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Perífrasis. Revista de Literatura, Teoría y Crítica

Print version ISSN 2145-8987

perifrasis. rev.lit.teor.crit. vol.15 no.32 Bogotá May/Aug. 2024  Epub Apr 30, 2024

https://doi.org/10.25025/perifrasis202415.32.05 

Artículos

Las poetas afrocolombianas del Pacífico y la reconstrucción del territorio: una mirada desde la filosofía africana, la teoría ecocrítica africana y el ecowomanism

The Afro-Colombian Women Poets of the Pacific and the Reconstruction of the Territory: A Perspective from African Philosophy, African-Ecocriticism Theory, and Ecowomanism

Mulheres poetas afro-colombianas do Pacífico e a reconstrução do território: uma visão da filosofia africana, da teoria ecocrítica africana e do ecowomanismo

Alexa Melissa Hurtado Montaño1  *

1Texas A&M University


Resumen

Con su poesía, las poetas afrocolombianas revelan la relación entre el ser humano y su entorno, demuestran la interconexión e interdependencia entre los seres vivos y no vivos, y exponen cómo la protección y el cuidado del medioambiente son claves para la humanidad. En este artículo se analiza la producción poética de las autoras Sonia Nadhezda Truque y María Elcina Valencia Córdoba, quienes reflejan sus vivencias y perspectivas respecto al entorno, al ser afectadas por la violencia, el desplazamiento y las condiciones de raza, género y clase. La poesía de estas mujeres del Pacífico presenta una ética e interconexión con sus territorios, lo que evidencia una significativa conexión con lo terrenal y lo natural (tal como la filosofía africana ambiental). Se concluye que en su poesía se encuentran aspectos de la teoría african-ecocriticism y ecowomanism, como resultado de sus experiencias como activistas ambientales, mujeres y miembros de la diáspora africana.

Palabras clave poesía afrocolombiana; territorio; ecocrítica; ecowomanism; Pacífico; interconexión; protección; filosofía ambiental

Abstract

Afro-Colombian women poets, by their poetry, reveal the relationship of human beings with their environment They present the interconnection and interdependence of all living and non-living beings, and show how the protection and care of the environment are key aspects for humanity. In this paper, I analyze the poetry works of Sonia Nadhezda Truque and María Elcina Valencia Córdoba whose poems reflect their experiences and views on the environment affected by violence, displacement, and the conditions of race, gender, and class. I contend that both poets demonstrate an ethic and interconnection with their territories, evidencing their cosmovision of the self and their connection with the earth and nature, as reflected in the African environmental philosophy. I argue that within their poetry, there are aspects of African-ecocriticism and ecowomanism theories due to their experience as environmental activists, women, and members of the African Diaspora.

Keywords Afro-Colombian poetry; territory; ecocriticism; ecowomanism; Pacific; interconnection; protection; environmental philosophy

Resumo

As poetas afrocolombianas, por meio da sua poesia, revelam a relação dos seres humanos com o seu ambiente. Demonstrando a interconexão e a interdependência de todos os seres vivos e não vivos -, como mostra a filosofia ambiental africana. Elas mostram como a proteção - e o cuidado com o meio ambiente são aspectos fundamentais para a humanidade. Além disso, na sua poesia, há aspectos da ecocrítica africana e do ecowomanismo, como resultado da diáspora africana. Este trabalho expõe como a poesia afro-colombiana das mulheres do Pacífico demonstra uma ética e uma interconexão com os seus territórios, evidenciando a sua cosmovisão e a sua conexão com o terreno e o natural. Foi escolhida a obra poética das autoras Sonia Nadhezda Truque e María Elcina Valencia Córdoba, que nas suas poesias refletem as suas experiências e perspectivas sobre o meio ambiente, afetadas pela violência, pelo deslocamento e pelas condições de raça, gênero e classe.

Palavras-chave Poesia Afra-colombiana; território; African-ecocriticism-ecowomanism; Pacífico; interconexão; entorno; proteção; filosofia ambiental

1. Introducción

Las poetas afrocolombianas, además de manifestar y expresar sus experiencias a través de versos, también revelan la relación entre el ser humano y su entorno, junto con las transformaciones y cambios irreversibles que este ha sufrido en los aspectos biológicos, geofísicos y sociales. Las poetas expresan una mirada crítica frente a estas transformaciones y cuestionan su habitar en relación con el entorno natural. Así, dan a conocer la interconexión e interdependencia de todos los seres al trascender la búsqueda de un beneficio individual (tal como lo muestra la filosofía africana ambiental); de esta forma, muestran cómo la protección y el cuidado del medioambiente son aspectos claves y de valor intrínseco para la humanidad. La poesía de las afrocolombianas es clave para observar y entender las tradiciones, las formas de ser y la ancestralidad desde la afrocentricidad. Al respecto, es importante tener presente que, desde la perspectiva afrocéntrica, los autores africanos y afrodescendientes desplazan las formas eurocéntricas de pensar, ser y sentir; de esta manera, visualizan con esta perspectiva los aspectos sociales, económicos y culturales que afectan sus comunidades (Asante 172). Es importante que las personas africanas y afrodescendientes sean el centro de sus propias narrativas:

