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Estudios Gerenciales

versión impresa ISSN 0123-5923

estud.gerenc. vol.40 no.170 Cali ene./mar. 2024  Epub 30-Abr-2024

https://doi.org/10.18046/j.estger.2024.170.6131 

Artículo de revisión

Bienestar subjetivo, agenda pública y mejores políticas gubernamentales

Bem-estar subjetivo, agenda pública e políticas governamentais

Subjective well-being, public agenda and better policymaking

* Profesora Asociada, Escuela de Negocios y Economía, Universidad Icesi, Cali, Colombia. lmmartinez@icesi.edu.co, https://orcid.org/0000-0002-5997-2264 *Autora para dirigir correspondencia.


Resumen

Este artículo compendia y actualiza la información sobre bienestar subjetivo y su rol en la agenda pública y en el diseño y evaluación de políticas públicas, incluyendo su definición, medición, principales hallazgos reportados en la literatura, uso en el diseño-evaluación de políticas públicas e introducción en agendas de gobierno. Para esto, se llevó a cabo una revisión de literatura narrativa cuyos resultados evidencian que el bienestar subjetivo es una herramienta utilizada para guiar la acción pública en países desarrollados, sin embargo, en América Latina, el conocimiento sobre este asunto hace parte de una discusión nueva y fragmentada. En algunos países se ha avanzado en la medición constante del bienestar subjetivo a través de las agencias estadísticas nacionales, pero su incorporación en el quehacer gubernamental es escasa.

Clasificación JEL: H80.

Palabras clave: bienestar subjetivo; agenda pública; políticas públicas; América Latina

Abstract

This article summarizes and updates information on subjective well-being and its role in the public agenda, design, and evaluation of public policies including its definition, measurement, main findings reported in the literature, and its use in the design-evaluation of public policies and introduction into government agendas. A narrative literature review was conducted, its results show that subjective well-being is a tool used to guide public action in developed countries; however, in Latin America, knowledge about it and its role in government is new and fragmented. In some countries, progress has been made by constant measurement through the national statistical agencies, but its incorporation into government performance is scarce.

Keywords: subjective well-being; public agenda; public policy; Latin America

Resumo

Este artigo resume e atualiza as informações sobre bem-estar subjetivo e seu papel na agenda pública e no desenho e avaliação de políticas governamentais, incluindo sua definição, medição, principais resultados relatados na literatura, uso na concepção-avaliação de políticas públicas e introdução nas agendas de governo. Para isso, foi realizada uma revisão da literatura narrativa, cujos resultados mostram que o bem-estar subjetivo é uma ferramenta utilizada para orientar a ação pública nos países desenvolvidos; no entanto, na América Latina, o conhecimento sobre esta questão faz parte de uma discussão fragmentada, além disso, nova. Em alguns países da região, registaram-se progressos na medição constante do bem-estar subjetivo através de agências nacionais de estatística, mas a sua incorporação no trabalho governamental é escassa.

Palavras-chave: bem-estar subjetivo; agenda pública; políticas públicas; América Latina

1. Introducción

Tradicionalmente, los Gobiernos usaban medidas objetivas para medir el progreso como el Producto Interno Bruto (PIB), el ingreso, o la información relacionada con los sistemas sociales como tasa de cobertura educativa o en salud (Greve, 2017). A finales de la década del 2000, como consecuencia de los resultados de la comisión de Stiglitz (Stiglitz et al., 2009), se inauguró la práctica de incorporar elementos subjetivos para la medición de progreso social, dado que los indicadores objetivos no lograban capturar todos los elementos que constituían una buena vida (Voukelatou et al., 2021), y respondiendo a la necesidad de considerar las evaluaciones subjetivas que los individuos hacían al respecto. Esto se tradujo en la inclusión de elementos como la satisfacción con la vida, o la frecuencia con la que se experimentan emociones positivas a la valoración de progreso y bienestar social (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos - OECD, 2015). De esta forma, se instauró el bienestar subjetivo como un complemento en la medición del progreso social.

En las últimas dos décadas, el estudio del bienestar subjetivo y su rol en la agenda pública ha sido un campo fértil. En el 2013, la OECD (2013) diseñó los lineamientos para la su medición e incorporación en agencias estadísticas nacionales. Desde entonces, hasta el 2023, más del 70 % de los países que pertenecen a esta, han incorporado las medidas de bienestar subjetivo a sus estadísticas nacionales y creado indicadores compuestos (usando información objetiva y subjetiva) para medir progreso. Otros países, han incluido la información de bienestar subjetivo en planes de desarrollo o como mecanismo de evaluación de intervenciones públicas. En los países desarrollados, la información del bienestar subjetivo ha permeado la agenda pública, haciéndola el centro del quehacer gubernamental y el norte de los planes de gobierno (Fleming, 2021).

En América Latina, y en general en los países en vía de desarrollo, el bienestar subjetivo de la población y su rol en las políticas públicas es un tema con un alcance desigual en las agendas gubernamentales (Rojas, 2016) por la disponibilidad de información, el desconocimiento del alcance de las métricas de bienestar en la gestión pública y la falta de interés político.

Con el objetivo de ayudar a cerrar las brechas en el conocimiento del uso y alcance de las medidas de bienestar subjetivo, este artículo hace una revisión de literatura narrativa (Rother, 2007) en la que se resumen y actualizan los temas centrales a la discusión del bienestar subjetivo, incluyendo su definición, medición, principales hallazgos reportados en la literatura, y su uso en el diseño y evaluación de políticas públicas.

