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Revista Ciudades, Estados y Política

Print version ISSN 2462-9103On-line version ISSN 2389-8437

Rev. Ciudades Estados Política vol.7 no.2 Bogotá May/Aug. 2020  Epub Dec 14, 2021

 

Artículos de investigación

Pertenecer, mucho más que habitar un espacio. Tensiones emergentes tras la reubicación en viviendas formales de los residentes de la consolidación habitacional Juan Bobo, en Medellín, Antioquia (2017-2019)

To belong, much more than to inhabit a space. Emerging tensions after the relocation to formal housing of residents of the Juan Bobo's housing consolidation in Medellín, Antioquia (2017-2019)

Pertencer, muito mais do que habitar um espaço. Tensões emergentes após a realocação em moradias formais dos residentes da consolidação habitacional Juan Bobo, em Medellín, Antioquia (2017-2019)

Coppelia Herrán Cuartas1 
http://orcid.org/0000-0002-8509-8857

1Ph. D. en Ciencias Sociales. Docente investigadora del Grupo de Estudios en Diseño (GED) de la Pontificia Universidad Bolivariana de Medellín. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-8509-8857. Correo electrónico: coppelia.herran@upb.edu.co


Resumen

Esta investigación se relaciona con el modelo de intervención territorial empleado por las administraciones 2004-2011, cuando se buscó conectar los asentamientos informales a la dinámica formal de Medellín. Con la construcción de grandes obras arquitectónicas en los sectores con los menores índices de calidad de vida y desarrollo humano (zonas norte, centro oriental y centro occidental), se dirigió la mirada a la consolidación habitacional de la quebrada Juan Bobo, como un proyecto arquitectónico emblemático de la ciudad, porque generó vivienda nueva en la cuenca de la quebrada, lo que benefició a 1240 personas, reubicadas en el mismo barrio o sobre el mismo sitio donde estaban sus antiguas viviendas.

Para profundizar sobre los usos y el significado que los moradores otorgan a su nueva vivienda, se empleó el método etnográfico, a fin de conocer los encuentros y desencuentros asociados al fenómeno de apropiarse y pertenecer a una ciudad que buscó incrementar la calidad con la entrega de vivienda nueva. A partir de (1) los supuestos que fundamentaron la concepción detrás de esta consolidación, junto con la manera como las familias debían responder al habitar en una vivienda formal, y (2) los cambios que los gestores del proyecto esperaban con la transformación del sector es posible verificar que existen formas alternativas en que las personas adecúan el espacio, de acuerdo con sus aspiraciones, al tiempo que le otorgan un significado en consonancia con ellas, concibiendo de nuevo el espacio, mientras producen sus propias espacialidades.

Palabras clave: espacio vivido; habitar; usos y apropiaciones y vivienda informal

Abstract

This research is related with the territorial intervention model used by the 2004-2011 administrations when they sought to connect the informal settlements to the formal dynamics of Medellin. With the construction of great architectural works in the sectors with the lowest quality of life and human development indexes (northern, central-eastern and central-western zones), the focus was addressed to the housing consolidation in the Juan Bobo gully, as an emblematic architectural project of the city, due to the generation of new housing in the gully’s basin, which benefited 1240 people, relocated in the same neighborhood or over the same site where their old homes were.

The ethnographic method was used to study in depth the uses and meaning that the inhabitants give to their new home, in order to learn about the encounters and misunderstandings associated with the phenomenon of appropriating and belonging to a city that sought to increase quality by providing new housing.

From (1) the assumptions which founded the conception behind this consolidation, together with the way the families had to respond living in formal housing and (2) the changes that the project’s managers expected with the transformation of the sector, it is possible to verify that there are alternative ways in which people adapt the space, according to their aspirations, at the same time that they give it a meaning in concordance with them, conceiving the space again, while they produce their own spatialities.

