Introducción
El turismo reportó ingresos para México por 21,333 millones de dólares y para Colombia, por 4,821 millones de dólares (OMT 2018), esto representa el 6% y el 1%, respectivamente, de los ingresos por llegada de turistas. Para los países latinoamericanos, el turismo representa una oportunidad de crecimiento, de desarrollo económico y social (Zúñiga y Castillo 2012); esto apunta a que la actividad turística puede llegar a ser un fenómeno con incidencia en el desarrollo local.
Resulta entonces de interés efectuar una revisión de las propuestas metodológicas que van más allá de la perspectiva estructural-funcional del turismo; las cuales puedan dar cuenta de la transformación de las localidades, a partir de un proceso complejo y pluri-factorial que se da en una dimensión espacial (Sarria y Becerra 2008).
En este orden de ideas, se efectúa una revisión teórica del paradigma de los sistemas complejos para el estudio del turismo, y cómo esta complejidad atraviesa los modelos de estudio del turismo. Esta revisión decanta en la selección de la metodología del turismo armónico -en adelante, META- para ser aplicada como modelo de estudio en dos diferentes localidades del continente americano: Santa Fe de Antioquia, en Colombia; y Malinalco, en México.
En su aplicación, se realizaron 68 entrevistas a profundidad, dos visitas de trabajo de campo de las investigadoras involucradas en ambos países, 14 visitas de campo por pares investigadoras oriundas del lugar, visitas de seguimiento y revisión de información documental para la caracterización del sistema. Como resultado de este proceso, el artículo se organizó en seis apartados y las referencias bibliográficas.
En un primer momento, se fundamenta la concepción teórica de sistemas complejos, sustentabilidad, desarrollo local y turismo armónico, para dar paso a una explicación de la metodología y de los pasos a seguir para lograr el objetivo de realizar un diagnóstico diferenciado. A continuación, el artículo presenta la contextualización territorial de ambas localidades, y después expone los resultados derivados de la interpretación de los conocimientos. En un quinto momento, se realiza la discusión, tanto de la metodología como de la aplicación de los conceptos de forma práctica, para concluir con una reflexión derivada de esta investigación.
Sistemas complejos, integrando la sustentabilidad y el desarrollo local para un turismo armónico
El estudio de los sistemas complejos -en adelante, SC- encierra una pretensión de entender la realidad y aprehenderla, y exige de tratar de manera integrada y asociada los diversos elementos que dan cuenta de esa realidad (Cornejo 2004; García 2006). Esto es, tomar en cuenta las diversas dimensiones: sociales, culturales, económicas, políticas, tecnológicas, naturales e institucionales; sabiendo que estas cobrarán diversos matices debido a la dinámica inherente al propio sistema, producto de la interacción (López-Ridaura, Masera y Astier 2002; Hall, Prayag y Amore 2018).
Al hablar de sistemas complejos, se debe añadir a la definición propia de sistema, las condiciones que le atribuyen el carácter de complejo. El sistema por sí mismo es una abstracción de la realidad, construida desde una perspectiva, pero a la vez, es una deconstrucción de dicha realidad. Al proceso de entender un sistema, subyacen tanto las circunstancias y el contexto, como la temporalidad y la localidad desde la cual es observado y analizado. Por ende, la definición de un sistema conlleva una implicación de selectividad entre los componentes que se analizan y las relaciones que se incluyen o excluyen en su definición.
