INTRODUCCIÓN
El avance de las nuevas tecnologías reconoce a la globalización como la tendencia más imperante en el mundo (Morán-Álvarez, 2014, p. 50), lo que ha propiciado, entre otros factores, que las empresas se enfrenten a un entorno crecientemente competitivo (Estrada, Cano y Aguirre, 2019). Un elemento clave para mejorar la competitividad de una economía es la penetración de las nuevas tecnologías en su sociedad y las compañías, además de su capacidad de innovación (la generación de rentas tecnológicas y temporales), que se convierte en un factor decisivo para la generación de empleo, el éxito y la permanencia en los mercados (Bravo, 2018). En otras palabras, los territorios con mayor capacidad de innovación tienen mayor emprendimiento (Sánchez, García y Mendoza, 2015). Así, el ecosistema empresarial apoya el crecimiento económico (Acs et al., 2018), pues las regiones de alta cultura empresarial tienden a tener un mayor crecimiento del empleo (Stuetzer et al., 2018). Todo esto insta a potenciar el crecimiento económico, generar nuevos empleos y, por consiguiente, mejorar la calidad de vida de la ciudadanía (Vaquero, 2011).
Las personas expertas aún debaten entre si el sistema territorial de innovación desempeña o no un papel significativo y positivo en el crecimiento económico. No obstante, la principal controversia es el hecho de que las evidencias empíricas actuales sobre la relación entre innovación y crecimiento económico siguen siendo opuestas (Love y Roper, 2015; Memili et al., 2015; Kogan et al., 2017; Norris y Vaizey, 2018; Thomas, 2018). Sesay, Yulin y Wang (2018) defienden el efecto positivo del sistema nacional de innovación en el crecimiento económico; sus resultados muestran que apostar por el desarrollo de un sistema nacional de innovación es una potencial oportunidad para acelerar su crecimiento económico.
A nivel territorial, en la Unión Europea, según Heredia y Sánchez (2016), "la innovación, la educación, el empleo y la competitividad se constituyen en pilares fundamentales" (p. 229), pues ya desde los noventa las políticas se enfocan en la tecnología e innovación. Posteriormente, a partir de 2007, las políticas se orientan a implantar una economía más verde e impulsar las estrategias de I+D+i, el uso de energías renovables y la innovación ecológica. Palacios y Saavedra (2018) indican que las instituciones y políticas públicas referentes a la I+D influyen positivamente en el empleo, pues "queda claro que las instituciones de investigación y transferencia de tecnología son fundamentales para promover la cooperación en I+D en un país, [...] crean un ambiente de competencia e innovación que obligará a las empresas a invertir en I+D y cooperar" (p.129).
Silvia Montoya (2019), actual directora del Instituto de Estadística de la UNESCO, argumenta que "la innovación es fundamental para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030". La Unión Europea es consciente de esta realidad, como lo evidencian los objetivos prioritarios de la Estrategia Europa 2020, que concretamente especifican que la Unión Europea debe alcanzar en 2020 una inversión mínima del 3% del PIB en I+D (Comisión Europea, 2019). Díaz-Martínez y Zozaya-González (2016) exponen los antecedentes de la actual política europea en el Programa Marco de Investigación y Desarrollo de 2006. Además, a tenor de los resultados de Stevanovic et al. (2018), es preciso señalar que la UE aún no dispone de homogeneidad en términos de competitividad, aunque las economías europeas avancen en la construcción de una economía intensiva en conocimiento y las regiones vayan reduciendo las diferencias en innovación (Comisión Europea, 2019). Por este motivo, España sitúa la I+D+i en el centro de su estrategia político-económica.
La Estrategia Estatal de Innovación (E2I) de España constituye el marco de actuación hasta 2020, con una dotación económica de 6700 millones de euros para fortalecer el modelo productivo. Se centra en el fomento y la creación de estructuras que provean el conocimiento científico y el desarrollo tecnológico. Esta estrategia vigente consta de cinco ejes de actuación: a) la generación de un entorno proclive a la innovación, b) el fomento de la innovación desde la demanda pública, c) la proyección internacional, d) el fortalecimiento de la cooperación territorial y e) el refuerzo del capital humano (Ministerio de Ciencia e Innovación de España, 2019). Hoy España ocupa el puesto 19 de 28 en el ranking de innovación de la Unión Europea (Comisión Europea, 2019). Desciende tres posiciones respecto al año anterior y se mantiene entre los países "moderados" por su nivel de innovación (Fundación COTEC para la Innovación, 2019). De ahí que se describa al desempeño innovador de España como ínfimo; una posición en completa contradicción con la potencialidad económica, consecuencia de los recortes presupuestarios, junto a una errónea gestión neoliberal de las inversiones. De igual modo lo recoge el último informe de la Fundación Telefónica sobre la sociedad de la información en España, que señala que este país cuenta con importantes infraestructuras para el desarrollo de innovaciones tecnológicas, pero aún necesita de una demanda que permita la puesta en marcha de las innovaciones eficientes. Esta es una debilidad que apunta directamente a la capacidad de demanda del sector público (Foro de Empresas por Madrid, 2018).