Keywords: Lived space; inhabit; uses and appropriations and informal housing

Resumo

Esta pesquisa está relacionada com o modelo de intervenção territorial utilizado pelas administrações de 2004 a 2011, quando procuraram conectar os assentamentos informais com a dinâmica formal de Medellín, Colômbia. Com a construção de grandes obras arquitetônicas nos setores com os menores índices de qualidade de vida e desenvolvimento humano (região norte, centro-leste e centro-oeste), a visão foi dirigida à consolidação habitacional do “córrego Juan Bobo”, como um projeto arquitetônico emblemático da cidade, porque gerou moradia nova na bacia do córrego, o que beneficiou 1240 pessoas, realocadas no mesmo bairro ou sobre o mesmo lugar onde suas antigas casas estavam. Para aprofundar sobre os usos e os significados que os moradores dão à sua nova moradia, foi empregado o método etnográfico, a fim de conhecer os encontros e os desencontros associados com o fenômeno de se apropriar e pertencer a uma cidade que buscou aumentar a qualidade da entrega da nova moradia. A partir (1) dos pressupostos que fundamentaram a concepção por trás dessa consolidação, junto com a maneira como as famílias deviam responder ao habitar em uma moradia formal, e (2) das mudanças que os gestores do projeto esperavam com a transformação do setor, é possível verificar que existem formas alternativas em que as pessoas adaptam o espaço de acordo com suas aspirações, ao mesmo tempo que lhe outorgam um significado em consonância com elas, concebendo de novo o espaço enquanto produzem suas próprias espacialidades

Palavras-chave: Espaço vivido; habitar; usos e apropriações e moradia informal

1. Introducción

Desde 2004, Medellín ha venido experimentando una renovación urbana que le ha generado múltiples reconocimientos por su modelo de gestión, basado en un discurso de ciudad educada, incluyente e innovadora. De acuerdo con el Instituto Social de Vivienda y Hábitat de Medellín (Isvimed), la ciudad pasó de ser una de las más peligrosas y violentas del mundo, debido al fenómeno del narcoterrorismo en 1980-2000, a transformarse a partir de la innovación, la resiliencia y el urbanismo (Alcaldía de Medellín, 2014). Con el objetivo de cambiar la imagen de una ciudad violenta, las administraciones de Sergio Fajardo (2004-2007) y Alonso Salazar (2008-2011) buscaron reducir parte de la acrecentada deuda social y los problemas de violencia. Para ello, establecieron un modelo de gestión municipal denominado Desarrollo Social Integral, también conocido como modelo Medellín de Buen Gobierno. Este modelo buscó instaurar programas para la construcción de espacios y edificios públicos de gran calidad urbanística y arquitectónica, bajo una visión integral de transformación urbana (Alcaldía de Medellín, 2014).

Para lograr esto, se intervinieron física y socialmente las zonas más pobres y críticas de la ciudad, donde se construyeron numerosos equipamientos educativos, recreativos, culturales, institucionales, deportivos, de transporte y salud. Según estas administraciones, Medellín tomó un giro democrático e incluyente, al posibilitar de nuevo el encuentro ciudadano y generar nuevos tejidos sociales, gracias a estas intervenciones.

Para conocer el resultado de las implementaciones configuradas por el Estado local para constituir una práctica de ordenamiento territorial, este análisis se concentra en uno de los programas más emblemáticos del plan de mejoramiento de barrios, que corresponde al proyecto de viviendas de la consolidación habitacional de la quebrada Juan Bobo. Este programa fue merecedor del Premio de Hábitat Dubái 2008 de Mejores Prácticas. De acuerdo con los gestores del proyecto, el objetivo fue, al igual que el resto de las intervenciones de las administraciones, mejorar la calidad de vida de la población asentada en ese sector; también incorporar los barrios informales al tejido urbano de la ciudad, con corredores de movilidad, centralidades barriales, conexión mediante puentes, viaductos y redes peatonales entre microterritorios (Alcaldía de Medellín, 2011b).

De acuerdo con la Empresa de Desarrollo Urbano (EDU), uno de los principios esenciales de esta propuesta fue la reubicación in situ de la comunidad, para evitar desalojos y expropiaciones a las familias que habitaban el borde de la quebrada y las zonas de alto riesgo (figura 1).

Fuente. Fotografía facilitada por la EDU.

Figura 1 Asentamiento informal en la quebrada Juan Bobo, antes de la intervención 

Con este proyecto, se buscó generar una consolidación habitacional a lo largo de la quebrada Juan Bobo, constituida por 12 edificios de 5-9 pisos, bajo el formato de vivienda de interés social (VIS). Además, se procuró la recuperación ambiental de la quebrada, con mejoras en los accesos y en los senderos del sector (EDU, 2015), según se muestra en la figura 2.

Fuente. Fotografía facilitada por la EDU e intervenida por la autora.