A frame of reference wherenin phenomena are viewed from the perspective of the African person… It centers on placing people of African origin in control of their lives and attitudes about the world. This mean that we examine every aspect of the dislocations of African people; culture, economics, pychology, health and religion… As an intellectual theory, Afrocentricity is the study of the ideas and events from the standpoint of Africans as the key players rather than victims. (Asante 172)

En la poesía de las mujeres afrocolombianas también es posible observar aspectos de las teorías del african-ecocriticism y del ecowomanism1. La primera critica el impacto del colonialismo y de la globalización en el medioambiente de los habitantes autóctonos, así como la desposesión de su territorio. Por su parte, la segunda ofrece una reflexión crítica frente a la justicia medioambiental y la lógica de dominación que actúa sobre los diferentes tipos de opresiones desde la perspectiva de las mujeres afrodescendientes. Esto demuestra la existencia de una poesía protegida por la diáspora africana y la construcción y reconstrucción de la cultura afrocolombiana mediante la escritura.

Este artículo sostiene que la poesía afrocolombiana escrita por las mujeres del Pacífico presenta una ética e interconexión con el entorno en el que habitan, lo que evidencia una cosmovisión que conecta al ser con lo terrenal y lo natural, en relación con la ética o filosofía africana, y el punto en común con la literatura africana ambiental. Para esto se eligió el trabajo poético de las autoras afrocolombianas del Pacífico Sonia Nadhezda Truque y María Elcina Valencia Córdoba. Las dos poetas elegidas reflejan sus vivencias y perspectivas reales e íntimas con el entorno como mujeres afrodescendientes afectadas por la violencia, el desplazamiento y las condiciones de raza, género y clase. Además, desde una posición crítica, en su obra se puede reconocer cómo la naturaleza se convierte en testigo de la violencia que han sufrido las comunidades afrocolombianas y la manera en que sus habitantes asumen la responsabilidad de reconstruirla nuevamente. Para el análisis se tendrán en cuenta las bases de la filosofía y teoría africana ambiental, junto con la estética de la literatura africana ambiental, principalmente, en los temas comunes en ambas literaturas (la literatura afrocolombiana y la literatura africana ambiental), además de la teoría ecowomanism en su función como escritoras afrodescendientes.

2. La filosofía africana del entorno en la poesía afrocolombiana del Pacífico

La cosmovisión tradicional africana se basa en la idea de que los seres humanos deben garantizar la protección del medioambiente, ya que al dañarlo perjudican a sus parientes e incluso a sí mismos (Okyere-Manu et al. 175). Ogungbemi menciona que tradicionalmente la relación africana con la naturaleza consistía en no tomar de ella más de lo necesario; esto implica una “ética del cuidado”:

In our traditional relationship with nature, men and women recognize the importance of water, land and air management. To our traditional communities the ethics of not taking more than you need from nature is a moral code. Perhaps this explains why earth, forests, rivers, wind, and other natural objects are traditionally believed to be both natural and divine. The philosophy behind this belief may not necessarily be religious, but a natural means by which the human environment can be preserved. The ethics of care is essential to traditional understanding of environmental protection and conservation. (266)

Por lo anterior, la ética o filosofía ambiental se convierte en un elemento clave para entender los fundamentos del african-ecocriticism y la literatura africana ambiental. Esto debido a que, a partir de esta filosofía, es posible analizar cómo la colonización, la modernización y la globalización han afectado fuertemente los entornos naturales. Así, se podría intensificar la lucha para que las sociedades encuentren maneras equitativas y sostenibles de habitar en armonía.

2.1 La filosofía africana: el ser humano, la naturaleza y lo divino

Diversas corrientes filosóficas han discutido la importancia del ser humano y su unión con el entorno, no como un ente superior, sino como un ser conectado con lo natural, lo animal, lo espiritual y lo comunitario. Ekwealo afirma que la filosofía africana ambiental se ocupa de los principios fundamentales que rigen la relación entre el hombre y el medioambiente, basada en la cosmovisión africana, cuyo trasfondo es la creencia en la vinculación de la naturaleza, la comunidad y el hombre; a partir de estas, se define una relación ética (3).

Los autores Okpe y Oti señalan que, para comprender la naturaleza de la filosofía ambiental africana, es importante pensar en la ontología africana, compuesta de seres espirituales (invisibles e intangibles) y físicos (visibles y tangibles); entre estos seres se encuentran referencias a Dios, dioses, espíritus, ancestros, etc. (106). Por otra parte, lo físico se compone de hombres, animales, plantas y otros objetos sin vida biológica. Mbiti refuerza está concepción al mencionar cinco categorías: 1) Dios; 2) espíritus formados por seres sobrehumanos y los espíritus de los hombres que murieron hace mucho tiempo; 3) el hombre, tanto el que habita la tierra como el que está por nacer; 4) animales y plantas, o el resto de la vida biológica; 5) fenómenos y objetos sin vida biológica (15). Es claro que para Mbiti la ontología africana es una completa unidad y, en consecuencia, nada puede romper o destruir estas cinco categorías, puesto que se interconectan y se manifiestan en todo: “Here is a culture of respect, dignity, and accommodation for all beings, such that before you invade another’s space, it must be ase don necessity” (4).

