Introducción
Este texto es producto de reflexiones realizadas desde hace algunos años, tiene sus raíces en lo que fue un proyecto de investigación sobre la lucha de clases y el Trabajo Social crítico en América Latina cuando era docente de dedicación exclusiva en la Universidad Federal para la Integración Latinoamericana (UNILA) en Brasil (2016-2017)1, proyecto que fue suspendido al renunciar para volver a Colombia; sin embargo, se ha continuado la reflexión durante estos años, especialmente en el marco del curso Historia del Trabajo Social del Programa de Trabajo Social de la Universidad Santiago de Cali (2017-2020); también se ha continuado la reflexión en el intercambio con compañeres de diversos países2; actualmente se está retomando nuevamente ese proyecto, para ampliar y profundizar en una propuesta de estudio y análisis de la coyuntura de NuestrAmérica y particularmente en Colombia, como base para pensar los acumulados y desafíos en la apuesta de una renovación crítica del Trabajo Social.
La decisión de escribir este texto tiene principalmente la intención de proponer y asumir un debate franco, abierto, con rigor, sobre las diversas perspectivas que plantean un Trabajo Social crítico en la región. El artículo se estructura de la siguiente manera:
Algunos elementos sobre la coyuntura en NuestrAmérica. Forjar un Trabajo Social crítico pasa por la producción de proyectos profesionales, que a su vez se corresponden con proyectos de sociedad (se haga explícito o no); por eso es necesario partir de una aproximación al momento de crisis, detonada ahora por la pandemia del coronavirus (covid-19), pero que es una expresión de la crisis estructural del capital, las respuestas del capital a su crisis, y las diversas expresiones de la lucha social y de clases.
Algunos debates contemporáneos sobre las perspectivas históricas para pensar la profesión en NuestrAmérica. Partiendo de una breve referencia al XXII Seminario Latinoamericano de Escuelas de Trabajo Social, destacando tres perspectivas que se presentan como críticas, en las cuales estaban inscritas varias de las ponentes centrales del seminario, donde se expresan diversas concepciones teórico-metodológicas para la reconstrucción histórica del Trabajo Social y sobre lo “crítico”. Esta aproximación se realiza desde la crítica marxista, intentando hacer una síntesis inicial de lo que se plantea en cada perspectiva, encontrando elementos de encuentro, pero problematizando algunos elementos de la crítica histórico-disciplinar y decolonial; evidenciando que efectivamente hay expresiones de lo “crítico” que son conservadoras, respecto al proyecto de sociedad (reformas dentro del orden), de la fundamentación teórico-metodológica (anti-marxista), y del debate profesional (renovación modernizadora, endogenista-epistemologista).
Algunos desafíos para seguir la construcción de un Trabajo Social crítico. Reconociendo que no se está partiendo de cero, que es necesario recuperar las experiencias, acumulados, aprender de los aciertos, errores y contradicciones; siendo necesaria la apertura para que haya debates plurales respecto a los proyectos ético-políticos profesionales, la fundamentación teórico-metodológica, y el qué hacer profesional, en una perspectiva de totalidad, de unidad dialéctica entre la teoría y la práctica, para la reconstrucción histórica del Trabajo Social desde la relación estructura-coyuntura-sujeto.
1) Algunos elementos sobre la coyuntura en NuestrAmérica 3
El siglo que viene para nosotros, es el siglo de la esperanza, es nuestro siglo.
Es el siglo de la resurrección del sueño bolivariano, del sueño de Martí, del sueño latinoamericano.
Hugo Chávez Frías.
(Discurso en La Habana, 1994)
La retomada de lo crítico en Trabajo Social en las últimas dos décadas no es casual, está en relación con la base material de la crisis estructural del capital y su ofensiva neoliberal y contrainsurgente; cuyas nefastas consecuencias sociales en la región se vivieron con fuerza en la década de 1990, lo que conllevó a un auge de las luchas sociales y de clases, iniciándose el denominado “ciclo progresista”, demarcado por gobiernos en diversos países que se presentaban como una alternativa anti-neoliberal en la primera década del siglo XXI; lo cual fue posible principalmente sobre la base de fortalecer el extractivismo y los procesos de reprimarización de la economía.
Ante una nueva expresión de la crisis económica, que inició en Estados Unidos de América (EUA) en 2007-2008, que posteriormente se sintió en Europa (con mayor fuerza en España, Grecia, Portugal e Italia) y que comenzó a expresarse en América Latina y el Caribe a inicios de la segunda década de este siglo, los denominados gobiernos “progresistas” también entraron en una crisis política (en buena parte por las propias limitaciones y contradicciones de esos procesos), lo que posibilitó que los sectores más reaccionarios y abiertamente neoliberales asumieran nuevamente el gobierno, fuera por la vía electoral legal o por nuevas modalidades golpistas aparentemente legales -no por eso legítimas-.
