Introducción
La bioética, en su maduración de disciplina (Pinto-Bustamante 2010, 73) a ciencia, abarca dimensiones epistemológicas y gnoseológicas, que involucran su objeto de estudio, métodos, tecnología, y sus teorías (Bunge 1995, 96). Para ello son fundamentales los modelos y métodos empleados en sus procesos de investigación (Bunge 2018, 43), así como la apropiación que la bioética hace de conceptos de otras disciplinas, aún bajo distintos marcos teóricos como sucede con la filosofía y la medicina (Ferrer 2009, 35). Tampoco se pueden olvidar aspectos como el contexto geográfico, como es el caso de la bioética latinoamericana (Garrafa y Erig-Osório de Azambuja 2009, 73), los campos disciplinares que la atraviesan, lo inter y lo transdisciplinar en ella (Osorio-García 2016, 123) y el marco de investigación científica que emplea (Callahan, 1995, 282). Ello apremia el desarollo de nuevas maneras en sus procesos deontológicos, reflexivos, investigativos y de formación, toda vez que el enfoque paradigmático empleado de modo tradicional (Hottois 1991), sucumbe a los dilemas plasmados según la bioética empleada (Manrique-Nava y Domínguez-Márquez 2007, 125). Así, para la toma de decisiones bajo un ajuste de principios -no maleficencia, beneficencia, autonomía y justicia (Beauchamp y Childress 1999)- , no se obvia la deliberación fundamentada (Gracia, 2000 21) y tampoco se evaden perspectivas distintas y complementarias en las apuestas que hace la bioética (Gracia-Guillén 2002, 27).
Para el conocimiento de una realidad objetiva es necesario el empleo de un método científico (Hernández-Hernández 2002, 161); aquí son necesarios los procesos sistemáticos, bien sea, que se empleen enfoques del método positivista, estructuralista, materialista histórico dialéctico, de teoría de sistemas (Reza-Becerril 1997), del enfoque tipo inductivo, deductivo, analítico, dialéctico, de concordancias y de diferencias (Ortiz-Uribe y García-Nieto, 2015) o de normas específicas que facilitan procesos sociales (Bunge, 2018). Del enfoque de investigación positivista, el método experimental es el pilar o aquellos derivados del uso de metodologías cuantitativas, las que emplean cuestionarios, inventarios, estudios demográficos y, en general, todo aquello que es susceptible de análisis estadísticos (Hernández-Sampieri, Fernández-Collado y Baptista-Lucio, 2006). Por su parte, el enfoque de investigación hermenéutico sustenta su realidad mediante métodos cualitativos, que incluyen observación participante, entrevistas a profundidad, grupos focales, etcétera, y da lugar a datos de tipo descriptivo (palabras, conductas observables) (Taylor y Bodgan, 1987). Ambos métodos se hacen necesarios, integradores y complementarios (Rodríguez, Gil-Flores y García-Jiménez 1996), y no lejanos a la bioética.
Este artículo emplea un enfoque bioético-cognitivo, del tipo investigación documental -análisis documental, síntesis documental y hermenéutica (Peña-Vera y Pirela-Morillo 2007, 55)-, que en su análisis desglosa, analiza y revisa los constructos usados en los documentos incluidos, agrupando datos sistematizados mediante una matriz de recolección; en su modo hermenéutico, agrupa datos por temas y por teorías descritas por los autores de la publicación o por teorías percibidas por el investigador de este artículo, contribuyendo a consolidar posibles teorías propias a la bioética. Esta revisión narrativa-cualitativa, sobre los hombres transgénero, se enfoca desde la bioética de la salud de las poblaciones (Wikler 1997, 185; 2008, 78).
Los hombres transgénero, en adelante hombres T, objeto de esta búsqueda, son aquellas personas que se identifican con el género opuesto al de su sexo anatómico, siendo hombre transgénero-hombre T, aquellos nacidos con sexo biológico femenino y auto-identificados como género masculino-FtM y mujer transgénero, aquellos nacidos con sexo biológico masculino y auto-identificados como género femenino-MtF, que desde un enfoque de diversidad incluye varios tipos de transgénero, bien sea por identificación, deseo sexual, papel o rol como pareja (Adams et al. 2017, 165). Las teorías explicativas de esta diversidad sexual (Elliot 2009, 185) también son un producto de los métodos o de las metodologías empleadas para estudio sobre los transgénero (Binda y Balbastre-Benavent 2013, 179).
