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Eidos

versión impresa ISSN 1692-8857versión On-line ISSN 2011-7477

Eidos  n.14 Barranquilla ene./jun. 2011

 

Ángel Xolocotzi Yáñez. Fenomenología viva
México: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Dirección de
Fomento Editorial, Facultad de Filosofía y Letras, 2009
328 páginas


El libro de Ángel Xolocotzi Yáñez, Fenomenología viva, agrupa 20 diálogos o conversaciones con personalidades importantes de la fenomenología en Europa y América, incluyendo nuestro México.

El texto consta de un prólogo, una introducción, los diálogos, una bibliografía pertinente al tema del libro e información sobre los entrevistados. En el prólogo se ofrecen las razones para el título del libro y algunas palabras sobre las entrevistas o conversaciones. Varias de ellas estaban dispersas en algunas revistas y periódicos e incluso aparecieron antes en otros países y en otras lenguas, alguna tuvo un origen epistolar; ahora se reúnen en un solo volumen. Cuatro entrevistas fueron realizadas por otras personas a las que el autor expresa su agradecimiento; nos comunica además el fallecimiento de dos de los entrevistados, uno de ellos, Franco Volpi, murió meses después de dar una conferencia en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Hay una ausencia en el libro: aunque el autor nos ha advertido que son inevitables grandes ausencias (como lo son, por ejemplo, en antologías de cualquier índole) Ángel Xolocotzi ha consagrado parte de su vida, estudios y experiencias a la obra de Heidegger, así que resulta imprescindible devolverle la pregunta, saber de su itinerario hacia la fenomenología.

Al prólogo sigue la introducción titulada "Fenomenología: ¿la filosofía del siglo xx?" donde el autor nos participa de varias cosas: la trayectoria de Husserl y los primeros círculos fenomenológicos en Munich y Gotinga, donde aglutinó a varias personas que luego destacarían en la filosofía, baste mencionar a Alexander Koyre, Roman Ingarden y Edith Stein. Nos habla también del acercamiento de Martin Heidegger a la fenomenología, de las relaciones de la fenomenología con la modernidad, de la que constituye "el quiebre más radical", de su presencia en el existencialismo, la deconstrucción, la posmodernidad, el postestructuralismo y la hermenéutica contemporánea. Continúa mencionando la expansión de la fenomenología a América Latina, y al Japón (algo que "no se puede decir de otras líneas de trabajo filosófico como la filosofía analítica o el postestructuralismo"). Nos hace notar la continuación de la fenomenología en diversas direcciones a través de Heidegger: en teología, psicoanálisis, ciencia política ("renovada

heideggerianamente"). Nos advierte de su presencia en el arte, la literatura (menciona a Antonio Machado) y la pintura (donde hay interpretaciones heideggerianas "especialmente en torno a Cezánne y Van Gogh"). Nos recuerda también el impacto de la fenomenología en México en filósofos como Antonio Caso, Samuel Ramos, José Gaos, Joaquín Xirau, Luis Villoro, Ricardo Guerra, Alejandro Rossi, Fernando Salmerón, en Octavio Paz (me atrevería yo a añadir la presencia de la fenomenología en algunas páginas lúdicas de Alfonso Reyes), en el historiador Edmundo OGorman; y el trabajo de traductores de Husserl y Heidegger publicados en el F.C.E. Todo esto sin duda para orientar la respuesta a la pregunta que titula la introducción. Pero pasemos a la parte principal del texto.

Se trata de conversaciones con Klaus Held, Franco Volpi, Alberto Rosales, Félix Duque, Jean-François Cortine, Roberto Walton, Jesús Rodolfo Santander, Friedrich-Wilheim von Hermann, Antonio Zirión, Jorge Eduardo Rivera, Carlos Másmela, Miguel García-Baró, Arturo Leyte, Ricardo Guerra, Dina V. Picoti, Hermann Heidegger, Guillermo Hoyos, Ramón Rodríguez, Alberto Constante y Otto Põggeler.

Los entrevistados forman, en buena medida, parte de la historia de la fenomenología y al mismo tiempo son continuadores de esa tradición. Algunos conocieron directamente a Martín Heidegger y formaron a su vez varias generaciones de filósofos. Los entrevistados recorren estas páginas mostrando la historia viva de la fenomenología, el impacto que ha tenido en ellos y en el pensamiento contemporáneo. Pues uno de los rasgos fundamentales de este libro es su vitalidad al mostrar a los filósofos en su camino a la fenomenología. En efecto una pregunta fundamental que abre el diálogo es ¿Cómo llegó usted a la fenomenología, o ¿Cómo llegó usted a Martín Heidegger?