La selección de estos componentes y relaciones puede develar un abordaje disciplinar, desde el cual intentar comprender la actividad turística; bajo el supuesto de que, al incluir más visiones disciplinarias, se logre una comprensión integral del turismo. Sin embargo, en un enfoque multidisciplinario se encuentra la limitante que entraña hablar del todo desde las partes (Arnold-Cathalifaud 2003). Para evitar dicha situación, se podría pensar en traslapar distintos campos disciplinares en el estudio del turismo. Sin embargo, el objeto de estudio no determina por sí solo las disciplinas que habrán de estudiarlo. Son las disciplinas las que configuran el objeto de estudio y lo determinan. Entonces, ¿cómo se podría hablar de un modelo que permita, a través de esta abstracción, representar de forma simplificada la propia complejidad del sistema?, o bien, ¿se puede asumir que es el propio modelo una mutilación y una visión reduccionista de una realidad sobrepasada?; a todo lo cual habría que sumar "la complejidad de las ciencias sociales y humanas, que rompe el marco mismo de lo humano y lo social" (Maldonado 2009, 149).
Si se parte de que el sistema es distinto a la suma de sus partes, y de que tiene propiedades emergentes a partir de la relación de sus componentes, podría pensarse entonces que la asociación de los campos disciplinares para entender el sistema también debe volverse dinámica; por lo tanto, una visión multidisciplinar se antoja insuficiente para abordar una perspectiva sistémica; pues el fenómeno solo se estudiaría desde los aportes de los campos disciplinares y no a partir de una comprensión que surge de la interrelación de dichos campos.
Lo anterior puede llevar a suponer que la complejidad no solo atañe al sistema, sino también al modelo que lo estudia; es decir, los modelos empleados para el estudio de los sistemas en el turismo también se han permeado de dicha complejidad.
Desde la perspectiva anterior, puede entenderse que los modelos se han ido complejizando en función de añadir visiones disciplinares, pero más allá de ello, el modelo debería tender a provocar una intersección que dé paso a una relación dialógica entre los campos de conocimiento, a través de la transdisiciplinariedad, pues de acuerdo con Maldonado (2009), emerge como síntesis, a partir del reconocimiento explícito de que no tienen objeto, sino un problema en cada caso.
Debe tomarse en cuenta que, si se habla de un punto transdisciplinario para entender las relaciones del sistema, también se trastoca la relación entre estos campos disciplinares. En este mismo sentido, Jantsch (1979) establece que los elementos de un sistema deben ser observados desde la estructura de la transdisciplinariedad y las relaciones, desde las propiedades del sistema (recursividad, homeostasis, entre otros). En materia de ciencia, la disciplinariedad es esencialmente un principio estático que pierde sentido cuando se considera en el marco de un sistema que cuenta con objetivos (Jantsch 1979).
Sin duda, este es un problema epistemológico para el estudio de estos sistemas complejos. Al respecto, Martín Barbero (citado en Medina 2006) refiere que es el traslado de métodos de una disciplina a otra lo que configura cambios epistemológicos. Esto es, la intradisciplinariedad no refiere solo al intercambio de información, sino a un ensamblaje de métodos al servicio del descubrimiento del fenómeno de estudio. Esta configuración implica una nueva forma de observación, de redescubrir el objeto de estudio.
En un modelado sistémico para entender el fenómeno del turismo, deben ensamblarse no solo los objetos de estudio de las diversas disciplinas, sino también los métodos que permitan una nueva observación del turismo.
Es en este punto donde la transdisciplinariedad constituye la construcción de un nuevo marco de intelección de los fenómenos; en el cual, la complejidad no forma una visión estática del fenómeno, sino una nueva mirada epistemológica, y donde la interrelación de los diferentes campos disciplinares potencia su capacidad de respuesta a los problemas de una realidad cambiante (Medina 2006).
Se entiende entonces que en el estudio de sistemas el primer reto está intrincado en dinamizar la mirada con la que se analiza al objeto de estudio: transitar de los componentes al sistema, y de la delimitación hacia el entorno. Este último no es una parte delimitadora del sistema, sino que se fundamenta en él y sirve, además, para fundamentar. El contexto provee de significación al sistema.