Por su parte, la estrategia centralizada de Rusia cuenta desde los noventa con organizaciones de I+D (hasta el 70% es propiedad pública), estrategias de prevención de "fuga de cerebros científicos" e importantes fundaciones científicas gubernamentales como el Fondo de Desarrollo Industrial) (Gershman et al., 2018, p. 135). Actualmente, operan algunos documentos estratégicos de alto nivel como el Marco de Política Científica y Tecnológica, y la Ciencia y la Tecnología Prospectiva 2030. Plantean Gershman et al. (2018):
En 2011, Rusia adoptó su estrategia nacional de desarrollo innovador, [...] luego, uno de los decretos presidenciales de mayo de 2012 establece determinados objetivos de ciencia y tecnología hasta 2018. En 2013 se elaboró un conjunto de hojas de ruta de la tecnología diseñado para apoyar a los 'nuevos sectores de la economía', como las TIC, biotecnología, materiales compuestos, fotónica, ingeniería e industria diseño. (p. 136)
Se trata de un país que apuesta por la innovación pese a las crisis económicas como la que atraviesa desde 20141 (Kolmykova et al., 2020). Por su parte, Aldieri, Kotsemir y Vinci (2018) examinan los factores que impulsan la creación de empleo en Rusia, con especial atención en el papel de la política de innovación, pues produce efectos de creación de empleo. En esta coyuntura, el país dirige una estrategia smart city asentada sobre la inteligencia artificial, la promoción de parques científicos (como el Skolkovo), el blockchain y la ciberseguridad. Además, busca posicionarse internacionalmente como centro de referencia en tecnologías de la información (TI) e incentivar la exportación de tecnología bajo su experiencia en implementación, a través del sello "Made in Moscow". Con relación a las iniciativas público-privadas, la estrategia de impulso al desarrollo tecnológico se basa en la cooperación colectiva interna con las alianzas internacionales público-privadas, como la transmisión de telemetría en una plataforma de vehículos compartidos, la tecnología de reconocimiento facial para edificios residenciales y sensores inteligentes de estacionamiento en vías urbanas (Gershman et al., 2018).
Los antecedentes se encuentran entre 2005 y 2008, cuando varias regiones exitosas (Moscú, San Petersburgo, Tatarstán, Sverdlovsk, Rostov, Novosibirsk) utilizaron el capital humano y las tecnologías de las grandes ciudades para desarrollar servicios intensivos en conocimiento y atraer a los inversores reduciendo los riesgos (Zemtsov y Smelov, 2018, p. 84). No obstante, Golova, Sukhovey y Nikulina (2017) demuestran la diferenciación en el desarrollo innovador de las regiones rusas2 y cómo el sector ruso de innovación va rezagado de la mayoría de los países desarrollados y en vías de desarrollo. En los últimos años, la esfera de la ciencia y la educación ha sido objeto de reformas sustanciales con la vigencia de la Estrategia de Desarrollo Científico y Tecnológico de Rusia, que ha buscado incrementar el desarrollo innovador (Romanov, 2018).
Puede que este incremento deba dirigirse al sector sin fines de lucro, pues Krasnopolskaya y Meijs (2019) entienden que rige una política gubernamental ambigua hacia él, es decir, las grandes organizaciones sin fines de lucro tienen más probabilidades de ser innovadoras en Rusia. Así, esta investigación identifica la realidad innovadora en una sociedad civil débil con un gobierno influyente. Ciertamente, el apoyo gubernamental y la regulación de la actividad innovadora son incipientes: un conjunto de mejoras en la eficiencia de la regulación administrativa de la innovación, más un conjunto de prioridades de desarrollo científico/técnico (Reshetov et al., 2018). Esto se materializa en la creación de plataformas tecnológicas vinculantes entre el mundo académico y el mundo industrial, la conformación de agrupaciones regionales innovadoras y los programas de innovación de grandes empresas estatales (Gershman et al., 2018, p. 136).
No obstante, esta argumentación sobre la innovación rusa es débil, pero su tratamiento se dirige a lograr alguna averiguación para la dinámica civil de la economía rusa. Por consiguiente, esta investigación versa sobre la innovación de dos países con un gasto semejante en investigación y desarrollo (% del PIB) y una naciente evolución de las relaciones comerciales y financieras, sucedida en múltiples relaciones bilaterales. La importancia práctica consiste en determinar la innovación desde la facilidad para el intercambio de información económica entre Rusia y España.
En el ámbito teórico, Heredia y Sánchez (2016) precisan respecto a la capacidad de innovación en las pymes:
Arrow (1962) defiende que existen incentivos para innovar en mercados en competencia perfecta y argumenta la importancia que tiene la demanda en la creación de innovaciones. Aunque hay muchas autorías que comparten con Schumpeter (1943) la idea de que la innovación es clave para la permanencia en el mercado, pues cada vez es más frecuente encontrar trabajos que se alejan de su corriente monopolística; y en su lugar, identifican a los mercados en libre competencia como aquellos más propicios para la innovación. (p. 225)
Desde la representación pública, Mazzucato (2011) reconoce el aporte del Estado en la innovación para el desarrollo emprendedor, pues las instituciones estatales contribuyen esencialmente a la innovación empresarial. La investigadora ha demostrado el papel impulsor del Estado en el proceso de innovación. Unas demostraciones que, parece, van a estructurar parte esencial de la política de innovación de la Unión Europea durante el próximo periodo de programación 2021-2027, encaminada al cambio climático y la gestión de las ciudades y con intervenciones de cooperación entre el sector público y el sector privado. Analógicamente, la relación Universidad-Empresa-Estado es clave para mejorar las condiciones de innovación en la sociedad actual. Además, es un tema relevante desde 1980 (Barrios, Olivero y Acosta-Prado, 2017), como lo evidencia la relación entre la universidad, el entorno y las actividades de investigación (Etzkowitz y Leydesdorff, 2000; Liñán y Fayolle, 2015; Acs et al., 2018; Di Nauta et al., 2018; Nicolescu, 2018; Trequattrini et al., 2018). Hay que seguir avanzando en las estrategias de desarrollo, la institucionalización de cooperaciones empresariales y una definición activa de universidad urbana (Liu, 2019).