Dado que la mayor parte de la investigación, uso y aplicación de la información de bienestar subjetivo en el campo gubernamental ha estado concentrada en los países desarrollados (OECD, 2023), la mayoría de la evidencia reportada proviene de países europeos; y corresponde a literatura gris (reportes de organizaciones multilaterales y planes de gobierno).

Así pues, este ejercicio muestra ejemplos ilustrativos, pero no es una revisión exhaustiva de todas las aplicaciones del bienestar subjetivo en el ámbito público. Sin embargo, busca promover una discusión más sobre el tema incluyendo otras fuentes y contextos de análisis.

El artículo está organizado en seis secciones. Después de esta introducción, se discute la inclusión del bienestar subjetivo en la agenda pública. La tercera sección presenta de manera sucinta la medición del bienestar subjetivo. Le sigue una exposición de la evidencia que arroja el estudio del bienestar subjetivo aunado a las políticas públicas. La quinta se centra en el propósito de medir el bienestar subjetivo y analizar cómo contribuye a las políticas públicas. Por último, se presentan los comentarios finales.

2. Bienestar subjetivo y agenda pública

El objetivo final de la acción gubernamental es promover el desarrollo económico y social, el cual se traduce en mejores condiciones de vida para la población y en estabilidad macroeconómica. El consenso moderno al que han llegado Gobiernos, tecnócratas y las organizaciones multilaterales que promueven el crecimiento económico y las mejoras en la calidad de vida de la población, es que el desarrollo se mide en unidades que se traduzcan en disminución de necesidades básicas insatisfechas: acceso a educación y a un sistema de salud, agua potable, vivienda digna, trabajo, seguridad, y bienes y servicios públicos que nivelen desigualdades.

Este consenso moderno ha producido un cuantioso volumen de métricas robustas, refinadas, y comparables en diversos niveles de desagregación que permite monitorear año a año el progreso social y económico. Ejemplo de ello son los datos que se producen al interior de los países, usando información de agencias estadísticas nacionales, para hacer seguimiento a tasas de empleo o a la cobertura del sistema desprotección social. Para comparaciones entre naciones, se cuenta con la información reportada en las bases de datos de organizaciones multilaterales como el DataBank del Banco Mundial, OECD-Data o los repositorios de indicadores del Banco Interamericano de Desarrollo.

Una discusión con menor eco, pero que ha ido aumentando su volumen en la gestión pública, es el llamado a repensar cómo se conceptualiza y se mide el desarrollo. En 1970, el Reino de Bután, un país de 700 mil habitantes en el Himalaya, proclamó que la Felicidad Nacional Bruta (FNB) era un indicador más importante que el Producto Interno Bruto (PIB). Dicha proclamación fue un puente entre el crecimiento económico y la promoción de valores como bondad, humanidad e igualdad, que sostienen el tejido social. Para cumplir este propósito, la dirección de política pública en Bután se ha centrado en cuatro pilares: desarrollo sostenible, preservación y promoción de valores culturares, preservación del medio ambiente y buen gobierno (Boyreau, 2016).

A finales de la década del 2000, se empezó a generar un interés en Occidente sobre las métricas de desarrollo y los objetivos que perseguían los gobiernos. En el 2008, el entonces presidente francés Nicolas Sarkozy, creó una comisión encabezada por Joseph Stiglitz, Amartya Sen y Jean Paul Fitoussi para estudiar las métricas con las que se evaluaban el desarrollo económico y el progreso social. El principal objetivo de la comisión era identificar los límites del PIB como la medida principal del progreso social y las métricas e información más adecuadas para una medición más certera de este (Stiglitz et al., 2009).

Las conclusiones de la comisión apuntaron a resaltar lo inadecuadas o imprecisas que eran las medidas tradicionales de crecimiento económico para capturar el bienestar de la población o su satisfacción con la sociedad o con los bienes públicos a los que tenía acceso. Sus recomendaciones dieron paso a un interés creciente por la medición del bienestar y el progreso social que se ha materializado en métricas avaladas e implementadas en diversos países, narrativas gubernamentales, mecanismos de evaluación de políticas públicas y un campo robusto de investigación académica (OECD, 2023).

Desde el 2010, ha surgido un interés creciente por la felicidad y el bienestar subjetivo como propósito de los Gobiernos. En el 2012, las Nacionales Unidas promulgó una resolución en la que indicó que estos debían promover la felicidad de sus habitantes. En el 2013, la OECD (2013) generó los lineamientos de medición de bienestar subjetivo, los cuales son el refe-rente para la inclusión de preguntas en encuestas poblacionales usados en las oficinas nacionales de estadísticas. La OECD también creó el indicador de vida mejor (Better Life Index) acompañado de una serie de reportes periódicos sobre cómo va la vida (How is life) en sus países miembros. El World Happiness Report se publica anualmente desde el 2012 usando informa-ción de encuestas mundiales de Gallup, contribuyendo al entendimiento de los factores públicos y sociales que están asociados al bienestar de la población.

