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Colombia Médica
versión On-line ISSN 1657-9534
Colomb. Med. vol.52 no.2 Cali abr./jun. 2021 Epub 30-Jun-2021
https://doi.org/10.25100/cm.v52i2.4808
Articulo de revisión
Control de daños en el trauma vascular abdominal
1 Fundación Valle del Lili. Department of Surgery. Division of Trauma and Acute Care Surgery, Cali, Colombia.
2 Universidad del Valle, Facultad de Salud, Escuela de Medicina, Department of Surgery. Division of Trauma and Acute Care Surgery, Cali, Colombia.
3 Universidad Icesi, Cali, Colombia.
4 Fundación Valle del Lili, Department of Surgery, Division of Transplant Surgery, Cali, Colombia
5 Universidad de Caldas, Departamento de Cirugía. Manizales, Colombia.
6 Broward General Level I Trauma Center, Department of Trauma Critical Care, Fort Lauderdale, FL - USA
7 Fundación Valle del Lili, Centro de Investigaciones Clínicas (CIC), Cali, Colombia
8 Hospital Universitario del Valle, Department of Surgery. Division of Trauma and Acute Care Surgery, Cali, Colombia.
9 Centro Médico Imbanaco, Cali, Colombia.
10 University of Pittsburgh. Critical Care Medicine. Pittsburgh, PA, USA.
En pacientes con trauma de abdomen que requieren laparotomía, hasta una cuarta o tercera parte, habrán sufrido una lesión vascular. Las estructuras venosas principalmente lesionadas son la vena cava y las iliacas, y de vasos arteriales, son las iliacas y la aorta. El abordaje de este tipo de heridas vasculares se puede ser difícil en el contexto de un paciente hemodinámicamente inestable ya que requiera medidas rápidas que permita controlar la exanguinación del paciente. El objetivo de este manuscrito es presentar el abordaje del trauma vascular abdominal de acuerdo con la filosofía de cirugía de control de daños. La primera prioridad en una laparotomía por trauma es el control de la hemorragia. Las hemorragias de origen intraperitoneal se controlan con compresión, pinzamiento o empaquetamiento, y las retroperitoneales con compresión selectiva. Posterior al control transitorio de la hemorragia, se debe identificar la estructura vascular comprometida, de acuerdo con la localización de los hematomas. El manejo de las lesiones debe orientarse a la finalización expedita de la laparotomía, enfocado en el control de la hemorragia y contaminación, con aplazamiento del manejo definitivo. Lo pertinente al tratamiento de las lesiones vasculares incluyen la ligadura, derivación transitoria y el empaquetamiento de vasos seleccionados de baja presión y de superficies sangrantes. Posteriormente se debe realizar el cierre no convencional de la cavidad abdominal, preferiblemente con sistemas de presión negativa, para consecutivamente reoperar una vez corregidas las alteraciones hemodinámicas y la coagulopatía para realizar el manejo definitivo.
Palabras clave: Lesiones del sistema vascular; vena cava inferior; aorta abdominal; venas renales; vísceras; arteria mesentérica superior; cavidad peritoneal; laparotomía; isquemia; amputación; disección; anastomosis quirúrgica; hematoma; reperfusión; hemodinámica; síndromes compartimentales; Vena porta; venas mesentéricas; vena femoral
In patients with abdominal trauma who require laparotomy, up to a quarter or a third will have a vascular injury. The venous structures mainly injured are the vena cava (29%) and the iliac veins (20%), and arterial vessels are the iliac arteries (16%) and the aorta (14%). The initial approach is performed following the ATLS principles. This manuscript aims to present the surgical approach to abdominal vascular trauma following damage control principles. The priority in a trauma laparotomy is bleeding control. Hemorrhages of intraperitoneal origin are controlled by applying pressure, clamping, packing, and retroperitoneal with selective pressure. After the temporary bleeding control is achieved, the compromised vascular structure must be identified, according to the location of the hematomas. The management of all lesions should be oriented towards the expeditious conclusion of the laparotomy, focusing efforts on the bleeding control and contamination, with a postponement of the definitive management. Their management of vascular injuries includes ligation, transient bypass, and packing of selected low-pressure vessels and bleeding surfaces. Subsequently, the unconventional closure of the abdominal cavity should be performed, preferably with negative pressure systems, to reoperate once the hemodynamic alterations and coagulopathy have been corrected to carry out the definitive management.
