Introducción
En diciembre de 2019, en la provincia de Wuhan (China) se reportó un brote de neumonía viral que prendió las alarmas de todo el mundo 1. El 6 de marzo de 2020 se confirmó el primer caso en Colombia, y unos pocos días después la Organización Mundial de la Salud (OMS) decretó la pandemia 2. En medio de la emergencia, en Colombia se decretó un aislamiento obligatorio preventivo en todo el territorio nacional, que se prolongó en varias ocasiones mientras la emergencia se mantenía.
La pandemia por COVID-19 ha emergido en un momento histórico en el que los medios de comunicación y las redes sociales difunden información de una forma muy rápida 3. El ambiente de zozobra originado por la pandemia, sumado al aislamiento obligatorio, contribuyó fácilmente al desarrollo de estrés, ansiedad y miedo. Y este tipo de sensaciones lleva al desarrollo de alteraciones en el patrón de ejercicio físico, descanso, alimentación y recreación 4.
Datos de la OMS muestran que, al menos, un 60 % de la población mundial no realiza la actividad física necesaria para obtener beneficios en su salud. Ahora bien, el aislamiento social ocasionado por la pandemia de COVID-19 promovió, en algunos casos, la tendencia actual de inactividad física, por lo cual es posible que no se cumpla la meta global que se tenía prevista para el 2030, de reducir en un 15 % la inactividad física en adultos y adolescentes 5.
Sumado al sedentarismo, hay otros hábitos no saludables, como el tabaquismo, el consumo de alcohol, las alteraciones del sueño, la mala alimentación y el estrés 6. Estos malos hábitos contribuyen a promover y a exacerbar algunas enfermedades, porque alteran la regulación de los procesos biológicos y afectan los sistemas corporales y, por ende, la salud física, social y mental. Ello, a la vez, ocasiona una mayor morbimortalidad por enfermedades crónicas no transmisibles, que se podían complicar por las condiciones que se han vivido en la pandemia actual de COVID-19 7.
Permanecer en casa se consideró la medida más importante para que el virus no se propagara; pero es claro y preocupante que, desde allí, se pueden promover conductas riesgosas para la salud, por ejemplo, el estar acostado o sentado muchas horas, que es capaz de llevar al desacondicionamiento físico 8.
Adicional a esto, hay una disminución en la capacidad aeróbica. Condiciones como el reposo en cama durante tres semanas requiere seis meses de entrenamiento para recuperar un estado inicial 9. En consecuencia, se ha sugerido que durante el aislamiento las personas que solían ser sedentarias debían volverse más activas físicamente y que las personas que ya eran activas debían mantener la cantidad de ejercicio realizado, con el objetivo de evitar el aumento de los factores de riesgo para la salud 10.
Otra variable considerada un factor de riesgo para la salud, al igual que para desarrollar complicaciones por COVID-19, es el sobrepeso, junto con la obesidad. Habitualmente, el exceso de peso puede valorarse a través del Índice de Masa Corporal (IMC), ya que este indicador estandarizado sugiere, a partir de la relación entre peso y talla, una escala que establece lo normal y lo patológico 11. Es importante resaltar que el dato más reciente, según la Encuesta Nacional de la Situación Nutricional (Ministerio de Salud y Protección Social), es del 2015, donde la prevalencia de obesidad en la población colombiana era del 18.7 %; pero para el 30 de marzo de 2021 no existía información concreta de la composición corporal de los pacientes infectados con COVID-19 12.
Por otra parte, el aislamiento y la soledad que sufren las personas se relacionan con miedo, angustia, síntomas psicológicos generales, irritabilidad, insomnio, aumento de trastornos emocionales o mentales y del ánimo, como la ansiedad y la depresión. Con relación a esto, algunos trabajos han descrito las consecuencias en la salud mental que el COVID-19 y el aislamiento social han provocado en la población 13. De manera que es importante reconocer qué tipo de vulnerabilidad tienen los distintos grupos poblacionales, en especial las relacionadas con el género, la edad y el nivel socioeconómico 14.