La dinamización implica el rompimiento con estructuras de estudios lineales, monodisciplinares y predominantemente cuantitativas, de acuerdo con lo que afirma Osorio (citado en Velilla 2002, 40), la realidad no se subordina a estas condiciones de comprensión, la visión sistémica surge como una alternativa para lidiar con la fragmentación inherente a las formas tradicionales científicas; las cuales, a fuerza de cuantificar, se hacen ciegas a los contextos globales y fundamentales. El dominio hegemónico de lo experimentable y reproducible es reemplazado por aquello por lo cual significa e interpreta. Los datos son reemplazados por medios de observación (Arnold-Cathalifaud 2003).
Probablemente, la primera conclusión derivaría en que, al tratar al turismo como un sistema, se exploran los modos de comportamiento más que sus artefactos. De ser así, se requiere un modelado que permita visualizarlo y estudiarlo desde sus diferentes ángulos y perspectivas. El modelado implicaría identificar patrones de desempeño con una reproducibilidad relativamente permanente; lo que puede parecer en vano, si no conduce a entender cuál es la función que se pretende preservar, cuál es la equifinalidad que se busca resguardar ante la neguentropía experimentada. Esta última afirmación también entraña una doble dificultad, si se habla de sistemas humanos; pues resulta ineludible que el hombre, además de experimentar el cambio, intenta lograrlo.
Si esta neguentropía se produce a través de la interacción con el suprasistema (entorno), a través de procesos de retroalimentación constituidos por el intercambio de materia, energía e información; en el modelado de un sistema, habría que clarificar qué tipo de información se intercambia, cómo se codifica tal información y, finalmente, a partir de dicha codificación, cómo se reconfigura el sistema.
Ahora bien, debe considerarse, además, la adaptación del sistema, pues la reorganización interna que surge como respuesta a la interacción con el entorno y a los procesos entrópicos y neguentrópicos, confiere nuevas propiedades al sistema inicialmente definido; esto es, el sistema reorganizado adquiere propiedades distintas que le otorgaban identidad y, de no explicarse el problema del cambio, se estará estudiando un sistema diferente.
Este ciclo compensatorio en los sistemas para tender hacia su equilibrio inicial implica la integración en el estudio de los fenómenos adaptativos que el sistema experimenta ante los desórdenes entrópicos o ante los desórdenes externos. De ahí que varios de los intentos de comprensión del fenómeno turístico parten del estudio de sistemas adaptativos para dar una explicación a la complejidad que reside en este fenómeno.
Dicha función organizadora no solo dinamiza la estructura del sistema, también reconfigura las propiedades de sus componentes. La autoorganización responde a la realimentación, o mejor dicho, a las redes de realimentación que se entretejen en el propio sistema como configuraciones, pero también como configuradoras.
La Tabla 1 expone cómo los propósitos de un modelo sistémico de estudio pueden presentar variantes, a medida que transitan hacia la complejidad.
La no linealidad complejiza, pues son rutas divergentes que surgen a partir de la incertidumbre y ante las cuales la "realidad" reacciona y se organiza. El pensamiento sistémico implica un cambio en la concepción del objeto de estudio, como lo refiere Medina (2006, 107): "una cosa es la máquina artefacto que simplemente está organizada, y otra es la máquina viviente que es autoorganizadora".
De acuerdo con Bar-Yam (2004), un sistema está formado por muchos componentes cuyo comportamiento es emergente, esto es, no puede ser inferido simplemente del comportamiento de sus componentes, sino que implica el entendimiento de la autoorganización, que es inherente a la adaptación del propio sistema. En referencia a tal emergencia y organización, es posible que un modelo sistémico con adición de los atributos de sustentabilidad provea una explicación más integral del sistema de estudio; pues no solo explica las relaciones y las configuraciones del sistema, sino que recupera las propiedades adquiridas y los patrones de comportamiento, a partir de un propósito fundamental: la conservación del sistema a lo largo del tiempo; ya sea que este último sea considerado un sistema económico, un sistema social o un sistema natural: los tres ejes fundamentales de la sustentabilidad (Palmas et ál. 2011; Palmas et ál. 2014; Palmas, Serrano-Barquín y Gutiérrez 2017, 2018). Hablar de conservación del sistema atañe entonces a la sustentabilidad, cuyos atributos han ido modificándose y adaptándose a las nuevas generaciones, siempre en búsqueda de un equilibrio, tal como se muestra en la Tabla 2.
