Introducción
Los franciscanos y franciscanas en Colombia han desplegado un amplio y profundo apostolado a través de la educación formal en los tres niveles educativos: básica, media y universitaria. Esto indica que existe un número significativo de personas que están siendo formadas en los principios pedagógicos que emanan de la antropología franciscana, lo que representa per se un reto y una responsabilidad con la educación franciscana en Colombia. Esta investigación se acota en cuatro universidades franciscanas (UF) que el Ministerio de Educación Nacional (MEN), reconoce: la Universidad de San Buenaventura Colombia (USB), (con Sede y tres Seccionales); la Universidad Católica Luis Amigó (UCLA), (con Sede y cuatro Centros Regionales), la Universidad Mariana (Unimar) y la Universidad Centro de Estudios Superiores María Goretti (Unicesmag).
Según el último informe poblacional del Sistema Nacional de Información de la Educación Superior-SNIES, el total de estudiantes efectivamente matriculados en las universidades franciscanas es de 47.015. La siguiente table muestra un comparativo en los tres últimos años y el número de estudiantes en cada Universidad.
Institución Universitaria | N° Estudiantes 2017 | N° Estudiantes 2018 | N° Estudiantes 2019 |
---|---|---|---|
UCLA | 17. 095 | 17.307 | 17.209 |
USB | 15.550 | 15.730 | 15.722 |
UNIMAR | 7.556 | 7.767 | 7.614 |
UNICESMAG | 6.824 | 6.650 | 6.470 |
Total | 47.025 | 47.454 | 47.015 |
Fuente. Elaboración propia con Información Poblacional de SNIES2.
Si bien, cada universidad surge en momentos históricos muy diverso, se podría afirmar que en su conjunto se encuentran en un momento de consolidación y expansión como resultado de las nuevas políticas nacionales para la Acreditación de Alta Calidad exigidas por el Consejo Nacional de Acreditación-CNA, para todas las Universidades de Colombia. Este momento de consolidación y expansión de la UF se ha visto reflejado de viarias maneras: en la visibilidad nacional e internacional, el incremento y la pertinencia de programas de pregrado y posgrado que respondan a las necesidades del país y de cada región, el impacto de la investigación, la alineación con los programas de CTeI Nacional, la modernización de la infraestructura física y tecnológica, entre otros. Este crecimiento continuo exige a la par, trabajar por afianzar su naturaleza como universidad, como católica y como franciscana, esto es un trabajo por su identidad, por sus fundamentos filosóficos principalmente desde sus propuestas pedagógicas que identifican sus principios misionales.
Los nuevos vientos que vivimos, caracterizados por la globalización, la internacionalización, la interculturalidad, la cooperación y la visibilidad, exigen un trabajo colaborativo, mancomunado y en red que permita formar ciudadanos para el mundo con visión global y competencias interculturales. Por ello, al final de esta comunicación se presenta líneas generales para una propuesta de cooperación interinstitucional entre las Universidades Franciscanas de Colombia, a partir del compromiso pedagógico por la identidad. La pregunta motivadora la plantea la misma Orden de Hermanos Menores en los siguientes términos: «¿cómo proponer, con claridad, creatividad y audacia, a las generaciones actuales, un nuevo paradigma de relación con la naturaleza, con los hombres, con Dios y consigo mismo?»3.
El desarrollo de esta comunicación está diseñado en tres escenarios interconectados: se comienza por establecer la relación entre franciscanismo y universidad como el Sitz im Leben (contexto vital) de donde emana una pedagogía franciscana en sentido formal; seguidamente, se aborda el compromiso de la pedagogía franciscana con la identidad en cuatro universidades franciscanas de Colombia, para lo cual se plantean algunos postulados de la pedagogía franciscana al tiempo que se realiza un estudio comparado de las propuestas pedagógicas de cada una de las Universidades implicadas; finalmente, y a modo de conclusión, se esboza una propuesta de alianza interinstitucional entre las universidades franciscanas de Colombia.
1. Encuadre. Relación entre franciscanismo y universidad
Desde sus inicios, el franciscanismo se ha visto vinculado a la Universidad, hasta el punto de poder afirmar que la Universidad franciscana define su identidad en la relación con el espíritu franciscano al establecer vínculos ineludibles de corresponsabilidad. Si bien, el primer acercamiento de los Franciscanos a la Universidad se da cuando los Menores llegan a París en 1219 y se crea el primer studium en 1223, el hecho fundante tiene lugar, tal vez en 1223/1224, cuando Francisco autoriza a Antonio para que enseñe teología a sus hermanos en la naciente Universidad de Bolonia4: «Me agrada que enseñes sagrada teología a los hermanos, con tal que, en sus estudios no apague el espíritu de oración y devoción, como se contiene en la Regla»5. Así mismo, en 1224 los franciscanos llegan a Oxford, donde abren un studium y comienzan una vida universitaria bajo la dirección de Roberto Grosseteste.
Volviendo a París, un hito importante que relaciona franciscanismo y universidad lo constituye el ingreso a la Orden de Alejandro de Hales (alrededor de 1236), maestro regente de la Universidad de París, al permitir integrar el studium franciscano de los Menores, dirigido por Juan de la Rochela. A partir de allí las recién fundadas universidades europeas abren sus puertas a los Menores. Galeano describe esta expansión del siguiente modo: «Hacia 1230 los Hermanos Menores tenían ya tres grandes estudios generales en los centros universitarios de París, Oxford y Bolonia, y por el año de 1250 se contaban cerca de 50 estudios teológicos en la Orden»6. Si bien es cierto que, «en un principio la Orden no estaba destinada específicamente a combatir la herejía mediante la predicación de la doctrina ortodoxa, sino, como hemos dicho, a testimoniar el Evangelio de Jesucristo mediante la pobreza»7, también es verdad, como lo señala Adolfo Galeano que,
muy temprano la Orden Franciscana reconoció que su vocación esencialmente evangelizadora le exigía ocuparse de la tarea educativa y universitaria, medio privilegiado para preparar a los hermanos adecuadamente para la evangelización, pero también medio óptimo para realizar la misma obra de la evangelización8.