La población de hombres T es una minoría carente de estadísticas globales consolidadas o de censo mundial (Organización Panamericana de la Salud, 2011), por dificultades para clasificarlos entre lo femenino, masculino o en ausencia de género (Bakker et als. 1993, 237), generando exposición a situaciones injustas que los convierten en un grupo minoritario y vulnerable, de modo que un verdadero cambio anclado en la justicia social demanda sustentos teóricos fundamentados. Se cuestiona entonces, ¿cuáles teorías de la producción científica empírica sobre hombres transgénero soportan avances en bioética desde la justicia social en salud? Por tanto, las publicaciones se categorizaron por temas emergentes y por teorías descritas o percibidas como sustento a la investigación doctoral denominada "Teoría de justicia social en salud sobre la construcción de masculinidad en el cuerpo de hombres transgénero bogotanos mediante teoría fundamentada" del programa de doctorado en Bioética de la Universidad Militar Nueva Granada en Bogotá, Colombia.
Metodología
Revisión narrativa
Bajo el uso de métodos no propios de la bioética, se realizó una revisión de tipo narrativo (Popay 2006) mediante las siguientes etapas (Arksey y O'Malley, 2005): a) objetivo y pregunta de búsqueda; b) búsqueda bibliográfica; c) recuperación de estudios sin límite de diseño; d) sistematización de datos; e) selección de estudios; f) análisis primario; g) evaluación y análisis de temas y subtemas, empleando una sábana de datos producto de una revisión sistemática, incluyendo las bases de datos PubMed, APA, DOAJ y SciELO. La revisión se hizo bajo criterios de: a) temporalidad, entre enero de 2010 a mayo 2019 para todas las bases, excepto el DOAJ; b) idiomas, español e inglés; c) diseño, sin límite sobre estudios empíricos cuantitativos, cualitativos y mixtos; d) población, hombres transgénero sin límite de edad.
En todas las bases se usaron los mismos términos de búsqueda cambiando los items particulares de cada base. En el caso de PubMed, se buscaron documentos sobre humanos descartando por especies y otros animales, con los términos "Transgender man [or] Transgender men [not] Transgender woman [or] Transgender women". Luego "[Not] Transgender man" y retirando los documentos no empíricos. Para la base APA se usaron los mismos términos, es decir: "Transgender man [or] Transgender men [not] Trans-gender woman [or] Transgender women", descartando aquí documentos tipo magazin, reporte o informe, páginas web, boletines de noticias, amicus brief, guías, informes de grupo, panfletos, consejos políticos, notas de temas varios, informativos e instructivos, revisiones de literatura o sistemáticas, opinión de expertos, reflexión, o documentos referidos directamente a la mujer transgénero. Para la base Directory Open Access Journals (DOAJ), se usaron los mismos términos para buscar artículos empíricos y descartando revisiones. Finalmente, para la base de datos de SciELO, se usaron los términos pero se descartaron, además, guías de práctica clínica y documentos reflexivos (figura 1).
Análisis de datos
Los artículos recuperados de manera directa fueron seleccionados según la propuesta de Van de Voorde y Léonard (2007), que se modificó para esta revisión particular (figura 1). Se diseñó y diligenció la matriz de sistematización de la información, con columnas para el nombre de la base de datos (SciELO, DOAJ, PubMed, APA), año de publicación (cronológico), autor (es), enfoque del artículo (cualitativo, cuantitativo o mixto), palabras clave y tema. Finalizada la búsqueda, se sistematizó la información según Popay (2006) y se hizo análisis temático según Van de Voorde y Leonard (2007).
Se adicionó una estrategia metodológica propia que incluyó la lectura del resumen del artículo seleccionado, para clasificarlo por tema emergente, con verificación del contenido completo del documento. Las palabras clave descritas en cada artículo y los términos sobre el contenido conceptual del artículo fueron empleados como constructos para la búsqueda temática de los soportes teóricos, en Google Scholar, de sus autores, año de divulgación, independientemente de su saber o disciplina. Se verificó duplicidad o el parecido del nombre de la teoría con otras teorías relacionadas, por autores, año de publicación, fuente, país de procedencia y significado de la teoría elegida, dando lugar a una matriz de almacenamiento con esta información (figura 2).