Desde la perspectiva de la ontología africana, los seres vivos y no vivos son entes cruciales para el desarrollo de la humanidad. Por ende, el hombre no debería ubicarse en una posición superior a la naturaleza, sino mantenerse como un igual con el entorno y así lograr el equilibrio. Okpe y Oti manifiestan que la concepción antropocéntrica del universo ubica al hombre en el centro de todo lo creado, y esto constituye “una mirada superficial” sobre la jerarquía de lo existente, razón por la que se les otorga un valor intrínseco a los humanos, mientras que los otros seres y criaturas son medios para el fin del hombre (106). Maduka Enyimba también señala que sostener el medioambiente y sus elementos constitutivos garantiza un mejor crecimiento y mantenimiento del hombre, las plantas, los animales y otras formas de vida residentes en la tierra o el medio natural; todo lo que exista para el hombre (en el sentido africano) no debe permanecer bajo su dominio agresivo o de sometimiento (154). En otras palabras, que haya una utilidad para el ser humano no significa que a este se le permita tratar al entorno sin “reverencia” o respeto; todo lo que ocupa un espacio en la Tierra es una parte esencial del orden moral del universo y determina todo lo que sucede en la humanidad. Así que el humano, siendo el Señor del universo, tiene la responsabilidad de cuidar, mantener y conservar el medio natural, ya que su bienestar depende del bienestar del medio.

Es clave apuntar que la idea de la conexión entre las mujeres afrodescendientes y la tierra, la naturaleza y los elementos vivos y no vivos permanece en las actividades de lucha social y ambiental de dichas mujeres, así como en sus versos. Todo esto a pesar de la dinámica cultural, las políticas externas y el conflicto armado que han afectado de múltiples maneras el espacio demográfico y ambiental en las comunidades afrocolombianas. Las poetas afrocolombianas del Pacífico, mediante su poesía, recuperan y salvaguardan los territorios de las comunidades afrodescendientes de todo el país. Su poesía deleita la conexión especial que sienten ellas con el entorno, junto con la reconstrucción de espacios que son parte fundamental de su ser, de su búsqueda de identidad y su lugar en la tierra. También reconstruyen sus territorios geográficos, como respuesta a diferentes factores relacionados con el desplazamiento forzado, la violencia, la posesión de sus cuerpos y el arrebatamiento de sus derechos humanos.

Las poetas Sonia Nadhezda Truque y María Elcina Valencia, cuyas obras hacen parte de ¡Negras somos! Antología de 21 mujeres poetas afrocolombianas de la región Pacífica (compilada por Guiomar Cuesta y Alfredo Ocampo), dan a conocer la reconstrucción femenina de los territorios geográficos, terrenales o naturales y su importancia para la reivindicación de la vida, como parte de una comunidad que busca un territorio libre de amenazas humanas y naturales. De esta forma, pretenden recuperar los espacios para habitar en equilibrio con la naturaleza y todos los entes que la conforman. Además, revelan cómo es la conexión íntima entre las mujeres negras y la naturaleza, que permite pensar en un futuro sostenible.

En sus poemas, la autora Sonia Nadhezda refleja una interminable sucesión de vivencias reales e íntimas con el entorno desde su perspectiva de mujer negra desplazada de su territorio en el Pacífico colombiano. En sus textos, alude al ser humano como cuidador de la naturaleza y a la manera en la que este papel se ha perdido a causa de las nuevas dinámicas impuestas por las instituciones o agentes de poder que, en este caso, ejercen violencia en sus territorios. Estas imposiciones acaban con la vida no solo de los seres humanos, sino también de la naturaleza, tal como lo expresa en el poema “Bodegón con naturaleza muerta”:

Sobre el campo verde

se observan

los cuerpos de los hombres.

Yacen ahí.

El río que parte en dos

la intuida extensión

permite ver otros cuerpos

que yacen ahí.

Delgados hilos de sangre brotan

de sus cuellos yertos.

Más acá una mano

que ha sido cortada de tajo

busca el sur sobre esas aguas ensangrentadas.

No hay cielo. No hay azul.

Una espesa niebla

cubre esa vasta extensión

Donde impera la muerte. (Cuesta Escobar y Ocampo Zamorano 108)

El poema se refiere al entorno natural “campo verde” como testigo de dos hombres que ocupan ese espacio. Sin embargo, estos cuerpos no están en una posición de cuidadores o protectores, a tenor de la filosofía africana, sino que “yacen”. Esto constituye una crítica a la ruptura de la conexión entre el ser humano protector y su entorno. El río se contamina con la sangre de los dos cuerpos que se esparce en el medio y refleja la violencia padecida en estas comunidades. El espacio se contamina con la muerte violenta y despiadada. No se trata, en todo caso, solo de la vida de los dos hombres, sino también del entorno natural: “No hay cielo. No hay azul”. Dichos hombres, al estar interconectados con la naturaleza, adquieren un aspecto de abandono y muerte. En el poema también es posible encontrar la desposesión de la tierra; al ser testigo de la violencia y contaminarse por esta, pierde su esencia y deja de prosperar. No hay cuidado, no hay conexión, no hay vida. La guerra rompe el vínculo entre el humano y el entorno, y se genera un espacio de nostalgia, abandono y muerte.