Ahora bien, la relación entre franciscanismo y universidad no ha llegado libre de disputas y querellas, no solo en los siglos XIII y XIV, sino que se han extendido hasta la actualidad, a causa de las tensiones presentes en la Orden Franciscana desde sus inicios, entre quienes privilegian una vuelta a la más genuina observancia evangélica vivida por Francisco y la primitiva comunidad franciscana, y quienes buscan resignificar la experiencia il Poverello y su primitiva comunidad a los retos y desafíos que nos plantea el mundo contemporáneo.
La historia del franciscanismo nos muestra con hechos concretos y con nombres propios las visiones tan diversas que se vivían al interior del movimiento. Esto ha sido caracterizado por los historiadores como conflictus, sabiendo nosotros hoy que la palabra denota el derecho al disenso, a la opinión distinta, a la aceptación madura de la diferencia y lo diferente; encontrando que, en la Edad Media, según un léxico temático de filosofía medieval, el vocablo transciende el sentido bélico para significar la confrontación de pensamientos, esto es la disputatio, como una herramienta dialógica que da un matiz muy importante al debate académico; que en lugar de ser señal de división, constituyen una línea de continuidad-discontinuidad que se mueven entre la vivencia radical del evangelio a la manera de Francisco de Asís y la actualización de ese modus vivendi al mundo moderno.
Dicho de otra manera: las tensiones presentadas al interior del movimiento franciscano, más allá de presentarse como rupturas contradictorias discontinuas, son expresión de una diversidad poliédrica9, signo de un espíritu abierto, pluridimensional y multirreferencial, pero cuya base genética ha de ser en todo caso, Francisco de Asís y el más genuino franciscanismo. En efecto, las instituciones de educación superior de la Orden Franciscana en todo el mundo, convencidas de su tarea de ser transmisora de la cultura, de principios y de valores humanos, cristianos y franciscanos, no han cesado en su empeño de cumplir con la misión de difundir la orto-praxis franciscana a través de las funciones sustantivas de docencia, investigación y proyección a la comunidad.
Dentro de este horizonte de pensamiento franciscano, se encuentran énfasis y campos de acción muy concretos de cada institución que aportan de manera significativa a la resolución de problemas reales de contexto; verbigratia en áreas como la ecología y el medio ambiente; la educación y la pedagogía; la filosofía del lenguaje y la estética; la teología dogmática y las humanidades; la paz y la resolución de conflictos; por mencionar solo algunos de ellos. En este sentido, la presencia del pensamiento franciscano en la universidad no solamente le da continuidad a una línea de pensamiento que a lo largo de la historia ha mantenido un singular modo de interpretar y dar solución de manera auténtica y novedosa a los problemas reales de contexto, sino que, cristaliza y transmite a las nuevas generaciones los valores humanos y franciscanos aportando de manera significativa a la transmisión de la cultura, al progreso de la sociedad, y a la defensa de modos de vida más humanos, mediados por la ciencia, la tecnología y la innovación.
1.1 Identidad de la Universidad Franciscana con su misión
La misión de la Universidad no es otra que ser transmisora de cultura; para la UF, se trata de una cultura permeada por los valores del humanismo cristiano, cristalizados por el espíritu franciscano. Para llevar a cabo esta misión, el franciscanismo ha entendido que «la educación es (…) como una plataforma fundamental y privilegiada de evangelización»10; también se ha comprendido que la relación franciscanismo-pedagogía no es un encuentro lineal y llano, sino que más bien, implica una realidad compleja11 de connotaciones multidimensionales, multirreferenciales, inter/transdisciplinares y pluriculturales; notas que caracterizan a un mundo globalizado. Esto es, «un mundo donde la diversidad y la pluralidad cultural, étnica, política, económica y religiosa se han transformado en un espacio vital de encuentro, de convivencia y de diálogo ecuménico e interreligioso»12.
Frente a las tensiones educativas señaladas, y que emergen de la relación insoslayable entre educación-sociedad-cultura, Giovanni Iafrancesco, afirma que la escuela, en su más amplia acepción, tienen una misión transformadora y de cambio y en consecuencia «no debe ser imagen y semejanza del medio en que está pues se quedaría estática»13; pero tampoco podrá ser significativa si desconoce su medio y contexto socio-cultural en el que se desenvuelve. Por eso, la educación debe precisar unos fines, una misión-visión, unas funciones sustantivas y unos principios y valores que le permitan dar respuestas nuevas a problemas de contexto y concretamente a la pregunta de fondo sobre qué tipo de formación requiere el hombre en las actuales circunstancias. O como lo recoge el II encuentro de la subregión Andina de la Organización de Universidades Católicas de América Latina y el Caribe (ODUCAL), al afirmar que el proyecto educativo debe «evidenciar o formalizar la propuesta antropológica o filosófica del hombre, que da claridad sobre la comprensión y proyección del ejercicio académico y, principalmente, formativo»14.
Esta es la cuestión de fondo de la educación franciscana: la pregunta por su identidad, esto es por su misión que, de hecho, no podría ser diferente a la misión de la universidad católica y de la universidad en general, pues como afirme el San Juan Pablo II:
Las Universidades Católicas están llamadas a una continua renovación, tanto por el hecho de ser universidad, como por el hecho de ser católica. En efecto, «está en juego el significado de la investigación científica y de la tecnología, de la convivencia social, de la cultura, pero, más profundamente todavía, está en juego el significado mismo del hombre»15.
