La prensa ha sido una compañera de viaje inexcusable como ineludible de la Historia Contemporánea. En 1973 el historiador Tuñón de Lara en su obra clásica Metodología de la historia social de España describió, con gran exactitud, lo que pretenden abordar estas notas introductorias cuando afirmó: «El periódico es una fuente multivalente de carácter privilegiado en la historia contemporánea». A partir de la cual internarnos por las «corrientes de opinión, actitudes políticas e ideológicas [...] [o] las mentalidades de una época [...]». Concluyendo: «la prensa es, en sí misma, objeto de una historia; en este último caso el periódico es objeto y fuente a la vez»2.
¿Hasta qué punto la prensa condiciona nuestra forma de entender, interpretar y explicar el pasado como historiadores? ¿De mediatizarlo en su presente histórico?
Interrogantes indispensables que han de guiar cualquier tipo de aproximación. O, desde otro ángulo, ¿qué cabeceras se leen en una época histórica? ¿Quién o quiénes? Incluso el dónde también puede resultar de interés. De forma casi imperceptible, en estas últimas décadas hemos pasado del quiosco al móvil como la expresión de una nueva individualidad; sin embargo, hasta hace poco tiempo la prensa se leía en espacios públicos arrojando, no pocas pistas sobre las redes de sociabilidad de determinados grupos sociales3.
El estudio de la prensa es un obligado paso de una historia social renovada que se pregunta por las actitudes políticas, los comportamientos sociales, los niveles culturales o las controversias más perentorias del momento4. Precisamente, los medios de comunicación nos ofrecen una información cotidiana, día a día, moviéndose al ritmo del acontecer histórico. Por otro lado, cómo ha moldeado la prensa, la configuración de las memorias colectivas de amplios grupos sociales es objeto de análisis para cualquier historiador socio-cultural5.
El siglo XXI ha traído una gran novedad: las bases funcionales y los mecanismos de funcionamiento de la prensa se han vistos profundamente alterados con la llegada e instalación de la Sociedad de la Información. Por y a través de las TIC's se ha impuesto una inmediatez y rapidez en la transmisión de lo noticiable que lo ha cambiado todo6. Con todo estamos lejos de haber llegado a un «ecosistema digital» puro, aunque constituye el escenario más probable en el inmediato futuro. No obstante, la pregunta central no se ha modificado: ¿Cuál es el precio de la información? O, mejor dicho, ¿cuál es el precio de una sociedad bien informada?7.
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Las relaciones entre los historiadores y la prensa se encuentran plenamente normalizadas. Una relación de proximidad y confianza que ha conllevado, más veces de las deseadas, el relajamiento de los niveles de control y revisión de la calidad y verosimilitud de la información procedente de los medios, pero que, en cambio, sí mantenemos y exigimos a las fuentes primarias. Una realidad que, en parte, se explica por las constantes interrelaciones entre el mundo académico y los medios de comunicación y que han terminado por establecer unas dinámicas en las que, en no pocas ocasiones, el historiador trabaja o colabora en un medio empleándolo como fuente de poder e influencia en un debate público y, a su vez, podría llegar a emplear a tal medio como fuente. He aquí la vieja parábola weberiana del «político» y el «científico»8.
Quien emplee la prensa como fuente, cuanto menos, ha de tener presentes otras preguntas básicas: ¿cómo acercarnos a los medios? ¿De qué forma? ¿Cómo emplear estas fuentes secundarias? ¿Cuál es su grado de validez? ¿De confianza? No existe ningún tipo de fuente neutral e inocente y esto es todavía más válido con la prensa por esa misma cercanía a la que hemos hecho mención. Porque puestos al caso, ¿dónde termina la información y comienza la opinión?
