Emily Santa-Cruz: inquieta y prolífica escritora cordobesa
La escritora andaluza Emiliana Santa-Cruz González, más conocida como Emily Santa-Cruz, nació un 11 de septiembre de 1926 en la ciudad de Córdoba, en el seno de una familia numerosa y aparentemente acomodada. Era la pequeña de once hermanos y se definía a sí misma como una niña inquieta, rebelde y soñadora. Se formó académicamente en el Colegio de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús de Córdoba y desde muy joven se interesó por el estudio y cultivo de la literatura y la escritura, especialmente en lo que se refiere a la literatura infantil moderna1. Este interés la llevó en su madurez a desarrollar su pasión literaria escribiendo narrativa dedicada a un público infantil con la clara determinación de incitar a los más pequeños a jugar con la imaginación y a aprender a soñar y a vivir.
Su faceta literaria la compaginó con su empleo en la Compañía Telefónica Nacional de España hasta el momento de su jubilación. Durante los años que trabajó en la compañía nacional de telecomunicaciones dio rienda suelta a otra de sus pasiones relacionadas con la cultura y fundó en la empresa el Grupo Teatral de Telefónica en el que participó como ayudante de dirección, regidora de escena y apuntadora, tareas que le eran familiares ya que anteriormente había sido cofundadora del Teatro de Ensayo Medea con Josefina Molina2.
La escritora buscó estar siempre muy implicada en el mundo cultural de su ciudad -aunque no solo-, lo que la llevó en el año 1998 a entrar a formar parte de la Asociación Cultural Aires de Córdoba que había surgido tres años antes como una organización sin ánimo de lucro para fomentar y difundir el arte local más allá del territorio nacional. Colaboró también con numerosas revistas nacionales e internacionales como Córdoba en Mayo, Agentes Comerciales, Astro, Wallada, Aires de Córdoba, Brisas poéticas modernas de Hollister (Estados Unidos), Tiempo de Poesía (Córdoba-Argentina) y un largo etcétera.
En su faceta más personal, Emily Santa-Cruz era una gran aficionada a la tauromaquia; de hecho, cabe destacar que se convirtió en la primera y única mujer perteneciente a la tertulia taurina del Real Círculo de la Amistad de Córdoba3. Además, fue socia de honor de la peña taurina Chiquilín, fundada en 1988, y cuya sede social se encuentra en una de las tabernas más antiguas y tradicionales de la capital cordobesa, el Rincón de Beatillas. La pasión y los conocimientos taurinos de la autora quedaron reflejados en algunas de sus obras como: Breve apunte sobre la tauromaquia en Córdoba (1993), Efemérides taurinas y poemario cordobés (1997) y otros muchos poemas dedicados al toro y a los maestros del toreo4. En este sentido, colaboró con algunas revistas de la época relacionadas con el ámbito taurino como Toreros de Córdoba y Anuario Taurino de Santander.
Emily Santa-Cruz falleció en 2004 a la edad de setenta y siete años a causa de una insuficiencia cardíaca, noticia de la que darán cuenta algunos diarios locales como Diario Córdoba, en los cuales se destaca la labor literaria y el legado cultural que dejaba la autora.
El principio del enseñar deleitando en la narrativa infantil de Emily Santa-Cruz
Como ya se ha mencionado en los datos biográficos de la autora, Emily Santa-Cruz dedicó gran parte de su producción literaria al cultivo de la literatura infantil; de hecho, esta escritora cordobesa se estrenó en el mundo literario con la publicación de dos libros de cuentos infantiles: Cuentos de Emily y Aventuras de Butifarrete, publicados por Ediciones El Almendro en 1982 y 1983, respectivamente.
Como sostiene el poeta Manuel de César en el prólogo a uno de los libros de la autora, Santa-Cruz apostó "por incidir en el costoso mundo de las publicaciones literarias infantiles desde un convencimiento claro [...] de su necesidad, de su obligatoriedad por parte del artista creador del lenguaje; que no otra cosa explica su evidente carácter didáctico, su empeño porque no sea una lectura vana, y al propio tiempo deleitable" ("Prólogo" 8).
