Francisco de Paula Santander arribó a París el miércoles 17 de febrero de 1830, un año, tres meses y dos días después de sufrir traslados heteróclitos y estadías improvisadas en medio de su destierro de Colombia,1 iniciado en Bogotá el 15 de noviembre de 1828 como consecuencia de su ascendencia y estrecho vínculo con los conspiradores que atentaron contra Simón Bolívar en el Palacio de San Carlos en la noche del jueves 25 de septiembre de 1828:
Salimos [del poblado de (L)ouvres -Hôtel Le Cheval Rouge-]2 después de las siete, pagando carísimo la posada y comida, y a las 10 y media llegamos a los arrabales de París, por un camino poblado de alamedas y de pueblos y lleno de carruajes que iban y venían de esta capital. La entrada es por el arrabal San Martín, el cual pasado, se llega a una puerta donde se registran los carruajes; a mí me preguntó uno si tenía que declarar algo y, respondido negativamente, pasamos inmediatamente. Tomamos el boulevard de los italianos y atravesamos por junto a la bolsa de los mercaderes y llegamos al Hôtel Boston, calle Vivienne,3 el cual había salido en suerte de cinco que tiramos para saber a dónde nos alojaríamos. Me dieron un salón decente y dos cámaras por diez francos diarios, y los tomé sólo por una semana. La leña es cara y la comida a la carta no es barata. Yo hice buscar un alojamiento más barato y nada se realizó.
Al día siguiente, Santander se vio con "el señor Pío Rengifo, colombiano",4 a quien había conocido en Bogotá:
[M]e hizo muchos ofrecimientos y entre ellos dinero. Se encargó de buscarme un alojamiento. Salí a dar un paseo y lo hice por el famoso edificio llamado Palais Royal, que merece ser llamado famoso. Allí se encuentran tiendas de ropa, cafés, restaurantes, joyerías, etc. El patio está cubierto de alamedas y a un lado hay una fuente que tiene varios chorros de agua bastante altos. En este palacio vive el duque de Orleans [...]. En los diarios he leído que continúa la insurrección de Venezuela y que se ha ofrecido al presidente de los Estados Unidos de América la medalla emitida para perpetuar la memoria de la salvación de Bolívar, la noche del 25 de septiembre de 1828.
El viernes 19 lo visitó Joaquín Acosta Pérez, quien se había enterado por su amigo Pío Rengifo y Díez de la Fuente (1799-1867) que el general Francisco de Paula Santander había llegado el miércoles 17 al Hôtel Boston de la rue Vivienne. Acosta acudió con José Domingo,5 su hermano mayor, y Vicente Concha Maldonado (1809-1830), a quien Santander se refirió como su pariente.6 Dice así Santander en su Diario de viaje:
Febrero 19. Viernes: Joaquín Acosta, oficial colombiano, me ha visitado esta mañana. Vive en la rue de l'Ouest N.° 9. Estuvieron Domingo Acosta y Vicente Concha, mi pariente.7
Joaquín Acosta había establecido previamente un estrecho vínculo en París con Alexander von Humboldt, y este había surgido años atrás en medio del viaje americano de Humboldt y Bonpland, cuando estos viajeros pasaron por Guaduas entre Honda y Bogotá, y se alojaron en casa de los Acosta. Humboldt mismo se refirió a este antecedente en una nota escrita a Joaquín Acosta en París a finales del mes de marzo de 1827:
Tendré el más vivo placer en recibir al señor Roche y á Domingo Acosta, cuya respetable familia (hace siglos!) tuvo para mí tantas bondades. Venga á verme el sábado á las 8 y media, si esto no lo molesta demasiado. Su adicto, Humboldt.8
El Diario de viaje de Francisco de Paula Santander resulta particularmente útil para precisar quiénes habrían integrado en esos años el círculo de exiliados y viajeros al que Humboldt había llamado ya "¡nos colombiens!" en una nota a Joaquín Acosta en el mes de julio de 1826.9 Además de los Acosta, Rengifo y Concha, Santander refiere, en orden cronológico, sus encuentros con José María Salazar;10 Jerónimo Torres;11Delgado;12 el general Herrán;13 Roche, hijo de Pepa Domínguez;14el cuñado de Hurtado;15Santamaría, que estuvo de ministro en Méjico;16 Santiago Rodríguez, diputado en la convención de Ocaña;17 Palacios18 y Ezequiel Rojas.19 Pero con quien más tiempo pasa Santander, además de Pacho20 y Juan y Pepe,21 sus compañeros de viaje, es con Joaquín Acosta, con quien visita museos, academias y diversos personajes de la ciencia y de la política.