Pero sigue la pregunta: ¿y qué hay de la identidad de la universidad franciscana?, más aún ¿cuál es esa idea de hombre que propende formar la universidad franciscana en Colombia? Las cuatro UF de Colombia se han planteado senda pregunta, no solo en los documentos estratégicos (Proyecto Educativo, Propuesta pedagógica, reglamentos, planes de desarrollo, etc.), sino también en eventos prácticos como los Congresos Internacionales de Pedagogía Amigoniana, el «I Congreso Internacional de pensamiento ético de UNICESMAG, los diplomado en Identidad institucional: Fundamentos del franciscanismo, de la Universidad de San Buenaventura Medellín16 y los seminario-talleres en clave franciscana de la UNIMAR. Frente a este mismo cuestionamiento José Rodríguez Carballo17, en el marco de la Cátedra Guillermo de Ockham, de la Universidad de San Buenaventura, sede Bogotá afirmó que, para que un centro de estudios sea efectivamente Franciscano, nunca deben faltar unas directrices y orientaciones claramente franciscanas18; es decir que la filosofía institucional, esto es sus ejes misionales y sus políticas estratégicas estén inspirados en los principios, los valores, los propósitos, los objetivos y las tesis centrales del pensamiento franciscano. Esto no quiere decir que no haya cabida al pensamiento divergente, multiétnico y pluricultural; lo que quiere significar es que
Las instituciones educativas franciscanas están invitadas a desarrollar una visión antropológica que se inspire en el rico patrimonio teológico, filosófico y místico de la espiritualidad franciscana, complementada por las aportaciones actuales de la antropología física y cultural (…) Estas características ponen, también, de manifiesto la necesidad imperiosa de contar con unas orientaciones pedagógicas y unas líneas de acción pragmáticas que posibiliten la realización de los valores humanos, cristianos y franciscanos19.
De la cita anterior se puede colegir, una vez más que, toda pedagogía reclama necesariamente una antropología, puesto que el punto de partida de la educación es el tipo de hombre que tenemos, para desde allí, formar el ideal de hombre que deseamos. A este respecto, existen dos cuestiones que atraviesan la reflexión pedagógica: a) ¿qué sociedad debemos construir?, y b) ¿qué ciudadanos queremos educar? Estos cuestionamientos entran en sintonía con Francisco de Asís y su escuela20, puesto que, para el franciscanismo, el cristianismo no es una elucubración metafísica, sino más bien una Persona, una experiencia, un modus vivendi donde la relacionalidad constituye un elemento central cuyo fundamento es la trinidad mismo. Es lo que se conoce como a priori trinitario y punto de pivotación de la antropología Franciscana que pone de relieve características muy concretas del hombre como la semejanza, la historicidad, la singularidad, la concretes, la unicidad y la integralidad. Esas notas antropológicas se pueden visualizar en la siguiente figura:
2. Compromiso de la pedagogía Franciscana con la identidad de las Universidades Franciscanas en Colombia
2.1. Algo sobre pedagogía franciscana
La pedagogía franciscana viene constituyendo un tema central de debate en el campo de la educación franciscana, pero no por ello libre de discusiones y cuestionamientos21. En efecto, es un tema que despierta distintas tendencias y opiniones, que van desde las más radicales, que niegan que se pueda hablar con propiedad de una pedagogía propiamente franciscana, pasando por una postura restringida, que acepta algún tipo de pedagogía Franciscana, hasta quienes declaran explícitamente que es posible hablar de manera explícita de una pedagogía Franciscana, con una propuesta formativa, unos principios pedagógicos propios y auténticos, que se fundamenta en la primitiva fraternidad franciscana y toman forma con las tesis que nos proponen los maestros de la primera generación franciscana.
En esta comunicación se parte del hecho que «el discurso franciscano desde su dimensión educativa y formativa ocupa un lugar dentro del campo conceptual de la pedagogía»22, por lo menos por tres razones:
El acervo filosófico, teológico y humanista franciscano, configura un marco teórico y conceptual adecuado para fundamentar el discurso y práctica educativo en clave franciscana.
La evangelización que los maestros y maestras franciscanos han ejercido en el ámbito educativo por más de ocho siglos, (en Europa desde 1224; y en América desde 152323), ha permitido configurar un tipo de pedagogía con identidad franciscana.
La larga y amplia trayectoria que los franciscanos han tenido en los centros educativos en todos los niveles y en los diversos contextos, legitiman las prácticas y discursos pedagógicos con identidad propia.
Estas justificaciones se sustentan en un marco referencial suficiente; parece conveniente, aunque sea brevemente, esbozar la idea de pedagogía franciscana que algunos autores han desarrollado, y que han influenciado en nuestro contexto colombiano.
Primeramente, hay que traer al estrado al franciscano y pedagogo Madariaga, cuando precisa que la pedagogía en clave francisana, tiene un significado mucho más amplio e incluyente que el que tradicionalmente suele dársele; puesto que no se debe limitar a la enseñanza institucionalizada, sino que se debe aplicar también a los cuarteles, los reformatorios, las cárceles, los talleres industriales, los orfanatos, los seminarios y noviciados religiosos, «puesto que todos estos centros de educación tienen sus problemas específicos, que requieren un tratamiento adecuado»24. Esta idea ha sido actualizada en nuestros días por el pedagogo colombiano Armando Zambrano, cuando afirma: «desde la perspectiva epistemológica, las ciencias de la educación no se limitan al campo escolar ni a la sola formación del profesorado, sus temas de investigación son tan plurales como los enfoques disciplinarios que habitan amistosamente en su seno»25.
Esta concepción de pedagogía conlleva una idea de educación abierta, incluyente, flexible y dinámica que, no solo visibiliza, sino que empodera a todos los sectores de la social como entes educadores, de tal modo que familia, sociedad, escuela y trabajo se articuladas para promover de forma intencionada prácticas y discursos educativos encaminados a formar ciudadanos. En términos similares, el franciscano y pedagogo Alberto Montealegre, q.p.d., después de una larga experiencia en la educación superior, conceptualiza la pedagogía franciscana como:
El conjunto de ideas y de prácticas educativas que están en consonancia con el espíritu de San Francisco de Asís. Esta pedagogía comprende tanto el análisis del estilo educativo personal que utilizó el Santo en la formación de sus primeros discípulos, como la reflexión subsiguiente elaborada por sus seguidores. Se trata de una pedagogía general, integral, que no se circunscribe al ámbito escolar. La pedagogía de francisco parte claramente de la realidad social (…)26.
Las dos citas anteriores, han abierto un debate actual entre quienes habla de modelo pedagógico franciscano, entendido como paradigma en los términos propuestos por el MEN, y quienes más bien, hacen referencia a una propuesta pedagógica franciscana, como un concepto sombrilla que permite abarcar los diversos acentos poliédricos que sugiere la pedagogía franciscana. En estos términos los argumentos de Johannes Freyer, citando a Roberto Zavalloni, resultan de interés para comprender mejor la idea de educación en la tradición franciscana, bajo el paradigma de camino, proceso, y construcción.
