo de enteroparasitosis poco estudiado (9). En ese contexto, el objetivo de esta investigación fue determinar la prevalencia de parásitos intestinales en niños, y su asociación a prácticas de higiene y crianza de animales.
Materiales y métodos
Área de estudio
El distrito de Tamburco, provincia de Abancay, Perú (13° 33´05" S; 72° 52´ 28" O), posee una altitud que varía entre 2581 y 4800 m; una temperatura promedio anual que oscila entre 1,3 y 18 ºC, y precipitaciones que son medidas entre 641 y 1119 mm/año. Según el último censo nacional (10), Tamburco presenta 39,9 % de pobreza, 47 % de población dedicada a la agricultura, y 71 % de viviendas con acceso a agua potable.
Población y tamaño de muestra
La población estuvo conformada de 540 niños elegidos aleatoriamente, que asistían a instituciones de educación primaria del distrito de Tamburco entre agosto y noviembre de 2016, de acuerdo con los reportes de Minedu (11). Hubo participantes de ambos sexos cuyas edades oscilaron entre los 6 y los 12 años de edad. Mediante un muestreo simple al azar, se determinó el tamaño de muestra (225 niños), el cual fue repartido proporcionalmente entre las instituciones educativas (II.EE.).
En ese contexto, las muestras coprológicas de los niños se obtuvieron con la aprobación de la Dirección Regional de Educación de Apurímac, la Micro Red de Salud Micaela Bastidas y la Universidad Nacional Micaela Bastidas de Apurímac. Para incluir a los niños en el estudio, fueron necesarios su asentimiento y el consentimiento informado de cada padre o tutor.
Procedimientos experimentales
A cada niño se le entregó una ficha para su asentimiento, una ficha para el consentimiento informado de su padre o tutor, y una cartilla de instrucciones para la recolección de las muestras de heces. A los participantes que formaron parte del estudio se les entregó un frasco con una espátula y un par de guantes quirúrgicos. Además, cada niño tuvo una entrevista epidemiológica a través de un cuestionario, para identificar sus prácticas de higiene y crianza animales de traspatio en sus viviendas.
Se realizó el análisis coprológico con el método directo con base en una solución salina isotónica y lugol, conforme al protocolo mencionado por Beltrán et al. (12). Para ello, se colocaron separadamente en un portaobjetos limpio, una gota de solución salina y otra de lugol. Luego, con la espátula de madera, se tomó una muestra de 1 a 4 mg de heces, y se mezcló con la solución. Con la misma espátula, se retiraron las partículas gruesas, pretendiendo crear una suspensión. A continuación, se puso el cubreobjetos y se redundó el procedimiento con la gota de lugol. Subsiguientemente, se miró en el microscopio con objetivos de 10 a 40 aumentos. Se efectuó el mismo procedimiento para cada muestra fecal, sin hacer repeticiones. Posteriormente, con todas las muestras que resultaron positivas, se realizó el análisis cuantitativo de Kato-Katz, para establecer la carga parasitaria o número de huevos por gramo de heces, multiplicando por k (k=24) el número de huevos observados en la lámina (12).
Diseño estadístico
Los resultados del análisis coprológico fueron registrados en una base de datos creada en Microsoft Excel® y analizados mediante el programa SPSS 23. Se realizaron pruebas de chi-cuadrado de Pearson, odds ratio (OR) e intervalos de confianza con niveles de confianza de 95 % (IC 95 %). Asimismo, se realizaron varias regresiones logísticas simples para determinar qué variables influyen más para acrecentar o reducir la probabilidad de que a alguien le ocurra el suceso determinado.
Resultados
En el estudio participaron aleatoriamente 225 niños de educación primaria del distrito de Tamburco, cuyas características demográficas, en frecuencia y porcentaje, se presentan en la tabla 1.
