A la memoria de Rubén Sierra Mejía (1937-2020)
Los orígenes de la revista Ideas y Valores están anclados en la política cultural y educativa del retorno del liberalismo al poder tras casi cinco décadas de haber estado marginado del ámbito de las grandes decisiones sobre el destino de nuestro país. La organización de la Universidad Nacional, la apertura a la modernidad desde el Ministerio de Educación, la fundación de la Escuela Normal Superior (cf. Jaramillo), el liderazgo cultural a través de la Revista de las Indias y otras expresiones de la cultura son multifacéticas manifestaciones de un nuevo espíritu, de una modernidad que habrá de cuajar, al final, en dos fenómenos que nos conciernen en particular: el surgimiento del Instituto de Filosofía de la Universidad Nacional en 1945, y el de la revista Ideas y Valores en 1951. Las fechas son significativas, pues el Instituto se funda cuando el espíritu liberal que lo animó ya está herido de muerte, e Ideas y Valores aparece cuando la persecución contra tal espíritu campea ya por varias de las instituciones educativas y culturales. A ello hay que añadir que los dos fenómenos que tanto nos conciernen no se entienden el uno sin el otro, según veremos a continuación, y que, por tanto, sus destinos están íntimamente conectados.
Lo que se puede vislumbrar tras el vaivén de los acontecimientos en un largo plazo es el significado de la educación, la ciencia, la cultura, en fin, las ideas, como botín de presa de los poderes políticos que se turnan en su ejercicio. Lo vimos desde el siglo anterior, en el que presenciamos una incesante pugna entre 1826 y 1886 en torno a los manuales educativos (cf. Cortés). Ahora, en el lapso histórico que nos concierne, ya no podemos simplificar el botín de presa en los manuales educativos; la cuestión ha evolucionado y se ha vuelto más compleja y profunda, pero conserva la esencia por la que los polos enfrentados rivalizan. No es solo la instrucción pública la que está en juego, sino también la ciencia, el derecho y la política, el arte y la cultura, incluso la religión, en fin, toda una cosmovisión que se ha de definir entre candidatos rivales.
Los acontecimientos de orden mundial y continental también influyen en los términos en que se habrá de plantear el conflicto. La coyuntura española será determinante, tal vez más que la propia Guerra Mundial. Seremos uno de los destinos del exilio de los vencidos en España,1 pero también el franquismo triunfante estará fuertemente representado entre nosotros, por lo pronto en el ala extrema del conservatismo que se hará con el poder en 1950 y habrá de sellar el futuro próximo de la Universidad Nacional y del Instituto de Filosofía.
Antecedentes
Dos son los antecedentes próximos a la fundación de la revista Ideas (así aparecería en su primera entrega): la fundación del Instituto de Filosofía en 1945, que iniciaría su programa docente de Filosofía el año siguiente, y el inicio de la Revista Trimestral de Cultura Moderna en 1944, gracias a la iniciativa del nuevo rector Gerardo Molina. Estos dos eventos están íntimamente relacionados, pues el grupo de profesores del Instituto nutriría la revista tanto en la sección de Filosofía como en la de Derecho,2 lo cual no es extraño si recordamos que el Instituto nace dentro de la Facultad de Derecho y sus profesores son abogados de formación. Estos mismos autores a su vez contribuirían en las dos primeras etapas de Ideas y Valores, de manera que podemos establecer una continuidad entre la Revista Trimestral de Cultura Moderna, que se suspendió con el número 16 en 1950 (hasta 1953),3 y la revista Ideas y Valores, que inició en 1951.4
Ideas... y Valores: comienzo
La revista aparece en su primera entrega como Ideas (N.° 1, junio 1951), como una revista trimestral y luego, desde su segunda entrega, cambió su nombre a Ideas y Valores (N.° 2, septiembre 1951) hasta el N.° 7-8 (mayo 1953); es decir, se cumplió a cabalidad con los ocho números en dos años. El director y fundador de la revista, Cayetano Betancur, en su presentación parece sustentar el nombre de la nueva revista en la noción central de la filosofía de Platón (cf. Betancur 1951). Sin embargo, para la segunda entrega, en la solapa aclaratoria del cambio de nombre, nos habla más de Husserl y de Ideas como "la elusiva síntesis del largo título" de su influyente libro Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica (1913), recién traducido al español (1949), con lo cual también habría de explicar la razón del nombre ampliado a Ideas y Valores, como el de los dos campos de objetos más fecundos de la fenomenología (cf. Ideas y Valores 1951, N.° 2)5. Años después Rubén Sierra nos aclara que el cambio se debió a que a la fecha de su aparición ya había registrada una revista estudiantil con el nombre de Ideas (cf. 1987 3).
