1. Introducción
Después de concluir la redacción del Tractatus [desde aquí TLP] y abandonar por un periodo de cerca de 10 años la actividad filosófica Wittgenstein retorna en 1929 a Cambridge y da inicio a la revisión y corrección de lo que él consideraba eran errores en ese primer escrito. Engelmann (1-5) muestra de qué manera entre 1929 y 1933, periodo usualmente denominado como el ‘periodo medio’ de Wittgenstein, las ideas del autor cambiaron gradualmente dando como resultado una transformación en su concepción acerca del lenguaje y en su método de hacer filosofía1, constituyendo este periodo, como bien afirma Addis (57) uno de los periodos más productivos de la vida del autor, a pesar de que Wittgenstein se sentía constantemente insatisfecho con los resultados de su trabajo. El Cuaderno Azul2 [desde aquí CA] pertenece a dicho periodo y corresponde a un dictado de Wittgenstein a sus estudiantes en Cambridge durante el curso 1933-1934.
Hay un aspecto que llama la atención en el CA y es que Wittgenstein da inicio al texto generando controversia en torno al problema del significado: “¿qué es el significado de una palabra? Ataquemos este problema preguntando, en primer lugar, qué es una explicación del significado de una palabra; ¿a qué se parece la explicación de una palabra?” (27) Obsérvese que, primero, el autor afirma que la pregunta por el significado es una cuestión que hay que atacar, y a continuación propone como estrategia de ataque tratar la cuestión “qué es la explicación del significado de una palabra” o simplemente “qué es la explicación de una palabra”, cuestión esta última que excluye la referencia al concepto de significado. La reflexión de Wittgenstein continúa casi que de inmediato evaluando qué tipos de explicación de palabras hay, por qué la ostensiva se considera más fundamental, etc., pero no se da ninguna justificación sobre cómo llegó Wittgenstein a ese particular punto de vista que constituye el punto de partida del CA. En este artículo se pretende resolver la dificultad inicial con la que se topa todo lector del CA y es la de entender adecuadamente las razones que sustentan la resistencia de Wittgenstein, desde el inicio del CA, a tratar la cuestión ‘qué es el significado’ y cuáles pueden ser las consecuencias de tal decisión para el propósito general del CA.3 Lo que aquí se propone es entender el inicio del CA atendiendo a un texto del mismo periodo del dictado, en el cual dichas razones sí se hayan explícitas, a saber, la primera parte de la Gramática Filosófica [desde aquí GF]. Los primeros numerales de la GF, que son los que aquí consideraremos, constituyen una expresión adecuada de algunas ideas fundamentales en torno al problema del significado que Wittgenstein sostiene justo durante la época de redacción del CA, dado que dichas observaciones, según refieren Biggs y Pichler (14-15), corresponden a la primera parte de un extenso manuscrito concluido en 1933 y que se somete a una revisión por parte de Wittgenstein, en 1934,4 coincidiendo con la época del dictado del CA. Estos numerales contienen una crítica explícita a lo que allí se denominan ‘aspectos mitológicos’ presentes en las explicaciones filosóficas acerca del lenguaje y al modelo explicativo que Wittgenstein denomina ‘primitivo’ acerca del funcionamiento de nuestras formas de expresión, crítica que conduce a una renuncia explícita, por parte de Wittgenstein, a introducir en filosofía un concepto filosófico o especial de ‘significado’. En lo que sigue me ocuparé, primero, del tratamiento que hace el autor en GF del problema de la comprensión, el cual conduce al reconocimiento de aspectos mitológicos en las explicaciones filosóficas acerca del lenguaje que inducen a incorporar una noción especial de significado. A continuación, se considerarán los pasajes de la GF donde Wittgenstein rechaza explícitamente el recurso a un concepto filosófico de significado para hablar acerca del lenguaje en filosofía. Finalmente, se analizará el inicio del CA, y la manera como tal inicio, entendido a la luz de la GF, evidencia un compromiso del autor con el rechazo de un concepto filosófico de significado dando inicio, a partir de esta etapa de su pensamiento, a una nueva forma de hacer filosofía del lenguaje donde se excluye la exigencia de incorporar conceptos especializados como ha sido usual desde la Conceptografía de Frege.
