Introducción
La Organización Mundial de la Salud, mediante estrategias que buscan potenciar al máximo un enfoque preventivo y promocional, planteó en el 2016 la meta de la seguridad humana con respecto a la salud, a través del aumento de la resiliencia de poblaciones que viven en condiciones de vulnerabilidad, para que puedan gozar de buena salud [1]. La resiliencia, como estrategia para el crecimiento a escala humana, es un imperativo social que convoca a todas las instancias públicas y privadas.
La resiliencia se define, desde la física, como la capacidad de un cuerpo para recuperar sus propiedades después de haber sido modificada su forma primaria por un agente extraño. El surgimiento del concepto en el campo de la física generó confusión en su interpretación a la hora de hablar de la capacidad de afrontamiento positivo que tienen las personas respecto a una adversidad, ya sea por enfermedad, maltrato infantil, muerte, violencia familiar, entre otras [2]. En humanidades, la resiliencia se asocia con el concepto de vulnerabilidad, abarcando problemas individuales y colectivos que llevan a una persona a situaciones de riesgos [3].
Desde la psicología, se plantean diferentes teorías en relación con la resiliencia; se ha encontrado que esta noción describe el funcionamiento adaptativo, a lo largo del tiempo y en múltiples dominios, en un contexto de adversidad; también la describen como prevenir, minimizar o superar los efectos dañinos de la adversidad o una indicación de una adaptación exitosa en el contexto de las tareas de desarrollo de la niñez. El concepto de resiliencia, en diversos escenarios, se confunde con la categoría de “personalidad resistente” (hardiness), asociada al crecimiento postraumático y recuperación [4].
Las sociedades actuales tienen un reto colectivo y es mantener una adecuada salud mental y el bienestar del individuo consigo mismo y con su entorno. En el curso de vida, las personas se enfrentan a diferentes situaciones o escenarios de riesgo o adversidad, que exigen adaptaciones que se pueden tornar negativas en el individuo, al permear su salud mental, disminuir la autoestima y aumentar la depresión y la ansiedad, lo que genera un menor bienestar psicológico [5]. Sin embargo, hay personas que, a pesar de haber estado expuestas a entornos con múltiples riesgos psicosociales, pudieron mantenerse emocionalmente sanas e incluso lograr habilidades para resolver problemas, construir y mantener relaciones interpersonales, y establecer metas para mejorar sus capacidades y contribuir de manera significativa en la vida diaria [6].
La resiliencia debe ser entendida desde un modelo holístico [7], asumiéndola, entonces, como la capacidad que tienen los seres humanos de hacer frente a las adversidades de la cotidianidad, enfrentarlas y salir airosos con nuevos aprendizajes, que les permiten proyectarse al futuro, acompañados de constelaciones familiares, sociales e institucionales [8]. De este modo, es una capacidad que se puede desarrollar en cualquier curso de la vida, con la conjugación de factores protectores, entre los cuales están los biológicos, mentales, sociales, culturales y ecológicos, con la participación comprometida de formadores de resiliencia, esto es, individuos que proporcionan seguridad, amor y afecto, así como ambientes resilientes y vínculos asertivos. Por tanto, la resiliencia no es exclusiva del individuo o del entorno, sino que se sitúa en la interacción entre la dupla individuo-entorno [9].
Los factores de riesgo de la no resiliencia son aquellas características, contextos o cualidades de las personas, grupos o comunidades que pueden causar daños, como lo son los trastornos mentales, las conductas adictivas de algún miembro del hogar -específicamente en los padres, o la muerte de uno de ellos-, los apegos inseguros, los factores sociales o ambientales adversos (desempleo de los padres, la pobreza), los problemas de salud, las guerras, las catástrofes naturales, entre otros. Estos factores alteran el funcionamiento de quien pervive en estos contextos, especialmente de niños y adolescentes, los cuales se encuentran en un proceso de consolidación de sus procesos de socialización [10]. Ante la existencia de estos factores de riesgo, la resiliencia permite promover factores protectores y, en esta perspectiva, el contexto escolar puede convertirse en un factor protector muy importante para los educandos, si encuentran en ella tutores de resiliencia que les potencien sus habilidades, cualidades, sueños, y orienten las pautas necesarias para vivir en sociedad [11].
Todos los seres humanos tienen capacidades de resiliencia [12]. Se requieren acciones encaminadas a potenciar los factores de protección y reducir o mitigar los factores de riesgo, para favorecer el proceso de la resiliencia, con el fin de que las personas puedan disminuir las afectaciones en la salud mental, mediante acciones concretas que permitan incrementar la introspección, la autoestima, el pensamiento crítico, el sentido del humor, el manejo adecuado de la impulsividad y el autocuidado. Estas habilidades, que se pueden entrenar a lo largo del ciclo de la vida, permitirán un manejo adecuado del estrés, por medio del incremento de emociones positivas que favorezcan el proceso de la resiliencia [13].
