Introducción
En este artículo se busca discutir en general la categoría de "crítico" en las Relaciones Internacionales (RRII); esto es, qué puntos de vista de determinados autores han sido considerados bajo dicha sombrilla conceptual y por qué razones. Un segundo propósito de este escrito consiste en mostrar que existen diferencias no solo de matiz sino de fondo entre los diferentes enfoques "críticos" en las RRII. Se pretende en última instancia explorar hasta qué punto la clasificación de "crítico" puede ser o no de utilidad actualmente en la disciplina, al argüir que en un sentido muy concreto esta categoría es útil, pero que en otros solo propicia la confusión entre aproximaciones a la política internacional que filosóficamente son distintas. La idea general de este escrito consiste en desvirtuar las clasificaciones que buscan subsumir bajo un único concepto de "crítico" a enfoques que de suyo son disímiles en tanto que sus supuestos ontológicos y epistemológicos lo son.
Ahora bien, se aborda específicamente en este artículo a los enfoques llamados "críticos", especialmente desde el conocido como "cuarto debate", pues su uso ha sido creciente en las RRII, y con ello se han querido agrupar aproximaciones a la política internacional que se desmarcan de los puntos de vista dominantes en la disciplina, los basados en la acción racional, como el realismo y el liberalismo. Cabe mencionar que este llamado "cuarto debate", también conocido como el "debate pospositivista", y que tiene lugar a finales de la década de 1980, es una reacción contra el puesto dominante del método científico en el contexto americano (Lapid, 1989). Más aún, el diálogo en torno del constructivismo y, específicamente, si se trata de un punto de vista crítico o racionalista, fue una reacción a este tercer debate, que algunos ven como el cuarto (Wœver, 2012).
En 1981, Robert W Cox, en el ensayo Social Forces, States and World Orders, afirma que: "Toda teoría es para alguien y para algún propósito" (1986, p. 207). Es en parte por esta afirmación que se le ha querido vincular a este autor como representante de la teoría crítica en la teoría de las RRII (Korab-Karpowicz, 2013; Roach, 2013),1 en la medida en que para la segunda generación de la Escuela de Frankfurt2 no hay conocimiento neutral, libre de ser constituido por motivos ajenos al conocimiento mismo (Habermas,1968); esto es, toda teoría tiene un interés, sirve a alguien con un propósito (Zehfuss, 2013) y defiende algún interés particular.
Más aún, Cox (1986), en el ensayo mencionado, introduce en la disciplina de las RRII la distinción entre dos tipos de teoría: la de "resolución de problemas" (problem-solving) y la "teoría crítica". De acuerdo con el autor, mientras la primera sirve como guía para ayudar a resolver problemas puestos en una perspectiva particular (Cox, 1986, p. 207); la segunda, a diferencia de la teoría de "resolución de problemas", no da por sentado las instituciones y las relaciones sociales y de poder, sino que las pone en cuestión, al preocuparse por sus orígenes y por si estas podrían, y de qué manera, ser objeto de cambio (Cox, 1986, p. 208). En esa medida, también por esta distinción se vincula a Cox con la "Teoría Crítica". Vale decir que esta vinculación entre el pensamiento de Cox (1986) y la Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt se basa en que la distinción del escritor canadiense entre "teoría de resolución de problemas" y "teoría crítica" recuerda la distinción de Max Horkheimer -uno de los padres de la Teoría Crítica- entre la teoría tradicional y la teoría crítica (Rengger & Thirkell-White, 2007, p. 6).
A la teoría de resolución de problemas en las aproximaciones de las RRII también se les llama, a menudo, "teorías explicativas", en la medida en que toman el mundo como dado e intentan entender sus modos de operación (Kurki &Wight, 2013, p. 27), sin que ello signifique necesariamente una complicidad con el statu quo. Por contraste, las teorías o enfoques críticos buscan tanto explicitar sus propios presupuestos ontológicos, como comprender cómo se produjo un determinado estado de cosas o arreglo social y buscar posibles formas de cambio. Esta distinción, que, de nuevo, hace eco a la introducida por Horkheimer (1982) entre "teoría tradicional" y "teoría crítica" (Rengger & Thirkell-White, 2007, p. 6), presenta como elemento principal a la emancipación: cuestionar al autoritarismo y la represión; y denunciar y liberar a los seres humanos de las circunstancias que los esclavizan y los alienan (Horkheimer, 1982).