Una de estas visitas resulta muy significativa en el dominio de la ciencia. En efecto, el lunes 1° de marzo, Santander registró en su Diario de viaje una visita excepcional:
1° - Lunes: Anoche estuve en la diversión de títeres y sombras chinescas, en el Pa1acio Real, por no tener qué hacer. Vino Acosta (Joaquín) para ir a casa del general Lafayette, lo encontramos y me hizo una acogida muy amable. Hablamos de las cosas de Colombia y de Bolívar. Quedé de concurrir a las soirées de los martes. De allí fuimos a casa del señor Jullien, luego entramos al magnífico jardín del Luxemburgo mucho más grande que el de las Tullerías y pasamos al Instituto, donde presencié una sesión de la Academia de Ciencias, presidida por Girard físico. En ella vi a los siguientes miembros: La Croix, autor de una obra muy conocida de matemáticas (es cojo), a Fourier, matemático y secretario de la academia, Cuvier, también secretario, el primer naturalista de Europa, Wardem autor de la estadística de los Estados Unidos, Thénard, y Chapsal ex-ministro del interior del tiempo de Napoleón, ambos químicos afamados; Arago, astrónomo director del Observatorio, Freycinet, marino que ha dado vuelta al mundo; Puissant, coronel geógrafo, Virey naturalista,. Desfontaines botánico, Mathieu, astrónomo, Moreau de Jonnes, estadístico, Brongniart, naturalista director de la fábrica de porcelana de Sevres, Biot, físico, el barón Portal, anatómico y Legendre, geómetra. Yo fui presentado a Warden, a Arago, a Puissant, a Brongniart; Wardem me llevó a la biblioteca donde está la estatua de Voltaire desnudo y sentado y los bustos de Franklin, Malesherbes, La Grange, Berthollet, Volney [...].
El señor Arago quiso hacerme sentar en las sillas destinadas a los extranjeros ilustres que visitan la Academia; me negué a ello. La sala de la Academia es grande: los académicos se sientan formando elipse y en medio de ella: cada uno tiene tintero y papel por delante. La sesión se abrió dando cuenta de la correspondencia dirigida a la Academia y luego leyó una memoria un miembro, para sostener el sistema nuevo que había presentado, al cual se había referido Cuvier.22
Dos semanas después, el sábado 13 de marzo, Santander salió a visitar la École de Commerce de Paris con Marc-Antoine Jullien (1775-1848), escritor revolucionario y periodista parisino, fundador y redactor principal de la Revue encyclopédique a partir de 1819. Pero antes de pasar a la margen derecha del río Sena que divide en dos la ciudad, decidieron visitar "el Jardín del Rey o Jardín Botánico", en donde les presentaron al "naturalista [Geoffroy] de Saint-Hilaire, miembro de la Academia Real de Ciencias, el cual habló de la memoria que trabajaba contra la opinión de M. [Georges] Cuvier sobre la analogía de la organización [anatómica] animal".23
El miércoles 7 de abril, después de haber visitado en los primeros 15 días de marzo el Institut de France y luego lo que hoy se conoce como el Musée National d'Histoire Naturelle, altos referentes de la ciencia francesa, Santander hizo una tercera visita de importancia en ese mismo dominio:
Fui con J[oaquín] Acosta al Observatorio a visitar al señor Arago que tuvo la bondad de mostrarnos el establecimiento, hay en él pocos instrumentos, pero los que hay son magníficos. Una luneta ecuatorial que sigue el movimiento de las estrellas, un gran círculo, diferentes telescopios, agujas de la última perfección y el famoso anteojo que sirve para determinar la meridiana. Hay modo de conocer la electricidad de la atmósfera por medio de un hilo de plata que está prendido de un pararrayo y termómetros enterrados para conocer el grado de calor de la tierra a 25 pies de profundidad. El señor Arago nos regaló un anuario de longitudes. (En el Observatorio está la sala llamada bureau des longitudes) [...]. En otra sala del Observatorio están los bustos de Laplace, La Grange, D'Alembert, Bréguet, La Condamine, Newton y la estatua de Dominique Cassini.24
Acosta, quien se había conectado con la intelligentsia científica de París gracias a su amistad con Humboldt, salió de viaje en el primer semestre de 1830 en hacia Londres con Pío Rengifo. El general Santander, por su parte, partió a comienzos del mes de junio con destino a Inglaterra, tras repetidas noticias -sucesivamente desvirtuadas- de la muerte de Bolívar, quien por esos días iba ya en camino hacia su último suspiro en la quinta de San Pedro Alejandrino en las afueras de Santa Marta el 17 de diciembre de ese mismo año. Este suceso abriría, antes de lo previsto, el espacio político para el retorno de Santander y para su posesión en la presidencia de Colombia a partir de 1832.
