Introducción
Desde la psicología criminológica y la criminología, se han estudiado diversos factores de riesgo y de protección que pretenden explicar, prevenir y predecir la manifestación de conductas antisociales, violentas y delictivas, dando cuenta de la multicausalidad de este fenómeno (Cuaresma, 2017; Redondo y Garrido, 2013). Dentro de estos factores destacan los socioemocionales, con especial relevancia en la niñez y la adolescencia. Un ejemplo de esto son los datos derivados de estudios longitudinales en el ámbito de la criminología, a partir de los cuales se ha explicado el curso del desarrollo de las carreras delictivas y se ha encontrado un papel relevante de los factores asociados con las primeras etapas de la vida (Farrington et ál., 2016; Moffitt, 1993; Thornberry et ál., 2013).
Así mismo, con frecuencia se citan los factores sociales y emocionales en estudios cuyo propósito es la aplicación y evaluación de programas dirigidos a prevenir y reducir la violencia y la delincuencia, donde los factores socioemocionales constituyen precisamente criterios de evaluación de efectividad de las estrategias aplicadas (Chaux, 2005; Dodge et ál., 2015; Nolan et ál., 2014; Schneider et ál., 2016). Estos programas se fundamentan en la formación y potencialización de habilidades para resolver conflictos y propiciar mejoras en aspectos socio-emocionales como el desarrollo de conductas pro-sociales, sensibilización por los demás, relaciones positivas, disminución de la agresión física, verbal y relacional, y disminución del aislamiento social, entre otras (Roldan, 2015).
Además, en otras áreas de la psicología infanto-juvenil se identifican múltiples investigaciones que analizan los factores socioemocionales relacionados con variables como el éxito académico (Jeon et ál., 2018 ; Leighton et ál., 2018), altas capacidades intelectuales (Gómez et ál., 2015), discapacidad cognitiva en la escuela (Faria et ál., 2017; Zyga et ál., 2018), trastornos psicopatológicos como la ansiedad y la depresión (Velásquez et ál., 2015), el trastorno de déficit de atención (Cardoso et ál., 2015) y el autismo (Orduña, 2018). Así mismo, existe interés en variables asociadas con los factores socioemocionales, como la estructura familiar, las pautas de crianza, las técnicas docentes en la escuela, las actividades recreativas con adultos y compañeros, entre otros (Coplan y Weeks, 2010; Jung y Jin, 2019).
A pesar de que los factores socioemocionales son ampliamente utilizados, existen discrepancias en cuanto a su definición y las variables a tener en cuenta para su evaluación, con lo cual se reconoce la necesidad de definirlos claramente (Duckworth y Yeager, 2015; Hoffman, 2009). Para Hoffman (2009), por ejemplo, el constructo de aprendizaje socioemocional utilizado ampliamente en el campo educativo, puede entenderse como un proceso de aprendizaje de habilidades sociales y emocionales (autoconciencia, autogestión, conciencia social, toma de decisiones responsable, entre otros), que se desarrollan en un entorno seguro y de apoyo, y que son moldeables, aspecto que permite su mejora constante. Por otro lado, para Wiggins y Monk (2013) el constructo de funcionamiento socioemocional es “...un proceso complejo que se produce durante un período prolongado y requiere la coordinación de las facultades afectivas, cognitivas y sociales” (p. 1293), definición que no permite comprender el claramente el concepto de factores socioemocionales a los que hace referencia.
En el tesauro de la American Psychological Association (APA, 2021) el concepto socioemotional [socioemocional] se encuentra asociado con el constructo de funcionamiento, incluido en el año 2019 y definido como el nivel y las variaciones en el funcionamiento social y emocional a lo largo de la vida. Así mismo, se encuentra el concepto socioemotional [socioemocional] con el constructo aprendizaje, incluido el mismo año y definido como el proceso educativo que incluye la instrucción en la autoconciencia, el manejo de las emociones, los procesos interpersonales, la empatía y otras habilidades y destrezas prosociales y emocionales. Los dos constructos referidos en el tesauro, funcionamiento socioemocional y aprendizaje social y emocional incluyen como términos relacionados el desarrollo emocional, el desarrollo social y las habilidades sociales.