Datos: elaborado a partir de Masera, Astier y López (2000); Cornejo (2004); Gutiérrez (2013); Palmas et ál. (2014); Hall, Prayag y Amore (2018).
De lo anterior se puede desprender que, tanto en la conceptualización como en el estudio de las propiedades del sistema, se encuentran implícitos dos subsistemas de forma permanente: el biofísico y el antrópico. En lo que atañe al turismo, estos dos subsistemas se pueden estudiar a partir de una contradicción inevitable: la complementariedad y la competencia que surge entre ambos subsistemas; a su vez, esta contradicción permitiría una explicación de la entropía y neguentropía resultantes; las cuales dan pie a las propiedades emergentes del sistema.
Bajo esta concepción, un modelo que solo se circunscribe a estudiar la actividad turística per se, tendría una visión reducida de la actividad sistémica. A fin de evitar esta reducción, se pueden integrar los dos subsistemas (biofísico y antrópico); pero esta ampliación tiene implicaciones para la delimitación del sistema, pues incrementa el abanico de componentes y relaciones que se pueden incluir en el análisis. Ante ello, el desarrollo local podría ser la arista que permita delinear el sistema y situarlo en un espacio geotemporal preciso, a fin de facilitar el estudio.
Delimitar el SC a escala espacial permite que se centre el estudio en la comunidad que compone al sistema, de tal manera que, si el destino funge como pieza para formar el recurso turístico y se delimita a su estudio, los proyectos emergen de abajo hacia arriba, de manera endógena, lo que permitiría alcanzar la interrelación de los subsistemas para poder alcanzar un verdadero desarrollo local.
El desarrollo local puede definirse como el proceso reactivador de la economía por medio del turismo, dinamizando la localidad, a través de sus recursos endógenos (Solari y Pérez 2005). Por lo tanto, el turismo, como una actividad complementaria en las comunidades, debe ser concebido para mejorar el nivel y calidad de vida de los habitantes, generando crecimiento sustentable y sinergias locales de mejoramiento (Solaris y Pérez 2005), todo ello para facilitar la adaptabilidad del subsistema antrópico, respetando y valorando al subsistema biofísico.
Para analizar el desarrollo local y el turismo que se pueda ofertar, desarrollar, planear o simplemente corregir, porque ya se está desarrollando en una comunidad, se pueden considerar funciones de cada una de las partes componentes (Tabla 3), lo ideal es que este tipo de análisis se realice desde una perspectiva que anteceda al desarrollo del turismo como actividad complementaria, con el fin de entretejer realidades concretas en las zonas de estudio.
En el caso en que se centra este estudio, se recupera la propuesta del META (Palmas et ál. 2014; Palmas, Serrano-Barquín y Gutiérrez 2017, 2018), que busca, desde una perspectiva sustentable, aludir a los efectos económicos que decantan en problemáticas ambientales y sociales. Este modelo se caracteriza por recuperar los conocimientos vernáculo-racionales que emanan de las comunidades, y que adquieren un sentido específico a través de la relación que el hombre guarda con su entorno, el cual significa y también provee de significado; en una retroalimentación constante.
Metodología
La META se considera una serie de pasos a seguir que permiten un diagnóstico diferenciado, emanado de la interrelación entre conocimientos vernáculos y racionales. Se comienza por elegir el sistema complejo a estudiar. Dicho sistema se divide en dos subsistemas para facilitar su estudio: subsistema biótico (recursos naturales) y subsistema antrópico (recursos generados por el hombre).
