Señor editor,
El Argumentum ad ignorantiam es una falacia que consiste en justificar una idea o acción, en función de la ausencia de un argumento sobre un planteamiento alternativo. Se utiliza comúnmente entre la comunidad en general, bajo el supuesto de "peor es nada". Actualmente, bajo los estragos de la pandemia por covid-19, se ha intensificado el empleo de esta falacia, justificando prácticas pseudocientíficas que han colocado en riesgo la salud de las poblaciones en distintas regiones del mundo, sobre todo, en Latinoamérica 1.
Ante la falta de una terapéutica dirigida a la prevención y control de la morbimortalidad en casos leves, moderados y severos de covid-19, se ha observado el uso indiscriminado particularmente de Ivermectina 2 y Dióxido de cloro 1,3, así como distintos antimicrobianos y moléculas con actividad antiinflamatoria y anticoagulante, siendo catalogados como agentes "seguros y eficaces" para el manejo de esta patología, aduciéndose que si sirven para el abordaje de otras enfermedades, entonces deberían cumplir el mismo mecanismo de acción en esta nueva condición. Claramente, un razonamiento inoperante producto del desespero por encontrar una solución para la calamidad de escala global.
La necesidad y la osadía de intentar defender creencias o intereses personales, por encima de la evidencia, es uno de los grandes problemas que dificulta la lucha contra la avalancha de publicaciones de fuentes dudosas, las cuales pueden ser divulgadas por revistas científicas o redes sociales, y que atentan contra la integridad de una sociedad recia a educarse; sobre todo, si existen figuras de autoridad que apoyan estos movimientos 4,5. Un ejemplo conocido es el de la llamada Asociación de Expertos en Medicina Integrativa (AEMI), conformado por un grupo de representantes que aseguran ser especialistas en Homeopatía, Acupuntura, Flores de Bach, Sinergética, Sanación Pránica, Reiki, Biomagnetismo, Ayurveda, y Terapia Neural, dentro de la cual se destaca el pionero en el uso de dióxido de cloro con fines terapéuticos, Andreas Ludwig Kalcker 5. Esta colectividad propuso utilizar este compuesto al Ministerio de Salud de Ecuador para el manejo de covid-19, sosteniendo que el uso de dióxido de cloro había curado a un grupo de 6000 personas que participaron en un ensayo clínico 5, el cual, no se conoce con claridad a la fecha, ni se encuentra publicado en una revista científica con evaluación doble ciego.
Por otra parte, en un debate más competente, Abril López de Medrano et al 6 realizaron una carta al editor en abril del 2020, en el tiempo donde se resistía ante una ola masiva de contagios a nivel mundial, afirmando que era necesario intervenir a los pacientes graves ingresados con infección por covid-19 con lopinavir/ritonavir mas tratamiento de soporte, a pesar que los mismos autores explican que el estudio de base que propuso esta intervención, carecía de una metodología impecable y muestra representativa, por consiguiente, los resultados no eran fiables ni significativos, pero que "al calor del momento", se podía considerar utilizarlos en pro de mejorar el pronóstico de este grupo de pacientes 6. En poco tiempo, López Reboiro et al 2 publicaban la que sería la primera carta en mencionar el Argumentum ad ignorantiam en tiempo de covid-19, dirigida a los primeros mencionados, donde manifestaron que no se debía caer ante la exasperación e impotencia de no poder controlar dicha enfermedad, y que se debía estar muy atento a las publicaciones "sensacionalistas" apoyadas en series pequeñas de casos y con dudosa metodología, que prometían curas para tal entidad infecciosa 2. Una intercesión justa y necesaria, en defensa de la escasa pero contundente evidencia científica.
La medicina como ciencia dinámica que avanza rápida y sustancialmente, no puede ser víctima de esta falacia, toda vez que atenta contra la rigurosidad, prestigio y solemnidad que la ha caracterizado desde el inicio de los tiempos. Conocer este tipo de falsos argumentos y métodos de persuasión infructuosos, permite identificarlos plenamente y actuar sobre el razonamiento vago de aquellos que no tienen conocimiento sobre la plausibilidad biológica entre un antecedente y un consecuente, y de esta forma, actuar en materia de educación en salud, y exponer los riesgos que acarrea el consumo de sustancias o planes terapéutico que no poseen el respaldo de estudios fiables, y que por lo tanto, su uso debe ser prohibido. Esta reflexión, probablemente permita llamar la atención sobre la importancia y el impacto de las medidas preventivas básicas para evitar el contagio por SARS-Cov 2, y servir como puente para disciplinar sobre la crítica que se debe llevar a cabo al encontrarse con información de dudosa credibilidad. Hoy por hoy, existen infografías y plataformas de fácil acceso a la comunidad, impulsadas por instituciones públicas de salud, sociedades científicas respetadas y reconocidas, e instituciones de educación superior, que ofrecen datos útiles y actualizados sobre aspectos relacionados al proceso salud-enfermedad, no solo derivados de la covid-19, sino de enfermedades que generan una carga económica y de morbimortalidad muy alta. Estas herramientas deben ser utilizadas, y los actores de la salud, cumplen un rol fundamental en su promoción.