Este auge también se ve reflejado en el espíritu de políticas y narrativas gubernamentales en países desarrollados como Nueva Zelanda que ha invertido en políticas de largo plazo que impactan el bienestar de la población sobre medidas que se reflejan en indicadores de corto plazo (Dalziel, 2019). En el Reino Unido, se creó el What Works Center for Wellbeing, el cual recolecta y socializa información sobre lo que funciona en términos de implementación de políticas que promueven el bienestar (Frijters et al., 2020). En Australia, se incluyeron medidas de bienestar subjetivo para deter-minar el presupuesto público (The Treasury, 2023). En Irlanda ) y Canadá (OECD, 2023), se desarrollaron modelos de gestión pública para incorporar el bienestar subjetivo a sus políticas gubernamentales. En América Latina, se destaca la implementación de la encuesta bianual de bienestar social en Chile (Instituto Nacional de Estadística, 2023); y la inclusión de un componente de percepciones y bienestar subjetivo en el Reporte de Desarrollo Humano en Colombia (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo - PNUD, 2023).

Sin embargo, en la región, los Gobiernos han llegado recientemente y de forma desigual a esta discusión. Las agendas de política pública se consolidan de forma diferente dependiendo el contexto y las ideologías políticas. En la teoría tradicional de política pública, los cambios en la agenda pública llegan cuando los problemas, la ideología política, y las políticas permiten abrir una ventana para que emerja una nueva política (Kingdon, 1984). En el caso del bienestar subjetivo en el contexto latinoamericano, la discusión ha llegado por canales interdependientes que incluyen cambios ideológicos en la forma de aproximarse al quehacer público, que se consolidan en los países nórdicos, que dan gran relevancia al bienestar subjetivo de la población (Martela et al., 2020); y narrativas de agendas globales que buscan una mayor interconexión entre los factores que afectan la calidad de vida de la gente y la sostenibilidad de las políticas que crean los Estados (OECD; 2023).

Además de los cambios ideológicos y narrativas globales, el factor que ha tenido mayor peso en la inclusión del bienestar subjetivo en el continente es la consideración de indicadores subjetivos en los sistemas de medición en las agencias estadísticas nacionales. En políticas públicas, lo que no se mide no se interviene (Stiglitz et al., 2009). Gracias a la creación de indicadores validados y promovidos por agencias multilaterales (en particular la OECD), a la región llegó el arsenal de métricas subjetivas que se han ido incluyendo paulatinamente en las encuestas nacionales.

Uno de los primeros referentes de la medición de bienestar subjetivo e inclusión de percepciones en el marco del análisis de las políticas públicas en la región viene desde Chile con el Informe de Desarrollo Humano dedicado al bienestar y felicidad de la población (PNUD, 2012). La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) produjo los lineamientos técnicos y recomendaciones para su medición en la región (Villatoro, 2012). En México, desde el 2012, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), implementa un módulo de bienestar subjetivo en sus encuestas nacionales. El módulo móvil de las encuestas de bien-estar autorreportado (BIARE) se usa como complemento de la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares desde el 2012, en la Encuesta Nacional de Confianza del Consumidor desde el 2013, y como complemento al módulo de condiciones socioeconómicas (Heath, 2012). En Colombia, la medición de bienestar subjetivo se inició en el 2015 con una encuesta multipropósito del Departamento Nacional de Planeación, y desde el 2017 se recolecta información a través de la Encuesta de Calidad de Vida de los hogares (ECV), extendida en la encuesta Pulso Social implementada desde el 2020 como consecuencia de la pandemia. A nivel regional, el Latinobarómetro recolecta información de satisfacción con la vida desde 1997 en más de 17 países de forma anual (Corporación Latinobarómetro, 2018)

Si bien la inclusión de indicadores de bienestar sub-jetivo en encuestas nacionales es un paso importante, en la región aún no se sabe qué hacer con la información que arrojan los dichos indicadores. Incluso, la esta puede ser trivializada cuando se reduce a datos sobre felicidad y no se conoce cuáles son los mecanismos por los cuales las emociones afectan el quehacer político (Martínez et al., 2022).

Como se evidencia, en este contexto las medidas de bienestar subjetivo existen, pero dispersas y desagregadas de un cuerpo ideológico. La discusión sobre la relevancia de las métricas conforma un auditorio poco poblado, jalonado por la academia y tecnócratas, pero aún lejano del terreno de la implementación y evaluación de políticas públicas. El bienestar subjetivo en la región está muy distante del componente orientado al desempeño y ejecución de un gobierno.

3. Medición del bienestar subjetivo

En su definición más amplia, el bienestar se define como el buen estado de la salud mental, incluyendo las diversas evaluaciones positivas y negativas que las personas hacen de sus vidas, y la percepción de sus experiencias (OECD, 2013). Con frecuencia, se considera que la definición del bienestar subjetivo se restringe a la felicidad, pero si bien incluye las evaluaciones afectivas de los individuos, abarca dimensiones más amplias de la experiencia humana. Por ejemplo, el bienestar subjetivo comprende los juicios cognitivos y reflexivos que las personas hacen cuando evalúan su satisfacción con la vida como un todo. Dicha valoración también se hace en dominios como el trabajo, la vida sentimental, o la salud física y mental. Incluye la experiencia de emociones positivas como la felicidad versus las emociones negativas que las personas experimentan en su cotidianidad (Diener et al., 2018a, s). La naturaleza del bienestar es subjetiva dado que son los individuos quienes hacen las valoraciones sobre este (Angner, 2010).

Si bien el concepto parece ambiguo, dado el amplio espectro de factores que abarca y su subjetividad, existe un consenso respecto a que el bienestar subjetivo es sujeto de una medición estandarizada, estable en el tiempo y válidamente comparable (Diener et al., 2018a). Existen tres tipos de medidas en este campo: evaluativa, afectiva y eudaimónica.

