Democracia y Populismo: una mirada desde América Latina
Los procesos históricos que ha atravesado América Latina en las últimas décadas nos han llevado a interrogamos sobre el significado del populismo así como su interrelación con la demo cracia, dichas cuestiones han motivado nuestro interés para profundizar en las notas distintivas de ambos fenómenos. Para dilucidar esta com pleja interrelación iniciamos una investigación exploratoria (tanto bibliográfica como webgráfica) mediante la cual se puso en evidencia que los autores que abordaban el tema latinoamericano (durante el lapso comprendido entre los siglos XX y XXI) repetidamente utilizaban el término "populista" para caracterizar los regímenes más o menos democráticos, imperantes en América Latina. Estas calificaciones otorgadas también a las llamadas "democracias emergentes" en la región (durante las últimas décadas) despertaron nuestro interés abriendo caminos que nos con dujeron a emprender este viaje, tocando algunos lugares y recabando algunas opiniones que han venido intentando explicar el asunto en estudio, con la intención de dar un panorama general, aunque conscientemente inacabado, pues sabe mos que aún queda mucho por decir.
Según Roger Bartra (2008), el populismo se ha constituido en una cuestión en cuyo estudio las Ciencias Sociales se han mostrado extraor dinariamente productivas en América Latina. El debate sobre su importancia y características es de larga data, remontándose a las primeras déca das del siglo XX. De tal manera se fue constitu yendo un cúmulo de explicaciones que trataban de caracterizarlo, las cuales fueron acopiando un acervo importante que esclarece el abordaje de este complejo fenómeno político.
Es cierto que, en la medida en que el populis mo parecía enterrado o marginal, el interés por su estudio decayó. El aprismo, el cardenismo, el peronismo y el varguismo parecían procesos que se habían extinguido. Los ecos del populismo de Paz Estenssoro en Bolivia, de Velasco Ibarra en Ecuador y de Jorge Eliécer Gaitán en Colombia dejaron de escucharse. Pero en los últimos años los pasos del populismo vuelven a resonar. Desde 1988 en México hay un retorno del cardenismo, en 1998 Hugo Chávez llega a la presidencia en Venezuela y en 2006 dos campañas electorales exitosas llevan a Rafael Correa y a Evo Morales a la presidencia en Ecuador y Bolivia. En Perú ese mismo año un populista agresivo, Ollanta Humala, se enfrentó al aprista Alan García. Y en México el impulso populista de Andrés Manuel López Obrador lo llevó al borde del triunfo en las elecciones presidenciales. Años antes habíamos presenciado el resurgimiento de estilos populistas en el menemismo y el fujimorismo. Hoy en día ya nadie duda que el populismo está de regreso (Bartra, 2008, p.2)
En el mismo sentido, se orientan las ideas ex presadas en las últimas décadas del siglo pasado por O. Ianni, quien avizoraba con temprana lu cidez la importancia del tema:
La problemática del populismo latinoamericano sigue siendo uno de los hechos al mismo tiempo políticos, económicos y sociales más importantes de la historia de América Latina. Si es verdad que el populismo corresponde a una experiencia pa sada para algunos países, también es verdad que algunos otros parecen ingresar en nuevas expe riencias de populismo, autoritario o democrático, militar o civil. (Ianni, 1973, p.9)
En consecuencia, el párrafo anterior, escrito en la década del 70, tiene hoy en el año 2016 plena vigencia.
Para introducir el tema se realiza a continua ción una síntesis apretada de lo que, como iremos detallando más adelante, los autores consideran como populismo. El populismo ha sido caracte rizado como un régimen que se define por una toma de decisiones orientadas a la satisfacción de las necesidades básicas del "pueblo" , es de cir, su práctica está constituida por una serie de "medidas de gobierno populares", destinadas a ganar la simpatía de la población buscando el apoyo a través del voto. Las prácticas del po pulismo se orientan a conservar los apoyos al sistema político sin respetar las reglas de jue go y, en algunos casos , asumiendo posiciones anti-institucionales pasando por encima de los derechos políticos y civiles de sus adversarios, pero siempre teniendo como norte mantener la hegemonía política a través de la popularidad entre las masas. (Ianni, 1973)
No obstante, conviene señalar a los efectos de establecer diferencias comparativas que los movimientos, partidos o regímenes que han sido etiquetados como populistas en el siglo XX y en lo que va del presente contrariamente a los grupos rusos y norteamericanos del siglo XIX, no se autodenominan como tales. Si bien es cierto que pueden encontrarse similitudes y diferencias entre el populismo ruso y el estadou nidense, características que se repiten tanto en movimientos armados como en movimientos políticos latinoamericanos. Se presentan como especificidades de dicha corriente diversas par ticularidades que asume con diversos matices según los casos: la idealización romántica de lo primitivo y natural, el rechazo a la moder nización capitalista (que en pleno siglo XXI se sintetiza en la globalización), la adoración del líder mesiánico, la construcción de un "enemigo común" contra el cual encauzar la lucha popular, el resentimiento contra las élites y la búsqueda de transferir el poder al "pueblo" son, sin querer caer en anacronismos simplificantes, rasgos que aún encontramos en la mayoría de los regímenes populistas en América Latina y el mundo.
El populismo en América Latina
El populismo latinoamericano (1920-1960)
Carlos Vilas caracteriza el populismo lati noamericano (lapso 1920-1960) atribuyéndole determinadas particularidades, a saber: a. Una amplia movilización social; b. La integración de las clases populares urbanas en un esquema de articulación política multiclasista; c. La pro moción de una mayor diferenciación económica capitalista con énfasis industrializador desde un Estado intervencionista dentro de una estrategia de economía mixta y de no alineamiento inter nacional; d. De resonancias ideológicas nacio nalistas; e. Con una conducción fuertemente personalizada.