No es un retorno al neoliberalismo, porque la estrategia neoliberal continuó siendo parte de la agenda de varios de los gobiernos “progresistas”, sin embargo ciertamente no es lo mismo un gobierno que pretende presentarse como “popular” o de “los trabajadores” que un gobierno abiertamente reaccionario subordinado plenamente a los intereses del capital transnacional, y particularmente a los intereses geopolíticos y económicos de EUA en la región; las implicaciones son el fortalecimiento de la contrainsurgencia como estrategia de dominación y la profundización brutal de las políticas neoliberales.
Sin embargo, no se trata del inicio de un largo periodo de dominación de esas derechas más reaccionarias; lo que ha venido sucediendo a lo largo y ancho de la región son diversas expresiones de la lucha social y de clases, trabajadoras y trabajadores asalariados que se movilizan para que no se precaricen más sus condiciones de trabajo, movilizaciones del conjunto de las clases trabajadoras (urbanas y agrarias) contra las políticas de muerte de los gobiernos neoliberales, movilizaciones estudiantiles, de mujeres, de las disidencias sexuales y de género, de “sin techo”, de ambientalistas, de pueblos étnicos, entre otros.
Luchas donde han ido convergiendo históricos y nuevos procesos, algunos que asumen resistir la ofensiva contrainsurgente y neoliberal, otros que proponen reformas democratizadoras, y otros que plantean la necesidad de una nueva sociedad. Estas diversas expresiones y procesos están sobre todo en las calles, en procesos asamblearios, forjando un poder desde abajo, poniendo como desafío la necesidad de lograr consolidar la unidad en la diversidad para la lucha, en un proceso de concientización colectiva, respecto a los límites establecidos para la participación efectiva en el Estado burgués (en crisis).
La experiencia del “ciclo progresista” evidencia lo limitado de ser gobierno e inclusive tener mayorías parlamentarias, frente a los poderes económicos, judiciales, militares e incluso de los medios de comunicación masiva; todos poderes subordinados a la fuerza imperialista, principalmente de EUA. Esto implica la necesidad de repensar lo que es el poder, y retomar y combinar el movimiento de ir forjando un poder desde abajo para la toma del poder, para generar las condiciones que posibiliten una transformación hacia una nueva sociabilidad4.
En la coyuntura actual, son importantes todas las expresiones de lucha, así como el intercambio de experiencias y la articulación internacionalista, como uno de los elementos claves para enfrentar la ofensiva imperialista; será en el propio movimiento que se sabrá si el alcance es resistir, intentar reformas en el propio orden, o definitivamente radicalizar, para superar las relaciones de producción y reproducción capitalista5.
El neoliberalismo como estrategia del capital para responder a sus crisis sólo tiene para ofrecer más barbarie. La estrategia de reformas dentro del orden, pretendiendo una conciliación de clases, no tiene cabida en el actual contexto de crisis, a pesar que se abre un nuevo escenario con la pandemia del coronavirus (covid-19); incluso si se lograran algunas reformas democratizadoras, que serían muy importantes para el conjunto de las clases trabajadoras (y por las cuales habrá que luchar en la coyuntura actual), éstas no tienen posibilidad de perdurar dada la agudización de la crisis estructural del capital, donde los ciclos de las crisis periódicas son cada vez más cortos y más intensos, lo que conlleva a una pauperización de las clases trabajadoras, de la mano con una mayor concentración y centralización de la riqueza socialmente producida; es decir, continúa vigente la ley general de acumulación capitalista6.
El capital es una relación social, por lo tanto no hay un destino fatal, el qué sucederá depende también de la respuesta de las clases trabajadoras y los sectores subalternos, de su proceso de consciencia, de su capacidad de organización para la lucha, del horizonte de esa lucha: ¿resistir a la barbarie?, ¿hasta cuándo?; ¿reformas a la barbarie?, ¿son posibles?, ¿hasta dónde?; ¿transformar radicalmente la sociedad?, ¿el fin de la propiedad privada de los medios de producción y la superación del trabajo alienado?, ¿unas nuevas relaciones sociales de producción y reproducción de la vida social que impliquen otra forma de intercambio entre el ser social y con la naturaleza?, es decir, ¿una sociedad emancipada?
Estas preguntas son necesarias para asumir el debate: ¿qué Trabajo Social crítico? Resistir y luchar por reformas es necesario pero insuficiente; se trata de pensar colectivamente a qué proyecto de sociedad se apuesta y cuál es el horizonte al que esperamos contribuir también como profesionales de Trabajo Social.
Con esto no se está planteando que el Trabajo Social sea el responsable de la transformación de la sociedad, ni que el colectivo profesional sea un sujeto revolucionario; pero sí se plantea la necesidad de pensar el cotidiano profesional atravesado por las contradicciones de esta sociedad, reconociéndose como parte de la clase trabajadora, así como pensar la contribución que el Trabajo Social puede hacer a los procesos de transformación social, la lucha de clases y la articulación con movimientos sociales7.
