INTRODUCCIÓN
En 1855, durante una epidemia de cólera, el doctor John Snow realizó un mapeo de casos en Londres 1. Este hecho lo llevó a ser considerado como el padre de la epidemiología moderna 2, y además de una novedad dentro del saber epidemiológico, significó un verdadero hito para la salud pública. Tras emerger del movimiento sanitarista del siglo XIX, la salud pública ha dialogado con diferentes áreas del saber y hoy se reconoce como una rama de la medicina con notable transdisciplinariedad. Desde sus orígenes, la salud pública ha desarrollado sus actividades y procesos de una forma convencional; sin embargo, en las últimas décadas, con el advenimiento de nuevas tecnologías, la salud pública ha dialogado con áreas del saber con las que mantenía cierta distancia, como, por ejemplo, algunas ingenierías. La salud pública, entonces, está encontrando nuevos aliados en beneficio de un nuevo paradigma que le permita no solo optimizar el control de epidemias y pandemias, sino anticiparse a las emergencias sanitarias 3. El propósito de este artículo es invitar a la reflexión sobre el papel de Internet de las cosas como nuevo aliado de la salud pública en la respuesta y el control de próximas pandemias.
CUARTA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL, COMPUTACIÓN UBICUA Y SALUD PÚBLICA
A lo largo de la historia, la humanidad ha enfrentado varios puntos de inflexión de índole económica, social y tecnológica, bautizados como Revoluciones Industriales. La Primera Revolución Industrial, hacia finales del siglo XVIII y principios del XIX, se caracterizó por una transformación de fuentes de energía con la máquina a vapor como protagonista 4. La segunda, hacia finales del siglo XIX y principios del XX, trajo consigo las redes eléctricas, la producción en masa, el motor eléctrico y el motor de combustión interna 4; con este último, la industria automotriz dio un vuelco de 180 grados y con automóviles como el Modelo T, la sociedad no volvió a ser la misma. La Tercera Revolución Industrial inició hacia la década de los cincuenta del siglo XX y con ella emergieron las telecomunicaciones, los procesadores, los circuitos integrados 5, Internet y la World Wide Web, invención que permitió compartir información y comunicarse usando Internet 6. La Cuarta Revolución Industrial, que se ha imbricado con la tercera, la vive la humanidad en este momento y está fraguando escenarios nunca imaginados, y allí, el sector de la salud se cuenta como uno de los de mayor impacto.
La Cuarta Revolución Industrial representa un crisol donde se fusionan tecnologías como big data, inteligencia artificial, nanotecnología, impresión 3D, robótica, machine learning, sensores e Internet de las cosas. Bautizada en 2016 por el economista y empresario alemán Klaus Schwab, la Cuarta Revolución Industrial encarna un nuevo tsunami tecnológico donde las nuevas ideas y tecnologías se diseminan a gran velocidad 7. En estrecha relación con la Cuarta Revolución Industrial se encuentra la industria 4.0, concepto que nació en Alemania 8 en la década de 2010 y que se refiere a la transformación digital del sector manufacturero con los sensores inteligentes como protagonistas. A todas luces, la Cuarta Revolución Industrial está transformándolo todo a gran velocidad, pero en esta ocasión, a diferencia de anteriores revoluciones industriales, demasiadas cosas están sucediendo al unísono. El potencial transformador en todos los sectores es enorme y los cambios son tan disruptivos, y en tantos sectores al mismo tiempo, que el futuro se anticipa, con lo cual la humanidad vive una especie de presente-futuro 9.
