Este artículo tiene dos propósitos: primero, proponer una interpretación de Piero Sraffa en la que hay coherencia entre su concepción ontológica y el desarrollo de su obra; segundo, a partir de esta interpretación, comentar otras lecturas de Sraffa. De modo que propone un método de valoración de las ideas económicas en el cual se asume que la visión del autor es coherente, se analizan sus deficiencias y se valoran otras interpretaciones. Este método busca mostrar que, en una reflexión razonada acerca de un autor o una idea, se debe partir de un principio de coherencia. No niega otras posibles interpretaciones, solo destaca la necesaria coherencia entre las interpretaciones y los propósitos del autor o la idea que se analiza.
Se argumenta que la ontología sraffiana, es decir, su reflexión sobre "lo que hay en el mundo" es de tipo objetivista, más exactamente fisicalista1, la cual es una premisa de su visión económica, incluso cuando se incluyen elementos convencionales. Aunque su objetivismo no fue exitoso si permite descartar ciertas interpretaciones de su obra.
El autor de este escrito tiene algunos puntos en común con Cartelier (2014), Martins (2019), Sen (2016) y Sinha (2016), aunque se separa de ellos en asuntos centrales, como se verá en la última sección. Esa comparación es importante porque muestra que una manera de hacer historia del pensamiento económico y liquidar controversias tiene que ver con la coherencia del autor. En nuestro caso, entre sus presupuestos ontológicos y sus escritos.
Para mostrar la importancia de esta interpretación, el artículo se divide en tres partes: la primera muestra que la construcción de la instantánea de un sistema factual es la única opción de Sraffa para entender el sistema económico en forma objetivista, dando coherencia a su análisis teórico y ontológico. No obstante, Sraffa no resolvió el problema, y dio paso a la necesidad de las convenciones. La segunda parte argumenta que las interpretaciones neoclásicas y neoricardianas de Sraffa son inadecuadas. La última parte compara el método propuesto con otras alternativas y muestra sus diferencias.
LA NECESIDAD DEL ANÁLISIS OBJETIVISTA Y DE LA INSTANTÁNEA DEL MERCADO
Muchos economistas neoricardianos asumen que Sraffa construyó su teoría con el mismo método de Smith y Ricardo; es decir, primero idear una teoría de la existencia de precios y luego ajustarlos mediante un proceso de gravitación. No obstante, otros autores -como Arena (2015), Davis (2012 y 2017), Sen (2016) y Sinha (2016)-, con base en la lectura de escritos y cartas de Sraffa, proponen otras maneras de entender su obra y cuestionan la posibilidad de entender los precios como resultado de un proceso de gravitación; es decir, que la visión objetivista o fisicalista lleva a una idea de los precios, el mercado y la competencia distinta a la habitual2. El propósito central de Sraffa era estudiar las "propiedades de un sistema económico que no depende de variaciones en la escala de producción o en las proporciones de los 'factores'" (Sraffa, 1966, p. 11)3. Esta sección intenta mostrar que esa tarea depende de elementos ontológicos relacionados con su propósito teórico.
Sraffa construyó entonces un sistema en el que no se hacen supuestos sobre los rendimientos, es decir, una "instantánea" del mercado cuyo fin era analizar la economía en un tiempo dado, como veremos más adelante. En términos ontológicos, esto corresponde a una visión objetivista centrada en los datos económicos factuales del sistema, que omita las variaciones y los elementos intencionales o sicológicos.
Se debe tener en cuenta que el análisis de Sraffa es asimilable a la pretensión del equilibrio general, pero sin caer en idealismos. Puesto que buscaba explicar la economía en un tiempo, se tuvo que preguntar ¿cómo hacer ese análisis sin caer en elucubraciones conceptuales no relacionadas con la realidad económica? En la respuesta, asociada a la noción de objetivismo, recurre a un experimento mental en el que interviene un hipotético hombre de la luna que llega a la Tierra, sin prejuicios ni conceptos previos sobre el planeta.
Para entender que podía ver ese hombre de la luna es necesario aclarar qué eran el objetivismo y los hechos factuales para Sraffa, quien consideraba que lo real es solo lo físico. Lo físico alude a los objetos que estudian las ciencias naturales; de modo que lo social no tiene realidad independiente, no existe una ontología de objetos sociales en el mundo. El hombre de la luna solo puede ver cosas físicas, no ve instituciones sino personas y cosas en interacción. No puede ver el dinero sino cosas que se cambian unas por otras, o personas que, a través de registros, escritos o en computador (que son elementos físicos), se emocionan al escribirlos u oprimir teclas, lo que, desde nuestra óptica, significa hacer transacciones. Así. el objetivismo es la concepción de que lo existente son datos físicos; es decir, lo que existe ontológicamente, lo factual.