Fuente: elaboración propia
La prevalencia general de enteroparasitosis fue de 63,6 % (143/225; IC 95 %=57,1-70,1). Se identificaron protozoarios (83,2 %), helmintos (9,8 %) e infecciones mixtas (6,9 %). Se encontró monoparasitismo (63,6 %), biparasitismo (26,6 %) y poliparasitismo (9,8 %). Las especies identificadas se presentan en la tabla 2.
Especie parásita | Frecuencia (%) | IC 95 % |
---|---|---|
Blastocystis sp. | 71 (31,6) | 25,3 - 37,9 |
Entamoeba coli | 62 (27,6) | 21,5 - 33,6 |
Giardia lamblia | 53 (23,6) | 17,8 - 29,3 |
Ascaris lumbricoides | 15 (6,7) | 3,2 - 10,2 |
Hymenolepis nana | 6 (2,7) | 0,3 - 4,9 |
Trichuris trichiura | 3 (1,3) | 0,3 - 3,9 |
Fuente: elaboración propia
La figura 1, muestra que los niños tuvieron una alta carga parasitaria de Blastocystis sp. y G. lamblia (2,8 % y 1,9 %, respectivamente). Además, conforme con las medidas establecidas por Beltrán et al. (12), que evalúan tanto helmintos como protozoos, la población infantil analizada tendrían entre 264 y 1766 huevos por gramo de heces.
La institución educativa San Antonio fue más prevalente de Blastocystis sp. (68,6 %), seguida por Maucacalle (57,1 %), Kerapata (40 %), Señor de la Exaltación (31,9 %) y Micaela Bastidas (15,2 %) (p ˂ 0,01). Las otras parasitosis no mostraron asociación con las II.EE. (p ˃ 0,05). Tampoco se encontró asociación estadística entre parásitos intestinales y el grado de estudios (p ˃ 0,05).
Se observó que los niños crían en sus viviendas perros (77,3 %), pollos (64 %), gatos (59,1 %), cuyes (58,2 %), cerdos (25,8 %), patos (24,9 %), conejos (17,3 %), vacas (16 %), ovejas (10,2 %) y cabras (3,6 %). Por otro lado, se determinó que la mayoría de los niños no fueron desparasitados en los últimos tres meses (81,8 %), no se lavaron las manos después de ocupar el baño (76 %) ni antes de consumir alimentos (74,2 %), y bebieron agua sin ningún tratamiento (71,1 %). Además, se notó que muchos de ellos no lavaron los alimentos antes de consumirlos (48,4 %), practicaban onicofagia (44,4 %) y geofagia (22,2 %), y caminaban descalzos (38,2 %).
La tabla 3 indica que existió una asociación entre la infección con T. trichiura y la crianza de conejos y cabras (p < 0,05 y p < 0,01, respectivamente). Sin embargo, se observaron pocos casos positivos.
Especie animal | Blastocystis sp. n (%) | Entamoeba coli n (%) | Giardia lamblia n (%) | Ascaris lumbricoides n (%) | Hymenolepis nana n (%) | Trichuris trichiura n (%) |
---|---|---|---|---|---|---|
Perros | 56 (32,2) | 48 (27,6) | 42 (24,1) | 10 (5,7) | 4 (2,3) | 2 (1,1) |
Gatos | 42 (31,6) | 39 (29,3) | 35 (26,3) | 6 (4,5) | 5 (3,8) | 2 (1,5) |
Pollos | 41 (28,5) | 45 (31,2) | 37 (25,7) | 8 (5,6) | 4 (2,8) | 1 (0,7) |
Patos | 18 (32,1) | 17 (30,4) | 11 (19,6) | 3 (5,4) | 2 (3,6) | - |
Conejos | 12 (30,8) | 10 (25,6) | 11 (28,2) | 3 (7,7) | 1 (2,6) | *2 (5,1) |
Cuyes | 37 (28,2) | 40 (30,5) | 34 (26,0) | 6 (4,6) | 4 (3,0) | 1 (0,8) |
Cerdos | 14 (24,1) | 18 (31,0) | 12 (20,7) | 4 (6,9) | 3 (5,2) | 1 (1,7) |
Ovejas | 9 (39,1) | 4 (17,4) | 4 (17,4) | - | 1 (4,3) | 1 (4,3) |
Vacas | 16 (44,4) | 11 (30,6) | 6 (16,7) | 3 (8,3) | 2 (5,6) | - |
Cabras | 3 (37,5) | 3 (37,5) | 2 (25,0) | 1 (12,5) | - | **1 (12,5) |
*p<0,05; **p<0,01
Fuente: elaboración propia
La tabla 4 muestra que la crianza de cuyes y pollos sin atención veterinaria estuvo asociada a la infección con Blastocystis sp. y G. lamblia (p < 0,01 y p < 0,05, respectivamente). Además, se indica que la crianza de cuyes y cerdos sin atención veterinaria estuvo asociada a la infección con A. lumbricoides. Sin embargo, se observaron pocos casos positivos.