Este tipo de populismo, según el autor antes citado, correspondió a un momento determina do del desarrollo capitalista en el cual se daba un predominio de la producción orientada hacia el consumo final, una política de industrializa ción sustitutiva de importaciones, la promoción de mercados regulados, el impulso a una distri bución progresiva de ingresos y finalmente una intervención del Estado enfocada al manejo de variables macroeconómicas consideradas estra tégicas.
Se trataba de que cambios en el reparto de los ingresos fuesen realizados mediante el pro ceso de industrialización sustitutiva de un creci miento del empleo que estuvo acompañado de transformaciones importantes en las relaciones de poder político y en sus articulaciones insti tucionales. Inclusive, lo que el autor llama "la dimensión simbólica de la sociedad" expresó la magnitud de los cambios. En ese momento, los sectores populares sintiendo que podían influir el sistema político llevaron a cabo tácticas que revelaban el resentimiento acumulado y que ten dían hacia la intolerancia. En conclusión, para Vilas el populismo fue la específica conjugación de estos ingredientes en un momento estructural e históricamente determinado del capitalismo latinoamericano (Vilas, 2003).
Esta caracterización del populismo datado concretamente por Vilas entre 1920 a 1960 des cribe con precisión las notas fundamentales de la primera fase populista que se dio en nuestra región. A pesar de eso, el autor considera que los regímenes actuales, debido al cambio del contexto histórico, no debieran ser denominados como populistas. Es de señalar que no concor damos con dicha apreciación del autor citado, ya que si bien es cierto que las circunstancias del entorno han cambiado notablemente los rasgos distintivos, apelación al pueblo, creación de un enemigo común, exclusión de aquellos que no formaban parte de la alianza en el poder, y otras similitudes se mantienen vigentes.
Las tendencias antedichas, identificables en el seno de las sociedades latinoamericanas nos señalaron la necesidad de llevar a cabo una in vestigación exploratoria que implicó tanto el relevamiento de documentos como la observación participante. A través de esta primera se fueron haciendo evidentes rasgos que nos llevaron a afirmar que los procesos democráticos "reales" en América Latina presentan actualmente, una mezcla abigarrada de características que pue den atribuirse a distintos modelos, a saber, el modelo de la socialdemocracia (Uruguay) y el autodenominado "socialismo del siglo XXI" (Venezuela) . Pero estos términos que abarcan desde las denominadas "democracias emergen tes" y los "populismos" generan entre los di ferentes autores preocupados por el tema una apasionada discusión en la cual nos ha parecido relevante participar.
El aprismo, el cardenismo, el peronismo y el varguismo parecían procesos que se habían extinguido. Los ecos del populismo de Paz Estenssoro en Bolivia, de Velasco Ibarra en Ecuador y de Jorge Eliécer Gaitán en Colombia dejaron de escucharse. (Bartra, 2008, p.10)
Respecto a la afirmación del autor antes ci tado, coincidimos con el hecho de que durante un lapso que puede datarse aproximadamente entre 1950 y 1970, el fenómeno populista pa reció haber disminuido (en América del Sur y el Caribe) así como la importancia que los estu diosos le asignaban. Pero, si bien es cierto que la bibliografía dedicada al tema perdió densidad, el fenómeno en sí siguió subsistiendo, aunque, podría decirse, bajo formas encubiertas o renovadas. El ejemplo que atañe a esta investigación en particular, es el caso venezolano. Durante los años que median entre "la instauración de la democracia" en 1958 y el año 1993 imperaron en dicho país regímenes populistas, que el destaca do politólogo venezolano Juan Carlos Rey de nominó "sistemas populistas de conciliación" (sostenido por el carácter rentista del Estado y financiado por los altos precios del petróleo). A partir de 1993, además del hecho de la desalineación partidista (Molina & Álvarez, 2004), el país cayó en un espiral desestabilizador que con duciría al triunfo del candidato Hugo Chávez y a la constituyente de 1998 .
Pero en el ínterin (décadas de los 60 a 80) los países latinoamericanos habían atravesado experiencias represivas en el marco de las dicta duras militares además de la virtual destrucción de las economías del continente por el neolibe ralismo, cuyo esquema se basó en los programas de ajuste del Fondo Monetario Internacional. Durante ese lapso (60 a 80) los países del Cono Sur van a servir de campo experimental para la implantación de los "paquetes de medidas" del FMI. Esos fenómenos se dan de manera simul tánea e interrelacionada porque, sin dictaduras militares, habrían sido imposibles políticas tales como las reformas de los Chicago Boys en Chi le, la reforma del sistema bancario en Uruguay y la sumisión de Argentina, ensayos como los referidos fueron utilizados como experiencias piloto de la implantación de las cartas Stand by y de la receta del FMI .
Estos procesos se inician en las décadas de los 60 y 70, dando lugar a la implantación de los primeros regímenes "burocrático-autoritarios" (O'Donnell, 1975) apoyados en la escalada re presiva de la nefasta "Operación Cóndor" . No obstante, lo despiadado de la represión que se desató en contra de todas las manifestaciones de los movimientos de protesta, para el año 1985 las dictaduras burocrático-autoritarias fueron siendo paulatinamente derrotadas y el Cono Sur, a pesar de un alto costo en vidas y destierros fue regresando, paso a paso, a la democracia.