2. El problema de la comprensión y la mitología del signo en la Gramática Filosófica
La GF se ocupa desde el inicio del concepto de comprensión con el fin de determinar y explicitar el tipo de supuestos que conducen a postular la existencia de un elemento como el significado que acompaña siempre las palabras y expresiones de nuestro lenguaje ordinario.
Un primer paso en la aclaración de ese concepto de ‘comprensión’ consiste en volver la mirada sobre el carácter senso-perceptible de eso que afirmamos comprender, las proposiciones, y reconsiderar lo que aparentemente es una trivialidad, y es que una proposición no es otra cosa que un signo o una cadena de signos, no importa si se trata de sonidos, marcas escritas o gestos. Wittgenstein advierte que al hacer esta afirmación, aparentemente trivial, se ha dado también un paso que conduce a la perplejidad pues se está pensando, por un lado, en los signos, la proposición escrita u oída, independientemente de su aplicación, de su uso. Sin embargo esta distinción entre un signo y esa otra cosa que lo acompaña, por ejemplo, su significado, que se adopta claramente en la tradición inmediata, tanto en Frege5 (Escritos lógico- semánticos 35) como en Russell6 y en el propio TLP7, y que en apariencia es una distinción muy natural, conlleva una serie de dificultades conceptuales que se expresan en preguntas de carácter filosófico como la clásica pregunta sobre ¿qué es lo que da vida al signo? Y es a través de esa imagen del signo como un cuerpo vacío, por sí mismo carente de vida, que “nos parece como si algo estuviera acoplado a esas palabras que, de otra manera, funcionarían en el vacío. Como si estuvieran conectadas con algo dentro de nosotros.” (GF §3). Este último supuesto es el que conduce a adoptar el concepto de comprensión como categoría fundamental para explicar eso que denominamos lenguaje, y a suponer que “la comprensión” es algo que acompaña siempre a toda proposición, lo cual lo obliga a trazar límites especiales para definirlo de tal forma que quede constituido como fundamento de la significatividad.
La estrategia de Wittgenstein para contrarrestar esta necesidad aparente de definir filosóficamente el concepto de comprensión es aclarar ‘la gramática’ de la palabra ‘comprensión’ pues sólo entendiendo lo que queremos decir cuando ordinariamente afirmamos que alguien comprende o no comprende, por ejemplo una oración o una palabra, se pueden disipar las confusiones que se generan en virtud de la manera como el filósofo delimita erróneamente el concepto en busca de satisfacer la exigencia que impone la consideración mitológica del signo como un cuerpo vacío cuya alma precisa ser definida. La GF comienza por advertir que “en algunas de sus aplicaciones, las palabras ‘comprender’, ‘significar’, se refieren a una reacción psicológica que tiene lugar al oír, leer, emitir, etc., una oración” (GF §3). La crítica de Wittgenstein a la concepción causal y psicologista de los problemas del significado es extensa en el CA y está vinculada con una crítica general a la concepción de Russell en The Analysis of Mind; aquí basta con advertir que la tendencia a interpretar de esta manera la comprensión cuando nos hacemos preguntas generales acerca de la proposición, se debe a que la entendemos como cierto tipo de proceso adicional que tiene lugar además del proceso de decir o escuchar palabras y oraciones, esto es, además del proceso de operar con el signo. Y esta imagen de la comprensión ya involucra esa separación entre el signo -la oración escrita u oída- y algo adicional que le da vida, aunque se trate de un proceso que todavía no está claramente definido, dado su carácter oculto. Un primer paso para escapar a las tentaciones del psicologismo en nuestras aclaraciones consiste en evitar la pregunta general ‘¿qué es la comprensión?’, o ‘¿qué tipo de proceso es?’, y en su lugar preguntar ‘¿qué es comprender una oración o comprender una palabra?’