Figura 2 Ubicación de todos los bloques que conforman la consolidación habitacional 

Dado que el interés de la investigación se centra en conocer las situaciones que resultan al habitar en un proyecto pensado para mejorar la calidad de vida de sus habitantes, se tomaron como referencia investigaciones que analizan la transición de las personas que pasan de la vivienda informal a la formal, bajo la categoría de vis, definida como aquella "que se desarrolla para garantizar este derecho de las familias con menores ingresos, y cuyo valor no exceda ciento treinta y cinco salarios mínimos mensuales legales vigentes" (Ley 388 de 1997, art. 91).

La mayoría de los trabajos centra su análisis en la transición y el cambio de vivienda informal a la vivienda formal otorgada por el Estado, con el fin de reducir el déficit de vivienda habitacional y mejorar las condiciones de vida de las comunidades impactadas. Ello se evidencia en situaciones asociadas con el bienestar que experimenta la comunidad en la nueva forma de habitar (Cardona, 2014) y los problemas de desarraigo y falta de cohesión social (Peláez, 2013).

Otros trabajos analizan las formas de apropiación que vienen dándose en el espacio arquitectónico entregado (Sanín, 2008) y la tensión surgida frente a los patrones culturales que trae consigo cada población. Esto produce una serie de conflictos en la convivencia dentro de la población reubicada en zonas de expansión urbana de desarrollo incompleto, con vivienda masiva en altura (Mena, 2011). En esta misma línea, se encuentran otras investigaciones que muestran el problema generado al omitir el componente cultural de las formas de vida de las comunidades reasentadas ni las dificultades que estas empiezan a enfrentar por el establecimiento de nuevas normas y responsabilidades económicas que la tenencia de una vivienda formal implica (Bárcenas, 2015).

Todos los trabajos coinciden en reconocer que los proyectos residenciales tuvieron la responsabilidad de reubicar a una población en estado de riesgo, con el objetivo de reducir la vulnerabilidad física, en asuntos como la tenencia de la vivienda, la confiablidad tecnológica y la salubridad de la morada, elementos que inciden indirectamente en la salud física y mental. No obstante, muestran que la condición de vulnerabilidad social en la nueva vivienda no desapareció, ya que, con el tiempo, se conservaron patrones antiguos de comportamiento educativo, económico y de manera de habitar, inherentes al lugar de origen en la vivienda informal.

A tales conclusiones, se suma que la modalidad de restablecimiento en la periferia hizo que tanto la localización espacial como la tipología de vivienda en altura generaran nuevas formas de organización socioespacial, económica y cultural, ajenas a las existentes en el lugar de origen. Esto dio lugar a la pérdida de los lazos sociales, familiares y económicos que se sumaron a procesos de adaptación forzada.

Al preguntarse por el impacto social de este cambio urbanístico en los modos de habitar de la comunidad que antes vivía de manera informal en la quebrada Juan Bobo, surge un nuevo cuestionamiento: ¿Cuáles y de qué características fueron los encuentros y desencuentros que resultaron de este reasentamiento que, a diferencia de otras soluciones habitacionales, se hizo en el mismo sitio, con el fin de no romper el tejido social de la comunidad asentada en la quebrada, antes de ser intervenida?

Para dar respuesta a esta cuestión, el objetivo de este trabajo se centró en analizar las implicaciones que trajo el urbanismo, como herramienta de intervención en el territorio, y los modos de habitar de las personas que recibieron vivienda nueva, dentro de la consolidación habitacional de la quebrada mencionada.

2. Metodología

Para conocer cómo se estableció la dimensión social y material que confluye en este tipo de intervenciones, se realizó un análisis socioespacial, basado en teorías como la trialéctica del espacio, propuesta por Henri Lefebvre (2013); el tercer espacio o "espacio de las representaciones", que corresponde a lo imaginado y lo simbólico que plantea Edward Soja (2010; 2014); y la topofilia de Yi Fu Tuan (2007), que pone en consideración los vínculos afectivos del ser humano con un entorno material donde desarrolla una suerte de sentimientos hacia un sitio específico, como la vivienda, el trabajo o un espacio público concreto al que se dota de significado.

A partir de estos referentes conceptuales, fue posible profundizar sobre el uso y el significado que los moradores otorgan a su nueva vivienda, realizando una investigación cualitativa con enfoque etnográfico, en los barrios Villa Niza, Villa del Socorro y Andalucía, donde se ubica esta consolidación habitacional.