Ya el cardenismo había resurgido en México en 1988, le siguió Hugo Chávez en Venezuela en 1998 y en el 2006, Correa, un graduado de Harvard de tendencia radical asume el mando en Ecuador así como Evo Morales, un dirigente del movimiento social indígena de fuerte arrai go popular alcanza la máxima magistratura en Bolivia.
En Perú ese mismo año un populista agresivo, Ollanta Humala, se enfrentó al aprista Alan Gar cía. Y en México el impulso populista de Andrés Manuel López Obrador lo llevó al borde del triunfo en las elecciones presidenciales. Años antes habíamos presenciado el resurgimiento de estilos populistas en el menemismo y el fujimorismo. Hoy en día ya nadie duda que el populismo está de regreso. (Bartra, 2008, p.3)
El recuento que venimos realizando a gran des pasos, es decir, tratando de señalar solo las tendencias generales sin detenernos en la anéc dota, es imprescindible para explicar lo que se ha llamado "el resurgir del populismo" o el "neopopulismo". Las generaciones jóvenes que nos escuchan, necesitan saber que estas realida des que hoy atravesamos en América Latina no surgen de la nada. Estos aconteceres hunden sus raíces en las difíciles transiciones atravesadas por la región a partir de la segunda mitad del siglo XX (y aun antes), procesos de cambios tur bulentos que finalmente (ya para los 90) culmi naron en lo que algunos autores (Garretón, Mo gollón Anaya, Paramio y otros) denominaron procesos de consolidación democrática. Bajo esas circunstancias, los destinos de la región pa recieron enrumbarse hacia la entronización de regímenes -democráticos al menos en algunos procedimientos- que se iniciaron con el respeto a ciertas rutinas democráticas (fundamentalmen te se volvieron a organizar procesos electorales para elegir los gobiernos y se introdujeron refor mas que permitieron el acceso a la vía electoral a las grupos antes excluidos).
Pero, subyacente a estas rutinas, se había ve nido produciendo en la región la emergencia de actores distintos de los que habían dominado los panoramas políticos antes de las crisis, actores cuyas voces habían estado silenciadas (o sim plemente, no escuchadas) durante la alternancia en el poder de los llamados partidos políticos tradicionales. Estos actores , que en la mayoría pertenecían a movimientos sociales pre-existentes, pero que ahora asumían nueva beligerancia, exigían se les incluyera en el sistema político y se implementaran los mecanismos que hicieran posible su participación en la toma de decisio nes públicas. A pesar de la ofensiva represiva y de la superioridad tecnológica, armamentística y numérica de los dictadores locales apoyados por los aparatos de inteligencia estadounidense, la resistencia popular asumió las más variadas formas que abarcaron desde las pacíficas madres de la Plaza de Mayo hasta estrategias y tácticas de guerra de guerrillas. La memoria de los hom bres es frágil y tiende a olvidar los pasajes más dolorosos de su historia, pero es nuestra hipóte sis, que sin la resistencia heroica presentada por los pueblos latinoamericanos, y en ese momento histórico particular por los ciudadanos chilenos, argentinos, brasileños y uruguayos, el avance del modelo neocolonial que se quería imponer hubiese sido indetenible, y los procesos de con solidación democrática todavía serían una qui mera.
Ya en el transcurso de declive de las dic taduras surge una nueva ola de búsqueda de la imposición de la hegemonía. Es conocido el proceso a través del cual, durante la década del 90, la represión social y la desinstitucionalización fueron condiciones de la implementación de las políticas de ajuste. Piénsese en el abuso de los "decretos de necesidad y urgencia" por parte de Carlos Menem; en el estado de sitio seguido por una violenta represión sindical en Bolivia en 1985; en el uso de la legislación antiterrorista para los mismos fines en Colombia; en la disolu ción del Congreso peruano por Alberto Fujimo ri; o en la violenta represión por parte de Carlos Andrés Pérez de las movilizaciones populares subsiguientes a la suba astronómica del precio de la gasolina en 1989 (Laclau, 2007). El fraca so del proyecto neoliberal a fines de los 90 y la necesidad de elaborar políticas más pragmáticas que combinaran los mecanismos de mercado con grados mayores de regulación estatal y de participación social condujeron a regímenes más representativos y a lo que se ha dado en llamar un giro general hacia la centroizquierda, estos procesos hacia la democratización no hubiesen sido posibles si no hubieran tenido como ante cedentes las luchas denodadas de las organiza ciones populares durante el lapso 1960 a 1980.
La aceptación de la táctica de la alternancia, es decir, la irrupción de actores antes excluidos a participar en el juego político fue una conquista posibilitada por la llamarada que cubrió Amé rica Central y América del Sur como respuesta a las nuevas formas de colonialismo que inten taron imponerse. Pero, para 1990 los tiempos habían cambiado, la globalización develaba nuevas posibilidades, la política estadouniden se hacia América Latina había abandonado sus formas más beligerantes, e internamente, en los diversos países de la región ya la vía electoral estaba abierta para acceder al Gobierno y desde allí impulsar una serie de reformas estructurales.