En consecuencia, el objetivo de la investigación es determinar la posición de España y Rusia en la innovación. Así, pues, se proponen dos objetivos específicos: definir el diferencial comparativo de cada país ante la tecnología e innovación y delimitar los aspectos positivos de cada territorio con el fin de la promoción bilateral de cooperación y transferencia de conocimiento. La investigación se estructura en cuatro partes, además de esta introducción: la primera limita el marco teórico de los resultados sobre el impacto de la innovación en el desarrollo económico de dos naciones; luego se explica la metodología para analizar los datos; en una sección posterior se exponen los resultados obtenidos; finalmente se presentan las conclusiones que dan respuestas a los objetivos fijados. En definitiva, el trabajo viene a sumar valor en la creación de conocimiento y en el tratamiento de una realidad específica y singular, que, al tiempo que proporciona información a diversas partes involucradas de los ámbitos académicos local y regional, insta a trabajar en exploraciones científicas más ambiciosas.
REVISIÓN DE LA LITERATURA
La literatura consultada se sustenta en tres tópicos claves: políticas públicas de I+D+i, innovación (capacidad para innovar e inversión I+D) y tecnología (absorción de las tecnologías e inversión extranjera). Madero-Gómez y Barboza (2015) ahondan en el papel significativo de la innovación:
La literatura realza el rol que los procesos de innovación juegan en el desempeño de las empresas y el crecimiento del empleo con relación a la generación de cambio tecnológico que resulta en externalidades dinámicas del derrame del conocimiento. [.] Las tres principales teorías que explican estos procesos son aquellas expuestas por Arrow, 1962, Romer, 1986, Porter, 1990; y Jacobs, 1969, Jacobs, 1984. (p. 738)
Hoy se promociona la innovación abierta desde las oportunidades que ofrece la colaboración entre la ciudadanía, el empresariado, el sector público y las tecnologías emergentes (Gascó, 2017; Flor, Cooper y Oltra, 2018). Kim, Kim y Yang (2012) encuentran que dentro de las regiones con mayor actividad empresarial existe una sinergia positiva entre el gobierno y los departamentos de I+D universitarios, y entre los departamentos de I+D de la industria y las universidades. No obstante, Benneworth, Pinheiro y Karlsen (2017) instan a un mayor papel de las universidades en los sistemas regionales de innovación (RIS).
En palabras de Salazar et al. (2019), la innovación se define como "la capacidad y la cualidad que tiene el ser humano proveniente del conocimiento para generar una idea o un proyecto de emprendimiento" (p. 253). Los autores establecen un fuerte vínculo entre innovación y capacidad emprendedora. Esta relación también ha sido recogida por Sánchez-Torné et al. (2019), al evidenciar cómo poseer una capacidad innovadora supone un elemento relevante para establecer un negocio en un territorio. En el ámbito empresarial, Barge-Gil y López (2015) analizaron el efecto de la inversión en innovación y desarrollo sobre la productividad empresarial, al señalar que son dos actividades diferentes, pero que solo la realización conjunta conlleva un aumento de la productividad. Con base en ello, el aumento de las inversiones en tecnologías (TIC), el intercambio de conocimientos y la reciprocidad de información ayudan al tejido empresarial (Scuotto et al., 2017). Según Azar y Ciabuschi (2017), todavía existe una limitada investigación sobre la innovación -y sus diferentes tipos- en relación con el rendimiento. En su contribución a la literatura empresarial, indican que la innovación organizativa mejora el rendimiento mediante el mantenimiento de la innovación tecnológica (variable mediadora). A continuación, se aborda una concisa revisión de los trabajos empíricos localizados que atienden al estado de la innovación en los países en estudio.
España: políticas públicas de I+D+i, tecnología e innovación
En las políticas regionales de innovación, europeas y nacionales, la dependencia del empleo y la innovación en I+D es de carácter híbrido (Sanso-Navarro y Vera-Cabello, 2018). Puede que ello derive en que se atienda a la intervención gubernamental, especialmente desde la política territorial de las regiones. Cabanelas et al. (2017) reconocen que la gobernanza influye en el rendimiento de las redes de investigación promovidas por los responsables de políticas regionales. Esta es una premisa relacionada con la heterogeneidad regional vinculada al tamaño de la economía local y al tipo de sistema de innovación regional; es decir, el apoyo gubernamental a la I+D reduce sus tasas de abandono cuando existe un dinámico sistema de transferencia del conocimiento (Cruz-Castro et al., 2018).
La atención a la política regional y las observaciones territoriales son señaladas por los trabajos sobre competitividad económica. De esta manera, Navarro, Durán y Santos (2017) presentan el índice de competitividad de las regiones de España, en el que destaca que en el periodo 2001-2014 Madrid es la región más competitiva, en tanto Canarias, Castilla-La Mancha y Extremadura son las menos competitivas. También se encuentran trabajos sectoriales, como en el caso de la industria de defensa y el compromiso en I+D (García-Estévez y Trujillo-Baute, 2014). Asimismo, existen investigaciones que tratan instrumentos concretos e impulsores de I+D, como la contratación pública de innovación y la innovación social. La contratación pública de innovación es una herramienta de política de I+D+i que promociona al sector privado y reduce los riesgos tecnológicos (Penate y Sánchez, 2018), mientras que las iniciativas de innovación social prosperan en los territorios mediante medidas fiscales, legislativas y sociales específicas (Solov'eva et al., 2018). En mayor detalle de lo referente a la política regional, López-Bazo y Motellón (2018) puntualizan que el contexto regional determina el efecto de los factores internos, más que incidir directamente en la innovación, especialmente en la capacidad de absorción de la empresa. Por su parte, Beneito (2002) argumenta que las estrategias tecnológicas se encuentran asociadas a determinantes de localización.