El contexto colombiano presenta diversas situaciones de adversidad para niños y adolescentes, que han sido obligados a vivir situaciones como el desplazamiento forzado, la desaparición, la guerra prolongada, lo que pone de presente las diferencias personales y culturales que subyacen al afrontamiento y el resurgimiento a partir de estos escenarios. Sin embargo, cuando existe capacidad para adaptarse y transformar realidades sociales, el impacto en la sociedad se evidencia, sobre todo, en la interacción con los otros y consigo mismo. Aunque históricamente el panorama de violencia del país no genera muchas expectativas para el desarrollo adecuado de los niños y jóvenes, se hace necesario que, desde los ámbitos familiar, comunitario e institucional, se desplieguen los recursos que estén a su alcance para romper el curso de estos hechos [14].
Los territorios que adolecen de garantías en el cumplimiento de los derechos humanos son los que presentan menores niveles de resiliencia [15]. Esta realidad invita a tener una mirada holística de tal dimensión, comprendiendo que no es suficiente con entrenar las habilidades individuales, sino también las familiares y comunitarias, para que sean permeadas por el cumplimiento de los derechos básicos; de igual manera, adherirse a los planteamientos del plan decenal de salud pública de Colombia, en la dimensión de convivencia social y salud mental, con el fin de aumentar los niveles de resiliencia de la población general en un 10 % [16].
De esta manera, el objetivo de este estudio es determinar la prevalencia de no resiliencia y los factores que le son asociados, en escolares de un municipio colombiano, del departamento de Antioquia, en el año 2019. El conocimiento de los factores que se relacionan con la no resiliencia permitirá definir acciones de intervención que propendan por el incremento de la resiliencia.
Metodología
Estudio de corte trasversal, en una población de 2958 escolares, que se enfoca en la no resiliencia en escolares, matriculados en los grados de sexto a undécimo, entre 14 y 16 años, en dos colegios públicos de la zona urbana de un municipio colombiano, en el cual la línea base se desarrolló en el año 2018, y la evaluación del modelo de intervención, en el 2019.
Se diseñó un muestreo probabilístico estratificado bietápico. La muestra se seleccionó mediante el método de la probabilidad proporcional al tamaño de cada conglomerado.
Para la determinación del tamaño de la muestra, se consideró un nivel de confianza del 95 %, una proporción de no resiliencia del 8,6 % (de acuerdo con la estimación, de un estudio similar, realizado en Cuenca, Ecuador [17]), un error máximo permisible del 2,5 % y un efecto de diseño de 1,4, lo que proporcionó un tamaño de muestra total de 584 estudiantes.
De acuerdo con el diseño, se calculó el factor de expansión de la muestra, previo cómputo de las probabilidades de selección de un colegio en el municipio y del número de estudiantes en cada grado. El marco muestral necesario para la captación de los estudiantes se obtuvo del Sistema de Matrícula Estudiantil de Educación Básica y Media del departamento entre los años 2017 y 2019 [18].
Como instrumento de medición de la resiliencia, se utilizó el JJ46, validado en un estudio de la Facultad Nacional de Salud Pública, de la Universidad de Antioquia, que tuvo por objetivo valorar las propiedades psicométricas del instrumento JJ63 [19] adaptado para medir resiliencia en niños y adolescentes escolarizados de Antioquia en 2018, cuyo alfa de Cronbach fue de 0,875, índice de ajuste comparativo de 0,836, índice de Tucker-Lewis de 0,824, el error de aproximación cuadrático medio de 0,033 y residuo estandarizado cuadrático medio de 0,042 [20].
Para la validación del instrumento fueron encuestados 544 niños y adolescentes matriculados entre primero de primaria y séptimo de secundaria, en instituciones educativas públicas del departamento de Antioquia. La participación según el sexo fue similar (52,0 % mujeres); el promedio de la edad fue de 10,4 años (desviación estándar = 1,5 años), con mayor proporción de estudiantes entre los 9 y los 12 años (81,6 %).
El modelo final quedó con 46 preguntas, agrupadas en ocho constructos: funcionalidad familiar, autoestima, asertividad, adaptabilidad a situaciones nuevas, creatividad, capacidad de pensamiento crítico, impulsividad y afectividad. El instrumento tiene una duración de 20 minutos y es autodiligenciado en población de 9 a 17 años, y dirigido en población de 7 a 8 años [20].