Keywords: Vascular system injuries; vena cava, inferior; aorta, abdominal; renal veins; viscera; mesenteric artery, superior; peritoneal cavity; laparotomy; ischemia; amputation; dissection; anastomosis, surgical; hematoma; reperfusion; hemodynamics; compartment syndromes; portal vein; mesenteric veins; femoral vein
Contribución del estudio
1) ¿Por qué se realizó este estudio? |
El abordaje de las heridas vasculares abdominales puede ser difícil en el contexto de un paciente hemodinámicamente inestable ya que requiera medidas rápidas que permita controlar la exanguinación del paciente. El objetivo de este manuscrito es presentar el abordaje del trauma vascular abdominal de acuerdo con la filosofía de cirugía de control de daños. |
2) ¿Cuáles fueron los resultados más relevantes del estudio? |
La primera prioridad en una laparotomía por trauma es el control de la hemorragia. Las hemorragias de origen intraperitoneal se controlan con compresión, pinzamiento o empaquetamiento, y las retroperitoneales con compresión selectiva. Posterior al control transitorio de la hemorragia, se debe identificar la estructura vascular comprometida, de acuerdo con la localización de los hematomas. El manejo de las lesiones debe orientarse a la finalización expedita de la laparotomía, enfocado en el control de la hemorragia y contaminación, con aplazamiento del manejo definitivo. |
3¿Qué aportan estos resultados? |
El trauma vascular abdominal desafía y pone a prueba al equipo encargado del tratamiento de los pacientes traumatizados. Durante el procedimiento quirúrgico el control inmediato de la hemorragia el cual se debe mantener a lo largo de todo el procedimiento. El abordaje específico del vaso lesionado y el tratamiento deben ser manejados de acuerdo con el estado fisiológico del paciente. |
Introducción
El trauma vascular abdominal ocurre en una pequeña proporción de los pacientes que ingresan a los centros de trauma. Sin embargo, hasta una tercera o cuarta parte de los pacientes que requieren una laparotomía serán portadores de una lesión vascular. La identificación preoperatoria es imposible en la mayoría de los casos, de tal manera que el cirujano debe estar preparado para su pronto reconocimiento intraoperatorio que permita efectuar el manejo apropiado. Éste incluye las medidas de control transitorio de la hemorragia, la identificación del probable vaso lesionado y el abordaje y el manejo específicos.
A menudo, el reconocimiento del cuadro de hemorragia intraabdominal exanguinante dará lugar a la indicación quirúrgica inmediata, con activación de los protocolos de control de daños y la consideración de la oclusión aórtica temprana.
El presente escrito muestra las aplicaciones del control de daños en el manejo de pacientes con traumatismos vasculares abdominales. Este artículo es un consenso que sintetiza la experiencia lograda durante los últimos 30 años en el manejo del trauma, cirugía general y cuidado crítico del grupo de cirugía de Trauma y Emergencias (CTE) de Cali, Colombia conformado por expertos de Hospital Universitario del Valle “Evaristo García”, y el Hospital Universitario Fundación Valle del Lili con la Universidad del Valle y la Universidad Icesi, en colaboración con la Asociación Colombiana de Cirugía y la Sociedad Panamericana de Trauma, en conjunto con especialistas internacionales de EE.UU, Europa, Japón, Suráfrica y Latino América.
Epidemiología
Branco en al. analizaron 7,191,025 pacientes registrados en la base de datos nacional de trauma de Estados Unidos entre 2002 y 2014 e identificaron 165,393 (2.7%) con trauma vascular. De ellos 5287(3.2%) tenían lesión de la vena cava inferior y 4157 (2.5%) herida de la aorta abdominal 1.
La proporción de pacientes con lesiones vasculares abdominales en relación con todas las lesiones vasculares ha incrementado a lo largo de los años y parece mayor en las series civiles comparadas con las militares. De Bakey et al. 2, y Rich et al. 3, reportaron 1.9% y 2.9% en la Segunda Guerra Mundial y la guerra de Vietnam, respectivamente. Patel reportó 11.6% en Afganistán 4. Mattox et al. (5 , entretanto, publicó 33.8% en Houston y Morales et al. 6, 21% en Medellín.
El hallazgo de una lesión vascular en la laparotomía es más frecuente en pacientes con traumas penetrantes en comparación con los traumatismos cerrados. Nicholas et al. (7 , reportaron la experiencia con laparotomía por trauma por armas de fuego del Grady memorial Hospital de Atlanta y la compararon con la publicada años atrás por el Ben Taub General Hospital de Houston. Las lesiones vasculares abdominales estuvieron presentes en el 30% y el 25% de los pacientes intervenidos en cada uno de los hospitales.
En dos series de trauma abdominal por heridas de proyectil de arma de fuego del hospital Universitario del Valle se encontraron lesiones vasculares abdominales en 12% de 381 pacientes 8,9.
En el análisis agrupado de series seleccionadas de trauma civil se identificaron 4890 lesiones en 3599 pacientes 5,10-17. Cuando se consideró el grupo de pacientes que requirieron tratamiento quirúrgico, las lesiones venosas sistémicas representaron el 48% de todas las lesiones, las del sistema porta el 11% y las arteriales el 41% (Tabla 1).