El proyecto de sociedad es el horizonte al que se espera contribuir desde un proyecto ético-político profesional, por eso la reflexión y debate sobre un Trabajo Social crítico, pasa por la dimensión ético-política; no es casualidad que también en la contemporaneidad, especialmente en las últimas dos décadas, cada vez se haga más referencia a esta dimensión.
La dimensión ético-política está en relación con la dimensión teórico-metodológica y táctico-operativa8, por eso el debate sobre las perspectivas que se asumen como críticas en Trabajo Social en la contemporaneidad, debe pasar por estas dimensiones, ese es uno de los desafíos para desarrollar más adelante; por ahora se presentará una aproximación a lo que se considera son las tres principales tendencias del debate en la contemporaneidad, partiendo de las perspectivas históricas, para pensar el Trabajo Social en NuestrAmérica.
2) Algunos debates contemporáneos sobre las perspectivas históricas para pensar la profesión en NuestrAmérica
Para iniciar esta aproximación quisiera hacer una breve referencia al XXII Seminario Latinoamericano y del Caribe de Escuelas de Trabajo Social (SLETS): “Proyecciones profesionales, académicas y de investigación para el Trabajo Social en América Latina y El Caribe ante el desafío de la crisis mundial”, realizado en Bogotá, en la Universidad Nacional de Colombia, entre el 24 y 27 de septiembre de 2018. Este seminario es el principal evento académico de la profesión en la región, el cual se realiza, en principio, cada tres años, cuya organización está bajo la responsabilidad de la dirección de la Asociación Latinoamericana de Enseñanza e Investigación en Trabajo Social (ALAEITS) y docentes del país anfitrión.
En este evento se logra compartir e intercambiar desde los diversos acumulados profesionales y académicos de toda NuestrAmérica, desde diversas perspectivas, lo que se expresa tanto en las exposiciones centrales como en el conjunto de mesas e iniciativas de intercambio; es decir, este seminario logra ser tal vez la mayor expresión de las tendencias del debate profesional del Trabajo Social, desde la pluralidad necesaria9, aunque posiblemente hay expresiones que quedan por fuera por diversos motivos (incluyendo los costos económicos para la participación).
En esta ocasión se plantearon seis ejes de trabajo, “En total se presentaron o postularon al Seminario 346 ponencias, 26 simposios auto organizados, 15 talleres, 7 galerías fotográficas, 4 visitas a experiencias de intervención y 28 publicaciones.” (Mellizo, 2019, p. 10). Además, se abrieron espacios de reunión de grupos de investigación, y espacios no formales de encuentro y reuniones diversas.
De las 279 ponencias registradas en la agenda del seminario, 139 (50%) eran de Brasil, 62 (22%) de Colombia10, 31 (11%) de Chile, 15 (5%) de Argentina y 9 (3%) de México; las otras ponencias (8% del total) son de Bolivia, Paraguay, Perú, Uruguay, Costa Rica, Puerto Rico, Ecuador, Guatemala y España. Siendo evidente la predominancia de la producción de Brasil, no daría para argumentar, como engañosamente se dice, que es un evento donde no hay diversidad y donde se impone una única perspectiva, además bajo el falso supuesto de que el Trabajo Social en Brasil es homogéneo.
Mellizo (2019), expone lo que rescata como algunas tendencias de la discusión y desafíos, pero no los plantea en clave de debates desde las diversas perspectivas presentes, sino que cada punto lo presenta retomando los planteamientos de alguna(s) de las ponentes centrales, lo que daría la falsa impresión11 de que son complementarios.
De esta manera, expone: “Nos encontramos no sólo ante una región profundamente desigual, sino que también asistimos a un contexto de crisis civilizatoria. (...) Asimismo, el seminario puso en evidencia dos grandes tensiones a las cuales está expuesta la academia universitaria en la región.” (Mellizo, 2019, p. 10, 11). En estos dos primeros puntos retoma a Esperanza Gómez y Silvana Martínez (2019), quienes asumen una perspectiva crítica decolonial; posteriormente plantea “Nos encontramos ante un auge de la investigación histórica y comparada sobre la profesión, en los ámbitos nacionales, regionales e intercontinentales.” (Mellizo, 2019, p.11), referenciando a Bibiana Travi (2019), quien asume una perspectiva crítica histórico-disciplinar; y, finalmente, retomando a Yolanda Guerra (2019), quien se asume desde una perspectiva crítica marxista, comenta que “Se visibiliza la investigación desde y sobre el Trabajo Social como constitutiva de la profesión” (Mellizo, 2019, p. 12).