Este carácter didáctico es fundamental en la obra de la escritora, pero lo cierto es que, haciendo un somero análisis del origen de los cuentos, antes de adquirir esta función pedagógica estos surgieron con la intención de dar respuestas lógicas a lo inexplicable, como afirma Garzón Céspedes "allí donde no cabe una explicación, cabe el mito" (148). La necesidad de encontrar una explicación al mundo que nos rodea y a todo aquello que escapa a nuestro raciocinio motivó en la antigüedad el desarrollo de fábulas y cuentos que en sus primeros momentos se transmitían oralmente de generación en generación. Este género narrativo, que encuentra su origen en la tradición grecolatina, arraigó de tal modo en la cultura que su impronta e influencia han llegado hasta nuestros días, aunque su papel ha variado adaptándose a las necesidades de cada época. Como afirma Velázquez-García:
Ante el avance de la ciencia y el progreso cultural de la sociedad se van encontrando explicaciones y sentido a muchos fenómenos y esto hace que los cuentos pasen a desempeñar una tarea más cercana al entretenimiento. Más tarde, cuando se hace evidente que los personajes de estas historias y sus vivencias pueden servir de modelo, de ejemplo de vida, los cuentos suman a sus funciones la voluntad de transmitir enseñanzas, descubriendo y explotando así su valor didáctico (Memorias 14).
Es así como el cometido original del cuento evoluciona hacia una función orientada a la enseñanza y adquiere valores didácticos como los que aparecen en la literatura infantil moderna y, concretamente, para el caso que nos ocupa, en la producción de Emily SantaCruz, quien pretendía instruir a su público infantil siguiendo el tópico literario del enseñar deleitando (prodesse et delectare) formulado por el poeta Horacio en el siglo I a.C.
Retomando el análisis de la obra de Santa-Cruz, el primero de sus libros, Cuentos de Emily, está compuesto por diez relatos breves con los que trata de inculcar en los más pequeños valores como la importancia de la amistad, la familia, la vida sana, el respeto hacia los padres, el interés por la cultura, etc., así como transmitir cualidades que ella considera fundamentales para el desarrollo de una persona: la prudencia, la responsabilidad, la imaginación, la generosidad, el control del odio y la ira, ya que estas últimas son dos "pasiones que nublan la inteligencia" (Cuentos 60). Destacamos aquí la importancia que la autora da al cultivo de este tipo de literatura para el desarrollo de la personalidad del niño, pues, si lo ponemos en relación con las teorías del psicólogo Bettelheim (1992), podemos afirmar que la realidad de los cuentos se encuentra como procedimiento para ayudar al ser humano a entender las dificultades del mundo y a afrontar el futuro, una tarea eminentemente adulta; esto es, la lectura y conocimiento de los cuentos ayuda a los niños en su formación como personas adultas.
El segundo libro, Aventuras de Butifarrete, incluye seis cuentos que tienen como protagonista a Butifarrete, un simpático cerdito al que la autora dota de características ejemplares como modelo de conducta para su público infantil; el primero de estos se plantea como la continuación del primer relato recogido en los Cuentos de Emily, "Andanzas espaciales de Chimenea". Esta estrategia que consiste en enlazar sus obras a través de un nexo o eje narrativo es un recurso que se repite en gran parte de la obra de Emily Santa-Cruz, especialmente en lo que se refiere a la producción destinada a un público infantil. De hecho, en toda la producción literaria para niños posterior a los dos libros que han sido mencionados anteriormente, la ciudad de Córdoba desempeña un papel protagonista convirtiéndose, de este modo, en el principal hilo conductor de la obra en prosa de la autora. Así pues, esta escritora cordobesa hace de sus cuentos una poderosa y eficaz herramienta que utiliza para transmitir valores, ideas y creencias, así como para reforzar emociones y sentimientos de pertenencia a una determinada comunidad. Como sostiene Velázquez-García, es precisamente en ese aspecto donde radica otra de las principales funciones de la literatura infantil:
Cuando las sociedades comienzan a constituirse y se dan cuenta de la necesidad de preservar sus tradiciones y su cultura, su identidad, los cuentos se muestran como el elemento más eficaz para ello y para almacenar el saber adquirido a través de la experiencia. El cuento se muestra como un lazo de unión con el pasado, donde se ha forjado la identidad de un pueblo y la forma de ver la vida, las narraciones se convierten en vehículos de cohesión para la sociedad. [... ] los cuentos son desde la antigüedad la transmisión de la forma de entender los procesos, las relaciones y la intervención de lo mágico de cada pueblo ("Aportación femenina" 178-179).