Para analizar los subsistemas, estos se fragmentan en subelementos del sistema, los cuales son examinados a partir de los conocimientos racionales. Todo aquello producto de investigaciones rigurosas, grupos de científicos, resultados de proyectos objetivos (Leff 2008), entre otros; y a partir de los conocimientos vernáculos, producto de una transmisión generacional, basados en el respeto a la naturaleza y su valorización (Quilaqueo y Quintriqueo 2007).
Lo anterior permite que el modelado sea interdefinible, interdependiente, resiliente y vulnerable, además de analizarlo desde escalas temporales y territoriales, observando los niveles de procesos y análisis, así como los flujos de entrada y salida de la delimitación del sistema complejo.
En la Figura 1, se sintetiza la aplicación del metodo para diagnosticar al sistema complejo, que deberá siempre considerar que los límites "no" suponen una barrera entre lo que se estudia y lo que influye directamente desde afuera hacia el sistema. Para el diagnóstico, se recuperan datos que permitan caracterizar de forma desagregada los elementos del sistema; esta información es suministrada en tablas, solo con el fin de facilitar la recuperación de datos, ordenar la información y facilitar la interpretación subsecuente; no representan una linealidad del sistema. La Tabla 4, establece los subelementos analizados, describiendo el procedimiento para recuperar la evidencia que se incluyó en el diagnóstico del sistema de este estudio.
Los casos de estudio que se analizaron en este artículo, producto del proyecto de investigación y vinculación de la academia, fueron Santa Fe de Antioquía en Colombia, y Malinalco en Mexico. Para la elección de las zonas se fijó como punto de partida que ambos tuvieran semejanzas territoriales, climáticas, de infraestructura, sociales y culturales; aunque si bien, al pertenecer a diferentes países estas semejanzas fueron aisladas, cabe señalar que lo interesante es demostrar que este modelo puede ser aplicado en diversas zonas de estudio con el fin de rescatar -o bien, conservar- los recursos naturales y culturales del área de estudio por medio del turismo armónico.
La Tabla 4 se consolidó con información de ambos lugares, se aplicó un total de 68 entrevistas a profundidad para obtener los conocimientos vernáculos de los lugares; dichas entrevistas se elaboraron a partir de un guion semiestructurado que permitiera la obtención de la información de cada subsistema. Se realizaron dos visitas de trabajo de campo, por parte de las cuatro investigadoras involucradas en ambos países; además, de manera independiente, pares de investigadoras oriundas hicieron catorce visitas de campo, así como visitas de seguimiento y revisión de información documental especializada para la obtención de los conocimientos racionales. Para la recabación de la información racional se consultaron fuentes documentales como libros, revistas científicas y páginas de Internet debidamente verificadas.
Contextualización territorial
Santa Fe de Antioquia (Antioquia - Colombia)
Ubicado en Colombia, subregión del occidente del departamento de Antioquia (ASFA 2017) (Figura 2). Tiene un área de 493 km2, la cual limita al norte con los municipios de Giraldo y Buriticá, al sur con Anzá, al oriente con Olaya, Sopetrán y Ebéjico, y al occidente con Abriaquí y Caicedo. Está ubicada a una altura de entre 513 y 757 metros sobre el nivel del mar (Torres-Herrera y Molina-Escobar 2012), a 57 km de Medellín, capital del departamento de Antioquia (Torres-Herrera y Molina-Escobar 2012).
En la Tabla 5 se muestra la caracterización detallada de Santa Fe de Antioquia, dicha caracterización se realizó basándose en los atributos de la sustentabilidad.
Malinalco - Estado de México - México
Ubicado a 19°57'07" de latitud norte y a los 99°30'06" de longitud del Meridiano de Greenwich en la República Mexicana, en el centro del país, en el Estado de México se encuentra Malinalco, (Figura 3) su nombre proviene del náhuatl y traduce: "Donde se adora a Malinalxóchitl, flor de malinalli". Limita al norte con los municipios de Joquicingo y Ocuilan, al sur con el municipio de Zumpahuacán y el estado de Morelos, al este con el municipio de Ocuilan y el estado de Morelos, y al oeste con los municipios de Tenancingo y Zumpahuacán (Schneider 1999).