Para este autor, si se revisan los eventos profesionales en la región en los últimos años, se encuentra la referencia “a la discusión de la dimensión ético-política del Trabajo Social, desde una perspectiva crítica” (Mellizo, 2019, p. 6). Cabría cuestionarse y problematizarse desde qué perspectiva crítica.
En general, podría plantearse que se encuentran tres grandes perspectivas que, a su vez, contienen expresiones diversas en su interior: la crítica marxista o inspirada en Marx, que en buena parte de la literatura del debate profesional se referencia como la perspectiva histórico-crítica; la crítica denominada histórico-disciplinar; y la crítica decolonial.
Estas tres perspectivas, denominándose “críticas”, se convierten en tendencias en el debate contemporáneo en Trabajo Social en la región; lo que podría estar evidenciando que se hace moda la denominación de “Trabajo Social crítico”, ante lo cual es necesario el rigor de la fundamentación de las diversas perspectivas en el debate, para que no quede una expresión vacía, sino que haya cada vez mayor claridad de las disputas teórico-políticas dentro de la profesión y fortalecer la pluralidad del debate. Es importante precisar que dicho debate no se reduce a estas tres perspectivas, aunque sí son al parecer las que cada vez toman más fuerza.
A continuación se realizará una exposición (no neutral) para contribuir al debate, en la cual se presentará una breve síntesis de la crítica marxista, que es desde la cual se inicia la reflexión sobre la dimensión ético-política y se plantea la construcción de un proyecto ético-político profesional como proceso de continuidad y ruptura con la herencia de la Reconceptualización12. Posteriormente, se presentará una breve aproximación y problematización inicial a las otras dos perspectivas que han surgido en el debate profesional, que se asumen como críticas y también, de una u otra manera, son herederas de la Reconceptualización.
2.1 Sobre la crítica marxista
La crítica marxista cada vez toma más fuerza en la región, lo que se evidencia en diversas producciones académicas, eventos, e incluso su influencia, todavía muy limitada, en procesos de reforma curricular en diversos países; sin embargo, ha sido difundida especialmente bajo la denominación de la perspectiva histórico-crítica13.
A manera de síntesis se podría plantear que en esta perspectiva estarían les autoras/es que plantean que el Trabajo Social es un producto histórico-social, que surge en la fase monopolista/imperialista del capital, cuando el Estado asume enfrentar la “cuestión social”, por medio no solo de la coerción, sino también de la política social como estrategia de consenso, siendo necesario un nuevo profesional (inicialmente técnico) para la ejecución de la política social14.
La crítica marxista está en contradicción con análisis históricos del Trabajo Social que lo entienden como una evolución de diversas formas de ayuda (como la caridad y la filantropía), donde se explicaría el surgimiento y desarrollo profesional a partir de sí mismo, aislándola del proceso social, en el mejor de los casos planteando elementos de contexto, del desarrollo capitalista, el Estado, la política social, pero como un telón de fondo (sin sus determinaciones sobre la profesión); esto es lo que se ha denominado una perspectiva endogenista.
En la perspectiva histórico-crítica, el análisis de la profesión pasa necesariamente por un análisis del proceso de reproducción de las relaciones sociales en el modo de producción y reproducción capitalista, la lucha de clases, las transformaciones en el Estado y sus estrategias de enfrentamiento a la “cuestión social”, siendo la política social una mediación contradictoria en esa relación con una funcionalidad social (responder a las demandas de la clase trabajadora), económica (contribuyendo a la reproducción de la fuerza de trabajo) y política (como pacto de clases para la subordinación de la clase trabajadora al Estado burgués).
Asumir esta perspectiva implica entender el Trabajo Social como una profesión en la división socio-técnica del trabajo, como un trabajo asalariado (y no una forma de ayuda social), que se funda y está atravesada por las contradicciones de clases, surgiendo para contribuir en la reproducción de las relaciones sociales, es decir funcional al orden social establecido; pero que por su condición de clase (como parte de la clase trabajadora asalariada) y dado que su trabajo es con la clase trabajadora (especialmente con los sectores más pauperizados) puede entrar en contradicción con esa funcionalidad, lo que posibilita a su vez que asuma su compromiso con las necesidades de la clase trabajadora y no del capital.
La influencia de la producción bibliográfica profesional de Brasil empieza a ser cada vez más difundida y leída en NuestrAmérica, en la segunda mitad de la década de 1990 y la primera década del siglo XXI, con una predominancia de la producción marxista o inspirada en Marx, cuyos principales exponentes han sido Marilda Iamamoto (una de las ponentes centrales en el XXII SLETS, 2019) y José Paulo Netto.
Sin embargo, esa producción incluye una gran cantidad y diversidad de académicos e intelectuales, así como de temáticas estudiadas e investigadas15; reflexiones en torno a los fundamentos socio-históricos, ético-políticos, teórico-metodológicos y técnico-operativos de la profesión; análisis de la “cuestión social” y sus nuevas expresiones en el Brasil/América Latina y la política social. Estudios e investigaciones que, en buena parte, pretenden en su diversidad mantener la unidad de una hegemonía de una perspectiva marxista o inspirada en Marx16, es decir, que asumen el método dialéctico-materialista, la teoría crítica de la economía política y una perspectiva de clase (desde la clase trabajadora).