Esta noción es similar a la de las teorías institucionales actuales, en las que lo social pertenece a la categoría de "hecho institucional" pues algo físico o humano adquiere ese estatus cuando sus propiedades naturales se transforman en algo socialmente relevante; por ejemplo, el metal, el papel o un registro electrónico adquiere el estatus de dinero en situaciones determinadas (Searle, 2010). No habría, entonces, "objetos sociales" sino hechos que dependen de lo que es natural (cosas, animales o personas). En general, no habría una ontología de "cosas" sociales, sino una manera de referirse a lo social como "hechos" que dependen del mundo físico. Por claridad expositiva, se puede hablar de hechos brutos (reales, los que tienen ontología) y de hechos sociales, que no son factuales y dependen de la ontología natural para existir.
Sraffa empieza su recorrido teórico partiendo de datos factuales -de lo que observa- que hacen posible entender un sistema económico interconectado, "como si" fuera un sistema cerrado; en sus propios términos y sin información adicional. El sistema de ecuaciones de subsistencia es un claro ejemplo: solo se necesita la información sobre la cantidad de mercancías y su participación en la producción de las demás para establecer sus precios relativos. Ese sistema de ecuaciones permite entender un sistema económico en forma objetivista. No busca una explicación basada en fenómenos ideales, ni leyes deducidas del análisis empírico, ni intenta encontrar, por abstracción, la esencia de los fenómenos (ver Sinha, 2016, cap. 2 y 3).
En la ecuación (1) resaltan dos elementos: primero, en el sistema no hay un excedente, describe una situación de "auto-remplazamiento"; segundo, los únicos datos necesarios para establecer los precios son la cantidad de bienes, en una relación técnica de producción determinada: trigo y hierro. Con estos dos elementos se pueden establecer los precios de los bienes de manera general, únicamente con datos físicos.
Para dar una imagen adecuada de la sociedad mercantil, este sistema se debe complementar con la noción de excedente. Pero algo ocurre cuando se incluye el excedente: la visión objetivista no parece sostenerse o, al menos, se debe modificar. Si bien el excedente se puede entender en términos físicos, su inclusión en el sistema de ecuaciones crea algunas dificultades. La principal es de orden metodológico, pues el sistema no se puede resolver solo con los datos de las mercancías y, por ello, se debe adoptar una nueva mirada para resolver la situación,
Para algunos comentaristas, como Kurz y Salvadori (2005), la inclusión del excedente sería un quiebre en el pensamiento de Sraffa; pues el excedente lleva a que el sistema sea "autocontradictorio", es decir, que no se puede resolver en el campo económico estricto. En sus notas de trabajo, Sraffa muestra la situación en detalle:
si se intenta adoptar un punto de vista totalmente objetivista, la concepción de excedente se desvanece [...] en nuestro caso, no puede haber ningún producto para el que no haya un costo equivalente, y todos los costos (= gastos) deben ser necesarios para producirlos (D3/12/7: 161; citado en Kurz y Salvadori, 2005).
En otras palabras, en la ecuación (2), no hay ninguna posibilidad de que las entradas sean iguales a las salidas del sistema, y la alternativa es introducir elementos subjetivos en el análisis. Estos elementos subjetivos se refieren a la manera de distribuir el excedente. La introducción de elementos subjetivos es un problema para la ontología de objetos físicos de Sraffa. Cuando se añaden elementos subjetivos las situaciones económicas no puedan ser juzgadas verdaderas o falsas porque no se puede hablar de lo que no es real, de lo posible (que es subjetivo). En otras palabras, la distribución involucra el tipo de bienes que colectiva o individualmente se apropiarán los capitalistas y trabajadores, que no puede determinar únicamente el sistema de ecuaciones. Estos elementos son sociales y por ello no se pueden observar; desde la óptica fisicalista donde solo se ven individuos, cerebros y cosas naturales.
A pesar de ello, Sraffa no abandona el objetivismo; según Davis (2012), intenta complementarlo. Y se debió preguntar: ¿cómo incluir elementos externos conservando, al mismo tiempo, la perspectiva objetivista? Para responder esta pregunta Sraffa recurrió a la tesis de superveniencia o dependencia de los estados mentales y sociales al mundo físico: el sistema cerrado está en comunicación con el mundo externo, pero lo externo depende de características físicas (ibíd.).