Author | Kashuk13 | Adkins10 | Mattox5 | Khoury14 | García24 | Asensio11 | Tyburski16 | Paul15 | Weale17 | Total n (%) |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Ciudad | Denver | Nashville | Houston | Beirut | Cali | L. A. | Detroit | Milwaukee | Pietermaritzburg | |
Año | 1982 | 1985 | 1989 | 1996 | 1997 | 2000 | 2001 | 2010 | 2018 | |
Pacientes, n | 123 | 93 | 1947 | 107 | 205 | 302 | 470 | 242 | 110 | 3,599 |
Trauma Penetrante (%) | 108 (88) | 75 (81) | 1719 (88) | 101 (94) | 198 (97) | 266 (88) | 419 (89) | 167 (69%) | 98 (89) | 3,151 (88) |
Arterias (%) | ||||||||||
Aorta | 15 | 5 | 13 | 8 | 14 | 21 | 15 | 10 | 7 | 554 (14) |
Iliaca | 15 | 26 | 12 | 18 | 20 | 20 | 22 | 16 | 13 | 623 (16) |
Renal | 7 | 11 | 8 | 0 | 4 | 5 | 6 | 7 | 19 | 285 (7) |
Mesentérica | 5 | 3 | 11 | 0 | 2 | 9 | 5 | 9 | 15 | 336 (9) |
Celiaca Tronco/Ramas | 5 | 8 | 0 | 0 | 2 | 10 | 7 | 14 | 9 | 139 (4) |
Otros | 0 | 3 | 1 | 0 | 0 | 13 | 3 | 2 | 10 | 98 (3) |
Venas (%) | ||||||||||
Cava | 41 | 31 | 27 | 47 | 34 | 29 | 31 | 23 | 15 | 1,128 (29) |
Iliaca | 17 | 31 | 15 | 53 | 23 | 17 | 25 | 15 | 19 | 770 (20) |
Renal | 7 | 6 | 0 | 3 | 13 | 11 | 7 | 5 | 19 | 175 (4) |
Hepática | 0 | 6 | 3 | 3 | 2 | 0 | 6 | 5 | 1 | 117 (3) |
Otras | 0 | 0 | 3 | 3 | 0 | 8 | 4 | 17 | 3 | 144 (4) |
Sistema Porta (%) | ||||||||||
Vena Porta | 7 | 3 | 10 | 0 | 4 | 5 | 8 | 7 | 2 | 294 (8) |
Vena Esplénica | 1 | 1 | 0 | 0 | 1 | 4 | 2 | 4 | 0 | 43 (1) |
VMS | 8 | 8 | 0 | 0 | 7 | 11 | 7 | 9 | 4 | 142 (4) |
VMI | 2 | 6 | 0 | 0 | 3 | 3 | 1 | 2 | 3 | 42 (1) |
L.A. Los Ángeles. VMS: Vena Mesentérica Superior VMI: Vena Mesentérica Inferior
Las estructuras venosas lesionadas con más frecuencia fueron la vena Cava en 29% de los casos, las venas Iliacas en 20% y la vena porta en 8%. Las arterias iliacas estaban comprometidas en 16% de los pacientes, la aorta en 14% y la mesentérica superior en 9% (Tabla 1).
La proporción de pacientes con lesiones vasculares abdominales que son atendidos con procedimientos de control de daños fluctúa entre 24% y 82%, dependiendo de si se trata de una serie general o si se refiere a un vaso específico y de las características específicas del hospital de donde proviene el reporte 1,11,15,18-22. En el año 2018, Branco et al. 1, publicaron el análisis de en los casos de trauma de la vena cava y la aorta registrados en la base de datos nacional de trauma del Colegio Americano de Cirujanos, entre 2002 y 2014. La laparotomía de control de daños se reportó en el 28% de los 3061 casos intervenidos con trauma de la vena cava inferior y en el 24% de los 1,178 casos de trauma de la aorta abdominal.
Indicaciones
La identificación de los pacientes que se benefician un procedimiento de control de daños a menudo es inmediata. Cuando el paciente exhibe manifestaciones de exanguinación tales como hipotensión profunda que no responde la reanimación con líquidos y hemocomponentes o estado agónico con indicación de toracotomía de resucitación 23.
Requiere un poco más de agudeza la identificación de los casos en los que el estado hemodinámico al ingreso es normal o el paciente responde a la reanimación. En un análisis multivariado realizado en nuestra institución se identificaron las heridas por proyectil de arma de fuego, el índice de shock, y la alteración del puntaje de coma de Glasgow como variables preoperatorias asociadas con una mayor probabilidad de recibir una laparotomía de control de daños24. Otras variables asociadas al requerimiento de cirugía de control de daños durante el acto quirúrgico son la acidosis metabólica con un déficit de bases ≥8, la hipotermia con una temperatura <35° C, el hemoperitoneo >1.5 Litros y un NISS (New Injury Severity Score) >35 25. La lesión de estructuras anatómicas como la aorta suprarrenal, la vena cava retrohepática, la vena Porta, o la lesión de dos o más vasos se asocian más probablemente con la necesidad de una laparotomía de control de daños 21.
La hipotermia, la necesidad persistente de vasopresores intraoperatorio o la coagulopatía clínica, también suelen ser indicación de laparotomía de control de daños 23 (Tabla 2).
Indicación | Valor |
Parámetro fisiológico | |
Escala de Coma de Glasgow | <14 |
Temperatura | <35o C al inicio de la cirugía |
PH arterial | <7.2 |
Déficit de base | >8 mmol/L |
Lactato | >5 mmol/L |
Patrón clínico-hallazgo quirúrgico | |
Procedimientos | Necesidad de toracotomía de resuscitación |
Hemoperitoneo | > 1.5 L |
NISS | > 35 |
Lesión Vascular | Lesión de cava retrohepática |
Lesión de Aorta suprarrenal | |
Lesión de Vena Porta | |
Compromiso de más de un vaso | |
Coagulopatía clínica | INR > 1.5 |
Abordaje inicial y diagnóstico
El abordaje inicial se realiza de manera organizada y por prioridades, siguiendo los principios del ATLS (Advanced Trauma Live Support). La identificación de la necesidad de realizar una laparotomía es más sencilla en los casos de trauma penetrante, en quienes la presencia de shock o abdomen agudo permiten identificar a la mayoría de los candidatos quirúrgicos. Los pacientes con heridas en múltiples segmentos corporales presentan alguna dificultad al momento de decidir el abordaje quirúrgico, y la ecografía permitirá identificar el abdomen como la fuente principal de la hemorragia.
Los métodos de imagen son útiles para buscar sistemáticamente los sitios de hemorragia oculta e identificar el abdomen como la causa del sangrado en los casos de trauma cerrado y, en la mayoría de los casos, la indicación quirúrgica.
