El consumo de tabaco constituye el principal problema de salud pública de la mayoría de los países desarrollados, y si no se consigue cambiar las tendencias, lo va a ser en los países en vía de desarrollo. La Organización Mundial de la Salud (OMS), considera al tabaquismo junto con la malaria, como una de sus líneas prioritarias de actuación. En los países occidentales entre el 20-40% de la población adulta, es fumadora crónica, gracias a una publicidad específica y agresiva; cifras muy similares a las que se presentan en la población de jóvenes 1.
En el ámbito mundial se describe un descenso en la edad de inicio de fumar. Se estima que diariamente empiezan a fumar entre 82 000 y 99 000 jóvenes muchos de ellos niños menores de 10 años, la mayoría en países de bajos y medianos ingresos 2,3, con un inicio que se presenta en la fase final de la educación primaria y una consolidación durante los años de educación secundaria 4.
El consumo de tabaco por los niños es especialmente preocupante para la salud pública dado que, cuanto antes un niño o un adolescente empieza a fumar, más probabilidades tendrá de convertirse en fumador regular, de desarrollar una dependencia, y más dificultades tendrá para abandonar el hábito en la edad adulta; y lo más probable es que mueran prematuramente por una enfermedad relacionada con el consumo de tabaco 5. Por otra parte, se ha detectado en niños y adolescentes que fuman, trastornos de comportamientos (agresivos y tímidos) interpretados como conductas de riesgo que predisponen el consumo posterior de otras sustancias 6.
Los niños y adolescentes son más vulnerable a adquirir conductas de riesgo, así como también, en estas edades la modificación de hábitos se hace más fácil 7. Entre las edades de 10-13 años prevalecen las actitudes condenatorias hacia el uso de sustancias, mientras que a partir de los trece años, los adolescentes se vuelven más permisivos y se reduce la estimación del peligro que puede suponer el consumo 8. En la edad escolar es en la que se produce habitualmente la experimentación y adquisición del hábito 9.
Previo a la fase de experimentación, se desarrollan actitudes y creencias sobre la utilidad de fumar. El hecho de no estar dispuesto a descartar la posibilidad de fumar en el futuro se ha propuesto como medida de transición en el proceso de adopción del hábito tabáquico 10. A estos adolescentes que no tienen una firme decisión de no fumar en el futuro se les considera susceptibles. La susceptibilidad es un estado de preparación para fumar; se define susceptible de fumar al adolescente no fumador que presenta una predisposición cognitiva a fumar, esta medida incluye tanto la intención como la expectativa de fumar en el futuro. La intención por su parte, se considera la variable predictora más importante de la conducta fumadora 11; sin embargo, existen otros factores que predisponen a los adolescentes al consumo de cigarrillo, entre ellos: los del comportamiento (desempeño escolar), factores psicológicos (autoestima, autoeficacia, curiosidad, búsqueda de sensaciones), factores biológicos (sexo, edad), factores sociales y culturales (nivel de escolaridad de los padres, lugar de residencia) 12.
A nivel local e incluso nacional, son muy pocos los estudios realizados sobre el consumo de tabaco en menores de 12 años. Por ello fue pertinente llevar a cabo el presente estudio que pone de manifiesto los patrones de comportamiento que favorecen la susceptibilidad al consumo de cigarrillo y su uso posterior, para proponer programas escolares que fomenten en los adolescentes la capacidad de elegir modos de vida saludables, con mejores resultados, si se desarrollan en adolescentes no fumadores y con mayor susceptibilidad al consumo.
El objetivo del presente estudio fue determinar los factores asociados a la susceptibilidad al consumo de cigarrillo en escolares de 10 y 11 años de la ciudad de Cartagena.
MATERIALES Y MÉTODOS
Este trabajo es subproducto de la línea de base que se llevó a cabo con previa ejecución de una intervención para prevenir el inicio consumo de cigarrillo en adolescentes estudiantes de secundaria de la ciudad de Cartagena, Colombia. Se revisó y aprobó por el Comité de Ética de la Universidad Nacional de Colombia. Los padres autorizaron la participación de los hijos y los estudiantes asintieron la participación en la investigación.
Población y muestra
Para el presente estudio, se tomó una muestra no probabilística, por conveniencia, de un grupo de 289 estudiantes de 10 y 11 años matriculados en sexto grado en colegios oficiales de Cartagena, Colombia, durante el año 2012. Se excluyeron los adolescentes en los que fuera evidente una discapacidad cognoscitiva.