En este sentido, las medidas tomadas para evitar el contagio, como la restricción en la participación de actividades al aire libre o los desplazamientos a escuelas, universidades y sitios de trabajo reducen el tiempo dedicado a la actividad física y el ejercicio 15. Previo a la emergencia sanitaria, el sedentarismo ya era considerado un problema grave de salud pública mundial 16; de manera que, adicional a este, el incremento en el consumo de alimentos con alto aporte calórico, bebidas alcohólicas, mala calidad del sueño, entre otras, son condiciones que pueden llegar a favorecer el desacondicionamiento físico 17. Este último lleva a múltiples alteraciones metabólicas y sistémicas derivadas de la falta de movimiento 18.
Este estudio fue realizado con el objetivo de identificar el efecto de la cuarentena en los hábitos de vida y cómo estos podrían repercutir en el riesgo cardiovascular a mediano y largo plazo en la población colombiana.
Materiales y métodos
Este fue un estudio tipo observacional, descriptivo, de corte transversal, para determinar el efecto del aislamiento obligatorio en los hábitos de la población colombiana. Se aplicó una encuesta de percepción, estructurada y anónima, en línea, a través de una invitación por redes sociales, WhatsApp y correos electrónicos. Se utilizó un cuestionario de Google Forms, para alcanzar grandes grupos poblaciones de forma segura. El objetivo de la encuesta fue obtener la percepción de la población acerca de los cambios en los hábitos ocasionados por la pandemia de COVID-19.
El cuestionario se aplicó entre el 23 de mayo y el 6 de junio de 2020 y fue contestado por 2107 personas. Se descartaron 179 respuestas, por no tener la información completa o porque los encuestados se encontraban en otros países. El cuestionario utilizó como criterio de inclusión a hombres y mujeres colombianos mayores de edad, y como criterios de exclusión no se tuvieron en cuenta las encuestas incompletas, con datos no coherentes o que no cumplieran con los criterios de inclusión.
El cuestionario preguntó por 1) características sociodemográficas (edad, peso, estatura, género, estrato socioeconómico, ciudad y ocupación); así como por 2) actividades, hábitos y factores de riesgo durante la pandemia (trabajo, actividad física, alimentación, consumo de alcohol y tabaco, miedo y angustia, enfermedades y antecedentes familiares).
Desde el punto de vista ético, el encabezado del cuestionario especificaba: finalidad y objetivo de la investigación, el carácter voluntario de la participación y la no recolección de datos personales de contacto y la posibilidad de abandonar el cuestionario en cualquier momento. Se especificó que, si los encuestados tenían alguna inquietud o deseaban solicitar información adicional, podían comunicarse al correo de la investigadora principal. Si los participantes aceptaban los términos de la encuesta, podían darle ENVIAR. El protocolo de investigación se llevó a cabo de acuerdo con la Declaración de Helsinki, para estudios en humanos, de la Asociación Médica Mundial; con estricto respeto a la confidencialidad de la información, según la Ley Orgánica 15 del 13 de diciembre de 1999 de España, en Colombia es la Ley 1581 de 2012, de protección de datos de carácter personal en todos los procesos de recogida y tratamiento de la información obtenida, y la Ley Orgánica 3 del 5 de diciembre del 2018 de España, en Colombia es la Ley 1581 de 2012, de protección de datos personales y garantía de los derechos digitales.
Para evaluar la relación entre peso y talla (IMC) se solicitó el valor aproximado de peso en kilogramos y la talla en metros. Este resultado se contrastó con la percepción de imagen corporal, que se valoró utilizando el método propuesto por Stunkard y Stellard 19. Este método presenta nueve siluetas anatómicas masculinas y femeninas, que van siendo progresivamente más robustas y que representan diferentes rangos del IMC (figura 1). Cada silueta tiene asignado un IMC, desde 17 kg/m2 hasta 33 kg/m2, y se relacionan con bajo peso (silueta 1), normopeso (siluetas 2-5), sobrepeso (siluetas 6-7) y obesidad (siluetas 8-9) 20. Se les solicitó a los participantes que seleccionaran la figura que, según su percepción, se correspondiera con su imagen corporal. En las figuras no aparecía el IMC asignado a cada una de ellas.