De ese modo, al buscar la emancipación, la teoría crítica tiene un propósito práctico específico: cambiar las sociedades. En esa medida, como parte de la "teoría crítica", caben tanto la misma "Teoría Crítica" de las RRII basada en la Escuela de Frankfurt, así como el marxismo, el feminismo, el posestructuralismo, el poscolonialismo y los enfoques verdes o medioambientalistas, que "fomentan una elección normativa a favor de un orden social y político diferente del orden imperante, pero limitan el rango de elección a órdenes alternativos que constituyen posibles transformaciones del mundo actual" (Cox, 1986, p. 210).
Ahora bien, ¿en qué medida las teorías críticas son críticas de una manera que otras teorías como las de resolución de problemas no lo son? (Kratochwil, 2007), ¿qué rasgos comunes y diferencias cabe establecer en las RRII entre el enfoque de la Teoría Crítica basado en la Escuela de Frankfurt y otros enfoques críticos? Más aún, ¿qué diferencias existen dentro de los distintos enfoques críticos?
En este escrito, se sostiene que la teoría crítica es un concepto sombrilla que debe usarse cuidadosamente y solo para propósitos estrictamente heurísticos en las discusiones en torno a los enfoques que se enmarcan bajo ese concepto en las RRII. De ahí que, parte de la literatura reciente en la disciplina, antes que buscar mantener la separación entre teoría de 'resolución de problemas' y 'teoría crítica', haya propugnado por su amalgamiento. Para efectos del argumento expuesto, aquí no se reconstruirán detalladamente cada uno de los enfoques asociados a las aproximaciones críticas y, más bien, se hará énfasis en las razones por las cuales se les asocia a todos ellos bajo esta categoría.3
Como ya se ha dicho, de acuerdo con una narrativa común en las RRII, los enfoques críticos surgen en el marco del 'giro crítico' o 'pospositivista' que da lugar al llamado "tercer debate" (Lapid, 1989) o "cuarto debate" (Wœver, 1996). Dado el desacuerdo en relación con el número de debates, no se seguirá aquí esta manera de abordar las RRII en tanto disciplina. Este desacuerdo consiste en que no hay consenso sobre si el debate de los enfoques críticos es el tercero o el cuarto (Lapid, 1989). Además, en las discusiones de la disciplina se afirma que esta reconstrucción narrativa de las RRII es simplista, en la medida en que "silencia" todos los debates y conflictos entre interpretaciones rivales y otorga la medalla de ganadora a la voz dominante (Smith, 1995, pp. 16-17). En ese sentido se asume que los enfoques o "paradigmas" en los pretendidos debates son únicos, coherentes, y no que estos contienen una variedad de posiciones teóricas diversas en su interior (Lake, 2013, pp. 569-570; Smith 1995, p. 16). Ahora bien, a muy grandes rasgos, un enfoque considerado crítico es aquel que tiene implicaciones potencialmente transformadoras para las RRII (Lapid, 1989), es decir, una aproximación que cuestiona las relaciones sociales y de poder existentes. A continuación, se exponen los enfoques críticos en las RRII con más detalle.
Los enfoques críticos
Los llamados enfoques críticos en las RRII son los siguientes, para cada uno de los cuales se pueden nombrar algunos autores, sin pretender ser exhaustivo: la Teoría Crítica (Hoffman, 1987; Linklater 1990, 2001; Roach, 2008); el marxismo (Rupert, 2013; Lacher, 2006); el neogramscianismo (Cox, 1986; Gill, 1995), el feminismo (Peterson & True,1998; Enloe, 2000; Tickner, 1992; Robinson, 1999, Harding, 2000); el posestructuralismo (Walker, 1993; Ashley, 1987; Campbell, 1998); el posmodernismo (Der Derian & Saphiro,1989); el poscolonialismo (Said, 2004; Chakrabarty, 2000; Grovogui, 2006; Spivak,1988; Inayatullah & Blaney, 2004; Bhabha,1994; Ahluwalia, 2001); la teoría verde o ambientalista radical (Eckersley, 2013); la teoría del sistema-mundo (Wallerstein, 2002); los estudios críticos de seguridad (Wœver, 2012; Wyn Jones, 1999) y una parte del constructivismo, en particular, la llamada por Adler (2013) "variante radical" (Onuf, 1989; Doty, 1993; Zehfuss, 2013). A estos podrían añadirse los enfoques críticos cosmopolitas de la globalización como el de Held (2003), o también el trabajo sobre seguridad de Bigo (2002) de la llamada Escuela de París (Wœver, 2012) y algunos llegan a incluir dentro de esta sombrilla a la Teoría de la Dependencia (Caporaso, 1979).
