Introducción
La incidencia de violencia basada en género (VBG) es un factor estructural de inequidad en buena parte de las sociedades latinoamericanas y una de las afectaciones más graves para la salud de las mujeres y niñas de la región 1. En el marco de la actual pandemia por COVID-19 y las medidas de confinamiento adoptadas por distintos países, es necesario indagar por la relación entre el confinamiento y algunos factores de riesgo que aumentan tanto la gravedad como la incidencia de los distintos tipos de violencia de género y violencia contra la mujer 2-4.
El siguiente texto pretende compilar información acerca de factores de riesgo y medidas de mitigación de las expresiones de la violencia de género, mediante una revisión de literatura y textos relevantes en el marco del confinamiento por COVID-19, con el fin de brindar información actualizada en prevención de violencias basadas en género para potenciales actores involucrados. Específicamente, se retomará información de la región latinoamericana y de fuentes diversas como textos académicos, documentos de organizaciones internacionales y producción de organizaciones sociales de base.
En ese sentido, el artículo pretende ser un aporte para tomadores de decisiones, organizaciones civiles y cualquier persona víctima de violencia de género que busque rutas de acción frente a la violencia de género.
Tipos de violencia y factores de riesgo
Se procedió a la búsqueda de la información con una ecuación de búsqueda con palabras clave en referencia a la violencia de género y la COVID-19. Luego, se clasificó la información mediante una matriz para cada tipo de violencia de género con énfasis en los factores de riesgo y medidas de actuación para su prevención, atención y administración de justicia.
La violencia de género en el marco del confinamiento por COVID-19 ha sido invisibilizada dada la disminución general de delitos en los registros de sistemas de justicia estatales. El subregistro de violencia de género puede deberse a que el incremento de la VBG no se evidencia en las cifras de denuncia judicial, sino en las llamadas a servicios de atención especializada en violencia contra la mujer. Para el caso colombiano, las llamadas han aumentado en un 103 %; en México, cerca del 191 %; en Francia, un 30 %, y los aumentos tanto de llamadas como feminicidios se reportan en países como Argentina, Brasil, España, y el Reino Unido 5-15. En ese sentido, el hogar no representa siempre un lugar seguro. No se debe olvidar que, por ejemplo, en casos de feminicidio, los victimarios son la mayor de las veces las parejas actuales de las víctimas 5,6.
Por ello, es necesario observar los factores de riesgo y recrudecimiento de los distintos tipos de VBG 16, así como algunas medidas sugeridas o adoptadas por distintos países en la región.
Violencia sexual y física. El hecho de convivir en confinamiento con el maltratador constituye un factor de riesgo y reducción de acceso a la justicia, además de una continuación de ciclos de violencia 2,13,14,17,18. Por ejemplo, para el caso del delito de feminicidio en Argentina -y la tendencia es similar en el resto de la región- un 65 % de las mujeres son asesinadas en su hogar y en un 60 % de los casos el victimario es su pareja actual 12. Sumado a esto, se han señalado el cierre de programas de atención a derechos sexuales reproductivos, que pueden empeorar las afectaciones en salud a las víctimas de violencia sexual 19,20, y la pérdida de motivación para realizar denuncias 12,14, lo que, en general, hace más difícil identificar estas violencias convirtiéndolas en un hecho invisible 8. En particular, los hechos de violencia física y sexual en países con contextos de conflicto interno pueden incrementarse debido a una mayor inestabilidad social por la presencia de actores de guerra estatales 19.
Violencia psicológica. En este aspecto se resalta el aislamiento de redes de apoyo para identificar y sobrellevar hechos de violencia, lo que desemboca en sentimientos de soledad, distanciamiento emocional y corporal 12,21. Por otra parte, se ha señalado una pérdida de autonomía debido a un aumento en trabajos de cuidado y el sometimiento a tiempos ajenos 22,23. Además, una vez afectada la salud mental, se reporta acceso reducido a instancias de salud como psicología y psiquiatría. Todo esto se suma al factor estresante de salud mental que es el propio encierro 21,22,24-26.