En el aula de clases, los estudiantes diligenciaron un cuestionario anónimo que incluyó información demográfica (edad en años cumplidos, sexo, escolaridad, barrio y estrato de residencia e ingresos económicos de la familia), sobre intención de consumo de sustancias, experiencia con cigarrillo (consumo o haber tenido alguna experiencia con cigarrillo al menos alguna vez en la vida), función familiar y la autoestima.
Instrumentos
Para evaluar el consumo de cigarrillo, conocimientos, actitudes sobre el tabaco, e intención de fumar en el futuro, se utilizaron los ítems de la Encuesta Mundial sobre tabaquismo en jóvenes (Emtajoven), diseñado y validado por el Centers for Disease Control and Prevention; adaptado para Colombia por el Instituto Colombiano de Cancerología. Este consiste en preguntar sobre el comportamiento relacionado con el fumar a través de la intención de consumo en el futuro y la relación de ésta con las actitudes y creencias favorables ante el tabaco, o ante los inconvenientes de fumar y las influencias sociales 13.
La experimentación con cigarrillo se evaluó mediante preguntas que abordaban el consumo durante alguna vez en la vida, el último mes y diario durante el último mes. Se consideraron experimentadores los adolescentes que informaron que habían experimentado con cigarrillo por lo menos alguna vez en la vida 13.
La intención de consumo de cigarrillo se evaluó con un cuestionario que consta de nueve ítems; tres para medir intención de consumir cigarrillo, tres para medir intención de consumir alcohol y tres para medir intención de consumir marihuana. Alta intención de consumo (0 a 8 en la escala) y baja (9 en la escala) 14.
La susceptibilidad a la persuasión se evaluó con una escala de cinco ítems que se responden con sí o no ante diferentes actividades que los adolescentes realizarían frente a las presiones del grupo de amigos o del «mejor amigo». Con estos aspectos se observó la capacidad de los adolescentes para hacer resistencia a la persuasión que mostró alfa de Cronbach de 0.6, elaborada por Gómez-Fragüela 15.
El funcionamiento familiar se cuantifico con el APGAR familiar. Esta escala contiene cinco ítems que evalúan la percepción del sujeto sobre cinco dimensiones del funcionamiento familiar: estar satisfecho de la ayuda recibida por la familia, estar satisfecho con la forma en que la familia discute y comparte, creer que la familia acepta y apoya sus deseos, sentir que la familia le quiere, y estar satisfecho con el tiempo que la familia y el en-cuestado pasan juntos durante los seis últimos meses. Se consideró familia disfuncional (apgar de 0 a 15) y funcional (apgar de 16 a 20) 16.
La autoestima se valoró con la escala de Rosenberg para autoestima que consta de 10 ítems con un patrón de respuesta dicotómico y un rango posible de puntuación entre 0 y 10; a mayor puntación mayor autoestima. Se categorizaron como baja autoestima puntuaciones 0 y 5; y alta autoestima entre 6 y 10 17.
Análisis estadístico
Los datos se analizaron en el paquete estadístico STATA 9,0 18. En el análisis descriptivo para la edad se estimó la media, la desviación estándar, la moda y la mediana; y las variables categóricas frecuencias y porcentajes.
En el análisis bivariado se estimaron asociaciones con razones de disparidad u oportunidad de riesgo (OR), con intervalo de confianza (IC95%). Para el análisis multivariado se realizó un modelo de regresión logístico y para ello se siguieron las recomendaciones de Greenland. Al modelo final se le estimó la bondad de ajuste de Hosmer-Lemeshow 19.
Se calculó la consistencia interna con la prueba de alfa de Cronbach o la prueba de Kuder-Richardson para corroborar la confiabilidad de las escalas empleadas en este grupo de estudiantes 20.
RESULTADOS
Participaron en esta investigación 289 estudiantes de sexto grado de colegios públicos; entre 10 y 11 años, 20 estudiantes (6,9%) de 10 años de edad y 269 (93,1%), de 11 años. La media para la edad fue 10,9 (DE=0,25); mediana, 11 años y moda, 11 años.
En relación con el sexo, participaron 157 (54,3%) mujeres y 132 (45,7%) varones. Un total de 224 participantes (77,5%) informó alta autoestima; y 65 (22,5%), baja autoestima. Por otra parte, 165 estudiantes (57,1%) puntuaron para familia disfuncional; y 124 (42,9%), para familia funcional.