Antes de regresar a Colombia, Santander pasó nuevamente por París con varias escalas previas incluyendo la capital alemana, en donde se encontró el martes 17 de agosto con Humboldt. Este fue el primer encuentro de Santander con el prusiano, y se dio por casualidad en medio de su visita a uno de los museos de esa ciudad. Al día siguiente, miércoles 18 de agosto, Humboldt visitó a Santander y el general le devolvió la visita a Humboldt el jueves 19 de esa misma semana. El sábado 21 Humboldt lo invitó nuevamente para almorzar juntos el domingo:
¿Me haría el honor, Sr. General, de venir a mi casa a almorzar mañana domingo (a las nueve de la mañana) [...]. Mil tributos de admiración y respeto. Alexander Humboldt.25
Santander reporta en su Diario de viaje que el encuentro tuvo efectivamente lugar, y que además salieron a pasear por los jardines del rey:
Agosto 22. Domingo: Almorcé con Humboldt y había allí 8 personas más, todas las cuales eran literatos con excepción de un caballero florentino que pertenece a la corte de Toscana y viaja en Alemania. Fuimos al parque de Charlottenburg, residencia del rey en la primavera, a media milla de la ciudad.26
El sábado 28 de agosto Santander anota: "Me despedí por escrito del barón de Humboldt, por estar en el campo con el rey"27. Pero esta no sería la última vez que habría un contacto entre el barón prusiano y el futuro presidente de la Nueva Granada antes de su retorno a la patria. Se conserva evidencia impresa de una nota manuscrita que Humboldt envió a Santander en París, en la siguiente primavera, el martes 19 de abril de 1831:
No es sino por haber refundido durante varios días la amable nota de S[u] E[xcelencia] el Señor General Santander que el Señor de Humboldt tardó en ofrecerle su afectuoso homenaje, proponiéndole de honrarle con su visita el Jueves a las cinco horas. El Sr de H[umboldt] no anotó la dirección del Señor General.28
El registro de este encuentro en el Diario de viaje de Santander, dice así:
Jueves. He visitado a Humboldt, y aprueba mi resolución de permanecer en Europa todavía. He escrito sobre esto un artículo a los diarios de París. Con fecha 15 he dirigido una representación al congreso de Colombia pidiendo se publique mi causa y mi representación a Bolívar enviada de Bocachica.29
Francisco Evangelista González. “F. de P. Santander”, miniatura (c. 1831). Tomado de Moreno de Ángel, Pilar y Horacio Rodríguez Plata. Santander. Su iconografía. Bogotá: Litografía Arco, 1984, p. 82.
En conclusión, con base en esta relación de notas y encuentros científicos y no científicos de Francisco de Paula Santander en París y en Berlín, que podrían ser fuente de sucesivos trabajos históricos, se puede sustentar, por ejemplo, que Alexander von Humboldt, después de haber recorrido la Nueva Granada entre 1800 y 1803 interactuando con decenas de neogranadinos en aquellos días, no solo siguió aconsejando a los nuevos científicos en ciernes -como Joaquín Acosta-, sino que se había convertido también en esos días en oráculo político de quienes ahora se llamaban colombianos y, en particular, de su máxima autoridad en el exilio.