Especie animal | Blastocystis sp. n (%) | Entamoeba coli n (%) | Giardia lamblia n (%) | Ascaris lumbricoides n (%) | Hymenolepis nana n (%) | Trichuris trichiura n (%) |
---|---|---|---|---|---|---|
Perros | 31 (33,0) | 27 (28,7) | 25 (26,6) | 5 (5,3) | 4 (4,3) | 1 (1,1) |
Gatos | 30 (32,3) | 28 (30,1) | 26 (28,0) | 4 (4,3) | 4 (4,3) | 1 (1,1) |
Pollos | 37 (31,9) | 38 (32,8) | *35 (30,2) | 6 (5,2) | 3 (2,6) | 1 (0,9) |
Patos | 14 (30,4) | 14 (30,4) | 11 (23,9) | 2 (4,3) | 2 (4,3) | - |
Conejos | 8 (25,0) | 8 (25,0) | 10 (31,3) | 3 (9,4) | 1 (3,1) | 2 (6,3) |
Cuyes | **25 (23,4) | 31 (29,0) | 9 (27,1) | *3 (2,8) | 4 (3,7) | 1 (0,9) |
Cerdos | 10 (22,2) | 15 (33,3) | 11 (24,4) | **1 (2,2) | 3 (6,7) | 1 (2,2) |
Ovejas | 7 (38,9) | 3 (16,7) | 4 (22,2) | - | 1 (5,6) | 1 (5,6) |
Vacas | 11 (40,7) | 8 (29,6) | 6 (22,2) | 2 (7,4) | 2 (7,4) | - |
Cabras | 2 (33,3) | 2 (33,3) | 2 (33,3) | 1 (16,7) | - | 1 (16,7) |
*p≤0,05; ** p≤0,01
Fuente: elaboración propia
La tabla 5 muestra que dormir en compañía del gato estuvo asociado con la infección de G. lamblia (p < 0,05). Sin embargo, la asociación estadística observada entre dormir en compañía del conejo y la infección con Blastocystis sp. sería fruto del azar, por presentarse muy pocos niños que duerman con esta especie.
Animales | Blastocystis sp. n (%) | Entamoeba coli n (%) | Giardia lamblia n (%) | Ascaris lumbricoides n (%) | Hymenolepis nana n (%) | Trichuris trichiura n (%) |
---|---|---|---|---|---|---|
Perros | 17 (43,6) | 11 (28,2) | 11 (28,2) | 3 (7,7) | 1 (2,4) | - |
Gatos | 16 (37,2) | 14 (32,6) | *16 (37,2) | 4 (9,3) | 1 (2,3) | 1 (2,3) |
Pollos | 1 (33,3) | 1 (33,3) | 2 (66,7) | - | - | - |
Conejos | *3 (75,0) | 1 (25,0) | 1 (25,0) | - | - | - |
Cuyes | 1 (50,0) | - | 1 (50,0) | - | - | - |
Cabras | 1 (100,0) | - | - | - | - | - |
*p<0,05
Fuente: elaboración propia
En la tabla 6, se indica que los niños que no fueron desparasitados durante los últimos tres meses mostraron asociación con Blastocystis sp. (p < 0,01), E. coli (p < 0,01) y G. lamblia (p < 0,01). Igualmente, los hábitos de no lavarse las manos antes de comer ni después de ocupar el baño estuvieron asociados con Blastocystis sp. (p < 0,01), E. coli (p < 0,01), G. lamblia (p < 0,01) y A. lumbricoides (p < 0,05). Asimismo, caminar descalzo estuvo asociado con Blastocystis sp. (p < 0,05).