La autocomprensión de la tradición franciscana, que crece paso a paso a partir del mismo San Francisco y que ha sido profundizada por una larga tradición filosófica, teológica, espiritual y, también, pedagógica, incluye algunos presupuestos que caracterizan todas las áreas de la tradición, así como la comprensión de la educación y de la formación. Desde sus inicios el movimiento francisano se presenta como una realidad itinerante (…) Esta comprensión de ser un itinerante, traza también las bases antropológicas de una formación o educación27.
Consecuente con lo anterior, la paideia franciscana propuesta por la Universidad de San Buenaventura Medellín, recoge esta idea alrededor de una «antropología histórico- pedagógica desde la mirada franciscana, como una antropología de la relacionalidad y la pluralidad de las formas de vida (…)28». Entonces, la pedagogía franciscana como ideal formativo
Debe conducir a la verdad y al amor, a la justicia y a la libertad, al perdón y a la reconciliación, a la paz y al bien, a la alegría y a la libertad, al optimismo y a la esperanza, connotaciones esencialmente franciscanas, que San Francisco inculcó a sus primeros discípulos, reconociendo, al mismo tiempo, los valores personales de cada uno29.
Finalmente, el restaurador de la Universidad de San Buenaventura en Colombia, Darío Correa, llega a decir que «la pedagogía franciscana no es ni un método de enseñanza, ni un sistema de educación, sino la vivencia de un Espíritu, el Espíritu de San Francisco de Asís”30; y Benjamín Soto, destacado franciscanista, completa esta visión agregando que, “Francisco sin ser un ilustrado académico ni un pedagogo de escuela, con su vida y comportamiento origina toda una manera de actuar, de ver y de pensar, hoy diríamos: una escuela pedagógica a favor del otro»31. Quizás podríamos decir que Francisco fue un pedagogo si concebimos la pedagogía como arte, esto es como creación, como camino, como proyecto, como acompañamiento. Dicho de otra manera: como un modo práctico de conducir al estudiante-persona, que implica una relación de caminar juntos mediados por múltiples (des)encuentros, todos de distinto nivel.
Muchos otros referentes teóricos y experiencias podrían ayudarnos a dilucidar la idea de pedagogía franciscana, basta con mencionar algunos trabajos investigativos a modo de guisa de este apartado: La pedagogía de la evangelización franciscana en el virreinato de Nueva España (siglo XVI): el testimonio de Fray Diego Valadés (2013), por Delfín Ortega- Sánchez; Fundamentos filosóficos de una pedagogía franciscana (2007), por Daniel Herrera Restrepo; El lugar del discurso franciscano dentro del campo conceptual de la pedagogía (2007), por Jair Álvarez Torres; La pedagogía francisana como modelo educativo (2012), por Luis Ernesto Chaves Martínez (Tesis doctoral); Homo Viator, L’uomo alla luce della storia della salvezza, Un’antropologia teológica in prospettiva francescana (2008), por Johannes. B Freyer, entre otros.
2.1.2. Postulados de la pedagogía franciscana
Para una paideia auténticamente franciscana, todas las personas, las culturas y las religiones, son interlocutoras válidas (legítimas), aunque su visión del hombre, del mundo y de Dios sean diametralmente opuesta a la nuestra; lo que cuenta es que seamos capaces de encontrarnos y sentarnos a dialogar con ellas; una pedagogía franciscana depende en gran medida de la participación que le ofrezcamos al otro en nuestros proyectos.
La pedagogía moderna atribuye al maestro la tarea de acompañar al estudiante, animarlo y sostenerlo en sus esfuerzos por su formación mediante un diálogo continuo. Fue precisamente esto lo que realizó Francisco de Asís, reconociendo los valores de cada hermano y encaminándolo a su plena realización personal dentro de la fraternidad. Los PEI de las cuatro universidades franciscanas de Colombia, refieren en términos más o menos similares, algunas notas pedagógicas que caracterizan los discursos y prácticas en dichas instituciones.
Estas notas características se sitúan en una antropología de corte relacional a partir de cuatro encuentros: con uno mismo (yo), con el otro (prójimo), con lo otro (naturaleza) y con el totalmente Otro (la trascendencia). Es decir, una antropología jalonada por múltiples encuentros de distintos tipos y niveles cada uno, porque Francisco estaba convencido que la realidad está interconectada y que toda ella es afectante al hombre. El franciscanista José Antonio Merino, recoge con claridad esta pedagogía de tipo relacional, marcada por distintos encuentros de Francisco:
encuentros decisivos, sorprendentes y configurantes. No todos ellos tenían la misma intensidad ni el mismo relieve, pero sí todos ellos crearon en él una psicología de sentirse siempre situado frente a alguien o a algo y de verse relacionado y polarizado hacia esos focos referenciales (…)32.
En efecto, la primera nota característica, señalada en la figura anterior, comportamiento fraterno, es de algún modo, el punto de pivotación de la pedagogía franciscana al propiciar «el respeto, la participación, el reconocimiento y la aceptación del otro y por el otro, en verdadera situación de alteridad»33. En este sentido un grupo importantes de estudiosos de la pedagogía franciscana, incluidas las propuestas pedagógicas de las Universidades franciscanas de Colombia, convienen en que la fraternidad, entendida como relacionalidad, es de alguna manera, punto de partida y de llegada que condiciona los demás referentes pedagógicos, en cuanto desde ella es posible reconocer la presencia de la otredad.
2.2. Enfoques Pedagógicos propuestos por las Universidades Francisanas de Colombia
A este punto, parece conveniente identificar, aunque sea brevemente, la concepción que sobre pedagogía tiene cada una de las Universidades Franciscanas de Colombia, al tiempo que precisar los enfoques pedagógicos declarados en sus documentos estratégicos, concretamente en el PEI y/o en los modelos pedagógicos.