Vinculada a la Cuarta Revolución Industrial está la computación ubicua. El término ubicuo se refiere a que está presente en todas partes al mismo tiempo. Pues bien, esa ubicuidad que se plantea para Internet de las cosas la posee la salud pública; la cuestión con ella es que es etérea, difícil de ver, pero está allí. A la pregunta ¿dónde está la salud pública?, la respuesta es... en todas partes. A donde quiera que se dirija la mirada, allí está ella; en el aire que respiran las personas, en los alimentos y productos que ingieren, en el transporte en que se movilizan 10, en el tipo de trabajo que realizan, en los hábitos y comportamientos cotidianos, en el lugar donde nacen, se recrean y viven, y en el sistema de salud que los atiende. En otras palabras, la salud pública es ubicua, omnipresente, por ende, nada puede beneficiar más algo ubicuo como la salud pública, que algo ubicuo como Internet de las cosas, pues sus aplicaciones son múltiples en agricultura, monitoreo, transporte, desastres naturales, industria, drones, automóviles autónomos, hogar y, claro está, en el área de la salud 11.
SENSORES, NUEVOS ALIADOS DE LA SALUD PÚBLICA
En poco tiempo, aunque está sucediendo, el sensor se convertirá en uno de los mejores aliados de la salud pública. Suena controvertido, pero no lejano a la realidad. ¿Qué es un sensor? Es un dispositivo que responde a cambios en relación con fenómenos físicos o medioambientales 12. También se define como un dispositivo que recibe una señal y responde a ella 13. Ahora bien, la propiedad o condición que dicho dispositivo recibe y convierte en señal eléctrica se define como estímulo, el cual puede ser el sonido, la luz, la composición química o la distancia 13. Sensores hay de varios tipos y pueden clasificarse de diversas formas, la más común es por el tipo de estímulo que miden, por tanto, existen, entre otros, sensores de posición, de presión, de proximidad, de humedad y de fuerza 14. Su fundamento es imitar la capacidad de percepción que poseen los seres humanos, motivo por el cual se pueden encontrar dispositivos que semejan sentidos como el oído, la vista y el tacto 15.
Gracias a la miniaturización, los sensores se pueden instalar en todo tipo de dispositivos. Años atrás era una utopía conectar dispositivos a Internet, no obstante, Internet de las cosas permite dicha conexión sin intervención humana, con lo que se puede recopilar todo tipo de información en tiempo real 16. Desde la década de los sesenta del siglo XX, el proceso de miniaturización de los sensores ha tenido una evolución extraordinaria. Gracias a ello, sensores de todo tipo se instalan en gran cantidad de objetos y estructuras; se pueden encontrar sensores de diferentes características en celulares, automóviles, computadoras, parqueaderos, edificios, robots, drones, partes del cuerpo humano 17 y electrodomésticos como aspiradoras y neveras, estas últimas, iconos de Internet de las cosas 18. En un futuro cercano, el planeta estará, literalmente, inundado de sensores, lo que permitirá recopilar información de todo tipo de fenómenos como nunca en la historia de la humanidad. Sin duda, los sensores representan nuevos aliados para la salud pública, y esto abre el camino a una multipista de datos y a gran cantidad de oportunidades para la salud pública.
Tanto la epidemiología como la salud pública se alimentan de datos, pues son la base del análisis estadístico y la toma de decisiones. Sin información no hay análisis, y sin ello no es posible tomar decisiones basadas en evidencia. La medicina, durante un gran lapso histórico, anheló contar con información para comprender y analizar los fenómenos. Por siglos, el mundo fue algo enigmático y la medicina tanteó a ciegas en el cuarto oscuro de la incertidumbre. Los datos, los cuales eran escasos y costaba obtenerlos, se analizaban días o meses después de recopilarse, por tanto, existía una brecha entre la obtención de datos y la ejecución de las acciones que, por lo general, eran tardías. Con las nuevas tecnologías esto cambia radicalmente. Se vislumbra, entonces, un escenario que encarna la utopía de ramas de la medicina como la epidemiología y la salud pública; esto es, contar con gran cantidad de información con un valor agregado, buena parte de ella será en tiempo real. Para la salud pública esto es disruptivo y el mundo se encuentra ad portas de disponer de datos masivos en tiempo real, cuyo límite de uso será la imaginación y las fronteras éticas.