Esta cita recoge a la perfección la esencia que Emily Santa-Cruz quiso transmitir en la serie Córdoba en el tiempo, que da nombre al primero de los libros que la componen y al que le siguen otros ocho títulos. Una vez realizada una valoración global de todos ellos, se considera oportuno mencionar un aspecto fundamental para entender la obra de la autora: el planteamiento y desarrollo de cada uno de los libros hace pensar que la escritora no ideó cada uno de estos de manera independiente, sino que, muy probablemente, tenía en mente crear toda una serie de historias con elementos comunes que se interrelacionarían a medida que se avanzara en la lectura.
Toda la obra se articula en torno a un personaje principal, Butifarrete -o Buti, como se refieren a él en muchas ocasiones-, el mismo al que la autora dedicó su segundo libro y al que ya se ha hecho referencia anteriormente. A lo largo de toda la serie, este aparece acompañado de otros personajes recurrentes junto a los que acompañará al lector en su particular viaje por la historia de Córdoba. La autora, haciendo uso una vez más del enseñar deleitando, colma los libros de datos históricos, culturales, urbanísticos y humanos sobre la ciudad. Se convierte así en toda una embajadora de la ciudad en la que vivió y a la que se sintió profundamente unida toda su vida5.
"Busca tus raíces y encontrarás tu historia". Con estas palabras que Emily Santa-Cruz usa en la dedicatoria de uno de sus libros, Butifarrete y el hebreísta cordobés, queda patente que con toda probabilidad la autora era consciente de la importancia de conocer el propio pasado para comprender el presente. De hecho, los tres primeros libros constituyen un recorrido por las tres culturas que han definido la historia y la idiosincrasia de Córdoba.
El primer libro, que actúa como introducción a toda la serie, se centra en la Córdoba romana haciendo alusión, por ejemplo, al filósofo Séneca y a la estatua que le dedicó la ciudad en el décimo noveno centenario de su muerte realizada por el artista Amadeo Ruiz Olmos. Amén de hechos históricos perfectamente documentados, la autora hace gala, ya desde el inicio de su obra, de la importancia del fomento de la imaginación y de la fantasía, dando espacio al mundo onírico y entremezclando realidad y ensoñación. De hecho, el propio Butifarrete es fruto de la imaginación de otro de los personajes que actúa como eje narrativo a lo largo de esta serie, Germán. De este modo se percibe en la siguiente cita en la que los dos personajes se encuentran y Butifarrete, a modo de saludo, le dice: "tu imaginación y fantasía [...] me ha 'materializado' para que, faltándote el 'libro' y tu amigo Alvaro6, sea yo el que te muestre Córdoba, la Córdoba en el pasado" (Córdoba 12).
Butifarrete y el arabesco laberinto, el segundo libro de la serie, traslada al lector a la Córdoba musulmana invitándolo a recorrer con Buti y sus dos amigos (Muhammad y AbdAllah) la Mezquita cordobesa, otrora Gran Aljama del Occidente Islámico, por excelencia. La publicación de este volumen coincide con el décimo segundo centenario de la fundación de este emblemático monumento de la ciudad del que la autora proporciona una minuciosa descripción rica en detalles, tanto históricos como arquitectónicos y culturales. Esta labor recae en los dos personajes de origen árabe que Emily Santa-Cruz ha creado para ilustrar a Butifarrete en aspectos relacionados con la Córdoba musulmana. Esta misma estrategia mediante la que la autora introduce un personaje prototipo para sumergir a Butifarrete en una cultura que caracteriza la idiosincrasia y los orígenes de Córdoba se encuentra también en el tercer libro de la serie, Butifarrete y el hebreísta cordobés. En este relato será el maestro Umar el encargado de instruir al protagonista y a sus amigos sobre la historia de la escuela hebrea cordobesa y de la comunidad judía. Como puede verse, tanto este libro como el anterior ahondan en las dos culturas que coexisten en la Córdoba califal. En el caso del tercer libro encontramos referencias a este periodo como puede observarse a continuación:
La Comunidad judía en Córdoba, [...] una de la más importante del período califal, residía en un barrio llamado barrio de los judíos situado muy cerca de la Mezquita. Parece ser que además tenían otro barrio en un arrabal vecino, basada esta hipótesis, en la puerta norteña de nombre "Bab al-Yahud" (puerta de los judíos) (52).