La indicación quirúrgica en más de las dos terceras partes de los casos es el shock hemorrágico 11,12,16. Los signos que sugieren el compromiso de alguna estructura vascular intraabdominal como la causa del shock ocurren en menos del 5% de los pacientes 12. Los pacientes que presentan indicación quirúrgica deben continuar su reanimación en el quirófano, con el fin de evitar pérdida sanguínea innecesaria y retraso del control de la hemorragia, resultantes del intento de conseguir la normalidad hemodinámica en el preoperatorio 26. La laparotomía y el control expedito del sangrado forman parte de la reanimación en estos casos.
Los sujetos en condición agónica deben ser sometidos a toracotomía de reanimación. La hipotensión refractaria debe poner en consideración la necesidad de realizar una oclusión aórtica, que puede hacerse simultánea con el inicio de la laparotomía mediante la inserción de un REBOA, o con el pinzamiento instrumental de la aorta abdominal 27. Es esencial el reconocimiento del riesgo de transfusión masiva y la activación del protocolo de transfusión del paquete de trauma.
Si el paciente está hemodinámicamente estable, una tomografía computarizada abdominal con fase arterial y venosa debe ser realizada para determinar la extensión de las lesiones vasculares en el abdomen y las lesiones asociadas que pueda tener 28. Las lesiones identificadas en este grupo de pacientes pueden ser susceptibles de tratamiento endovascular o de manejo no operatorio.
Manejo quirúrgico (Figura 1)
Paso 0:
La hipotensión profunda, definida como una presión arterial sistólica menor a 70 mm Hg, identifica al paciente que se beneficia de la oclusión terapéutica de la aorta 29.
Si el grupo que está efectuando el manejo tiene implementado el uso del REBOA, éste puede insertarse por un equipo que trabaja en paralelo, mientras el cirujano principal prepara y efectúa la laparotomía y el control de la hemorragia. Aplazar el procedimiento para el control de sangrado debido a la inserción del dispositivo intravascular puede asociarse a mayor probabilidad de muerte 30.
La toracotomía antes de la laparotomía para el pinzamiento de la aorta descendente no se asoció con mejores desenlaces 31. Por el contrario, provoca trauma adicional y crea una fuente adicional de sangrado, por lo que su uso rutinario no se recomienda 12,16.
Resulta preferible la oclusión de la aorta abdominal en el hiato diafragmático inmediatamente después de ingresar al abdomen.
Paso 1:
Para la atención de pacientes traumatizados graves, el hospital debe tener dispuesto un quirófano que permita la regulación de la temperatura ambiental, que disponga de los elementos para la monitoria hemodinámica, la prevención y el manejo de la hipotermia, la infusión rápida de líquidos y hemocomponentes calientes; así como el instrumental que se requiere para acceder a cualquier cavidad, el manejo de las estructuras vasculares y la inserción de dispositivos intravasculares. Es indispensable el acceso expedito a las pruebas de laboratorio para evaluar el estado metabólico y la coagulación. Idealmente debe disponerse de un dispositivo para auto transfusión (Cell Saver).
En todos los casos, el paciente se ubica en decúbito supino y se prepara desde el borde de las mandíbulas y de lado a lado de la mesa. Al abdomen se accede a través de una laparotomía mediana xifo-pública. La cavidad es evacuada rápidamente con la ayuda de un aspirador y de compresas. La sangre recuperada puede ser transferida al dispositivo de auto transfusión. La presencia de lesiones de víscera hueca no contraindica el uso de la sangre recuperada para autotransfusión 32,33. La ubicación laxa de compresas en los cuatro cuadrantes permite orientar rápidamente el origen de la hemorragia.
Paso 2: Control transitorio del sangrado
La primera prioridad en una laparotomía indicada por trauma es el control de la hemorragia. Se debe tener en cuenta que la lesión vascular no es la única causa de hemorragia abdominal exanguinante, ni la más frecuente. En una serie de 60 pacientes con trauma abdominal por herida de proyectil de arma de fuego y presión sistólica menor de 70 mm Hg, las lesiones vasculares mayores fueron la tercera causa de sangrado (20%), después de las heridas hepáticas (47%), y las renales (21%) 34.
Las hemorragias de origen intraperitoneal se controlan con compresión, pinzamiento o empaquetamiento. El sangrado de origen retroperitoneal se controla transitoriamente con compresión, la cual debe ser tan selectiva como sea posible para permitir la exposición y el manejo de la lesión (Figura 2). La oclusión aórtica, además de la contención hemodinámica transitoria, contribuye a la disminución del sangrado distal al sitio de oclusión (Figura 3).
Paso 3: Exposición del vaso lesionado
Después de conseguir el control transitorio de la hemorragia, el cirujano procede a identificar la estructura vascular comprometida. Esto determina el abordaje específico para el manejo definitivo.
La ubicación del hematoma o del sitio de hemorragia activa, y el compromiso de otros órganos sugiere una posible estructura lesionada 35. En trauma penetrante, la localización topográfica de la herida dará una pista adicional.
En la gráfica se ilustra la localización de los hematomas (Figura 4) y la Tabla 3 relaciona las estructuras potencialmente lesionadas en cada localización y los abordajes empleados en cada una de ellas. Se agregan unas modificaciones en el manejo de lesiones vasculares retroperitoneales a la clasificación de hace cuatro décadas 35. Los hematomas centrales se dividen en supra e infra mesocólicos por las dificultades en la exposición y la alta letalidad de las lesiones de la aorta suprarrenal y sus ramas viscerales. Los hematomas de los flancos se diferencian en perirrenales y pericólico dado que los hematomas perirrenales estables no deben ser explorados. Se agregan los hematomas del área portal y del área retro hepática, por sus particularidades en el pronóstico y la exposición quirúrgica.