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Fuente: elaboración propia.
Figura 2 Aplicación de estrategia categorial sobre las teorías descritas y percibidas
Resultados
De la revisión
De la búsqueda en la base PubMed resultaron: a) inicialmente 1149 documentos generales; b) 1086 documentos en humanos, y se descartaron especies y otros animales; c) 735 artículos solo en journals; d) 264 artículos decantando por "[Not] Transgender man"; e) 64 artículos al retirar los no empíricos; f) 52 artículos finales al retirar 11 revisiones, reflexiones y opiniones de expertos.
De APA resultaron: a) 329 artículos iniciales; b) 43 incluidos al descartar 286 por ser otro tipo de documentos (39 artículos de magazín, 31 reportes o informes, 19 páginas web, 18 boletines de noticias, 11 amicus brief, 7 guías, 7 informes de grupo, 5 panfletos, 5 consejos políticos, 53 notas de temas varios, 65 informativos y 26 instructivos); c) se descartaron otros 33 artículos correspondientes a revisiones de literatura o sistemáticas, opinión de expertos, reflexión, o relacionados con la mujer transgénero; d) se seleccionaron, finalmente, 10 artículos empíricos sin distinción de diseño.
Con respecto al DOAJ se obtuvo: a) 20 artículos con base en términos similares; b) de estos se filtraron a 17 artículos empíricos, luego de descartar 3 revisiones. En la base de datos SciELO se encontró: a) 3 artículos por términos de búsqueda "Transgender man", de los que se descartaron 2, por ser una guía de práctica clínica y otro de tipo reflexivo.
En total se consolidaron 79 artículos empíricos para la revisión. De los artículos empíricos sobre hombre transgénero, se encontraron 46 artículos con enfoque cuantitativo, 25 artículos cualitativos y 8 mixtos. De los 46 cuantitativos, 14 corresponden a DOAJ y 32 a PubMed. De los 25 artículos cualitativos, 9 corresponden a APA, 3 a DOAJ y 13 a PubMed. De los 8 restantes, con enfoque mixto, q procede de APA y 7 de PubMed.
De la categorización temática
La categorización temática correspondió a 50 artículos de salud, 3 de discriminación, 9 de identidad, 9 de familia, 1 de educación, 2 de diversidad, 2 sociales, 1 de violencia y 1 de mercadeo (tabla 1).
De la categorización por teorías descritas o percibidas
De los 79 artículos hay ausencia de fundamento teórico en 83,5 % (69/79) de la publicaciones; en el 15,2 % (12/79) se describe ese fundamento de manera indirecta y en el 3,85 % de forma explícita. Estos últimos, lo que hacen explícitos sus fundamentos se refieren a las teorías queer (Chrisler et al. 2016, 1238), a las teorías de identidad sexual o de género (Gibtiah 2016, 349) y a las teorías de reconocimiento (Horton, Rydstrom y Tonini 2015, 1059). Al respecto, en la tabla 2 se incluyen los autores, el año de publicación y las teorías descritas en cada artículo que se incluye en esta revisión.
Tabla 2 Categorización por teorías descritas en los artículos de la revisión narrativa
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Fuente: elaboración propia.
Las teorías percibidas por la autora de esta revisión se basan en las palabras clave y en el contenido de los artículos, y de esta manera se logra identificar la fuerte relación del contenido de los artículos con relacionados con la identidad de género, seguida por los derechos, la vulnerabilidad, las formas de violencia, la salud, los servicios de salud y el riesgo en salud. Al respecto, tenemos mayor detalle en la tabla 3.
Discusión
Tanto en los artículos sin descripción directa de bases teóricas como en los artículos en los que se asocia de modo indirecto alguna teoría, las necesidades emergentes y reemergentes que viven los hombres transgénero, giran en torno a un asunto de identidad sexual y de género. Incluso en los artículos que describen directamente su base teórica, se concentran en teorías de identidad sexual y de género vinculada a las teorías de las minorías étnicas y sexuales, en teorías queer y teorías de reconocimiento, y sobre estas se profundizará a continuación.