Por su parte, la autora María Elcina Valencia Córdoba expresa en sus poemas la búsqueda de la reivindicación de su comunidad en el entorno. Menciona que existe un vínculo íntimo entre el ser humano y la naturaleza, y por lo tanto es responsabilidad de este protegerla del daño de los “invasores”. Para esta autora, la tierra es una base para la humanidad, como se observa en el poema “La madre Tierra”:

Así es mi tierra de grandeza inenarrable,

de linderos naturales, de verjas imaginarias,

de delfines salvadores, de ballenas jorobadas,

de mal sanidad perpetua que es riqueza planetaria.

Territorios donde crecen las culturas milenarias,

legado de mis hijos, balcón de mi fortuna,

madre que preñas con golpes de azadones,

fémina que pares con los ritmos de la luna.

Hoy me está creciendo un coraje ineluctable

de defender mi tierra de invasores bárbaros,

de intrusos huraños que matan la esperanza,

de paisanos tiranos que se venden a destajo;

pero entre contradicciones sigo sembrándote flores

magnificando la fuerza que heredé de mis abuelos.

Mientras tu suelo se tiñe de rojo, de alquitranes y cizañas

y en tus cielos rugen remolinos de veneno,

quiero devolverte el verde de montes enajenados

y encontrar de nuevo el verbo que se funde con el alma,

porque eres Madre la razón de nuestras luchas,

porque eres vida para el mundo que te mata. (Cuesta Escobar y Ocampo Zamorano 163)

María Elcina alude a la riqueza de la naturaleza en su territorio; también, a su deseo de que este lugar sea habitable para sus hijos, quienes deberían comprender dicha riqueza como una fortuna. En su poema, es posible percibir la figura del cuidador, en este caso, de la mujer negra, debido al inexplicable y personal vínculo que siente ella con este espacio. La acción de “cuidar” implica mucho más que proteger el territorio del daño de “los invasores”; se trata de ayudarle a crecer tal como lo hacían sus abuelos y sus antepasados: “sembrándote flores”. Es significativa la fuerza innegable de la mujer negra que ha cosechado no solo para ella, sino también para proteger su territorio.

De forma paralela, el poema de María Elcina señala la destrucción del entorno por parte del hombre al expresar la indiferencia de la humanidad frente a lo fundamental, incluso en contravía de su propio bienestar: “Porque eres vida para el mundo que te mata”. En este caso, la mujer negra se encarga de recuperar los espacios naturales: “Mientras tu suelo se tiñe de rojo, de alquitranes y cizañas …, / quiero devolverte el verde de montes enajenados”. En el poema también se señalan los recursos naturales como parte fundamental en la construcción del territorio, y la manera en que este espacio natural se convierte en parte de su memoria, sus prácticas cotidianas y sus costumbres.

Ambas autoras coinciden en que el ser humano no debería desprenderse de la relación necesaria que establecen con la naturaleza, el entorno y su territorio, puesto que conservar la conexión permite el desarrollo de humanidad. Sus poemas son una crítica a varios elementos externos, entre ellos la violencia y la globalización, que han afectado a los pobladores de estas comunidades y han roto su vínculo con los territorios. Estas dinámicas arriesgan el futuro de toda la comunidad.

2.2 La african-ecocriticism y la estética de la literatura africana ambiental en la poesía afrocolombiana de mujeres

Los autores que escriben desde una perspectiva ambiental o ecocrítica priorizan la justicia social, los entornos naturales, los medios de subsistencia y la relaciones entre las prácticas medioambientales, las representaciones de la naturaleza, las instituciones de poder y la influencia de los intereses socioeconómicos (Caminero-Santangelo 28). Así mismo, es necesario que estos autores planteen la teoría ecocrítica en conexión con el poscolonialismo. Esto no significa que deba reducirse la función de la literatura africana ambiental simplemente a resaltar las consecuencias del colonialismo, pues también deben reconocerse las dinámicas tradicionales que buscan la protección de los territorios, desde una concepción ética y sin ignorar las particulares estéticas de la literatura africana ambiental o poscolonial.

La autora Chengyi Coral Wu menciona una lista de temas que se encuentranen la literatura africana ambiental, que también se encuentran en la poesía afrocolombiana:1) tradiciones orales, diálogos, dialectos y la conciencia comunitaria; 2) desposesiónde la tierra (impuestos sobre la tierra, cercamientos, desplazamientos forzados);3) agricultura (agricultura local de subsistencia frente a la agricultura global o capitalista);4) campo y ciudad (tradición frente a la modernidad, nostalgia, desplazamiento yretorno al territorio); 5) cambio climático, especialmente su impacto en la poblaciónde sus comunidades; 6) recursos naturales y su explotación; 7) paisajes naturales y surepercusión en la psicología humana, la memoria, las prácticas sociales y las costumbres;8) entornos urbanos y la urbanización; 9) plantas, alimentos, animales, enfermedades;10) el impacto de la guerra; y 11) los conocimientos nativos (161). Sin embargo, esimportante tener en cuenta que los autores de la literatura africana ambiental o de lapoesía afrocolombiana ambiental no se limitan a este listado, ya que incorporan elementosque trascienden la justicia ambiental para cuestionar el rol de las instituciones depoder, el capitalismo, la globalización y las consecuencias de la colonización.