. Enfocarse en esta última pregunta nos ayuda a reconocer que lo importante para nuestro análisis “es la comprensión que se encuentra depositada en la explicación del sentido de la oración.” (GF §6). Si la proposición se entiende como un hecho de carácter externo y de naturaleza objetiva, cuyas características pueden reconocerse en las operaciones con los signos, entonces la comprensión también está dada con el lenguaje de forma externa y objetiva. Aquí nos encontramos con un segundo paso en la resistencia al psicologismo para aclarar la comprensión: ““comprender una oración” puede querer decir: “saber lo que la oración dice”, esto es, poder responder a la pregunta ‘¿qué dice esta oración?’” (GF §6) Y análogamente se dirá unos parágrafos más adelante: ““comprender una palabra” puede querer decir: saber cómo se usa, poder explicarla” (GF §10). Estas observaciones son fundamentales pues aclaran que cuando hablamos de ‘comprender’ una oración o una palabra, estamos hablando acerca de la capacidad que tiene cualquiera que domine un lenguaje bien sea para responder a preguntas del tipo ‘qué dice esto’, ‘qué significa aquello’ o ‘cómo se usa esta expresión’, o bien para actuar conforme a las reglas de uso de la expresión. De esta forma la comprensión de una palabra u oración siempre está ligada al saber usar o al poder hacer algo determinado con la palabra o la oración; puede decirse que estas tres expresiones: ‘comprender una oración’, ‘saber usar la oración’, ‘poder hacer esto con la oración’ son intercambiables entre sí. Por eso afirmar que se comprende una proposición es afirmar que se sabe cómo se usa y cómo se opera con ella, lo cual ubica la comprensión en el ámbito de los procesos externos y visibles que denominamos hablar un lenguaje, de ahí que Wittgenstein afirme que si “preguntamos: ¿cómo usas la palabra, qué haces con ella? Eso nos revelará de qué manera la comprendes”. (GF §43) Esta imagen de la comprensión, aunque en principio parezca un tanto conductista, tiene la finalidad de contrarrestar la imagen psicologista, fuertemente arraigada en filosofía, que concibe la ‘comprensión’ y el ‘pensamiento’ como procesos internos, mostrando que es posible una delimitación que permita incorporar la dimensión visible o externa de las operaciones con signos que ordinariamente denominamos comprender y pensar, y contrarrestar de esta forma los efectos que tiene la imagen de que tales procesos están ocultos y son misteriosos. Ahora bien, si la comprensión reside en la explicación del sentido de las palabras aún debe aclararse qué se quiere decir con ‘explicar el sentido de una oración’ o con ‘explicar cómo se usa una palabra’.
En el contexto de la GF explicar lo que dice una oración o cómo se usa una palabra se entiende como la descripción de la manera en la cual nosotros mismos operamos con esos signos, algo semejante a la descripción que tiene lugar cuando tratamos de explicar cómo se usa una herramienta o cómo se usa una pieza en un juego de ajedrez, y tal descripción consiste fundamentalmente en la explicitación de determinadas reglas constitutivas de esas prácticas. Hablar de operaciones con signos exige, de la misma manera, hablar de las reglas relativas a lo que de forma efectiva hacemos con esos signos en determinadas prácticas. Esto, según Wittgenstein, es “lo que nos interesa del signo: lo que se encuentra depositado en la gramática del signo”. (GF §44) A continuación se aclarará brevemente cómo se entiende ese aspecto de la gramática y cómo está vinculado con la cuestión acerca del significado.