Propone entonces diferenciar las mercancías por su lugar en el proceso de producción: las que determinan los precios y se pueden hacer explícitas en el modelo -las mercancías básicas- y las mercancías de lujo, que si bien no afectan los precios hacen posible la existencia de un excedente y dan sentido al sistema abierto. Así, Sraffa mantiene la coherencia explicando el excedente mediante la ingeniosa construcción de las mercancías no básicas, que entran en escena de manera categorialmente diferente a las mercancías básicas. En palabras suyas, "el precio de un producto no básico depende de los precios de sus medios de producción; pero estos no dependen de él", mientras que en el caso de los productos básicos "los precios de sus medios de producción dependen de su propio precio no menos que este último depende de aquellos" (Sraffa, 1966, p. 25).
De ese modo parece quedar bien librada su ontología de realidades brutas y hechos sociales. Con esa solución, los elementos intencionales se materializan y, por tanto, se transforman en variables objetivas: las mercancías no básicas. En esta construcción, lo social -que cobra existencia en la determinación de las variables distributivas- está implícito en el lenguaje objetivista de la producción de mercancías por medio de mercancías. El hombre de la luna ve las mercancías como cosas, sean o no básicas, pero no puede ver las intenciones detrás de las mercancías. Al incluir las mercancías "no básicas" incluye el excedente de manera objetivista, sin afectar el análisis. Pero cuando se incluyen elementos que dejan abierto el sistema, los datos no pueden ser los únicos elementos del análisis (no basta que las mercancías se produzcan con mercancías). Para determinar cómo se reparte el excedente se debe determinar una variable de la distribución por fuera del sistema. Así, por más que se recurra a lo físico, hay un espacio subjetivo que no se puede enmarcar en la lógica objetivista. Sraffa es consciente de ello:
Cuando definimos nuestro campo económico, todavía hay causas externas que operan en él; y sus efectos van más allá del límite del sistema cerrado [...] El excedente puede ser, entonces, efecto de causas externas" (D3/12/7: 161 (3-5), citado en Kurz y Salvadori, 2005).
Por ello no hay más remedio que aceptar que el elemento convencional no se puede eliminar y que la tesis de la superveniencia no cierra el sistema. La solución es hacer que lo convencional sea un dato del sistema, explicado en otra etapa analítica. Lo social está presente, pero se estudia en otro momento; para determinar los precios solo se necesitan los elementos físicos, la distribución es algo convencional que requiere una explicación posterior.
En suma, Sraffa presenta una instantánea del sistema económico en términos físicos. Cuando se incluyen elementos intencionales y subjetivos se transforman a términos físicos, mediate la tesis de la superveniencia. La existencia de lo mental depende de lo físico. Las intenciones de cómo usar el excedente se limitan a definir políticamente cómo distribuirlo, es decir cuánto de los bienes de lujo corresponde a los trabajadores y cuánto a los capitalistas. Los bienes de lujo o mercancías no básicas son físicos. La instantánea tiene elementos exógenos pero su existencia solo se observa en los datos físicos.
Aún falta dilucidar un elemento en de la instantánea: ¿por qué si habla de "lo real", el análisis de Sraffa lo lleva a una comprensión abstracta de la realidad? Desde su visión objetivista, considera el mundo tal "como es": su sistema de ecuaciones representa la economía en un tiempo. Si se examinara la dinámica del sistema habría que estudiar la historia de su desarrollo, pero para Sraffa esto es parte de la "teoría de las fluctuaciones industriales". Para entender el sistema no es necesario saber la historia de sus mecanismos centrales, basta la foto del sistema.
Otra posibilidad sería entender el sistema económico no a partir de una instantánea sino a partir de un conjunto de ecuaciones con rendimientos, pero Sraffa la descarta por completo. Es interesante que en su correspondencia con Pigou, Sraffa advirtió en 1928 el problema de interpretación del conjunto de ecuaciones (1). Se podrían interpretar en términos de rendimientos, lo que sería incoherente con su visión ontológica. Esto lo llevó a pensar que lo novedoso consistía "en no permitir ninguna noción de rendimientos constantes en sus ecuaciones" (Sinha, 2016, 176), y por eso propuso la idea de instantánea. Es paradójico que algunos autores le sigan atribuyendo la idea de rendimientos, pese a que desde el prefacio descartó esa posibilidad.
No se considera variación alguna en el volumen de producción ni variación alguna en las proporciones en que los diferentes medios de producción son utilizados por una industria, de modo que no surge problema alguno sobre la variación o constancia de los rendimientos. La investigación se ocupa exclusivamente de aquellas propiedades de un sistema económico que no dependen de variaciones en la escala de producción o en las proporciones de los "factores" (Sraffa, 1966, p. 11).