El cuarto volumen titulado Los hombres del libro supone la continuación de este recorrido por las tres culturas que han sido la cuna de Córdoba incidiendo en esta ocasión en personajes históricos que han sido referentes de cada una de estas culturas durante la Edad Media. La trama comienza en la iglesia parroquial de San Nicolás de la Villa donde fue bautizado san Álvaro de Córdoba, fundador del convento dominico de Scala Coeli a las afueras de la capital, y una de las iglesias fundadas por Fernando III el santo, símbolo de la Reconquista. Como muestra de la abundante documentación que caracteriza la obra de la autora, hace referencia aquí a que en esta misma iglesia también fue bautizado el escritor Rafael de Vida Quesada, autor al que ya había aludido en el primer tomo de la serie, Córdoba en el tiempo, al narrar la leyenda "Clemente de Cáceres" atribuida a este. El siguiente capítulo se centra en los escritores árabecordobeses haciendo referencia a figuras de renombre como el médico y filósofo Averroes o el poeta andalusí Ibn-Hazm. En esta ocasión, la autora usa la personificación para dar voz a un libro que efectivamente habla e instruye al personaje de Germán en la materia:
El libro carraspeó ténuemente7 para, de nuevo con voz firme, continuar; "la literatura y la poesía arabehispanoandaluza, empieza a florecer con la subida al trono del primer Emir independiente Ibn Al-Rahman I, alcanzando en Córdoba un privilegiado lugar. En la Córdoba árabe -el centro bibliográfico mayor de España y de Occidente- prolifera, se cultiva y se desarrollan todas las letras y todas las ciencias" [...]. El libro, comprensivo, esperó a que Germán estuviera de nuevo en situación "activa" para escucharlo (Santa-Cruz, Los hombres 59-65).
El último capítulo del libro se centra en Maimónides, considerado uno de los mayores estudiosos de la Torá medieval y que ejerció de médico, filósofo, rabino y astrónomo en el siglo XII, así como en otros personajes ilustres judeocordobeses como el filósofo y poeta Salomón Ibn Gabirol, el médico y diplomático Hasday Ibn Saprut o Judá Leví. El protagonista de este capítulo se encuentra ilusionado ante la situación de que un "interesante libro" le permita ampliar sus "rudimentarios conocimientos de los escritores judeocordobeses, próceres del saber y de la ciencia cordobesa del siglo X al XIII", así como "de la influencia judía de Córdoba en España" (76).
En otro libro de la serie, Tertulia de otoño, la autora sigue avanzando en la historia de Córdoba a través de la presentación de diferentes personajes ilustres vinculados a la ciudad en algún momento de su vida. De este modo, parece corroborar la afirmación del escritor y periodista cordobés Marcos Rafael Blanco Belmonte: "No existe un momento crucial en la historia de nuestro mundo, encrucijada entre Oriente y Occidente, en que no aparezca la figura señera de un cordobés" (citado en Santa-Cruz, Otoño 8). La autora, por lo tanto, realiza en este tomo un minucioso recorrido por la historia de Córdoba desde sus orígenes hasta el siglo XX. Desde la referencia al hallazgo de uno de los vestigios humanos más antiguos del periodo Neolítico en las proximidades de Alcolea, hasta el recuerdo al poeta y periodista Julio Valdelomar y Fábregues, pasando por las hachas halladas en Cerro Muriano de la Edad de Bronce, la estela epigráfica de Montoro -considerada la escritura más antigua de Iberia- o la desaparecida iglesia visigoda de San Vicente sobre la que más tarde se construiría la Aljama. También, aparecen referencias a la cultura hispanoárabe y a importantes personajes significativos en el paso de la Edad Media al Renacimiento, como el poeta Juan de Mena o el escritor Juan Rufo. A estos les sigue un amplio repertorio de personalidades ligadas a Córdoba a lo largo de toda la historia.