Para el análisis, se emplearon herramientas como las siguientes:

  1. Revisión de archivos y documentos institucionales como los Planes de Ordenamiento Territorial (POT) y los Planes de Desarrollo de la Alcaldía de Medellín (2003-2015), junto con los radicados del Proyecto Urbano Integral Nororiental (PUI).

  2. Trabajo de campo y observación activa en la ludoteca ubicada en el Bloque 8, para conocer las experiencias del ámbito doméstico y el entorno vecinal.

  3. Observación simple en campo, dentro del contexto de vivienda con visitas a los doce edificios, zonas comunes y el barrio en general.

  4. Realización de cuarenta entrevistas informales y treinta y cinco formales, por medio de entrevistas semiestructuradas abiertas, a profundidad, dirigidas a habitantes, vecinos y agentes institucionales relacionados con el proyecto habitacional.

  5. Recolección de fotografías y audio en los apartamentos y los barrios analizados, para captar la cotidianidad de los habitantes y vecinos.

  6. Sistematización de los datos recolectados, con la herramienta informática Atlas-ti.

3. Resultados y discusión

A pesar de que la vida en comunidad, en especial la que se lleva a cabo dentro de las viviendas de interés social en edificios, exige adoptar nuevas conductas, hábitos y normas de comportamiento, es posible que estas no respondan con lo que imaginaron inicialmente los encargados de la transformación del territorio. En este sentido, se identificó una serie de tensiones experimentadas por muchos de los propietarios, en vista de las dificultades que enfrentan para adaptarse a la nueva vivienda, con prácticas y costumbres domésticas que se mezclan entre las dimensiones de los espacios privado y público. A esto se suman, por un lado, los constantes problemas de convivencia que hacen parte de las externalidades negativas que caracterizaban al sector antes de la intervención; por otro, la dificultad de asumir la sostenibilidad económica de los apartamentos. Estos son, en últimas, los hallazgos más relevantes de esta investigación.

Como parte de los desencuentros experimentados por la comunidad receptora, se encuentra la falta de apego y afecto que muchos experimentan hacia su vivienda actual y la percepción negativa asociada con el tamaño, distribución y acabados de los apartamentos; mientras que otras personas se sienten frustradas ante la imposibilidad de tener un segundo piso en su casa para construir o compartir espacio con sus familiares, como hacían cuando habitaban en la vivienda informal, donde podían construir y crecer en sentido vertical.

Sin la posibilidad de obtener dinero a través del aire1, muchas de estas familias manifiestan un sentimiento asociado con la frustración, debido a que la mayoría de su patrimonio dependía de la antigua vivienda, mientras que ahora, las posibilidades de crecer y entregar un techo a sus hijos y nietos desaparecen con la tenencia de estos apartamentos. Al analizar las relaciones simbólicas resultantes de la experiencia de habitar y el espacio, como establecen Lefebvre (2013) y Soja (2014), es posible comprender la importancia del análisis de las prácticas espaciales en un espacio determinado y el imaginario construido a su alrededor, ya que no solo responde a necesidades objetivas, sino también subjetivas.

Aunque, en su mayoría, las personas pasaron de tener un espacio promedio de 29 a 45 metros cuadrados, todas manifestaron dificultades para acomodar muebles, enseres y electrodomésticos en la nueva vivienda. A pesar de que, en su antigua casa, el espacio era reducido, en muchos casos, y sin divisiones, las personas tenían una sensación de mayor espacialidad, debido a la ubicación de todos sus enseres en un mismo sitio, mientras que en los nuevos apartamentos han debido ajustar todos sus elementos materiales en un sitio asignado para cada actividad. Independiente de que el espacio esté concebido con áreas delimitadas para que las personas lleven a cabo diferentes acciones, las observaciones mostraron que los habitantes utilizan de forma híbrida, multifuncional y flexible un solo espacio: la habitación en la que comen, estudian, juegan, descansan, duermen y socializan.

Con la situación relacionada con la sostenibilidad de la vivienda formal, fue posible determinar que muchas familias vivían del reciclaje antes de la intervención del sector. Ahora, con la nueva vivienda algunas siguen recurriendo a esa actividad como método de subsistencia, a pesar del poco espacio de que disponen para almacenar y separar los materiales reciclables. Para solucionar esta situación, las personas usan el espacio que se extiende desde su apartamento hasta los pasillos y zonas comunes de algunos bloques, donde juntan el material recolectado. Desde luego, ello da lugar a discusiones y conflictos entre vecinos, por considerar que esto genera desorden, desaseo y obstrucción de los pasillos.