Localización del Hematoma | Estructura Lesionada | Abordaje |
---|---|---|
1A. Central Supra-mesocolico | Aorta Abdominal Suprarrenal | Movilización medial de la víscera sobre el lado izquierdo (Maniobra de Mattox) |
Tronco Celiaco y Ramas | ||
Arteria Mesentérica Superior | ||
Vena Mesentérica Superior | ||
Vasos Renales Proximales | ||
1B. Central Infra-Meso cólico | Aorta Infrarrenal | Abordaje sobre línea media. |
Vena Cava Infrarrenal | Movilización de la víscera sobre el lado derecha (Maniobra de Catell-Braash) | |
Vasos Proximales Iliacos | Movilización del colon izquierdo y el colon derecho | |
2A. Flanco Perirrenal | Riñón | Maniobra de Catell-Braash |
Vasos renales distales | Movilización del colon izquierdo y derecho | |
Glándula Suprarrenal | ||
2B. Flaco Peri cólico | Vena Cava infra hepática | Maniobra de Cattell- Braasch |
Vena Cava Juxta-renal | Movilización del colon izquierdo y el colon derecho | |
Vena Cava Infrarrenal | ||
3. Pélvico | Vasos Iliacos | Movilización del colon izquierdo y el colon derecho |
4. Portal | Vena Porta | Examinar el hilio hepático |
Arteria Hepática Común | Maniobra de Cattell-Braasch | |
5. Retro hepático | Vena Cava Retro hepática | Aislamiento hepático formal |
Venas Hepáticas | Aislamiento hepático abierto y endovascular (Maniobra de Pringle, REBOA y REBOVC) |
Asensio et al. 11, reportaron la presencia de hematoma retroperitoneal en 91% de los pacientes con trauma vascular abdominal manejados en su institución. La localización fue central en 50% de los casos, (supramesocólico 50%, infra mesocólico 30%), en flancos en 18%, en pelvis 32% y en múltiples zonas en 14%.
El cirujano debe elegir una exposición que le permita hacer el control proximal y distal a la lesión, sin perder el control de la hemorragia, para realizar el manejo después de efectuar los pinzamientos proximal y distal. El intento de reparar una lesión vascular sin efectuar estos controles resulta en pérdida sanguínea innecesaria e inaceptable en un paciente críticamente hipovolémico.
Paso 4: Manejo de la lesión vascular
La decisión temprana de realizar el procedimiento de control de daños en quién está indicado es de crucial importancia. Prolongar innecesariamente la cirugía intentando el manejo definitivo de las lesiones en un individuo con agotamiento de su reserva fisiológica, se asocia con mayor probabilidad de muerte 36.
La comunicación frecuente con el anestesiólogo le permitirá al cirujano conocer y seguir las alteraciones que revelan la profunda alteración metabólica, hemodinámica o de la coagulación que obliguen al cambio hacia un procedimiento de control de daños, en caso de que la decisión no haya sido tomada previamente. El manejo de todas las lesiones debe orientarse a la terminación expedita de la laparotomía, centrando los esfuerzos al control de la hemorragia y la contaminación, con el aplazamiento del manejo definitivo.
Lo pertinente al tratamiento de las lesiones vasculares incluyen la ligadura, la derivación transitoria y el empaquetamiento de vasos seleccionados de baja presión y de superficies sangrantes. En términos generales, las lesiones AAST grado I a III pueden ser susceptibles de ligadura. En cambio, lesiones AAST grado IV y V deben ser consideradas para reparación (Tabla 4).
Grado | Lesión vascular asociada |
---|---|
I | Ramas innominadas de la arteria mesentérica superior o vena mesentérica superior. |
Ramas innominadas de la arteria mesentérica inferior o vena mesentérica inferior | |
Arteria o Vena Frénica | |
Arteria o Vena Lumbar | |
Arteria o Vena Gonadal | |
Arteria o Vena Ovárica | |
Otros vasos arteriales pequeños o estructuras venosas innominadas que requieran ligadura | |
II | Arteria hepática común, derecha o izquierda |
Arteria o Vena Esplénica | |
Arterias Gástricas derecha o izquierda | |
Arteria Gastroduodenal | |
Tronco de la Arteria Mesentérica Inferior o Vena Mesentérica Superior | |
Ramas primarias de la Arteria Mesentérica Superior (por ejemplo: Arteria | |
Ileocolica) o Vena Mesentérica | |
Otros vasos abdominales que requieran ligadura o reparo | |
III | Tronco de la Vena Mesentérica Superior |
Arterial o Vena Renal | |
Arteria o Vena Iliaca | |
Arteria o Vena Hipogástrica | |
Vena Cava Infrarrenal | |
IV | Tronco de la Arteria Mesentérica Superior |
Tronco celiaco | |
Vena Cava, Suprarrenal o Intrahepática | |
Aorta Infrarrenal | |
V | Vena Porta |
Vena Hepática Extra parenquimatosa | |
Vena Cava, Retrohepática o Suprahepática | |
Aorta Suprarrenal o Subdiafragmatica |
* Aplica para los vasos extra parenquimatosos. Si la herida esta localizada a 2 cm proximal al órgano, la lesión pertenece a ese órgano. * Un grado es agregado para las heridas grado III y IV si la lesión compromete más allá del 50% de la circunferencia del vaso. * Un grado es restado para las heridas grado IV o V si la lesión es menor del 25% de la circunferencia del vaso.