3.1. Medición evaluativa

Es la más usada y captura las evaluaciones que los individuos hacen de sus vidas como un todo, más que concentrarse en una reflexión sobre su estado emocional (OECD, 2013). Esta se realiza frecuentemente a través de dos tipos de preguntas. Un ejemplo del primero es la escalera de Cantril, también conocida como la escalera de vida de Cantril (Kilpatrick y Cantril, 1960), que plantea a los encuestados imaginar una escalera numerada desde cero en el escalón más bajo y 10 en el más alto. Este último representa la mejor vida posible para ellos y la parte inferior (el 0), la peor vida posible; y les pregunta en qué escalón se ubicarían actualmente.

Dicha escalera es la herramienta más usada para la evaluación del bienestar subjetivo a escala global. Gallup recolecta anualmente alrededor de 1000 encuestas por país, y es la principal fuente de información de reportes de felicidad y bienestar subjetivo como el World Happiness Report (Helliwell et al., 2022).

En el caso del segundo, este tipo de pregunta es usado con mayor frecuencia en las encuestas poblacionales implementadas en las agencias estadísticas de Gobiernos nacionales, y abarca la satisfacción con la vida como un todo: considerando todos los aspectos de su vida, qué tan satisfecho se encuentra con su vida por estos días. La pregunta se hace en una escala de 0-10 donde 0 es el nivel de satisfacción más bajo y 10 el más alto. Usando el mismo sustento conceptual, se realizan evaluaciones de diferentes aspectos de la vida como la satisfacción con el trabajo, el ingreso, o la salud.

Las evaluaciones del bienestar por componentes han mostrado una fuerte correlación con la evaluación global del bienestar subjetivo y se usan para la construcción de índices como el personal wellbeing index (International Wellbeing Group, 2013) o como un estimado de sa-tisfacción global (Ferrer-i-Carbonell y Frijters, 2004).

3.2. Medición afectiva

Esta se concentra en los aspectos afectivos y la experiencia de emociones, y contrario a la medición evaluativa que puede abarcar múltiples aspectos (como la satisfacción con la vida), requiere dos dimensiones: una positiva que abarca las emociones positivas que experimentan los individuos como felicidad o alegría; y otra negativa que captura la experiencia de emociones como la tristeza, la ira o la ansiedad (Kahneman et al., 1999).

Las mediciones afectivas se llevan a cabo, principalmente, mediante el uso de escalas validadas en el campo de la psicología como Scale of Positive and Negative Experience (Diener et al., 2010), o Brief measures of positive and negative affect (PANAS) (Crawford y Henry, 2004) que preguntan si el encuestado experimentó y en qué intensidad emociones positivas o negativas en un marco temporal específico (ayer, la semana pasada, en el último mes). Los estados afectivos tanto negativos como positivos se pueden comparar (Kahneman y Krueger, 2006), lo que permite tener medidas agregadas sobre estos. Así, usando los reportes de emociones positivas y negativas, se construye una medida de balance afectivo que captura el estado neto emocional de los individuos (Kahneman y Krueger, 2006).

3.3. Medición eudaimónica

Esta medición tiene sus raíces en la filosofía aristotélica en la que la eudaimonía, además de referirse a la felicidad, también abarcaba el florecimiento de los individuos. En el campo psicológico, la dimensión de florecimiento se ha estudiado y se han creado medidas que capturan el buen funcionamiento psicológico (Deci y Ryan, 2006), que van más allá de la dimensión evaluativa de la satisfacción con la vida o los estados emocionales, concentrándose en el funcionamiento y la realización de la persona (Adler y Seligman, 2016).

En este sentido, estas medidas buscan recoger elementos del bienestar como autonomía, aprendizaje, orientación a metas o propósito de la vida (Huppert et al., 2009; Huppert y So, 2013). La oficina de estadísticas nacionales del Reino Unido incluye una medida de eudaimonía en las encuestas nacionales preguntando a los encuestados: En general, ¿en qué medida siente que las cosas que hace en su vida valen la pena? (OECD, 2013).

La literatura psicológica provee un rango amplio de escalas que se usan para una evaluación más compresiva del florecimiento humano (Diener, 2009). Por ejemplo, la encuesta mundial de Gallup recolecta preguntas sobre si los individuos consideran que están prosperando (Helliwell et al., 2022).

3.4. Preguntas de bienestar subjetivo en encuestas poblacionales

La OECD (2013), en sus recomendaciones metodológicas para la inclusión de preguntas de bienestar subjetivo en encuestas poblacionales, sugiere incluir las siguientes en el módulo central de las medidas del bienestar:

Medida evaluativa. En una escala de 0-10, donde 0 significa que usted no está nada satisfecho y 10 significa que usted está completamente satisfecho. En general ¿qué tan satisfecho se encuentra por estos días con todos los aspectos de su vida?

Medida eudaimónica. En una escala de 0-10, donde 0 significa que usted considera que las cosas que hace no valen la pena y 10 que las cosas que hace en su vida valen la pena completamente. En general, ¿en qué medida siente que las cosas que hace en su vida valen la pena?

Medida afectiva. Las siguientes preguntas son sobre cómo se sintió ayer en una escala de 0-10. Cero significa que usted no experimentó esos sentimientos en ningún momento y 10 que usted experimentó esos sentimientos todo el tiempo: ¿qué tan feliz?, ¿qué tan preocupado?, ¿qué tan deprimido?