Para subsistir y responder a los gastos fijos que ahora determinan su nueva forma de habitar, otros propietarios recurren al subarriendo de una o dos habitaciones, con el fin de obtener ingresos económicos. En este caso, el espacio vital de familias de entre cuatro y seis integrantes se reduce, lo que implica, por ejemplo, que hasta tres generaciones duerman en la misma habitación, como hacían cuando vivían en la informalidad. Aunque el subarriendo no es un fenómeno exclusivo de este proyecto habitacional, Escallón (2010) afirma que esta realidad se convierte en el único activo de muchos hogares.

Para de Ventós (1986), la supervivencia de lo particular, lo diferencial y lo formulado entra en tensión con los órdenes que pretenden elevar todo a la dignidad institucional, es decir, la que simboliza el orden espacial para un territorio. Sin embargo, las formas como los propietarios de esta consolidación pueden sostener los nuevos costos de la vivienda formal en el largo plazo no son del todo claros, incluso después de haber pasado una década desde la entrega de estos apartamentos, donde muchos propietarios recurren a diferentes formas de autogestión no previstas por los gestores del proyecto.

Al revisar estas situaciones a la luz de las reflexiones lefebvrianas relativas al habitar, es posible entender la dificultad de muchos de los habitantes para desarrollar un sentido de pertenencia y apropiación de la vivienda, debido a la falta de externalidad comunitaria, lo que, de acuerdo con Abramo (2012), puede entenderse como el resultado de una economía de reciprocidades que no tienen los habitantes de esta consolidación. Esto último, debido a que las familias no cuentan con acceso a los bienes y servicios que surgen de las relaciones que se establecen con la comunidad.

El habitar no puede reducirse a un ejercicio funcional, sin tener en cuenta la apropiación del espacio que se articula a los imaginarios ni las aspiraciones de las personas, por ejemplo, la posibilidad de modificar el espacio construido. Sin ello, no es posible identificar que este sentido de pertenencia y afecto por el lugar, como señala Tuan (2007), no se logra únicamente con la entrega de vivienda, ya que los vínculos afectivos que establecen los seres humanos con el espacio físico son los que ayudan a mejorar el nivel de empatía y aceptación.

En este sentido, de Ventós (1986) afirma que el deseo de mejorar la calidad de vida de una población vulnerable, a través de la entrega de una vivienda nueva, parece estar relacionado con el deseo de organizar un espacio físico y funcional de manera homogénea, donde se trata de normalizar y dar una personalidad definida y circunscrita a un lugar que creció de manera informal. Para ello, se acude a la cuantificación de las necesidades existentes entre los habitantes. Sobre este escenario de uniformidad y normalización, Pelli (2006) señala que los proyectos de vivienda institucionales, limitados a promover acciones dirigidas a satisfacer carencias inmediatas de situaciones, bienes y servicios, interpretan muchas veces el significado de esas necesidades, sin consultar directamente a los que las experimentan.

Otras situaciones que hacen parte de las problemáticas encontradas se relacionan con la legalidad de la tenencia de propiedad. A pesar de haber sido entregadas hace más de una década, muchas familias no tienen las escrituras de sus apartamentos, por desconocimiento del proceso o por falta de recursos económicos para llevarlo a cabo. Sin la seguridad jurídica sobre sus viviendas, muchos residentes deben desplazarse hasta el centro administrativo de la ciudad para obtener la factura del impuesto predial, independientemente del estado en el que se encuentren en términos de movilidad y desplazamiento, o los recursos económicos con los que cuenten para hacerlo.

Sin descartar que la resolución de la necesidad de una vivienda puede ser positiva en alguna medida, también son reales aspectos complejos que la comunidad de Juan Bobo debe enfrentar, con respecto a las responsabilidades económicas asociadas con el habitar. Pese a que, desde la etapa de diagnóstico, los gestores del proyecto tenían claras las condiciones de inestabilidad económica y desempleo que caracterizaban esta población, se concluye que los métodos de subsistencia siguen siendo informales, aunque el objetivo de esta transformación urbana era elevar las condiciones de vida y propiciar nuevas oportunidades económicas y sociales a una población vulnerable.