Violencia económica y patrimonial. Se destaca la sobrecarga de trabajo doméstico sin retribución en cuidado y acompañamiento familiar con consecuentes dobles jornadas de trabajo 4,8,19,22,27. Además, ha observado una precarización de trabajos de cuidado feminizados, como el de personal médico de primera línea, maestras o empleadas domésticas 14,19,24,27,28. Por otro lado, se han suspendido cargos femeninos que se han considerado no esenciales en las empresas 8, renuncias forzadas 22,28, y, a nivel regional, un mayor grado de informalidad en empleos para mujeres, lo que podría agravar su situación económica en la actual crisis 11,19,20,29,30.
Violencia intrafamiliar. Es importante señalar un aumento en dinámicas de poder desigual, tales como restricción de movilidad hacia las mujeres 8,11, y, en consecuencia, una menor capacidad de afrontamiento de la violencia 12. Existe un mayor riesgo de abuso sexual en niñas y niños y adolescentes (NNA), cuyos agresores son habitualmente familiares cercanos 4,31. A ello se suma la desconexión con escenarios de identificación de abusos como la escuela 7. En este marco de violencia, puede presentarse miedo por parte de la madre a dejar el hogar debido a la situación de NNA y la falta de garantía en denuncias o restitución de derechos 6,19.
Violencia simbólica e institucional. Se expresa en respuestas institucionales y estatales, y se ha reportado el cierre o desfinanciación de programas de atención a VGB, y de medidas de protección como las cautelares o casas refugios 4,11,24. En ocasiones, se señalan deficiencias en implementar perspectiva de género en instituciones públicas o campañas que agudizan la violencia contra las mujeres y no reconocen la desigual división del trabajo doméstico 11.
Interseccionalidad. Para el caso de personas transgénero, el confinamiento ha empeorado las condiciones económicas de supervivencia, y retornar a sus hogares ha sido imposible debido a la discriminación y riesgo de salud que esto representa y las medidas discriminatorias de restricción de movilidad basadas en la expresión de género 32.
La precarización económica afecta también la vida de mujeres migrantes en países que han desfinanciado refugios 33, o en aquellos que ha suspendido la circulación, empobrecido sus dinámicas económicas y promovido campañas de odio; todo ello ha disparado el trabajo sexual forzado, la trata de personas y el matrimonio forzado 19,24,28,34,35. Quizá una población fuertemente afectada son los NNA víctimas de violencia que quedan confinados con sus agresores, sin posibilidad de detección temprana del abuso o con grados de desescolarización cuando se obliga a niñas a participar de la demanda de cuidado del hogar 23.
Por último, des importante continuar con los servicios de salud sexual y reproductiva (por ejemplo, la interrupción del embarazo en las condicionales que cada país permite) 24,30,36,37.
Estrategias de atención y prevención. Entre las estrategias de éxito reportadas por la literatura se destacan: articulación y apoyo con organizaciones de mujeres y ONG internacionales 5,19,20,38; alianzas e innovaciones para espacios, servicios, y redes comunitarias que ofrecen estas organizaciones 6,11; nuevos canales y protocolos virtuales para las denuncias de género con nuevas medidas de protección en confinamiento 5,12,19,20, como las medidas de alerta 13,17 o asignación de custodias 39, y continuación en la prestación de servicios de salud y atención psicológica y psiquiátrica 11,17,27,40,41. Por último, se anima la creación de programas para personas cuidadoras de NNA, adultos mayores o personas con algún tipo de discapacidad 38, y de campañas dirigidas a mujeres y hombres que promuevan una distribución equitativa de estas actividades en el hogar 16,19. Una mención especial refiere la importancia de generar datos desagregados por género durante la pandemia para lograr acciones eficaces y pertinentes 19,24,38.
Conclusión
Las medidas de confinamiento han recreado, agravado e intensificado las violencias de género y violencia contra la mujer en diferentes países de Iberoamérica. Las fuentes permiten comprender una dinámica regional de violencia en el ámbito doméstico que es estructural, anterior al confinamiento, pero que adquiere invisibilidad y un mayor grado de dificultad en su atención por las distancias entre las víctimas y las posibles redes y rutas de prevención y atención de VBG. En este sentido, se requieren acciones novedosas coordinadas con organizaciones de base y entidades estatales para garantizar rutas de justicia y restauración de derechos a las víctimas, así como acciones de prevención basadas en evidencia dirigidas a hombres y mujeres que promuevan una cultura de la equidad de género.