En la Tabla 6 se muestra la caracterización detallada de Malinalco, para describir cada característica se utilizaron los atributos de la sustentabilidad, al igual que en el caso de Santa Fe de Antioquía.
Datos: Ayuntamiento de Malinaco (1997); INEGI (1998, 2015, 2016a, 2016b); Plan de Desarrollo Municipal de Malinalco (2014, 2018); Escobedo, Cortés y López (2015); Honorable Ayuntamiento de Malinalco (2016); González-Quiñones et ál. (2019).
Resultados
Cuando el sistema es caracterizado, el paso subsecuente es generar el diagnóstico a partir de los atributos de sustentabilidad; es decir, la explicación del sistema se da desde las variables y las relaciones que aseguran la conservación de los subsistemas antrópicos y biofísicos que se dan en el espacio geotemporal de las comunidades seleccionadas.
El análisis se propicia a partir de la interrelación de las evidencias, a la luz de los atributos de la sustentabilidad. La Tabla 7 muestra el resultado del diagnóstico generado a partir de la interrelación de los elementos caracterizados. Ahora bien, a la Tabla 4 se le agregó una columna para identificar los rasgos que definen el desarrollo local, ya que esto permite visualizar qué puntos se deben trabajar para que la interrelación de todos los elementos del sistema propicien el mejoramiento de la calidad de los recursos naturales y de la vida misma.
Como se puede observar, entre los principales hallazgos de este diagnóstico se encuentra el acercamiento a la interrelación armónica de los dos subsistemas estudiados y analizados. Además, se estudiaron los elementos y subelementos de los subsistemas, y estos a su vez se interrelacionaron con los atributos de la sustentabilidad, permitiendo visualizar algunos de los rasgos definitorios del desarrollo local, todo ello con el fin de que los municipios puedan trabajar de manera conjunta entre distintos niveles para disminuir o mitigar los impactos negativos y acrecentar los impactos positivos de la actividad turística.
Discusión
Por las características de la actividad turística, es ineludible rescatar la relación que juegan los componentes antrópicos y biofísicos que constituyen al turismo en un fenómeno; en este abordaje del turismo desde el enfoque de sistemas, se ve intrincada la relación que guarda la dimensión social y natural de un espacio territorial para el fortalecimiento de la actividad turística, con el papel que juega esta en el desarrollo local.
Desde la perspectiva de las autoras de esta investigación, y por lo expuesto en la revisión teórica, los modelos que se ciñen a una explicación de la actividad turística sin relacionarla con un suprasistema social, económico y natural, suponen una visión reducida para entender su complejidad, sus efectos y comportamiento.
Lo anterior implica una focalización diferente del objeto de estudio, para analizarlo bajo un modelo que integre atributos de sustentabilidad, con la finalidad de que a partir de estos pudieran evaluarse las propiedades del sistema para asegurar un propósito: su conservación a lo largo del tiempo.
Si bien hablar de un modelo supone una intención de aprehender y comprender una realidad que rebasa cualquier constructo intangible, estas deconstrucciones permiten una asimilación, relativamente convencional, que facilita el diálogo y entendimiento sobre un fenómeno, en este caso de estudio: el turismo. El modelo es una entidad lógica para explicar una realidad, que de entrada no puede experimentarse directamente. A partir de la fundamentación y aplicación de la META, se afirma que una de las ventajas de este modelo es que recupera evidencias desde los actores que experimentan esta realidad. De acuerdo con Morin (citado en Medina Núñez 2006), se debe eliminar la idea de que los objetos existen con independencia del sujeto. Esto es, hablar de una realidad que existe de forma independiente al sujeto, supondría una intención pretenciosa de validar una visión paradigmática del propio observador, que pretende encajar forzosamente el comportamiento de un fenómeno en sus propios conocimientos disciplinares.