Iglesias, Jambrino y De las Heras (2017) recogen cómo el ámbito teórico ha justificado holgadamente que la innovación es un factor clave en la competitividad de las naciones y las empresas y cómo las políticas públicas son significativas para fomentar la innovación. Principalmente, detallan seis facilitadores de innovación: apoyo (inversión, equipo cualificado, planificación estratégica, cultura); facilitador para el desarrollo (motivación e implicación organizacional, persona para liderar); organización interna; habilidades y conocimientos; facilitadores fiscales y facilitadores de comunicación (externa e interna). Asimismo, existen las indagaciones que tratan de precisos instrumentos tecnológicos, como es el caso de los Parques Científicos y Tecnológicos (PCT), Albahari et al. (2018) los definen como instrumento de política de innovación al averiguar que las consecuencias empresariales positivas de ubicarse en un parque son un mejor rendimiento innovador potenciado en las regiones menos desarrolladas.
Rusia: políticas públicas de I+D+i, tecnología e innovación
En los últimos años, los instrumentos de política estratégica en materia de innovación han aumentado, con un énfasis en el apoyo del gobierno ruso a las empresas innovadoras (Gershman et al., 2018, p. 139). En este sentido, Shuba y Sotskyi (2019) indican que la financiación de pequeñas empresas innovadoras es la base para la mejora nacional. En conjunto, las empresas públicas impulsan la demanda de tecnología y absorben la innovación abierta (extienden sus actividades innovadoras a las fuentes nacionales de conocimiento) (Gershman, Roud y Thurner, 2019). Por su parte, Shevchenko et al. (2017) tratan las particularidades del modelo de desarrollo económico en Rusia, desde su orientación a la experiencia internacional en la construcción de la economía innovadora al reconocimiento de las nuevas tecnologías como la principal fuente de modernización industrial.
Unas demostraciones más minuciosas son las presentadas por Kaneva y Untura (2017), que atienden al impacto de la "Estrategia para el desarrollo de la ciencia y la innovación hasta 2015" en la mayoría de las regiones rusas, dado que el gasto en innovación tecnológica y la calidad de las instituciones inciden directamente en el crecimiento económico. Molodchik y Jardon (2017) defienden la creación de conciencia innovadora, los programas específicos de apoyo a la I+D y la acumulación de capital en TIC para el desarrollo de programas gubernamentales de pymes rusas.
Según Gershman et al. (2018), Rusia presenta una conexión limitada entre la ciencia y la industria, tal como es verificado en los trabajos académicos consultados. La tradición de la ciencia señala al gobierno como el principal impulsor del desarrollo científico, pero también el responsable del fracaso en la transferencia de conocimientos (Kaneva y Untura, 2017) y la promoción de la innovación en las empresas. Las razones se hallan en un marco institucional poco avanzado y en la falta de competencia en el mercado (Gershman et al., 2018, p. 136).
A propósito de la innovación, Smith y Thomas (2017) examinan el impacto de la inversión extranjera directa y la capacidad de absorción en la innovación regional rusa para llegar a confirmar el efecto significativamente positivo de la inversión extranjera directa en la innovación. En el tejido empresarial, Zemtsov y Chernov (2019) muestran que el crecimiento de las empresas de tecnología en Rusia depende principalmente de los factores básicos: la edad y el tamaño (impacto negativo); el capital y la mano de obra (impacto positivo). También identifican dos factores que contribuyen a mantener altas tasas de crecimiento empresarial: el acceso a los mercados internacionales y la entrada en la empresa estatal.
En aras de la exploración realizada, se puede decir que se hallan más trabajos empíricos en materia de innovación en España y menos trabajos en materia de innovación en Rusia, aunque las demostraciones rusas corresponden a un periodo más reciente. Y esto es un indicador de auge y de acierto científico.
METODOLOGÍA
La información empleada versa sobre la encuesta anual (Índice de Competitividad Global) realizada por World Economic Forum (2018) a personas empresarias y directivas de corporaciones relevantes de todos los sectores económicos de cada país (en 2017 alcanzó 12.775 repuestas de 133 países). Esta organización sin ánimo de lucro emplea su red de organizaciones asociadas para la administración. Así, la red está compuesta por instituciones académicas, centros de investigación, organizaciones empresariales, consejos nacionales de competitividad u otras entidades profesionales y consultorías de estudios. World Economic Forum es una fuente fiable y de calidad, tanto por su rigurosidad en el proceso de obtención de los datos como por su procedimiento estadístico. Además, ha sido tratada por otros investigadores: Echebarría (2006), Benzaquen et al. (2010), García-Ochoa, Bajo y Blázquez (2012), Buendia (2013) y Stevanovic et al. (2018).
La encuesta comprende 150 preguntas divididas en 15 secciones. En ellas se pide a las personas directivas y empresarias que valoren diversos aspectos de la economía, a través de una escala Likert de 1 al 7 (siendo 1 la valoración más baja y 7 la más elevada)3. Las preguntas utilizadas para la presente investigación fueron las recogidas en las secciones de tecnología e innovación.
En relación con el horizonte temporal seleccionado, se optó por estudiar la serie que comprende la última década de información publicada4 (2007 a 2017), por cuanto supone un ciclo de observación significativo para conocer el papel de la innovación en dos países, así como el estado actual y retrospectivo. Es decir, se realiza un análisis comparativo de la evolución de la capacidad de innovación y la competitividad de dos economías a lo largo de un periodo de diez años, siguiendo a otras investigaciones como la de Kowalska et al. (2018). Para reflejar la trayectoria de las series temporales de las variables analizadas y evidenciar las diferencias entre Rusia y España, se llevó a cabo un análisis longitudinal, empleando para ello representaciones gráficas lineales.