Otros conceptos como los de habilidades para la vida e inteligencia emocional, que han sido ampliamente estudiados, y que se esperaba que incluyeran entro de su definición en el tesauro el constructo socioemocional, no lo hicieron. En el caso de habilidades para la vida, que se incluyó en el tesauro en el año 2020, se incluye a cualquier habilidad o destreza que permita la plena participación y funcionamiento en la vida cotidiana, como el pensamiento crítico, el autocontrol y la toma de perspectivas. El constructo de inteligencia emocional, se introdujo desde el año 2003, para referirse a la habilidad para monitorear y evaluar los sentimientos y emociones propios y ajenos, y el empleo de esta información para guiar el pensamiento y la acción.
La existencia de diferentes acepciones para los factores socioemocionales justifica la importancia de aclarar sus similitudes y diferencias, así como sus bondades o limitaciones en los procesos de evaluación. Esta claridad es relevante en los casos en que se utiliza el concepto socioemocional para explicar problemas de conducta en la infancia o como factores de riesgo y protección asociados con comportamiento futuro. Así mismo, es necesario identificar las variables e instrumentos utilizados para evaluar los factores socioemocionales, con el objetivo de conocer el impacto de intervenciones que buscan modificarlos. Si bien el concepto socioemocional es común en diversos estudios, en algunos se evalúan habilidades sociales (Marquis y Baker, 2015; Pasiali y Clark, 2018), en otros se enfocan en la regulación emocional (Panizza et ál., 2020; Zyga y Russ, 2014) o en síntomas internalizados y externalizados (Smith et ál., 2018; Wan et ál., 2017).
En este sentido, Duckworthy Yeager (2015) afirman que hace falta mayor investigación sobre la evaluación e intervención de los factores socioemocionales en diferentes culturas, además de la operacionalización del concepto para garantizar su fiabilidad, y para analizar el efecto de programas que buscan impactar estos factores e identificar las relaciones que existen entre las habilidades asociadas con estos y el contexto en el que se presentan. Basados en esta falencia, el objetivo de esta investigación es identificar los constructos y definiciones, las variables e instrumentos asociados con la evaluación infantil de factores socioemocionales en niños y niñas de 6 a 12 años, en las publicaciones realizadas entre el 2010 y el 2020.
Metodología
Para cumplir con el objetivo propuesto, se realizó una revisión bibliográfica, entendida como el análisis y síntesis de investigaciones científicas del tema de interés, dando como resultado una descripción detallada del mismo (Vera, 2009). Para esto, se consultó la base de datos: APA PsycNet, y se utilizaron las siguientes palabras clave: “socioemotional”, “socio-emotional”, “assessment”, “psychometric”, “intervention”, “program”, “prevention”, “attention” y los operadores booleanos AND y OR.
Los criterios de inclusión empleados fueron: investigaciones realizadas entre el año 2010 y el 2020, publicadas en español, inglés o portugués, que incluyeran la evaluación de factores socioemocionales, cuya muestra estuviera compuesta en un 50 % o más de niños o niñas de 6 a 12 años, el tipo de publicación debía ser artículo científico, test psicométrico o tesis.
Para la selección de los artículos se diseñó una lista de registro y verificación de criterios de elegibilidad, que incluyó las siguientes condiciones: palabras clave incluidas en el resumen; que cumpliera con las características de la muestra; que en el resumen y posteriormente en la metodología, fuera explícito que se había realizado un proceso de evaluación. En los casos que existió duda, se consultó la opinión de un segundo revisor; se tuvieron en cuenta investigaciones que no cumplían los parámetros de inclusión, pero eran relevantes en cuanto al contenido teórico. Se analizaron las características generales de 101 publicaciones que cumplieron los criterios de nuestro estudio, y de estos se consideraron los conceptos y variables evaluadas de 70 publicaciones que hicieron referencia a los constructos de uso más frecuente.
Resultados
En la búsqueda inicial se identificaron 241 publicaciones, de las cuales 101 cumplieron con los criterios de elegibilidad (90 artículos, 8 tesis y 3 test psicométricos). El 79.21 % fueron estudios transversales y 20.79 % longitudinales. El 95 % de las publicaciones utilizó una metodología cuantitativa, lo cual permitió identificar las herramientas psicométricas de uso más frecuente en la evaluación infantil de factores socioemocionales.