A continuación, se discute el manejo específico de las lesiones vasculares más importantes.
Arteria Aorta. Las heridas de la aorta suprarrenal y sus ramas viscerales suelen presentarse como un cuadro de exanguinación intraabdominal, con hallazgo operatorio de un hematoma central supramesocólico.
Ante este hallazgo debe efectuar el control proximal mediante la movilización de las vísceras del lado izquierdo (maniobra de Mattox) 37,38 (Figura 5). El abordaje de la lesión directamente a través del hematoma por la transcavidad de los epiplones o por el mesocolon transverso es poco productivo y se asocia con una mortalidad prohibitiva.
En algunos casos, cuándo el hematoma es muy voluminoso o el paciente se encuentra In Extremis, puede hacerse una toracotomía izquierda para pinzamiento de la aorta. Ocasionalmente, el control proximal podrá efectuarse con un REBOA desplegado en la zona 1, lo cual facilita notablemente la exposición y reduce el trauma quirúrgico. En cualquier caso, debe tenerse en cuenta que la oclusión de la aorta supra celíaca durante más de 30 minutos ocasiona isquemia y reperfusión muy severas, a las cuales es improbable sobrevivir. En estos casos el cirujano debe considerar estrategias de oclusión parcial o intermitente e implementar el control más selectivo en las lesiones de las ramas viscerales de la aorta.
La exposición de la aorta a este nivel se completa seccionando las fibras de la cruz del diafragma y disecando y ligando los plexos linfáticos y nerviosos que son muy firmes y los rodean completamente. El control distal se realiza mediante la disección y el pinzamiento de los vasos ilíacos. Después de identificar la localización anatómica de la herida se procede a un control y pinzamiento más selectivos. El reparo a efectuar dependerá del estado clínico del paciente y del daño anatómico 38. Las heridas aórticas ocasionadas por armas cortopunzantes o proyectiles de baja velocidad podrán ser reparadas directamente mediante sutura. Otras heridas deberán ser reparadas con un parche sintético o con un injerto (Figura 6A).
El tronco celíaco y sus ramas pueden ser ligados con bajo riesgo de complicaciones isquémicas (Figura 6B). En situaciones extremas la arteria o la vena mesentérica superiores pueden ser ligadas, dado que la probabilidad de sobrevida depende más del estado hemodinámico del paciente que de la ligadura o el reparo del vaso (Tabla 5).
En condiciones extremas, si las condiciones lo permiten, la continuidad vascular podrá mantenerse con una derivación transitoria en la aorta o en la arteria mesentérica superior 39.
Bajo Riesgo de Complicaciones |
Venas |
Vena Cava Infrarrenal |
Venas Iliacas |
Vena Renal Izquierda |
Vena Mesentérica Inferior |
Vena Esplénica |
Arterias |
Tronco Celiaco |
Arteria Hepática |
Arteria Mesentérica Inferior |
Arteria Iliaca Interna |
En circunstancias especiales |
Vena Porta |
Vena Cava Intrahepática |
Arteria Mesentérica Superior |
Vena Mesentérica Superior |
Las heridas de la aorta infrarrenal se presentan como un hematoma en la línea media. Dependiendo de la localización específica de la lesión y del tamaño del hematoma, el control proximal podrá efectuarse con una movilización más limitada de las vísceras del lado izquierdo (Figura 7), a través de la línea media o mediante una maniobra de Catell-Braash. El reparo de la lesión sigue los principios mencionados 40,41.
Vena Cava Inferior. Las heridas de los segmentos infra hepático, yuxta-renal e infra renal de la vena cava se presentan como un hematoma o una hemorragia de localización central o lateral derecho 42-44.
El control proximal del vaso se efectúa con la movilización medial de las vísceras del lado derecho (Maniobra de Catell-Braash - Figura 8), mientras se mantiene la compresión digital sobre el sitio de la lesión, con lo que se logra el control transitorio de la hemorragia. La extensión de la exposición está determinada por la localización de la herida y el tamaño del hematoma. Los controles proximal y distal pueden llevarse a cabo con pinzas torundas o con compresión digital. Las lesiones juxtarrenales requerirán a menudo la disección y la oclusión de las venas renales. El pinzamiento lateral con pinzas de Satinsky permitirá reparar la lesión en casos seleccionados.
La existencia de una herida posterior, en espejo, obligará al cirujano a ampliar la herida anterior para repararla desde adentro, o a rotar cuidadosamente el vaso para exponerlo desde atrás, sin lesionar las afluentes lumbares. La rotación medial del riñón derecho permitirá exponer la cara posterior de la vena cava juxtarrenal. Otros métodos de tratamiento incluyen la reconstrucción con un parche venoso o de peritoneo y en pocas ocasiones la anastomosis o la interposición de un injerto. En el escenario del control de daños, la ligadura puede resolver de manera expedita la lesión 19 (Figura 9).
Su uso ha sido reportado en proporciones tan bajas como 5% y tan altas como 63%. En un análisis de 1,316 pacientes con herida de la Vena Cava Inferior tratados quirúrgicamente, registrados en la base de datos nacional de trauma de Estados Unidos, se reportó ligadura de 34% de los casos 45.