Sin embargo, esto no debe llevar al error de pensar que el Trabajo Social en Brasil es marxista, ni que así se ha pretendido17. Existen diversas perspectivas presentes en el debate profesional; la hegemonía no niega la pluralidad, explicita la diversidad de tendencias, asumiendo que hay alguna que se hace predominante según la correlación de fuerzas y que, por tanto, la disputa es permanente.
Esta reflexión se ha hecho para entender el proceso de consolidación, no sin conflictos y contradicciones, de la influencia de la herencia de Marx y parte de la tradición marxista en la producción bibliográfica, en la formación profesional y en la política de las entidades académicas y gremiales. Partiendo de un análisis del movimiento de la realidad social, respecto a las particularidades de cómo fue el proceso de la Reconceptualización en el contexto de dictadura cívico-militar, el proceso de crisis de la dictadura a fines de la década de 1970, el auge de las luchas sociales y de clases durante la década de 1980, el proceso de democratización (restringida), incluyendo la lucha por la Constituyente de 1988; así mismo, el análisis de la ofensiva neoconservadora; expresiones que se han mantenido en el tiempo y que se renuevan en la contemporaneidad, que en un contexto de ofensiva neoliberal y posmoderna, comienzan a ganar espacio en la disputa por la hegemonía en la profesión en ese país, con algunas expresiones incluso reaccionarias en su interior.
La perspectiva crítica marxista en Trabajo Social es heterogénea, ha tenido su desarrollo más destacado en la producción y debate profesional en Brasil, pero no ha sido un desarrollo exclusivo en ese país. Esta perspectiva crítica es heredera de la “intención de ruptura” con el Trabajo Social tradicional en América Latina y el Caribe, iniciada en la Reconceptualización, y que se consolida en la apuesta por una renovación crítica del Trabajo Social hasta la actualidad, a partir del balance crítico realizado desde finales de la década de 1970 e inicios de la década de 198018.
A partir de finales del siglo XX e inicios del siglo XXI cada vez se vienen expandiendo más las búsquedas de fundamentar la profesión desde esta perspectiva; con desarrollos muy importantes en Argentina, no solo en el ámbito académico, sino con un enraizamiento en sectores profesionales que en principio no están vinculados formalmente con la academia, pero que están produciendo conocimiento a partir de sus experiencias de trabajo profesional; reflexiones que plantean mediaciones entre la reproducción de las relaciones sociales, la “cuestión social” como lucha de clases, la política social y el Estado, para pensar la profesión. También hay expresiones de esta perspectiva en Costa Rica, Uruguay, Chile, Puerto Rico, México y Colombia, especialmente con el Colectivo de Trabajo Social Crítico Colombia (TSCC), y otros; así mismo hay búsquedas en Bolivia, Perú, Ecuador, Venezuela y Paraguay.
Es necesario poder ampliar el conocimiento de estos procesos y sus particularidades, fortalecer el intercambio, apuntando a que cada vez haya una mayor consolidación de los fundamentos teórico-metodológicos para la reflexión socio-histórica, ético-política y técnico/táctico-operativa; para que la referencia a esta perspectiva no quede en una intención o una moda, sino que efectivamente se logre un proceso en que cada vez haya mayor apropiación de la herencia de Marx y la tradición marxista, para pensar la sociedad y la profesión.
2.2 Sobre la crítica histórico-disciplinar
La principal referencia de esta perspectiva es Bibiana Travi, quien fue una de las ponentes centrales en el XXII SLETS. Realizando una primera aproximación, a manera de síntesis, se podría decir que Travi (2019, 2014, 2008), plantea que el Trabajo Social emergería como profesión en el seno del movimiento reformista-progresista europeo y estadounidense, con un claro posicionamiento ético-político y profundamente humanista en correspondencia con su momento histórico.
Travi (y quienes la acompañan) proponen una crítica a lo planteado por Montaño (2000), respecto a que existirían dos perspectivas para el análisis histórico del Trabajo Social, las perspectivas endogenista e histórico-crítica, a las que hicimos referencia anteriormente, proponiendo una tercera perspectiva de análisis que sería la histórico-disciplinar y que también se plantea como crítica; reconociendo, según Travi, el carácter crítico de las pioneras del Trabajo Social, lo que sería invisibilizado por el discurso único y homogeneizante que se habría supuestamente impuesto en la profesión en la región.