Mediante comunicaciones formales, se procedió a la solicitud de las bases de datos de las instituciones educativas y se obtuvo la información de los estudiantes matriculados, con la colaboración de los rectores y los coordinadores académicos. Posteriormente, se realizó el muestreo, y los estudiantes seleccionados diligenciaron el consentimiento o asentimiento informado.
El proceso de recolección contó con la colaboración de tres profesionales en psicología, quienes fueron capacitados por la investigadora principal en los procesos inherentes a la captura de datos con alta calidad. Se realizaron 33 talleres para la promoción de resiliencia, encauzados a desarrollar habilidades y destrezas resilientes individuales y desde una concepción colectiva, llevando a un proceso de construcción interna de diferentes potencialidades, mediante actividades lúdicas, recreativas y experienciales. Estos talleres fueron aplicados en un periodo de 6 meses en el municipio seleccionado y solo se incluyeron en el estudio los escolarizados que asistieron mínimo a 20 talleres.
Para el análisis de los datos, se calculó la prevalencia de no resiliencia, dividiendo el número de estudiantes no resilientes entre el total de la muestra. Se realizaron análisis descriptivos para las variables sexo, zona de residencia, nivel socioeconómico, jornada académica, grado escolar, tipo de familia, actividad principal de la madre y del padre, persona que da más cariño, autoridad en la casa, trabajo, desplazado, víctima del conflicto armado, discapacidad, población lesbiana, gay, bisexual, transexual, intersexual (LGBTI), migrante y adolescente gestante.
Para el análisis bivariado, se cruzó cada una de las variables independientes no constitutivas del instrumento con el desenlace, la no resiliencia, que es una variable dicotómica con dos categorías (resiliente y no resiliente), se valoró la asociación por medio de la razón de prevalencias (RP) y del intervalo de confianza del 95 % respectivo.
En el análisis multivariado, se construyó un modelo explicativo de regresión binomial, mediante un procedimiento de selección por pasos, vía método de razón de verosimilitud, combinado con el criterio de información de Akaike (Akaike Information Criterion, AIC). Previamente, se hizo el proceso de selección de variables para integrar el modelo de acuerdo con el criterio de Hosmer-Lemeshow, según los valores de significación obtenidos en la prueba chi cuadrado de independencia. Los datos se analizaron en SPSS® versión 25, licencia de la Universidad de Antioquia, utilizando la función de modelos lineales generalizados, distribución binomial y función de enlace log-log complementario.
Se siguió el código deontológico y bioético en el proceso de recolección de la información, según lo establecido en la Ley 1090 del 2006 [21] y la investigación no presentó ningún riesgo para los participantes según lo establece la Resolución 8430 de 1993 [22]. El proyecto fue avalado por el Comité de Ética de la Investigación de la Facultad Nacional de Salud Pública de la Universidad de Antioquia.
Resultados
Se presenta la experiencia de la no resiliencia en una población de 2958 escolarizados de un municipio de Antioquia. El cuestionario sociodemográfico aplicado es de elaboración propia de los investigadores y permitió caracterizar la población de estudio.
El 57,0 % de los estudiantes provenía de la zona urbana del municipio, y en su gran mayoría, sus familias estaban clasificadas en el nivel socioeconómico bajo (estratos 1 y 2); la edad promedio de los participantes fue de 14,6 ± 1,8 años, con predominio de las mujeres, con el 57,4 %; el número de familiares promedio con los que convivían los estudiantes fue de 4,7 ± 1,9 miembros (véase Tabla 1].