Si bien las evidencias vernáculas que integra la META en el análisis del sistema entrañan, inexorablemente, un cariz de subjetividad, es justamente esta subjetividad la que permite entender la entropía y neguentropía, generadas desde el sistema social que da lugar a la emergencia del sistema.
Por otra parte, uno de los aportes del modelo es que toma como hilo conductor la conservación de los sistemas; desde esta perspectiva, la actividad antrópica cobra dimensiones distintas para su análisis y diagnóstico, en el marco de los impactos que esta genera hacia el sistema biofísico y viceversa. En este tenor, el modelo se muestra pertinente para rescatar elementos que permitan diagnosticar si la actividad turística propicia un desarrollo local equilibrado.
Entre las limitantes del estudio, se encuentra la falta de predictibilidad del modelo sobre cambios que puedan surgir en los subsistemas, lo cual se visualiza como una línea de investigación a futuro, para fortalecer la META. En este orden de ideas, debe tomarse en cuenta el problema epistemológico del turismo, desde una perspectiva sistémica, al abordar la complejidad como elemento indisociable del sistema; ya que dicha complejidad asociada al cambio, a la incertidumbre, al devenir de las cosas, pareciera una restricción que imposibilita la generación de un constructo teórico que dé cuenta del comportamiento de fenómenos cambiantes, más aún, si estos van acompañados de un elemento societal que los vuelve poco predecibles.
Asimismo, sería importante una revisión histórica de los modelos que han efectuado aproximaciones a la explicación del turismo. En efecto, más allá de realizar solo una caracterización de dichos modelos, estos tendrán que ser analizados bajo una lógica evolutiva que dé cuenta de las premisas que han orientado la configuración de dichas entidades lógicas.
Conclusiones
Al recuperar, analizar e interrelacionar los conocimientos vernáculos que se transmiten de generación en generación dentro de las comunidades, e integrarlos como parte de un diagnóstico con los conocimientos racionales de las comunidades científicas, es posible observar limitantes para la estandarización en la aplicación del modelo. Una de ellas es la adaptación de lenguaje que debió realizarse para adaptar los guiones de entrevista en la obtención de conocimientos vernáculos de cada subsistema, en las dos diferentes localidades de estudio.
Aunque fueron medidos los mismos atributos de la sustentabilidad y rasgos definitorios para el desarrollo local, por medio de la complejidad, los resultados obtenidos de las interacciones permitieron observar que la actividad turística, en ambos países, se fue desarrollando de manera descontrolada y sin planificación, lo que tiene como consecuencia desplazamientos de la población por tres razones: usos del suelo, elevación de costos y migración en búsqueda de una mejor calidad de vida.
Pero no solo fueron estos los impactos encontrados en ambas regiones, también existe una pérdida de identidad, debido al incremento de turismo residencial, ya que las localidades en algunas ocasiones han tenido que modificar sus formas de vida y de alimentarse, por satisfacer a los turistas y mercantilizar su estilo de vida; además del impacto en los recursos naturales con los que cuentan y una transformación social de la población. Pese a encontrarse en dos regiones diferentes, existen similitudes entre los casos de estudio, en cuestión de elementos y subelementos que han persistido en el tiempo y en el espacio. Además, algunos se han fortalecido y otros han sufrido impactos negativos por la falta de una planificación turística regional.
Por último, deberá entenderse que cualquier modelo explicativo parte de un paradigma que responde a intereses específicos y que se legitima en la aceptación de la comunidad científica, por la explicación coherente que proporciona sobre el fenómeno de estudio. Esta perspectiva del observador es la primera condicionante en la configuración del constructo; pues implica la articulación de componentes desde un campo referencial propio que le hace percibir de tal o cual manera. Lo anterior tiene implicaciones no solo para el sistema, sino para la propia construcción del modelo que estudia al sistema.