Al respecto quisiera plantear cuatro problematizaciones:
i) La propuesta de Travi, que ha sido acogida por parte de diversos docentes en varios países, pone nuevos elementos para el análisis histórico que contribuyen a la renovación del debate profesional; sin embargo, es una renovación del endogenismo en tanto prioriza en su análisis una reconstrucción histórica a partir de las pioneras del Trabajo Social (en Europa y Estados Unidos de América), sus trayectorias, aportes, etc.; a pesar de que pone elementos de contexto no se realiza un análisis de las determinaciones socio-históricas y las contradicciones que se expresan en esas trayectorias.
Además, como su denominación lo explicita (perspectiva histórico-disciplinar), pretende, a partir de dicha reconstrucción histórica, encontrar las bases de la construcción disciplinar, la cual, para la autora, desde el principio (con las pioneras) tendría un posicionamiento crítico y una apuesta disciplinar, lo que renueva el epistemologismo y la búsqueda de una identidad propia del Trabajo Social, una de las consecuencias del endogenismo.
ii) La reivindicación de las pioneras como mujeres militantes, académicas y profesionales es bastante instigante; se asume un posicionamiento reformista-progresista, es decir, retomando a Gómez (2017), una crítica liberal. Las pioneras, según lo planteado por Travi, fueron críticas, porque propusieron reformas sociales, porque eran feministas, algunas incluso por su identidad de género, según Travi, también porque eran pacifistas, anti-imperialistas y algunas hasta asumían el socialismo (fabiano); entonces, ¿por qué decir que era una crítica conservadora del orden social?
Este es uno de los puntos clave para este debate profesional en la contemporaneidad. Las pioneras rescatadas por Travi están produciendo su pensamiento y siendo parte de luchas entre finales del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, es decir, en momentos en que inicia la fase imperialista del capital, cuando también están en auge las luchas de clases, el crecimiento en número y en organización de la clase trabajadora asalariada en Europa y Estados Unidos de América, donde la crítica marxista para la superación del orden social está en disputa para pensar el qué hacer e incluso donde triunfa la primera revolución socialista.
La base de la denominada crítica liberal son las reformas al orden social, dentro del propio orden. Pero también es la base de sectores que se asumían como socialistas, planteando una crítica moral/romántica al capitalismo, donde no se planteaba la necesidad de su transformación estructural (es decir de las relaciones sociales fundamentales del modo de producción y reproducción de la vida social), y cuyo sujeto de transformación no era la clase trabajadora; fue para enfrentar estas diversas expresiones de socialismo utópico que Marx y Engels produjeron un análisis científico del modo de producción y reproducción capitalista, para evidenciar sus contradicciones inmanentes (capital-trabajo asalariado; desarrollo de las fuerzas productivas-relaciones sociales de producción; trabajo muerto-trabajo vivo; producción social de la riqueza-apropiación, concentración y centralización privada de la riqueza por una minoría y pauperización relativa y/o absoluta para la mayoría de la sociedad)19.
El socialismo fabiano, según Hobsbawm (1979), era una fuerza anti-marxista, negaban la teoría del valor-trabajo (por tanto, la explotación como base de la creación de plusvalor), se opusieron inclusive a la fundación de un partido obrero independiente y no estaban vinculados con las masas trabajadoras; aunque también eran anti-liberales (refiriéndose a las expresiones del liberalismo clásico del “laissez faire”), apoyando el imperialismo (sustentado en el monopolio).
El denominado socialismo fabiano planteaba la necesidad de ir acumulando cambios sociales que supuestamente llevarían a una transformación de la sociedad sin necesidad de una revolución; esto es, reformas sociales dentro del orden social, lo que coincide con los procesos de transformación de las funciones y ampliación del Estado burgués en la fase imperialista del capital, donde la política social y los programas sociales pasan a ser parte de la estrategia de dominación, respondiendo a la lucha de clases también por la vía del consenso; por supuesto, sin suprimir la naturaleza coercitiva del Estado, y esto es lo que sentará las bases de la necesidad histórica del Trabajo Social.
Puede ser que hubiera buena voluntad de las pioneras respecto a sus propuestas y militancia, sin embargo, sus planteamientos, ya en su época, hacían parte de las críticas conservadoras del orden social burgués que pretenden la conciliación de las clases sociales. Así mismo, habría que estudiar y problematizar respecto al “pacifismo”, el “anti-imperialismo” y el “feminismo”, desde qué perspectiva se asumen. Se podría sospechar que también es desde una crítica liberal, lo cual evidenciaría sus límites conservadores respecto a mantener la base de las relaciones sociales de producción y reproducción burguesas20.
iii) Es importante precisar que la Reconceptualización inicia una crítica e intención de ruptura con el Trabajo Social clásico y tradicional en América Latina y el Caribe, y a pesar de que uno de los elementos clave de esa crítica es respecto a la influencia del Trabajo Social norteamericano y europeo, habría que reconocer que no se trata de una crítica a las trayectorias y producciones de las pioneras de las cuales, seguramente, como lo afirma Travi, poco se conocía y se conoce.