Desde nuestro punto de vista, Sraffa podría haber considerado las variaciones si no afectaran su visión objetivista. No obstante, las variaciones asumen situaciones contrafactuales. Sen ilustra claramente el problema cuando se refiere a la determinación analítica de Sraffa:
podemos confiar totalmente en los hechos observados, como los insu-mos y los productos y una tasa de interés dada, sin tener que invocar contrafactuales (es decir sin tener que suponer lo que habría ocurrido si las cosas hubiesen sido diferentes). Este no es el caso en la explicación basada en la utilidad, pues la utilidad marginal implica inevitablemente un razonamiento contrafactual, porque refleja cuanta utilidad adicional se tendría si hubiese una unidad más de la mercancía (Sen, 2016, p. 272, cursivas añadidas).
La concepción objetivista, en forma de instantánea, no permite una explicación causal de los fenómenos económicos pues el análisis es en un tiempo. Con su instantánea, Sraffa examina "el valor de los productos al mismo tiempo" en oposición a los "cambios en los valores de los productos en diferentes momentos"; a su explicación no casual la llama geométrica, que es
tan atemporal que ni siquiera se puede llamar estática. No representa un estado estacionario ideal en el que se asume que no se produce ningún cambio [...] Su objeto es, por así decirlo, la fotografía de un mercado (D3/12/7: 115-119, en Sinha, 2016, 63-65).
Se debe resaltar que esta explicación geométrica es menos ideal que una explicación mecánica, pues los contrafactuales son desplazados por el análisis en el mismo tiempo, y así se eliminan los elementos ideales del cambio. La instantánea no es un mundo de ficción (Sugden, 2000) ni el mundo donde se aíslan los fenómenos (Máki, 2009) propio de los modelos causales; es una explicación de lo que se considera esencial en un momento dado.
La instantánea es entonces una necesidad ontológica autor para entender la realidad en términos objetivistas. Incluir variaciones es añadir contrafactuales, elementos subjetivos. Para Sraffa, la realidad son cosas, animales, personas y cerebros, lo demás son hechos derivados de esas realidades; Pero un tema que pone en entredicho su análisis objetivista es cómo entender la uniformidad de la tasa de ganancia. Veámoslo más detenidamente.
El sistema de ecuaciones, tal como se formuló, quedaría matemáticamente establecido y definido como una descripción, como dice Sen. Pero si se concuerda con la interpretación de Sinha -que Sraffa buscaba ir más allá de la descripción y dar una auténtica explicación de lo que existe- esta solución no es una respuesta adecuada a la idea de instantánea de la realidad mercantil.
Quedan entonces dos caminos: se acepta que el modelo de Sraffa es una idealización formal, y se equipararía al modelo de equilibrio general neoclásico, o se acepta que la igualdad de las ganancias sin variación solo se puede entender como una convención. El primero, como ya se dijo, es rechazado categóricamente por Sraffa en sus borradores; su interés no es construir modelos ideales sino exponer una foto instantánea de la realidad mercantil. El segundo es más plausible, pues una de las variables distributivas se determina de manera exógena, y decidir cuál no depende de una ley económica sino de una convención social, es decir, de una regla de comportamiento de los capitalistas o los trabajadores que se repite continuamente en el proceso económico4.
Así, Sraffa elimina lo subjetivo del análisis, pero no puede eliminar lo social y debe incluir la idea de convención para salvar su estructura teórica. Aunque esta inclusión lleva a que su análisis muestre cierta fragilidad, es una solución afín a su visión ontológica. Las dos secciones siguientes valoran las interpretaciones más recientes de la obra de Sraffa considerando los argumentos expuestos en esta sección.
LA TEORÍA DE SRAFFA DESAFÍA LOS CÁNONES
Esta sección analiza las interpretaciones canónicas y muestra en qué sentido se alejan de la visión teórica de Sraffa. Se denominan canónicas porque consideran su aporte como un caso particular de la teoría neoclásica o como una alternativa que recupera las intuiciones de los clásicos en un escenario de largo plazo.
Los neoclásicos, encabezados por Samuelson y Hahn, intentan mostrar que el sistema sraffiano es un caso particular del modelo neoclásico. Aunque ese empeño es una muestra de la capacidad unificadora de la teoría estándar, también es un ejemplo de "imperialismo científico", pues pretende que es la única interpretación correcta. El argumento central es que el arsenal de herramientas neoclásico es el más adecuado para abordar problemas teóricos, y que el sistema de Sraffa se debe entender en ese marco5.
