EDITORIAL

Carlos Mario Uribe Soto¹

¹ Decano Facultad de Odontología Universidad de Antioquia

La necesidad apremiante de perfilar la investigación en el área de la salud bucal, genera inquietudes acerca de su pertinencia y ubicación teórico espacial, en coherencia con el estado actual de ella; en este sentido se debe hacer un llamado a las instituciones de educación superior para revisar la pregunta ¿formar profesionales o responder a las necesidades del mercado? Creeríamos que está respondida, pero no, el tradicionalismo y las ideologías, no han permitido su solución. Michael Porter, Premio Nobel expresa en su libro Acerca de la competitividad, “[…] la persona que exitosamente implanta una nueva o mejor manera de competir, es porque está continuamente en sus actividades con obstinada determinación, frecuentemente de cara al criticismo agrio y obstáculos interpuestos. De hecho, para tener éxito, la innovación nos impone presión, necesidad e inclusive adversidad, quedando claro que el temor de pérdida frecuentemente es más poderoso que la esperanza de ganar […]”

Desde el siglo pasado se sostiene que el avance de un ciclo económico se puede lograr con la innovación, Freeman ratifica que el cambio tecnológico se logra vinculándose al desarrollo de la ciencia y la tecnología. Diferentes estrategias o metodologías se han venido implementando como el tecno polo, las incubadoras de base tecnológica, el emprendimiento y otros; genéricamente hablando, la innovación tiene que ver con una, o varias aplicaciones, no excluyentes de: imaginación, creatividad, ideas, experiencias prácticas y teóricas, centros de investigación y desarrollo, de innovación con una transformación gerencial y organizacional.

Para que el futuro pueda ser reinventado, es preciso que se produzca una transformación radical con una nueva visión de la educación superior, por supuesto, con acciones congruentes como la generación de nuevos hábitos, la creación de nuevos procesos de pensamiento y de acción a través de una metodología científicamente aprendida, planeada y controlada en sus procesos y resultados.

La Primera Conferencia Latinoamericana sobre Investigación e Innovación para la Salud, en abril de 2008 en Río de Janeiro, hablo de América Latina en un ambiente macroeconómico estable, con la economía dominada por los sectores primario y secundario de la actividad industrial, con excepciones en áreas de alta tecnología, como la aeronaval, farmacéutica, comunicaciones, informática y biocombustibles.

La capacitación en materia de investigación en el área de salud ha crecido en los últimos años, pero en las ciencias biomédicas prevalece la investigación básica y de laboratorio, en general no se relaciona con la tecnología y la innovación. La investigación aplicada es débil y debería estar enfocada con factores determinantes de la salud en contexto; se ha soportado en la competitividad del mérito científico y académico por la publicación, pero no ha orientarse en problemas reales. La tecnología de la información y la comunicación es fundamental para esta transformación, por el efecto multiplicador en cobertura y modernización en los métodos educativos, con el cambio de paradigmas ya superados por el alumno.

Además es fundamental tener comités de ética certificados, que ejerzan un papel protagónico en la investigación; hoy han surgido como requisito estricto en los estudios que incluyen a sujetos humanos, pero debe ir más allá para que no prevalezca el interés particular sobre el colectivo y no se ciña solo a un consentimiento de voluntarios. Se deben establecer conductas y normas de atención, compromisos y cumplimiento de tales, una vez que el proyecto de investigación concluya, con protocolos y estrictos criterios para examinar las propuestas de investigación.