Kiran Asher explica que las escritoras afrodescendientes del Pacífico colombiano han reinventado mediante la escritura las dinámicas de sus territorios: el uso de las yerbas, el conocimiento de otras propiedades de la naturaleza, técnicas para entender y habitar los bosques húmedos y el uso de la oralidad para transmitir sus tradiciones, creencias y cosmogonía. De esta manera consiguen establecer relaciones armoniosas entre los seres vivos y los no vivos (150). No obstante, también aluden a la forma en que estas dinámicas se han afectado por las disputas económicas, políticas y las instituciones de poder y hegemónicas, junto con la violencia que maltrata a los territorios.

Mediante su poesía, Sonia Nadhezda reconstruye el territorio desde el exterior hacia el interior, y realiza una crítica a la ciudad y al ideal impuesto a la capital como un lugar “mejor” para vivir, alejado de las dinámicas del campo y los territorios. La autora reconoce la manera en que las dinámicas entre el ser humano y la ciudad han trasformado su humanidad, emocionalidad, y convierten al primero en un ente vacío, roto y deshumanizado, tal como sucede en su poema “Bogotá”:

Es el horror

de encontrarse

con el desencuentro.

Es constatar

que la palabra no facilita las cosas.

Los rostros ¿Son rostros?

Asienten y disienten.

Ciudad de murmullos,

de ti vale.

tu ancha sombra al pie del cerro. (Cuesta Escobar y Ocampo Zamorano 107)

La autora refleja el pasar del campo a la ciudad como un acto de nostalgia y desconsuelo, de no sentirse parte de la metrópolis y limitarse a los sentires de los ciudadanos “sin rostro”, quienes están desconectados de su entorno y solo siguen el camino: “asienten y disienten”. Cabe preguntarse lo siguiente: ¿hace falta la naturaleza para que los ciudadanos sin rostro vuelvan a conectarse y sentir humanidad por los otros? La autora señala que las dinámicas de la ciudad restan emocionalidad en sus ciudadanos y causan desconexión entre ellos y su entorno.

En sus versos se presentan elementos de la naturaleza como testigos de la barbarie del ser humano ya lejano de su rol de cuidador y protector para entrar en un estado de desconexión absoluta, como ocurre en el poema “Bosque izquierdo”:

Fuera los árboles

no se mueva una hoja.

Nada interrumpe el silencio.

Un auto se detiene,

dos hombres bajan una bolsa negra

apoyados en la baranda del puente,

la arrojan al vacío.

Alguien observa.

Fuera los árboles.

Nada interrumpe el silencio.

Alguien observa el paso cotidiano de la muerte. (Cuesta Escobar y Ocampo Zamorano 108)

El poema muestra la desposesión de la tierra al convertir el entorno en testigo de la violencia y la muerte. Así mismo, esta situación de muerte paraliza la naturaleza y la desnaturaliza, por lo que su cotidianidad es interrumpida y maltratada por quien debería protegerla. El verso “Alguien observa el paso cotidiano de la muerte” transmite la nostalgia de la naturaleza ante la violencia del ser humano contra sí mismo y, por ende, contra ella. Ambos poemas señalan la violencia que los diferentes grupos armados ocasionan en las comunidades afrodescendientes. El entorno, la naturaleza y el territorio son testigos de dicha violencia sin poder escapar de ella. Su percepción como mujer afrodescendiente del Pacífico le permite a la poeta transmitir mediante sus versos el dolor y la barbarie que sienten los pobladores de las comunidades negras.

En su poema “El estado del tiempo” también es posible observar esta desposesión de la tierra debido al desplazamiento forzado. Las comunidades enteras que viven en las zonas rurales del país se ven obligadas a abandonar sus territorios, a huir hacia las ciudades y habitar en condición de pobreza:

Realmente vivimos tiempos difíciles

Densas nubes cubren el territorio nacional

Una fila interminable de hombres

De mujeres y niños

Recorren estrechos caminos sin destino concreto

Las mujeres llevan los cestos vacíos

Un hombre mata una oveja

Sin que brote sangre

Un niño advierte sobre lo improcedente

De atravesar el río

En Colombia

La esperanza está herida de muerte. (Nadhezda 55)

El poema indica el paso feroz de la violencia que afecta a la naturaleza y a todos los elementos que la conforman, por ejemplo, plantas y animales: “Un hombre mata una oveja / Sin que brote sangre”. La naturaleza deja de progresar por el ambiente de muerte que ahora la asecha. Se transforma por la desgracia del ser humano que, a su vez, se encuentra amenazado y debe dejar el territorio. Es decir, el protector de la naturaleza debe abandonar su entorno por culpa de otros seres humanos desconectados de su humanidad, territorio y comunidad. Así, emerge un desequilibrio que afecta todo a su alrededor.