No obstante, los caminos escogidos para construir un orden nuevo de cara al futuro han sido diametralmente diferentes oscilando entre la "socialdemocracia" y el "populismo". Es aquí donde encontramos una serie de variantes regio nales cuya comparación pone más claramente a la luz la especificidad de la experiencia venezo lana. En el caso de Uruguay, la dimensión institucionalista ha predominado sobre el momento de ruptura en la transición de la dictadura a la democracia, por lo que pocos elementos populistas pueden encontrarse en esta experiencia; en tanto que en el caso venezolano el momento de ruptura es decisivo. En Venezuela (después de 1998) el régimen se va constituyendo pau latinamente en un populismo autoritario, las "conquistas" del régimen oficialista se encuen tran destinadas a consolidar una red cliente lar a través de prebendas otorgadas sin ningún tipo de concientización acerca de la obligación que implica la relación que contrae el ciudada no beneficiario con el Estado. Este derroche de recursos sin ningún tipo de control social, no solo ha profundizado la corrupción sino que ha servido como un silenciador para las demandas libertarias de la población. En pocas palabras, el populismo chavista crea clientes que esperan una dádiva pero no crea ciudadanos dispuestos a construir una Nación. Es la particularidad del caso venezolano uno de los temas centrales de la polémica acerca de que el populismo ha en contrado en Laclau uno de sus más acendrados defensores.
La "cuestión" del populismo
En las próximas líneas se tocan algunas ideas de Germani y de Di Tella, considerados autores clásicos sobre la cuestión en estudio, luego de esta revisión necesaria se abocará el análisis que plantea Laclau en su batallada obra La razón populista. El abordaje, un poco más pormenori zado de la obra antedicha obedece a su origina lidad, su aguda crítica a clichés preestablecidos y su singular hipótesis sobre el populismo como generador de identidades colectivas en tiempos turbulentos. Todos los argumentos exhibidos parecen suficientes para detenernos a reflexio nar, tratar de comprender, aprender y dialogar desde la óptica que escojamos, una obra que se comparta o no su contenido, merece el recono cimiento tanto de quienes concuerdan con ella como de aquellos que la adversan enérgicamen te. La obra no es una opinión sin apoyo cien tífico, ni un ensayo estilo periodístico escrito a la ligera, es una obra profunda que obliga a la meditación sobre sus postulados, sus hipótesis y sus propuestas. Además de adentrarse en los cauces profundos que explican las adhesiones apasionadas que provoca el populismo otorgán doles un significado coherente con la construc ción de identidades colectivas.
A esta altura, es pertinente señalar que se es criben estas líneas en el intento de dar respuesta a la interrogante que cuestiona la denominación de "populistas" a regímenes demasiado vario pintos. En ese sentido, Germani planteaba que el populismo abarca:
..."El autoritarismo, el nacionalismo y alguna que otra forma del socialismo, del colectivismo o del capitalismo de Estado: es decir, movimien tos que, de diversas maneras han combinado con tenidos ideológicos opuestos. Autoritarismo de izquierdas, socialismo de derechas y un montón de fórmulas híbridas y hasta paradójicas, desde el punto de vista de la dicotomía (o continuidad) 'derecha-izquierda" (Germani, 1973, p.25).
La singularidad que observa Germani con siste en que, durante el accidentado proceso de transición de sociedades autocráticas y oligár quicas a formas modernas e industriales, apare cen movimientos populares que no se integran al sistema político de acuerdo al modelo demo crático liberal, sino que adoptan expresiones po pulistas (que él llama nacional populares). Ello ocurre debido a que los canales de participación que la sociedad ofrece no son suficientes o son inadecuados. Más arriba, en nota al pie se ha he cho referencia al error que implica, desde nues tra óptica, echar en el mismo saco a todos los movimientos "nacional populares".
La falta de canales de participación y expre sión por una serie de grupos que no accedían al umbral del sistema político, lleva a Torcuato di Telia a denominarlos "grupos incongruentes", aglutinando bajo este término a un abigarrado grupo de personas que no encontraban lugar adecuado para integrarse a la sociedad institu cionalmente organizada.
La nota de incongruencia hace referencia para Di Tella a las estructuras sociales carentes de contemporaneidad y cargadas de asincronía. El conglomerado denominado "pueblo" -cuya dimensión y composición varía mucho en cada país y época- se encuentra conformado por per sonas de origen disímil que en un momento his tórico determinado exigen un racimo de demandas que incluyen la superación de la exclusión y el pasar a ser considerados actores protagónicos en los procesos de diseño, formulación e implementación de políticas públicas (Di Tella, 1973).
No obstante, nos parece importante señalar que esta heterogeneidad de la población con siderada bajo la denominación de "pueblo" no solamente es una característica de la América Latina de los años 30, 40 y etcétera, sino que podemos reconocer su existencia hasta nuestros días (como lo ha demostrado la historia luego de la disolución de la ex URSS) y que se ha eviden ciado en la manifestación de un crisol de etnias, naciones o "tribus" que son un elemento deter minante de la estructura multipolar del mundo contemporáneo . Huntington en su obra acerca del choque de civilizaciones pone sobre el tapete un tema que es de gran interés para el objeto de estudio de este trabajo. Si bien el autor tiende a homogeneizar el Occidente en tomo a unos tópi cos fundamentales, asunto digno de ser discuti do en profundidad (sobre todo cuando se trabaja analizando la región latinoamericana), acierta, a nuestro entender en la descripción del fenóme no de la creciente fragmentación del orbe, hecho que no está ligado a un momento de transición, sino que es una situación duradera dado que la segmentación mundial va in crescendo. (Huntington, 2006)
Completando la identificación del fenómeno del populismo se encuentra el dominio paterna lista y vertical que suele caracterizar tanto a es tos movimientos como a los regímenes que fun dan, se asocia a la fuerza personal de dirigentes cuyo discurso suele ser una mezcla ideológica que gira en torno de la exaltación del "pueblo". Se trata del carácter multiideológico de un dis curso con fuerte carga emocional que apela di rectamente a la masa pluriclasista y heterogénea agraviada. Pero, aunque el discurso populista se dirige, por decirlo así, al corazón del pueblo al que convoca directamente, el movimiento tien de a organizar -especialmente cuando llega al poder- una compleja red de mediaciones de tipo clientelar. Habría que agregar que el culto al lí der carismático se asocia a una fuerte e invasi va intervención del Estado en lo público y en lo privado.