Matsumoto et al. 45, compararon 310 pacientes con heridas de la Vena Cava Inferior tratados con ligadura, con igual número de casos reparados, emparejados por la probabilidad de ser tratados con ligadura. Los pacientes tratados con ligadura tenían mayor severidad de trauma y mayor deterioro fisiológico. Después del emparejamiento encontraron que la mortalidad fue semejante, con mayor riesgo de síndrome compartimental de la extremidad, eventos tromboembólicos, neumonía, estancia en UCI y hospitalaria más prolongadas. Byerly et al. (46, extrajeron los casos de trauma aislado de la vena cava inferior comparando 104 pacientes ligados con 339 pacientes reparados. En el análisis multivariado comprobaron que la ligadura no se asoció con mayor riesgo de muerte o amputación, pero si con mayor probabilidad de lesión renal aguda, trombosis venosa o necesidad de fasciotomía.
La recomendación usual en las heridas del segmento infrahepático es evitar su ligadura. Existen reportes aislados de sobrevida después de ligadura 47,48. Esto es preferible a la muerte durante intentos prolongados de reparación.
La decisión de ligar la vena, igual que la decisión de realizar control de daños debe tomarse temprano. Cuando se toman como último recurso, se favorecen la pérdida de tiempo y de sangre, con mayor deterioro fisiológico y aumento considerable del riesgo de morir.
Las lesiones de los vasos suprahepáticos o de la vena cava retrohepática se presentan como una hemorragia masiva en la localización suprahepática, o como una herida hepática con sangrado oscuro que persiste a pesar del pinzamiento del hilio 49.
Cuando se trata de un hematoma estable o el sangrado se controla con empaquetamiento, el cirujano debe evitar cualquier esfuerzo por movilizar el hígado para exponer y reparar el vaso lesionado 50. En un segundo tiempo, un equipo quirúrgico que incluya al cirujano de hígado regresa al quirófano después de que el paciente ha sido reanimado y las alteraciones de la perfusión, la hipotermia y la coagulopatía hayan sido corregidas. Ocasionalmente el retiro de las compresas se realiza en varios procedimientos secuenciales, permitiendo la cicatrización de la lesión vascular sin un reparo quirúrgico (Figura 10).
En estos casos, también es posible el estudio del paciente con imágenes y el tratamiento endovascular.
Si el empaquetamiento perihepático es fallido, un integrante del grupo comprime la lesión para controlar temporalmente la hemorragia, mientras el resto del equipo ejecuta el aislamiento hepático como control vascular. Este puede llevarse a cabo mediante la colocación de un REBOA en zona 1 y un balón intracava (REBOC), insertado por la vena femoral derecha, para llevarlo a la vena cava retrohepática y hacer el aislamiento total por vía endovascular 51,52. Si no se cuenta con este recurso, se realiza el aislamiento hepático de forma abierta, con maniobra de Pringle, oclusión de la aorta supraceliaca, oclusión de la vena cava inferior intrahepática y control de la cava inferior intratorácica a través de una esternotomía o toracotomía. Solo en estas condiciones es posible efectuar el reparo con sutura de la vena cava retrohepática, o ligadura proximal y distal del vaso o un punto de transfixión de una vena suprahepática (Figura 11).
El uso de derivaciones atrio-cava o cavo-atriales, es exitoso en manos de algunos grupos 53-55. Sin embargo, su ejecución es dispendiosa y, en la experiencia de la mayoría de los cirujanos la mortalidad no cambia, por lo que se prefiere el abordaje con la exclusión hepática descrita 56.
El empleo de una bomba centrífuga para preservar el retorno venoso de la mitad inferior del cuerpo mientras se repara la lesión, ha sido reportado. La disponibilidad de estos dispositivos es limitada 57,58.
Vasos iliacos. El trauma de vasos ilíacos suele presentarse como un hematoma pélvico lateral y con menos frecuencia como un hematoma en el flanco. El control vascular proximal requiere la movilización del colon derecho o izquierdo y ocasionalmente el reparo distal exige la disección de los vasos femorales comunes en el muslo 59. Las lesiones de la ilíaca interna se manejan casi siempre con ligadura en tanto que en las heridas de la ilíaca común y la ilíaca externa se prefiere preservar el flujo sanguíneo a la extremidad inferior, lo cual en situaciones de control de daños se emplean las derivaciones transitorias 39,60 (Figura 12).
Vena Porta: Las lesiones de la Vena Porta pueden manifestarse como un sangrado en el área del hilio hepático o como un hematoma en la zona 2 derecha 35.
En el primer caso, el pinzamiento del hilio hepático consigue el control de la hemorragia. En el segundo, la maniobra de Cattell Braasch con rotación medial del duodeno y la cabeza del páncreas puede ser insuficiente, por lo que puede ser necesaria la sección del cuello del páncreas.
El reparo lateral se reserva para lesiones pequeñas, en pacientes estables. La ligadura, cuando no se deja como última alternativa, puede resultar salvadora en sujetos inestables.
Stone et al. (61 , reportaron una reducción de la mortalidad de 87% a 20% cuando cambiaron la decisión de ligadura de la Porta de un procedimiento de última elección después de intentos fallidos a procedimiento de primera elección en el grupo de los pacientes inestables y Pachter et al. (62, reportaron una baja incidencia de hipertensión portal después de la ligadura del vaso por lesiones traumáticas. Más recientemente, Sabat et al. 63, compararon 103 pacientes con lesiones traumáticas de la vena Porta manejados con ligadura con 304 individuos tratados con reparo. El método de tratamiento no se asoció con mayor mortalidad, en tanto que la raza, la severidad del trauma, la presencia de coma al ingreso y la coexistencia de otra lesión vascular se asociaron con mayor riesgo de morir. Las complicaciones intestinales y la estancia hospitalaria fueron semejantes en ambos grupos.
