Introducción
Entre los años 2019 y 2020, el mundo se enfrentó a una enfermedad producida por un nuevo tipo de virus llamado SARS-CoV-2 “Coronavirus 2 generadora del Síndrome Respiratorio Agudo Grave - COVID-19, considerado de alta contagiosidad y de transmisión entre humanos por gotitas de saliva, contacto físico y algunos elementos inertes” 1,2. Para el 11 de marzo del 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su comunicado de prensa declaró que por la velocidad de su propagación, la enfermedad se considera como una pandemia, que es una enfermedad sin tratamiento farmacológico específico, y con una mayor letalidad en adultos mayores de 60 años 3. Además, el Centro Americano para el Control y la Prevención de enfermedades (CDC) considera que las medidas más eficientes para reducir el proceso de propagación son mantener el distanciamiento físico y el uso de la mascarilla. Teniendo en cuenta lo anterior, en Colombia, mediante la Resolución n.º 385 del 12 de marzo de 2020, el Ministerio de Salud y Protección Social se declaró la emergencia sanitaria por causa del coronavirus COVID-19 4, y se expidieron las diferentes medidas sanitarias para limitar la propagación del virus en el país, limitando la movilidad, las actividades masivas y se incentivó el trabajo en casa. La Universidad de Caldas en consonancia con lo anterior, suspendió las actividades presenciales de pregrado y posgrado e implementó el trabajo en casa para todos los servidores públicos y estudiantes de la institución 5.
Los factores de riesgo relacionados con los cambios en los hábitos y estilos de vida, caracterizados por insuficiente actividad física, dietas ricas en grasas saturadas, azúcares refinadas y pobres en micronutrientes; unidos a la creciente oferta de tecnologías de la información y las comunicaciones, favorecen el incremento de las enfermedades crónicas no trasmisibles-ECN 6. En el estudio mundial de carga de enfermedad publicado en Lancet en 2017 7, reportan que, a nivel mundial el 61 % de muertes y el 48.3 % de años de vida ajustados por discapacidad-AVAD, se atribuyeron, en primer lugar, a factores como hipertensión arterial, seguido del tabaquismo, en un tercer y cuarto puesto sobresalen los niveles altos de glucosa plasmática en ayunas y el alto índice de masa corporal (IMC). El IMC se define como la relación entre el peso en kilogramos, altura en metros al cuadrado y en unidad kg/m². Es aceptado por organismos internacionales como la OMS, Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) y el Instituto Nacional de Salud Americano (NIH) para determinar el estado nutricional de las poblaciones y su relación con riesgos para la salud. La OMS en conjunto con el NIH, recomendaron una clasificación que aún se usa en la actualidad 8. Las enfermedades no transmisibles (ECNT) se relacionan con morbimortalidad y el empobrecimiento de la calidad de la salud de la población en todos los niveles socioeconómicos a lo largo de todo el ciclo vital 6. En el plan de acción mundial para la prevención y el control de las ECNT se plantea que la intervención sobre estos factores de riesgo, podrían lograr una reducción de 25 % en la mortalidad global por enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer y enfermedades respiratorias para el año 2025 6.
La OMS describe la actividad física como “cualquier movimiento corporal voluntario producido por los músculos esqueléticos que exige gasto de energía por encima de la tasa de metabolismo basal” 9, otros autores como Vidarte Claros et al., en 2011 proponen un concepto más amplio donde la actividad física traspasa el solo gasto de energía, y se aproxima más a una experiencia personal, a una práctica sociocultural 10. Existen diferentes instrumentos disponibles para la medición de la actividad física (basados en informes, en monitores o mediante instrumentos). En la mayoría de los estudios de investigación donde se relacionan los beneficios de la actividad física con la salud, se han utilizado instrumentos sustentados en informes, esto en razón a que en los estudios epidemiológicos la necesidad es clasificar a los individuos en niveles generales de participación en la actividad física y estos, son suficientes para clasificar a los individuos en función de su nivel de actividad física, y facilita su aplicación en muestras grandes, mejorando su validez externa, también son fáciles de administrar, económicos y pueden captar el contexto de la práctica 11.
En relación con lo anterior, el Cuestionario Internacional de Actividad Física corto (IPAQ-c) 21, ha sido utilizado en diversos estudios internacionales y se ha evaluado su validez y confiabilidad sugiriéndose su uso en diferentes países e idiomas 12,13, además la OMS lo ha propuesto como un instrumento a utilizarse para vigilancia epidemiológica a nivel poblacional, dado que se ha puesto a prueba en 24 países y actualmente, se emplea en varias redes regionales 14. Así mismo, se ha planteado que la encuesta IPAQ-c, probablemente sea la mejor para evidenciar la actividad física en todos los dominios 13,15, ya que esta clasifica los niveles de actividad física en escalas ordinales (bajo o físicamente inactivo o sedentario/moderadamente activo/ alto o físicamente activo).