3. ‘Gramática’, ‘significado’ y el rechazo del ‘significado’
El concepto de gramática en GF viene a reemplazar la vieja noción de sintaxis lógica del TLP, y se refiere a reglas del uso de los signos, pero sin el supuesto de su carácter a priori ni de su condición puramente estructural. De forma metafórica, dirá Wittgenstein, “la gramática son los libros de contabilidad del lenguaje. Ellos deben mostrar las transacciones reales del lenguaje, todo lo que no sea una cuestión de sensaciones concomitantes.” (GF §44). Esta metáfora introduce la idea de una disciplina que registra y ordena las reglas de nuestro lenguaje, y ofrece por tanto una connotación claramente metodológica del concepto de gramática; también nos ayuda a entender cómo eso que Wittgenstein denomina ‘gramática’ está vinculado con el modo como operamos con los signos, y en este sentido constituye un aspecto externo y visible de eso que es esencial a nuestro lenguaje ordinario. Sin embargo, para Wittgenstein, existe una dificultad a la hora de preguntar por la gramática o, lo que es lo mismo, por las operaciones que realizamos con las palabras, y es que tenemos la impresión de que el signo por sí mismo contiene o exhibe toda su gramática, como si el signo fuese una caja y su gramática un collar de perlas dentro (Cfr. GF §18), y si aclarar la gramática es condición para la comprensión de una expresión, entonces tal imagen nos conduce al error de explicar la comprensión como “una aprehensión instantánea de algo de lo que más tarde se extraen consecuencias” (GF §18).8
Wittgenstein problematiza esta concepción de la gramática a través del caso de la negación (GF §14-15). Según argumenta el autor nosotros no aprendemos la gramática del ‘no’ mediante una instrucción acompañada de reglas que se nos dan de forma explícita, por lo cual no está claro en qué momento, y por lo pronto tampoco interesa cómo, aprendemos la totalidad de las reglas constitutivas de la negación. El caso es que hemos aprendido a usar el ‘no’ en oraciones ordinarias y que lo usamos correctamente, incluso, si no podemos enunciar o hacer explícitas esas reglas con las cuales estamos operando. El problema filosófico que aquí puede plantearse es el siguiente: si entiendo una oración como “este papel no es negro”, ¿tengo ya la gramática completa de la negación cuando comprendo el ‘no’ en esa oración, incluida por ejemplo la regla de que dos negaciones dan lugar a una afirmación -que es parte de la gramática de la negación-? La pregunta da lugar a un verdadero dilema: Si se dice que no se tiene la gramática completa, se podría objetar: ‘¿cómo comprendemos entonces la palabra si la comprensión presupone la gramática? Pero si se dice que al comprender el ‘no’ en la oración ya se tiene con ello toda su gramática, y este es el camino que tendemos a seguir, se avanza en dirección de la pregunta por la esencia de la palabra, en este caso, por lo esencial en la negación, algo sobre lo que se fundamenta toda regla y toda operación relativa a la negación.9 Una vez tomamos ese camino nos hallamos frente a la posibilidad de dar expresión a eso que se supone esencial: el “significado” entendido bien sea como algo que está dado con el signo, por ejemplo, como un objeto o referencia, un dato sensorial o un contenido mental, los caminos de Frege y Russell, o como algo que está dado en el signo y que se hace explícito en una adecuada tabulación de las reglas del signo, el camino propio del TLP. Parecería pues natural admitir que si la proposición es algo que comprendemos, eso que comprendemos de la proposición, del signo, es lo que denominamos ‘su significado’.
Wittgenstein recuerda, justo antes de referirse al problema del significado, que “en la filosofía tenemos siempre la tentación de inventar una mitología del simbolismo (o de la psicología), en lugar de decir sencillamente lo que sabemos” (GF §18). Esta anotación contiene una referencia tanto al TLP, que incorpora lo que Wittgenstein aquí denomina una mitología del simbolismo,10 como al texto de Russell The Analysis of Mind, que introduce una concepción psicologista de índole causal.11 Ambos constituyen paradigmas de esa tendencia, en nuestras discusiones filosóficas, a hacer un uso ‘mitológico’ de este concepto de significado, uso que se contrapone a eso que “sencillamente sabemos”, y que no es otra cosa que el uso ordinario de nociones como significar, comprender, pensar, etc. Que Wittgenstein hable de una mitología tiene que ver con la forma como se juega con la imagen del signo como algo vacío o inerte que requiere de otra cosa para tener vida, para funcionar, sea un objeto o referencia, una imagen, proceso o contenido mental. Es pues esa separación entre el signo y algo que le es esencial lo que Wittgenstein critica en GF a través de esa imagen del ‘mito en filosofía’, y la crítica misma revela que tal separación es la raíz de la idea según la cual “lo esencial en una palabra es su significado” (GF §22). Esa idea de que incorporamos en nuestras discusiones filosóficas ciertos mitos cuando tratamos sobre cuestiones relativas al lenguaje y el significado conduce en la GF a uno de los puntos centrales de la discusión del autor en torno al concepto de significado y es la crítica al uso de ese mismo concepto en las discusiones filosóficas acerca del lenguaje. Wittgenstein toma como ejemplo su propia reflexión precedente y afirma: “el concepto de significado que he adoptado en mis discusiones filosóficas tiene su origen en una filosofía primitiva del lenguaje (primitiven Philosophie der Sprache)” (GF §19). Lo que Wittgenstein dice tiene cuando menos dos consecuencias fundamentales para entender el inicio del CA: la primera es que esa idea de que todas las palabras tienen algo que les es esencial, lo que denominamos su ‘significado’, es una tesis que, si bien él mismo ha admitido, no sostiene ya más; la segunda es que el autor se ve obligado a pensar de otra manera, y con otras herramientas conceptuales, los problemas relacionados con el lenguaje a partir de esta etapa crítica tanto de su propia filosofía precedente como de la filosofía de Russell en The Analysis of Mind.