Teorías de identidades sexuales y de género
Las teorías sobre las identidades sexuales y de género son pilares sobre los que descansa esta revisión. Son relevantes a la bioética toda vez que amplian la perspectiva del bioeticista sobre los hombres transgénero, sin limitarse al asunto de la autonomía, bien sea en el ámbito hospitalario, en la atención en salud hacia los hombres transgénero o en la toma de decisiones sobre los procedimientos encaminados a lograr esa alineación hacia la corporalidad con la que se identifican. Es relevante dar foco a todos los aspectos de la vida del hombre T, con las categorías que se identifican en esta revisión y que incluyen la identidad, la salud, la diversidad, la educación, la familia, el mercado, lo social y la violencia. Es decir, la connotación de identidad del hombre T lo atraviesa y trasciende, de modo que permea todos los aspectos de su vida. Su diversidad es similar a la de cualquier otra persona y es digno de derechos.
Las teorías de identidad sexual y de género sustentan el papel que desempeña una persona ante la sociedad. Esto se basa en el sistema sexo/género que, de modo sociohistórico y cultural, ha estado alineado con las características anatómicas y fisiológicas de la especie, que su vez se fundamentan en planos cromosómicos, génicos, hormonales y genitales y que, desde lo biológico, da lugar a hembras, machos y, un poco menos, a intersexuados -quienes poseen ambas características en su genitalidad (Rubin 1996). El género corresponde al significado que las sociedades le han dado a esos rasgos biológicos asociados con el sexo y, por tanto, es distinto entre las sociedades y se modifica con el tiempo, pues no existe una alineación constante y predictiva entre el sexo de índole anatómico y el género de índole cultural (Lamas 2000, 1). Los géneros básicos y más populares son el masculino y femenino, no obstante, la realidad abarca un amplio espectro entre estos dos (Halberstam 2008). Desde el feminismo de la igualdad, la mujer no nace como tal sino que se hace; esto es un hecho que se manifiesta en hombres como en mujeres, por su posibilidad de ser moldeados por la sociedad para cumplir papeles, mandatos y exclusiones (Beauvoir 2009) y, con ello, cualquier identidad desde la diversidad. Las expresiones de género, por su parte, son las manifestaciones que hace la persona de lo que socialmente desea comunicar, en relación a su género vivido y esto no siempre se alinea con el tipo de práctica sexual. De esta manera, podemos encontrar personas con cabello corto, que usen pantalones con anatomía de hembra, con identidad de hombre y con prácticas sexuales tanto con hombres como con mujeres. Estos matices no son raros o retorcidos, son solo manifestaciones de la riqueza del espectro relacional de la sexualidad, que tiene lugar en la vida real y que desborda a las teorías que sustentan esa misma realidad.
Desde los derechos sexuales y reproductivos y en el libre ejercicio de la sexualidad, desde el sistema sexo/género, indudablemente se usa el cuerpo que, por ser materia tangible, se emplea como herramienta o como objetivo relacional. Esto implica moldeamiento, adecuación y dominio mediante hormonas o procedimientos médico-quirúrgicos para modificar sus caracteres sexuales fenotípicos y asimilarse en su identidad, con lo que socialmente sería aceptado; es decir, con una corporalidad de macho o de hembra, con expresiones de hombre o mujer, masculinas o femeninas, y que, por tanto, en el caso del hombre T, implica una performativa propia (Vena 2017). Esto lo hace mediante la moda, como parte de la expresión del género en ese significado de la identidad (Jestratijevic 2016, 839), incluso si se tratase de un adulto mayor diverso, con la complejidad de su proceso de envejecimiento (Hess 2017, 1). Estos cambios corporales y comportamenta-les deben ser asumidos por el entorno como parte de esa nueva identidad en lo social, lo legal y lo jurídico y en cualquier ámbito de su vida, con respeto, tolerancia y aceptación de la diversidad.
La identidad se sustenta en la percepción que cada uno tiene de sí mismo y que surge cuando se cuestiona sobre quién se es (Erickson 1977). En este ejercicio, la identidad de género es de reciente conceptualización (Mischel 1973, 252; Chodorow 1999; Gilligan, 1982) y corresponde a la identificación interna del género que la persona autopercibe para sí misma. La identidad es privada, interna y es independiente del modo de vestir, actuar, andar o con quien se tienen relaciones sexuales. Puede ser atribuida a lo masculino, lo femenino o sobre cualquier espectro del género. De modo que son cisgénero quienes se alinean en su identidad con su corporalidad, en tanto que en personas transgénero está ausente esta alineación (Bornstein 1994). Así todo se vuelca al cuerpo, bien sea como objeto físico, como entidad con necesidades biológicas o como símbolo (Morris 1938).