En este escenario de por sí complicado, en la actualidad se ha incorporado a nuestra coetaneidad un hecho de enorme gravedad y que ha hecho saltar todas las alarmas: las «fake news». Las falsas noticias, la manipulación, la desinformación han existido desde siempre pero no con la capacidad de viralizarse en un tiempo récord, a lo que se suma una capacidad destructiva de consensos existentes hasta ahora desconocida9. La aparición, o mejor dicho, la reinvención de lo que se denomina «fact-checking» -la verificación de hechos- no deja de ser una reacción en defensa de la profesión del periodismo como en defensa de las sociedades democráticas10.
La situación ha llegado a unos extremos tan preocupantes que, por ejemplo, desde la Comisión Europea se está trabajando contra la desinformación, situándose como uno de los problemas políticos más perentorios11. Inclusive los servicios secretos están creando unidades especializadas para combatir las noticias falsas, tal y como ocurre en España con el Centro de Criptológico Nacional del Centro Nacional de Inteligencia (CNN-CNI)12. El COVID-19 no ha hecho más que empeorar un escenario de por sí deteriorado13.
Superados límites hasta hace poco tiempo considerados infranqueables, empieza a ser conveniente revisitar grandes frases hechas, del tipo de que una mayor pluralidad informativa tiene su traslación automática con mayores niveles de democratización y de cultura democrática. La expansión de múltiples medios digitales, junto con las «redes sociales de información», han generado una «tormenta perfecta» que ha afectado hasta el propio concepto de la información periodística14. No es tanto la cantidad como la calidad, la profesionalidad y el cumplimiento de unos mínimos deontológicos como se está comprobando15.
De la misma forma, y por muchas vueltas que se pretendan dar, el «objeto de una historia» ha sido, es y será un modelo de negocio con sus particulares intereses y redes de influencia16. Parece obvio, pero conviene insistir en esta evidencia en tiempos de tribulaciones. Las certezas de antaño desaparecieron y se tiende a la confusión entre los que son los poderes estrictamente democráticos y los que pueden o no ayudar a reforzar y hacer mejores las sociedades democráticas17. Caso del denominado Cuarto Poder, tal y como es analizado por quienes participan en este dossier18. No observar este principio de realidad sería renunciar, sencillamente, a una parte elemental de nuestro trabajo: la observación crítica de cualquier fuente independientemente de su procedencia y soporte.
Otra materia harto diferente es el caso de la prensa partidista -de partidos, sindicatos, asociaciones...19- y que no debería ser asociada automáticamente con la «prensa militante», por el carácter negativo que se suele a asociar a este último término. En términos generales, por tanto, cuando hablamos de este otro tipo de prensa hacemos referencia a un «modelo de negocio» en donde la viabilidad económica no es una condición sine qua non y donde el no contemplar un margen de beneficios, con un alto grado de probabilidad, tiende a llevar asociado el concepto de libertad de prensa en su pleno sentido. Tengamos, pues, cuidado con los conceptos de «militante» y «prensa», pues, hay muchas formas de militar y hacer política por la vía de los medios aparentemente «profesionales».
Todo esto viene a cuenta de los espacios de análisis y debate que propician este tipo de números monográficos. En nuestro caso, los autores han establecido con rigurosidad la doble diferenciación de la prensa como fuente de información para los historiadores, pero sin perder de vista su condición de fuente de poder, influencia y en no pocos casos de desinformación como venimos apuntando.
Lo cierto es que la investigación sobre los medios de comunicación, desde el propio periodismo, la historia u otras ramas del conocimiento social, presentan un buen estado de salud. De ello hablan las facultades y los departamentos centrados en su propio estudio. Solo en España existen cincuenta y cinco facultades en donde se cursan este tipo de estudios20. Como también lo refleja la elevada presentación de tesis doctorales o la publicación continuada de libros monográficos. O, sin irnos muy lejos, el cerca de medio centenar de revistas especializadas en castellano hoy día existentes21. Pocas otras disciplinas o ramas del conocimiento -junto con los estudios de género o de memoria- pueden mostrar un balance tan positivo.
