Introducción
La baja visión es una forma de deficiencia visual moderada o grave dentro del espectro de la discapacidad visual. La clasificación dada por la Organización Mundial de la Salud en la CIE10R y CIE-11 define la baja visión en términos de rangos de agudeza visual (AV), entendiéndose como una AV mejor corregida peor que 20/60, pero igual o mejor que 20/400 en el mejor ojo, o pérdida de campo visual correspondiente a menos de 20° en el mejor ojo con la mejor corrección posible1,2.
Esta condición afecta las oportunidades económicas, educativas, reduce la calidad de vida y aumenta el riesgo de muerte3. En Colombia, informes preliminares del censo de 2018 reportan una prevalencia nacional de discapacidad del 7,1 % y las dificultades relacionadas con la visión constituyen el 18,7 %, por lo cual la discapacidad visual sería la segunda categoría de discapacidad más frecuente4.
En el manejo de las personas con esta condición se contempla la rehabilitación de la visión, entendida esta como un conjunto de servicios que contribuyen a lograr y mantener un funcionamiento óptimo, que potencia el desarrollo autónomo de actividades de la vida diaria, además de ayudar en el bienestar. Sin embargo, para su acceso efectivo se evidencian desafíos que incluyen, entre otros, servicios escasos, barreras físicas, costos, habilidades y conocimientos inadecuados del recurso humano en salud2. La estimación global indica que solo el 15 % de las personas con baja visión logran acceder a estos servicios5. Este panorama es similar en Colombia, pues la baja visión es un asunto invisible que no ha logrado trascender a la agenda pública6.
Un aspecto crítico de las barreras para el acceso obedece a los conocimientos de optómetras generales frente a los criterios y los elementos a tener en cuenta para la identificación de personas con deficiencia visual, esto debido a que ellos son los encargados de apoyar los procesos de identificación de personas con baja visión, por tanto, este estudio centró su interés en identificar los criterios de derivación, las barreras percibidas y el nivel de AV que manejan estos profesionales en Santander.
Metodología
Se realizó un estudio observacional descriptivo de corte transversal. Se construyó un cuestionario de 36 preguntas, teniendo como referencia las escalas de Kaleem et al. y Jamous et al7,8, dado que a la fecha son los instrumentos existentes para indagar patrones de referencia a servicios de baja visión o temáticas cercanas a la misma como glaucoma, retinopatía diabética y degeneración macular relacionada con la edad.
Las preguntas fueron organizadas en secciones, en la primera se buscaba identificar características sociodemográficas de los profesionales y la población que atienden. En las siguientes secciones se formularon cuestionamientos relacionados con el nivel de formación recibido en baja visión, los criterios para referir pacientes y las barreras identificadas. Se indagó a través de preguntas abiertas por los puntos de corte manejados en el nivel de agudeza y campo visual.
Se realizó una prueba piloto con la primera versión del cuestionario en la que participaron 20 profesionales vinculados como docentes a facultades de optometría, que no hicieron parte de la muestra final y evaluaron las preguntas en función de la idoneidad, claridad, pertinencia y organización. Esta etapa permitió ajustar la versión final del cuestionario que fue diligenciado por 82 profesionales seleccionados con base en un muestreo intencional por conveniencia, definido así tras considerar particularidades logísticas. Para la identificación de los profesionales se tuvo en cuenta el registro de egresados de una facultad de optometría y el listado de profesionales que hacen parte del Colegio Federación Colombiana de Optómetras (FEDOPTO), quienes al ser contactados refirieran estar prestando sus servicios en centros oftalmológicos, consultorios de optometría o instituciones de educación superior del departamento de Santander.
Se realizó un análisis descriptivo de las variables incluidas, los datos fueron procesados en el Software Stata 12.
Resultados
El 80,49 % (66 personas) de la muestra eran mujeres. El promedio de edad de los participantes fue de 35,39 años (DS 8,09 años) y refirieron un tiempo promedio de experiencia de 10,81 años (DS 7,78 años). El 51,22 %o (42 personas) tienen formación de posgrado, el promedio de horas de trabajo a la semana fue de 33,83 horas (DS 16,96 horas) y el 60,98 % (50 personas) prestan sus servicios a través de la práctica privada.
El 50 % (41 personas) refirió tener formación en baja visión, de los cuales el 73,81 % (31 personas) la recibió como parte de un módulo en el pregrado de Optometría. Solo el 10,98 % (9 personas) indicó prestar servicios de baja visión en su práctica clínica.
El 60,98 % (50 personas) indicaron conocer los criterios para identificar a un paciente con baja visión, sin embargo, tras indagar sobre el nivel de AV en el mejor ojo a tener en cuenta para clasificar la deficiencia visual solo el 40,78 % (40 personas) respondieron y el 23,17 % (19 personas) indicaron acertadamente como criterio una AV mejor corregida de 20/60 o menos Tabla 1.