En una revisión sistemática realizada en 2017, consideran que el comportamiento sedentario hace referencia a los comportamientos realizados en una postura sentada o reclinada durante las horas de vigilia, con bajo gasto energético (1 a 1,5 veces la tasa metabólica en reposo), el interés se centra en la relación entre tiempo sedentario y efectos nocivos para la salud. No solo la poca actividad física es importante, también el tiempo sedente, es el enfoque actual de la inactividad física 4. En este escenario han surgido estudios donde se relaciona el comportamiento sedentario como un factor independiente correlacionado con el porcentaje de grasa corporal. La evidencia actual sugiere que sentarse durante ocho horas o más por día se asoció con un 62 % de probabilidades más altas de obesidad 16, y en Colombia en el estudio ENSIN-2015, se encontró que el 67.6 % de los niños, el 76.6 % de los adolescentes de las zonas urbanas y en estratos altos permanecen tiempo excesivo frente a las pantallas y que solo el 50 % de la población cumple con las recomendaciones de actividad física de la OMS, siendo llamativo que la mayor proporción fue en población indígena masculina 17.
Se estima que a nivel mundial entre 55 % y 70 % de las actividades que se realizan diariamente (sin considerar el tiempo destinado a dormir) son de tipo sedentarias 18. La inactividad física altera la estructura del microbioma intestinal de una manera que promueve la disbiosis intestinal y la inflamación sistémica, lo que lleva a la acumulación de grasa corporal que conlleva a la obesidad y a la neuroinflamación que se asocia con disminuciones progresivas en las funciones cognitivas y motoras junto con la desregulación de las emociones, favoreciendo el desarrollo de trastornos mentales (por ejemplo, depresión) 19.
Por todo lo anterior, el objetivo de la investigación es evaluar el nivel de actividad física, las horas con comportamiento sedente y el índice de masa corporal (IMC) en una comunidad universitaria, asociados al aislamiento obligatorio decretado en razón a la pandemia por el coronavirus COVID-19, donde las actividades diarias se debieron realizar de manera virtual.
Materiales y métodos
Estudio descriptivo, trasversal. Se convocó a la población adulta entre 18 y 59 años de la Universidad de Caldas, Manizales, perteneciente a las diferentes instancias: docentes, trabajadores y estudiantes. Se realizó un muestreo por conveniencia con una muestra final de 52 sujetos. Se realizó la toma de las medidas antropométricas, peso y talla con balanza y estadiómetro marca Seca 201® con precisión de 100 gr y 1 cm respectivamente y según protocolos de la Sociedad Internacional para el avance de la Cineantropometría (ISAK) 20; se realizó cálculo automático del IMC y se clasificó según las recomendaciones OMS en bajo peso menor a 18,5 kg/m², normal 18,5 a 24,9 kg/m², sobrepeso o preobesidad 25-29,9 Kg/m², obesidad más de 30 kg/m² 8. Se aplicó el Cuestionario Internacional de Actividad Física-corto (IPAQ-c), herramienta de autoinforme donde el participante proporcionó información subjetiva de las horas y tipo de actividad física realizada en la última semana, posteriormente se calcularon los MET/min/semana y se definieron 3 niveles de la actividad: nivel bajo o inactivo, menos de 600 MET/min/semana; nivel moderado, 600 a 3000 MET/min/semana y nivel alto o físicamente activo, más de 3000 MET/min/semana. El procedimiento de toma de muestra cumplió con las recomendaciones del Protocolo General de Bioseguridad para COVID-19 emitido por la universidad 5 y la aprobación previa del comité de ética de la Universidad de Caldas donde lo consideran de riesgo mínimo.
Los datos fueron analizados con el software estadístico StatsToDo y el límite de significación estadística fue p<0.05.
Resultados
Se realizó la toma de medidas a un total de 52 personas distribuidas; 35 mujeres (67,3 %) y 17 hombres (32,7 %) con una edad promedio de 37,6 años ±11,4. De ellos, el 38,5 % eran docentes (20), 28,8 % estudiantes (15) y 32,7 % empleados (17). Para efectos de manejo estadístico y teniendo en cuenta los primeros análisis de las variables cuantitativas y a la vez porque es afín a lo recomendado en el Censo Americano del 2000 que utilizó los siguientes grupos de edad de 20-39, 40-59 y ≥60 años 22, se decidió dividir la muestra en dos grupos 18 a 38 años (46,15 %) y mayores o igual a 39 años (53,85 %).