Variables | N | % | ic 95 %* | ||
---|---|---|---|---|---|
2958 | Inferior | Superior | |||
Sexo | Hombre | 1259 | 42,6 | 37,8 | 47,4 |
Mujer | 1699 | 57,4 | 52,6 | 62,2 | |
Zona de residencia | Rural | 1273 | 43 | 38,1 | 48,1 |
Urbana | 1685 | 57 | 51,9 | 61,9 | |
Nivel socioeconómico** | Bajo | 2753 | 93,1 | 90,5 | 94,9 |
Medio / alto | 205 | 6,9 | 5,1 | 9,5 | |
Jornada académica | Mañana | 2160 | 73 | 67,7 | 77,7 |
Tarde | 798 | 27 | 22,3 | 32,3 | |
Grado escolar | Sexto | 656 | 22,2 | 17,6 | 27,5 |
Séptimo | 573 | 19,4 | 15,4 | 24,1 | |
Octavo | 547 | 18,5 | 14,7 | 23 | |
Noveno | 439 | 14,8 | 12,6 | 17,4 | |
Décimo | 410 | 13,8 | 11,6 | 16,5 | |
Decimoprimero | 333 | 11,3 | 9,3 | 13,5 | |
Tipo de familia | Nuclear | 1096 | 37 | 32,4 | 41,9 |
Monoparental | 1220 | 41,3 | 36,5 | 46,2 | |
Otro | 642 | 21,7 | 17,9 | 26 | |
Actividad principal de la madre | Trabaja | 1616 | 54,6 | 49,7 | 59,5 |
Desempleada | 123 | 4,2 | 2,8 | 6,2 | |
Se dedica al hogar | 955 | 32,3 | 27,9 | 37,1 | |
Jubilada/Pensionada | 30 | 1 | 0,4 | 2,9 | |
Se desconoce | 115 | 3,9 | 2,5 | 6,1 | |
Negocio familiar | 119 | 4 | 2,4 | 6,5 | |
Actividad principal del padre | Trabajo | 1866 | 63,1 | 58,1 | 67,8 |
Desempleado | 139 | 4,7 | 2,8 | 7,8 | |
Se dedica al hogar | 36 | 1,2 | 0,4 | 3,3 | |
Jubilado/Pensionado | 86 | 2,9 | 1,6 | 5,4 | |
Se desconoce | 796 | 26,9 | 22,7 | 31,6 | |
Negocio familiar | 35 | 1,2 | 0,6 | 2,4 | |
¿Cuál es la persona que le da más cariño? | Padre | 148 | 5 | 3,2 | 7,6 |
Madre | 1348 | 45,6 | 40,7 | 50,5 | |
Ambos padres | 942 | 31,8 | 27,4 | 36,6 | |
Otros | 520 | 17,6 | 14,2 | 21,5 | |
¿Quién tiene la autoridad en la casa? | Padre | 327 | 11,1 | 8,3 | 14,6 |
Madre | 1372 | 46,4 | 41,5 | 51,3 | |
Ambos padres | 755 | 25,5 | 21,5 | 30,1 | |
Otros | 504 | 17 | 13,7 | 21 | |
Actividad fuera del colegio por dinero | Sí | 577 | 19,5 | 16,2 | 23,3 |
No | 2381 | 80,5 | 76,7 | 83,8 | |
¿Es desplazado? | Sí | 360 | 12,2 | 9,2 | 15,9 |
No | 2598 | 87,8 | 84,1 | 90,8 | |
¿Es víctima del conflicto armado? | Sí | 129 | 4,4 | 2,7 | 7 |
No | 2829 | 95,6 | 93 | 97,3 | |
¿Es una persona en situación de discapacidad? | Sí | 77 | 2,6 | 1,3 | 5,3 |
No | 2881 | 97,4 | 94,7 | 98,7 | |
¿Es de la población lgtbi? | Sí | 58 | 2 | 1 | 3,9 |
No | 2900 | 98 | 96,1 | 99 | |
¿Es migrante? | Sí | 43 | 1,5 | 0,5 | 3,9 |
No | 2915 | 98,5 | 96,1 | 99,5 | |
¿Es adolescente gestante? | Sí | 14 | 0,5 | 0,2 | 1,2 |
No | 2944 | 99,5 | 98,8 | 99,8 |
LGTBI: Lesbiana, gay, bisexual, transexual, intersexual.
* Intervalo de confianza para proporción.
** Con fines estadísticos y dado que en la población de estudio existen estratos sin volumen, se optó por utilizar un proxy del estrato socioeconómico que es el nivel socioeconómico con 3 categorías: bajo: estratos 1 y 2; medio: estrato 3; alto: estratos 4, 5 y 6.
Con respecto a la jornada para el desarrollo de las actividades electivas, cerca de las tres cuartas partes de los participantes estaban, al momento de la aplicación de la encuesta, estudiando en horas de la mañana, y en cuanto al grado que cursaban, fue mayor el volumen de participación de estudiantes de los grados sexto, séptimo y octavo, con el 60,1 %.
Al indagar acerca de la conformación de la familia de los estudiantes, la relación fue, aproximadamente, 1 a 1, entre las que estaban conformadas por papá, mamá y hermanos, y aquellas monoparentales. Un poco más de la mitad de los estudiantes dijo que sus padres trabajaban; un poco menos de la mitad dijo que la persona que llevaba la autoridad en la casa era la mamá y también que esta era la que más cariño les daba.
Cuando se consideraron aspectos que podrían impactar tanto la calidad de vida como la no resiliencia de los escolarizados, se encontró que la problemática predominante a la que se habían visto abocados era el desplazamiento, con el 12,2 %, y en menor proporción, el efecto como víctimas del conflicto armado, la discapacidad, la orientación sexual, ser migrante y la experiencia del embarazo en la adolescencia, en ese orden.
