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Revista Facultad Nacional de Salud Pública

versión impresa ISSN 0120-386X

Rev. Fac. Nac. Salud Pública vol.34 no.1 Medellín ene./abr. 2016

https://doi.org/10.17533/udea.rfnsp.v34n1a01 

Editorial

DOI: 10.17533/udea.rfnsp.v34n1a01

 

La Cumbre de la Tierra París 2015-COP21. Un reto ineludible

 

"Lo que ustedes hacen,
me hace llorar por las noches"

Severn Suzuki



En la Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro en 1992 se recuerda el discurso de Severn Susuki. En ese entonces una niña de 13 años quien viajó desde Vancouver para compartir con los participantes de esta conferencia sus profundas preocupaciones como niña y habitante del planeta sobre la gravedad del riesgo de supervivencia del planeta y la poca capacidad de quienes asistieron a la conferencia para impactar de verdad la crisis ambiental. Dijo Severn : "Aun soy una niña y sé que todos estamos juntos en esto y debemos actuar como un único mundo tras un único objetivo. Aunque estoy enfadada no estoy ciega y aunque tengo miedo, no me asusta decirle al mundo como me siento. En mi país derrochamos tanto; compramos y desechamos, compramos y desechamos; y aun así, los países del norte no comparten con los necesitados. Incluso, teniendo mi país más que suficiente, tenemos miedo de perder nuestras riquezas si las compartimos." Esta remembranza adquiere gran actualidad cuando presenciamos la suscripción del Acuerdo de París sobre cambio Climático- COP21. Además de la consabida fotografía de los líderes del mundo con aires de triunfalismo, quedan las tareas pendientes de parte de todas las naciones y habitantes de la tierra para que por fin se logre detener el acelerado proceso de calentamiento global.

Recordemos también la frustración asociada a los objetivos consignados en el Protocolo de Kioto en 1997 para reducir durante el periodo 2008-2012.en un 5,2% las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo, con relación a los niveles de 1990. En esta conferencia, de la cual solo 141 países suscribieron el protocolo, fue evidente la preeminencia de los intereses comprometidos con metas de crecimiento de la economía más allá — mejor decirlo: en contravía- de la necesidad inaplazable de proteger el planeta.

En el Acuerdo de París, suscrito en diciembre de 2015 por 190 países, queda explícita la meta global de no sobrepasar el calentamiento de la tierra en 2°C en relación con la temperatura preindustrial. La meta se plantea en un escenario global que durante siglos ha considerado el uso de energías fósiles como un ingrediente infaltable para generar calidad de vida, en particular en los países de altos ingresos, los cuales se han caracterizado por generar la mayor proporción de contaminantes y a la vez recibir una mínima parte del impacto negativo del cambio climático, que se ha hecho más severo en los países pobres; precisamente en quienes menos contaminan.

El logro de la meta fijada en París se ve difícil de cumplir. Según el último Informe sobre la disparidad de emisiones que publicó el PNUMA, si se cumplen a cabalidad las contribuciones previstas determinadas a nivel nacional* nos encaminaremos a un escenario de 3°C de calentamiento en relación con la temperatura preindustrial. Esta cifra sobrepasa significativamente 2°C que se ha fijado para evitar un desajuste climático de consecuencias graves e irreversibles.

Luego de que pase la euforia de la clausura debemos esperar que no suceda igual que con las palabras de la niña Susuki. Luego de su discurso en Río, ella recibió de los participantes una ovación general, pero en nada se afectó el comportamiento de los dirigentes políticos del mundo frente a la supervivencia de la tierra.

Este tratado marca un objetivo que solo es posible alcanzar con el abandono total del los combustibles fósiles para 2050 como tarde (Green Peace). Como ciudadanos libres y participes activos de los procesos de defensa de un ambiente sano y viable con todas las formas de vida del planeta, debemos movilizar a la sociedad civil para vigilar el cumplimiento del mandato de reducir las emisiones que acentúan el efecto invernadero. A todos los habitantes de la tierra nos corresponde fiscalizar que las decisiones de los gobernantes sean coherentes con los compromisos y las metas de COP21. No vaya a ser que en un corto plazo se ponga de nuevo sobre el debate político global el tema del impacto del comercio mundial derivado de los precios del petróleo, el carbón y gas natural como un asunto prioritario de la economías y se nos olvide que cuando se suscriben acuerdos comerciales relacionados con los combustibles fósiles, se está negociando con el veneno que matará el planeta. Y frente a esa cruda realidad no puede justificarse ninguna meta macroeconómica que justifique su uso indiscriminado.

Álvaro Olaya Peláez
Docente - Editor
Revista Facultad Nacional de Salud Pública

 

* Informe del PNUMA sobre disparidad en emisiones. Disponible en: http://www.unep.org/newscentre/Default.aspx?DocumentID=26854&ArticleID=35542&l=es#sthash.9phqMVfW.pdf