Señor editor,
Estamos de acuerdo con las conclusiones de Salazar-Blanco y Gómez-Gómez reflejadas en su estudio "Comunicación interpersonal de médicos-docentes en las prácticas formativas de un pregrado de medicina", donde se pone de relieve la importancia de la interacción de los docentes con los estudiantes para ofrecer una asistencia de mayor calidad a los pacientes1. En esta misma línea, nos parece pertinente hacer referencia a la dimensión ética de esta comunicación interpersonal porque promueve un mayor compromiso y responsabilidad con la sociedad, el personal sanitario y los pacientes y sus familias. Desde este planteamiento, la adquisición de habilidades y competencias clínicas de los estudiantes de medicina debe estar conectada a la formación ética que se arraiga a la propia naturaleza y al objetivo de la medicina. En este sentido, Cooper y Tauber afirman que la ética no debe ser considerada únicamente como una asignatura teórica del curriculum de medicina, sino que constituye la naturaleza misma del ejercicio médico, por lo tanto, los fines y objetivos de la medicina como profesión deberían ser definidos desde el punto de vista ético2.
El médico en ejercicio y el estudiante de medicina que deseen ser competentes en su práctica asistencial deben relacionarse con los pacientes desde los mejores estándares de calidad asistencial, por ello es ineludible saber integrar en su rol competencial los conocimientos y habilidades en el diagnóstico y en el tratamiento, así como en el conjunto de valores y de principios éticos que rigen la comunicación médico-paciente3. Esta fundamentación ética se justifica por la necesidad de dar respuestas razonadas al porqué de las decisiones y acciones clínicas, y por otro lado, se facilita la comunicación interpersonal entre el médico tutor y el estudiante promoviendo el respeto mutuo y el cumplimiento de los derechos de los pacientes3.
El tutor médico desempeña un papel dinamizador en la capacitación del profesionalismo del estudiante de medicina, entendido este como un conjunto de valores, actitudes y comportamientos orientados al servicio del paciente y de la sociedad4. Se puede afirmar que el código no escrito de conducta médica que llamamos profesionalismo está enraizado en la naturaleza de la medicina y sus valores permanentes y de la correcta praxis del rol médico a favor de los pacientes4. En una reciente revisión bibliográfica se concluye que en la formación médica del estudiante, el rol de tutor como ejemplo de profesionalismo aumenta sus habilidades comunicativas, moldea sus valores morales y promueve la excelencia en su rol competencial5. Al respecto, Morales-Ruiz plantea la necesidad de fomentar el profesionalismo médico en los contextos de formación de los estudiantes de medicina para estimular y potenciar el desarrollo de la adquisición de habilidades y destrezas, el pensamiento crítico, el trabajo colaborativo, la comunicación eficaz y la ética5. Desde esta perspectiva, el estudiante de medicina puede aprender lo que significa ser un buen médico lo que le permitirá ir configurando su identidad profesional6.
Enseñar comunicación, ética y profesionalismo: un ineludible rol del médico-docente
Teaching communication, ethics and professionalism, an unavoidable role of the medical-teacher
Olga Francisca Salazar-Blanco; Margarita María Gómez-Gómez
Agradecemos la comunicación del lector al artículo "Comunicación interpersonal de médicos docentes en las prácticas formativas de un pregrado de medicina"1. Su aporte hace referencia a la dimensión ética y el profesionalismo dentro de la comunicación interpersonal en los escenarios de formación. Este asunto ha sido reconocido por Bohórquez y Bolaños7, quienes consideran que el comportamiento ético del médico implica una comunicación afectuosa, respetuosa, empática y sincera entre el profesional y el paciente.
El artículo publicado menciona que los médicos-docentes hacen la invitación permanente a los estudiantes a una comunicación que reconozca al otro en su proceso de salud-enfermedad, al tiempo que se perciben como modelos a seguir. Estos elementos se constituyen en componentes del currículo oculto, del cual los estudiantes aprenden comportamientos y actitudes, tales como: altruismo, compasión, respeto, cuidado y empatia, resultado que coincide con hallazgos del estudio en tres facultades de medicina colombianas sobre el aprendizaje de habilidades comunicativas. En éste, los estudiantes reconocen que aprenden el componente ético de la profesión médica en las interacciones educativas intencionadas hacia la comunicación médico-paciente8.
Por su parte, Elsa María Villegas, en su artículo "Significados sobre bioética que surgen en un currículo de medicina"9 señala que la ética y la bioética se viven en la institución educativa y en el ámbito social, y además requieren una presencia transversal y explícita en el plan de estudios con actividades que propicien la discusión, la reflexión y la retroalimentación en torno a los dilemas éticos y aspectos de la ética cotidiana que perciben los estudiantes necesarios para su futuro desempeño profesional como médicos generales, especialmente en escenarios de atención de primer nivel de complejidad y en el ejercicio del Servicio Social Obligatorio.
Los profesores reconocen que su acción docente se ha transformado desde una cátedra centrada en los conocimientos médicos a una que reconoce las necesidades de aprendizaje del estudiante y abre la posibilidad a la construcción conjunta de conocimiento, es decir, un comportamiento que incluya los aspectos éticos y comunicativos fundamentales para el profesionalismo médico y la humanización. Esto se relaciona con el llamado que hace Claudia Villegas10 para que las instituciones educativas cumplan con la responsabilidad social y ética de facilitar y estimular el logro de las capacidades y habilidades para un ejercicio profesional adecuado, y también con lo planteado por Morales Ruiz, que aboga por fomentar el profesionalismo médico en los contextos de educación médica, como lo señala el lector.