En esta revisión se identifica que las teorías de identidad sexual y de género suceden a otras teorías que las complementan; están las teorías sobre los derechos humanos (Cviklová 2012, 45), sobre los derechos sexuales y reproductivos, el derecho a la salud, a la vida, a la familia, que en el caso del hombre T se refiere a la fertilidad y a las tecnologías de reproducción (Armuand et al. 2017, 283), o a los cuidados de la diversidad o de la reproducción en estas personas por ser diversas (Hoffkling et al. 2017, 332), y a la paternidad mediante adopción por parte de padres diversos (Goldberg et al. 2014, 221) o al mercado queer como grupo particular de consumo (Eichler 2012, 1).
Las teorías sobre la salud se enfocan en los servicios de salud y en las actitudes que el personal sanitario manifiesta hacia las personas transgénero; también resaltan la necesidad creciente de plantear nuevas estrategias y fundamentaciones en la educación a quienes laboran en en esta área, como parte de la calidad en la atención en salud. Los cuidados en salud y, en general, lo que requieren los hombres T, debe ser incluido dentro de los servicios de salud a los que ellos tienen derecho (Pérez, Batalla y San Macario 2018). De lo contrario, esto da lugar a disparidades en la atención en salud, lo que impacta de modo negativo a los hombres T y aumenta las brechas en justicia social (Gil-Borrelli, et als. 2018, 184).
La necesidad de prestar servicios de salud libres de barreras de acceso a los hombres transgénero, son parte de las necesidades de cuidado (Pérez, Batalla y San Macario 2018), así como de los cuidados que ameritan los procesos de tránsito del hombre T dentro del sistema de salud, en todas sus estructuras, de modo que el desarrollo de su identidad sea pleno. La inequidad generada por tener una identidad sexual y de género diversa, afecta varias esferas de la vida del hombre T; su salud mental es una de ellas. De hecho, su identidad es asumida como un trastorno que debe ser manejado o abordado bajo estructuras rígidas heteronormativas. Esta patologización residual de este enfoque hegemónico se observa en todo aquello que se sale de la normatividad y en ello, está el hombre T.
Las teorías del riesgo en salud se ocupan de la exposición a conductas y comportamientos de riesgo, sin embargo, igual riesgo representa ser hombre T por la exposición a situaciones de homofobia (Carrol y Mendos 2017), estigma (Goffman 1963, 116), prejuicio (Allport 1962) y, en general, por su vulnerabilidad (Adger 2006, 268). El ser vulnerable parece convertirse en una espiral pues parte de que los hombres T sean vulnerables es debido a que son excluidos, la sociedad los relega en el libre uso de sus posibilidades (Adger 2006, 268), que se ven mermadas cuando se les compara con quienes son cisgénero o incluso de la misma comunidad LGBTI. Aquí es donde la bioética debe intervenir para jalonar y desacomodar esos procesos viciados, no solo en el ámbito reflexivo sino en la acción (Williams et al. 1999, 1019).
Hay estrategias y enfoques como el de la interseccionalidad (Cho, Crenshaw, McCall 2013, 785; Crenshaw 1989, 139), que emplea un análisis multicategorial para evaluar cómo se comportan de manera comparativa dos o más categorías aisladas o cuando se intersecan. Estos nuevos modos de análisis de categorías vinculadas al género pueden y deben ser explorados desde la bioética para avanzar en justicia social, desde una perspectiva que considere los derechos sexuales y reproductivos y el derecho a la salud, en el que se incluyen los procedimientos quirúrgicos para lograr el alineamiento corporal hacia lo que se asume como propio de la masculinidad con la que se quieren identificar. Por otra parte, hay que considerar el derecho a la familia de los hombres T y los mecanismos que promueven o facilitan la realización de ese derecho, como son los servicios de inseminación, la criopreservación de óvulos, entre otros, dado que en la actualidad hay barreras de acceso.
Esta revisión busca contribuir no solo desde una postura individual sino desde un proceso sistemático en donde la producción científica tiene un peso que no puede ser desconocido por posturas que provienen de la hegemonía epistémica; en esa hegemonía no caben los modos diversos de ver el mundo ni su realidad social. El empleo, por parte de la bioética, de métodos de otras disciplinas, en este caso, mediante una revisión de la literatura de tipo cualitativo, puede reforzar y darle cuerpo a la argumentación que busca una mayor justicia social en salud, en torno a este grupo poblacional.