Antes de entrar en la propia presentación del dossier creemos conveniente examinar algo que, en parte, se ha adelantado: el imparable proceso de digitalización mundial en el que estamos inmersos; y, concretamente, en cómo ha afectado a las formas de transmisión de la información, a la naturaleza intrínseca de los propios medios, así como a nuestras propias capacidades para emplear la prensa digital como registros históricos22. De todas estas cuestiones, se ha encargado, en buena medida, la denominada historia digital -lo que en el mundo anglosajón se conoce como Digital Humanities Studies- prolija en aportaciones teóricas y metodológicas23. De hecho, este dossier nació a partir de una propuesta de un Equipo de Investigación de la Universidad Carlos III de Madrid -Historia y Memoria Digital (HISMEDI)- dirigido por la profesora Matilde Eiroa San Francisco. Proyecto que lleva desde 2016 investigando cómo y de qué forma se acumula, se transmite y se recupera en la Web 2.0. la información sobre nuestro pasado reciente24.
Tres, a nuestro juicio, son los grandes desafíos que tenemos por delante: primero, la cuestión del soporte y la accesibilidad25. Lógicamente, que el medio esté en formato digital, a unos cuantos clics y permita una accesibilidad inmediata, ha generado un «efecto llamada». Dejando aparcadas otras cuestiones teórico-metodológicas, esta capacidad de acceso a un mundo inabarcable de información -y así sucede con la inmensa mayoría de los medios de comunicación a nivel global- puede conducir al abandono del trabajo de campo en los archivos o bibliotecas, en donde realmente se conserva el grueso de nuestras fuentes de información acumuladas durante siglos y siglos26. En segundo término, debería, asimismo, preocuparnos -y mucho- la conservación permanente de estos mismos medios de comunicación digitales y cuya vida útil, en ocasiones, es corta. Por ejemplo, ¿cuántos casos conocemos de cierres de portales web de medios digitales que no han dejado una mínima huella digital? A buen seguro, aquí se encuentre una de las principales problemáticas a la que nos enfrentamos los historiadores en nuestro inmediato futuro: el riesgo real de la desaparición de este tipo de fuentes de información exclusivamente digitales. Si antes eran los incendios, las inundaciones, los saqueos, hoy pulsar un mero botón puede tener el mismo efecto destructor27.
En cualquier caso, somos de la opinión que el más grave de los peligros se localiza en lo que recientemente Ian Milligan ha denominado como la «era de la abundancia» en relación al salto histórico en la multiplicación de registros históricos28; o, lo que en este mismo dossier Lilliam Briseño Senosiain ha señalado acerca de la «hiper-abundancia de la información», quien además plantea los déficits que tenemos los historiadores a la hora de enfrentarnos y sacar rendimiento a la llamada «minería de datos». Sin olvidarnos del funcionamiento opaco de los algoritmos en los buscadores de Internet y su capacidad condicionante a la hora de acceder a la propia información29.
El futuro ya está aquí, y quienes reclamamos la función social de las ciencias sociales y humanas, hemos de empezar a prestar más atención a cómo formarnos en este tipo de cuestiones, de cara a evitar que la sobresaturación de registros y fuentes de información en línea nos conduzca a un auto-colapso. Sin olvidarnos que hay vida y fuentes de información fuera de la Web 2.0.
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Medios de comunicación: la mediatización del pasado invita a reflexionar y a repensar en toda esta serie de ideas, problemas y retos interconectados descritos de forma previa. Todavía más: este número monográfico tiene por fin analizar la forma en que los medios de comunicación -escritos o digitales- producen fuentes y recursos documentales necesarios para la investigación de la historia y la memoria colectiva, a la par que son agentes con un alto nivel de relevancia e influencia en los conflictos en torno a tales cuestiones. Nos interesa, igualmente, examinar e interpretar el modo en que se apoyan, socavan, reparan y se desafían mutuamente en un contexto político-social público fuertemente mediatizado.