La variable de actividad física se evaluó mediante las preguntas: ¿en los últimos dos meses usted ha realizado algún tipo de actividad física? ¿Qué tipo de actividad? ¿Cuántas veces por semana? ¿Cuánto tiempo (en minutos) le dedica a esta actividad? A partir de la frecuencia y el tiempo de ejercicio, se calculó el tiempo de ejercicio semanal, expresado en minutos.
Para determinar los cambios nutricionales, se preguntó: ¿cómo ha sido su alimentación estos dos últimos meses? Además, se incluyeron preguntas relacionadas con los niveles de estrés, ansiedad, y si habían sentido miedo o no y a qué, durante el aislamiento social ocasionado por el COVID-19.
De este modo, se aplicaron variables dicotómicas para evaluar el consumo de tabaco y alcohol, y si había aumentado su consumo de manera reciente. Por último, se le preguntó a los encuestados sobre hábitos en relación con el sueño, el descanso y el uso de redes sociales.
Resultados
En la tabla 1 se describen las características sociodemográficas y el IMC de la población participante en este estudio. De la muestra final de 1928 sujetos, hubo 1288 mujeres y 640 hombres, de 128 ciudades y municipios de Colombia, concentrados especialmente en ciudades grandes como Bogotá (53.2 %), Medellín (4.3 %) y Bucaramanga (3.7 %). La edad de la población estudiada fue de 31.3 años, y más del 50 % se clasificó en los estratos socioeconómicos 1, 2 y 3.
En cuanto a la composición corporal evaluada en la población (n) a través del IMC, se encontró que 1237 (64.2 %) personas se encuentran en un IMC entre 18.5 y 24.9; mientras que 521 (27.0 %) personas están en sobrepeso y 116 (6.0%) tienen obesidad.
Durante el aislamiento, solo un 15.1 % de los encuestados participó de actividades laborales presenciales, ya que las clases virtuales fueron la principal actividad (53.8 %), seguido del teletrabajo (39.7 %). También se observa que estas actividades demandan una gran cantidad de horas durante el día. De esta población, el 9.2 % se encontraban desempleadas. En cuanto a la cantidad de actividad física, más del 50 % de los sujetos reportaron no hacer o hacer menos de 150 minutos semanales; de las personas que reportaron hacer actividad física, el tiempo estaba entre 150 y 300 minutos semanales, la mayoría siguiendo rutinas de internet (51.9 %) y usando materiales caseros (41.8 %) (figura 2).
En relación con la calidad del sueño, llama la atención que un 17.4 % de las personas consideró que no ha habido cambios en su patrón de sueño y que un 17.2 % sufrió de insomnio (figura 2). Con respecto a la alimentación, un 30.9 % de las personas manifestó que no hubo cambios en su alimentación; pero el 41.1 °/o consideró que no estaba teniendo buenos hábitos alimenticios, ya sea porque comía más galguerías o comida chatarra y, además, no comía en los horarios que corresponde. Por último, el 56.1 % manifestó aumento de tiempo en el uso de redes sociales (figura 2).
De los hábitos durante el aislamiento, la mayoría de los encuestados (94.7 %) manifestó no fumar; pero el 35.9 % de los fumadores consideró que en ese momento fumaba más. De la misma forma, solo el 39.1 % de las personas indicó no consumir alcohol; mientras el resto, que consume o lo hace ocasionalmente. El 10.9 % de las personas consideró que ahora consume más licor. El miedo entre los encuestados alcanzó el 52.7 %, y las sensaciones de depresión, ansiedad y estrés, hasta el 72.6 % (tabla 2).
La mayoría de los encuestados no manifestó tener patologías crónicas no transmisibles, pero sí un amplio grupo de antecedentes familiares (padres, hermanos o abuelos), con una alta prevalencia de hipertensión arterial (53.2 %%), seguido de diabetes (35.8 %%) (tabla 3).