Teorías de las minorías sexuales y étnicas
Las minorías no tienen una definición internacional conjugada debido a las diversas situaciones que pueden vivir esas minorías, separadas del sector dominante de la población. Aunque el término "minoría" como lo emplean las Naciones Unidas en relación a los derechos humanos, se refiere, de modo general, a las minorías nacionales o étnicas, religiosas y lingüísticas, de acuerdo con la declaración sobre los derechos de las personas pertenecientes a minorías nacionales o étnicas, religiosas y lingüísticas, aprobada por la Asamblea General en su resolución 47/15, de 18 de diciembre de 1992, más tarde, de modo histórico, ese concepto para a cubrir a las minorías sexuales, pues todas las naciones tienen estas minorías (Naciones Unidas, 1992).
Una minoría se caracteriza por tener una posición no dominante, lo cual se refiere, en principio, a una minoría numérica. Un segundo rasgo es la voluntad de quienes pertenecen al grupo de preservar sus propias características y del deseo de que sean consideradas parte de ese grupo. Otro rasgo es el reconocimiento de la condición de minoría, lo que no incumbe exclusivamente al Estado sino a la sociedad misma donde conviven. Esto se refleja en una declaratoria para la protección hacia estas minorías, de su supervivencia y existencia y, con ello, de su derecho a la vida, y por otra parte, en la promoción y la protección de la identidad de esa minoría, de la igualdad y de su derecho a la no discriminación, así como a su participación efectiva y útil. La UNESCO (2005) lo manifiesta en la convención sobre la protección y promoción de la diversidad de las expresiones culturales, en 2005. Así mismo el Comité de Derechos Humanos, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial, Comité sobre los Derechos del Niño, entre otros, han trabajado sobre los derechos de las minorías y lo ratifica la Asamblea General de la Naciones Unidas en su Consejo de Derechos Humanos, en sus resoluciones 13/12 y 22/4, del 4 de diciembre de 2015, enfocadas en las minorías en contexto.
La teoría de las minorías la propone Sergei Moscovici (1996), como modelo alterno a un modelo funcionalista, vigente en ese momento, que sostenía que la influencia sobre la sociedad era ejercida desde las mayorías. Moscovici (1994, 163) indica que las minorías pueden ejercer una influencia social persuasiva, por ser un grupo que no posee poder pero que promueve la innovación y la conversión. Esta minoría pretende crear un conflicto sociocognitivo entre su nuevo planteamiento como grupo minoritario y el planteamiento ya existente que poseen las mayorías. Lo que no se refleja con efecto inmediato (Moscovici 1983, 687) porque lo hacen de modo retardado, paulatino e inadvertido, desde un fenómeno que se denominó el sleeper effect y además, por un efecto denominado criptomenesia social, al aceptar el planteamiento minoritario y olvidarse del origen de la idea y del asunto. En palabras de Moscovici, "olvida la fuente y el hecho que les desagradó. Solo recuerdan el contenido y modifican su opinión en ese sentido" (Moscovici 1983, 687). Lo que en el hombre transgénero aplica por el hecho de mantenerse en su objetivo, incluso sobreponiéndose a su propia disforía, a la transfobia y a la homofobia en general (Mendos, 2019).
El asunto gira en torno a la persuasión, es decir, a las características que tiene esa minoría para ejercer su efecto, de modo que finalmente la mayoría termina aceptando el discurso de la minoría y por tanto adhiriéndose a su conversión, con una reconstrucción de las categorías ya existentes. (Moscovici et al. 1991). No obstante, la mayoría repele a la minoría y le opone con razones conscientes y explícitamente manifiestas, los efectos de la burla, la descalificación y la duda. En ese mismo proceso existe una acción inversa y sutil de conversión, que también actúa de la mayoría a la minoría, ya que en sus miembros igualmente se produce una fijación de la atención, se centra el foco en esa minoría, se genera una actividad cognitiva, para que luego tengan lugar procesos de comparación y de validación. Todo esto sucede de modo permanente y en constante tensión, pues en el mismo momento en el que uno de los dos grupos retrocede en la presión que ejerce, inmediatamente avanza el otro grupo (Montero 2006). De ahí la permanente lucha del colectivo LGBTI y del hombre transgénero, convirtiendo el asunto de identidad en una causa política en aras de la vindicación de derechos.