En específico, en el eje horizontal se visualiza el rango temporal (2007-2017), y en el eje vertical, la valoración media, ajustando su escala para resaltar las discrepancias entre ambos países. España y Rusia ostentan características particulares que deben concurrir en esta investigación (tabla 1). Rusia es el país más extenso del mundo y su población fue tres veces superior a la de España. En cambio, el PIB per cápita ruso supone menos de la mitad del PIB per cápita que alcanzó España, lo que deriva en un menor margen para gasto en educación (el triple en España). No obstante, el gasto en investigación y desarrollo representado en porcentaje del PIB es muy parejo.
Característica | Rusia | España |
---|---|---|
Población | 143.990.000 | 46.659.302 |
Extensión | 17.098.250 | 505.940 |
PIB per cápita | 9699 € | 25.100 € |
Gasto en educación per cápita (2015) | 319 € | 999 € |
Gasto en investigación y desarrollo (% del PIB, 2016) | 1,09 | 1,18 |
Fuente: Datosmacro (2019) y Banco Mundial (2019).
RESULTADOS
La estructura de este apartado responde a la disposición de los datos tratados del Índice de Competitividad Global de 2017 del World Economic Forum. Por lo tanto, se analiza la evolución de siete aspectos relacionados con la innovación: a) capacidad para innovar; b) calidad de las instituciones de investigaciones científicas; c) gasto de la compañía en I+D; d) colaboración universidad-industria en I+D; e) adquisición gubernamental de productos tecnológicos avanzados; f) disponibilidad de científicos e ingenieros; g) número de solicitudes presentadas en virtud del Tratado de Cooperación en Materia de Patentes (PCT) por millón de habitantes (en este caso solo se dispone de información desde el 2012). Posteriormente, se presenta el apartado sobre tecnología, el cual abarca tres puntos: a) disponibilidad de las últimas tecnologías; b) absorción de las tecnologías por las empresas; c) en qué medida la inversión extranjera directa conlleva nueva tecnología en el país.
Valoración de las personas directivas y empresarias sobre la innovación
World Economic Forum define la innovación como "un proceso por el que los conocimientos y las ideas surgen y se trasladan al mercado, dando frutos rentables". A partir de tal definición, en la figura 1 se observa que las personas empresarias de Rusia y España han elevado su valoración en el transcurso del tiempo y han llegado casi a igualarse en el último curso analizado, aunque no se logra alcanzar cifras realmente dominantes. Si se contrasta esta observación con las evidencias5 del ranking de países más innovadores del mundo (engloba a más de 200 economías) confeccionado por Bloomberg (Jamrisko, Miller y Lu, 2019), Rusia ocupa el puesto 27 y España el 30 (ambos son puestos elevados en la tabla y cercanos entre sí). Para Bloomberg la posición de España es efecto de una baja actividad de patentes, el inferior valor añadido en la fabricación y la escasa densidad tecnológica.
Fuente: The Global Competitiveness Report 2017-2018, 2016-2017, 2015-2016, 2014-2015, 2013-2014, 2012-2011, 2011-2010, 2010-2009, 2009-2008, 2008-2007.
En la figura 2 se presenta la valoración sobre la calidad de las instituciones de investigaciones científicas del país. España manifiesta una tendencia ligeramente al alza, al pasar de valores cercanos a 4 (por debajo de Rusia entre 2007-2008 y 2008-2009) hasta alcanzar la puntuación de 5 en el último periodo (superando a Rusia desde el curso 2010-2011). En cambio, la trayectoria de Rusia presentó dos fases: decreciente (2007-2008 a 2012-2013) y en alza (2013-2014 en adelante). En esta última se evidencian resultados contiguos a los de España. Una medida sobre la calidad de las instituciones de investigación es el número de publicaciones en revistas científicas y técnicas. Según el Banco Mundial (2019), entre 2007 y 2016 el volumen de artículos rusos casi se ha duplicado, mientras que los artículos españoles se han incrementado en un 25%. Además, en valores absolutos, el número total de publicaciones realizadas en Rusia es superior al de España desde 2016 (59.133 Rusia y 52.820 España). A tenor de estos resultados, la voluntad por mejorar la calidad de las instituciones científicas está siendo más intensa en Rusia que en España.
La capacidad de innovación de las compañías se ve influenciada por la intensidad de los esfuerzos económicos realizados en inversión de I+D, tal como valoran el citado esfuerzo las personas directivas en la figura 3. La apreciación menor, con respecto de las anteriores, se acentúa pues se pone de relieve una carencia en su capacidad innovadora que condiciona de forma sistemática a ambos países. Asimismo, desde que se hizo patente el inicio de la crisis en 2009, la puntuación de ambos países se redujo hasta 2012-2013, año en el que dicha puntuación comenzó a incrementarse en Rusia y a estabilizarse en España, hasta encontrarse los dos territorios en una valoración próxima de 3,5. Desde la incertidumbre sobre las previsiones económicas mundiales, se confía en que la inversión en I+D se mantenga constante y se espera regularidad del buen ritmo, pues la continuidad y el liderazgo siguen siendo factores críticos para mantener el impulso de la innovación (Global Innovation Index, 2019).