Desde su presentación, el director de la nueva revista pone sobre la mesa las adversas circunstancias y los difíciles momentos en que aparece:
En esta hora oscura que vive el mundo, ni aun una revista de filosofía puede delinear un proyecto ni formularse unos propósitos. [...] [Njuestros días son duramente impropicios para la filosofía; [...] en esta tenebrosa etapa de la vida humana, en que todos los habitantes del planeta somos solidarios en el dolor y el pavor que sobrecoge a la humanidad. (Betancur 1951 5)
De ahí su primer título, Ideas, invitando a la meditación en medio de la ofuscación del presente (parousía) para examinar "la participación actual que las cosas terrenas tienen de las eternas realidades que son las Ideas" (ibd.) y ofrecer tentativas de orientación.
Entretanto, son ya tiempos de Facultad y el director del Instituto ha mutado en decano en cabeza de Cayetano Betancur; desde el número 3-4 de 1952, Ideas y Valores aparece ahora como revista de la Facultad de Filosofía y Letras. No es obvia la valoración del cambio del Instituto a Facultad y, si nos atenemos simplemente a la jerarquía institucional implicada en tal cambio, no podemos menos que alegrarnos, como efectivamente ocurrió en algunos ámbitos; era incluso un propósito de quienes fundaron el Instituto. Sin embargo, el efecto real y la valoración que hoy arriesgamos al respecto es que el Instituto, junto con su razón de ser que era el plan de estudios tal como lo concibió y ejerció esa primera generación de profesores, desapareció. Igual que fueron también desapareciendo los propios fundadores y los profesores que daban cuerpo a la carrera de filosofía; en su lugar, quedaría la nueva Facultad, que con su nuevo programa pretende convertirse en un "importante centro de formación humanística en el continente" (Ideas y Valores 1951 N.° 7-8 Informe especial iv). No hay duda pues de que, si bien el estatuto de facultad era deseable por todos los involucrados en la suerte del Instituto, las circunstancias políticas adversas hicieron su parte y desdibujaron casi por completo los designios y propósitos originales.
Tras una pequeña interrupción desde mayo de 1953 (N.° 7-8), reapareció la revista en marzo de 1954 (N.° 9-10), explícitamente como Segunda Época, con un llamativo cambio en el diseño del frontispicio, pues ahora, además, y por encima del nombre del director de la revista, aparecía también el del decano. Se trataba nada menos que de Rafael Maya, el mismo que en 1948 había asumido la Rectoría de la Escuela Normal Superior sin otro ánimo que el de desmantelarla, y que en 1951 asumía como primer director de la revista Bolívar (cf. González), llamada a sustituir la Revista de las Indias (1936-1950). Ahora era el turno de la facultad, el turno de la cruzada hispánica, católica y antiliberal que ya había ejercido Maya en sus anteriores funciones. Y en efecto, esa segunda época era una especie de acta prematura de defunción de Ideas y Valores, pues luego de dos números cesaría de aparecer durante ocho años. Hay que decir que el decano Maya, que venía desde la política, no lo hacía como el poeta y escritor que era, como el humanista que pudiera ser, sino como el cruzado y militante en favor de la causa hispánica y católica que tiene como misión extirpar el liberalismo -asimilado a comunismo- de la Universidad.6 Este era el foco que les faltaba para culminar su tarea, pues ya había el mismo Maya hecho lo propio en la Escuela Normal Superior, luego con la Revista de las Indias, y era la hora de finiquitar su misión con la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional, dejando, a la par, morir de inanición a su emergente revista. En cinco años, Maya había liquidado tres bastiones del liberalismo y la modernidad.7