El 80,0 % de los estudiantes presentó una adaptabilidad inadecuada a situaciones nuevas y a posibles cambios venideros, seguido por el 74,4 %, que fueron poco asertivos, y el 71,8 %, con mínimo pensamiento crítico. La impulsividad, la no afectividad, la poca creatividad, la autoestima inadecuada -que es la capacidad de no autovaloración- y la disfuncionalidad familiar (cuando están afectadas las dinámicas relacionales sistemáticas que permiten la cohesión, la armonía, la comunicación, la permeabilidad y adaptabilidad), fueron los dominios que más aportaron a la no resiliencia. El 58,4 % de los escolares presentó algún grado de no resiliencia (véase Tabla 2].
Variables | N | % | IC 95 % * | ||
---|---|---|---|---|---|
2958 | Inferior | Superior | |||
Funcionalidad familiar | Con algún grado de disfuncionalidad | 1965 | 66,4 | 61,6 | 70,9 |
Familia funcional** | 993 | 33,6 | 29,1 | 38,4 | |
Autoestima | Inadecuada | 2206 | 74,6 | 70,3 | 78,4 |
Adecuada | 752 | 25,4 | 21,6 | 29,7 | |
Asertividad | Poco asertivo | 2201 | 74,4 | 69,9 | 78,4 |
Asertivo | 757 | 25,6 | 21,6 | 30,1 | |
Adaptabilidad | Inadecuada | 2367 | 80,0 | 75,7 | 83,7 |
Adecuada | 591 | 20,0 | 16,3 | 24,3 | |
Creatividad | Poco creativo | 1685 | 57,0 | 52 | 61,8 |
Creativo/a | 1273 | 43,0 | 38,2 | 48 | |
Capacidad crítica | Pensamiento poco crítico | 2123 | 71,8 | 67,1 | 76,1 |
Pensamiento crítico | 835 | 28,2 | 23,9 | 32,9 | |
Impulsividad | Impulsivo/a | 1921 | 64,9 | 60 | 69,6 |
No impulsivo/a | 1037 | 35,1 | 30,4 | 40 | |
Afectividad | Afectivo/a | 1463 | 49,5 | 44,5 | 54,4 |
No afectivo/a | 1495 | 50,5 | 45,6 | 55,5 | |
Resiliencia general | Resiliente | 1232 | 41,6 | 36,9 | 46,6 |
No resiliente | 1726 | 58,4 | 53,4 | 63,1 |
* Intervalo de confianza para proporción.
** Una familia es funcional cuando hay dinámicas relacionales sistemáticas que permiten la cohesión, la armonía, la comunicación, la permeabilidad y la adaptabilidad.
Las mayores prevalencias de no resiliencia se presentaron en los estudiantes hombres, provenientes de la zona urbana, asistentes a clases en la jornada de la mañana, matriculados en séptimo grado y que habían vivido algún evento vulnerable, con respecto a las estudiantes mujeres, de la zona rural, que estaban en grado noveno y que no habían tenido eventos vulnerables, con diferencias significativas (en un 13,0, 18,0, 33,0 y 22,0 %, respectivamente). A su vez, la prevalencia de no resiliencia fue menor en los estudiantes matriculados en la jornada de la tarde, que estaban cursando los grados sexto o decimoprimero, que no tenían actividades por fuera del colegio por dinero, con respecto a los estudiantes que asistían a sus clases en las horas de la mañana, matriculados en el grado noveno y que tenían actividades por fuera del colegio por dinero, diferencias que fueron significativas (véase Tabla 3].