Dos son los interrogantes que recorren transversalmente el número monográfico. Primero, cómo el periodismo gestiona la memoria de una nación, pero también de una comunidad específica de lectores y seguidores frente a otras instituciones educativas, políticas o jurídicas; segundo, de qué modo las narrativas mediáticas digitales contribuyen al conocimiento histórico y memorial.
Como decía Tuñón de Lara, la prensa como «objeto de una historia» nos obliga a un ejercicio de templanza para observar cómo ha mediatizado su propio pasado y, al mismo tiempo, en nuestro presente histórico cómo sigue mediatizando el acercamiento al pasado. Tampoco se puede ignorar como con ese poder de mediatizarlo todo, o casi todo, la prensa condiciona los procesos de anclaje, recuperación e interpretación de las memorias colectivas -generacionales o no- y que explican, por ende, un conjunto de hábitos y formas de comportamientos políticos-sociales, que subyacen a la propia vida orgánica de los medios de comunicación; a la par que refleja las tensiones, los conflictos, en la construcción de las narrativas que conviven en un tiempo histórico común, a través del relato periodístico y que, en su caso, pueden llegar a alcanzar la condición de hegemónicas o dominantes30.
A este amplio número de cuestiones tratan de responder los cuatro artículos que componen el presente dossier, cada uno de ellos desde su particular ángulo temático y línea de trabajo. Los textos tienen enfoques complementarios y parten de una mirada interdisciplinar desde la historiografía, abarcando desde finales del siglo XIX hasta la denominada «Historia del Presente Vivido»31. Sobresale también su diversa procedencia académica y el alto grado de internacionalización de cada uno de los autores, lo que vuelve a evidenciar el interés que despierta esta temática.
Ana Isabel Simón Alegre, doctora por la Universidad Complutense de Madrid, con una amplia trayectoria académica. En la actualidad es Assistant Professor en Adelphi University (New York). «Prensa, publicidad y masculinidades a través de El Álbum Ibero-Americano» es el título de su contribución. Presenta un sugestivo estudio de caso en torno a «El Álbum Ibero-Americano», medio que giró en torno a dos interesantes personajes históricos como fueron Concepción Gimeno de Flaquer y Francisco de Paula y Frase, durante un periodo de tiempo excepcional en España (1890 a 1909). Aportando un potente enfoque de interpretación: el examen de las identidades de género en la España de aquel momento, con una especial atención a las «diferentes expresiones de masculinidad». Sus palabras finales, nos dan buena cuenta de cómo este medio de comunicación tuvo un considerable impacto en un país convulsionado al cierre de su siglo XIX y en pleno proceso de transición cultural: «El Álbum Ibero-Americano fue una publicación híbrida que se mantuvo a medio camino entre diferentes géneros periodísticos y enfocada a un público de lectoras y lectores con capacidad y deseo de consumir y experimentar lo que la Modernidad les ofrecía». Finalizando: «Este público lector, cada vez que abría uno de los números del AIA esperaba encontrar en sus páginas un reflejo de la ambivalencia que se estaba respirando en España durante el tiempo que funcionó esta publicación».
A continuación, Sergio Gálvez Biesca, doctor en Historia Contemporánea y perteneciente al Iberoamerican Institute of the Hague, aborda un asunto clave de su principal línea de investigación -el Gobierno socialista en España (1982-1996)-: el papel del ABC, principal diario conservador, en los años del primer ejecutivo socialista tras la dictadura franquista. Tiempos de rápidas y brutales transformaciones políticas, económicas, sociales... ante la fuerza histórica que acarreó la puesta en marcha del denominado proyecto de «modernización del país». Proyecto que impulsaron los ejecutivos socialistas tras la contundente victoria electoral del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en octubre de 1982. «ABC frente a las huelgas generales en la época socialista en España, 19851994: imaginario, tópicos, prejuicios de clase e información periodística», indaga en las preocupaciones y los diagnósticos y pronósticos de los propietarios, editorialistas y analistas del ABC ante a las cuatro huelgas generales convocadas por los principales sindicatos del país, contra las reformas de las pensiones o del mercado de trabajo acometidas por los socialistas. Cómo fue evolucionando la posición de este medio conservador, pero ante todo cómo trató informativamente las reivindicaciones y la estrategia de los principales sindicatos españoles -concluye el autor- evidencia una actitud combativa cuando no militante por parte del citado medio.