Laclau y la razón populista. El populismo en el siglo XXI
Dada su originalidad y despliegue explicati vo, es imprescindible en este recuento sobre la opinión de diversos autores tomar en cuenta la propuesta de Laclau. A nuestro parecer su elu cidación tiene la virtud de superar los dos pro blemas fundamentales que se presentan al hablar del populismo, el primero sería la simple enu meración y caracterización de sus rasgos histó ricos y políticos; el segundo, el denostamiento de las experiencias de este signo sin buscar las raíces profundas del fenómeno.
En esta línea de pensamiento el autor afirma: "El populismo, como categoría de análisis polí tico, nos enfrenta a problemas muy específicos. Por un lado, es una noción recurrente, que no solo es de uso generalizado, ya que forma par te de la descripción de una amplia variedad de movimientos políticos, sino que también inten ta capturar algo central acerca de estos. (...) Su aparente vaguedad no se traduce en dudas acerca de la importancia de su función atributiva. Sin embargo, no existe ninguna claridad respecto del contenido de tal atribución. Un rasgo característi co persistente en la literatura sobre populismo es la reticencia -o dificultad- para dar un significado preciso al concepto. La claridad conceptual está visiblemente ausente de este campo. En la ma yoría de los casos, la comprensión conceptual es reemplazada por la invocación a una intuición no verbalizada, o por enumeraciones descriptivas de una variedad de "rasgos relevantes", relevancia que es socavada en el mismo gesto que la afirma" (Laclau, 2007, p.15).
La diversidad de demandas populares, en este proceso ideológico, es condensada por el discurso populista en un conjunto de equiva lencias unificadoras. Estas equivalencias anulan los significantes propios de la heterogeneidad y producen un vacío. Es en esta vacuidad del populismo -que ha sido descrita como vague dad y ambigüedad ideológicas- donde Laclau encuentra paradójicamente su racionalidad. La racionalidad populista consiste en que es capaz de abarcar la pluralidad y constituirla en una pa labra vacía: el "pueblo".
Se trata de una propuesta interesante dirigida a develar los fundamentos profundos del fenó meno populista realizada ahora con ayuda del instrumental psicoanalítico lacaniano. Tiene la peculiaridad de centrar clara y precisamente el problema en la noción vacía de "pueblo" y en el proceso nominalista de su invención. Refi riéndose a los apuntes predominantes sobre el populismo, en especial a aquellas corrientes que asumen una mirada peyorativa, Laclau intenta superar los enfoques tradicionales de la dere cha (es decir, todos aquellos que consideran las políticas sociales como trampas populistas) y a los puntos de vista de quienes lo consideran una aberración política propia de pueblos sustancial mente ignorantes y enfermos. Posiciones ambas que son recurrentes no solo entre los legos sino incluso en los ámbitos académicos.
El autor argumenta acerca de las afirmacio nes anteriores que:
...un primer paso para apartarnos de esta deni gración discursiva del populismo no es cuestionar las categorías utilizadas en su descripción -"va guedad", "imprecisión", etcétera- sino tomarlas en sentido literal, pero rechazando los prejuicios que están en la base de su desestimación. (Laclau, 2007, p.15)
Lo señalado en el párrafo transcripto anterior mente parece fundamental para ubicarnos en una óptica "distanciada" respecto a los regímenes en estudio. El populismo siempre ha sido conside rado peligroso (y patológico) por el stablishment y por sus intelectuales orgánicos, para compren derlo es necesario estudiarlo como un fenómeno político cuya lógica debe ser abordada con obje tividad por los cientistas sociales. Hasta ahora la concepción tradicional predominante lo ha mar ginado del discurso de las Ciencias Sociales, las cuales lo han confinado al dominio de aquello que excede al concepto, a ser el simple opuesto de formas políticas dignificadas con el estatus de una verdadera racionalidad (Laclau, 2008). Su rechazo ha formado parte de una construcción discursiva de cierta normalidad, de un universo político ascético del cual debía excluirse su pe ligrosa lógica. Es decir, la perspectiva con que ha sido calificado el populismo ha sido elitista y eurocéntrica, pues se parte del supuesto que hay formas políticas pre-establecidas que gozan de una "verdadera racionalidad", su desarrollo las ha llevado a una maduración política que desafía las tormentas de la incertidumbre, asunto fuerte mente cuestionado por la actual crisis europea y global.
Para darle interés a la polémica, incluimos diversos planteamientos al respecto. Desde una óptica más agresiva, Silva Herzog hace una crí tica radical de los planteos laclaunianos, atribu yéndoles la intención de justificar los autoritaris mos populistas emergentes. Al respecto expresa:
Si el populismo es una simple forma de "cons truir lo político," ¿se tratará de una inocente edi ficación simbólica? La capacidad de Laclau para explicar la génesis del populismo en las insufi ciencias de la democracia representativa no se acompaña de una razonable fórmula para dirigir la acción política y, mucho menos, para orientar una estrategia libertaria de la izquierda. Sus mis mas herramientas anulan la capacidad analítica, incluso, de distinguir el populismo de izquierda de una ultraderecha igualmente populista. Es cierto: el populismo puede ser síndrome de una democracia incompetente. No es vía, en modo alguno, para profundizar la democracia. (Silva Herzog, 2006, p.3)
En el fragmento transcripto se expresan opi niones con las cuales podemos coincidir, sin por eso acompañar al autor en su ira contra la obra La razón populista. Es verdad que el populismo, a través de una "catequización" extrema anula la capacidad crítica y se aleja de construir un camino político libertario que asuma la demo cracia existente y la profundice en la medida de lo posible según las especificidades nacionales. A continuación analizaremos otro fragmento del mismo autor, en donde destaca una línea de críti ca al populismo que constituye el núcleo mismo de la problemática que estos regímenes ponen en marcha, ese punto nodal es la noción de "ciu dadanía".