Cada medida captura información y dimensiones diferentes del bienestar subjetivo y, en general, abarcan tres dimensiones: satisfacción con la vida, estados afectivos, y la mejor vida posible (escalera de Cantril). Si bien hay una interdependencia entre las tres, cada una aporta un ángulo distinto y se presentan variaciones importantes a escala global, lo que sugiere la necesidad de incorporar elementos culturales en la evaluación del bienestar subjetivo, y considerar que, para cada región, debe existir ajuste de estas (Rojas, 2021).

Otro factor por considerar es que no todas las medidas impactan de igual forma la agenda pública. La mejor vida posible (Cantril) provee información sobre las capacidades de los Gobiernos para proveer las condiciones habilitantes a los ciudadanos para alcanzar el mejor estado posible en sus vidas; la satisfacción con la vida provee información sobre las preferencias ciudadanas en gasto público y prioridades de intervención (Lora, 2016); mientras que las medidas afectivas presentan radiografías de los sentimientos de los individuos que informan sobre cómo acontecimientos específicos (elecciones, desastres naturales, escándalos públicos o eventos que generen orgullo nacional) impactan los afectos de una sociedad. Los cambios afectivos pueden tener implicaciones importantes en procesos políticos y democráticos, como se discutirá en la quinta sección.

En una revisión reciente de las métricas y nuevas fronteras de la medición del bienestar subjetivo (OECD, 2023), se evidenció que la medida más usada por los Gobiernos es la evaluativa (satisfacción con la vida), y en menor medida, las eudaimónicas y las afectivas. Para un estudio más comprensivo al respecto, se recomienda incluir métricas de salud mental, armonizar datos sobre las medidas eudaimónicas, agregar medidas apropiadas para niños y niñas, e incluir otras que abraquen los aspectos culturales de poblaciones minoritarias como la indígena (OECD, 2023).

4. Evidencia del estudio de bienestar subjetivo

Las teorías que explican el bienestar subjetivo se pueden clasificar en tres grupos: biológicas; enfocadas en la satisfacción de obtención de objetivos; y las que se ocupan de los estados mentales de los individuos (Diener et al., 2018a). Las primeras abarcan los estudios sobre cómo la genética influye en que unos individuos sean más felices que otros. Las segundas se refieren a la satisfacción que obtienen las personas al acceder a educación, vivir en un ambiente seguro, adquirir bienes durables, o sentir que sus hijos crecen en un ambiente sano. Las últimas explican por qué unos individuos son más o menos felices ante diversas circunstancias, por ejemplo, las personas con bajos ingresos que reportan ser más felices que aquellas con ingresos altos. Las teorías que se ocupan de la satisfacción de objetivos y de los estados mentales son las que contribuyen a las discusiones de bienestar subjetivo y políticas públicas.

Los estudios de bienestar subjetivo se proponen, principalmente, desde dos perspectivas. Una se refiere a las condiciones individuales que explican mayor satisfacción de los individuos con la vida. Este grupo de estudios encuentra que las personas con bienestar subjetivo más alto tienen mejores relaciones sociales, presentan menores tasas de divorcio, obtienen mejores salarios, y tienen un mejor estado de salud (Diener y Seligman, 2002; Diener et al., 2018b). Incluso, las medidas autorreportadas de bienestar presentan una alta correlación con componentes que se asocian con una buena vida como comportamientos (Seder y Oishi, 2012), prevalencia de palabras positivas/negativas que usan en redes sociales (Schwartz et al., 2016) o indicadores psicológicos (Kushlev et al., 2020).

La otra perspectiva considera las condiciones sociales y económicas en las que viven la personas, concluyendo que las más satisfechas con su vida hacen parte de sociedades con alto bienestar subjetivo y capi-tal social (Diener et al., 2018c). A su vez, permite hacer comparaciones entre países y analizar la contribución social al bienestar de los individuos, como la confianza en las instituciones, la libertad personal, o la inequidad; y muestra que los vínculos entre la gestión gubernamental y el bienestar individual opera en dos direcciones: lo que hace el Gobierno afecta el bienestar de las personas y el bienestar de ellas determina el tipo de gobierno que apoyan (Helliwell et al., 2019). La mayor parte de las investigaciones en bienestar subjetivo comprende una combinación de características individuales (ingreso, raza, estado civil, estados emocionales, etc.) y condiciones sociales (confianza en las instituciones, inequidad, libertad, gasto público, corrupción, etc.).

De manera consistente, los países donde los individuos tienen mejores condiciones individuales y sociales son los que reportan un mayor bienestar subjetivo, como es el caso de los países escandinavos cuyos habitantes reportan la mayor satisfacción con la vida desde el 2013 (World Happiness Report) que se realizan estudios a escala global. Además de las condiciones individuales de altos salarios y necesidades básicas cubiertas, los países escandinavos se caracterizan por la fortaleza de sus instituciones, la solidez de su democracia, el respeto por los derechos civiles, la alta confianza interpersonal e institucional, la cohesión social, la baja disparidad en brechas de género y la baja inequidad (Martela et al., 2020).

Sumado a lo anterior, las naciones con mayor PIB per cápita reportan, en promedio, un mayor bienestar subjetivo (Helliwell et al., 2022). En las mediciones de la mejor vida posible (escala de Cantril), las evaluaciones son más altas en las naciones más ricas, lo que permite concluir que es en estas donde los individuos alcanzan el mejor estado de vida posible gracias a las condiciones habilitantes que proveen los Gobiernos. Sin embargo, cuando el bienestar subjetivo es medido a través del balance afectivo y las emociones positivas, la correlación entre PIB per cápita y bienestar subjetivo, es moderada (Diener et al., 2018a). Esto indica que la frecuencia de emociones positivas que experimentan las personas en las naciones más desarrolladas es más baja, en otras palabras, tienen mayores posibilidades de lograr el mejor estado de vida posible, pero las emociones positivas que experimentan (como la felicidad) son menores que en países con menor nivel de desarrollo.