Ahora bien, en gracia de la discusión, se sostiene que hay cinco rasgos que atraviesan a estos dos enfoques: el primero es el cuestionamiento a las teorías dominantes en las RRII basadas en el positivismo (realismo, neorrealismo, neoliberalismo y constructivismo racionalista)4. El segundo, la afirmación de la necesidad de la emancipación.
Cuestionamiento ontológico a las teorías dominantes en las RRII
Con Cox (1986) los enfoques críticos cuestionan la ontología de los enfoques dominantes. En este artículo se sostiene que las teorías basadas en la resolución de problemas parten de un orden fijo, en tanto dado, como un punto de referencia para sus teorías, lo cual tiene como consecuencia una preocupación poco marcada por el cambio histórico (Cox, 1986). A su vez, Ashley (1987) pone en cuestión a estas teorías al argumentar que la ontología no es constante ni fija, sino contingente y sujeta a interpretaciones. Para el autor estas últimas compiten entre sí en las RRII y cada enfoque es en sí mismo una aproximación contingente. Más aún, interpretar es en sí "una práctica de dominación" (Ashley, 1987, p. 408). Por lo tanto, la historia de las RRII debería entenderse en términos del choque interminable de poderes políticos de múltiples voluntades que buscan imponer su propio punto de vista (Ashley, 1987, p. 409).
En general, los enfoques críticos cuestionan la dicotomía cartesiana sujeto-objeto. Esto tiene que ver con la crítica a la filosofía de la conciencia, llevada a cabo por la dialéctica de la ilustración de Horkheimer y Adorno (Roach, 2008), y con la crítica a dar por sentado la existencia y constancia de las preferencias de los actores (Ashley, 1987). Así mismo, se cuestionan las dicotomías en las que se basan las teorías dominantes: fijo/cambiante (Ashley, 1987; Cox, 1986), interno/ externo (Walker, 1993) y, a partir de ello, la centralidad ontológica del Estado en las RRII (Linklater, 1990, 2001) y de la anarquía (Grovogui, 2006; Walker, 1993). En general, estas aproximaciones parten de que la realidad es construida por los sujetos.
Cuestionamiento de la epistemología dominante en las RRII
Por un lado, las teorías feministas críticas han buscado poner en cuestión la manera en que las teorías dominantes propician y tienen por objeto de reflexión solo el establecimiento de relaciones de dominación basadas en jerarquías de género, clase, raza y etnicidad, y que llevan a la invisibilización y marginalización de ciertos grupos sociales, al mismo tiempo que a la hegemonía de otros (Flax, 1990; Peterson & True, 1998; Tickner, 1992). En esa medida, el feminismo crítico afirma que las teorías dominantes en las RRII parten de nociones estáticas de racionalidad, civilización, humanidad, progreso y objetividad, y que se basan en una visión androcéntrica del mundo que subvalora la construcción de género, a la mujer, a la naturaleza, a lo "incivilizado" (Harding, 2000, p. 241) y a lo subjetivo.
Por otro lado, la afirmación del conocimiento a partir del "sujeto cognoscente", de la razón y la objetividad, constituyen dispositivos para instaurar una forma de dominación o poder (Foucault, 1979). Por ello, los enfoques críticos propugnan por una epistemología social basada en el concepto de standpoint (Cox, 1986; Harding, 2000, 2004), sosteniendo no solo que el conocimiento se produce genéricamente (gendered), sino que las diferencias "experienciales" y contextuales llevan a diferencias de perspectivas, lo que impacta a nivel epistémico (Grasswick, 2008).
Importancia del lenguaje
A partir de la obra del segundo Wittgenstein, Investigaciones filosóficas, se llega a la idea según la cual todo problema filosófico es un problema conceptual y a que no existe una realidad independiente de los juegos de lenguaje: lenguaje y forma de vida son inseparables (Hacker, 2005, pp. 10-17). Por ello, las palabras, así como "la realidad", o lo internacional solo adquieren sentido dentro de una comunidad social de usuarios del lenguaje (Winch, 1958).
De ese modo, el papel del lenguaje obliga a repensar la política internacional, en tanto una construcción no solo social (Doty, 1993; Onuf, 1989) sino como constituida por juegos de lenguaje (Campbell, 1998) y en últimas como una construcción discursiva (Der Derian & Shapiro, 1989).
