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Papel Politico

versión impresa ISSN 0122-4409

Pap.polit. v.14 n.1 Bogotá ene./jun. 2009

 


Reseña del libro Enfoques para el análisis político. Historia, epistemología y perspectivas del a Ciencia Política

Approaches to Political Analysis. History and Epistemological Perspectives of Political Science

De Rodrigo Losada y Andrés Casas, Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, 2008


Rodolfo Masías-Núñez*


* Doctor en Sociología de El Colegio de México, México. Profesor asociado del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes. Correo electrónico: rmasias@uniandes.edu.co.




A lo largo de casi 400 nutridas páginas, que incluyen una valiosa bibliografía, dos profesores de la Universidad Javeriana, uno con una ya larga y reconocida trayectoria en Ciencia Política y, otro, joven, con mucho futuro, discípulo del primero, emprenden la delicada y polémica tarea, a la usanza de un libro de texto preceptivo, de precisar los límites disciplinares de la Ciencia Política contemporánea. No está demás decir que esta es una tarea titánica por abarcadora, y posiblemente ingrata, por el agravante de que, en la actualidad, al parecer, producir libros que estipulen el objeto de estudio de una ciencia y todo lo que ocurre en su fuero, no es ya una tradición reconocida unánimemente y genera, además, la reacción adversa de muchos estudiosos de la ciencia, especialmente de las ciencias sociales. Es por ello que el libro, en algún sentido, va contra la corriente, pero esto es a sabiendas, lo cual es verdaderamente enaltecedor: en ningún momento se oculta su concepción de fondo y, es más, se busca defenderla y proponerla como un punto de vista plenamente acertado. Su sentido polémico y crítico de otras posturas devuelve para la Ciencia Política una conveniente costumbre en estado de extinción.


El meollo del libro

El libro se divide en ocho capítulos, dispuestos de tal manera que puedan abarcar a cabalidad la compleja historia de la Ciencia Política, las discusiones epistemológicas que la han caracterizado y los modos variados de percibir e interpretar sus objetos privilegiados de estudio. Este desarrollo sobre la constitución histórica de esta disciplina, el largo proceso (3.000 años) que la llevara a identificar lo que le es suyo en cuanto a objetos de conocimiento (especialización) y la capacidad que le ha caracterizado de generar enfoques diversos, constituye una valiosa fuente de consulta e información para todo aquel interesado en la Ciencia Política como un universo particular y autónomo. Pero la distribución del libro es también un recurso pedagógico, con lo cual, quien lo lea, sentirá que puede aprender mucho.

El meollo de la obra, sin embargo, es una labor epistemológica, si epistemología puede entenderse como filosofía de la ciencia exclusivamente, es decir, como aquella disciplina que reflexiona sobre la índole del conocimiento científico. Del libro se desprende por qué, a juicio de los autores, la Ciencia Política es una ciencia y cuál es el proceder específico que la perpetúa en esta condición: en el momento que sus afirmaciones no estén confrontadas con la "realidad empírica", estas aserciones no serán científicas. El auténtico pilar de la ciencia es el principio de la confrontación empírica. Esta disquisición, contrastante con la hermenéutica y el constructivismo, se ve coronada con un ejercicio de clasificación de enfoques desarrollados en la Ciencia Política, según sea el aspecto al que se concede un papel explicativo sustancial.

Los procesos de conocimiento, entre ellos los de la ciencia, vienen precedidos y hasta determinados por unos marcos de referencia que disponen (arreglan) la aprehensión / captación del mundo, sea social o natural, y orientan la acción de los agentes de conocimiento. Existen, entre estos, unos marcos que contienen principios últimos, a decir verdad, creencias, expresadas normativamente, que prescriben cuál ha de ser la mejor forma de actuación cognitiva. Por entender que el término "paradigma" crea confusiones, en el libro estos marcos generales de principios últimos son denominados "macromoldes". Esta es una dilucidación importante para los autores, en la medida que su principal objeto de tratamiento son los "enfoques", unos marcos también, pero que guardan notables diferencias con los primeros. En este esclarecimiento conceptual, inevitablemente se llega a precisar diferencias entre varios términos en apariencia similares: paradigma, enfoque, perspectiva, escuela, teoría, modelos, presuposiciones.

En la urdimbre conceptual del libro no hay yuxtaposiciones semánticas entre estos términos, los cuales parecen ser locuciones no-connotativas. Macromolde, enfoque, teoría y modelo tienen una autentica señal de contenido diferencial, no obstante que sus relaciones se asemejan a las de una muñeca rusa, siendo la capa exterior un macromolde, seguido de un enfoque o enfoques y, por último, una o unas teorías y unos modelos. Van de mayor a menor generalidad, según las palabras de los autores. Independientemente del acuerdo que se pueda tener, esta discusión tiene mucho sentido, pues en ciencias sociales son expresiones de un uso sumamente flexible y poco riguroso, razón por la cual causan severos problemas de comunicación. Mucho menores serían los conflictos de identidades epistemológicas en las ciencias sociales, de solo ponerse de acuerdo en unos significados estables para todo este léxico multiforme.