América Latina es una de las regiones donde el PIB per cápita es más bajo con respecto a los países desarrollados, pero las valoraciones de bienestar subjetivo son tan altas como las reportadas en dichos países. Esto es lo que se ha llamado en la literatura del bienestar subjetivo el fenómeno latinoamericano en el que, a pesar de las altas tasas de pobreza, inseguridad, inequidad y salarios bajos, las personas declaran altos niveles de satisfacción (Rojas, 2016).

La alta valoración del bienestar subjetivo en la región está sustentada en uno de los principales factores que promueve este tipo de bienestar: las relaciones afectivas. En la región, la fortaleza de las relaciones afectivas y los lazos que se construyen en las comunidades es un sustento de la felicidad y bienestar de la población lo que muestra que, en este contexto, la felicidad tiene fundamentos sociales y afectivos (Rojas, 2020). Las altas valoraciones de bienestar también están asociadas con la satisfacción en las relaciones familiares y una mayor frecuencia de emociones positivas.

El bienestar subjetivo se ve afectado por los factores que han mostrado tener un efecto adverso en la satisfacción con la vida como la corrupción, la violencia y las dificultades económicas (Rojas, 2018). El fenómeno latinoamericano ha mostrado que, para la promoción de una buena vida, los Gobiernos necesitan más que la implementación de medidas estándar que promuevan el crecimiento económico.

En Colombia, siguiendo el patrón observado en América Latina, los niveles de bienestar subjetivo son superiores a los esperados de un país con ingresos medios (Burger et al., 2020). A pesar de la alta valoración promedio en el bienestar de los individuos, la inequidad en este aspecto es muy alta, con amplias brechas urbano-rurales y por ingreso. El bienestar subjetivo también muestra una distribución inequitativa, ya que está mayoritariamente influenciado por las condiciones económicas de los individuos y el acceso a educación (PNUD, 2023). Para las personas con menor bienestar subjetivo es más importante el acceso a trabajo y educación, la conectividad digital y la estabilidad económica. Para las personas con mayor bienestar subjetivo es más relevante el acceso a vivienda, el estándar de vida y el compromiso cívico (Burger et al., 2022).

Al respecto, se ha encontrado que en el país dicho bienestar está mayoritariamente condicionado a mini-mizar los riesgos y vulnerabilidades -como reducir el tiempo del desempleo-, cualificar los servicios de salud, incrementar el acceso a programas de pensión, mejorar la seguridad y disminuir la inequidad.

Los estudios sobre el tema han mostrado el detri-mento que tiene el desempleo en el bienestar subjetivo de las personas (Krauss y Graham, 2013). En este sentido, la misma relación entre medidas económicas (empleo/desempleo) con el bienestar subjetivo que se identifica en Colombia, se ha reportado en Uruguay (Camacho y Horta, 2022), Chile (Moyano-Díaz et al., 2013) y México (Tejeda Parra y Burgos Flores, 2020).

5. Los propósitos de la medición de bienestar subjetivo en políticas públicas

La medición del bienestar subjetivo en las políticas públicas apunta a cinco propósitos: I) monitorear progreso; II) complementar otras medidas; III) entender cuáles son los factores asociados al bienestar de los individuos; IV) apoyar la evaluación de políticas públicas, en particular cuando la intervención pública no deriva en factores monetarios; y V) ayudar a identificar posibles problemas públicos (OECD, 2013; Dolan y Metcalfe, 2012).

5.1. Monitoreo del progreso

Monitorear el progreso del bienestar subjetivo implica mediciones constantes para determinar fluctuaciones en el tiempo que permitan identificar los factores asociados con su incremento y disminución. Un ejemplo de los beneficios del monitoreo fue la pandemia, ya que gracias a la disponibilidad de estas medidas se pudieron establecer los impactos que tuvo la crisis generada por el COVID-19 en el bienestar de la población. En el caso de Europa, cuando se tradujo a efectos monetarios, la disminución en el bienestar autorreportado durante la pandemia fue 3,5 veces más alta que las pérdidas en el PIB (Allas et al., 2020).

El monitoreo del bienestar subjetivo también es una forma de tomarle pulso al descontento social. El Gallup Global Happiness Center lleva un récord a escala global sobre las emociones y la evaluación sobre si los individuos perciben que están prosperando. Uno de los principales hallazgos es la relación entre la disminución en las valoraciones con la vida y los estallidos sociales. Por ejemplo, en el conjunto de países del Medio Oriente, varios años antes de la Primavera Árabe se reportaba crecimiento económico y aumento en el ingreso per cápita, pero una continua reducción en la satisfacción con la vida (Ianchovichina, 2018), como lo evidencia el caso de Egipto (ver Figura 1).

5.2. Complemento a otras medidas

Las medidas del bienestar subjetivo también sirven para complementar indicadores objetivos. Cuando la información que proveen los indicadores subjetivos es combinada y contrastada con indicadores objetivos, es posible establecer tendencias y priorizar los factores que la ciudadanía encuentra vitales (Lora, 2016). La combinación de medidas objetivas y subjetivas per-mite establecer las brechas en la comunicación de las políticas o en la priorización del gasto público, dado el impacto que tienen en el bienestar de los individuos.