Cuestionamiento de la neutralidad normativa
De acuerdo con Cox, la suposición de un orden fijo universal no solo está relacionada con la ontología, sino que contiene en su interior un sesgo normativo propio. El sesgo se orienta hacia los intereses de los que quieren que un orden particular se mantenga. Por lo tanto, la afirmación de la libertad o neutralidad valorativa de la teoría (positivista) de resolución de problemas es, por lo tanto, sospechosa (Leysens, 2008, p. 40). Vale decir que, para algunos puntos de vista críticos, en particular para el posestructuralismo, dado que las creencias normativas no pueden descansar en fundamentos universalmente válidos, la ética es necesariamente "ambigua y paradójica" (Crawford, 2002, p. 405). En ese sentido, para los enfoques críticos toda teoría en las RRII contiene un punto de vista ético o normativo, así este no sea explícito.
Visibilizar al "otro"
La importancia de la emancipación (Linklater,1990, 2001), del disentimiento y de dar voz y hacer visibles a los sujetos "oprimidos" (George & Campbell, 1990) o "subalternos" (Spivak, 1988) es un rasgo común en la mayoría de enfoques críticos. Se trata tanto de poner el concepto de emancipación en el centro de las teorías críticas (Linklater, 1990), como lo hacen, por ejemplo, los estudios críticos de seguridad, en los cuales se afirma que la mejor manera de conceptualizar a esta última es definirla en términos de la emancipación, de forma que sean las personas el objeto de la seguridad y no el Estado (Wœver, 2012, p. 52). Por otro lado, se busca también denunciar que la lógica perversa de subordinación hacia el sujeto colonizado, visto como "el otro", "el inferior", produce un tipo de representación intelectual, violenta epistémicamente que, en el caso de Oriente, Edward Said (2004) llama "Orientalismo". En su obra, Said quiere mostrar, pues, que el conocimiento producido sobre Oriente tiene una pretensión de poder. El término Orientalismo describe una serie estructurada de conceptos, presuposiciones y prácticas discursivas usadas para dominar, reestructurar y tener autoridad sobre los pueblos no-europeos (Said, 2004). De acuerdo con Said, el Orientalismo es la distribución de una cierta conciencia geopolítica en unos textos estéticos, eruditos, económicos, sociológicos, históricos y filológicos (2004). De ese modo, Said busca ilustrar cómo dichas representaciones de lo colonizado son institucionalizadas como instrumentos de dominación y hegemonía cultural (Grovogui, 2006). Así, según el autor palestino, "[•••] podremos reconocer mejor la persistencia y la durabilidad de un sistema hegemónico, como la propia cultura, cuando reconozcamos que las coacciones internas que estos imponen en los escritores son productivas, y no unilateralmente inhibidoras" (Said, 2004, p. 37).
De igual modo, otra manera de dar voz a quienes no la tienen en la disciplina de las RRII consiste en poner de relieve la necesidad de comprender y apreciar la diversidad de puntos de vista y visiones de mundo, tal y como aparecen en diferentes contextos culturales y contextos de civilización (Tickner & Wœver, 2009).
Ahora bien, estos rasgos generales descritos en los anteriores apartados pueden ponerse en función de dos hilos conductores: por una parte, los primeros tres argumentos constituyen propiamente críticas ontológicas y epistemológicas al positivismo, mientras que los últimos dos afirman la necesidad de cambios normativos en el statu quo. Ahora bien, la diferencia entre los enfoques críticos, con minúscula, y la Teoría Crítica en las RRII, con mayúscula, estriba en que en esta última se introducen cambios o matices en el segundo y cuarto apartado, y, parcialmente, en primero, dado que la Teoría Crítica adopta, por decirlo de algún modo, a la teoría de la acción comunicativa (Habermas, 1984, 1987) y a la teoría de la ética discursiva de Habermas (Roach, 2013). Esta adopción da lugar a estos matices que la hacen diferente de las teorías críticas, como se expondrá a continuación.
Por un lado, Habermas en el Discurso filosófico de la Modernidad (1985) asume que la modernidad es un proyecto inconcluso, no superado, lo cual va en contravía de lo que afirman los enfoques posestructuralistas y posmodernistas, ello, a su vez, deja abierta la pregunta de si la teoría crítica de las RRII asume o critica las dicotomías propias de la modernidad (Foucault, 1979, 1998). En segundo lugar, la teoría de la acción comunicativa asume un concepto de racionalidad5 e intersubjetividad que no necesariamente es compatible con el de standpoint (Harding, 2000). Finalmente, la teoría de la ética discursiva afirma la universalidad, incluso la kantiana (Linklater, 1990), lo cual la hace incompatible con las posiciones posestructuralistas y posmodernistas, que la niegan de tajo. En última instancia, hay una clara incompatibilidad entre las críticas expuestas que introduce el posestructuralismo y el posmodernismo a la modernidad, al positivismo, a la normatividad, y a algunas posiciones de la Teoría Crítica basadas en Habermas, lo cual hace incompatibles estos 'enfoques críticos' en las RRII.