Los principios del manejo de las lesiones de la vena mesentérica superior son semejantes a los descritos para la vena porta (Figura 13, Tabla 5).
Paso 5. Cierre temporal de la cavidad
Después de realizar el manejo de la lesión vascular y de controlar los focos de contaminación, el cirujano verifica la ausencia de sangrados activos y reajusta las compresas. Procede posteriormente a realizar el cierre no convencional de la cavidad abdominal.
El cierre de la fascia o de la piel con suturas o con pinzas de campo no se recomienda, dado que aumenta el riesgo de hipertensión y síndrome compartimental abdominal 64.
Se sugiere un método que permita aumentar el volumen de la cavidad y, de ser posible, que use el principio de presión negativa, debido a que simplifica los cuidados de enfermería, permite la vigilancia de la hemorragia persistente y potencialmente favorece el cierre de la fascia 65,66.
Existe el temor acerca de la exacerbación del sangrado con los sistemas de presión negativa. Las observaciones de los autores demuestran que la presión no se transmite más allá del sitio donde están instaladas las compresas o las espumas 67. Además, la experiencia de quienes manejan cierto volumen de pacientes permite sugerir el uso de dispositivos de presión negativa desde el primer procedimiento.
Paso 6. Reoperaciones y reconstrucción vascular
El grupo de pacientes con lesiones vasculares tratados con procedimientos de control de daños requiere a menudo reintervenciones de urgencia por persistencia de la hemorragia o por complicaciones isquémicas.
De no ser el caso, los pacientes deben ser reoperados tan pronto hayan sido corregidas la hipotermia, la coagulopatía y las alteraciones de perfusión, con el propósito de reconstruir el vaso arterial si se empleó una derivación transitoria y de verificar la viabilidad intestinal en los pacientes manejados con ligaduras de la vena porta o los vasos mesentéricos superiores.
Pronóstico
El pronóstico de los pacientes con trauma vascular abdominal depende principalmente de la estructura lesionada; también, por el número de vasos comprometidos y por la presentación de la lesión como un hematoma contenido o como una hemorragia activa 68.
Algunas series muestran que la mortalidad de los segmentos de la aorta suprarrenal y la cava retrohepática cursan con la mayor mortalidad, la cual excede el 70% en la mayoría de los reportes11,38,40,42,43,69,70.
Las lesiones de los vasos con una clasificación AAST 3 o 4 tienen una mortalidad intermedia, en tanto que las lesiones de los grupos 1 y 2 tienen una mortalidad baja que depende del compromiso de otras estructuras 5,11,17. La mortalidad se incrementó en proporción al número de vasos lesionados y el número de órganos comprometidos 11,15,16.
Los indicadores de la severidad del deterioro fisiológico ocasionado por la hemorragia, así como la mayor necesidad de transfusiones también se asociaron con mayor probabilidad de morir.
El tipo de reparo practicado no se asoció en términos generales con la probabilidad de muerte. Sin embargo, algunos manejos como la ligadura de la vena cava inferior cursaron con mayor probabilidad de síndrome compartimental de las extremidades, trombosis venosa, embolismo pulmonar y neumonía 45,46.
La decisión temprana de realizar el control de y el uso más frecuente de técnicas para abreviar el procedimiento quirúrgico se relacionaron con una reducción drástica en la mortalidad en los pacientes con control de daños por trauma vascular abdominal manejados por los autores 36. El uso temprano del REBOA, colocado por un grupo que trabaja en paralelo con quienes están realizando el procedimiento para el control de la hemorragia, se asoció con una mejor probabilidad de sobrevida en los pacientes graves con trauma penetrante del torso 27.
Discusión
La mortalidad por trauma vascular abdominal no ha cambiado en los últimos 40 años. La consideración de estrategias como la reanimación de control de daños, la reducción de los tiempos preoperatorios, la reanimación del paciente en el quirófano, la implementación expedita de técnicas de manejo endovascular como el REBOA y el REBOC y la incorporación de terapias híbridas deberían permitir la sobrevida de pacientes condenados de otra manera en la muerte.
El cirujano debe estar preparado para la decisión temprana de control de daños que resulta en un determinante de aumento de la sobrevida y reducción de la morbilidad.
La preparación del equipo encargado del tratamiento del paciente, orientada a prevenir complicaciones como la hipotermia y la coagulopatía, el monitoreo intraoperatorio de las variables hemodinámica, del estado metabólico y de la coagulación también contribuirá a mejorar el resultado.
El desempeño intraoperatorio del cirujano debe tener la automatización del reconocimiento de la lesión vascular abdominal y la implementación de la secuencia del control transitorio del sangrado, el abordaje específico de acuerdo con la lesión que se sospeche y el reparo adecuado al estado fisiológico.
El cierre expedito de la cavidad abdominal, sin desperdiciar tiempo en maniobras que no sean indispensables, también forman parte del cuidado quirúrgico óptimo. El manejo postoperatorio dirigido a restaurar las variables fisiológicas del paciente y a detectar las complicaciones es el complemento esencial del tratamiento quirúrgico bien realizado.
Conclusión
El trauma vascular abdominal desafía y pone a prueba al equipo encargado del tratamiento de los pacientes traumatizados. Durante el procedimiento quirúrgico el control inmediato de la hemorragia el cual se debe mantener a lo largo de todo el procedimiento. El abordaje específico del vaso lesionado y el tratamiento deben ser manejados de acuerdo con el estado fisiológico del paciente.
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