INTERNET DE LAS COSAS, WEARABLES Y PANDEMIAS
En 1988, el informático Mark Weiser introdujo el concepto computación ubicua, el cual hace referencia a que los objetos comunes sean capaces de recopilar, almacenar y transmitir datos 19. El fundamento de la computación ubicua planteaba que los procesadores se comunicaran entre sí y con los objetos del entorno, lo cual optimizaría las tareas cotidianas 20. En años posteriores, dicho concepto contribuyó al desarrollo de otras innovaciones como Internet de las cosas 21, y fue en 1999 22 cuando Kevin Ashton, durante su trabajo en Procter & Gamble, acuñó el término internet de las cosas para referirse al uso de etiquetas de identificación por radiofrecuencia (RFID)23. Esto representa un mundo hiperconectado donde los objetos, conectados a Internet, recopilan información de su medioambiente. A su vez, Internet de las cosas es una tecnología hiperconectada, pues se vincula con otras innovaciones como big data, robótica, redes de sensores, bluetooth, redes sociales y computación en la nube, entre otras 24. Entonces, dado que millones de objetos estarán conectados, esto generará grandes volúmenes de información en tiempo real 25.
El mundo de los objetos conectados ha evolucionado en lo que se conoce como Inteligencia Ambiental, que involucra una nueva generación de entornos y sistemas informáticos enfocados en el usuario vinculando tecnología y cotidianidad 26. Su esencia apunta a que los objetos conozcan a los usuarios, aprendan de sus hábitos, se anticipen a sus necesidades y proporcionen servicios 27. En este contexto, la salud pública no será un observador que reacciona tardíamente a los eventos, sino un agente activo que se anticipa a ellos. En las ciudades inteligentes es clave la urbótica, que extrapola la inteligencia ambiental a la urbe, especialmente en diseño y servicios 28. Un eje central de la urbótica son las emergencias sanitarias, por ende, la inteligencia ambiental será un aliado de la salud pública inteligente; menos reactiva y más predictiva. La salud pública, sin planearlo, está encontrado nuevos aliados y, en poco tiempo, la información no solo fluirá desde centros de salud o entidades hospitalarias, sino desde dispositivos con localización ubicua, lo cual transformará el quehacer de la salud pública y el desempeño de los sistemas de vigilancia epidemiológica.
Los wearables, dispositivos electrónicos que se incorporan a ropa y accesorios, y monitorean la actividad biológica 29, son ejemplo de la aplicación de Internet de las cosas en respuesta a las pandemias. Estos dispositivos son útiles en el control de casos cuando el monitoreo remoto es primordial. En enfermedades como la COVID-19, en la que la fiebre y la tos son frecuentes 30, los wearables son ideales en monitoreo de temperatura y episodios de tos, ya que las aplicaciones analizan el sonido y la vibración. Ejemplo de ello es una aplicación móvil que detecta y evalúa patrones de tos denominada Hyfe 31, la cual está siendo evaluada en un estudio prospectivo observacional 32. Los wearables y las aplicaciones móviles también apoyan la vigilancia en salud pública al generar sistemas de alerta de casos sospechosos 33. Dado que las bondades de los wearables son diversas, se puede realizar monitoreo remoto de variables como frecuencia cardíaca, patrones de sueño, oximetría o niveles de estrés. Estos datos, gracias a Internet de las cosas, se envían a una plataforma en la nube mediante una aplicación móvil o tecnología Bluetooth y se pueden transmitir en tiempo real 34.