Quiero llamar la atención sobre el hecho de que Wittgenstein alude en el fragmento citado arriba a “sus discusiones filosóficas”, y aunque no ofrece detalles acerca de cuáles son exactamente esas discusiones, podemos bien suponer que se refiere, en general, a todas sus reflexiones, desde la época del mismo TLP hasta el periodo previo a la GF, donde hace uso de un concepto especial de ‘significado’. En tales discusiones han tenido lugar determinados tratamientos filosóficos que Wittgenstein califica aquí como ‘primitivos’. Para ilustrar qué es un tratamiento filosófico primitivo del lenguaje Wittgenstein elige algunas ideas tomadas de Las Confesiones de San Agustín:
Cuando Agustín habla del aprendizaje del lenguaje, lo hace solamente acerca de cómo ponemos nombres a las cosas o de cómo comprendemos los nombres de las cosas. Nombrar aparece aquí como el fundamento, el principio y el fin del lenguaje.
San Agustín no habla de una distinción de las clases de palabras, y con “nombres” se refiere aparentemente a palabras como árbol, mesa, pan y, por supuesto, a los nombres propios de personas, pero también, sin duda, a comer, ir, allí, en suma, a todas las palabras. Ciertamente piensa ante todo en sustantivos, y piensa en el resto de las palabras como algo que se ocupará de sí mismo.
Pero el juego que San Agustín describe, es ciertamente una parte del lenguaje…
…Podría entonces decirse que San Agustín presenta la cuestión de una manera demasiado simple; pero, igualmente, que presenta una cuestión más simple. (GF §19)
Obsérvese que Wittgenstein introduce claramente una doble crítica en contra del modelo explicativo de San Agustín, por un lado, denuncia que tal modelo simplifica excesivamente la cuestión acerca de la naturaleza del significado de las palabras, pues da la apariencia de que la explicación acerca de cómo funciona el lenguaje se resuelve en la idea de la conexión entre las palabras y otra cosa, esto es, en un concepto de significado como refiriendo a un objeto, imagen, contenido, etc.; por otro lado, Wittgenstein critica la estrategia que incorpora tal modelo explicativo, y es la de presentar lo esencial del lenguaje en la forma de un único fundamento, esto es, definiendo un único núcleo conceptual o noción básica especial, sobre la que se articula toda la explicación, en este caso es el nombrar. Es de esa forma que “la manera en que San Agustín describe el aprendizaje del lenguaje puede mostrarnos a partir de cuál concepción del lenguaje se deriva el concepto de significado de las palabras” (GF §20) [cursivas mías]. Una concepción según la cual todas las palabras están dotadas de una propiedad especial que las hace ser significativas, esto es, que las hace partes de nuestro lenguaje, como la propiedad de nombrar una cosa. Así, dicha propiedad constituye un elemento esencial en tanto explica cómo las palabras, los signos, adquieren vida para nosotros. Y es importante el hecho de que Wittgenstein diga que el concepto de “significado de las palabras” se deriva de tal concepción específica acerca del lenguaje pues esto aclara que el recurso en filosofía al concepto de ‘significado’ es expresión de ciertos prejuicios y compromisos teóricos vinculados con una imagen del lenguaje que contiene aspectos mitológicos injustificados.