Un ejemplo del contrataste de las medidas objetivas y subjetivas es la seguridad. En Colombia, la mayoría de los indicadores asociados a seguridad y crimen se han reducido en las últimas décadas. En esta línea, se ha reportado una disminución significativa de homicidios por cada 100 000 habitantes, pasando de 68 en el 2001 a 23 en el 2020 (Presidencia de la República, 2020). A pesar de este logro, la mayoría de los individuos reporta sentirse inseguro y, con frecuencia, el crimen aparece como uno de los principales problemas en la percepción pública (Alvarado & Muggah, 2018).

Fuente: Gallup Global Happiness Center (s. f.).

Figura 1 Medición de bienestar subjetivo e inicio de la Primavera Árabe en Egipto. 

Otro caso destacado en el contexto latinoamericano sobre el uso de indicadores objetivos y subjetivos está relacionado con el estallido social en Chile en el 2019. Los indicadores objetivos muestran una reducción en el coeficiente de Gini, pero las percepciones de ine-quidad aumentaron entre 1997 y 2015 (Hadzi-Vaskov y Ricci, 2021). Este país presentó la mayor brecha entre inequidad objetiva (medida a través de Gini) e inequidad percibida (percepción de inequidad) en la región en los años anteriores al estillado social (Hadzi-Vaskov y Ricci, 2021). Como consecuencia del descontento de la población y la diferencia entre indicadores, el Gobierno chileno inició la implementación de la Encuesta de Bienestar Social (OECD, 2023).

5.3. Entender factores asociados al bienestar

La satisfacción de los individuos con diferentes aspectos de su esfera pública y colectiva puede ser capturada a través de medidas de bienestar, por ejemplo, la confianza en los vecinos o en las instituciones públicas, el disfrute que derivan de tener un parque cerca, o sentirse seguros caminando por la noche en la calle. Esta comprensión también evidencia lo que la ciudadanía esperaría de la acción pública (Lora, 2016).

En el Reino Unido, por ejemplo, en una evaluación de la satisfacción de los ciudadanos con los servicios de seguridad en eventos que no involucraban peligro para ellos (ruido de los vecinos o convivencia), se encontró que valoraban más que la Policía llegara a la hora a la que se había comprometido a llegar, que su rapidez (Halpern, 2010).

Así pues, la satisfacción en el uso de servicios públicos puede ayudar a establecer los factores que la gente valora más y dar pistas claras para el mejoramiento de la acción gubernamental, contribución particularmente importante para el Gobierno porque le ayuda a priorizar los factores que presenten mayor costo-beneficio para la ciudadanía.

5.4. Apoyar evaluación de políticas públicas

Evaluar los beneficios de las intervenciones públicas es otro de los usos de la información de bienestar subjetivo. Los datos que arrojan estas métricas se emplean para informar sobre aspectos que son difíciles de obtener en medidas tradicionales que no se capturan con valores de mercado como el capital social, la confianza interpersonal y en las instituciones (Helliwell y Wang, 2010). Dicha medición, también permite rastrear los beneficios de diversos bienes y servicios públicos (OECD, 2023). El acceso a espacios verdes, la percepción de seguridad, o los beneficios de un centro comunal en el barrio, son intervenciones que mejoran la calidad de vida de los individuos, pero, usualmente, no se reflejan en las medidas objetivas (Adler y Seligman, 2016).

Estas medidas también ayudan a establecer el impacto que tienen algunos factores en la vida de los individuos más allá de las implicaciones económicas, como el desempleo (Stiglitz et al., 2010). Adicionalmente, sirven al propósito de valorar los bienes públicos a través de precios hedónicos que permiten establecer la valoración y beneficios que derivan los individuos por el acceso a lugares como un parque, una estación de Policía cerca del hogar (D’Acci, 2014; Lora, 2016) o la calidad del medio ambiente (Ferreira y Moro, 2010).

En muchas circunstancias, las medidas de bienestar subjetivo son una mejor alternativa para evaluar la acción del Gobierno, en particular, cuando los resultados que se buscan no tienen un valor monetario. Dado que la mayor parte de la acción gubernamental está orientada a resolver fallas del mercado, los resultados de la intervención pública no necesariamente buscan impactar aspectos económicos en la vida de los individuos (OECD, 2013).

Los diferentes usos de la información que arrojan las métricas que miden el bienestar subjetivo como el monitoreo constante, el complemento de otras medidas, o la evaluación de la intervención gubernamental, permiten identificar posibles problemas públicos. La insatisfacción sistemática en un área pública puede ser un indicativo de que un problema tiene el potencial de agudizarse y afectar a un mayor número de personas. Este uso de la información ha sido puesto en práctica en el campo laboral, es decir, a través de reportes sistemáticos de insatisfacción laboral, una industria puede estimar la probabilidad de que sus empleados mejor cualificados abandonen una compañía o el sector productivo en el que trabajan (OECD, 2013).

La información de bienestar subjetivo también es clave en otros tres sectores: salud, educación, y gobernanza. En el primer caso, la salud física y mental tiene una correlación alta y positiva con el bienestar subjetivo (Steptoe et al., 2015). Sin embargo, el impacto es más alto cuando se restringe a la salud mental (Galderisi et al., 2015; Sachs et al., 2018). En América Latina, la salud mental de la población es un tema secundario en la agenda pública. Los países de ingresos medios invierten menos del 0,3 % del PIB en este rubro y solo el 18 % de las personas que padece algún tipo de trastorno es atendido, a pesar de que los problemas de este tipo tienen grandes implicaciones en productividad. En los países de la OECD cerca del 50 % de las incapacidades médicas son generadas por problemas de salud mental, y agregando presentismo y ausentismo que están asociadas a la baja productividad laboral causada por la salud mental, los costos suben al 5 % del PIB (Sachs et al., 2018).