Diferencias en el interior de los enfoques críticos
Lo anterior lleva a afirmar que no solo hay diferencias entre la Teoría Crítica y los enfoques críticos, sino a sostener que estas se encuentran en relación con otros enfoques críticos, como los poscoloniales. Hasta aquí se ha afirmado que no hay consenso en dichos enfoques en relación con la crítica a la modernidad, a la universalidad y a la racionalidad.
Ahora bien, también se puede sostener que no hay consenso en relación con el concepto de "sujeto". Si bien los textos poscoloniales comparten con el posmodernismo la gran mayoría de las críticas que este ha formulado a la modernidad, estos difieren en el rechazo posmoderno a la categoría del sujeto (Arreaza & Tickner, 2002, p. 23). Por ejemplo, en el poscolonialismo, a diferencia del posmodernismo y el posestructuralismo (Walker, 1993), y del feminismo (Peterson & True, 1998), las oposiciones cuestionables que, en términos de Foucault, definen el sujeto (Foucault, 1998), yo/otro, adentro/afuera, etcétera, permiten tratar lo que algunos autores llaman, el "problema de la diferencia" (Inayatullah & Blaney, 2004). Este consiste en la negación que hace el sujeto, el yo, del otro, de lo diferente, para sub-sumirlo en su propia comprensión del mundo, para construirse él mismo su propia identidad (Aylesworth, 2010).
En el poscolonialismo,6 el concepto de sujeto es muy importante, en particular para los llamados "estudios subalternos". Esto se puede apreciar en la obra de Spivak, Can the subaltern speak? (1988), en la que el autor propone una crítica -valga la redundancia- a la crítica del concepto de sujeto emprendida por el posmodernismo y el posestructuralismo de Foucault y Derrida. En su obra, Spivak busca defender a un tipo de sujeto subalterno -por decirlo de alguna manera-; ponerlo a hablar por él mismo; permitirle defenderse; visibilizarlo y acabar con los silencios de que ha sido objeto por parte del Sujeto (con mayúscula) intelectual europeo, incluso de aquellos que han intentado defenderlo, como los posmodernos franceses. En ese sentido, la pretensión de Spivak es similar a la de otro poscolonialista, Homi Bhabha (1994), quien busca mostrar que el sujeto colonial no es posible sin el colonizado, esto es, los dos se co-construyen en los efectos coloniales y en el encuentro colonial, o para usar una expresión de Inayatullah y Blaney (2004), en la "zona de contacto". En última instancia, para los poscolonialistas, en la co-constitución de dicho sujeto colonial en tanto otro, hay una violencia epistémica, en la medida en que ese proyecto representa también la anulación asimétrica de la huella de ese otro en su más precaria subjetividad, pero que, con todo, no supone su eliminación absoluta en tanto sujeto (Spivak, 1988, p. 76).
Por otro lado, si bien en los enfoques críticos se reconoce la importancia del lenguaje, no en todos tiene el mismo papel. Así, mientras en la Teoría Crítica, el lenguaje sirve como vehículo de comunicación y da fundamento a los presupuestos semánticos universales (Habermas, 1984) y los sujetos preexisten al lenguaje, en otras posturas, este último se convierte en discurso que constituye a los sujetos y las realidades (Doty, 1993). En palabras de Doty:
Lo que yo considero que es problemático es la existencia de los propios sujetos, su posicionamiento vis-à-vis los otros, y la 'realidad' que hizo posibles ciertas estructuras y significados. ¿Cómo sabemos qué son los acuerdos y los significados si no a través de las categorías, conceptos, metáforas y analogías proporcionadas por el lenguaje? Dado que, para el enfoque de las prácticas discursivas, los sujetos no existen antes que su producción en los discursos particulares, y el papel constitutivo del lenguaje no está ligado a la percepción y otras funciones cognitivas, no puedo recurrir a esas características de los sujetos preexistentes para explicar cómo los sujetos ellos mismos y sus prácticas se hacen posibles (1993, p. 305).