Al indagar por los significados otorgados a estos espacios, como resultado de la experiencia de sus habitantes, la transformación y las dinámicas sociales que establecen las personas de acuerdo con el postulado de Soja (2014), fue posible conocer que los sentimientos de apego, el sentido de pertenencia y la apropiación del entorno próximo a la vivienda tampoco se reflejan en las zonas comunes ni el espacio público que hace parte de estas intervenciones. Con basuras que se acumulan sobre los costados de los edificios, la destrucción de las fachadas, de las zonas comunes y del espacio público en general, surge el cuestionamiento sobre el valor que los habitantes asignan a estos espacios, hasta convertirlos en lugares y establecer estos vínculos afectivos.

De esta manera, se concluye también que el sentimiento de abandono que sienten las personas por parte de los gestores del proyecto se extiende hacia la espacialidad, lo que puede leerse en la falta de interés que se registra en el mantenimiento y cuidado de estos espacios. A ello se suma la falta de apoyo pedagógico institucional, requerido para fomentar la participación de la población en la conservación del sector, después de la entrega de los apartamentos (figura 3).

Fuente. Fotografía de la autora.

Figura 3 Estado actual de la quebrada Juan Bobo 

De esta forma, pareciera que el espacio concebido por el Estado local esperaba que las obras implementadas fueran, además de apropiadas, sostenibles por iniciativa de las propias comunidades, como si se tratara del fenómeno de stimergia que se observa entre las hormigas. De acuerdo con Xavier de Ventós (1986), existe una propiedad por la cual la acción de un individuo de la especie estimula la colaboración de uno u otro miembro, sin la intervención de un director de orquesta. Según el autor, estas sociedades exigen una concentración demográfica que pueda ofrecer posibilidades razonables de que un individuo esté tan cerca, como para ser estimulado por la acción de su vecino. Asociando a los gestores del proyecto con el director de orquesta que se retira una vez terminada su intervención, es posible concluir que la concepción del espacio se hizo bajo el supuesto de que la población quedaría presta a apropiarse y cuidar de los espacios entregados.

Al analizar la habitabilidad desde la relación entre el hombre, el entorno y la manera como este satisface sus necesidades y aspiraciones por medio de la vivienda, se identificó una serie de problemáticas que existían desde que la comunidad habitaba en la informalidad, en este mismo sitio. Aunque el Estado local esperaba mejorar la calidad de vida de la población a través de la transformación espacial del sector, es un hecho que los problemas sociales continúan, a pesar de los cambios físicos del territorio.

A situaciones como la contaminación, el mal manejo de basuras en la quebrada, la violencia familiar, la venta y consumo de drogas, el desempleo y la deserción escolar, se suma el problema de la convivencia que surge de las antiguas costumbres de la comunidad, que replica actividades como escuchar música con alto volumen y hasta muy tarde en la noche. Otras prácticas domésticas como (1) extender afuera de la casa la ropa lavada, (2) arrojar agua por ventanas y balcones para lavar el suelo de apartamentos, corredores y fachadas, (3) tener mascotas y no recoger sus excrementos en el espacio público y (4) tener animales de cría como gallinas o conejos se evidencian como diferentes manifestaciones de resistencia por parte de los propietarios, ante la homogenización que el proyecto planteó desde el inicio.

Como resultado de la falta de apropiación y sentido de pertenencia, se encontró que la mayoría de los habitantes, en vez de solucionar los conflictos que representa el tema de habitar con más personas, prefiere irse del proyecto habitacional y empezar de nuevo en la informalidad, sin normas ni reglamentos que les digan cómo deben de comportarse para vivir. Todo ello debilita la posibilidad de que las personas desarrollen un afecto por el lugar que les fue otorgado "para mejorar su calidad de vida".

4. Conclusiones

De acuerdo con el exalcalde Sergio Fajardo, al incluir la estética dentro de los sectores marginados, apuntaba a que la implementación de nuevas obras arquitectónicas lograra efectos transformadores en las poblaciones implicadas (Alcaldía de Medellín, 2014). Atribuyendo una carga simbólica en términos estéticos, además de situarse en lugares específicos y con comunidades puntuales, es claro el papel que jugó la belleza dentro de la decisión política que lideraron la arquitectura y el urbanismo para "recuperar" la ciudad marginalizada.