Variables y categorías | No resiliente | Resiliente | Prevalencia | rp (ic 95 % rp) | ||
---|---|---|---|---|---|---|
N | N | |||||
Variables sociodemográficas y escolares | Sexo | Hombres | 787 | 472 | 62,5 | 1,13 (1,06-1,20) |
Mujeres | 939 | 760 | 55,3 | 1* | ||
Zona de residencia | Urbano | 1054 | 631 | 62,6 | 1,18 (1,11-1,27) | |
Rural | 672 | 601 | 52,8 | 1* | ||
Jornada académica | Tarde | 371 | 427 | 46,5 | 0,74 (0,68-0,80) | |
Mañana | 1355 | 805 | 62,7 | 1* | ||
Grado escolar | Sexto | 334 | 322 | 50,9 | 0,87 (0,78-0,98) | |
Séptimo | 444 | 129 | 77,5 | 1,33 (1,22-1,46) | ||
Octavo | 292 | 255 | 53,4 | 0,92 (0,82-1,03) | ||
Décimo | 236 | 174 | 57,6 | 0,99 (0,88-1,11) | ||
Decimoprimero | 166 | 167 | 49,8 | 0,86 (0,75-0,98) | ||
Noveno | 254 | 185 | 57,9 | 1* | ||
Actividad fuera colegio por dinero | No | 1373 | 1008 | 48,9 | 0,94 (0,87-1,04) | |
Sí | 353 | 224 | 58,3 | 1* | ||
Número de eventos de vulnerabilidad vividos | Algún evento | 418 | 194 | 68,3 | 1,22 (1,14-1,30) | |
Ningún evento | 1309 | 1037 | 55,8 | 1* | ||
Variables familiares | Tipo de familia | Otro tipo de familia | 409 | 233 | 63,7 | 1,10 (1,09-1,18) |
Monoparental | 683 | 537 | 56 | 0,96 (0,90-1,03) | ||
Nuclear | 634 | 462 | 57,8 | 1* | ||
¿Cuál es la persona que le da más cariño? | Madre | 821 | 551 | 59,8 | 1,14 (1,04-1,19) | |
Padre | 195 | 132 | 59,6 | 1,14 (1,02-1,27) | ||
Otros | 316 | 188 | 62,7 | 1,20 (1,09-1,32) | ||
Ambos padres | 394 | 361 | 52,2 | 1* | ||
Actividad principal de la madre | Desempleada | 86 | 37 | 69,9 | 1,12 (0,95-1,27) | |
Se dedica al hogar | 464 | 491 | 48,6 | 0,78 (0,72-0,84) | ||
Jubilada/Pensionada | 15 | 15 | 50 | 0,80 (0,56-1,15) | ||
Se desconoce | 76 | 39 | 66,1 | 1,06 (0,92-1,22) | ||
Negocio familiar | 82 | 37 | 68,9 | 1,32 (0,91-1,93) | ||
Trabaja | 1003 | 613 | 62,1 | 1* | ||
Actividad principal del padre | Desempleado | 88 | 51 | 63,3 | 1,04 (0,91-1,19) | |
Se dedica al hogar | 15 | 21 | 41,7 | 0,68 (0,24-0,91) | ||
Jubilado/Pensionado | 22 | 64 | 25,6 | 0,42 (0,29-0,60) | ||
Se desconoce | 454 | 342 | 57 | 0,94 (0,80-1,02) | ||
Negocio familiar | 20 | 15 | 57,1 | 0,87 (0,45-1,70) | ||
Trabaja | 1127 | 739 | 60,4 | 1* | ||
¿Quién tiene la autoridad en la casa? | Padre | 87 | 61 | 58,8 | 1,22 (1,05-1,42) | |
Madre | 822 | 526 | 61 | 1,26 (1,17-1,37) | ||
Otros | 364 | 156 | 70 | 1,45 (1,33-1,58) | ||
Ambos padres | 453 | 489 | 48,1 | 1* |
RP: Razón de prevalencias; IC: intervalo de confianza 95 %.
1*: Categoría de referencia
La prevalencia de no resiliencia fue del 57,8 % en los estudiantes cuya familia estaba conformada por papá, mamá y hermanos. Llamó la atención que cuando los estudiantes provenían de otro tipo de familia, diferente a la monoparental, la oportunidad de no resiliencia se incrementaba en 10,0 % con respecto a los estudiantes que dijeron que ella era nuclear. Cuando otras personas, diferentes a los padres, en el círculo de los estudiantes les expresaban más cariño, se incrementaba en 20 % la oportunidad de no resiliencia, con respecto a aquellos que respondieron que quienes les expresaban mayor afectividad eran ambos padres.
Frente a la actividad principal de la madre, la prevalencia de no resiliencia de los estudiantes cuyas madres eran trabajadoras fue del 62,1 %, y de las que se dedicaban al hogar, del 48,6 %. La prevalencia de no resiliencia de los escolares cuyas madres eran trabajadoras fue mayor, en un 28 %, comparado con la prevalencia de no resiliencia en escolares cuyas madres se dedicaban al hogar. En la anterior línea, fue llamativo que los estudiantes presentaron una oportunidad de no resiliencia mayor cuando sus padres trabajaban, con respecto a los estudiantes cuyos padres se dedicaban a los oficios del hogar o eran jubilados/pensionados. La oportunidad de no resiliencia aumentó en 45 % cuando la autoridad en la casa es ejercida por otros familiares diferentes a los padres.
