En el mundo actual, donde el acceso a la información y los últimos avances de la ciencia están a tan solo un clic, la academia y la investigación en la práctica diaria juegan un papel clave. Conforme las instituciones trabajan para subir su ranking académico, en un ámbito tan competitivo, aumenta la presión sobre los investigadores y profesionales para la creación de nuevas publicaciones y proyectos de investigación con alto impacto científico1 Esto, sumado al poco apoyo a la investigación en la región, la necesidad de cumplir labores asistenciales y las trabas administrativas, dificulta el adecuado desarrollo para llevar a cabo estos proyectos y disminuyen la motivación del equipo clínico. Es por esto, y en búsqueda de la optimización de recursos, que la creación de un equipo de investigación es imperiosa para poder cumplir las necesidades de producción científica y complementar efectivamente el trabajo en conjunto. Pero esto, a su vez, también presenta un gran reto, pues aunque las habilidades necesarias para el trabajo en equipo parecen intuitivas, no suelen ser materia de educación en la formación actual 2).
Al momento de crear un equipo de investigación exitoso no se trata solo de cumplir con número u objetivo de publicaciones, sino de optimizar las habilidades del equipo de trabajo3. Este equipo, con el investigador principal a la cabeza, debe incluir múltiples disciplinas y diferentes niveles de formación, que permitan aportar en el desarrollo de los proyectos con múltiples perspectivas y abordando problemáticas aún más complicadas2,3. De esta manera se pueden distribuir adecuadamente las cargas de trabajo dadas las limitaciones previamente planteadas y se da paso al desarrollo profesional de nuevos investigadores, quienes quieren aportar al conocimiento en sus etapas iniciales de carrera, o quienes, durante su formación profesional, ya sea de pregrado o posgrado, quieren ir desarrollando habilidades científicas. Un equipo de investigación exitoso consiste en múltiples personas de diferentes niveles de formación y experticia que trabajan en conjunto para ejecutar y publicar estudios de manera adecuada, práctica y efectiva4.
El desarrollo de un equipo efectivo puede ser desafiante, pero implica un esfuerzo que brindará frutos a futuro. Y aunque su creación no es una habilidad intrínseca en nuestra formación médica, podemos utilizar herramientas de otras áreas como los negocios o gerencia para guiarnos. Esto permitiría estructurar adecuadamente el complejo trabajo que incluye el crear, diseñar, proponer y llevar a cabo proyectos de investigación de alto impacto, en paralelo con la resolución de problemas colaborativa y multidisciplinaria5. Estas pueden incluir documentos donde se especifique el objetivo, propósito, roles y estrategias del equipo, o matrices como la RACI (responsable, obligaciones, consultado, informado, por sus siglas en inglés) donde se pueda distinguir adecuadamente el papel de los diferentes investigadores a lo largo de las etapas del proyecto de investigación5.
Algunos consejos de buenas prácticas para un adecuado trabajo en equipo incluyen2,3:
Establecer adecuadamente las expectativas de cada individuo en el equipo, definiendo sus roles, alcances y limitaciones. Para esto es necesario conocer los conocimientos, habilidades y actitudes de los miembros del equipo.
Abrir las líneas de comunicación con el equipo de trabajo. Algunos ejemplos son espacios semanales, correo electrónico o chats grupales. Esto mejoraría la coordinación y desarrollo de los proyectos, pero a su vez está limitado a la disponibilidad del equipo.
Delegar adecuadamente las diferentes tareas de los proyectos de acuerdo con las capacidades de los investigadores, permitiendo a su vez que los nuevos integrantes destaquen por sus logros.
Realizar retroalimentación de forma sistemática. Se deben abrir espacios con horario definido donde se pueda realizar una retroalimentación guiada al desarrollo de los proyectos con los diferentes involucrados permitiendo a su vez ir identificando limitaciones o posibles falencias durante los procesos. Todos los miembros deben dar y recibir comentarios constructivos de una manera abierta y honesta.
Mantener activa la motivación. Permitir la celebración de los triunfos, así sean pequeños. Participar activamente como equipo en diferentes congresos o actividades académicas y ofrecer un acompañamiento en la formación transversal de los integrantes del equipo. Estos detalles a su vez permiten fortalecer el equipo y los pequeños triunfos pueden conducir a un éxito mayor.
Ofrecer oportunidades de educación y formación para que los diferentes miembros del equipo puedan adquirir nuevos conocimientos y habilidades, lo cual fomente el desarrollo profesional y complemente las necesidades de la investigación.
Conforme la investigación clínica avanza y los retos para llevar a cabo los proyectos se presentan, el trabajo en equipo y colaborativo se vuelve un pilar esencial para el desarrollo de investigaciones. Esto permite el abordaje de preguntas más complejas, la inclusión de diferentes personas con conocimientos o experticia variados y el desarrollo de una cultura de investigación que a futuro brindará triunfos y desarrollos personales y profesionales.