Discusión
Durante la pandemia por COVID-19, estrategias como la cuarentena se han implementado en casi todas partes del mundo, como parte de los esfuerzos por evitar la rápida propagación del virus. Sin embargo, ello ha hecho, a la vez, que se hayan descuidado otras patologías, como las enfermedades crónicas no transmisibles 21.
La obesidad es la enfermedad metabólica más frecuente en el siglo XXI, y es la desencadenante de patologías como el síndrome metabólico, la hipertensión arterial, la dislipemia y enfermedades coronarias 22. Estas son algunas de las comorbilidades que se han asociado como factor de riesgo potencial para el desarrollo de complicaciones por COVID-19 y, eventualmente, la muerte 23. Una de las primeras publicaciones que evaluó los factores de riesgo para enfermedad grave encontró una prevalencia de diabetes del 20 %, y de hipertensión arterial, del 30 %, en pacientes con diagnóstico de infección por SARS-CoV-2 (24). Estos datos son similares a los recolectados en esta investigación, ya que el 18.7 % de la población evaluada refirió tener una enfermedad diagnosticada (obesidad, hipertensión, dislipidemias, enfermedad cardiaca o diabetes).
En Colombia, la Encuesta Nacional de Situación Nutricional 2015 demostró que la prevalencia de sobrepeso era del 37.8 %, y de la obesidad, del 18.7 %, valores superiores a los encontrados en esta investigación, tanto por el peso y la talla autorreportados, como por la escala de percepción. Los datos encontrados en esta investigación pueden ser justificados por el promedio de edad de los participantes con respecto al promedio nacional. Aunque el IMC tiene limitaciones al relacionarse con la composición corporal, es claro que en la mayoría de las personas aumenta su IMC, porque se incrementa su tejido adiposo, lo que representa un mayor riesgo de complicaciones por patologías infecciosas de la vía aérea, asociados con mayor requerimiento de ventilación mecánica, algo recientemente evidenciado en la actual pandemia de pacientes con COVID-19 11,25,26.
Muy relacionado con el sobrepeso, durante el confinamiento también se corría el riesgo de aumentar la inactividad física. El sedentarismo es responsable de aproximadamente 3.2 millones de muertes en el mundo (cuarto factor de riesgo para mortalidad mundial) y la causa principal de aproximadamente el 21 %-25 % de los cánceres de mama y de colon, el 27 % de los casos de diabetes y, aproximadamente, el 30 % de la carga de cardiopatía isquémica 27. Se estima, además, que el sedentarismo es el responsable del 6 % al 10 % de las principales enfermedades crónicas no transmisibles relacionadas con enfermedad coronaria, diabetes tipo 2 y cáncer de mama y colon, y explica el 9 % de la mortalidad prematura 16.
De manera interesante, el grupo encuestado demostró un interés por el ejercicio, al acudir a tutoriales por internet y a materiales caseros, principalmente, al punto que se determinó que el 48.4 % cumplía con los requerimientos mínimos de tiempo semanal (150 minutos) sugeridos por la OMS 28. Sin embargo, y a pesar de que se alcanzaba la cantidad mínima de ejercicio, un amplio número de personas concentraba todo el ejercicio en una o dos sesiones de ejercicio a la semana lo que, sumado una baja o nula supervisión de la actividad, puede resultar en lesiones o pobre adherencia.
Durante la cuarentena, el 37.5 % de las personas encuestadas en esta investigación consideró que se alimentaba de forma más saludable, y aunque estos datos no pueden extrapolarse a toda la población colombiana, por ser una muestra de conveniencia, coinciden con algunas investigaciones relacionadas. En España, durante la cuarentena, en marzo aumentaron las ventas de carnes, hortalizas, legumbres, arroz o lácteos, y hubo una mayor demanda de pescados y productos de la pesca 29. Probablemente, los cambios alimenticios referidos por la población encuestada en este estudio sean el reflejo de una mayor concientización generada por la situación de salud actual o podría ser un menor acceso a comidas rápidas y productos ultraprocesados.