Cuando se controló el efecto conjunto de las variables independientes sobre la resiliencia, es decir, ajustando cada una de ellas por las demás variables constitutivas del modelo (véase Tabla 4], se observaron incrementos del 45 %, estadísticamente significativos, en la oportunidad de no resiliencia en los estudiantes que habían vivido algún evento que vulneraba sus derechos con respecto a su contraparte, que no lo habían vivido; del 22 % en quienes provenían de una familia nuclear con respecto a monoparental u otro tipo de familia; del 9,9 %, en los hombres; del 20 % con relación a las mujeres, y en el 88 % cuando la persona que más cariño les daba eran otros familiares diferentes a los padres, siempre y cuando, en cada caso, los demás factores del modelo permanecieran constantes.
Variables del modelo | Simple | Multivariado | |||||
---|---|---|---|---|---|---|---|
RP crudo | IC 95 % RP crudo | RP ajustado | IC 95 % RP ajustado | ||||
Inferior | Superior | Inferior | Superior | ||||
Número de eventos de vulnerabilidad vividos | Algún evento | 1,22 | 1,14 | 1,30 | 1,45 | 1,29 | 1,63 |
Ningún evento | 1* | 1* | |||||
Tipo de familia | Otro | 1,10 | 1,09 | 1,18 | 0,91 | 0,79 | 1,06 |
Monoparental | 0,96 | 0,90 | 1,03 | 0,82 | 0,72 | 0,92 | |
Nuclear | 1* | 1* | |||||
¿Cuál es la persona que le da más cariño? | Madre | 1,14 | 1,04 | 1,19 | 1,55 | 1,37 | 1,76 |
Padre | 1,14 | 1,02 | 1,27 | 1,41 | 1,11 | 1,79 | |
Otros | 1,20 | 1,09 | 2,32 | 1,88 | 1,6 | 2,21 | |
Ambos padres | 1* | 1* | |||||
Sexo | Hombre | 1,13 | 1,06 | 1,20 | 1,20 | 1,08 | 1,32 |
Mujer | 1* | 1* | |||||
Jornada académica | Tarde | 0,74 | 0,68 | 0,80 | 0,68 | 0,6 | 0,77 |
Mañana | 1* | 1* |
RP: Razón de prevalencias; IC: intervalo de confianza 95 % para la razón de prevalencias.
1*: Categoría de referencia.
Criterio de información Akaike (AIC): 741,30.
Nótese que, con respecto a los resultados obtenidos en los modelos simples binomiales, fue llamativo, en el modelo multivariable, la inversión de la oportunidad de no resiliencia cuando se consideró el tipo de familia: mientras, en el modelo simple, dicho oportunidad de no resiliencia se incrementó en 10 % cuando el estudiante provenía de otro tipo de familia (diferente a la nuclear), en el modelo ajustado, el resultado fue a la inversa, pero en una magnitud del 9,9 %.
Discusión
La resiliencia inicialmente fue definida como la presencia de características inherentes de algunas personas para superar las adversidades, es decir, como una característica individual. Esta concepción de la resiliencia fue abordada en diferentes disciplinas, entre ellas la educativa, en la población escolarizada, y fue así como tomó especial auge la promoción de estrategias que se encaminaran a fomentarla de acuerdo con modelos clínicos basados en la psicología conductista. A partir de la década de los noventa, se da un salto conceptual: la resiliencia comienza a ser entendida como un proceso donde se conjugan factores internos y externos. Limitarse exclusivamente a los resultados obtenidos de forma general impediría tomar en cuenta la especificidad de la gran complejidad cultural, ecológica, política y socioeconómica en que se organizan territorialmente los municipios de Colombia [7].
En la perspectiva anterior, este estudio tuvo como finalidad conocer la prevalencia de no resiliencia en los escolares de un municipio del departamento de Antioquia. Los análisis se hicieron en el marco de una intervención psicosocial elegida, que permitió abarcar una cantidad importante de mediciones (ocho), que no solamente tienen en cuenta aspectos individuales, si no también sociales y de relacionamiento, en contraste con intervenciones que se centran en incrementar la personalidad resistente, las cuales no transcienden a esferas más amplias que permitan el conocimiento de la resiliencia de una manera más integral, dando a conocer las dimensiones individuales, familiares y sociales [23].
En la población de escolares, la prevalencia de no resiliencia fue del 58,4 %. Quisbert Gómez [24] señala que entornos donde la resiliencia es baja se acude a escenarios de mayores dificultades en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Por su parte, un estudio realizado con estudiantes de una institución educativa en Lima [25] reportó la prevalencia de no resiliencia del 23,3 %, diferencia que podría explicarse porque ese estudio no se ciñó exclusivamente a la estimación de la resiliencia, sino a su correlación con variables como realización personal, autodeterminación y autoconfianza, es decir, tres áreas de valoración, en contraste con ocho áreas que comprende el instrumento utilizado en esta investigación, el JJ46, lo cual ofrece una visión más holística de la resiliencia en dicho grupo poblacional.