Se encontraron investigaciones procedentes de 29 países de los cinco continentes, algunos con una sola publicación. Se encuentra que Estados Unidos es el país del cual se reportan más investigaciones de Norteamérica (34.65 %), seguido de Europa con España (7.92 %), Oceanía con Australia (3.96 %), Asia con China (2.97 %) y en Suramérica con Colombia (2.97 %). También se identificaron dos (2) publicaciones transculturales en Europa y Asia.
Con respecto a la muestra, los estudios variaron en el número de participantes (desde uno hasta 14.853) y en edad se abordaban rangos desde los 0 hasta los 18 años. También se encontraron diferencias en el abordaje de los factores socioemocionales, mientras en unas investigaciones se estudia su influencia externa o interna, en otras se analizó su papel tanto en escenarios académicos como en contextos de tratamiento de trastornos psicopatológicos, o en cuanto a su utilidad para prevenir y predecir posibles conductas delictivas (tabla 1).
De acuerdo con el objetivo propuesto, se identificaron los constructos utilizados en las diferentes publicaciones consultadas, encontrándose que en 70 de las 101 publicaciones revisadas hacen referencia a ocho constructos, entre los cuales el más frecuente fue el de funcionamiento socioemocional, pero solo en una de estas publicaciones se definió el constructo; seguido de competencia socioemocional que incluye al menos seis definiciones diferentes entre sí (ver tabla 2). Hubo otros constructos que se identificaron en menos de cinco publicaciones: comprensión socioemocional (Papieska et ál., 2019), conocimiento social (Barisnikov y Lejeune, 2018), cognición social (Fenning, 2010; van Rijn et ál., 2018) problemas socioemocionales (Fjermestad et ál., 2015; Mary et ál., 2016).
Aunque se esperaba identificar estudios sobre inteligencia emocional, se encontró que, de acuerdo con los criterios de búsqueda, este constructo se empleó solamente en dos investigaciones como una de las dimensiones del área socioemocional (Esturgó-Deu y Sala-Roca, 2019; Garaigordobil Landazabal et ál., 2013).
Posteriormente, se identificaron las variables medidas en el área socioemocional, lo cual es importante para operacionalizar el constructo y facilitar su comparabilidad. En la tabla 3 se describen las escalas y subescalas identificadas, y clasificadas en las que comprenden una orientación negativa, como medición de conductas problemáticas, síntomas depresivos, ansiosos entre otros. También se mencionan las de orientación positiva, como medición de habilidades sociales, empatía, resiliencia, entre otros. Se encontró que, en todos los constructos las variables con orientación negativa estaban relacionadas con problemas emocionales, problemas de conducta, hiperactividad-inatención y problemas en las relaciones con los compañeros. Estas escalas hacen parte del instrumento Strengths and Difficulties Questionnaire, ampliamente utilizado en las publicaciones identificadas. Por otra parte, se evidencia que en diferentes constructos se evalúan escalas asociadas con cognición social, tales como, conciencia emocional, control emocional y procesamiento y reconocimiento emocional. Adicionalmente, se identificaron como áreas comunes con orientación positiva, las habilidades sociales que incluyen subescalas como empatía, comportamiento prosocial, cooperación, autocontrol, entre otras. Se observa que algunas variables se evalúan de forma independiente, o se encuentran como subescalas de una escala general, como es el caso de la empatía o la conducta prosocial.
De los resultados encontrados es posible concluir que, cuando se evalúan factores socioemocionales se incluyen diferentes tipos de variables cognitivas, afectivas y conductuales. En el área cognitiva se encuentran variables asociadas con la cognición social (conciencia emocional, procesamiento y reconocimiento emocional propio y de los demás, control emocional). En las variables afectivas se identificaron algunas con orientación negativa (sintomatología internalizada: ansiedad, depresión, ira, somatización, soledad, timidez, retraimiento) y otras con orientación positiva (autoestima, empatía, apoyo emocional, apertura emocional, asertividad, habilidad de relacionarse con los otros). En las variables conductuales prevalecieron las de orientación negativa asociadas con problemas de conducta exteriorizada como hiperactividad-inatención, problemas con los compañeros, agresión, engaño y violación de las normas.