En tercer lugar, Juan Carlos Sánchez Illán, profesor titular en la Universidad Carlos III de Madrid y César Luena, doctor en Historia Contemporánea por la Universidad de La Rioja y profesor asociado en la Universidad Carlos III de Madrid, presentan un vibrante texto en donde se recogen, a través de pequeñas entrevistas, las opiniones de los principales expertos y directores de los medios digitales fundados en estos últimos años en España. «El fin de la era de los grandes editores de prensa y la emergencia de los nuevos medios digitales. La reconversión del negocio de la información» es el título de su trabajo. Artículo en el que exploran, con gran dinamismo, las cuestiones fundamentales objeto de polémica que explican, en suma, el giro de 180° que ha dado el nuevo «modelo de negocio editorial».
El dossier se cierra con un texto que nos resitúa en la primera parte de esta introducción de la mano de Lillian Briseño Senosiain, procedente de la Escuela de Humanidades y Educación del Tecnológico de Monterrey (México). Doctora en Historia, forma parte del Grupo de Investigación de Enfoque Estratégico (GIEE): «Patrimonios e Industrias Culturales». Igualmente ha sido parte de equipos de investigación relacionados con el uso de nuevas fuentes para la Historia en el contexto de la era digital, lo que evidencia sobradamente en su contribución: «Los retos de la historia académica en la era digital». La historiadora aborda un sinfín de ítems en torno al futuro más inmediato de la historia digital:
cantidad de información; capacidad de análisis de la información; nuevas fuentes; historia lineal vs. hipertextualidad; libros impresos vs. libros digitalizados; almacenamiento de la información: resistencia en la academia; fuentes nacidas digitales y crowdsourcing; aprovechamiento de los recursos para divulgar la Historia; manipulación de la información; nuevas escrituras y expresiones; carencia de creatividad de los historiadores...32.
En ocasiones, la autora realiza afirmaciones e hipótesis de trabajo fuertes que pueden o no compartirse, pero que, a la postre, permiten radiografiar la mayor parte de las tareas perentorias que tenemos los investigadores a corto plazo.
De gran actualidad son los cinco artículos incluidos en la «zona libre». La mayoría tienen en común moverse por el «largo siglo XX» desde Europa a América Latina y abordar diferentes pasados traumáticos con hondas ramificaciones en el presente histórico. Jordi Guixé Corominas, uno de los más brillantes expertos en todo lo relacionado con la construcción de los procesos memoriales y actual director del Observatorio Europeo de Memorias de la Fundación Solidaridad de la Universidad de Barcelona, nos habla de los «Lugares de resistencia y memoria: residir y resistir». Desde la Universidad Nacional de Colombia, el doctor en Historia José David Cortés Guerrero, analiza el impacto que causó la revolución mexicana en la Colombia del primer tercio del siglo XX con su aportación «"Matanza, pillaje y destrucción": aspectos sociales de la Revolución mexicana vistos desde Colombia, 1910-1917». Por su parte, la doctora en Historia, Vanesa Teitelbaum, investigadora adjunta del prestigioso CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), nos trae un tema de permanente actualidad como es el caso de la Shoá a través de un estudio de caso muy interesante: Nechoma Zaluski, mujer judía, cuyo periplo por Polonia y su posterior huida a Argentina nos retrata la dureza de las migraciones forzosas y la necesidad de trabajar tales experiencias biográficas, individuales o colectivas, desde la historia social -«Migración en tiempos de la Segunda Guerra Mundial. El caso de una mujer judía a Tucumán»-. Por otro lado, y nuevamente desde México, se examina otro de los episodios dramáticos que recorrieron la historia de Centroamérica en el último tramo del siglo XX: la dictadura militar en Guatemala. De la mano de Fabiola Manyari López Bracomonte, doctora en Ciencias en Ecología y Desarrollo Sustentable, procedente del Centro de Investigaciones Multidisciplinarias de Chiapas y la Frontera Sur de la Universidad Nacional Autónoma de México, se examina como la extrema violencia política en aquel país consiguió un gran objetivo: que los diferentes pueblos mayas se convirtieran en enemigos entre sí. Bajo el título: «Conflicto armado en Guatemala: reconstrucción histórica y memoria colectiva del pueblo maya chuj», violencia y resistencia van de la mano en otro interesante estudio de caso como se evidencia con el pueblo maya chuj.