En el caso de María Elcina Valencia, en su obra a menudo apela al desplazamiento forzoso del territorio junto al desplazamiento del sentido, algo que le impide al hombre conectarse con la naturaleza y volverse su protector. Recurre a la imagen de “no hay vida” sin los espacios naturales, sin el espacio, sin habitar en su esencia. Estos aspectos se observan en su poema “Tránsito y resistencia”:

Ellos viven transitando

de los ríos a las calles,

de los montes a los barrios,

desplazados por la guerra.

Tránsitos involuntarios

donde se pierde el sentido

y se arranca

el lazo vivo de la hermandad con la tierra.

Ellos tienen la esperanza

de la mano de un hermano,

ellos tienen la esperanza

de volver y resistir,

porque no hay vida sin tierra,

resisten para vivir. (Cuesta Escobar y Ocampo Zamorano 163)

El poema traza una crítica a la guerra y la violencia que ha invadido los territorios de las comunidades negras. Esto ha causado una desposesión de la tierra por causa de la barbarie, la muerte y desplazamiento forzado; el vínculo entre el ser humano y su entorno se rompe como consecuencia de dicha violencia. No obstante, es este mismo vínculo el que le permite al ser humano resistir para proteger sus territorios, “porque no hay vida sin tierra”. La poeta recalca que los entornos (como el campo) sufren las consecuencias de la urbanización: se desnaturalizan los espacios y se desvinculan las personas que los habitan, es decir, no se sienten de ninguna parte, su conexión se rompe.

En su poema “Por eso aquí he venido” alude al desplazamiento forzado y al vaciamiento de los territorios abandonados por sus cuidadores. A causa de este abandono, “otros” toman decisiones catastróficas que aniquilan los bosques y todos los seres vivos y no vivos de los alrededores:

Los bosques ya quedan solos

por la rienda que le dan

cortan árboles por miles

para industrias y demás

los mares quedan vacíos

y la fauna más pequeña

la persiguen sin parar. (Valencia, Cantos 3)

El poema muestra cómo las ansias del avance incontrolable del capitalismo y el poder de las grandes industrias que explotan los recursos transforman los entornos naturales de manera cada vez más rápida. Al romperse la interconexión entre la naturaleza y el humano se producen resultados irreparables.

En el poema “Colombia cuida lo tuyo”, se señala el tránsito del campo a la ciudad como un acto desafortunado y forzado. El desplazamiento no es una solución, pues, por el contrario, trae consigo el desempleo, la separación familiar, la pobreza, el abandono y la muerte de los territorios y las comunidades:

Las aldeas y los pueblos

!ay! qué olvidados están

y buscamos las ciudades

sin pensar en lo demás

mientras hay campos vacíos

las ciudades viven llenas

y no hay en qué trabajar. (Valencia, Cantos 4)

En los versos de las poetas Sonia Nadhezda y María Elcina, la desposesión de la tierra, la nostalgia por alejarse del campo para irse a una ciudad con promesas rotas y el impacto de la guerra en las comunidades afrocolombianas se presentan como crítica, memoria colectiva y resistencia de las transformaciones vividas por los pobladores y sus territorios. Esto debido a las consecuencias del colonialismo, el capitalismo y la guerra interna perpetuada en el país generación tras generación. Las comunidades negras son unas de las más afectadas por estas dinámicas de violencia y explotación.

3. El ecowomanism en la poesía afrocolombiana de mujeres

El ecowomanism es la reflexión crítica de la justicia ambiental desde la perspectiva de las mujeres afrodescendientes, es decir, conecta la concepción de la justicia social con la justicia de la tierra. Así mismo, reconoce la similitud de la lógica de dominación y opresión que sufren las mujeres y la tierra, al considerar que históricamente las mujeres afrodescendientes se han enfrentado a múltiples formas de opresión: racismo, clasismo, sexismo, heterosexismo y desvaloramiento de los territorios donde habitan. La pérdida del valor territorial es la consecuencia de privilegiar a los seres humanos (agentes de poder) por encima del bienestar de la tierra, lo que ha provocado una crisis ambiental (Harris 6).

La autora Melanie Harris afirma que la fuerza para sobrevivir a estas múltiples opresiones de dominación mantiene el compromiso con la justicia ambiental y social, además de cultivar la fe y el activismo de las mujeres en el interior de sus comunidades (6). Precisamente, esta fe les otorga el valor para sobrevivir en una sociedad que sistemáticamente las desvaloriza e invisibiliza. Harris señala que el ecowomanism se diferencia del ecofeminismo al cuestionarse los abusos estructurales que históricamente han vivido las mujeres afrodescendientes, y argumenta que la justicia por la tierra o la justicia ambiental siempre ha sido prioridad en las luchas de las mujeres negras (6). Esto debido al profundo valor que las comunidades negras y las mujeres afrodescendientes le han dado a la tierra y la interconexión entre sus cuerpos humanos y el cuerpo de la tierra. Este pensamiento se ha transmitido mediante la diáspora africana y conecta a las mujeres africanas con las mujeres afrodescendientes:

For many African American women this connection has been paradoxical. In addition to black women embodying an innate and spiritual connection with the earth, their lives, bodies, and intellectual contributions to environmental justice have also been devalued, thwarted, and abused by white scholars, and intellectual practices based on systemic white supremacist and patriarchal structures. In addition to honoring the beautiful connection that black women have with the earth, as the earth (earthlings) and as shared creators, black women have a particular historical experience of suffering with and as the earth. (Harries 6)

Las mujeres afrodescendientes del Pacífico colombiano se han visto en la necesidad de construir y reconstruir su habitar, lo que les exige fortalecer sus conocimientos sobre la naturaleza y el territorio. Como se mencionó páginas atrás, han reinventado las dinámicas territoriales para establecer relaciones armoniosas entre los seres vivos y no vivos (Asher 150). Sin embargo, estas dinámicas se han visto afectadas por “las disputas económicas, políticas y las instituciones de poder y hegemónicas, junto con la violencia que sigue maltratado nuestros territorios” (Asher 150). A pesar de todo ello, las mujeres negras del Pacífico colombiano han construido un liderazgo para proteger sus comunidades, territorios y tradiciones.

El arraigue al territorio se ha realizado históricamente a través del hogar establecido por la mujer negra, dado que mientras los hombres son móviles las mujeres negras son las que fijan su hogar en un determinado río, permitiendo así desarrollar el sentido de pertenencia, en el que la matrilinealidad ha jugado un papel muy importante. Las tareas de las mujeres negras en el territorio son múltiples. Además de encabezar las prácticas festivas y religiosas, las mujeres realizan prácticas agrícolas que son la garantía de la seguridad alimentaria de la comunidad. Son las mujeres negras las encargadas de la producción agrícola para la subsistencia y del cultivo de plantas para uso medicinal. (Lozano 27)

Precisamente, cada uno de estos procesos y conexiones de las mujeres afrodescendientes del Pacífico les permite salvaguardar sus territorios a través del activismo, las dinámicas cotidianas y la poesía. La autora María Elcina Valencia en su poesía refleja la conexión paralela del cuerpo de la mujer negra con el cuerpo de la tierra; es decir, cada uno de los elementos de la naturaleza se representan en su cuerpo. Esto se evidencia en su poema “Anhelo No 2”:

Soy tierra baldía...enramada,

montañesca...

invádeme...habítame,

vuélveme territorio,

clava en mi tierra semillas nuevemecinas...

Tengo un nido para tu pájaro,

un lago para tu ganso,

un río para tu remo,

una llanura para tu roble,

un arroyuelo para los reptiles,

un desierto para los camellos,

un oasis para tu sed...

Peregrino sediento...

Búscame...

¡Anhelo tu llegada! (Cuesta Escobar y Ocampo Zamorano 161)

María Elcina convierte su cuerpo en un territorio en que se habita en armonía. Este territorio florece y espera a alguien que, más que su protector, es su complemento para crear un vínculo. Los paisajes naturales ahora hacen parte de ella, debido a la memoria, las emociones y los sentires que le produce su entorno y le permiten integrar e identificar cada uno de los recursos naturales en su cuerpo. La autora reconstruye el cuerpo de la tierra con los sentires de su cuerpo. María Elcina se posiciona por igual con la tierra, la cual le permite tener una conexión especial con su pueblo o comunidad, como se expresa en el poema “Rutas de autonomía y caminos de identidad”:

Si yo fuera “sola” ...

Si no estuviera en el corazón de mis paisanos,

...si no fuera un pedazo de tierra negra,

no estaría tan ligada a este pueblo mío.

...Pero mientras haya razón para luchar

echaré raíces cada vez que pueda. (Valencia, Rutas de autonomía 5)

Es precisamente esta conexión con su territorio lo que la lleva a crear, construir y perpetuar una lucha para protegerlo. Es decir, al entender e interiorizar lo que siente su territorio, se desarrolla y crece su deseo por protegerlo y no abandonarlo. La autora manifiesta su deseo por continuar en su territorio, así como sus siguientes generaciones. Ahora bien, en el poema “¿Esta es mi tierra?” se encuentran tres aspectos claves que menciona la teoría ecowomanism:

He mirado el mar de mis costas

… detenidamente y repetidas veces;

He mirado las gaviotas

Que vuelan hacia lo alto

Desafiando los espacios

Diseñando con su vuelo

La primera sería la conexión y conocimiento que tiene sobre su territorio, lo que le permite sentirlo, comprenderlo, detallarlo y admirarlo.