Entre tanto, un "enfoque" es definido como "un poderoso reflector que hace ver ciertos aspectos de la realidad, pero que deja otros en la penumbra o aun en total oscuridad" (p. 15). Más específicamente, "señala una problemática que intriga al estudioso; unos conceptos que se privilegian; un conjunto de presuposiciones generalmente implícitas, a partir de la cuales se inicia la argumentación, y unas reglas de inferencia para llegar a conclusiones aceptables dentro del enfoque." (p. 13). Las teorías y los modelos se desarrollan dentro de estos. Entre los orígenes de la Ciencia Política y la actualidad, se habrían desarrollado 21 enfoques, unos denominados "tradicionales" y otros "contemporáneos". Esta es, sin duda, una forma bastante inusual de enumerar y clasificar todas estas variantes: queda la sensación de poderse reclasificar, de modo que estas propuestas respondan a más clasificadores comunes.

Frente al principio de la parsimonia se opta por la abundancia de enfoques: marxista, estructuralista, funcionalista, sistémico, estructural-funcionalista, microsociología política, constructivista, crítico-contemporáneo, feminista, psico-social, elección racional, teoría de juegos, neo-institucional, procesos decisorios, biopolítico, posmodernos, ideacional, culturalista, que son los contemporáneos, además de los tres llamados tradicionales: filosófico, histórico-sociológico y jurídico-institucional. Cada uno de estos tiene un tratamiento especial y equiparable.

Aquel que se aproxime al libro con ojos de lego o principiante podrá llevarse una útil panorámica que va, en la terminología del texto, de los conceptos preferidos, el tipo de problemas o interrogantes que suelen tratar, las presuposiciones implícitas que encierran sus tesis, las reglas de inferencia a las que obedecen, los autores selectos que los ilustran, los hitos destacados en su historia y los métodos a los que se asocian. El lector hallará, igualmente, al final del tratamiento de cada unos de estos esquemas orientadores, una recomendación sobre fuentes idóneas para conocerlos más y el balance, en términos de ventajas y desventajas, que hacen los autores.

Losada y Casas cierran su obra recapitulando todo su propósito. En la sección de conclusiones dejan ver con nitidez qué piensan de la Ciencia Política, qué problemas y desafíos, a su juicio, la atraviesan, cuál es el papel del politólogo en la sociedad y qué futuro le espera a esta disciplina. Tal como lo sostienen: "La tarea del politólogo se diferencia de la de otros oficios debido a que se soporta en la imperiosa necesidad de hablar desde el rigor de los hechos y de sus posibilidades. No es otro su importante compromiso: orientar y develar desde la explicación y la comprensión de la realidad política. (p. 297).


Discrepancias

Las reacciones discrepantes que suscita el libro ya están escritas hace mucho tiempo. Sin retroceder tanto, podría decirse que la ciencia y su discurso se inauguran y se despliegan conjuntamente con su contradicción, de manera que la tradición que cuestiona el enfoque más extendido de la ciencia, tiene tanta prosapia como este. Y, bien vista, tiene el mismo poder de persuasión y el mismo reconocimiento y legitimidad. El problema es, entonces, como estos dos colosos puedan dialogar, si es que esto es posible. Esta posibilidad de comunicación en Kuhn se halla cerrada, en la medida que no hay traducibilidad entre teorías; en este caso, entre concepciones del conocimiento. Algo similar ocurre con el o los proyectos disciplinarios en ciencias sociales, aquellos que defienden una supuesta autonomía de las disciplinas y su cultivo parcelado, pues tan pronto como fueron emergiendo y delineando convencionalmente sus contornos, la propuesta contraria, la de una única ciencia social (en singular, no en plural), salía al paso como una propuesta epistemológica mucho más potente.

Parece, en este sentido, que el libro, por más que insista en abrir un diálogo convergente entre maneras de entender el conocimiento y la investigación, lo dificulta, ya que se fundamenta en unos principios categóricos; una opción, de seguro, plenamente legítima. El concepto ontológico propio del realismo, de una "realidad" objetiva y, más aún, de una "realidad política" existente como tal y discernible como objeto distinto independiente de la conciencia, es la antípoda de la idea hermenéutica, sustentada en la tesis de Nietzsche, sobre la inexistencia de hechos y de la existencia solo de interpretaciones: lo real sería lo interpretado. En estos términos: ¿podrán entenderse y llegar a acuerdos un realista y un hermenéutico, por ejemplo?

De cualquier forma, la valía y sentido del libro hay que ubicarla en su contexto inmediato de referencia. Un contexto, sin embargo, que los autores deberían hacer mucho más explícito. Así tendría mucho más alcance, sería hermenéutica y discursivamente más significativo saber si los énfasis y obsesiones del libro tendrían la misma intensidad en un contexto diferente al colombiano. ¿Contra quién o quiénes polemiza y rivaliza el libro? ¿Qué "realidad" de la ciencia política lo sustrae o capta su interés? ¿Es la realidad universal de la ciencia política o la realidad de la ciencia política en América Latina y especialmente en Colombia? En Colombia, donde hay "ciencia política" y "estudios políticos", al tiempo que hay "analistas políticos" y "periodistas políticos", y donde, para hacer todavía más compleja la discusión, hay auspicio de otras formas de conocer diferentes a la científica dentro de la academia, que no necesariamente coinciden con los rótulos anteriores, una controversia como la suscitada por el texto es de suma utilidad y gran relevancia.

En resumen, el libro de Losada y Casas es una obra que contribuirá al debate actual sobre la ciencia política y las ciencias sociales; un debate cargado de pasión, pero en el que no puede soslayarse la imperiosa condición del reconocimiento de las diferencias y de la existencia de condiciones equitativas entre las comunidades que, en la terminología del libro, representan los macromoldes existentes y por existir.

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