Es claro que el campo de acción de sensores e Internet de las cosas se ha expandido durante la actual pandemia. Una alternativa innovadora es la mascarilla inteligente que proporciona defensa activa contra coronavirus y otros patógenos del aire 35. Con ello, la mascarilla pasa de ser un filtro pasivo a un dispositivo activo que, dotado de sensores, detecta patógenos en tiempo real 35. Dado que las pandemias pueden motivar cuarentenas y restricciones de movilidad, se han desarrollado innovaciones que incorporan Internet de las cosas como la EasyBand, diseñada para limitar el crecimiento de casos mediante el rastreo de contactos y la promoción de distanciamiento físico 36. La EasyBand rastrea otros dispositivos en un radio de cuatro metros, cuenta con un sistema de alertas basado en colores tipo semáforo y puede almacenar información por 15 días, de la cual pueden disponer los organismos de vigilancia en salud pública 36. En estos casos, los sistemas de vigilancia se beneficiarían de que los datos no pasen por bases de datos de terceros, sino que se envían directamente a los entes de control y vigilancia.
INTERNET DE LAS COSAS, DRONES Y SALUD PÚBLICA
Los drones o vehículos aéreos no tripulados (VANT), en comunión con Internet de las cosas, están jugando un papel esencial en respuesta a las pandemias, dado que, en escenarios de confinamiento o cuarentena, son ideales para actividades remotas. Durante la pandemia de COVID-19, los drones han sido protagonistas y han estado al servicio de la salud pública. En buen número de países, como España, China y Colombia, el apoyo de los drones a las medidas de desinfección de áreas comunes ha sido relevante en la lucha contra la COVID-19 no solo por la autonomía y el control de vuelo de estos aparatos, sino por la eficiencia de los sistemas de dispersión 37. Años atrás, el uso de drones se adoptó en el sector de la agricultura, pero durante la actual pandemia han jugado un rol importante en tareas de desinfección y en poco tiempo se han realizado notables avances en distintos parámetros de autonomía, velocidad y altitud de vuelo, así como en la tasa de flujo de dispersión del desinfectante 38.
Debido a la aplicabilidad de Internet de las cosas en los drones, se ha acuñado el término Internet of Drones (IoD)39, que se refiere a una infraestructura para proporcionar control y acceso entre usuarios y drones, todo ello mediante Internet 39. En 2016, Gharibi et al., definieron el término IoD como una arquitectura de control de red en capas, lo cual denota que muchos drones pueden integrar una red para transmitir y recibir datos 40. En una pandemia, las ventajas de los drones con IoD incluyen reducir tiempos de entrega de material sanitario y evitar la transmisión de la enfermedad al limitar la interacción humana. En apoyo a la salud pública, los drones son de enorme utilidad para alertar a la población, realizar monitoreo térmico, promocionar y controlar distanciamiento físico, vigilar el cumplimiento de medidas de confinamiento, apoyar labores en telemedicina y alcanzar zonas de difícil acceso 40. Además, los propios drones son aliados de la salud pública, ya que presentan bajas emisiones, cuentan con alta eficiencia de energía y gran potencial de uso de energías renovables 41.
ROBÓTICA Y SALUD PÚBLICA
Durante la actual pandemia los robots han sido protagonistas, y es claro que lo serán en las próximas emergencias sanitarias de este tipo. Claramente, el impacto de la COVID-19 ha sido notable en la adopción de Internet de las cosas en el área de la robótica 42. En esta pandemia, una de las soluciones que cuenta con gran potencial en epidemias y pandemias es el uso de robots en tareas de desinfección. Compañías como Boston Dynamics han desarrollado soluciones basadas en robóticas para realizar tareas hospitalarias en la atención de pacientes infectados; trabajo mancomunado con la telemedicina 43. Otro ejemplo son los robots AIMBOT y CRUZR desarrollados por la compañía UBTECH. Estos robots realizan desinfección de áreas comunes en aeropuertos, monitoreo de temperatura mediante cámaras infrarrojas, reconocimiento del uso de la mascarilla, además de promover el distanciamiento físico 44. El robot CRUZR puede analizar síntomas, facilitar consulta médica en vivo y revisar pacientes en salas hospitalarias examinando signos vitales y alertando a los médicos ante alguna anormalidad 45.