En definitiva, toda la serie gira en torno a la cultura cordobesa con el objetivo de dar a conocer y profundizar en su historia y su cultura. Como se ha observado anteriormente, una de las funciones que han adquirido los cuentos en su evolución es precisamente la de contribuir a la construcción de la identidad, no solo individual, sino también desde el sentido de pertenencia a una comunidad o sociedad. El propio Germán realiza unas declaraciones que dan muestra de ello en Tertulia de otoño con las que además la autora se deshace en elogios hacia su ciudad natal, ensalzando su historia, sus tradiciones, así como su amplio y heterogéneo patrimonio artístico-cultural:
Es cierto: Desde que llegué a Córdoba, su cultura y sus costumbres, su historia, me interesan vivamente. Entiendo que conocer la historia de una ciudad como Córdoba, que fue capital de Al-Andalus hasta el siglo XVI, es apasionante. Es aprender a amarla, enorgullecerse de ella, y no destruir su patrimonio artístico-cultural, raigambre de tantas culturas (Santa-Cruz, Otoño 14).
En esta misma línea continúa el resto de la serie que conforma la colección Córdoba en el tiempo con el objetivo de enseñar deleitando a su público infantil las maravillas que encierra esta ciudad. La antología se completa con los siguientes títulos: La Fortaleza (1987), El silencio habla (1987), El armario parlante (1990) y Escape hacia el túnel del tiempo (1993).
Además de los principales ejes narrativos presentes en toda la serie de la autora, como son el personaje de Butifarrete y, especialmente, la ciudad de Córdoba, Emily Santa-Cruz hace uso de una estrategia más propia del ámbito de la investigación y la documentación para poner en relación los distintos relatos, de modo que estos puedan ser leídos de modo independiente, esto es, la inclusión de notas a pie de página frecuentes para poner en contexto contenidos o personajes aparecidos anteriormente.
Asimismo, Emily Santa-Cruz se sirve de diferentes recursos literarios como el uso continuo de analepsis y prolepsis o la personificación de objetos y animales: el propio personaje Butifarrete, el libro al que hemos aludido en este trabajo o un triciclo parlanchín de nombre Trivelocín. Estos recursos no son exclusivos de esta serie, sino que hacen también su aparición en el resto de la producción infantil de la autora junto al habitual uso de elementos fantásticos entrelazados con la realidad pasada y presente. En el primero de los relatos, Butifarrete aparece en la historia como fruto de la imaginación de Germán, sin embargo, inmediatamente se convierte en un personaje aparentemente real. Y esto es lo que sucede con todos los personajes de la obra, a quienes la autora dota de características humanas, psicológicas y morales para convertirlos en seres auténticamente reales que viajan físicamente por el tiempo. Emily Santa-Cruz concluye el ciclo de cuentos igual que lo comenzó: valiéndose nuevamente del personaje de Germán, pone de manifiesto ese límite ineludible entre ficción y realidad que a veces resulta difícil distinguir:
[Germán] Se concentró al máximo intentando penetrar en las abismales sombras que lo "absorbieron" y sin proponérselo rotó sobre sí mismo vertiginosamente, yendo a darse de bruces sobre su mesa-estudio. Al punto comprendió, que los hechos que en su mente había vivido ocurrieron tal cual, en una de sus muchas visitas realizadas a Córdoba, ciudad que lo tenía fascinado. El tibio calor del lecho, lo invitó a arrebujarse entre las sábanas y seguir durmiendo... (Escape 44-45).