4. El inicio del Cuaderno Azul
Como se ha dicho ya al comenzar este artículo la primera línea del CA contiene la pregunta “¿qué es el significado de una palabra?” (CA 27) y de forma inmediata, en la segunda línea, se da la siguiente instrucción: “ataquemos este problema preguntando, en primer lugar, qué es una explicación del significado de una palabra; ¿a qué se parece la explicación de una palabra?” (CA 27). Es claro ahora que cuando Wittgenstein afirma que el problema “qué es el significado” es un problema que hay que atacar, lo que de hecho está atacando es la necesidad que se experimenta en filosofía de recurrir a un concepto especial de ‘significado’; al mismo tiempo se sugiere la posibilidad de enfrentar la cuestión acerca de la esencia del lenguaje en filosofía sin el recurso a una noción especial de ‘significado’. Aquí hay un paso decisivo en la filosofía de Wittgenstein a partir de este periodo del CA que consiste justamente en eliminar la necesidad aparente de construir una teoría especial del significado para pensar en filosofía acerca del lenguaje.
Seguidamente, Wittgenstein afirma: “pues, sin duda, para comprender el significado de "significado" es necesario comprender también el significado de "explicación de significado".” (CA 27)12 Quiero llamar la atención sobre esta observación puesto que podría pasar desapercibido el hecho de que la comprensión que podemos adquirir de la palabra 'significado' a la que el autor alude no es una comprensión a través de una definición, no se trata de una delimitación especial del concepto de 'significado' que se requiera en función de una teoría del significado. Cuando Wittgenstein habla de comprender ‘el significado de “significado”’ está enfrentando una dificultad conceptual, y es que cuando se nos pregunta por el significado de una palabra, por ejemplo, si se nos pregunta por el significado de la palabra 'rojo' o la palabra 'mesa', podemos afirmar que allí comprendemos la palabra 'significado', pero al mismo tiempo nos vemos en serias dificultades cuando el significado que se nos pide es justamente el de la palabra 'significado'. De ahí la importancia de introducir en la reflexión la pregunta por la “explicación del significado”:
En pocas palabras: "preguntémonos qué es la explicación de significado, pues lo que esto explique será el significado."… el estudiar la gramática de la expresión "explicación de significado" enseñará algo sobre la gramática de la palabra "significado". (CA 27)
Estas afirmaciones, junto con la primera línea del CA generan una tensión aparente entre la idea de un concepto filosófico y un concepto ordinario de significado. En términos generales un concepto filosófico es el que se encuentra delimitado dentro de una teoría o explicación filosófica del significado, es decir, un concepto sobre el cual el filósofo ha trazado ciertos límites en función de su papel explicativo en una teoría especial del lenguaje; ese es el que se rechaza de entrada en la apertura del CA. El concepto ordinario circula de forma natural en el lenguaje de todos los días sin ninguna otra delimitación que la que hemos aprendido a darle en la práctica misma del lenguaje, a través de su uso en circunstancias bien definidas. En el párrafo citado arriba, ese puede ser objeto de una aclaración de índole gramatical. La tensión entre referencias, por una parte, al concepto ordinario de significado y, por otra, a una noción filosófica de significado se expresa en la lucha del autor en contra de la tendencia a hacer del concepto ordinario de significado un concepto privilegiado, tal y como se hizo en la tradición filosófica inmediata, incluido el propio TLP, junto con el interés por aclarar aspectos relativos a la noción ordinaria de significado para eludir los enredos conceptuales que se derivan de sublimar dicha noción hasta el punto de creer que necesitamos una teoría general del significado para hablar acerca de nuestro propio lenguaje. Así, cuando Wittgenstein rechaza un concepto filosófico de significado no se genera ninguna contradicción al sugerir luego que es posible adelantar una investigación de carácter gramatical en torno al concepto ordinario de significado, puesto que aclarar la gramática del concepto de significado no es lo mismo que proponer una teoría del significado. Es en este sentido que el rechazo de la pregunta por el concepto de ‘significado’ constituye un tipo de protección “contra la tentación de buscar en torno de uno alguna cosa a la que se podría llamar "el significado"” (CA 27), es decir, nos librará de nuestras propias tendencias a hacer de “el significado” una propiedad especial que acompaña los signos y a considerar que la noción ordinaria de ‘significado’ precisa de ser delimitada para ser comprendida.