Malas prácticas de higiene | Blastocystis sp. n (%) | Entamoeba coli n (%) | Giardia lamblia n (%) | Ascaris lumbricoides n (%) | Hymenolepis nana n (%) | Trichuris trichiura n (%) |
---|---|---|---|---|---|---|
No haber sido desparasitado | **71 (38,6) | **62 (33,7) | **53 (28,8) | 15 (8,2) | 6 (3,3) | 3 (1,6) |
Onicofagia | 36 (36,0) | 25 (25,0) | 24 (24,0) | 8 (8,0) | 3 (3,0) | 1 (1,0) |
Geofagia | 18 (36,0) | 13 (26,0) | 14 (28,0) | 5 (10,0) | 2 (4,0) | 1 (2,0) |
Comer sin lavase las manos | **69 (41,3) | **60 (35,9) | **49 (29,3) | *15 (9,0) | 6 (3,6) | 3 (1,8) |
Comer alimentos crudos sin lavarlos | 41 (35,3) | 29 (25,0) | 27 (23,3) | 9 (7,8) | 1 (0,9) | 1 (0,9) |
Beber agua sin tratamiento | 55 (34,4) | 44 (27,5) | 39 (24,4) | 12 (7,5) | 5 (3,1) | 1 (0,6) |
No lavarse las manos después de ir al baño | **67 (39,2) | **59 (34,5) | **49 (28,7) | *15 (8,8) | 6 (3,5) | 3 (1,8) |
Caminar descalzo | *34 (39,5) | 24 (27,9) | 21 (24,4) | 5 (5,8) | 2 (2,4) | - |
*p<0,05; **p<0,01
Fuente: elaboración propia
El resultado de las cuantiosas regresiones logísticas simples (tabla 7), muestra que los niños que no se lavaban las manos antes de consumir alimentos tuvieron 20,8; 16,9 y 6,2 veces más riesgo de infectarse con Blastocystis sp., E. coli y G. lamblia, respectivamente (p < 0,01). Además, los niños que caminaban descalzos tuvieron 2,1 veces más riesgo de infectarse con Blastocystis sp. (p < 0,05).
Discusión
La investigación fue de tipo analítico, observacional y transversal. Se desarrolló con el objetivo de determinar la prevalencia de parásitos intestinales en niños y su asociación con prácticas de higiene y crianza de animales en Tamburco, Abancay, Perú.
La prevalencia de parásitos intestinales hallada en este estudio fue elevada (63,6 %), de acuerdo con los parámetros indicados por Tsegaye et al. (2), quienes determinaron que una prevalencia > 50 % es considerada como alta. Este nivel de prevalencia es similar al reportado en muchas regiones del país (13,14). Inclusive existen otras regiones del país en donde las prevalencias son aún mayores (75-100 %) (5, 8, 15, 16, 17, 18), al igual que en otros países del continente como Colombia, Venezuela y Chile (19, 20, 21).
La prevalencia de helmintos hallada en esta investigación fue baja (9,8%), inferior a la de otros estudios que encontraron prevalencias entre 22,3 y 59,4 % (8, 22). Cabe señalar que la mayor proporción de protozoos frente a helmintos se debería a las desparasitaciones bianuales que el Centro de Salud de Tamburco realiza en las II.EE., conforme con lo recomendado por la OMS (23). La prevalencia de poliparasitismo (7,2 %) fue baja en comparación a otras regiones de Perú (9, 18, 24), pero mantiene el nivel reportado en localidades cercanas como Santa María de Chicmo (3,9 %) (16) y Andahuaylas (3 %) (7).