Es comprensible entonces que critiquen la noción de instantánea. Samuelson, por ejemplo, argumentó que, al no adoptar ninguna hipótesis sobre los rendimientos, la teoría de Sraffa se "evapora en pocas páginas de cháchara insípida" (2000, 123). Por su parte, Hahn sostuvo "que la teoría de Sraffa podría incorporarse a la teoría del equilibrio general intertemporal, como un caso especial y altamente restrictivo: que asume retornos constantes a escala" (Sinha, 2016, 228)6.
Cómo se planteó en la sección anterior, el análisis el mundo económico con base en rendimientos y variaciones es contrario al de Sraffa, pues ese es un mundo de lo que "no existe", de lo que podría ocurrir, pero "no es", y aún peor, de lo que quizá "nunca sea".
Para recapitular: Sraffa expone una instantánea que permite ver las relaciones en forma total y objetivista, mediante un sistema que necesita elementos externos (sociales, que supervienen a los hechos físicos) para determinar los precios. Así descarta del todo la opción marginalista y cualquier variante centrada en la oferta y la demanda7.
El mundo de teoría neoclásica es conceptualmente distinto del mundo de Sraffa. El infortunado predominio de la teoría neoclásica lleva a considerar poco riguroso el modelo sraffiano porque no utiliza la oferta y la demanda. Según nuestra interpretación es erróneo asimilar el análisis sraffiano y el neoclásico; son dos maneras de pensar la economía: una analiza el margen, la otra todo el sistema. La primera necesita rendimientos, la segunda no implica variaciones.
La interpretación que considera variaciones no es exclusiva de los neoclásicos, también las consideran los neoricardianos, que creen defender la visión sraffiana. Para ellos autores, el sistema tiende a una posición de equilibrio como punto de descanso, donde no hay cambios en los productos ni variaciones. Aunque esta parte del análisis parece corresponder a lo que pretendía Sraffa, solo es la mitad de la historia. Se debe recordar que la teoría clásica no se limita únicamente a la existencia de los precios, sino que también intenta explicar por qué el sistema es estable y tiende al equilibrio de largo plazo. En esta parte recurre a la gravitación de los precios de mercado a los precios naturales o precios de producción. Los neoricardianos han intentado complementar esa teoría con modelos cada vez más refinados (Fratini y Naccarato, 2016; Bellino y Serrano, 2018).
El problema es que esos intentos implican necesariamente cambios en las cantidades para poder ajustar los precios, lo que traslada el análisis de las variaciones a otro aspecto de la teoría de los precios. El análisis de las variaciones y su incorporación al esquema clásico prueban que "no es fácil, ni siquiera para los mejores economistas, entender o dar sentido a sus proposiciones sin este supuesto" (Sinha, 2016, 176). El intento de independizar la determinación de precios y el proceso de ajuste deja sin resolver la mitad de la historia y abre espacio a dos maneras de entender los precios, que desfiguran la concepción y el método de Sraffa. En nuestra interpretación, no hay una segunda etapa en el estudio de los precios, en la que se analiza el proceso. Se trata de un estudio más amplio, el estudio de las convenciones que requiere otra mirada, la cual se puede suponer es interdisciplinaria.
Por ello, en contra de las explicaciones canónicas de los clásicos, la igualdad de la tasa de ganancia no se puede explicar como un punto de llegada. La explicación no puede ser resultado de un proceso de mercado, puesto que supondría alguna hipótesis sobre rendimientos. En Adam Smith (1776), por ejemplo, cuando los precios gravitan deben hacerlo a una tasa dada de precios asociada a unos ingresos dados. La variación de la oferta y la demanda respeta el nivel agregado de ingresos. Las variaciones de oferta y demanda no afectan la demanda efectiva agregada, que siempre es constante. En Ricardo (2015), la demanda efectiva no se relaciona con los ingresos sino con las cantidades de trabajo incorporado. Esas explicaciones deben suponer que la cantidad de trabajo se mantiene constante para que los precios graviten. En los análisis recientes, las variaciones de precios conjugarían cambios en todos los precios, incluidos los de largo plazo, lo que hace difícil llegar a resultados estables. En general, tales ejercicios admiten variaciones, lo que no es posible en el sistema de Sraffa, pues admitirlas es admitir contrafácticos, y esto se opone a su objetivismo.
INTERPRETACIONES RECIENTES
Esta sección analiza algunas interpretaciones recientes que proponen nuevas maneras de ver a Sraffa. Aquí se evalúan y se emite un juicio analítico, según la coherencia entre ontología y proceso.