Sin embargo, la comunidad de Juan Bobo continúa enfrentando nuevas responsabilidades económicas y sociales, junto con la imposición de nuevas conductas y comportamientos, exigidos por la nueva vivienda. Con sentimientos positivos y negativos frente a lo que representa la tenencia de una propiedad, sus habitantes (re)producen el espacio, de diferentes formas que no necesariamente coinciden con lo que tenía establecido el Estado local, con respecto a los modos de uso y apropiación de los espacios públicos y zonas comunes, los vínculos afectivos y los significados que otorgan a su nueva vivienda.

A pesar de que las entidades institucionales hicieron un esfuerzo por generar vínculos afectivos y de reconocimiento entre los habitantes, sus viviendas y el entorno, a través de todas las intervenciones físicas que se realizaron en el sector, con diferentes talleres de concientización sobre la transformación del lugar, es un hecho que las relaciones sociales vecinales hoy son conflictivas. A esto se suman los sentimientos, primero, de inconformidad frente al nuevo espacio para habita y, segundo, de abandono por parte del Estado. Ello hace parte de esa otra producción social que derivó de la implementación de este proyecto de vivienda y transformación urbana.

Aunque los gestores del proyecto establecieron que la gestión física y el diseño arquitectónico podían configurarse como proyectos palanca para transformaciones profundas (Alcaldía de Medellín, 2011a), emerge un cuestionamiento sobre los alcances del urbanismo para tener impacto en los problemas de pobreza, exclusión, desigualdad, falta de crecimiento económico y baja gobernabilidad que caracterizaban este sector.

Después de exponer una síntesis sobre las condiciones en las que se encuentra la comunidad reubicada, diez años después de la entrega de vivienda nueva, se concluye que los problemas asociados al déficit de vivienda no han desaparecido, sino que han cambiado de formato. Aunque la mayoría de las personas que participaron en esta investigación reconocen que ahora están más seguras en estos apartamentos, porque no se mojan cuando llueve ni tienen riesgo de que la quebrada inunde las viviendas en época de lluvias, es claro para ellos que el tema de la convivencia es insostenible dentro de cada edificio.

En este sentido, las operaciones de renovación urbana con las que se buscó enfrentar asuntos de violencia, pobreza y exclusión parecen expresar imaginarios que derivan de ciertas representaciones del espacio, concebido sobre lo que es o debería ser la ciudad. Sin embargo, el análisis desde las dimensiones del espacio vivido por sus habitantes muestra variantes en este resultado. Estas variantes se relacionan con las necesidades reales que las personas mismas experimentan en la cotidianidad de su habitar, las cuales no se solucionan con una transformación espacial que busca promover la adopción de nuevos comportamientos, como esperaban los gestores de este proyecto y responsables de hacer ciudad.

Al concluir que el nivel de satisfacción de una vivienda no se reduce solamente a la calidad y cantidad de los espacios, para este tipo de proyectos, se recomienda la inclusión de la opinión de los habitantes potenciales, desde las etapas tempranas del diseño y concepción de los proyectos habitacionales. Para esto, es necesario implementar mecanismos de validación en términos objetivos de satisfacción, cuando reciban la vivienda. De igual forma, se sugiere realizar una evaluación posterior sobre los niveles subjetivos de satisfacción de la vivienda, una vez hayan tenido tiempo de contacto con su propiedad y su entorno, para conocer los grados de empatia establecidos, con el fin de garantizar la (con)vivencia en esos espacios y, de esta manera, trabajar con el déficit cualitativo de la vivienda de interés social.

Por último, pero no menos importante, queda la recomendación de pensar en estrategias que sirvan para fomentar el tejido social, configurar lazos y establecer vínculos de confianza, solidaridad y afinidad entre los residentes para disminuir los conflictos sociales y, de ese modo, aportar a la convivencia entre los habitantes, considerando que la satisfacción de las necesidades relacionadas con la vivencia y la habitabilidad no se definen únicamente con la entrega de un techo.

Referencias

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Conflicto de intereses: el autor ha declarado que no existe conflicto de intereses.

Recibido: 24 de Abril de 2020; Aprobado: 08 de Septiembre de 2020

Aire o plancha es la forma como la mayoría de los habitantes de la zona denomina al techo de su casa, donde es posible seguir construyendo.

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