Proponer aproximarse a las pioneras es pertinente21; estudiar a profundidad sus planteamientos ético-políticos, teórico-metodológicos y técnico-operativos, pero haciendo este análisis mediado por las múltiples determinaciones económicas, políticas y sociales de ese momento histórico. Retomar las pioneras o cualquier otra referencia en un proceso dialéctico de aprehensión, implica rescatar sus aportes, hacer la crítica y superar sus limitaciones y contradicciones.
iv) Por último, es pertinente precisar que la denominación de esta perspectiva histórico-disciplinar del Trabajo Social surge al parecer con Travi y sus primeras expresiones fueron a mediados de la primera década del siglo XXI, así que no podríamos exigirle a Montaño que, en 1998, cuando publica su ensayo sobre la naturaleza del Trabajo Social, ya la tuviera como referencia.
Sin embargo, varios elementos de sus propuestas de interpretación sí dialogan con diversos planteamientos sobre la necesidad de recuperar la historia profesional, a partir de quienes han hecho la historia del Trabajo Social, en la búsqueda por una identidad profesional y un estatuto disciplinar; elementos que confluyen en una perspectiva endogenista-epistemologista, expresión de una modernización conservadora de la pos-Reconceptualización, aunque se auto-denomine crítica.
2.3 Sobre la crítica decolonial
Esta perspectiva es tal vez la más reciente en el debate profesional, aunque varios de sus autores de referencia (como Aníbal Quijano y Enrique Dussel) son pensadores con mucha influencia en el pensamiento crítico latinoamericano, desde las décadas de 1960-1970, y en parte de lo que plantean recogen pensamientos y luchas de los pueblos, desde la colonia, hasta la actualidad. Llama la atención que Esperanza Gómez (2016), quien fue una de las conferencistas centrales en el XXII SLETS y es una de las referencias entre quienes asumen esa perspectiva crítica decolonial en Trabajo Social, plantea que la opción decolonial entra en la profesión en la década de 1990.
La autora hace énfasis en la diversidad dentro de la profesión y la reconoce como una oportunidad “para construir proyectos de transformación y liberación social” (2019, p. 6), proponiendo que es necesario un diálogo entre las mismas.
Gómez (2019, 2016, 2015), plantea que la crisis capitalista es una crisis civilizatoria, una crisis de la modernidad como proyecto. En el desarrollo de su argumento se critica la occidentalización y el “norte-eurocentrismo” que ha impuesto una única cultura, para lo cual sería necesario un verdadero diálogo intercultural y decolonial crítico, que posibilite una ruptura con la fragmentación de las ciencias sociales, asumiendo que la realidad social es “compleja”.
Desde esta perspectiva se plantea una crítica a la “colonialidad del poder” como la base para la instauración de las relaciones sociales, que se expresa en el “poder del saber”, “poder sobre el ser” y “poder sobre la naturaleza”, proponiendo una reflexión crítica histórica, epistémica, ontológica, ética y política.
Los elementos expuestos ya provocan debates. Podría decir que varios de estos planteamientos en realidad ya están puestos en la crítica de Marx y Engels a la sociabilidad burguesa y también se han desarrollado en la tradición marxista (1986).
Sería necesario profundizar respecto a la concepción de la crisis estructural del capital, la cual es económica, política, social y ambiental22; una crisis de la modernidad como realización del modo de producción y reproducción capitalista, del Estado burgués, de la razón instrumental, formal-abstracta y del irracionalismo como respuesta en el pensamiento ante la crisis23.
La modernidad como proyecto va más allá de su realización burguesa, el proyecto de la emancipación y liberación humana trascienden este momento histórico; es en el propio movimiento de la sociedad moderna que surge la crítica como pensamiento desde la razón dialéctica y como lucha concreta de la clase trabajadora asalariada con la potencialidad de realizar dicho proyecto emancipatorio.
Esto no niega que hayan existido diversas expresiones de pensamientos y luchas de resistencias desde el propio proceso de desarrollo capitalista, como una “civilización” que genera barbarie con los procesos de colonialismo y colonialidad, pero que también genera expresiones de resistencias de los pueblos dominados.
Sin embargo, la superación de las relaciones sociales del modo de producción y reproducción capitalista que se expresan en el conjunto de la vida social, incluidas las diversas formas de dominación, tienen como base la explotación del trabajo vivo, de la fuerza de trabajo, en el intercambio con la naturaleza, en un proceso en que las fuerzas productivas del capital se han convertido en fuerzas destructivas y que, en estas primeras décadas del siglo XXI, se ha mundializado con la plena realización de la fase imperialista del capital.