Martins ofrece una explicación desde una óptica convencionalista. Igual que Sinha, sostiene que el análisis geométrico y el causal son explicaciones diferentes y que, como demostró Roncaglia (1985), Sraffa optó por la geométrica, porque lo importante son "las condiciones para la reproducción de fenómenos económicos objetivos en un momento dado (un instante dado)". Martins explora esta idea aceptando la importancia metodológica y filosófica de esta explicación.
El enfoque geométrico depende de presupuestos filosóficos o metodológicos, y su principio central es que la medición teórica de las proporciones debe llevarse a cabo en forma exacta, observando lo que sucede en un momento del tiempo (Martins, 2019, p. 512).
Como ya señalamos, el rechazo de las variaciones se debe a que en el análisis no se incluyen elementos psicológicos ni de comportamiento. Lo que lleva a proponer la primacía de los elementos convencionales. Según Martins:
los agentes humanos deben verse desde una perspectiva etnográfica o antropológica, en la que se presta atención central al contexto general que enfrentan, en vez de asumir leyes psicológicas universales independientes del contexto etnológico, antropológico o histórico (ibíd., p. 514).
Este contexto es el que define el comportamiento de los agentes, por ejemplo, con respecto a la tasa de ganancia o la tasa de salarios (según cuál sea la variable exógena); de modo que adoptar una visión convencional de la tasa de interés (para determinar la ganancia) o del nivel de salarios lleva a considerar que la igualdad de las tasas de ganancia es resultado de convenciones sociales que coordinan las relaciones económicas. La determinación de esta igualdad es un paso analítico previo, y se debe considerar dada en el análisis de los precios.
Aunque estos elementos son coherentes con los argumentos que hemos expuesto, Martins -contra la visión de Sraffa- asume que la gravitación de precios es central en el análisis: si bien señala que la convención permite entender, en la vida real, que una instantánea persista en el tiempo, sostiene que esa fotografía se debe interpretar como resultado de un proceso. Como él dice:
la palabra "normal", en este contexto, solo puede significar "convencional", es decir, resultado de la actividad humana convencional, y no de un equilibrio que se explicaría a través del análisis matemático [...] Entonces, la noción de gravitación alrededor de una posición normal, si se usa, solo puede ser una descripción vaga destinada a captar el hecho de que la economía no siempre está en la posición descrita en la teoría geométrica (ibíd., 515).
Esta idea ingeniosa intenta conciliar la gravitación con la explicación geométrica y las convenciones, de un modo diferente al habitual en los modelos neoricardianos. Además, afirma que la convención no asegura la igualdad de las tasas de ganancia, aunque es la o que se esperaría de una convención: que asegure la auto-reproducción del sistema. Esta idea es similar a la de algunas interpretaciones de Adam Smith, en las que el punto de llegada es resultado de un proceso de gravitación, que no pretende ser una explicación formal, sino una condición para la auto-reproducción del sistema. Esta idea tiene similitudes con posturas sraffianas, como la de Andrews, para quien los precios naturales -que igualan las tasas de ganancia- cumplen una función esencial en la auto-reproducción del sistema.
los precios naturales serían aquellos que se ajustan con precisión a los objetivos naturales de los humanos, su supervivencia, y sugiero que esto es lo que encontramos en la Riqueza de las naciones (Andrews, 2014, p. 50)8.
Cabe señalar que, para Martins, según la interpretación convencional de la idea de gravitación remite a múltiples causas externas a la lógica formal, y que solo se puede entender de manera convencional:
En el mejor de los casos, la gravitación se puede describir con base en un análisis social de las convenciones humanas, que en generale no se pueden enmarcar en términos matemáticos, ya que cuando todo cambia al mismo tiempo en un mundo interconectado, no podemos emplear las matemáticas (como el cálculo diferencial) [...] La gravitación no tiene lugar en el tiempo lógico de los modelos matemáticos, que los clásicos ni siquiera usaron, sino en el tiempo histórico en el que múltiples factores a menudo impiden cualquier medición exacta (Martins, 2019, p. 515).