La frecuencia de experimentación o consumo de cigarrillo alguna vez en la vida fue 20 (6,9%) y la alta susceptibilidad a la persuasión, 61 (21,1%).
La escala de APGAR familiar mostró consistencia interna de 0,9; la escala de Rosenberg, 0,7 y la Escala de Susceptibilidad a la Persuasión mostró alfa de Cronbach de 0,4.
Todas las asociaciones estudiadas, crudas y ajustadas mediante regresión logística se presentan en la Tabla 1.
DISCUSIÓN
En el presente estudio, el 21,1%, de los adolescentes estudiantes es susceptible al consumo de cigarrillo. Este porcentaje se mantiene dentro del rango observado por Pardo y Piñeros, un riesgo de inicio de consumo de tabaco en no fumadores entre 12,3% y 32%, en estudiantes colombianos de cinco ciudades del País. Resultados inferiores a los informados por Arillo-Santillán y col, quienes obtuvieron una susceptibilidad en estudiantes mexicanos de 30% 11.
La susceptibilidad en este estudio, se asoció con ser de sexo masculino, contrario a lo informado por Nebot y col. quienes encontraron mayor intención de fumar en las chicas (OR 2,5; IC 1.6-3.9) que en chicos (OR 2,8; IC 1.8-1.2) 21. En este mismo sentido, Arillo Santillan y col. informaron, que la susceptibilidad al consumo fue mayor en mujeres, sin embargo, la diferencia no fue estadísticamente significativa (OR=1.1; IC95% 0.8-1.0) 11. Por otra parte, Valdés-Salgado R y col. observaron en los resultados de la Encuesta Mundial de Tabaquismo en Jóvenes (EMTJ) realizada en México, que entre el 23% y 30% de los que nunca habían probado el cigarrillo en el momento de la encuesta, se mostraron muy dispuestos a hacerlo en los siguientes 12 meses, independientemente del sexo 22. Asimismo, con base en los datos de la EMTJ obtenidos en 2003, en varios países de Sur América y el Caribe, se encontró que, en Chile, Bolivia, Argentina, México, Honduras y Colombia, más del 25% de los adolescentes, sin distinción de género, probablemente empezarían a fumar en los próximos 12 meses (susceptibilidad); Perú, Uruguay, Paraguay y Haití, aunque por debajo, están de la misma forma muy cerca de esa cifra 23. Si bien actualmente en América Latina el porcentaje de mujeres que fuman es más bajo con respecto a los hombres, las tasas referentes a las mujeres están en aumento, especialmente en Colombia, Venezuela y Brasil 24.
Al respecto los hallazgos son divergentes, la literatura documenta que los adolescentes varones tienen mayor susceptibilidad al consumo debido a la creencia de que fumar supone un rol de autoridad personal en relación al de iguales, un paso hacia la madurez y la aceptación de la uniformidad del grupo de amigos 25,26.
El hecho de que hombres y mujeres estén dispuestos a fumar en el futuro indica que, en años próximos, jóvenes de ambos sexos empezarán a fumar y presentarán problemas de salud asociados al consumo de cigarrillo, duplicando el costo para las instituciones de salud que tengan que cubrir los daños ocasionados 27.
En este estudio, la susceptibilidad al consumo se relacionó significativamente con la disfunción familiar. Datos similares a los encontrados por Pérez Milena A y col. en donde el consumo de tabaco, tanto cualitativo como cuantitativo, se incrementó significativamente con la disfunción familiar; cualitativo (32±5,9%; p<0,01, test de la χ2) y cuantitativo (diferencia de 4,3±1,4 cigarrillos/día; p<0,001, test de ANOVA) 28.
Es ampliamente reconocida la importancia de la dinámica familiar como elemento base en el desarrollo integral del individuo 29. La familia favorece o no el comportamiento tabáquico en los hijos. En Aquellos hogares donde existe permisividad, no se establecen normas claras de no consumo y los adolescentes perciben escasa supervisión y seguimiento por parte de sus padres, presentando mayor riesgo de experimentar con tabaco 30,31.
Con respecto a las diferencias de consumo en términos de género, en este estudio se asoció significativamente al sexo masculino. La mayoría de las investigaciones informan un predominio de consumo de cigarrillo en varones 28,32. Otros, por el contrario, reportan mayor consumo en mujeres y algunos indican que el consumo es igual para ambos sexos 29,30. Estas diferencias en las prevalencias por sexos dependen del contexto cultural, el área geográfica donde se realice el estudio y el lugar de residencia (urbano o rural) 23,24.