Otro de los aspectos importantes a mencionar es que los hombres presentaron una no resiliencia más alta con relación a las mujeres, lo que podría explicarse, de acuerdo con Londoño et al., por cuanto la salud mental de los hombres se resiente más en situaciones de crisis en aspectos como menosprecio de su capacidad personal, problemas de salud, disminución del apetito, ideación suicida, aislamiento social, discriminación, incluso estigmatización [26]. La expresión de las emociones por parte de los hombres está influenciada por el ambiente cultural en que se desarrolló, especialmente con estigmatizaciones como la negación al llanto y a la expresión de sus emociones [27].
La no resiliencia de los estudiantes del grado séptimo, con edades entre 12 y 13 años, fue superior con respecto a otros grados escolares, lo que podría explicarse, como lo dicen Bustos y Russo, en que esta etapa de la vida -la pubertad, que marca el pasaje de la niñez a la adolescencia- es un periodo de transición de crucial importancia en la fase de crecimiento y desarrollo, y viene condicionada por diversos procesos biológicos, cambios físicos, psicológicos, socioculturales y cognitivos, que demandan el desarrollo de estrategias de afrontamiento que les permitan establecer un sentido de identidad, autonomía, éxito personal y social, generando fluctuaciones importantes en su estabilidad emocional [27,28].
En el estudio de Villavicencio y Villaroel se encontró que, en la ausencia de alguno de los dos padres o, en el caso extremo, de los dos, la no resiliencia aumenta considerablemente en los escolares, lo que podría deberse a que el alejamiento de una de las figuras paternas ocasiona un vacío afectivo, difícil de suplantar, y si estas ausencias están mediadas por conflictos familiares, problemas de comunicación, normas rígidas e inflexibles, y sentimientos de abandono e insatisfacción, la afectación en la salud mental del escolar es directa [29]. Esto indica que las familias nucleares fortalecen la oportunidad de no resiliencia, como se evidencio en el estudio.
Se encontró que la prevalencia de no resiliencia fue mayor en los estudiantes que provenían de familias diferentes a la nuclear o monoparental, en la madres y padres que se conoció estaban desempleados. La evidencia sustenta el sentimiento de abandono que sienten los hijos de los padres trabajadores o ausentes, ocasionando lo que se conoce en algunos países como “Síndrome de los niños llave”. Se manifiesta en una percepción negativa hacia el colegio; familias desintegradas; realización de actividades como chatear, dormir o ver televisión durante su tiempo libre; presentación de sentimientos ambivalentes respecto al hecho de estar solos; pensamientos orientados a la incomprensión; soledad y conductas de rebeldía [30].
El presente estudio mostró que al momento de vivir una situación de vulnerabilidad, la oportunidad de no resiliencia, en escolares, se incrementó en comparación con los escolares que no habían vivido eventos de vulnerabilidad. De acuerdo con Vera, Carbelo y Vecina, es reconocida la relación inversa entre el número de eventos vividos y la resiliencia. Es importante que las instituciones escolares cotejen las problemáticas relacionadas con la vulnerabilidad que tienen los escolares [31], con el fin de que los profesores tutores tracen estrategias que apunten a aumentar las capacidades resilientes con acciones como los 33 talleres psicoeducativos aplicados en este estudio [32]. La resiliencia permite que el individuo, ante una o varias adversidades o situaciones difíciles, logre superar las dificultades y alcance bienestar y calidad de vida [33].
Estudiar en la jornada de la tarde, pertenecer a una familia diferente a la nuclear o monoparental, ser hombre y allí donde la afectividad era diferencial de los padres hacia sus hijos fueron factores con mayor contribución a la no resiliencia. Dado que la mayoría de los estudiantes provenía del nivel socioeconómico bajo, no se pudo valorar su efecto en la no resiliencia, lo cual ha sido destacado en algunas investigaciones [34].
Como limitaciones, la dificultad de acceso a los centros educativos de la zona rural y la rural dispersa impidió la valoración de la no resiliencia en los escolares que allí estudiaban. Otra limitación fue que se omitieron las instituciones de carácter privado, dadas las dificultades operativas y logísticas para tal fin.
Los factores que aumentan la oportunidad de no resiliencia son el número de eventos de vulnerabilidad vividos, pertenencia a una familia nuclear, afectividad diferencial de los padres, ser hombre y estar en la jornada de la mañana.
Se debe ampliar y profundizar el trabajo en los lugares más apartados de los municipios de Colombia, aunque es importante mencionar que existen diferenciales en la forma como se dio la agudización del conflicto y otros factores determinantes por los cuales la población en general y, en particular, los adolescentes quedan expuestos a mayores factores de riesgo para la no resiliencia.