El 64,63 % (53 personas) manifestaron conocer de la existencia de algún servicio de rehabilitación de baja visión en la ciudad. En el departamento se identifican dos prestadores de atención, uno en Bucaramanga y otro en Floridablanca, los dos de carácter privado.
Al cuestionar sobre los criterios para la derivación de una persona a un servicio de baja visión se priorizaron el nivel de pérdida de la AV (87,8 %) y el grado de pérdida del campo visual (82,92 %). Respecto a las barreras identificadas para el acceso a servicios de baja visión, los profesionales priorizaron que el proceso de derivación dentro del sistema de salud es engorroso (74,39 %), la falta de servicios de baja visión cerca a los pacientes (57,31 %) y el considerar que los pacientes no pueden pagar las ayudas para baja visión (48,78 %) Tabla 2.
Discusión
Un criterio básico de identificación de personas con baja visión es el nivel de AV en el mejor ojo, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud -OMS-1. Si bien las personas participantes del estudio manifiestan en su mayoría conocer los criterios de clasificación de AV, solamente la mitad de ellas emitió una respuesta frente a los niveles específicos y de estos solo el 23.17 % tiene claridad frente al punto de corte propuesto por la OMS. Esto es un elemento crítico, pues permite identificar que los profesionales no tienen los conocimientos básicos frente a una de las funciones clave a evaluar en un paciente para identificar su grado de deficiencia, pese a que este sigue siendo el principal criterio de derivación manifestado. Esta falta de conocimientos se constituye como una barrera para el acceso a los servicios de rehabilitación en el departamento, en la medida en que los profesionales no tengan claros los elementos conceptuales se disminuyen las posibilidades de que las personas ingresen a un proceso de rehabilitación que les ayude a hacer frente a los retos de la discapacidad visual en su vida cotidiana. Este es un aspecto crítico si se tiene en cuenta que las barreras de orden conceptual y formativo en los optómetras pueden generar una mayor experiencia de discapacidad en las personas con baja visión.
El otro criterio clásico para la clasificación de las personas en el contexto de la baja visión es el campo visual, aspecto que es reconocido por los participantes. Es interesante identificar que el grupo de profesionales incluye criterios de funcionalidad para la derivación a los servicios, en razón a que reconocen que las restricciones para el ejercicio de ciertas actividades cotidianas son indicativas para la atención en baja visión.
Los profesionales reconocen como principal obstáculo para la derivación a los servicios las barreras administrativas dentro del sistema de salud, aspecto que es coincidente con lo reportado en estudios previos, pues la rehabilitación dentro del plan de beneficios en salud no está claramente definida y los dispositivos ópticos necesarios para el proceso se pueden obtener mediante tramites como el MIPRES6,9.
Otras barreras reconocidas tienen que ver con los costos, la falta de centros de atención y la poca experiencia en relación con los criterios de remisión, asuntos coincidentes con estudios internacionales7,10-13. La OMS desde su plan de acción global ha identificado la necesidad de garantizar la rehabilitación para las personas con discapacidad visual como un aspecto fundamental en el marco de la salud pública que se debe incorporar en la prestación de servicios de salud2. Pese a lo anterior, tal y como se identificó en el estudio, se reconocen múltiples barreras y dificultades para avanzar en este asunto en el departamento de Santander, lo cual se debe considerar como un aspecto prioritario teniendo en cuenta que esta es una de las zonas con mayor prevalencia reportada de discapacidad visual en el país14.
Acerca de las limitaciones de este estudio, se reconoce el tamaño limitado de la muestra, situación que tiene incidencia en los resultados presentados. De igual manera, es notable la necesidad de realizar, en etapas posteriores, un ejercicio de validación del cuestionario diseñado para el estudio. En este proceso sería pertinente reconsiderar la posibilidad de acotar a una o máximo dos las posibilidades de respuesta en las preguntas de criterios de derivación y barreras percibidas, pues en el cuestionario aplicado se permitió reportar varias respuestas y ello complejizó el análisis, dadas las combinatorias obtenidas. Como fortalezas, se señala el hecho de ser el primer estudio, hasta donde se conoce, que tiene un interés por indagar las percepciones y conocimientos de profesionales en optometría como aspecto fundamental para la identificación y derivación a los servicios de rehabilitación.
Conclusiones
Se reconoce la necesidad de fortalecer la formación de los optómetras, pues son ellos los encargados de identificar y derivar a los pacientes a servicios de rehabilitación de la visión para disminuir el impacto negativo de la discapacidad visual. La clave para promover los derechos de las personas con esta discapacidad es mejorar su capacidad funcional y una vía para hacerlo es mejorando el acceso a los servicios de rehabilitación visual, inicialmente mediante el fortalecimiento de la formación profesional de los optómetras y el aumento de centros de atención para tal rehabilitación.