En adolescentes escolarizados, la percepción de ausencia de autoridad en los padres se asocia con mayor riesgo de tabaquismo experimental (OR 3,38; p<000) 33.
Por otra parte, los adolescentes que presentan mayor riesgo de iniciar el consumo del tabaco son aquellos de hogares con padres separados, quienes presencian consumo por parte de otros familiares (hermanos o convivientes), aquellos cuyo acudiente proveedor pierde su empleo, y cuando la relación de los padres presenta conflictos 34. Es probable que el funcionamiento familiar influya para que los padres reduzcan la supervisión y el control sobre sus hijos y con ello los adolescentes se hagan más susceptibles 35.
En este estudio la susceptibilidad se relacionó significativamente con haber fumado alguna vez en la vida. En este mismo sentido, Calleja N encontró -en un estudio con chicas de ciudad de México- que la susceptibilidad al consumo de tabaco se relacionó fuerte y significativamente con la experimentación de cigarrillo y con el tabaquismo (consumo regular) 35.
Según García y Col. el principal factor de riesgo del consumo y experimentación con el tabaco está determinado por el tabaquismo de los amigos, los hermanos mayores y de la madre; así como por las actitudes positivas y favorables hacia el consumo de cigarrillo en la medida en la que fumar no es visto por el adolescente de manera negativa, y se aceptaría un cigarrillo «ofrecido por un amigo» 36.
La susceptibilidad es una medida que está integrada por la intención de fumar en el futuro y las actitudes favorables hacia el consumo, en este sentido, Palacios, halló que la intención de fumar explicaba el 66% de la variabilidad del consumo de tabaco en jóvenes mexicanos 27. En un modelo de predicción de la conducta tabáquica desarrollado por Gritz et al, la inclusión de la susceptibilidad tabáquica redujo la importancia de otros predictores, lo que siguiere que no se trata un factor independiente de riesgo para el tabaquismo regular, sino una variable mediadora potencial 36. La susceptibilidad al consumo de tabaco se ha propuesto como un factor predictivo del consumo de tabaco en adolescentes no fumadores, esta variable resulta un mejor predictor de la experimentación que la presencia de fumadores en la familia o en la red de amigos 21.
Pese a que se han realizado muchos estudios sobre consumo de cigarrillo, son muy pocos los relacionados con la susceptibilidad al consumo; incluso este estudio es el primero en abordar la temática como tal, en el país. La importancia de investigar la susceptibilidad al consumo en población adolescente radica en que permite identificar a los adolescentes que están en mayor riesgo de fumar en el futuro, de tal manera que se puedan optimizar los esfuerzos preventivos en adolescentes no fumadores, más susceptibles al consumo de cigarrillo 34. La enfermera es un recurso de salud en las escuelas, que debe asumir el rol educacional para intervenir en programas de prevención con una perspectiva distinta a la del maestro. Las enfermeras, incluso pueden enseñar a los maestros a implementar en el aula de clases contenidos contra el consumo de sustancias, principalmente las legales, y a la vez actuar como recurso educativo para ellos 5.
Las intervenciones educativas y las estrategias de promoción y prevención sobre las que pueden incidir las enfermeras, en colaboración con los maestros, deben dirigirse a contrarrestar los factores de riesgo que predisponen a los adolescentes al consumo de sustancias y fortalecer los factores protectores.
Se concluye que la susceptibilidad al consumo de cigarrillo en escolares entre 10 y 11 años fue alta (21,1%) y se asoció a: ser de sexo masculino, presentar disfunción familiar y haber fumado alguna vez en la vida.
Estudios posteriores deberían combinar los enfoques de investigación cuantitativos y cualitativos que permitan depurar y afinar las variables asociadas a la susceptibilidad y considerar las no incluidas en este estudio, como la búsqueda de sensaciones, la curiosidad, el desempeño escolar y la publicidad desde la perspectiva de los estudiantes, de tal manera que los programas preventivos que se emprendan estén sustentados en las necesidades reales de los estudiantes, de tal suerte, que se puedan modificar actitudes y disminuir de modo significativo la población con riesgo para el consumo, no solo de cigarrillo, sino de sustancias en términos generales en el grupo de adolescentes escolarizados