Aunque Blastocystis sp. fue el parásito con mayor prevalencia en este estudio (31,6 %), esta resulta baja en comparación con prevalencias de otras regiones (24), con lo que se puede aseverar que es uno de los parásitos más habituales y endémicos del país. Este protozoario polimórfico, frecuentemente hallado en deposiciones, es considerado no patógeno; sin embargo, existen autores que le conceden cierto nivel de patogenicidad, debido a su elevada prevalencia, que puede ocasionar flatulencia, vértigo, meteorismo, náuseas, estreñimiento, vómito, hiporexia, constipación, tenesmo, anorexia, insomnio, pérdida de peso, dolor abdominal y cuadros agudos de diarrea acuosa, acompañada de fiebre (25). Consecuentemente, es importante considerar su pesquisa en heces, complementándola con la anamnesis de los pacientes.
En ese escenario, la prevalencia de E. coli en el área (27,6 %) fue superior a las reportadas en otras regiones del país (7, 9, 17). La aparición de este parásito es señal de pobreza y de un origen colectivo de contagio, posiblemente mediante el consumo de agua no segura (17). Con este hallazgo se evidencian hábitos de higiene deficientes (15) y contaminación fecal (26, 27).
En tanto, la prevalencia de G. lamblia (23,6%) fue superior a la reportada en otras regiones del país (3,3-11,1 %) (6, 9, 14, 15, 17, 24). Estos contrastes obedecen posiblemente a la calidad del saneamiento ambiental y la higiene personal, debido a que los quistes resisten al tratamiento acostumbrado del agua. En ese sentido, se debe considerar que en la región Apurímac solo el 36,9 % de los domicilios cuentan con acceso a agua potable (10). Además, por ser un parásito cosmopolita (27), este microorganismo se adapta apropiadamente al clima de Tamburco.
Por su parte, las prevalencias de A. lumbricoides (6,7%), H. nana (2,7%) y T. trichiura (1,3%) fueron inferiores a las de otros estudios en otras regiones del país (8, 13, 15, 16, 24). Tal es así que el parásito H. nana constituye una de las teniasis más usuales en personas (27). En ese contexto, la baja prevalencia hallada en este estudio evidenciaría el eficiente exterminio de roedores e insectos en la zona, ya que este microorganismo tiene a roedores y gorgojos como sus principales reservorios (7). Empero, los nematodos A. lumbricoides y T. trichiura son geohelmintos que afectan a las poblaciones pobres y vulnerables por la ingesta de alimentos o agua contaminada con sus huevos, y tal es el caso de niños que se llevan las manos a la boca, sin lavárselas luego de jugar en pisos contaminados (23). La presencia de microorganismos A. lumbricoides se da cuando hay una carencia de saneamiento y limitada disposición de agua potable, los cuales favorecen la contaminación fecal del ambiente (28). Por otro lado, los humanos son reservorio de T. trichiura y los vehículos de transmisión son la geofagia, la ingesta de hortalizas contaminadas y moscas; por consiguiente, la infección se produce al ingerir alimentos con huevos incubados en tierra, ya que estos deben transitar el suelo para ser infectantes (29). En consecuencia, la baja prevalencia hallada en este estudio obedecería a que solo 22,2 % de los niños de Tamburco practican la geofagia.
Cabe señalar que no se encontró asociación entre la infección enteroparasitaria y la ubicación urbana o rural de la institución educativa (p˃0,05), debido probablemente a una desacertada higiene ambiental común, existente en todos los sectores donde viven los niños, aunada a factores socioeconómicos y culturales similares entre los pobladores (6, 20). Otros estudios reportaron que Blastocystis sp. y E. coli resultaron más prevalentes en zonas urbanas (15, 26), debido a que las poblaciones rurales conservarían contextos propicios para que los niños se infecten. Sin embargo, la zona rural de Tamburco se ubica en partes elevadas, por lo que en estaciones lluviosas la contaminación se desliza a zonas urbanas bajas (30). Por tanto, deben tomarse en cuenta los frágiles hábitos de higiene y estado nutricional que inducen a incrementar el riesgo de infección en zonas marginales (5, 6, 22).