El teletrabajo y las clases remotas surgieron como una práctica segura para afrontar la pandemia por COVID-19. El teletrabajo, como alternativa, ha demostrados beneficios interesantes para la productividad de las empresas y un ahorro en múltiples aspectos 30. También hay interesantes resultados en relación con la educación superior, donde las clases remotas han obligado al desarrollo de una nueva forma de aprender, a pesar de los retos tecnológicos e institucionales que acarrea 31. Estos estudios concuerdan con lo encontrado en esta investigación, donde el teletrabajo y las clases virtuales son las actividades que predominaban durante la cuarentena, dos formas de prevenir nuevos contagios, pero igualmente de favorecer la inmovilidad física y el sedentarismo.
Unos de los aspectos más llamativos tiene que ver con la salud mental y el estado emocional que produjo la cuarentena. Las respuestas acopiadas sugieren cambios en el comportamiento habitual, como cambios en el patrón de sueño y la alimentación. Todo esto evidenciado por un alto porcentaje de encuestados que manifestó tener miedo y que se percibían en los últimos dos meses ansiosos, deprimidos o estresados. Estas condiciones han sido estudiadas a la luz del impacto que generan los medios de comunicación y las redes sociales, por ejemplo, en países como Japón, donde el 53.8 % de personas clasificó el impacto psicológico del coviD-19 como moderado o severo, especialmente en grupos vulnerables, personas infectadas, personas que ya tenían un antecedente o enfermedad mental y personal del sistema de salud 32,33.
La pandemia por COVID-19, que a lo largo del 2020 azotó al mundo, está modificando hábitos y comportamientos de la población. Esta investigación constituye un primer esfuerzo por determinar el impacto del aislamiento obligatorio en la población colombiana, pues se ha hallado que muchas personas han intentado mantenerse activos físicamente, pero al parecer sin una adecuada orientación.
Nuestros resultados señalan la importancia de considerar las repercusiones de las medidas tomadas por el Gobierno nacional, especialmente el aislamiento social, frente a la pandemia por COVID-19, en la dimensión afectiva, donde parece haber mayores efectos, por el bajo control de la ansiedad, el estrés y la salud mental de los colombianos, evidenciado por la presencia de alteraciones del sueño y sensaciones de miedo e incertidumbre.
A la par con la lucha por evitar la propagación del virus, se deben adoptar estrategias basadas en recomendaciones efectivas, sencillas, de bajo costo y sostenibles en el tiempo, que favorezcan la adquisición y mantenimiento de hábitos saludables y que contribuyan tanto a la reducción del contagio por coviD-19 como al desarrollo de enfermedades crónicas no trasmisibles. Es probable que la utilización de redes sociales y medios de comunicación, que son en la actualidad los más consultados, sirva como estrategia para compartir información sobre hábitos saludables de fuentes confiables, para no caer en los consejos de personas sin experiencia que solo buscan lucrarse en las redes sociales. Y es aquí donde se necesita que las entidades académicas se apropien de la iniciativa.
Aunque la población estudiada no tiene una carga de enfermedades alta (hipertensión, diabetes, dislipidemia o enfermedad cardiaca), los mismos encuestados destacaron una alta proporción de antecedentes patológicos familiares. Esto debería llamar la atención, debido a la necesidad de evitar que las personas desarrollen condiciones patológicas derivadas del confinamiento, en estos momentos cuando los hábitos de vida están cambiando por la circunstancia misma de la pandemia.
Limitaciones del estudio
Este estudio representa la realidad vivida durante el aislamiento obligatorio que se presentó en Colombia en la primera parte de la pandemia, y los resultados pueden variar en relación con los diferentes grados de aislamiento que se presentaron posteriormente.
La encuesta utilizada no corresponde a formatos validados para condiciones como la salud mental, lo que obliga a entender las respuestas como percepciones, no como diagnósticos.
Es importante decir que en la encuesta no se tuvo en cuenta la cantidad de actividad física antes de entrar en aislamiento, un dato relevante para analizar el comportamiento mismo de esta variable en la población analizada.
La edad en la población evaluada, teniendo en cuenta que la encuesta se divulgó por medios virtuales, permitió un mayor acceso a sujetos jóvenes y disminuyó la participación de población mayor, que no usa redes sociales.