Se cierra este apartado cambiando de siglo, temática y enfoque. Francisco Javier Herrera García, profesor titular de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla (España), nos traslada a la primera mitad del siglo XVI a través de un personaje poco conocido como sucede en el caso de Alonso de Oviedo. Mucho más que un hombre de negocios al uso y cuya vida y obra posibilita internarse por el micromundo de los negocios en una Sevilla que en aquel tiempo era una de las capitales mercantiles. Entre otras muchas fuentes empleadas sobresale la documentación inédita procedente del Archivo General de Indias, el Archivo Histórico Provincial de Sevilla o el Archivo del Instituto de Patrimonio Cultural de España. La relevancia económica, social y cultural de los conocidos plateros -mercaderes y prestamistas- queda sobradamente evidenciada en este atrayente trabajo titulado «Platería, perlas y negocios en la primera mitad del siglo XVI. Alonso de Oviedo y su protagonismo en la Sevilla americana y mercantil».
Por último, en la sección «reseñas y debates» Jairo Arturo Portilla Tarazona, licenciado en Ciencias Sociales por la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, nos vuelve a situar en el siglo XVI, pero en esta ocasión, tiempo antes de la conquista. El emplazamiento geográfico de Hunza, una de las ciudades principales de la confederación muisca en la época precolombina, es el objeto del texto que acompaña la sección Reseñas y Debates, por el título «Asentamiento indígena de Hunza anterior a la conquista. Una mirada desde los imaginarios». Cómo y de qué forma la ubicación física y las características naturales del entorno pueden llegar a condicionar la configuración de las identidades colectivas de los entonces habitantes de Hunza constituye, sin duda, un enfoque innovador, pero con otra contracara: mantiene el autor un conjunto de tesis sujetas a debate y controversia cuando, por ejemplo, finaliza su texto afirmando «cómo el éxito de la colonización durante este periodo de tiempo se debió a la reconfiguración de los imaginarios de las comunidades indígenas».
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Cerramos este editorial agradeciendo a Historia Y MEMORIA la puesta a disposición de sus páginas, en primer lugar, para el dossier monográfico «Medios de comunicación: la mediatización del pasado» en su «sección especial». Una excepcional oportunidad para poner sobre la mesa las estrechas y no fáciles relaciones entre la prensa y la historia. Nos encontramos ante un tema histórico inagotable como han evidenciado con maestría, dedicación y pasión todas y cada una de las y los historiadores que han participado. Otro tanto sucede con el amplio elenco de doctoras y doctores e investigadores nóveles cuyos trabajos han sido publicados en las secciones «zona libre» y «reseñas y debates». Internacionalización, interdisciplinariedad y una enorme profesionalidad marcan sus contribuciones. A todos y cada uno ellos queremos agradecer su trabajo. Un nuevo número de Historia Y MEMORIA, en conclusión, que hijo de su tiempo, del COVID-19, ha conllevado un mayor esfuerzo y una tensión investigadora extra, pero creemos, sinceramente, que el resultado ha merecido la pena.