Nací y morí mil veces en estas tierras

Donde aún se ciernen las huellas

Del yugo esclavo. (Valencia, Todos somos culpables 7)

La conexión que establece con el territorio proviene de sus antepasados, quienes llegaron al país en condición de esclavos, “donde aún se ciernen las huellas”. Son precisamente estas huellas las que crean la interconexión ancestral y reputan saberes sobre el cuidado y protección de su territorio:

He encontrado la miseria a cada paso;

el machismo que aventaja al mundo entero,

el libertinaje de aquella que alcanzó la liberación

y no la supo interpretar. (Valencia, Todos somos culpables 7)

Finalmente, la poeta reconoce que los pensamientos, ideologías y conceptos creados por la hegemonía o los entes de poder han querido dominar su vida, cuerpo e ideas como mujer negra y sus territorios, en igualdad de condiciones. Estas circunstancias la llevan a buscar una conexión con su entorno, pues tanto la mujer como la naturaleza han sufrido los abusos de estas dominaciones durante décadas.

4. Conclusiones

El ser humano y sus acciones indiscriminadas contra la naturaleza y el entorno natural han causado cambios y transformaciones irreversibles, que con el pasar del tiempo afectarán la manera en que se relacionan los unos con los otros y las conexiones con la naturaleza y demás seres que la habitan. Muchos de los espacios naturales han desaparecido o desaparecerán, lo cual afectará el ciclo de la Tierra, con severas consecuencias para cada uno de sus habitantes. Diferentes pensadores de la filosofía ambiental africana (african-ecocriticism y ecowomanism) y las poetas afrocolombianas del Pacífico se han cuestionado la manera en la que el ser humano (en este caso particular, las mujeres afrodescendientes) habitan el entorno y con los seres vivos y no vivos; a partir de ellos, se pueden plantear reflexiones y soluciones para concebir un futuro sostenible y posible. Las poetas afrocolombianas del Pacífico Sonia Nadhezda Truque y María Elcina Valencia Córdoba son ejemplo de esta reflexión y cuestionamientos, ya que mediante su poética invitan a los lectores a pensar, construir y reconstruir los espacios y territorios que se están destruyendo.

Ambas autoras escriben desde una perspectiva ambiental y/o ecocrítica al priorizar la justicia social, los entornos naturales y las relaciones entre las prácticas medioambientales, las representaciones de la naturaleza, las instituciones de poder y los intereses socioeconómicos que han perjudicado (en gran medida) la zona del Pacífico de Colombia. Las poetas exponen, además de las dinámicas tradicionales y la estética de la literatura africana ambiental (desde la perspectiva poscolonial), la violencia y la desposesión de la tierra que sufren las comunidades afrodescendientes en Colombia. Esto como consecuencia de la desconexión que ha sufrido el ser humano respecto a lo natural, lo territorial y lo comunitario.

Las mujeres afrodescendientes del Pacífico han sobrevivido a múltiples formas de opresión tanto en sus territorios como en sus cuerpos. No obstante, han cultivado un activismo para proteger sus comunidades y reconstruir su habitar en armonía con la naturaleza, a pesar de las disputas y violencias a las que se enfrentan cotidianamente dentro y fuera de sus comunidades. Sonia Nadhezda Truque y María Elcina Valencia Córdoba reflejan, justamente, cómo la conexión entre el cuerpo de la mujer afrodescendiente y el cuerpo de la tierra reconstruye los sentires hacia su territorio y, así mismo, reforma la manera en la que habitan al interior de las diferentes comunidades. En la obra de estas poetas se observa una expresión directa de las realidades que afectan sus territorios. Para esto emplean el lenguaje en la construcción y reconstrucción de imágenes poéticas que crean otras posibilidades de interpretación sobre sus comunidades.

Su poesía responde a la situación social, económica y política que ha usurpado sus tierras con desplazamientos forzados y muerte. Esto como consecuencia de una guerra por el control de los territorios y la constante invasión de macroempresas, las cuales deforestan y contaminan el territorio del Pacífico. Por lo tanto, sus versos son una invitación formal a la recuperación, preservación y recreación de los espacios geográficos, la memoria, la reivindicación del ser y el habitar desde la esencia. Si el ser humano realmente desea beneficiarse de lo que nos brindan los entornos naturales, espacios o territorios, debe asumir su rol como cuidador y protector, no como un ser superior que subordina la naturaleza; debe salvarla.

Sonia Nadhezda Truque y María Elcina Valencia Córdoba son la muestra de una naturaleza que reclama un espacio para “ser” en unión con la comunidad, en igualdad de condiciones. Ellas trazan en sus poemas las imágenes de las comunidades afrocolombianas que buscan defender, recuperar y recrear los espacios amenazados para que el ser humano y la naturaleza convivan en equilibrio.

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Notas

1El término ecowomanism lo utilizó por primera vez la escritora, académica y activista Alice Walker. El ecowomanismo se basa en un principio básico de justicia arraigado en la tradición y la definición feministas. Esta definición feminista se conceptualizó por primera vez y se recogió en su ensayo Coming apart en 1979. Más tarde, en 1983, Walker publicó la definición del ecowomanism en cuatro partes, y prestó especial atención a la conexión de la mujer con la naturaleza en la segunda y tercera parte de la definición (Harris 7).

Recibido: 23 de Noviembre de 2023; Aprobado: 12 de Febrero de 2024; : 29 de Febrero de 2024

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Licenciada en Literatura, Universidad del Valle

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