No se quiere desconocer las tensiones y discusiones epistemológicas en torno a la pedagogía y sus enfoques como ciencia, disciplina o saber. Sin embargo, un análisis de este talante rebasaría el objetivo inicial de este artículo; pero sí se quiere precisar que, para efectos de este estudio, se interpreta la idea de enfoque pedagógico como un modo concreto de entender las prácticas pedagógicas que sirve para orientar el quehacer pedagógico dentro de una institución. En términos de Armando Zambrano, los enfoques pedagógicos se caracterizan por mantener una mirada transversal, integral y sistémica, permitiendo interrelacionar de manera intencionada teorías, métodos, currículo y sistemas evaluativos como medios adecuados en la consecución de los fines y metas de la educación34. En ese sentido, las universidades franciscanas de Colombia, si bien, privilegian un enfoque pedagógico sobre otros, se permiten integrar lo mejor de otros enfoques que le puedan ser de utilidad para las buenas prácticas pedagógicas.
Comencemos por decir que la USB Colombia, desde la paideia franciscana, concibe la pedagogía desde una antropología histórico-pedagógica,
como disciplina o campo de saber en el que se llevan a cabo indagaciones teóricas y prácticas sobre la educación y la formación humana (…) Es una forma discursiva que reúne enunciados alrededor de objetos de estudio como la formación, la educación y la enseñanza35.
Así, pues, la USB, más que hablar de pedagogía, expande esta categoría pues se refiere a «campo conceptual de la pedagogía»36 como un concepto epistemológicamente estratégico, abierto y multirreferencial que encierra en sí, múltiples enfoques que permiten (des)asimilar conceptos y experiencias de las más variadas disciplinas y ciencias. En este horizonte de sentido, el Proyecto Educativo Bonaventuriano (PEB), consecuente con su naturaleza, opta por una pedagogía franciscana, la que entiende como «un proceso formativo que se centra en la persona y se fundamenta en lo cotidiano, en las relaciones dialógicas fraternas y en la creatividad e imaginación»37. Abarca cuatro dimensiones: primero, la persona; segundo, lo cotidiano; tercero, las relaciones dialógico-fraternas; y cuarto, lo creativo.
Hay que mencionar, que si bien, la USB no tienen un modelo pedagógico corporativo38, la sede y las seccionales definen su propuesta pedagógica a partir de la pedagogía Franciscana declarada en el PEB, sobre todo en el capítulo II sobre la «Identidad Bonaventuriana»39, y en los documentos de la Orden de Hermanos Menores (OFM), como Id y enseñad. Directrices para la educación franciscana, que contiene orientaciones para su ser como universidad, como católica y como franciscana, y para su quehacer que «propende por la igualdad de propósitos y la diversidad de estrategias»40.
Por su parte, para la UCLA las reflexiones y prácticas en torno a la pedagogía han tenido un lugar privilegiado, no solamente en la Universidad, sino en la Congregación de Terciarios Capuchinos, desde aquella primera aventura pedagógica en Santa Rita, en 1890, puesto que, como sostiene Fidenciano González, en su Diccionario de la Pedagogía Amigoniana, «la pedagogía es la ciencia por excelencia para todo religioso TC que se precie de saber y amar su misión (…) Consideramos la pedagogía como el modo de ser y estar los Terciarios Capuchinos, entre los hombres»41. En este sentido, la pedagogía amigoniana como saber, tiene una centralidad en el ser y quehacer amigoniano; dan cuenta de ello, vidas y obras dedicadas a la pedagogía amigoniana, como José Hernando Maya Restrepo, Juan Antonio Vives Aguilella y Fidenciano González Pérez, entre otros; así mismo las memorias de congresos nacionales e internacionales, seminarios, foros, etc.; éstos son apenas algunos referentes para dimensionar la impronta pedagógica que conlleva la amigonianidad.
Las idea y prácticas pedagógicas amiginianas han ido cambiando paulatinamente, pero «sin perder el sentido carismático de la acción educativa amigoniana»42. En efecto, los tres Congresos Internacionales de Pedagogía Amigoniana (2001, 2012, 2018) organizados por la UCLA, se han venido consolidando como espacios significativos para la reflexión en torno al ser y al quehacer pedagógico en las obras educativas con identidad amigoniana. En este sentido, el Proyecto Educativo de la Universidad, mediante Acuerdo 05 de 2019 de la UCLA,
concibe la pedagogía como una disciplina reconstructiva y un saber interdisciplinario producto de la indagación reflexiva y experimentación sistemática (investigación) sobre el proceso educativo. Lo que equivale a decir que «la pedagogía es una reflexión y experimentación sobre los procesos educativos desde un determinado enfoque de la educación»(...) No existe un modelo pedagógico puro, sustentado en un solo enfoque de la pedagogía, el que proponemos se sustenta en los aportes del Humanismo Cristiano, la pedagogía amigoniana, la pedagogía social, la pedagogía crítica, la pedagogía histórico cultural, la pedagogía para la comprensión, la pedagogía dialogante y la corriente del conocimiento constructivista43.
Consecuente con lo anterior, la formación se concibe como un proceso donde el estudiante se constituye en el protagonista de su propio proceso educativo donde medían múltiples (des)encuentros, el diálogo y la negociación; y un escenario donde interactúan docentes y estudiantes para pensar sobre el yo, la sociedad, el mundo y los campos de la cultura.
Por su parte, según el Acuerdo 017 de 2020 de Unicesmag, la pedagogía se entiende desde su mismo origen etimológico, como
un proceso relacional de educación y enseñanza donde una de las partes (el que conduce o señala) sabe hacia dónde y cómo dirigir los pasos de quien es conducido. Si bien este tipo de relacionalidad entraña cierta asimetría, no por ello se configura en una relación de sometimiento o dependencia”44.
Bajo esta premisa, el enfoque pedagógico propuesto por la Universidad se inscribe en «la Pedagogía Dialogante y el método interestructurante propuesto por Julián de Zubiría (2006), donde tomando como referente a Luis Not (1983) se reconoce el papel activo del estudiante sin perder la importancia del docente como mediador»45.
El enfoque de Unicesmag presenta el conocimiento como el resultado de la interacción corresponsable docente-estudiante, mediado por el diálogo permanente y sincero. Esto quiere decir que el papel del docente privilegia su rol como acompañante en los procesos de aprendizaje y con énfasis en lo integral. Unicesmag, habla de modo explícito de una pedagogía franciscana y capuchina que contiene los elementos necesarios para formar «hombres nuevos para tiempos nuevos»46 a partir de procesos de personalización y humanización en los términos propuestos por el padre Luis de Castellana.