Se observa que existió asociación entre la infección con G. lamblia y el no brindar atención veterinaria a los pollos, y entre la infección con Blastocystis sp. y el no brindar atención veterinaria a los cuyes. La conducta de no prestar atención veterinaria a pollos y cuyes sugiere un potencial zoonótico de estas especies, acompañado de inadecuados hábitos de higiene practicados por los integrantes de la familia del niño. Por consiguiente, no se debe criar animales en áreas pobladas ya que esta convivencia angosta ocasiona riesgos para la salud de la familia (7). Asimismo, el componente cultural desempaña una función importante, en la que además de la familia, suelen compartir la vivienda los animales de compañía y los de autoconsumo. Esto ocasiona la necesidad de contar con la participación permanente de un profesional veterinario en la crianza familiar de animales para garantizar la salud pública, que desempeñaría la función de erradicar, controlar y prevenir enfermedades zoonóticas.
En ese contexto, la relación presentada entre la infección con G. lamblia y el dormir en compañía del gato podría ser zoonótica; y esto obedece a que los gatos podrían estar comprometidos en la transmisión de giardiasis a los humanos y viceversa (31). Ante eso se debe considerar que, en un estudio previo se determinó que, en Abancay, el 29,9 % de los niños tienen contacto directo con gatos, y el 39,7 % de estos no se lava las manos luego de jugar con sus mascotas (32).
En tanto, el estudio mostró que no lavarse las manos antes de comer o después de ocupar el baño estuvo asociado a la infección por Blastocystis sp., E. coli, G. lamblia y A. lumbricoides, debido a deficientes prácticas de hábitos higiénicos y a la inmadurez inmunológica de los afectados (22). Inclusive, un estudio realizado por Barahona et al. (33) menciona que el lavado de manos es un factor protector contra parásitos intestinales. Por otro lado, los niños que no fueron desparasitados durante los últimos tres meses mostraron asociación con Blastocystis sp. (p < 0,01), E. coli (p < 0,01) y G. lamblia (p < 0,01). Esto obedece a que los niños son bianualmente desparasitados en campañas organizadas por el Centro de Salud local, en las que se usa habitualmente el agente antihelmíntico albendazol, de modo que se descuida la infección con protozoarios. En tanto, caminar descalzo estuvo asociado a la presencia de Blastocystis sp. (p < 0,05), probablemente debido a que muchos pisos de las viviendas son de tierra y se contami nan con materia fecal, la cual resulta expuesta al contacto de los animales y humanos (22), sin que esto signifique que la infección se dé por la vía cutánea, como es el caso de las uncinarias N. americanus y A. duodenale (23).
El examen de regresión logística multivariada reveló que el hábito de comer sin lavarse las manos implicó riesgo de infección con Blastocystis sp., E. coli y G. lamblia (p < 0,01); así como, el hábito de caminar descalzo denotó riesgo de Blastocystis sp. (p < 0,05).
En ese marco, las infecciones parasitarias halladas estuvieron asociadas con las malas prácticas de higiene de la población analizada, y con la crianza de animales que pueden transmitir especies parásitas potencialmente zoonóticas. Estos resultados podrían ser utilizados para emplear estrategias de prevención y control de las parasitosis intestinales en el área estudiada, en el que se comuniquen y colaboren múltiples sectores con el objetivo de lograr mejores resultados, conforme al concepto “Una salud” promovido por la OMS (34).
Conclusiones
La prevalencia de parásitos intestinales en los niños del distrito de Tamburco fue elevada, y la mayoría presentó monoparasitismo por protozoarios. El parásito con mayor prevalencia fue el Blastocystis sp, mientras que la carga parasitaria de Blastocystis sp. y G. lamblia fue alta. Finalmente, comer sin lavarse las manos resultó asociado a Blastocystis sp., E. coli y G. lamblia. Caminar descalzo estuvo asociado a Blastocystis sp.