De la teoría de las minorías se deriva la teoría de la identidad social relacionada no con la persona de modo aislado, sino con su grupo afín. Aquí las presiones entre el grupo mayoritario y el minoritario activo se dan por hacer prevalecer la identidad social del individuo, la que en el grupo mayoritario está a punto de ser modificada, lo que implica un esfuerzo o gasto para mantener la identidad ya establecida, es decir, lo heteronormativo, debido a que un cambio implica una mirada reflexiva hacia sí mismos. Así el grupo mayoritario, que puede ser la sociedad en general, busca la validación del grupo minoritario, mediante la comparación abierta y pública entre ellos (Tajfel 1984) o de modo oculto (Turner 1982). Debido a esta comparación que busca favorecer al grupo minoritario en menoscabo del mayoritario, se genera inestabilidad o ilegitimidad del cambio. Las masas se mueven por el cambio en las creencias, de modo que si esta movilidad social genera un cambio radical en lo que representa el sujeto o grupo minoritario, entonces se podría dar un cambio social que provoque una respuesta en el individuo del grupo mayoritario. Es decir, se transformó el grupo mayor en términos de su identidad social para aceptar y asimilar al minoritario. Este asunto genera una amplia deliberación sobre la autonomía individual y la social, y con respecto a los hombres transgénero, al ser estos un subgrupo jalonado desde el mismo colectivo LGBTIQ, pueden incluso ser invisibilizados. No obstante, los hombres T siguen siendo una minoría, bien sea por mantener su postura en el tiempo, por no querer ser mezclados con el mismo colectivo o por seguir afirmando su identidad particular.
La bioética se ocupa de los hombres T no solo por ser grupo minoritario sino porque desde ella se promueve y se promulga el bien colectivo. Los atributos definitorios en el campo bioético en torno a los hombres transgénero, los expone no solo como minoría por la vulnerabilidad debida a su identidad per se, por la corporalidad intervenida para lograr moldear su identidad aún bajo procedimientos y desarrollos tecnológicos, específicamente por técnicas quirúrgicas no empleadas de modo rutinario por el personal de salud o casi en modo de experimentación; también, por estar expuestos a procedimientos médicos farmacológicos a los que se vuelven dependientes, sin límite o control sobre los esquemas de hormonación, en parte, por el deseo y la necesidad de lograr esa corporalidad que manifieste o exprese ese género que construyen en sí.
Las teorías de la diversidad de género apuntan a las minorías sexuales y de género, como parte de este espectro de diversidad, que se superponen a las teorías del hombre transgénero (Hausman 2001, 465), por lo que representa esa construcción social de ser hombre T. Estas teorías se refieren al rechazo, la homofobia (Carrol y Mendos 2017), el estigma (Goffman 1963, 116), la discriminación y el prejuicio (Allport 1962), lo que afecta la salud mental del hombre T, quien por el hecho de ser una minoría sexual y de género se expone y se tornan vulnerables perpetuando un círculo viciado de alteración de su vida. Estas situaciones de homofobia, específicamente como transfobia (Adam 1998, 387), lo envuelven manteniéndolo en su estatus de población vulnerable, pero sobre todo, por el hecho de no ser reconocidos, de manera que no se atiende su necesidad de cambios sociales. Esta ausencia de reconocimiento raya en un asunto de justicia social, pues al no ser tenidos en cuenta, son excluidos de modo sistemático por las estructuras sociales, económicas, financieras, entre otras, de una sociedad.
Los aportes de esta revisión tocan temas atenientes a la bioética, sobre la dignidad humana y los derechos humanos de las minorías (Amaral y Capelari 2015, 139), sobre identidad y autonomía (Haney-Caron y Heilbrun 2014, 19) y sobre la identidad de la minoría sexual y étnica (Sung et al. 2015, 52), así como de los cambios que en educación sobre diversidad deben dar apertura desde la interseccionalidad hacia el hombre T (Githens 2012, 207).