Por último, Unimar ha entendido que para responder a los nuevos retos y desafíos que le plantea el mundo actual a la Universidad, se requiere transformar la cultura pedagógica de sus procesos formativos en diversos espacios, con el fin de situar «la tarea del estudiante como sujeto responsable de su aprendizaje y como protagonista central de la formación (…), así como la necesidad de situar el texto pedagógico en el contexto específico de nuestra institución y de nuestra experiencia docente»47. De esta manera, y vinculando discursos, reflexiones y prácticas docentes Unimar entiende la pedagogía,
como un proceso inherente e indisociable del desarrollo humano, y como un eje de reflexión permanente sobre los procesos de formación de sus educandos, a partir del estudio crítico de los diferentes supuestos de enseñanza y aprendizaje (...) Hace explícito el principio de la formación integral de sus educandos como la misión y meta final de toda acción pedagógica48.
En las dos citas anterior se puede reconocer algunos énfasis muy propios de la pedagogía franciscana, y que se expresan en ideas como: la educación como proceso, la formación integral y la centralidad del estudiante en el proceso educativo. Estos énfasis permiten avizorar
dos grandes referentes, válidos universalmente, para contextualizarlos en su realidad institucional: la filosofía humano-cristiana de la educación y el modelo pedagógico constructivista. El primero porque se ajusta a la vocación cristianan de la Universidad (…) Unido al mensaje del Evangelio, a la espiritualidad franciscana y al legado pedagógico de Madre Beata Caridad Brader (…) De otro lado, la misión de la Universidad también busca formar profesionales “académicamente competentes”. Esta teleología institucional obliga a tomar la formación por competencias como un importante referente para guiar los procesos formativos y de aprendizaje (…) Otra sección del modelo describirá la forma como la Universidad Mariana ha adoptado la perspectiva del modelo pedagógico constructivista49.
Se habla, explícitamente de poner a dialogar tres enfoques pedagógicos: el primero, emerge del humanismo cristiano y franciscano unido al legado pedagógico de la Beata Caridad Brader Zahaner; el segundo corresponde a un enfoque por competencias y el tercero al enfoque constructivista. Sin embargo, los enfoques pedagógicos de Unimar hace parte de su identidad misma «dado que en su trayectoria educativa ha logrado configurar una identidad pedagógica que recoge las tendencias contemporáneas, el legado educativo de la obra franciscana (…) y las reflexiones propias generadas a través de sus espacios de formación pedagógica»50. Esto se puede sintetizar en una «pedagogía del amor»51. Esto quiere decir que se trata de un modelo abierto, incluyente y flexible, que se da la libertad de tomar de cada modelo pedagógico lo mejor y lo que más convenga al ideal de formación declarado. En este sentido el modelo pedagógico de Unimar no es un manual o tratado exhaustivo, sino que más bien su «elaboración y aplicación deberán ser analíticas y dialogantes»52.
En fin, al realizar un ejercicio comparativo de los enfoques pedagógicos declarados en los documentos estratégicos de las cuatro Universidades Franciscanas de Colombia se puede colegir, la unidad de pensamiento y la diversidad de propósitos pues, si bien, la Universidad como católica y como franciscana emerge y se alimenta de un tronco común, como queda señalado en la primera parte de este escrito, cada Universidad tiene sus propias historias, contextos, discursos y sus propias trayectorias que van configurando su enfoque pedagógico en sintonía con su propia identidad. Esto quiere decir, que el enfoque pedagógico constituye un factor de primer orden en la configuración de la identidad de la universidad franciscana puesto que constituye un eje de articulación entre las funciones misionales (docencia, investigación, proyección social y bienestar universitario), esto es la identidad con la misión, el currículo y el quehacer universitario.
Entonces, el enfoque pedagógico institucional, es el leitmotiv que permite la interacción entre la identidad institucional, las funciones sustantivas y el currículo, con el fin de definir y hacer realidad el ideal de hombre y de sociedad que se busca formar. Para ilustrar las ideas anteriores, y dando un paso adelante con relación a la figura tres, busca identificar de manera precisa el enfoque pedagógico propuesto por cada una de las Universidades Franciscanas a partir de sus documentos estratégicos.
3. La cooperación interinstitucional entre las Universidades franciscanas de Colombia
Cuatro documentos sirven de “obertura” a este apartado: el primero, La Conferencia Mundial de Educación Superior (CMES) del 2009, al declarar que la globalización ha puesto de manifiesto la necesidad de una mayor cooperación entre las instituciones universitarias donde «las redes y asociaciones internacionales de universidades, sean parte de esta solución, y ayuden a fortalecer el entendimiento mutuo y una cultura de paz»53. El segundo documento, son las Directrices generales para la educación franciscana, de la OFM del 2009, cuando afirma que «si la educación no puede estar en manos de una sola institución, entonces es urgente trabajar en red, es decir, junto con los otros estamentos educativos»54. Un tercer referente es Educar para el humanismo solidario, de la Congregación para la Educación Católica «propone las líneas principales de una educación para el humanismo solidario»55; y el cuarto documento es el informe final del II Encuentro de la Subregión Andina, de ODUCAL, cuando expresa que, entre los innumerables retos y tendencias que tiene la universidad en general, y la universidad católica en particular se encuentra «el fortalecimiento de los modelos educativos en las instituciones, como punto de partida para reafirmar y proyectar sus compromisos misionales y prácticas organizacionales en la vía católica (…), logrando explicitar redes de significancia»56.
Los cuatro referentes anteriores, nos hace caer en la cuenta de uno de los grandes discursos o metarrelatos a los que se debe enfrentar la educación superior hoy: el de la globalización y todo lo que esto conlleva. La categoría misma de globalización como discurso abarcante se ha convertido en una clave para explicar casi todo lo que sucede en el mundo, en el ámbito económico, político, socio-cultural, religioso, educativo y aún sanitario. Si bien, la globalización o mundialización trae consigo retos y desafíos en los distintos ámbitos de la vida, también puede ser una posibilidad para establecer lazos de cooperación intercultural con otras comunidades humanas. En este entendimiento, es significativa la conceptualización que Bauman (2001) hace de globalización quien afirma que «la globalización significa que todos dependemos unos de otros (…) Lo que sucede en algún lugar puede tener consecuencias mundiales»57.