Asumiendo los puntos de diálogo planteados por Gómez, sería necesario un intercambio para debatir cuáles son los elementos de novedad que efectivamente hay en el pensamiento de Dussel y Quijano, entre otros/as, como parte de un movimiento dialéctico del pensamiento. Esto implica, como base de ese diálogo, la necesidad del estudio y apropiación de la herencia teórico-metodológica y política del pensamiento de Marx y Engels, ya que lamentablemente lo que tiende a suceder es una referencia por medio de interpretaciones, que terminan caricaturizando o vulgarizando dicha herencia, que en el caso del Trabajo Social reproduce el anti-marxismo presente incluso en exponentes de la denominada opción decolonial24.
También se abren otros debates respecto al análisis histórico de la profesión, el supuesto carácter disciplinar, presentado por Gómez (2019), como campo de conocimiento y de la “intervención social”, lo que parece un retorno a una búsqueda de una especificidad, rasgo de las reflexiones endogenistas-epistemologistas, también el intercambio sobre reflexiones en torno a la perspectiva de totalidad y la dimensión ético-política, entre otras.
En la crítica decolonial se encuentra un diálogo con las otras dos perspectivas críticas expuestas, sin embargo, hay elementos que son irreconciliables entre éstas. El intercambio es necesario para un proceso plural de renovación crítica del Trabajo Social, donde, por supuesto, también estarán en debate las diversas expresiones modernizadoras y conservadoras, así se asuman como “críticas”25.
3) Algunos desafíos para seguir la construcción de un Trabajo Social crítico
Los planteamientos aquí realizados no son para cerrar el debate, sino para contribuir a abrirlo y provocarlo; se hace necesario reconocer y valorar la diversidad en un esfuerzo por ir teniendo cada vez más rigor en el intercambio.
Hay una disputa entre las diversas perspectivas que se asumen como críticas -las cuales a su vez no son homogéneas, hay diversidad también en cada una-, la pluralidad es necesaria para fortalecer los procesos de formación respecto al análisis histórico, las influencias y desarrollos teórico-metodológicos en la formación y el trabajo profesional, lo cual no implica eclecticismo.
La pluralidad en un horizonte de formación crítica implica asumir abiertamente los debates sobre la crisis del capital, sus causas socio-estructurales, sobre el Estado, la democracia, las luchas sociales y de clases, las causas de la desigualdad social, y sus expresiones cotidianas, los proyectos societarios y profesionales.
Esta es la base para debatir la profesión, apuntando a superar el endogenismo y el epistemologismo en sus diversas expresiones26; superar la fragmentación de la formación en caso (individuo y familia), grupo y comunidad; fortalecer la fundamentación teórico-metodológica para el análisis concreto de la realidad social en la relación estructura-coyuntura-sujeto-vida cotidiana, desde una perspectiva de totalidad dialéctico-materialista; retomar y defender la necesidad de la formación investigativa en el proceso de formación profesional.
En una perspectiva crítica en la contemporaneidad en Trabajo Social es preciso asumir, en coherencia con un proyecto societario en un horizonte emancipador27, una posición contra-capitalista (contra-imperialista, contra-neoliberal), contra-patriarcal, contra-racista; por unas nuevas relaciones sociales en el intercambio entre seres sociales y con la naturaleza; un nuevo modo de producción y reproducción para la vida social.
Por eso la herencia teórico-metodológica y política de Marx sigue siendo necesaria para el análisis concreto de la realidad social. Sin su apropiación no hay condición de superación, para ir más allá respecto a los límites propios de cualquier pensador/pensamiento datado históricamente, asumiendo, desde una perspectiva de clase (de las clases trabajadoras, de los desposeídos de medios de vida), contribuir y ser parte de las luchas por la transformación social y la superación de la sociedad burguesa. A propósito de las vivencias provocadas por la pandemia del coronavirus (Covid-19) en que se ha hecho evidente que la barbarie no va a llegar, ya se está viviendo, por eso las resistencias y reformas no bastan (aunque sean necesarias).
Este texto es una primera aproximación para seguir profundizando, retomando el necesario estudio y análisis de la lucha de clases y el Trabajo Social en NuestrAmérica, reconociendo la diversidad de las luchas sociales, insistir en que en la contemporaneidad, de crisis estructural del capital y de ofensiva neoliberal y contrainsurgente, la lucha de clases continua siendo central y transversal en las luchas sociales28.
Así mismo, reconociendo las diversas perspectivas que se asumen como críticas en el Trabajo Social, algo que es muy valioso en este momento del debate profesional es que hay una producción de conocimiento con rigor que sirve para fundamentar las diversas perspectivas, el paso necesario es que desde el respeto a la diversidad se superen discusiones personalistas y sectarias, lo que no implica una falsa tolerancia, sino, retomando a Zuleta (2017), decir lo que se piensa.
No voy, no vas al juego del disfraz.
Corista tú y amor de este arlequín romántico -al menos hasta el fin-, imposmodernizable.
Silvio Rodríguez. (Canción El Baile)