En síntesis, Martins tiene razón al plantear que la noción de gravitación no se puede interpretar como una noción de equilibrio. Pero la visión histórica-contextual lleva a analizar situaciones en las que puede haber o no igualdad de las tasas de ganancia. De modo que el análisis histórico de múltiples factores muestra la inutilidad de las teorías de la gravitación, porque son incompatibles con la realidad social. Así, ¿qué importancia tiene la teoría de la gravitación? ¿Qué proceso asegura la tendencia a la igualdad si muchos factores entran en juego? En otras palabras, Martins acepta la importancia de los elementos socioculturales, pero no su implicación: que el concepto de gravitación no es operativo. Además, en términos históricos no se concilia con el análisis "en un tiempo" de Sraffa. Igual que las interpretaciones canónicas, la de Martins llevaría a separar la existencia de precios de los procesos de formación de precios. ¿No sería más coherente plantear que la convención es resultado de un proceso de múltiples determinaciones que queda para otra etapa analítica, y eliminar así la idea de gravitación? Esto es lo que se propone en este artículo.
Otra interpretación posible es que la gravitación cambia de significado, de ser el atractor del sistema pasa a ser una "metáfora" que ayuda a entender la reproducción del sistema y su coherencia, a través de la imaginación, como sugiere Kennedy cuando sostiene que la gravitación describe la conexión entre precios naturales y precios de mercado expresando "las semejanzas que la imaginación traza entre los objetos" (Kennedy, 2015). Pero esta posibilidad tampoco concuerda con la visión de Sraffa, pues en el análisis objetivista no caben situaciones imaginarias9. Además, se llega a lo mismo que en el caso de Martins: no es seguro que se igualen las tasas de ganancia. El mismo Kennedy reconoce que la metáfora de la mano invisible termina siendo un "puro recurso pedagógico". Recurrir a la imaginación abre un abismo imposible de llenar entre realidad y teoría. En efecto:
aunque es probable que el orden que establezca nuestra imaginación sea similar al orden que se encuentra en la realidad, no podemos conocer la realidad misma (Lázaro, 2010, 149).
Si bien este artículo reconoce la importancia de los procesos históricos en el análisis por etapas de los clásicos, no acepta su necesidad en la teoría de los precios (la instantánea del mercado)10. Para dar coherencia al argumento, la idea de gravitación no es útil. Las convenciones son suficientes en esta etapa analítica, que no requiere el tiempo histórico. Igual que Sinha, aquí se considera se pueden incluir muchos otros elementos cuando se trate el cambio, en la etapa correspondiente.
Examinemos por último la interpretación de Cartelier, para quien Sraffa estudia un sistema abierto, igual que para Davis (2012).
Sraffa decide entonces considerar su sistema económico como un sistema abierto, lo que permite que los eventos que ocurran "fuera" del sistema influyan en los precios (Cartelier, 2014, 168).
Como Davis, reconoce la importancia de factores externos. En forma más exacta, "la posibilidad de que los asalariados obtengan una fracción del excedente es la influencia más visible que proviene de "fuera", lo que pone en cuestión la pretendida objetividad de Sraffa. Y dice que la objetividad no viene de lo físico ni de lo material sino de lo social. Otra salida ingeniosa, pero también contraria a la visión de Sraffa.
Cartelier considera que los objetos físicos están condicionados por estructuras sociales:
El "hombre de la luna", que supuestamente solo puede observar fenómenos físicos, no puede "ver" la técnica que Sraffa toma como punto de partida objetivo. La "técnica" dada de PMPM está condicionada por supuestos sobre las condiciones sociales de producción. No solo se debe presuponer una economía de mercado, sino también si los productores son independientes o no. La hipótesis de superávit positivo solo tiene sentido si se supone que una parte de las personas que pueblan la economía son asalariados y que trabajan para otra parte de las personas, llamadas empresarios (ibíd., p. 169).
Cartelier y Martins dan prioridad a elementos que son condición de la fotografía, pero no es parte de ella. Es claro que el hombre de la luna no ve tecnologías, ve objetos, y animales que caminan en dos extremidades. Es evidente que no puede entender el dinero ni las relaciones sociales que dan vida a estos objetos, porque no los puede ver; solo ve cosas y animales entre ellos: los humanos. Recordemos que la visión de Sraffa es similar a la de Searle (2010), para quien lo único real es lo que proviene de la naturaleza física y biológica; lo demás son "hechos institucionales" o convenciones sociales, no objetos reales en sentido ontológico. La realidad de lo social es ajena a la ontologia de Sraffa.
Cartelier reconoce que incluir el excedente implica elementos sociales en interacción. El problema es que su objetividad social nada tiene que ver con la objetividad sraffiana.
La objetividad social sigue siendo anterior, incluso en PCMC, a pesar de las convicciones filosóficas de Sraffa. Una descripción puramente monetaria de la actividad económica evita toda confusión entre una objetividad física (reclamada por los científicos naturales) y una social (en realidad no reconocida por los economistas que prefieren verse como verdaderos científicos). Las relaciones económicas se manifiestan a través de un procedimiento social (contabilidad) que mide objetivamente los costos y las ganancias (ibíd., p. 184).