3.1. El desafío de lo interinstitucional
Si bien, la globalización desde su definición misma se concibe como un concepto polisémico, poliédrico y multidimensional, puede entenderse como un fenómeno de interacción y cooperación que invade todas las relaciones: económicas, políticas, socio- culturales y religiosas. Y es precisamente en este sentido que el documento, El Señor nos habla en el camino (Shc), entiende la globalización como una realidad que nos permite interpretar
que, junto a las ricas diferencias y distancias geográficas, nuestros pueblos ya no viven aislados unos de los otros, sino imbricados en el complejo tejido de lo intercultural, de lo interreligioso y la intercomunicación inmediata que caracterizan, entre otros factores, a nuestra sociedad globalizada. Hemos reconocido, a través del relato multilingüe de los hermanos las inesperadas e infinitas conexiones que se viven en el cambio de época, el don de la diversidad58.
De este modo, se ha fortalecido la Universidad Franciscana en el mundo, que ha visto en la globalización una oportunidad para crear vínculos de cooperación con otras Universidades de otras partes del mundo que como universidades, católicas y franciscanas comparten un mismo código genético a partir de la espiritualidad de Francisco de Asís y el pensamiento de la denominada escuela franciscana. Un ejemplo de ello es el encuentro realizado en 2016 con profesores que enseñan en la Universidad Antonianum y en el Serafhicum y que pertenecen a la OFM, OFMCap. y OFMConv. y otras familias franciscanas, dando así el primer paso hacia las relaciones interinstitucionales y el trabajo mancomunado encaminados a fortalecer la cooperación entre instituciones franciscanas de educación superior que garanticen una mayor calidad y competitividad de las funciones misionales de la Universidad en el mundo actual.
3.1.1. Políticas de relaciones interinstitucionales de las universidades franciscanas de Colombia
La universidad franciscana en Colombia también ha creado políticas de cooperación a escala regional, nacional e internacional para responder a los retos y desafíos que le ha impuesto el mundo en la era planetaria, en por lo menos dos sentidos: primero, para responder a los desafíos nacionales de acreditación y de aseguramiento de la calidad; y segundo, como estrategia para formar ciudadanos para el mundo en un contexto de globalización con enfoque intercultural. Esta política implica un trabajo mancomunado de relacionamiento y cooperación: en primer lugar, con universidades que comparten elementos comunes de su misión-visión, y también con otras universidades estratégicas.
A continuación, se define el concepto de cooperación/internacionalización de cada una de las universidades franciscanas de Colombia, y las oficinas que las respaldan:
USB. A través de la Oficina de Relaciones Internacionales (ORI), ha creado la «Política Corporativa de Internacionalización 2016»59, donde concibe la internacionalización en una doble dimensión: como cooperación a escala regional, nacional e internacional, y como un modo de formar ciudadanos para el mundo a través de competencias interculturales. Para cumplir este doble propósito, la USB se acoge a las directrices que sobre internacionalización emite el MEN, cuando declara que es
un proceso que fomenta los lazos de cooperación e integración de las Instituciones de Educación Superior (IES) con sus pares en otros lugares del mundo, con el fin de alcanzar mayor presencia y visibilidad internacional en un mundo cada vez más globalizado (…)60.
UCLA. Desde la Oficina de Cooperación Interinstitucional y Relaciones Internacionales, ha entendido la política de internacionalización conexa con las funciones sustantivas de la Universidad, pues se trata de incentivar a la comunidad universitaria a participar en proyectos y actividades de docencia, investigación y proyección que involucre otros estamentos e instituciones a escala regional, nacional e internacional. Según el PEI, la internacionalización se concibe, «como un proceso transversal que dinamiza las funciones misionales de docencia, investigación y extensión (…) Debe ser un proceso que corra paralelo al reconocimiento y a la identidad que la Universidad logre en el ámbito local y nacional e internacional»61.
UNIMAR. Desde la Oficina de Relaciones Nacionales e Internacionales, surge el «Acuerdo 003 del 12 de marzo de 2020»62, que actualiza la política de internacionalización presente ya en el PEI (cap. 7) y en el Plan de Desarrollo Institucional 2014-2020 (cap. 5). Dicha Política concibe la internacionalización en una doble dimensión: como cooperación intercultural y como un proceso transversal a las funciones sustantivas; desde allí, define sus líneas estratégicas a saber: internacionalización del currículo, internacionalización de la investigación e internacionalización de la proyección social. De esta manera se acoge a la concepción que sobre internacionalización tiene el MEN, cuando declara que: «la internacionalización es un proceso que confiere una dimensión internacional e intercultural a los mecanismos de enseñanza e investigación de educación superior»63.
UNICESMAG. A través de la ORI, entiende la internacionalización como una estrategia para interactuar con otras instituciones de educación superior con el fin de expandir e integrar actividades que involucran a toda la comunidad académica. El PEI, dedica un apartado para presentar los objetivos, las orientaciones y las líneas estratégicas de una «política de internacionalización y de visibilidad regional, nacional e internacional»64. Es de resaltar que esta institución, por sus raíces mismas en el padre Guillermo de Castellana, de origen italiano, ha puesto especial interés en esta política, la que concibe como,
lazos de cooperación e integración que beneficia a su comunidad educativa: estudiantes, docentes, administrativos y egresados y como un proceso transversal a las funciones misionales de docencia, investigación y proyección social, con el compromiso de formar personas con visión nacional e internacional y con un sentido crítico, humanístico, multicultural e intercultural para realizar e incidir en su entorno local, nacional y global65.
De acuerdo con la cita anterior, la política de internacionalización de Unicesmag muestra las dos caras de un misma moneda: por un lado es una estrategia, y por el otro un proceso de extensión; como estrategia, establece una serie de acciones encaminadas a visibilizar la institución mediante la cooperación con otras instituciones amigas que le ayudan a alcanzar sus fines propios; y como proceso, transversaliza las funciones sustantivas que mediante un método ascensionista emerge de la institución y de allí se proyecta a lo local, lo nacional y lo internacional.