Los resultados del IMC en relación con la edad fue: para 18-38 años (24,3 kg/ m² ± 3,3) y para mayores o más de 39 años (27,2 kg/m² ± 3,7), estas diferencias fueron estadísticamente significativas (véase Tabla 1).
Edad-años | Peso-kg | Talla-cm | IMC-kg/m² |
---|---|---|---|
18-38 n=24 46,15% | 62,6±10,11 | 60,4±8,9 | 24,3 + 3,3 |
> de 39 n= 28 (53,85%) | 72,5±11,11 | 62,1±7,9 | 27,2 +3,7 |
P valor | 0,001 | 0,456 | 0,004 |
General | 67,9±11,71 | 61,3±8,4 | 25,9+3,8 |
Fuente: Elaboración propia.
En la Tabla 2 se discrimina el nivel del IMC (normopeso, sobrepeso y obesidad) según los grupos de edad, observando que el 67,9 % de los mayores y el 45,9 % de los menores están en sobrepeso u obesidad. No se encontraron personas con nivel de bajo peso.
Edad | IMC | ||
---|---|---|---|
Normopeso | Sobrepeso | Obesidad | |
18-38 años (46%) | 54,2% | 41,7% | 4,2% |
39 o más (54%) | 32,1% | 42,9% | 25% |
General | 42,3% | 42,3% | 15,4% |
Fuente: Elaboración propia.
En cuanto a la variable de nivel de actividad física (bajo o físicamente inactivo/moderadamente activo/ alto o vigorosa) se encontró que el 64,3 % de los mayores mostraron un nivel bajo de actividad física y los jóvenes se ubicaron en bajo nivel en el 50 % (véase Figura 1).
Con respecto a las horas sedente, se encontró que la media en los mayores de 39 años era de 8,4 horas ±2,4 y en los menores una media de 6,8 horas ± 3,2; sin embargo, no hubo diferencias estadísticamente significativas entre grupos de edad (p<0.05).
Discusión
Teniendo en cuenta que, la valoración de la composición corporal, definida en el Análisis de la Situación de Salud-ASIS 2020 23, como una característica dinámica de los seres humanos que varía en el transcurso del tiempo y en función de la edad y sexo de los individuos, que está determinada por factores endógenos, no modificables 24,25 y por factores exógenos sobre los que el individuo puede actuar (nutrición, actividad física y presencia de enfermedad) 24,25, y que su valoración ha adquirido un protagonismo creciente en los últimos años porque refleja los cambios sociales, económicos y demográficos de la población; cabe nombrar en especial, los factores como el envejecimiento poblacional y el aumento del sobrepeso y la obesidad, que se han relacionado con el aumento de las enfermedades cardiovasculares 26.
La pandemia asociada a la enfermedad por COVID-19 obligó a disminuir los niveles de actividad física por las restricciones para la interacción social, motivo por el cual en el presente estudio se propuso mostrar los cambios en el IMC, el nivel de actividad física y el número de horas sedente que se produjeron como consecuencia de las restricciones asociadas con el aislamiento obligatorio en la comunidad universitaria. Los resultados muestran que los adultos con 39 y más años presentaron un IMC mayor, lo que está en relación con los datos obtenidos por Kriaucioniene et al., en una población Lituana en 2020, donde los participantes que presentaron mayor aumento del IMC fueron los adultos mayores y las personas con niveles previos de sobrepeso y obesidad 27.
Si se comparan los resultados en cuanto el IMC con los datos previos obtenidos en la Encuesta Nacional de Situación Nutricional de Colombia-ENSIN-2015 17, llevada a cabo a nivel nacional y de manera específica con los resultados obtenidos a nivel del departamento de Caldas, se ve que existe incremento en el sobrepeso de en 5,2 puntos porcentuales con el nivel nacional y 4,1 con el nivel departamental (véase Tabla 3).
IMC | ENSIN-2015 | Caldas-2015 | Estudio-2021 |
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Normal | 44,2% | 45,4% | 42,3% |
Sobrepeso | 37,1% | 38,2% | 42,3% |
Obesidad | 18,7% | 16,4% | 15,4% |
Fuente: Elaboración propia.
En el estudio prospectivo realizado por Dicken et al. en Gran Bretaña en el año 2020, se evidenció un aumento estadísticamente significativo en el peso de los ingleses durante los primeros meses de la pandemia, que tendió a controlarse a finales del año. En otro estudio longitudinal que permite ver el comportamiento en los cambios en el estilo de vida a medida que transcurren los períodos de aislamiento obligatorio y el retorno a la normalidad, llama la atención sobre la variación interindividual sustancial en las trayectorias de peso / IMC que indica impactos a largo plazo en la salud de la personas 28.