Por lo tanto, lo real y lo fantástico se mezclan y se conciben como un único universo a lo largo de los diferentes relatos. En todas las dedicatorias que anticipan cada uno de ellos -así como sus dos primeras obras de literatura infantil-, Emily Santa-Cruz apuesta por el fomento de la literatura y, especialmente, por el desarrollo de la imaginación, la fantasía y el juego en los niños como muestran los siguientes ejemplos: "A vosotros, niños, para que juguéis con la imaginación y aprendáis a soñar" (Cuentos de Emily); "Vivir no es sólo jugar y descansar: Es imaginar, trabajar, soñar y amar... ¡Aprended a vivir!" (Aventuras de Butifarrete); "Los libros con su letra, a veces pequeña, os llevarán por el mundo de la ciencia y el saber" (Butifarrete y el arabesco laberinto) o "La fantasía como el buen profesor, hace ameno el estudio" (Los hombres del libro).
Más allá de la literatura infantil: leyendas y relatos policíacos
Junto con el gran número de publicaciones de corte infantil que la autora escribió a lo largo de la década de los ochenta, se encuentra otro tipo de obras destinadas a un público adulto en las que ella cultiva diversos géneros literarios. Por consiguiente, la capacidad creadora de Emily Santa-Cruz hace que no se limite solamente a cuentos infantiles, sino que su noble afán por investigar en el pasado de su tierra la condujo a la publicación de un compendio de nueve leyendas en las que Córdoba sigue siendo la principal protagonista.
Las Leyendas Cordobesas, en las que la fantasía y la imaginación de la autora continúan siendo dos ingredientes fundamentales, constituyen una ruptura con el género infantil que Santa-Cruz cultivó a lo largo de la década de los ochenta y primeros años de los noventa. Es precisamente en este periodo cuando la autora abandona la literatura infantil para centrarse en aquella dirigida a lectores adultos y a la que se dedicará en sus últimos años de vida.
Además, tal y como se desprende de los títulos de algunas de las leyendas, estas anuncian el preludio del género policíaco y de misterio al que pertenecen las últimas novelas de la autora. Las Leyendas Cordobesas se publicaron en dos tomos independientes. El tomo I (1991) incluye las leyendas "La dama del embozo", "El Caballero de la Casaca de Armiño" y "Retroceder en el tiempo" y el tomo II (1995) está compuesto por "Mandoble invisible", "Maestro tijeras", "Una sombra de mujer", "El ataúd vacío", "El caso de la mujer sangrada", "Un cadáver en el trigal".
Otro aspecto importante del presente estudio es el análisis del género policíaco que incluye algunas breves obras que mezclan historias de detectives, misterio e intriga entre las que se encuentran, entre otros, los títulos La mar acusa y Ronco conferenciante, dos obras independientes en las que la autora toma como eje narrativo al personaje de Ronco, un detective astuto y prudente que se encarga de resolver el misterio que envuelve a dos crímenes. Se trata de dos relatos breves en los que la autora entrelaza historias de crímenes y suspense, con otras de amor, envidia, odio, venganza, celos y mentiras con el objetivo de acercar a su público a este género. Sin embargo, debido a la brevedad de las obras y a la escasa profundización y desarrollo de la trama, La mar acusa y Ronco conferenciante se acercan más a planteamientos de historias detectivescas carentes del elaborado trasfondo narrativo propio de auténticas novelas policíacas.
Otro relato que también se enmarca en este tipo de obras, donde lo romántico y lo misterioso se entrecruzan, y en el que también hace su presencia el binomio crimen-amor es El arcón de Sauce. La autora añade tintes de realismo mágico a este breve relato en el que se aparecen elementos fantásticos como el propio arcón de sauce, que parece tomar decisiones y tener vida propia, de hecho, el armario se convertirá en un "personaje" más de la trama fundamental para su resolución, ya que este parece cobrar vida para contarle a Marcela, la protagonista del relato, el terrible pasado de su ahora marido; el armario la guiará a través de símbolos como el agua que él mismo derrama como si fueran sus propias lágrimas o como el collar que alberga en su interior y que resulta imposible separar de un vestido con rastros de sangre. Además, dejando constancia de su amplia cultura y su curiosidad, no duda en hacer algunas referencias a personajes mitológicos de la cultura clásica, como cuando la protagonista de este relato, Marcela, compara su situación con la de la Penélope de La Odisea, ya que, al igual que esta con su telar, espera a su futuro marido, que se había marchado a hacer las Américas, mientras prepara su ajuar: "yo sentía su presencia junto a mí cuando como Penélope que espera, tejía mi ajuar aguardando el regreso de mi amado" (El arcón 4).