Las preguntas clave son si el populismo contri buye a la formación de la ciudadanía; si alienta la participación autónoma. La democracia tiene sentido porque permite y estimula la organizión autónoma de la gente, porque previene el exce so con parapetos y alarmas, porque garantiza el derecho a la disidencia. El populismo, por el con trario, celebra como épica admirable las prácticas clientelares: el sacrificio de los derechos políticos a cambio de los favores del poder. Esa "demo cracia" de plazas llenas, puños duros y caudillos efusivos es, sencillamente, una democracia sin ciudadanos, sin diversidad pluralista, sin resguar dos frente al peligro de la arbitrariedad. Si una noción está ausente en esta disquisición sobre el artefacto de las identidades es precisamente la idea antipáticamente liberal de ciudadanía. (Silva Herzog, 2006, p.12)
Como han demostrado diversas experiencias llevadas adelante en la región, en América Lati na se pueden construir democracias incluyentes sin caer en las tentaciones populistas autocráticas, tal es el caso de Uruguay, al que nos refe riremos brevemente más adelante. El proceso que Venezuela inició a partir de 1998 enfrenta el reto de superar su sesgo represivo e intolerante, las nuevas generaciones que se han formado du rante el lapso discrepan con la orientación dic tatorial que, sobre todo a partir del ingreso de Maduro a la presidencia, se le ha imprimido a la política venezolana. El modelo del "socialismo del siglo XXI" no solo adolece de indefinicio nes e incoherencias sino que, además, es absolutamente opaco e ineficiente, si se consideran los inmensos recursos obtenidos por el aumento brutal del precio del petróleo.
3. El régimen venezolano. Algunas notas
En el caso venezolano asistimos a un estilo de gestión que vulnera los derechos ciudadanos a través de dispositivos formales e informales y por medio de una estrategia discursiva centra da en la legitimación del conflicto como soporte epistémico del quehacer público; este es coloca do como centro de la atención gubernamental, no para minimizarlo, sino para dirimirlo a tra vés de actos de habla cuya intención es mover a la sociedad a una confrontación social abierta. Para ellos se recurre, a una lectura claramente schmittiana de la política -confrontación amigo- enemigo- y se utiliza como soporte la militarización, no solo de los espacios públicos, sino de la cultura política de los venezolanos (Molero, 2003).
Por otra parte, se ha producido una innegable concentración de poderes en manos del Ejecuti vo nacional, un paulatino debilitamiento de los poderes locales y se acepta e impone el manejo discrecional tanto de las normas como de los re cursos públicos. El "imperio de la ley", ya de por sí débil en Venezuela, ha dejado de ser una regla, para constituirse en una excepción que de pende de la voluntad o arbitrio de los jueces.
En consecuencia, puede decirse que en Ve nezuela se desarrolla una tendencia a desme jorar las reglas de juego democráticas gracias a la emergencia de herramientas -formales e informales- dirigidas a: 1) evitar el control de los electores sobre los elegidos; 2) neutralizar al opositor; 3) desestimular la libertad de expre sión y limitar la información al ciudadano, y 4) estimular el conflicto social visto, esto último, y en una fiel lectura marxista ortodoxa, como la estrategia adecuada para guiar en Venezuela un cambio "revolucionario" hacia una sociedad igualitaria.
La democratización y el socialismo: Uruguay
Consideramos importante antes de finalizar, referirnos a algunas ideas que guiaron la gestión del presidente José Mujica en Uruguay. En lo que respecta al modelo que se busca expresó:
El capitalismo, como todo, es contradictorio. Por un lado, está la injusticia, la desigualdad, las gue rras; pero ese egoísmo que lleva adentro es un motor formidable, que ha desarrollado ciencia, tecnología, todo eso, ¿verdad? El capitalismo nos ha dado muchos azotes, pero nos regaló 40 años más de vida promedio en el último siglo... ¿qué te parece? Ahora parece haber dado todo de sí; lo lógico es que el socialismo democrático lo reem place, pero los tiempos de la historia son largos.
Interrogado acerca de los problemas que se le presentaron en la gestión para ir implementando el "socialismo democrático", el mandatario uru guayo afirmó:
Se va negociando lo que se puede, tratando de contribuir a que la sociedad sea lo más equitati va posible, interviniendo permanentemente con políticas fiscales, sociales, impulsando la orga nización de los trabajadores para que discutan el precio de sus manos. Porque en definitiva, el gran elemento distribuidor en la sociedad, al menos en la actual, es el salario. No es el único, y además tiene un límite, porque si le meto la mano dema siado en el bolsillo al que tiene que invertir, no in vierte y al final tengo menos para repartir... Mirá el resultado humano y práctico que han tenido los experimentos apurados, definitivos del socialis mo: al final tuvieron menos para repartir...