La cooperación interuniversitaria es una fuente de competitividad en las sociedades del conocimiento (Tetrevova y Vlckova, 2018). Dentro de las instituciones de investigaciones científicas destacan las universidades como centros de creación de ideas innovadoras, con un claro compromiso y obligación de transferencia a la sociedad. Por esta razón, los programas universitarios de spin-offs y el apoyo financiero a las start-ups están en el centro del debate (Fuster et al., 2019; Cabrera-Blanco et al., 2020). La iniciativa empresarial académica -esto es, la creación de nuevas empresas basadas en tecnologías derivadas de la investigación universitaria- es un motor reconocido del desarrollo económico regional y nacional (Hayter, Lubynsky y Maroulis, 2017). La investigación entre innovación y las start-ups está ganando impulso, pues estas son organizaciones intrínsecamente abiertas y comprometidas en procesos de innovación (Spender et al., 2017; Breznitz et al., 2018). Estas premisas no se reflejan en la colaboración universidad-industria, al presentar valores reducidos; desde el curso 2011-2012 en España decrece y en Rusia incrementa. Inicialmente, España exhibía resultados superiores a los de Rusia, pero en los dos últimos cursos esta situación se ha invertido. A pesar de esto, las derivaciones muestran la debilidad de las universidades de ambos territorios al transferir conocimiento a la industria. Bien es cierto que hay características en la idiosincrasia de la población española que dificultan una apuesta clara por estos dos tipos de empresas. La spin-off está unida a la universidad y puede entenderse como un mecanismo de control y generar huida; mientras que la start-up exhibe una falta de acción, y para la ciudadanía española madurar un proyecto requiere de mucho tiempo.
En relación con los beneficios derivados de la propiedad industrial que obtienen las universidades, el informe elaborado por The Times Higher Education - World University Rankings 2019 sitúa a dos instituciones rusas dentro de los 20 primeros puestos (la Universidad Nacional de Investigaciones Nucleares [MEPHI], posicionada en séptimo puesto mundial, y el Instituto de Física y Tecnología de Moscú, en el decimocuerto), mientras que la primera universidad española (la de Navarra) se encuentra en el puesto 161. Solo hay una universidad española (la Universidad de Barcelona) entre las 200 mejores del mundo del Shanghai Ranking's Academic Ranking of World Universities (ARWU) 2019, y una universidad rusa (la Universidad Estatal de Moscú) entre las 100 mejores. Estos datos señalan diferenciación académica entre ambos países, a favor de la educación superior rusa. Según Gershman et al. (2018), en Rusia durante "los últimos diez años el gobierno ha apoyado en gran medida a las universidades para que fortalezcan sus capacidades de investigación e innovación" (p. 136). Entre las medidas adoptadas para ello inciden: la financiación de programas universitarios de investigación, la creación de empresas derivadas de la relación entre los institutos públicos de investigación y la academia, la atracción de personas científicas destacadas, la internacionalización de la educación superior y el apoyo a la infraestructura innovadora y a proyectos conjuntos de alta tecnología.
La valoración de las personas empresarias en relación con las actuaciones gubernamentales por adquirir productos tecnológicos avanzados es de tendencia decreciente en España, mientras que en Rusia aumenta desde 2013-2014, hasta superar las cifras españolas. Eso sí, a lo largo del periodo estudiado hay siete años en los que España obtiene una valoración superior a Rusia, y en dos ocurre lo contrario. Aunque los resultados son bastante bajos, el gobierno ruso ha apostado por incrementar su inversión en productos tecnológicos, lo cual generará beneficios futuros.
Uno de los recursos endógenos más valiosos de los que dispone una economía son sus recursos humanos; concretamente, en el ámbito de la investigación, corresponden a las personas científicas e ingenieras. Como se observa en la figura 6, Rusia presenta una trayectoria decreciente hasta el año 2014, que comienza un ligero incremento. España ha dibujado la forma de una ola y su cresta se sitúa en los años 2013-2014 y 2014-2015 (superando la valoración de 5), para terminar con cifras muy similares a las rusas (4,5). Se puede contrastar esta información con la ofrecida por el Índice de Competitividad por el Talento Global 2019 (atraer, desarrollar y retener el talento) elaborado sobre 125 países, en el que España ocupa el 31 y Rusia el 49. Por consiguiente, se comprueba cierta proximidad, aunque España manifiesta valoraciones superiores a las rusas.
El Banco Mundial (2019) define las solicitudes de patentes como aquellas "presentadas en todo el mundo a través del procedimiento del Tratado de Cooperación en materia de patentes o en una oficina nacional de patentes por los derechos exclusivos sobre un invento: un producto o proceso que presenta una nueva manera de hacer algo o una nueva solución técnica a un problema"6. World Economic Forum pondera el volumen de solicitudes de patentes por el número de personas habitantes, con lo que se evidencia que el total alcanzado por España es significativamente superior a Rusia (figura 7). Aunque si se atiende a los valores absolutos, la interpretación cambia ya que el Banco Mundial registró en 2016 26.795 solicitudes de patentes rusas y 2745 españolas. Además, la evolución de ambos territorios ha sido dispar: Rusia se ha mantenido estable en el horizonte temporal 2000-2016, mientras que España registra descenso, con una reducción del 16%.
Según datos oficiales el descenso se mantiene, pues en 2017 el registro de patentes cayó un 20%. Una caída que se ha acentuado este pasado 2018, cuando, según la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM), se solicitaron un total de 1576 patentes nacionales, 710 menos que en 2017 y 1273 menos que en 2016 (un descenso del 31,06%) (Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, 2019). En particular, en Rusia la actividad de patentes de las principales instituciones de educación superior ha descendido en varias ocasiones (Romanov, 2018). Según Sesay Yulin y Wang (2018), la concesión de patentes presentadas sistemáticamente por las personas residentes durante los últimos años puede ser por la formación del personal científico y la mejora de una base sólida de investigación.
Valoración de las personas directivas y empresarias sobre la tecnología
El acceso a los avances tecnológicos determina el crecimiento económico y mejora de la competitividad. En este caso, las valoraciones de las personas directivas españolas son más elevadas que las valoraciones rusas (figura 8). La tendencia española ha sido regularmente estable durante el periodo, mientras que la rusa ha sido progresiva. Cohen y Levinthal (1990) indicaron que las empresas deben detectar el valor del conocimiento externo y establecer mecanismos para integrarlo, con el fin de alcanzar sus objetivos comerciales. Esta capacidad depende de la trayectoria y los conocimientos previos de las compañías (Volberda, Foss y Lyles, 2010). Si las empresas han desarrollado una elevada capacidad de absorción tecnológica, verán aumentados sus resultados, ya que pueden reaccionar de forma más adecuada a los cambios en las necesidades de la clientela, mejorar su producción y la gestión (Dobrzykowski et al., 2015).