La Segunda época de Ideas y Valores se anuncia entonces con carta de presentación que manifiesta la continuidad con los propósitos originales de sus fundadores. Pero esta segunda época sería todavía más breve que la primera, pues solo verían la luz dos números dobles (9-10 y 11-12), antes de desaparecer casi definitivamente. En su último número de 1954, se publica el extracto de una nota del diario El Tiempo, en la que se expresa regocijo y expectativa por la reaparición de Ideas y Valores, inocente por completo de su inminente desaparición (cf. Ideas y Valores N.° 11-12 1954 160). Destaca también en esta última entrega el conjunto de decretos y resoluciones relacionados con la muerte del estudiante de medicina y filosofía Uriel Gutiérrez Restrepo, el 8 de junio anterior, en una manifestación contra el Gobierno de Rojas Pinilla. Se trataba del Decreto del Gobierno nacional mediante el cual lamentaba el hecho y decretaba tres días de duelo en memoria del estudiante,8 seguido de la Resolución de la Facultad de Filosofía mediante la cual se otorgaba el grado póstumo de Doctor en Filosofía y Letras al estudiante Uriel Gutiérrez, quien cursaba su penúltimo año siendo "el más aventajado alumno de su curso" (id. 154).
Pareciera entonces que a finales de 1954 la suerte de Ideas y Valores estaba sellada y que su existencia se habría de agotar en esos cuatro ya accidentados años.9 Sin embargo, si las circunstancias eran adversas para una revista de Filosofía que representaba ideas modernas y emancipadas de la tutela confesional, no lo eran para otra clase de publicación más general y menos comprometida con las corrientes filosóficas en boga.
Interludio: Studium 1957-1960
Para comienzos de 1957, apareció el primer número de Studium, que se presentaba como reemplazo de Ideas y Valores, desaparecida ya dos años antes, a la par que le reconocía sus méritos. El anuncio aclara que se trata de una revista de humanidades dentro del marco de "los eternos principios cristiano-clásicos", "insistiendo en sus bases latinas e hispánicas" y guardándose del error de atenerse solo a "lo moderno"; sugiere como lema de la revista "vetera in novis augere" (Studium 1.1 1957 5-6). El cambio en la revista es notorio y el propósito enunciado no es una mera formalidad: se inicia con un artículo sobre la obra de Miguel Antonio Caro por Jaime Jaramillo Uribe, y en los tres primeros números presenciaremos tres artículos sobre el Antijovio de Gonzalo Jiménez de Quesada; definitivamente el hispanismo está a la orden del día.10
La valoración de Studium puede fácilmente incurrir en ambigüedades, y ciertamente debido a las circunstancias de su aparición. Si la tomamos como una revista de estudios humanísticos, no debe sorprendernos su contenido y su calidad tampoco se puede demeritar. Y tal vez es ello en lo que pensaba Rubén Sierra, quien la vivió de primera mano siendo estudiante, cuando lamentaba que al reaparecer Ideas y Valores en 1962 tuviera que desaparecer una buena revista (cf. 1987 5). Por otro lado, si pensamos que Studium estaba destinada a reemplazar a Ideas y Valores, entonces la valoración cambia de signo: pues no tiene sentido que para iniciar una buena revista humanística haya que eliminar una buena revista de filosofía. La clave está pues en las circunstancias políticas e históricas que ponían esos dos proyectos en franca, aunque falsa, oposición, y el concepto en discordia no era otro que el de la modernidad. De todos modos, el acontecimiento de la revista Studium merece su consideración, ya que son nimias las referencias y los testimonios relativos a ella que se pueden encontrar. Como si fuera poco, la revista no ha sido digitalizada, ni se ha incorporado al repositorio bibliográfico de la Universidad; queda apenas como un recuerdo lejano de algo efímero en la mente de unos pocos.