A modo de conclusión.
Propuesta de cooperación interinstitucional entre las universidades franciscanas de Colombia
Ya no es posible trabajar de manera aislada puesto que la globalización implica formar ciudadanos para el mundo en la llamada aldea global y por tanto con capacidades y competencias interculturales, para responder a los retos y desafíos del momento. Las tecnologías nos han interconectado y nos han permitido trabajar en red; cada vez son más las universidades que se unen para cooperar juntas en temas de interés común: verbigratia, las universidades Católicas se han asociado en la Fédération Internationale des Universités Catholiques (FIUC), que a su vez, se han asociado regionalmente por continentes, ODUCAL, que en el caso colombiano se han agrupado en la Red de Universidades Católicas de Colombia (RUCC), que cuenta con seis nodos según las distintas regiones de Colombia. La misma Congregación para la educación católica recomienda,
construir redes de cooperación, desde el punto de vista educativo, escolar y académico (…) Una educación al humanismo solidario desarrolla redes de cooperación en los distintos ámbitos donde se realiza la actividad educativa, particularmente en la educación académica (…) El surgimiento de redes de cooperación, en el marco de la educación al humanismo solidario, puede ayudar a superar estos desafíos, ya que ofrece descentralización y especialización. En una perspectiva de subsidiariedad educativa, tanto a nivel nacional como internacional, se favorece el intercambio de responsabilidad y de experiencia, esencial para optimizar los recursos y evitar los riesgos. De esta manera se construye una red no sólo de investigación sino - sobre todo - de servicio66.
En este horizonte, la universidad franciscana ha visto la necesidad de estar cada vez más interconectada, más relacionada y más visibilizada en distintos lugares del mundo, partiendo de lo local, lo regional y lo nacional, para escalar de manera decidida y segura al ámbito transnacional. Prueba de esta preocupación son las ORI y las políticas de internacionalización que se viene implementando y actualizando en cada universidad franciscana.
Este panorama global le exige a la universidad franciscana cooperar de manera mancomunada en ejes estratégicos para fortalecerse como institución, alcanzar los más altos estándares de calidad, lograr mayor visibilidad académica e investigativa, cumplir con los requerimientos del MEN para la acreditación institucional de alta calidad, facilitar la movilidad académica de estudiantes, docentes e investigadores, optimizar recursos y ser competitiva en el medio. Pero más allá de lo anterior, que es importante y necesario, pensamos que la cooperación entre universidades franciscanas es un compromiso con la identidad y naturaleza misma de la Universidad de ser Hermanos y Menores, signo de fraternidad que identifica el ser franciscano y que constituye su fundamente identitario. Las relaciones interinstitucionales no deben ser únicamente un modo de estar interconectados a través de redes, sino que éstas deben constituir estrategias formales para crear vínculos de relacionamiento que le permita a la universidad, globalizar la fraternidad, en lo que Ernesto Londoño ha denominado «(…) La fraternidad universal como respuesta al mundo de la globalización y a la heterogeneidad de las culturas»67.
Esta propuesta de alianza interinstitucional ha sido pensada desde el 2018 por la Familia Franciscana de Colombia - organización que reúne religiosos y laicos pertenecientes a congregaciones con carisma franciscano -, puesto que, además de ser universidades católicas, el franciscanismo es un elemento identitario, respecto a otras instituciones, incluso católicas, puesto que el franciscanismo hace parte de su naturaleza misma. Este fundamento identitario se traduce en líneas de acción, a partir de focos estratégicos y proyectos interinstitucionales de mayor impacto en las comunidades en áreas claves como la justicia social, el trabajo por la paz, el humanismo y la interculturalidad, la ecología y el medio ambiente, el diálogo ecuménico e interreligioso, etc. Estos focos estratégicos van más allá de lograr la acreditación institucional nacional y/o internacional de programas y de la institución, el intercambio de estudiantes, docentes e investigadores, las instancias o pasantías nacionales, la doble titulación, la optimización de recursos, los currículos flexibles, la homologación de cursos, etc. Como se dijo en párrafo anteriores, esto no es solo necesario, sino obligatorio para poder seguir siendo competitivos; pero en nuestra concepción, se comprende como el pretexto, o los medios para alcanzar el fin último de la educación franciscana: Formar seres humanos a partir de los valores cristianos y franciscanos.
Para finalizar, hay que decir que un trabajo interinstitucional no es una empresa fácil, puesto que requiere voluntad de la alta dirección, talento humano capacitado, inversión financiera, asuntos legales, planeación logística y proyección. Sin embargo, hay que dar el primer paso, hacia la toma de conciencia que las universidades franciscanas “no deberían permanecer dispersas o aisladas, y menos aún opuestas por razón de prestigio o poder: la situación exige programas concertados”68. El segundo paso es crear una comisión interinstitucional con representantes de las rectorías, las vicerrectorías académicas, las ORI y las oficinas jurídicas (y otros expertos que se requieran), con el fin de realizar un estudio prospectivo de viabilidad, factibilidad y efectividad que permita establecer las bases de una alianza interinstitucional entre las universidades franciscanas de Colombia. Esta investigación quiere ser una contribución para dar los dos primeros pasos puesto que, como lo expresa el franciscanista Fidel Aizpúrua,
las familias franciscanas, con los múltiples medios que les da la vida en comunidad, habrían de animarse a construir redes de información (…) Hemos de salir de nuestro pequeño ámbito para trabajar en la realidad de un mundo interconectado precisamente para el logro del bien, para la erradicación de la violencia y todas sus dolorosas secuelas. En ese camino está todo prácticamente por hacer y se presenta ante nosotros como un reto de beneficios incalculables (…) Si «los hijos de las tinieblas» se unen para lograr un mayor beneficio, ¿por qué los que apreciamos a Jesús de Nazaret y a Francisco de Asís no nos vamos a unir con quienes tienen ánimo para enmarcar su actividad económica en tales parámetros? Y, como decimos, no se trata de hacer esto por razón únicamente de la eficacia, sino por la de sentido y coherencia de vida69.