Tal como evidencia la figura 9, España ha exhibido una tendencia ligeramente decreciente, en tanto en Rusia ha tendido al alza, aunque de manera muy tenue, hasta alcanzar valores muy próximos. Para ambos territorios es una debilidad que estos resultados no sean más elevados, aparte de los reducidos incrementos.
La valoración ofrecida por las personas empresarias españolas sobre en qué medida la inversión extranjera directa implica acceso a las nuevas tecnologías ha sido estable en el periodo, con valores cercanos a 5. En el caso del territorio ruso, esta percepción se ha ido reduciendo ligeramente, hasta situarse un punto por debajo de España (figura 10).
Posición mundial de Rusia y España en innovación y tecnología
World Economic Forum elabora un ranking anual sobre 133 economías. Las posiciones de ambos países para 2017 en cada una de las variables indagadas en este trabajo se recogen en la tabla 2. España manifiesta una posición aceptable en cinco ítems (dentro de los 40 primeros puestos): a) número de solicitudes presentadas en virtud del PCT por millón de habitantes; b) cómo la inversión extranjera directa conlleva nueva tecnología; c) disponibilidad de las últimas tecnologías; d) calidad de las instituciones de investigación científica; y e) disponibilidad de personas científicas e ingenieras. En cambio, Rusia no presenta ninguna que esté por encima del puesto 40. A pesar de ello, en la calidad de las instituciones de investigación científica ocupa el lugar 41, y en el número de solicitudes presentadas en virtud del PCT por millón de habitantes, la posición 46.
Variables | Ranking | |
---|---|---|
Rusia | España | |
Capacidad para innovar | 65 | 49 |
Calidad de las instituciones de investigación científica | 41 | 38 |
Gasto de la compañía en I+D | 54 | 53 |
Colaboración universidad-industria en I+D | 42 | 67 |
Adquisición gubernamental de productos tecnológicos avanzados | 63 | 86 |
Disponibilidad de personas científicas e ingenieras | 50 | 40 |
Número de solicitudes presentadas en virtud del PCT por millón de habitantes | 46 | 25 |
Disponibilidad de las últimas tecnologías | 84 | 36 |
Absorción de tecnología a nivel de empresa | 72 | 53 |
Inversión extranjera directa conlleva nueva tecnología | 109 | 31 |
Fuente: The Global Competitiveness Report 2017-2018.
Rusia presenta una valoración superior a España en los concerniente a la colaboración universidad-industria en I+D y a la adquisición gubernamental de productos tecnológicos avanzados. Mientras que España muestra una valoración significativamente superior a Rusia en cuanto a disponibilidad de las últimas tecnologías y la manera en que la inversión extranjera directa conlleva nueva tecnología. Del mismo modo, España dispone de una valoración superior -relativamente ínfima- a Rusia en varios aspectos: capacidad para innovar, calidad de las instituciones de investigación científica, disponibilidad de personas científicas e ingenieras y absorción de tecnología a nivel de empresa. En último lugar, las diferencias son muy reducidas entre España y Rusia en cuanto al gasto de la compañía en I+D.
Variables | Valoración | ||
---|---|---|---|
Rusia | España | Diferencia | |
Capacidad para innovar | 4,17 | 4,34 | 0,17 |
Calidad de las instituciones de investigación científica | 4,40 | 4,58 | 0,18 |
Gasto de la compañía en I+D | 3,48 | 3,49 | 0,01 |
Colaboración universidad-industria en I+D | 3,85 | 3,46 | -0,39 |
Adquisición gubernamental de productos tecnológicos avanzados | 3,38 | 3,10 | -0,28 |
Disponibilidad de personas científicas e ingenieras | 4,25 | 4,47 | 0,22 |
Número de solicitudes presentadas en virtud del PCT por millón de habitantes | 7,76 | 38,99 | 31,23 |
Disponibilidad de las últimas tecnologías | 4,41 | 5,43 | 1,02 |
Absorción de tecnología a nivel de empresa | 4,37 | 4,64 | 0,27 |
Inversión extranjera directa conlleva nueva tecnología | 3,73 | 4,92 | 1,19 |
Fuente: The Global Competitiveness Report 2017-2018.
La posición mundial de Rusia en cuanto a investigación y tecnología es inferior a la posición de España, aunque sin implicar una gran distancia. España presenta 5 indicadores que están posicionados por encima del puesto 50, mientras que Rusia solo tiene 2 indicadores que están posicionados por encima de dicho puesto. Estos dos son coincidentes con los indicadores españoles (calidad de las instituciones de investigación científica y número de solicitudes presentadas en virtud del PCT por millón de habitantes).
CONCLUSIONES
En esta investigación se han presentado las valoraciones por parte de las personas empresarias y directivas a una serie de variables7 vinculadas con la innovación y la tecnología de España y Rusia. De esta manera, se logran los objetivos fijados: se determina la posición mundial de cada país ante la innovación y tecnología, al tiempo que se precisan los aspectos positivos de cada territorio. Fundamentalmente, se comprueba que el gasto en investigación y desarrollo (% del PIB) es semejante en ambos países, y en la investigación y tecnología la posición mundial de Rusia es inferior a la posición de España, aunque sin implicar una gran distancia. Para la dinámica civil de ambas economías, se puede decir que ambas ciencias y tecnologías tienden a desperdiciar el conocimiento científico y tecnológico, la estrategia interempresarial y la experiencia.