Studium tuvo una existencia corta (1957-1960) en la que, sin embargo, mantuvo una regularidad (4 tomos, 10 números) y calidad destacables. En ella contribuyeron también autores de renombre en áreas de filología, literatura, lenguaje e historia. Como curiosidad me parece digna de mención la publicación de la Lección Inaugural "Sobre la condición y el estudio de la filosofía" por Francisco Romero, como una de las pocas contribuciones en el área de filosofía.11 Lo interesante de esta lección es que, dentro de su conocida preocupación filosófica por el ser humano ya manifiesta en sus obras y de las cuales hay algunos destellos en la Revista UN de Cultura Moderna (1950) así como en Ideas y Valores (1951), el autor expresa una idea de una enorme actualidad:
El creciente ascenso de la mujer, su participación en el común quehacer filosófico, es uno de los requisitos para la final constitución de la filosofía, de la cual no puede estar ausente la mitad del género humano. La filosofía, repito, es una tarea total, y su agente es el hombre total, sin exclusión alguna. Las grandes teorizaciones estarán siempre a cargo de las más altas mentes, pero la base de experiencia filosófica requiere la contribución de todas las peculiaridades y modalidades humanas; mientras una de éstas no haya aportado su testimonio, se corre el riesgo de que algún ángulo, modo o distrito de la realidad quede inadvertido. Nuestra época ha de ver sin duda la plena y normal colaboración de la mujer en la creación filosófica. (Romero 1959 271)
Ideas y Valores: Tercera Época, 1962...
Tras ocho años desde su desaparición bajo la administración del decano Rafael Maya en 1954, ahora volvía Ideas y Valores como si nada hubiera sucedido entretanto, sin saludo de presentación ni regocijo por el nuevo comienzo. La única señal es el subtítulo de Tercera Época; la numeración, tanto de los tomos como de los números o entregas, mantienen la continuidad, en contraste con la evidencia del salto de ocho años; el diseño también se conserva intacto, incluido el arquero que apunta al blanco y está circundado por la frase de Aristóteles "Ttpòç tòv píov" (EN 1904a 20), que invita a reflexionar sobre la vida guiada por el mejor propósito. El nuevo director de la revista, a la vez que decano de la Facultad, era el mismo Cayetano Betancur, su fundador y quien la viera morir ocho años antes. Volvían antiguos colaboradores de la primera época, esa generación pionera,12 pero también se percibe relevo13 y una nueva sección que publicaba los trabajos de seminario. La revista sufriría en adelante unas intermitencias que solo se pueden interpretar como dificultades logísticas (administrativas) o financieras que tomaría décadas superar.14
Conclusiones
Una de las conclusiones que se precipita del anterior recuento es el papel protagónico y abnegado de Cayetano Betancur en relación con Ideas y Valores. No solo es su fundador en medio de la soledad, luego de la dispersión del grupo de pioneros del Instituto, sino que viéndola extinguirse parece no perder la esperanza de que los malos tiempos habrán de pasar, como efectivamente sucedió. Y ante el momento oportuno, y con la investidura y competencia adecuadas, no duda en continuar la revista, ocho años después, como si nada hubiera pasado entretanto. Como el arquero de Aristóteles empecinado apuntaba a su blanco. Esto vale para los sucesivos directores de Ideas y Valores que, con paciencia y persistencia, la han llevado a lo que originalmente se había propuesto: difundir el pensamiento filosófico en Colombia.
Sin haber abordado los contenidos de las contribuciones, se puede percibir, sin embargo, que el pluralismo se ha mantenido como una característica de Ideas y Valores. Seguimos viendo múltiples corrientes, variadas épocas filosóficas y autores, diversas especialidades, todos ellos representados en la revista. Sería objeto de otra consideración estudiar las tendencias predominantes y su evolución, a la vez que su relación con los diversos ámbitos internacionales de la filosofía.