Cartelier cambia el enfoque, de lo fáctico-físico a lo social objetivo a través de lo monetario. Un enfoque distinto del que se defiende en este este artículo, que considera a Sraffa como un pensador coherente ontológica y teóricamente11.
En la siguiente sección se mencionan algunos elementos que podrían ser la base de hipótesis para estudios posteriores que consideren importante la coherencia del autor para proponer interpretaciones racionales, los cuales eviten interpretar a los autores solo por sus conclusiones o sus intenciones, pues la coherencia es esencial para elaborar teorías económicas alternativas.
CONCLUSIONES
Este artículo surge de la convicción de que las ideas de autores del pasado inspiran nuevas ideas y teorías alternativas, y así fortalecen el pluralismo. Aunque esas ideas pueden ser utilizadas en forma arbitraria para proponer o validar argumentos basados en prejuicios, y así terminar validado interpretaciones erróneas de dichos autores12.
Es cierto, sin embargo, que las teorías nunca son completas y siempre son posibles ajustes y cambios de perspectiva. Este artículo argumenta que si bien se necesitan esos cambios, deben preservar la coherencia conceptual y metodológica de los autores que se estudian.
Los elementos del análisis sraffiano que mantienen la coherencia entre su visión ontológica y el desarrollo de sus ideas son:
Sraffa, igual que los clásicos, hace un análisis por etapas, en el que primero estudia la economía en un tiempo y después los aspectos en que intervienen el contexto social y las fluctuaciones industriales. En la segunda etapa se incluirían las convenciones y su explicación.
El análisis en un tiempo tiene como base una premisa ontológica que mantiene en todo su análisis: la visión objetivista de que solo existen datos físicos como algo real. Por ello, su rechazo de las variaciones obedece a la necesidad de explicar cómo funciona lo real en un momento del tiempo. Un elemento central, es entonces, el redescubrimiento del análisis clásico.
Este análisis encuentra un escollo que no puede superar por completo, pero que logra la coherencia introduciendo la instantánea, la cual permite incluir después los aspectos convencionales. La convención preserva la unidad de la teoría de los precios en cuanto a su existencia y su formación. La instantánea da una explicación de los precios, y las convenciones dan espacio para que, en una etapa o nivel analítico posterior, se estudien otros problemas teóricos.
El análisis del origen de las convenciones y cómo intervienen en las variaciones son aspectos que Sraffa no desarrolló pero que se pueden analizar retomando el enfoque clásico por etapas, a la manera de Martins. Los elementos históricos y sociales dan vida a los procesos económicos y, en particular, al mercado. Pero no son parte del núcleo teórico, y se deben considerar en otro nivel. Así, las convenciones separan las etapas analíticas dejando al estudio histórico, etnológico y antropológico la tarea de explicar los procesos de cambio y de transformación dinámica del sistema.
Los autores que interpretan a Sraffa en un sentido distinto, como Sinha, para quien su análisis lleva a una explicación lógica de la igualdad de las tasas de ganancias, o Cartelier, para quien su teoría se debe modificar en forma radical, aportan ideas útiles para construir nuevas teorías. Pero si se es consciente de que es fuente de esas ideas no es riguroso decir que se derivan directamente de sus escritos13. Los economistas del pasado pueden ser la base de un paradigma que siga su ruta o de nuevos paradigmas con otras connotaciones.
En resumen, la construcción de teorías es un proceso en el que no hay un solo camino. Aquí proponemos uno que empieza por entender al autor, su visión del mundo y su ontología14, y después extender sus posibilidades analíticas, hasta donde sea posible, con nuevas ideas, pero preservando siempre su coherencia. Este es un primer paso para las nuevas intuiciones y sus posibles desarrollos. Esta manera racional de interpretar el pensamiento económico difiere de algunas otras, por ejemplo, de la perspectiva whig, que interpreta las ideas de los autores del pasado desde la teoría dominante, y, de ciertas interpretaciones heterodoxas que, a partir de las fallas de los autores, intentan construir alternativas, argumentando que si bien tales autores tuvieron buenas intuiciones no llegaron más allá de su tradición.
En ambas visiones los autores del pasado se analizan en forma negativa. Este artículo los analiza de manera positiva y propone una manera de interpretarlos que pueda servir de base para propuestas que partan de una lectura crítica y rigurosa; es decir, que entiendan a los autores y las implicaciones de su visión y de sus argumentos, para poder proponer reformulaciones coherentes.