A tenor de los resultados expuestos, queda patente que existen puntos de unión entre España y Rusia para actuaciones conjuntas, por ejemplo en cooperación digital (Belov, 2018), con el objetivo de establecer sinergias y aprovechar el conocimiento de cada territorio en pos del crecimiento económico. Actualmente, así es declarado por el Gobierno de España en su voluntad de aumentar la colaboración hispano-rusa para la asistencia tecnológica y científica entre empresas españolas y rusas. Al mismo tiempo, se trabaja en la mejora del Año Dual España-Rusia, proyecto bilateral de eventos socioeconómicos iniciado en el 2011 para dar visibilidad al contenido de las relaciones bilaterales y fortalecer los lazos. Por su parte, la Federación Rusa, durante los próximos cuatro años, se ha trazado como objetivo el desarrollo de las exportaciones de alto valor añadido, y para ello necesita atraer inversiones de empresas extranjeras que permitan el desarrollo de proyectos conjuntos industriales (sector de la alta tecnología).
Sin duda, el progreso del sistema educativo es crucial para conseguir un entorno empresarial próspero a la innovación. Las averiguaciones de España denotan un sistema de innovación aún limitado; la política de I+D no ha logrado el avance necesario para equiparar al país con otros de su entorno. Según Xifré (2016), "el número de empresas que realizan actividades de innovación, tanto tecnológica como no tecnológica, está en caída libre desde el año 2008 hasta el 2014" (p. 28). A pesar de esta debilidad, es importante mencionar que la disminución del gasto empresarial en I+D tiende, durante la crisis 2008-2014, a concentrarse en la reducción de los gastos de capital y menos en los gastos corrientes (Fariñas y Huergo, 2017, p. 6). En contraposición, hay que destacar que la ayuda gubernamental espléndida es un determinante clave en la transformación innovadora de la estructura productiva; ejemplo de ello es Corea del Sur, el país más innovador por sexto año consecutivo, según el Índice de Innovación Bloomberg 2019. Además, se puede reclamar mayor atención de la administración pública en la generación de la ciencia en España, con el objetivo de transferir los resultados de las investigaciones al bien común, pues la ausencia de conexión imposibilita la eficiencia de las políticas públicas. La innovación holística depende de superar este arraigo de la incultura de la cooperación institucional.
En España, en el marco de los Presupuestos para 2019, se contempla una ligera recuperación del gasto en I+D, un trivial incremento presupuestario destinado a la I+D+i. La Fundación COTEC (2019) señala que el peso de la actualidad en I+D respecto al PIB alcanzó en 2018 el 1,24%, tres centésimas más que en 2017 (Fundación COTEC para la Innovación, 2019). De este modo, en 2018 España invirtió 14.900 millones de euros en I+D. Lo cierto es que la dinámica nacional es irregular, pues asciende en los años de expansión y cae en los periodos de crisis en ambos sectores, el público y el privado. Sin pretensión de hacer una defensa a ultranza, está demostrado que disparar la inversión en I+D no es esencialmente garantía de éxito. Para Xifré (2018), la apuesta española transciende a la situación económica, pues halla doble efecto. Por un lado, está la falta de voluntad política o empresarial que da lugar a que aún la innovación no haya sido tratada como una política de Estado (Fundación COTEC para la Innovación, 2019) y esté sujeta a la volatilidad. Mientras que, por el otro, está que una parte de la inversión presupuestada no se ejecuta, es decir, la mayoría de los recursos financieros no se materializan (subvenciones y ayudas directas). Asimismo, Mulet (2018) señala una falta de homogeneidad del sistema español de innovación derivada del mínimo gasto en I+D en el ámbito empresarial, pues se concreta en el desperdicio del conocimiento científico y tecnológico o en la escasa relación interempresarial, y con las universidades y centros de investigación públicos. Se añade la restringida capacidad de atraer y mantener talento, la calidad del sistema educativo y la eficacia del sistema de investigación. A modo de conclusión, el panorama nacional demanda un esfuerzo inversor sostenido y real, así como minimizar los contrastes con la Unión Europea.
Como indican Gershman et al. (2018), a lo largo de la historia "la motivación de las empresas rusas para innovar ha sido muy baja" (p. 136), a razón de una atención superior a los problemas científicos-académicos y a la incapacidad pública para adaptarse a las necesidades empresariales. La excepción se halla en la industria de defensa bajo el Plan de Armamento 2011-2020 con una extensión para el periodo 2017-2025, pues es el motor de I+D+i y el factor de seguridad nacional. La importancia de la inversión y la producción de defensa para el gobierno y la economía es cada vez mayor (Kim y Blank, 2019), pues, en general, las políticas militares rusas son estratégicas (R0seth, 2019). En definitiva, puede ser un punto de inflexión, en pos de un nuevo paradigma para la gobernanza de la economía, partir desde el rol impulsor del Estado en el proceso de innovación.
Esta investigación presenta ciertas limitaciones, pues emplea datos transversales que restringen el análisis de la dinámica de la innovación. También carece de más precisión en la revisión de la literatura (políticas públicas de I+D+i) y otras fuentes estadísticas que muestren la trayectoria de la inversión en I+D de ambos países. Además, no profundiza en los diferentes tipos de inversión en I+D que existen, como, por ejemplo, la formación de recursos humanos. No obstante, abre nuevas líneas de investigación que son necesarias para ampliar el objetivo de este trabajo: a) el análisis profundo de las causas que provocan la evolución positiva y negativa de cada una de las variables analizadas y b) establecer marcos de actuación y redes de contacto entre España y Rusia (nuevos instrumentos para la financiación de proyectos orientados a la inversión a largo plazo; mejora de la colaboración entre pymes a través de plataformas de contactos o localización).