Los cambios en los hábitos de vida asociados a la limitación de la movilidad para minimizar el contagio de la infección por SARS-CoV-2 en todo el mundo, se relacionaron con disminución de la actividad física y aumento del comportamiento sedente. En el presente estudio, se encontraron niveles de actividad física en un nivel bajo en el 57,7 % de los participantes y al comparar los resultados con el estudio de Peña et al. 29 en 2009 en la misma comunidad universitaria, se encontró un aumento de 6,9 puntos porcentuales en los sujetos que reportaron un nivel bajo de actividad física. Estos resultados se pueden relacionar con las medidas tomadas por la Universidad para cumplir con la normatividad emitida por el Ministerio de Salud con el objetivo de mitigar la propagación del virus y que trasladó el trabajo presencial a trabajo virtual, se puede inferir que fue difícil para los trabajadores realizar los ajustes necesarios en los hogares para cumplir con la actividad laboral y familiar, limitando el tiempo invertido a la actividad física.
En una revisión sistemática de 66 estudios realizados por Stockwell et al. se concluyó que las medidas tomadas para contener la expansión de la pandemia aumentaron el comportamiento sedente y disminuyeron la actividad física 1. El estudio se llevó a cabo en 86.981 participantes con edades entre 13 y 86 años, población adulta sana (deportistas de élite específicamente, estudiantes universitarios) y niños sanos. Nuestros resultados son afines a lo encontrado en esta revisión sistemática.
En relación con las horas sedente, según el estudio realizado por Bullock et al. 16 en 9 países europeos y en Norteamérica, se encontró relación entre estar sentado más de 8 horas por día con un aumento en el 62 % de probabilidad de sufrir obesidad. En el presente estudio se encontró que en el grupo de más de 39 años el promedio de horas sedente fue de 8.4 horas por día, lo que podría explicar el aumento en el IMC.
Respecto a la interpretación del cuestionario de actividad física IPAQ-c, se pudo realizar la clasificación del nivel de actividad, pero se encontraron dificultades para realizar el cálculo de METs/min/sem, debido a que algunos individuos no reportaban ningún tipo de actividad física (leve, moderada o intensa), solo reportaron horas sedente, lo que no permitió un cálculo de los METs consumidos, presentando datos muy dispersos (rangos entre 0 a 9600 Met/min/sem).
En el estudio realizado por Jodczyk et al. en 2021 30 reportaron que el 71,94 % notó un impacto negativo de la pandemia en su actividad física y el 51,02 % valoró como negativo el impacto en los hábitos dietéticos, el estudio fue realizado en estudiantes universitarios mediante entrevista telefónica.
Finalmente, se considera que el estudio presentó las siguientes limitaciones: la muestra resultó más pequeña de lo originalmente programado debido a la necesidad de distanciamiento social para el control de la expansión de la pandemia, lo que limitó el acceso a un mayor número de participantes. La herramienta más recomendada y utilizada a nivel de investigación y de uso en múltiples estudios, el IPAQ-c, parece presentar limitaciones en su aplicación, en circunstancias inusuales, como la presentada durante la pandemia, para determinar el consumo energético cuando las actividades desarrolladas son predominantemente sedentes, motivo por el cual esta variable puede requerir otros métodos de medición.
Siendo superada la situación que generó la declaratoria a nivel mundial de emergencia sanitaria y la necesidad de las medidas de aislamiento obligatorio, se puede pensar en volver a convocar a la comunidad universitaria para aumentar la muestra en los tres grupos etarios y considerar la experiencia del presente trabajo como una prueba piloto. La información recolectada se puede considerar un insumo para plantear proyectos desde Bienestar Universitario, aportando en el mejoramiento de la calidad de vida, al actuar sobre los factores de riesgo para las enfermedades crónicas no transmisibles.
Conclusiones
En conclusión, el estudio encontró un nivel alto de sobrepeso y obesidad en la comunidad universitaria, el nivel de actividad física bajo y un número de horas sedente alto en el grupo más adulto, en conjunto se observa que hay un aumento en los factores de riesgo cardiovasculares, lo que hace prever un incremento en la enfermedad crónica no prevenible en la población estudiada, estos cambios pueden pensarse como asociados de manera directa a las circunstancias de aislamiento social y el confinamiento en los hogares por la pandemia.
En cuanto a las estrategias para estimular el trabajo en casa y el uso de las herramientas tecnológicas de información y comunicación (TIC), es importante que se acompañen de planes específicos para realizar actividad física en confinamiento, que favorezcan conservar o incrementar la actividad física y disminuir las horas sedentes, aun en condiciones de restricción de la movilidad como las presentadas por la pandemia u otra pandemia similar; utilizando los medios digitales (aplicaciones y clases virtuales de acondicionamiento físico).