Discusión
Cabe destacar la falta de homogeneidad en la definición, esto puede ser dado por los conceptos relacionados con los factores socioemocionales en las publicaciones revisadas, evidenciándose una discrepancia en un mismo constructo. Ejemplo de esto es el constructo de bienestar socioemocional, definido por una parte como el funcionamiento y la eficacia de las habilidades intra e interpersonales que predicen el bienestar socioemocional o la psicopatología (Iverson, 2012). Por otro lado, el constructo es asociado con una serie de resultados positivos en materia de salud mental, incluida la mejora de la competencia social, la satisfacción con la vida y el autocontrol del comportamiento, así como la reducción de la depresión, la ansiedad y la agresión (Aber et ál. 2012). Si bien algunas definiciones tienen puntos en común, como afirmar que el aumento del bienestar o competencia social reduce conductas disruptivas o posible sintomatología psicopatológica, no se encuentra similitud en otros aspectos, como las variables que constituyen este constructo.
En el caso del constructo ajuste socioemocional, se evidencia que este término es utilizado sin precisar su significado, ni ofrecer aproximación alguna a su definición en las publicaciones revisadas (Arbeau et ál., 2010; Brass et ál., 2019; Yang et ál., 2014). El constructo de mayor uso fue el de funcionamiento socioemocional. Sin embargo, solamente se presenta una definición, en la cual Jeon et ál. (2018) recoge algunas aproximaciones de diferentes autores para indicar que el funcionamiento socioemocional “implica ser capaz de regular adecuadamente las emociones y responder a los contextos sociales. Sus múltiples dimensiones se relacionan con el ajuste académico y social” (p. 488). Así mismo, afirma que para evaluar este constructo se utilizan los problemas conductuales, emocionales y sociales, lo cual se observó en los resultados obtenidos en esta revisión (tabla 3).
Aunque solamente en tres publicaciones se hizo referencia a la cognición social (Fenning, 2010; Mary et ál., 2016; van Rijn et ál., 2018) y a las funciones ejecutivas (Heyl y Hintermair, 2015) se ha evidenciado su importancia en el estudio del desarrollo de los factores socioemocionales en el área criminológica, donde se han evaluado aspectos de memoria de trabajo, flexibilidad cognitiva, control inhibitorio, teoría de la mente, entre otros. En adolescentes infractores y en el desarrollo de niños pequeños, cuyos resultados indican que estas variables pueden influir en el desarrollo de problemas de comportamiento y conductas delictivas y violentas (Brito-Navarrete, et ál., 2015; García-López, 2019).
Por último, se analizaron publicaciones en diferentes países lo que permitió observar que, aunque no hay un consenso en el concepto objetivo, sí se miden variables similares a pesar de las diferencias culturales como conciencia, comunicación, motivación y cognición social, reconocimiento de emociones, relaciones interpersonales, problemas de conducta, falta de atención e hiperactividad, síntomas emocionales, problemas con los compañeros y comportamiento prosocial (Fridenson-Hayo et ál., 2017; Wan et ál., 2017).
Una limitación del presente estudio es que solo se consultó la base de datos de la American Pychological Association (APA), se sugiere para futuras revisiones en este tema, incluir otras bases de datos que permitan abarcar un mayor número de publicaciones. También resulta pertinente explorar los test psicométricos utilizados en las investigaciones que evalúan los factores socioemocionales. Esto debido a que las pruebas utilizadas podrían evaluar variables específicas de manera aislada (por ejemplo, empatía, agresividad, identificación de emociones, autocontrol, entre otros) y no necesariamente un constructo integrador del área socioemocional. Además, se observó, que no se mencionaban las características psicométricas de los test (confiabilidad, validez, entre otras) en todas las investigaciones consultadas, lo cual impidió identificar el rigor metodológico de las pruebas, y de esta forma los resultados derivados de su aplicación. Con base en los resultados de este estudio, se concluye que es necesario proponer definiciones operacionales del área socioemocional que incluyan las diversas variables que la componen, y con base en esto plantear una batería para realizar evaluaciones integradoras.