El particular inicio del CA incorpora pues una peculiar estrategia para pensar acerca del lenguaje sin presupuestos mitológicos, y es la de contraponer a la idea de un ‘fundamento del significado’, la idea de una ‘explicación del significado’, en otras palabra, Wittgenstein pretende contrarrestar la idea de que se necesita definir el concepto de significado para hablar acerca de nuestro propio lenguaje, con la idea de que podemos hablar sobre el lenguaje aclarando la forma como, en la práctica, explicamos a otro el uso de una palabra o expresión.13
Esa estrategia de sustituir la pregunta por el significado con la pregunta por lo que sea la explicación de una palabra nos obliga a cambiar nuestra forma de hablar acerca del lenguaje en filosofía. Wittgenstein introduce en la GF un argumento en contra de la pretensión de trazar límites estrictos sobre los conceptos que se introducen para hablar acerca del lenguaje, y que trasciende también al CA:
Quien señala que una palabra es usada con diversos significados, o que una figura equívoca aparece en nuestra mente cuando hacemos uso de una expresión, y hace explícitas (tabula) reglas según las cuales se hace uso de ciertas palabras, no está obligado a dar una explicación (definición) de las palabras “regla”, “proposición”, “palabra”, etcétera. (GF §72)
Que el autor afirme que no está ‘obligado’ a dar una definición de esos conceptos quiere decir que ya no necesita trazar límites estrictos sobre las categorías que él involucra en sus observaciones filosóficas acerca del lenguaje. Al hablar acerca de él podemos hacer observaciones como: “una palabra es usada con diversos significados” o “una figura equívoca aparece en nuestra mente cuando hacemos uso de una expresión”, etc. y estas observaciones pueden contener conceptos como regla, proposición, palabra y significado, tomados del lenguaje ordinario y se introducen en nuestras explicaciones de la misma forma que se introducen en contextos ordinarios de la vida diaria sin necesidad de una delimitación especial. Esto constituye una ruptura con respecto a esa tradición en lógica y filosofía inspirada en la directriz fregeana consignada en el prólogo de la Conceptografía, según la cual es necesario introducir conceptos especiales para aclarar aspectos de nuestro lenguaje, dada su propia insuficiencia al no contar con conceptos adecuados para expresar la complejidad de su propia lógica (Frege Conceptografía 8). El CA apuesta por la renuncia a una red conceptual especialmente delimitada en función de una filosofía del lenguaje, y en su lugar, introduce conceptos ordinarios y cotidianos sin ninguna delimitación especial, como es el caso del concepto de ‘uso’ o el concepto de ‘regla’; la necesidad de construir definiciones filosóficas sobre esos conceptos desaparece una vez se eliminan las exigencias teóricas y metodológicas que se imponen, bien sea desde una concepción causal del problema del significado, a la que subyace un concepción cientificista del mismo,14 o bien desde una explicación que incorpore elementos mitológicos como la fundamentada en la lógica del análisis estructural del TLP.
El inicio del CA tiene una consecuencia fundamental, y es la de introducir la necesidad de un cambio de método pues las cuestiones ‘¿qué es el significado?’ y ‘¿a qué se parece la explicación de una palabra?’ constituyen, cada una, un tipo de investigación diferente, y por tanto requieren tratamientos diferentes. La primera apunta en dirección de una teoría del significado que, con base en elementos hipotéticos, avanza en dirección de aspectos últimos o fundamentales que caractericen el lenguaje, como la imagen mental, el dato sensorial, los objetos simples, etc.; la segunda se orienta a esclarecer lo que Wittgenstein denomina la gramática, esto es, las reglas para el uso de palabras y expresiones, que tienen lugar en casos concretos de aplicación. Por ello las aclaraciones del CA en torno a problemas relacionados con el concepto mismo de lenguaje se introducen prescindiendo del recurso a conceptos filosóficos especializados, comenzando por descartar el núcleo conceptual de las explicaciones tradicionales, el concepto de ‘significado’.