Teorías queer
Las teorías queer, surgen del uso propositivo de la expresión queer -que significa raro en inglés-, son la base de la fundamentación de nuevas construcciones vinculantes hacia personas que no se sentían representadas por las categorías de lesbiana, homosexual o gay y, por ello, son excluidas, toda vez que estas categorías mencionadas son producto y parte de esquemas cimentados en la heteronormatividad (Butler 1998, 519; Preciado 2002; Halberstam 1998, 287). No obstante, el amplio espectro dentro de lo queer puede tener disimiles (Gros 2016, 246) pues no se trata de asuntos de autonomía, no maleficencia, beneficencia, o justicia, desde una óptica personalista y principialista (Beauchamp y Childress, 1999); también se puede ocupar de asuntos colectivos o globales que generan dilemas con un impacto macro y micro en estas minorías sexuales, debido a la discriminación, el rechazo, el estigma (Goffman 1963, 116), el estereotipo y los prejuicios (Allport 1962), entre otros (Pecheny 2001).
Teorías de reconocimiento
El reconocimiento se refiere a la necesidad que el yo tiene de que lo reconozcan y le validen que es un sujeto libre y activo (Fichte 1986; Hegel 2006, 182). Este reconocimiento implica distinguir a una persona o cosa entre las demás por sus características y que los asemeja o diferencia, con lo cual el reconocimiento se asimila a la libertad como principio.
También implica ver al otro, validarlo o validarnos, por lo que son o somos y no por lo que quisiéramos que fuese. Así el hombre transgénero se valida así mismo con su grupo de referencia, se dignifica como persona, lo que implica visibilizar sus rasgos como diferentes, pero aceptados por los otros, como parte de la influencia de los otros, como exigencia por parte de los otros, o como aceptación del otro, para darle presencia a la persona creada en libertad. Este reconocimiento implica amor, concesiones y solidaridad hacia la persona, es decir que debe haber cierta afectividad, de modo que este reconocimiento implica una reificación del sujeto (Honneth 1997, 2007). El hombre T se autoafirma en pro de la satisfacción de sus necesidades vinculadas a la construcción de su identidad y además pide aceptación por los otros, como lo manifiesta al solicitar, en ejercicio de su derecho, a ser reconocido y nombrado por su nombre identitario, es decir para que sea reificado (Honneth 2007). Las instituciones le avalan el ser nombrado y ser visto por lo que quiera ser significado (Putnam 1991, 131). Estas teorías recaban en el reconocimiento como parte de la justicia social hacia la población diversa (Fraser 1995, 2008).
Los artículos empíricos de esta revisión sobre hombres transgénero vinculan procedimientos médicos (hormonación) o quirúrgicos (mastectomía, faloplastia, otros), sin plantear, por ejemplo, si su publicación se basa en la teoría de derechos y, por lo tanto, si el reconocimiento debe estar encauzado hacia la vindicación de estos o si la descripción del procedimiento en salud se sustenta en una patologización dentro de un sistema de salud binario. Aquí el enfoque vira hacia la normalización de los cuerpos, en contravía del enfoque teórico-conceptual de los derechos. Para terminar podrían ponerse en paralelo varios ejemplos de otros temas, que causarían mas de un dilema para la bioética en torno a los hombres transgénero.
Conclusiones
La bioética, en su participación por un cambio, puede jalonar la justicia social, con el uso de métodos propios de otras áreas del conocimiento. Así, mediante esta revisión de la literatura de tipo cualitativo, se aporta evidencia robusta sobre los artículos empíricos y las teorías que soportan la argumentación en torno a los hombres transgénero. El panorama temático encontrado es diverso y se concentra en teorías de identidad sexual y de género, en teorías de minorías activas, en teorías de reconocimiento y en teorías queer, y que se intersecan en el concepto de hombre transgénero bien sea desde una bioética personalista o desde una bioética de la salud de las poblaciones. La revisión de la literatura, como método, contribuye a decantar la evidencia que soporta la argumentación y sustenta los desarrollos en bioética basados en un proceso sistemático de revisión, sin limitarse a una búsqueda simple o incluso, sesgada, que coloque en una posición particular al bioeticista y promueve posturas menos prejuiciosas sobre esta población. El ámbito investigativo, el deliberativo sobre asuntos bioéticos y el de la acción bioética, podrían impactar sobre esas macroestructuras sociales, de modo que se propicie un cambio social real, efectivo e incluyente, desde cualquier postura bioética, en aras de la justicia social sobre la construcción de la identidad de los hombres transgénero.