Un ejemplo adicional de robots al servicio de la salud pública es Pepper. Lanzado en 2014, este robot humanoide cuenta con la habilidad para interactuar con los humanos gracias a su capacidad para entender y reaccionar a las emociones 46. Además, analiza expresiones y sonidos gracias a tecnología de reconocimiento de voz 46 y, por supuesto, está conectado a Internet. Durante la COVID-19, Pepper ha realizado tareas de apoyo a las medidas sanitarias; puede ayudar a mantener el distanciamiento físico, promueve la higiene de manos, realiza monitoreo de temperatura, apoya en sitios de riesgo como hospitales, en hoteles recibe huéspedes potencialmente contagiados y mediante reconocimiento facial promueve el uso del tapabocas. Otros robots de su tipo han sido útiles en hospitales con el fin de disminuir la interacción entre el personal de salud y los pacientes con COVID-19. Casos exitosos de estas soluciones robóticas durante la actual pandemia se han documentado en países como Japón y Ruanda, donde se han utilizado robots para minimizar el riesgo de contagio del personal de primera línea 47.
DISCUSIÓN
Internet de las cosas, así como la Cuarta Revolución Industrial, representan un nodo donde convergen valores humanos y nuevas tecnologías; un punto de encuentro para potenciar los bienes comunes48. Esto tiene un significado especial, dado que, precisamente, la salud pública representa un bien común, más exactamente, un bien público global. Este tipo de bienes se caracterizan por traspasar fronteras, sus beneficios se extienden entre generaciones y muchas personas pueden disfrutar de ellos 49. Ese bien público global que es la salud pública requiere de la participación de todos los sectores; de allí el lema salud en todas las políticas. Ante la COVID-19, las tecnologías emergentes se convirtieron en aliadas de la salud pública, pero es importante preguntarse si la salud pública está preparada para adoptarlas en su quehacer diario y en la pospandemia. Por otro lado, en la implementación de Internet de las cosas surgen desafíos como la privacidad de los datos y los problemas de ciberseguridad 50. Con el uso de drones, por ejemplo, emergen riesgos en confidencialidad e integralidad, además, las violaciones de protocolos de ciberseguridad pueden desencadenar accidentes en los que las personas se vean involucradas 51.
A diferencia de otras revoluciones industriales, en la actual están sucediendo gran cantidad de cosas al mismo tiempo y el sector de la salud es uno de los más influenciados por Internet de las cosas. Es claro que la salud pública cuenta con nuevos aliados, como los wearables, la robótica, la nanotecnología, los sensores, los drones y, transversal a ellos, Internet de las cosas. Hoy en día la tecnología es protagonista en muchos sectores y dentro del amplio campo de la salud era necesario que la salud pública también se beneficiara de ella. Desde luego, las ventajas para la salud pública de un mundo hiperconectado recaen en un cúmulo de oportunidades para la detección temprana y la anticipación a epidemias y pandemias. Dado que se podrá contar con información de todo tipo de eventos en tiempo real, los obstáculos serán la imaginación y la ética. Tras la pandemia de COVID-19, el mundo no volverá a ser el mismo y con las grandes pandemias surgen puntos de quiebre y, en algunos casos, cataclismos sociales. En suma, el cambio que se avecina es inevitable y resalta la hegemonía tecnológica con ventajas y desventajas, pero independientemente de estos matices, la salud pública debe preparase para ello.
CONCLUSIONES
La salud pública ha encontrado nuevos aliados y estos son tecnológicos. Con ello se gesta una nueva salud pública caracterizada por la transdisciplinariedad de Internet de las cosas manifiesta en tecnologías con enorme potencial como wearables, aplicaciones móviles, mascarillas inteligentes, sensores, drones o robots. En esta nueva era la salud pública debe reinventarse y aprovechar las oportunidades que ofrecen los nuevos escenarios tecnológicos. Será, entonces, para la nueva salud pública, una ventana de oportunidad que representa un nuevo paradigma: el de la salud pública inteligente. La tarea recae en resignificar la salud pública y, en dicho proceso, al igual que la medicina clínica, lograr que sea menos reactiva y más predictiva.