Dado la comparación que nos ocupa entre Uruguay y Venezuela, consideramos necesario señalar que el caso venezolano se ha converti do justamente en un "experimento apurado (que quiso ser), definitivo de socialismo", que final mente ha recurrido al castigo para refrenar la ingobernabilidad de la sociedad civil:
Por supuesto, porque cuando se te achica todo, tenés que caer en la ferocidad represiva. Pero lo peor de ese socialismo es la burocracia. Empezás a depender no de los productores, sino de los capataces. El capitalismo tiene los proble mas que conocemos, pero siempre hay algo que aprender, hasta del adversario. Hay que aprender de la inteligencia, no de la estupidez.
Refiriéndose a las estatizaciones indiscrimi nadas e innecesarias que se han dado en otras latitudes, 'el Pepe' afirmó:
El Frente trató de vigorizar las conquistas siendo menos demagógico, tratando de usar y hacer las cosas un poco mejor, pero tenemos que transfor mar el Estado, hacer esa revolución. Tenemos los instrumentos, pero debemos ponernos de acuer do: además de la energía, las comunicaciones, et cétera, el Estado tiene en sus manos el principal banco del país; el 60 por ciento del movimiento bancario está en manos del Estado y nosotros (el FA) vamos levantando la consigna hay que na cionalizar la banca.. .¿Para qué vas a nacionalizar la banca? La banca estatal tiene que funcionar a cara de perro, de tal manera que la banca privada no tenga otro remedio que aceptar las reglas de juego. Ese es uno de los desafíos que tenemos por delante.
Negociación, construcción de consensos, respeto de la propiedad privada (de la banca y de las empresas privadas) forman parte del idea rio del socialismo democrático que desde el 1 de marzo de 2005 a través de las presidencias de Tabaré Vazquez y de José Mujica ha venido orientando la gestión pública del Frente Amplio en Uruguay.
Algunas reflexiones abiertas ...
Para culminar estas reflexiones que hemos intentado dar a través de una mirada panorámica del populismo señalando las hipótesis más im portantes que campean por los lares latinoame ricanos, hemos contrastado someramente -para señalar algunos tips dignos de meditación- cier tos indicadores de la situación uruguaya y ve nezolana. Experiencias que se revelan como singularmente diferentes por sus orientaciones económicas, por sus discursos políticos y por sus resultados. Hoy en esta palestra, no tenemos duda que dicha comparación aunque breve será tema de interés.
Debido a las carencias democráticas que se presentan aún en el siglo XXI en América La tina, ha arreciado la polémica acerca del papel del Estado . En este sentido, Roett (2003) afir ma que:
Es evidente que la dirigencia política debe crear coaliciones que comprendan la necesidad de la reforma del Estado, y que hay que enfrentar a los intereses creados". La cuestión es saber cuá les instituciones importan, establecer una agenda coherente y que favorezcan la consolidación de un sistema claramente estipulado de derechos de propiedad, un aparato regulador que frene las peores formas de fraude, conducta anticompetiti va y riesgo moral, una sociedad moderadamente cohesiva que exhiba confianza y cooperación so cial, instituciones sociales y políticas que mode ren los riesgos y manejen los conflictos sociales, la vigencia del Estado de Derecho y un Estado transparente. (Roett, 2003, p.185)
En ese orden de ideas, recalcando el papel de las instituciones y la necesidad de respetar a la oposición democrática se encuentran también las declaraciones del presidente José Mujica del Uruguay. En un artículo de febrero del 2015 pu blicado en el Diario El País de Montevideo el presidente Mujica afirmó que sin duda en Vene zuela existe crisis de desabastecimiento y dis conformidad de la gente. Sostuvo además que en la oposición venezolana hay dos sectores: los que se alinean detrás de Henrique Capriles que serían el sector democrático e institucional y "los que quieren un golpe de Estado". En el mismo sentido, indicó que "hay una parte de la oposición (...) que quiere que haya un cau ce institucional (...) y hay otra parte que quiere que el Gobierno abdique o voltearlo ahora. Na turalmente ningún gobierno se resigna a que lo volteen así, y eso está provocando tensiones". Llamó así a "tratar que las tensiones políticas puedan encontrar un cauce institucional que nos parece que es lo mejor, porque cualquier otro es un experimento". No obstante, en Venezuela se siguen vulnerando los derechos humanos, como ejemplo se encuentra que en esa semana (de fe brero de 2015) murió de un balazo un joven de 14 años cerca de una universidad donde se en frentaban estudiantes y fuerzas de seguridad en San Cristóbal (oeste de Venezuela). Este es uno más de los asesinatos cometidos por el régimen en contra de la población disidente. La muerte del menor ocurrió semanas después de que el gobierno de Nicolás Maduro autorizara a los cuerpos de seguridad usar "fuerza mortal" para controlar el orden público (Entrevista a Mujica, abril 2015).