Más aún, se puede afirmar que dentro de los enfoques críticos de las RRII también hay diferencias. Para concluir este acápite se mencionarán algunas. Por una parte, se ha cuestionado que Cox esté conectado directamente con la Escuela de Frankfurt y se afirma que es más bien neogramsciano (Germain & Kenny, 1998), en virtud de la importancia que tiene en su pensamiento el concepto de hegemonía (George & Campbell, 1990; Leysens, 2008). Por otro lado, en el interior de la misma Teoría Crítica se afirma que las teorías de Cox y Linklater constituyen teorías críticas en competencia, en virtud de que la influencia intelectual en la primera es el pensador historicista Vico, mientras en la segunda es Kant (Devetak, 2012). Finalmente, en las RRII no es posible hablar de una única teoría feminista; en esta se encuentran variadas perspectivas como el liberalismo feminista, el crítico, el constructivista, el posestructuralista y el poscolonial (Tickner & Sjoberg 2013, pp. 208-212). De igual modo, tampoco es posible hablar de una teoría ambientalista (Green Theory) completamente crítica, pues hay una versión liberal y racionalista de esta (Eckersley, 2013).
Conclusión
Dado que hay diferencias no solo entre los diferentes enfoques críticos, sino también dentro de estos, es prudente afirmar que la distinción entre la teoría de resolución de problemas (problem-solving) y la teoría crítica es válida solo para propósitos estrictamente expositivos, como lo hace Hurrell (2013). A lo largo del artículo se muestra que, en la historia de la disciplina de las RRII, esta distinción tuvo un desarrollo notable e influyente que permitió abrir el debate actual en torno de la normatividad. De igual manera, usar el concepto "enfoques críticos" tiene sentido en handbooks, o manuales introductorios
de la disciplina7, y cursos de teorías de las RRII, con un propósito heurístico: poner en cuestión en la enseñanza de las RRII la legitimidad exclusiva de un determinado grupo de enfoques dominantes, a saber, los racionalistas o positivistas.
Hasta aquí se ha mostrado que, a pesar de las diferencias entre los enfoques críticos, en relación con la concepción del sujeto, del lenguaje y de la universalidad, con todo, es posible encontrar dos hilos conductores que atraviesan sus aproximaciones: las críticas ontológicas y epistemológicas al positivismo, así como la necesidad de cambios normativos en el statu quo o la emancipación.
Más aún, el uso de "crítico" para agrupar a los enfoques aquí abordados, siempre será más apropiado que hablar de enfoques "reflectivistas", pues este primer uso reafirma pedagógicamente la importancia del disenso en las RRII, que siempre es tolerante y oxigenante para que haya lugar a aproximaciones no necesariamente menos conclusivas o más "teóricas", que cuestionen los puntos de vista "tradicionales" o pretendidamente más "empíricos" o "científicos" (George & Campbell, 1990, p. 288).
Para finalizar, en la literatura reciente se ha buscado un amalgamiento de los dos sentidos de teoría, la de resolución de problemas y la crítica, como se aprecia, por ejemplo, en los trabajos de Chris Brown (2013) y Sterling-Folker (2015). En ellos, hay una necesidad apremiante de una teoría "crítica de resolución de problemas" (critical problem-solving theory), es decir, de una teoría que se relacione directamente con problemas del mundo real, pero que se acerque a ellos desde la perspectiva "de los de abajo" (Brown, 2013) y abogue por la emancipación. En ese sentido, cabe afirmar, a la luz de lo que se ha defendido en este artículo, que una teoría considerada problem-solving puede ser crítica en tanto ostente los hilos conductores que, se ha argüido, atraviesan a los enfoques críticos. Por lo tanto, desde ese punto de vista es posible que en las teorías de las RRII haya aproximaciones que al mismo tiempo sean explicativas y críticas (Kurki & Wight, 2013).
Se ha sostenido hasta aquí, entonces, que la distinción entre teoría crítica y la de resolución de problemas se ha venido desvaneciendo silenciosamente en las RRII. Lo anterior ha planteado dudas sobre su utilidad (Zehfuss, 2013); incluso en los llamados enfoques críticos la distinción ha comenzado a ser vista como inconveniente, porque a menudo ha llevado a suponer, de forma errónea, que dichas teorías críticas solo hacen eso: realizar críticas, aun cuando para afirmar un cambio en las condiciones sociales, esto es, para lograr la emancipación, se hayan tomado el trabajo de develar cómo en primer lugar se han producido los statu quo indeseables