Las afecciones a la salud mental se agravaron considerablemente después de la pandemia, siendo uno de los problemas públicos de más largo plazo. La Organización Mundial para Salud, estimó un incremento del 25 % en trastornos de ansiedad y depresión a escala global (WHO, 2022). Para atender a esto, en el Reino Unido existe desde el 2018 el Ministerio de la Sole-dad dedicado a promover las conexiones sociales en comunidades locales. En el 2021, el Gobierno de Japón creó un ministerio del mismo tipo para atender la crisis de salud mental como consecuencia de la pandemia (Sharma, 2021). La promoción temprana de una buena salud mental, el incremento en el gasto público en este ámbito y su priorización en la agenda pública pueden tener implicaciones significativas en la productividad laboral y en el bienestar de la población.

De la mano de la salud mental, las intervenciones en el sistema educativo son una de las estrategias costo-efectivas para aumentar el bienestar de la población. Posiblemente la estrategia más avalada en este campo es la educación positiva (Seligman y Alder, 2018), en la que el florecimiento humano, el manejo de las emociones y la enseñanza de capacidades morales y afectivas están en el centro. En América Latina existen algunas experiencias como la Red de Escuelas de Aprendizaje en Argentina, el Programa Compasso en Brasil, la iniciativa Construye T implementada en México con el PNUD, el Programa BASE en Chile o el modelo educativo implementado en educación superior en la Universidad Tecmilenio de México. A pesar de la inclusión de este tipo de estrategias en el continente, la incorporación conceptual y metodológica es dispersa y sujeta a voluntades locales.

Finalmente, el bienestar subjetivo tiene amplias implicaciones en la gobernanza. Para que una sociedad prospere y se cumpla el pacto social, se necesita con-fianza hacia las instituciones y hacia los demás. América Latina es la región del mundo con los niveles más bajos de confianza institucional e interpersonal: menos de 3 de cada 10 ciudadanos confían en sus instituciones y solo 1 de cada 10 considera que se puede confiar en la mayoría de las personas (Keefer y Scartascini, 2022). Sin confianza, la ciudadanía no se involucra en procesos democráticos, no tiene incentivos para cumplir normas y pagar impuestos, no se crean colectivos para monitorear a los Gobiernos y pedir rendición de cuentas, los costos de transacción en los mercados se aumentan y se ralentiza la economía (OECD, 2017).

Así pues, la confianza es un eje para crear sociedades prósperas. En los países donde la gente confía más, se reportan mayores niveles de bienestar subjetivo. Esta característica hace a las sociedades más resilientes y mejor equipadas para sortear crisis como la pandemia (Helliwell et al., 2023).

6. Comentarios finales

Desde inicios de la década pasada se ha introducido un debate extensivo para repensar la gestión del gobierno e introducir indicadores subjetivos como complemento a la evaluación de la gestión pública (Voukelatou et al., 2021). Varios factores han permitido la apertura a una nueva ventana de acción gubernamental como la medición constante y global del bienestar subjetivo, las agendas de crecimiento sostenible, el jalonamiento de organizaciones multilaterales, y el protagonismo de la gestión gubernamental en los países nórdicos. Estos factores han permitido que el interés por el bienestar de la población -más allá del crecimiento económico y de ingresos- llegue al discurso político (OECD, 2023).

Este es un discurso común en los países desarrollados. Sin embargo, para la mayoría de Gobiernos y hacedores de políticas públicas en América Latina, es una discusión nueva. En la región, donde se presentan niveles altos de satisfacción con la vida, no es clara la utilidad de las medidas, la contribución del Gobierno al bienestar de la población, ni los mecanismos de implementación de esta información en las agendas públicas (Martínez et al., 2022).

Por eso, este trabajo compendia la literatura alrededor del uso de la información de bienestar subjetivo en la agenda pública para promover una discusión más amplia sobre el tema y la construcción de mejores políticas públicas. En esta revisión, se actualiza la definición del bienestar subjetivo, las métricas empleadas en las agencias de estadísticas nacionales, y su uso en políticas públicas. La mayor parte de la evidencia aportada proviene de países desarrollados, pero ejemplifica la forma en que se pueden usar los datos del bienestar subjetivos en la construcción de agenda pública.

La investigación disponible de bienestar subjetivo y su rol en la gestión gubernamental aporta luces claras sobre las intervenciones necesarias para mejorar la calidad de vida de la población como atender la salud mental, embellecer el área urbana, aumentar las áreas verdes, incrementar el trazado de las ciclorrutas, ofrecer bienes y servicios más cerca del lugar de residencia de las personas, o invertir en transportes más seguros. También, informa sobre los intangibles que son necesarios para que una sociedad prospere como la confianza o una educación más benevolente para los niños y niñas.

En una región con niveles tan altos de violencia, desconfianza, corrupción e inequidad, es necesario introducir narrativas y acciones gubernamentales que pongan en el centro el bienestar de sus ciudadanos para promover una apuesta más humana del gasto público.

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Recibido: 05 de Mayo de 2023; Aprobado: 12 de Febrero de 2024; Publicado: 30 de Abril de 2024

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

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