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Revista Ciencias de la Salud

versión impresa ISSN 1692-7273versión On-line ISSN 2145-4507

Rev. Cienc. Salud vol.21 no.3 Bogotá sep./dic. 2023  Epub 01-Jun-2024

 

Editorial

La experiencia de la muerte desde el sufrimiento

Érika Juliana González-Arango1 

1 Universidad del Rosario (Colombia). Correspondencia: erikaju.gonzalez@urosario.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0003-3775-1353


Este número de la Revista Ciencias de la Salud aborda múltiples temas, entre los que destacamos tres: las adicciones, las enfermedades crónicas (psicológicas y fisiológicas) y la muerte. Por esta diversidad temática, proponemos en este editorial una visión general de la experiencia de la muerte desde el sufrimiento, que se encuentra imbricada en la comprensión misma de la vida con otros, aunque parte de una experiencia personal. En este sentido, entendemos esta experiencia como absolutamente personal, sin que ello implique que sea únicamente personal. O expresado de un mejor modo: la experiencia de la muerte desde el sufrimiento es una cuestión tan íntima como colectiva; por lo que es sustancial a, e irrevocable de, nuestra comprensión de la vida humana.

Hacia una comprensión de la muerte

Por muchas antorchas que se enciendan y mucho espacio que se ilumine, siempre quedará nuestro horizonte envuelto en una profunda noche.

Arthur Schopenhauer

Al mencionar la muerte, no podemos menos que imaginar nuestra propia finitud y enfrentarnos a la incertidumbre que genera todo en torno a ella. Tampoco podemos ser indiferentes ante la certeza de que constituye radicalmente la propia existencia. Estas dos nociones de incertidumbre y certeza provocan en nosotros una terrible angustia y un ineludible sufrimiento. Por un lado, solo podemos imaginar lo que la muerte sería o hacernos solo ideas de lo que esta es; por otro, tenemos como única certeza que ella se hará efectiva tanto en nosotros como en todos aquellos que conocemos.

Si entendemos la muerte como aquello que determina nuestra propia existencia; es más, si la concebimos como la condición más existencial, podemos definirla por vía negativa como el inevitable acabamiento de nuestras posibilidades o, como lo hace Heidegger, como la imposibilidad de las posibilidades 1. Esto implica concebir la propia vida a partir de aquello que puedo o no hacer; aun cuando no se materialicen esas posibilidades. Si definimos la muerte por vía positiva, podemos comprenderla como aquello ineludible y constitutivo de nuestra experiencia en el mundo, que puede dotar a la vida tanto de sentido como de sufrimiento. En cualquiera de estos casos, y con total seguridad, nuestra manera de acercarnos a nuestra propia experiencia vital está directamente relacionada con nuestra comprensión y forma de relacionarnos con la muerte.

Comprendemos la muerte desde una perspectiva intersubjetiva, debido a que la experiencia que podemos tener de ella, en calidad de acabamiento de toda posibilidad, se da solo a través de los otros. No obstante, pese a este carácter social -si se quiere-, no deja de ser una experiencia por completo personal. Así es como la pérdida que provoca una muerte, en especial de aquellos seres que son muy cercanos, impacta en cada uno de los aspectos de la propia vida de una forma íntima e intransferible. La interpela tanto que agudiza un sufrimiento igual de constitutivo vitalmente.

El sufrimiento en la experiencia de la muerte

Desea el más funesto de los males y anhela el más doloroso de los tormentos: extender su cuerpo sobre la cruz y mantenerse en ella. ¿A qué precio? Al de una vida más larga.

Pero ¿qué clase de vida hay en un morir lentamente?

Lucio Séneca

De un modo más general, podemos comprender la muerte como una reducción de las posibilidades. En este sentido, la experiencia de la muerte en calidad de pérdida se da también desde sí, y no solo a través de los otros. Esta experiencia puede darse desde algo muy leve, como un esguince que impide ciertos y determinados movimientos, hasta una enfermedad crónica que genera un insoportable dolor de manera constante y lleva al cuerpo a una degeneración progresiva de sus partes y funciones más elementales; siendo esta última una de las aproximaciones más difíciles a la muerte que se presenta como una muerte anunciada.

La enfermedad ahora entendida desde un cuerpo que sufre, que padece ya no solo pasiones (pathos), sino un sufrimiento que impide el goce y exige más cada vez, como es el caso de una grave adicción, o un sufrimiento desbordado y agonizante, como una enfermedad incurable avanzada o terminal, puede hacer que la vida en algún punto se vuelva insostenible. Tal insostenibilidad deviene en un acotamiento de las posibilidades de acción de un ser humano, en su inhabilidad de sentir la mínima satisfacción de la propia existencia; más aún en los casos en que no hay una garantía de una cura efectiva al padecimiento.

Siguiendo a Schopenhauer, "nos parecerá algo así como un enfermo que se aplica una dolorosa cura, pero soporta voluntariamente y hasta con satisfacción el dolor que aquella le causa, ya que sabe que cuanto más sufra más se destruirá el tejido enfermo, por lo que el dolor actual es la medida de su curación" 2. Es decir, en la medida en que el alivio sea algo posible, el dolor actual necesario que implica una cura, se hace placentero. En el caso de una situación clínica al final de la vida, no hay siquiera esta posibilidad de alivio o satisfacción frente al dolor que se experimenta, sino mero sufrimiento. Y el mero sufrimiento sin su contraparte puede hacer que la vida se perciba como una muerte. Muerte que ya no se reduce al acotamiento de las posibilidades, sino que se presenta como la destrucción absoluta del placer y el goce que contrarrestan el dolor que acaece la existencia.

En este punto, la muerte efectiva se ve como la opción de dar fin al sufrimiento que provoca la reducción de las posibilidades y el dolor agudo constante de una enfermedad grave; incluso aparece como única cura posible. Consideramos importante comprender los testimonios de aquellos que manifiestan una necesidad de cesar su sufrimiento a través de una muerte asistida 3. Esta necesidad se manifiesta no tanto como una oposición a la voluntad de vivir o un deseo desenfrenado de muerte, sino como una reafirmación de la vida a partir de la muerte y una negación de las condiciones materiales en las que se sitúa actualmente. Prueba de ello es la elaboración de su discurso a partir de la firme negación de su sufrimiento, la poca esperanza de vivir de un modo mejor y el deseo de que sus familiares no padezcan su propio sufrimiento. Esto último cobra una relevancia completa en la experiencia de la muerte, dado que la decisión sobre la propia vida no pasa sin una consciencia también del sufrimiento de aquellos que acompañan la enfermedad y la padecen, sintiéndola como su propia muerte.

Referencias

1. Heidegger M. Ser y tiempo. 3.a ed. Madrid: Trotta; 2012. [ Links ]

2. Schopenhauer A. El mundo como voluntad y representación, tomo I. 2.a ed. Madrid: Trotta ; 2004. [ Links ]

3. Ordóñez-Vázquez NA, Ortiz-Millán G, Rivero-Weber P. Exploración del discurso de los enfermos crónicos sobre la legalización de la muerte médicamente asistida. Rev Cienc Salud. 2023;21(3):1-24. https://doi.org/10.12804/revistas.urosario.edu.co/revsalud/a.12112Links ]

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