Asimismo, en este estudio no se puede dejar de hacer referencia a otros dos relatos a través de los cuales la autora invita a reflexionar al público adulto sobre distintos aspectos de la vida. Por un lado, encontramos El Virtuoso de las dos, en el cual, aunque en un principio podría parecer un cuento infantil, Santa-Cruz realiza una crítica hacia el comportamiento que afrontan los adultos con respecto al mundo interior de los niños y el modo en que en ocasiones frustran sus fantasías de modo inconsciente. Una vez más, la cordobesa insiste en la importancia de fomentar la imaginación y dejar que los niños desarrollen su fantasía a través del juego libremente sin que el mundo de los adultos invada el suyo interior; de hecho, el relato se desarrolla en el interior de una habitación infantil, lo cual ya de por sí resulta una metáfora de ese mundo interior, que se ve invadida por la mente racional de los adultos. Por otro lado, El destino golpea quiere ser también una suerte de enseñanza para los adultos; persigue ese fin didáctico de modo que a través del relato conduce al lector a una moraleja que incide en la importancia de trabajar la empatía y la capacidad para redimirse de los propios errores.
Conclusiones
Con este estudio se pretende dar visibilidad a una autora prolífica y una gran creadora de historias a través del análisis de su producción literaria. Una de las primeras conclusiones que puede extraerse de este análisis es la amplia capacidad investigadora y el exhaustivo trabajo que lleva a cabo Emily Santa-Cruz para la redacción de su obra; especialmente en la serie Córdoba en el Tiempo, aunque no solo, queda patente la intensa labor de documentación que la autora lleva a cabo para elaborar su obra. Esta faceta de investigadora la desarrolló también en los últimos años de su vida, cuando se dedicó a estudiar las relaciones de Goya con la ciudad de Córdoba, un trabajo de investigación que llevó el título de "Goya y su vinculación con Córdoba" y "Un torero llamado Francho Goya" que llegó a presentar en unas conferencias celebradas el 12 de junio de 2003 y de las que da cuenta la periodista Victoria Muñoz Gutiérrez en El Semanario La Calle de Córdoba.
Luchó por adaptar la literatura a la mentalidad de los niños y por fomentar en estos el uso de la imaginación y la fantasía.
Emily Santa-Cruz rompe con esa indiferencia que los escritores tienen hacia el niño y se incorpora, como otros escritores en la actualidad, a escribir literatura infantil; pero con una maestría y sencillez que maravilla al lector más exigente. Emily plasma en sus libros su fantasía y la ternura que siente hacia los niños, y cuando leemos sus maravillosos relatos, sin darnos cuenta nos sentimos rejuvenecidos ("Prólogo". Leyendas 12-13).
Emily Santa-Cruz fue una escritora empeñada y comprometida con las historias y la construcción del relato. Asimismo, fue una amante de la literatura infantil y realizó una intensa labor con el objetivo de que los niños y las niñas aprendieran al mismo tiempo que se divertían; que estos conocieran sus raíces y la rica historia de una ciudad que ha albergado a diversos pueblos y culturas a lo largo de la historia. Para conseguir todo esto no dudó en convertir a Córdoba en un personaje más de buena parte de su producción constituyendo la ciudad el eje narrativo principal en toda la obra de la autora, aunque de modo especial en aquella destinada a un público infantil.
Es muy probable que su literatura siga teniendo vigencia durante mucho tiempo, ya que, como sucede con los cuentos, su carácter atemporal permitirá que generaciones venideras sigan disfrutando e instruyéndose con estos relatos. No obstante, no se puede ignorar el resto de su producción en la que, no estando ya destinada a un público infantil, continúa haciendo gala de su capacidad para instruir, dotando sus escritos de enseñanzas y moral, y en la que deja patente su interés por la cultura y el saber en general.