Las respuestas son variadas: algunos escucharon sus conferencias, otros llegaron a él por diversas vías. Algunos llegaron a Heidegger por la influencia de profesores que lo enseñaban en seminarios, algunos incluso en seminarios no oficiales sino en lecturas de su obra en casa del profesor, con estudiantes bien escogidos. Algunos llegaron a Heidegger por la influencia de amigos o amigas que tenían un gran interés por la teología. No falta quien llegó vía la física cuántica y que al hacer preguntas filosóficas sobre la materia se remontó a Aristóteles, a Kant, y de ahí a Heidegger. Hay quien llegó por cierta afición de una tía que escuchaba charlas radiofónicas de Max Scheler, y por ahí encontró su camino a la fenomenología.

Pero más interesante es el trasfondo, el contexto en el que inserta este interés. En efecto, podemos vislumbrar algo de la época, enterarnos de las inquietudes intelectuales de los entrevistados, algo de las corrientes dominantes en las universidades. Por ejemplo: cuando en Francia había interés por la filosofía alemana, hubo quienes de manera casi clandestina se interesaban y leían filosofía medieval, bajo el impacto de las obras de un gran medievalista, Etienne Gilson. Dichas lecturas no eran solo de autores medievales sino que incluían también a, por ejemplo, Francisco Suarez; fueron autores que ayudaron a entender e incluso tomar distancia crítica respecto a la perspectiva heideggeriana. Otro ejemplo: el impacto del marxismo, no sólo por las obras de Marx sino de pensadores como Herbert Marcuse, o el mismo Jean Paul Sartre y su dedicación a la fenomenología, desde su enfoque existencialista. El contacto, la influencia de estas corrientes, de estas filosofías era a veces polémico.

A través de estos diálogos nos enteramos de los diversos esfuerzos editoriales que se hacen por publicar la totalidad de la obra, tanto de Husserl (40 vols.) como de Heidegger (102 vols.). También nos ponemos al corriente del trabajo que algunos realizan para elaborar guías de lectura, para escribir un glosario técnico de Husserl y un diccionario de su terminología; todo ello para ayudar mejor al estudiante y al estudioso que se acerque a su obra. La traducción de esas obras sigue; un traductor invirtió 21 años en la corrección de su traducción de Ser y tiempo.

Debo decir, no obstante, que el libro que nos ocupa tiene sus propias dificultades. En efecto, la lectura de las obras fenomenológicas no es fácil, y esa dificultad podemos encontrarla expresada vivamente en varios de los autores entrevistados. Hay quien encontraba una obra "incompresible y fascinante" en la lectura de Heidegger, o quien exclamaba: "leía el texto y lloraba porque no entendía nada", u otro que se topaba con un texto que "permanentemente despista". Algo de esa dificultad la encontramos también al leer varios párrafos de algunos entrevistados. Encontramos un vocabulario técnico, una jerga e incluso neologismos como: "presenti-ficarse", "esenciación"; nos topamos con adjetivos aplicados a "contradicción" tales como "negativa", "ontológica", "trágica". Estas cosas pueden ser una delicia para el lector inmerso en estos temas y un dolor de cabeza para el que no lo está; son gajes del oficio de lector en todo caso.

A pesar de esto, la lectura del libro es amena, principalmente por la estructura en forma de diálogo. Lo es incluso por la información contenida en ellos, información que nos ayuda a recrear un ambiente intenso de pensamiento filosófico. Es un texto que nos remite a una época, a contextos conflictivos en varios países incluyendo nuestra América; nos presenta escenarios académicos en distintas universidades y su impacto en varios de los entrevistados. El texto nos permite asomarnos a diversas situaciones personales que no dejan de ser parte de los filósofos tratados. En estas conversaciones podemos sentir el entusiasmo, la chispa en varios de los entrevistados, la molestia ante ciertas preguntas que quizá orientan ya la respuesta, la alegría o el enfado ante ciertas situaciones, la tristeza al recordar ciertos hechos...en fin, el lector encontrará filósofos de carne y hueso hablando de un tema que les apasiona. Esto es algo difícil de lograr en un texto sobre un tema aparentemente tan alejado de la vida cotidiana. El lector que se asome a este libro encontrará muchas cosas de diversa índole; no saldrá defraudado.

Juan Manuel Campos
Benítez Benemérita Universidad Autónoma de Puebla,
Facultad de filosofía y Ciencias Sociales
juancamposb@hotmail.com

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