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Civilizar Ciencias Sociales y Humanas

versión impresa ISSN 1657-8953

Civilizar vol.17 no.32 Bogotá ene./jun. 2017

 

Carta del director

Carta del director

Ignacio Restrepo Abondano


Y dale con los maestros...

El profundo problema de la educación en Colombia ha sido materia de frecuentes comentarios de esta columna. Y para esta ocasión vuelve a ser comentario obligado. Porque la educación pública de nuevo ha pasado por una crisis casi sin precedentes en el sentido de la duración -paro indefinido- y de lo agudo del enfrentamiento con el Gobierno nacional. Más de un mes de ausencia de clase para cerca de ocho millones de niños, no es cualquier cosa.

Y vuelven a estar presentes en esta situación las reivindicaciones económicas del magisterio, así las hayan querido disfrazar con "el futuro de la educación de nuestros niños" en Colombia. En el fondo, se trata de primas, de la llamada "nivelación salarial" y del aumento salarial en general. No se trata por lo demás, de algo insustancial, pues el magisterio exige un aumento del 28 % en salarios. Además, exige el sindicato "un servicio de salud digno" para los docentes. Este parece ser, el grueso de la motivación del paro.

Porque además hablan de la jornada única, la cual -según ellos- no ha sido bien organizada por el Gobierno nacional, pues faltan aulas y maestros, además de pagos extras para los mismos, y exigen una mejor educación para los maestros y cambios de estándares de evaluación. Y por último insisten en el "Estatuto único docente", algo en que tampoco ha cumplido el Gobierno.

Es evidente que las erogaciones económicas exigidas por los maestros no parecen posibles en una economía tan precaria como la actual: economía golpeada por el gasto excesivo del Gobierno central en burocracia calculado por la Revista Semana en 2.5 billones de pesos; en publicidad o propaganda oficial calculada por la misma revista en 2.3 billones de pesos entre 2012 y 2014, y el indudable hueco fiscal dejado por la baja del petróleo. Añádase a esto la disminución en la demanda, debido a las reformas tributarias que afecta gravemente a la economía.

Y añadamos que los ministros (as) de Educación Nacional han sido para el presidente una especie de comodines políticos para llenar cuotas, sin haber tenido durante los últimos siete años un (a) titular con una gran preparación específica para lidiar con los problemas de la educación.

La respuesta específica del Gobierno consistió en los aumentos especiales para los maestros de dos puntos por encima del aumento del salario general para los servidores públicos en 2016 y de otros tres puntos que realizará en 2018 en las mismas circunstancias. Y la respuesta general es la de siempre: "no hay posibilidades presupuestales". Lo demás son promesas.

Y entre el tire y afloje de los unos y de los otros, ocho millones de niños en sus casas con el consiguiente daño para los padres de familia. Y así promete el Gobierno que Colombia va camino de ser el "país mejor educado" para el año 2025 en Latinoamérica.

Este paro de los maestros y estas repuestas del Gobierno, no son sino un signo más del tremendo subdesarrollo en el que nos encontramos en materia de educación y la desesperanza en el futuro sobre un mejoramiento sustancial. Porque mientras aquí hemos tenido paros educativos en 2015, 2016 y 2017, los niños en China salen de la escuela a las cuatro o cinco de la tarde y se dirigen a otros centros educativos para tomar clases, hasta bien entrada la noche, en otros conocimientos y habilidades.

En el fondo la vocación de maestro se perdió en Colombia y la preocupación principal del magisterio son los salarios. Se pasó del maestro abnegado al maestro sindicalizado. Nadie puede negar que necesitan maestros bien pagados, pero el privilegio salarial no debe corresponder a situaciones de fuerza, sino a las condiciones de excelencia que exhiba un magisterio con vocación de enseñar.

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