Para concluir con estas reflexiones, tomando como indicadores algunos de los factores antes enunciados procedimos a elaborar los siguientes cuadros:
URUGUAY | VENEZUELA |
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Agenda coherente y concer tada | Agenda improvisada |
Un sistema claro de derechos de propiedad | Irrespeto derechos de propie dad |
Aparato regulador del fraude | Inexistencia controles al frau de |
Extirpar conducta anticompe titiva y riesgo moral | Carencia de competitividad y falta de moral pública |
Una sociedad moderadamente cohesiva, confianza y coope ración | Sociedad radicalizada, partida por la mitad |
Instituciones manejen conflic tos sociales | Incitación al conflicto desde el Poder Ejecutivo |
Vigencia de seguridad jurídica y Estado de Derecho | Inexistencia Estado de Dere cho y seguridad jurídica |
Gestión transparente, derecho pleno a la información | Gestión opaca y manipulación de la información |
Problemas empleo e inversión productiva | Política asistencialista, desa liento inversión |
Acuerdos con organizaciones internacionales de crédito | Confrontación con organizaciones internacionales. En trega economía venezolana a China |
Fuente: Elaborado por Edith Cuñarro y Líber Cuñarro
Venezuela | Uruguay |
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Propiedad privada: Irrespeto a la propiedad privada. La legislación venezolana reconoce la función social de la propiedad, pero la aplica de acuerdo a los intereses del PSUV, llevando adelante un proceso de expro piaciones y de ampliación de los controles de cambio y precios vigentes desde 2003. | Propiedad privada: En la legislación uruguaya no existe una limitación a la propie dad. Del mismo modo no existe definición legal de minifundio o latifundio. |
Tipo de cambio: Ampliación de la brecha entre el tipo de cambio oficial y el no oficial, especulación y uso partidista de las divisas. | Cambio único. Libre e igual para todos los habitantes, uruguayos y extranjeros. En el Uruguay, funciona un mercado único de cambios donde ope ran los bancos, las casas de cambio y las casas financieras, con cotizaciones que surgen del libre juego de la oferta y la demanda. Las transacciones no están sujetas a restricciones por el monto ni por el destino, ni tienen requerimientos de identificación del com prador o del vendedor. El Banco Central del Uruguay (BCU) es la institución encargada de regular la variación del tipo de cambio interviniendo a través de la compra y venta de divisas. |
Inflación: Se dio durante el 2013 una inflación del 57 %, la escasez alcanzó el 22,2 % en diciembre de dicho año. En el caso específico de los alimentos básicos la población sufre un aumento relevante del desabastecimiento. Entre 2010 y 2012 este indicador solo alcan zó un máximo de 14,7 % pero en febrero de este año (2014) se disparó hasta 33,8 %. http://www.noticiasvenezolanas.com.ve/in- dex.php/63209/el-indice-de-escasez-acumula-once-meses-sobre- 20-economia/ | Inflación: Los analistas consultados por el Banco Central (BCU) durante agosto, ajustaron al alza las expectativas de inflación para todo 2014. Concretamente, economistas, bancos, consultoras, gremia les empresariales y AFAP, prevén en mediana que la inflación para todo el 2014 será 8,48 %, frente al 8,25 % que preveían el mes pasado. |
Pérdida autonomía BCV Control cambiario con amplia corrupción y la caída de reservas internacionales del BCV. | Autonomía del banco "artículo 1°. (naturaleza jurídica). El Banco Central del Uruguay, creado por el artículo 196 de la Constitución de la república, es un ente autónomo y dotado de autonomía técnica, administrativa y financiera en los términos de la Constitución y de la presente ley orgánica, sus complementarias y modificativas, desempeño. |
Gestión pública: Según un informe de la ONG alemana Transparencia Internacional (TI), en el vagón de cola, percibidos como los más corruptos de la región, se sitúan Venezuela (20 puntos), Paraguay (24), Honduras (26), Nicaragua (28) y Guatemala (29). Sin respeto a límites legales en el área económica-financiera y a una concepción ideológica radical que justifica el fin revoluciona rio por encima de cualquier otra consideración en una democracia moderna, abierta al escrutinio público (absoluta falta de transpa rencia). | Gestión pública: Según un informe de la ONG alemana Transparencia Internacional (TI), en una escala del 0 (sumamente corrupto) al 100 (muy trans parente), la tabla de transparencia está encabezada por Uruguay, con (73), Chile (71), Puerto Rico (62) y Costa Rica (53), seguidos por Cuba (46), Brasil (42) y Salvador (38). Sin desconocer que el sistema político uruguayo ha sabido aprobar leyes que ayudan al combate a la corrupción y dotan a la sociedad de mayor transparencia, hay mucho para mejorar con relación a la transparencia en la gestión del Estado. |
Desde 2009 la pérdida de la eficacia productiva y del potencial de producción en prácticamente todos los sectores de la economía, agravada por restricciones al acceso oportuno de divisas. | |
El sector agrícola, base de la producción nacional de alimentos, sigue seriamente golpeado por la política de expropiaciones, con fiscaciones e importaciones masivas de alimentos por parte del Estado (un 30 % pasa vía contrabando a países vecinos según de claración reciente de un alto funcionario gubernamental); por los controles de precios, rezagados respecto a la presión inflacionaria sobre los costos y por la nacionalización de Agroisleña, empresa clave de servicios al sector agrícola privado. | Estímulo producción agrícola Un país en franca recuperación productiva, que ya comenzó clara mente el año pasado, y que se ha manifestado desde muchos pun tos de vista: evolución de la producción (el año pasado el país cre ció 12 %), conducta exportadora, evolución del nivel de actividad, recaudación impositiva, sólo para mencionar algunos indicadores. |
Política fiscal oscura e improvisada. Un escenario estructural de incertidumbre. | Política fiscal monetaria cambiaria clara. Un escenario estructural coherente. |
Alianzas: Confrontación amigo-enemigo gobierno oposición, exclusión de la disidencia, intolerancia. | Alianzas: Alianzas gobierno-oposición, tolerancia, pactos elites. |
Inseguridad jurídica. | Vigencia plena Estado Derecho. |
Separación de poderes: No existe separación de poderes, todos dependen de las directrices del PSUV. | Separación de poderes: Hay plena independencia de los tres poderes fundamentales, Eje cutivo, Legislativo y Judicial. |
Riesgo país 2014-08-16 Caa1 (Negativa) http://www.datosmacro.com/ratings | Riesgo país 2014-05-29 Baa2 (Estable) 2014-05-29 Baa 2 http://www.datosmacro.com/ratings |
Fuente: Elaboracion propia.