El concepto de “política” es complejo y polisémico, tal como lo explican diversos autores. Podemos decir en términos prácticos que, son un conjunto de principios y acciones (o inacciones) intencionadas que guían un curso de acción. Se convierten en “públicas” cuando son diseñadas e implementadas por el gobierno, convirtiéndose en legalmente vinculantes, es decir, implicando su obligatorio cumplimiento 1,2. Cuando se refieren a políticas de salud, estas se describen como acciones encaminadas a impactar positivamente la salud de población, esto es, mejorar la calidad de vida de las personas y asegurar entornos y medios de vida que sean seguros, adecuados y sostenibles 3.
En las últimas décadas se ha evidenciado de manera amplia la importancia de este tema, señalándose que las políticas de salud son cruciales en la traducción de la teoría y la investigación de la salud pública al mundo práctico, es decir, se traducen en la formulación de acciones que contribuyen a la solución de problemas de salud identificados. También se ha destacado la importancia de una rigurosa aplicación de los procesos de elaboración (diseño y formulación), implementación y evaluación 4.
Dentro de estos procesos, cuatro principios son necesarios para lograr que sean efectivas y exitosas: i) usar evidencia para diseñar la política, ii) considerar de manera explícita la equidad en salud, iii) diseñar la política tomando en cuenta su implementación y iv) contar con estrategias claras de comunicación para que puedan llegar a múltiples escenarios y actores 5. También es necesario tener en cuenta algunos desafíos para su desarrollo. El primero es el alcance, lo que significa, brindar suficiente amplitud debido a la diversidad de disciplinas y sectores que participan en la salud de la población y a los múltiples abordajes que deben tomarse en cuenta para su formulación: desde aspectos epidemiológicos hasta aspectos sociales (ciencias del comportamiento). El segundo, las barreras sistémicas e institucionales presentes, lo cual obliga a incorporar grupos de trabajo integrados por una amplia gama de actores: investigadores, formuladores de políticas, defensores, activistas y organizaciones no gubernamentales. El tercero está relacionado con las implicaciones éticas, las cuales hacen referencia a las relaciones existentes entre los actores de las políticas públicas (políticos, tomadores de decisiones y burócratas, entre otros), lo cual obliga a revisar minuciosamente los posibles conflictos de interés 6.
Siguiendo las etapas del proceso de la política pública, en la formulación debe considerarse una definición clara del problema público, sus causas y consecuencias y las teorías que sustentan las acciones elegidas (que deberán tener potencial de influir en los cambios que se pretenden generar), así como también reconocer la naturaleza compleja y multinivel de los problemas públicos 7.
El siguiente paso es la implementación de la política, una de las fases más desafiantes debido a que existe una amplia variedad de partes interesadas involucradas (proveedores de servicios, organizaciones intermediarias, agencias e instituciones). Su éxito depende de diversos factores, identificándose tres como los esenciales: i) la claridad en la formulación de las acciones (pues contribuye de manera directa a que las partes interesadas puedan interpretarlas y ejecutarlas de manera coherente); ii) un liderazgo centrado en la construcción y gestión de relaciones entre los diversos actores y entre las instituciones participantes (entendiendo que existen cambios permanentemente en las relaciones de poder) y iii) un entendimiento adecuado del contexto en el que se desarrolla la política, es decir, los factores estructurales, situacionales, culturales y exógenos 8.
La última fase, pero no la menos importante, es la evaluación. Esta permite comprender el valor y la utilidad de una política pública. Dependiendo de la intención puede examinarse el contenido de la política (diseño), su aplicación (implementación) y la estimación de los resultados o impacto en la salud de la población -efecto- 9. Sin embargo, existen también algunos retos que deben considerarse en esta fase: i) los criterios valorativos difieren según la perspectiva del observador (por ejemplo, entre profesionales de salud y activistas), ii) a veces los gobiernos no operan con objetivos explícitos o sus objetivos reales están ocultos y iii) los objetivos del gobierno cambian con el tiempo, lo que dificulta la evaluación 1.
Retomando de nuevo la idea inicial sobre las políticas públicas como elemento para mejorar la salud de la población, el reto al que nos enfrentamos es poder construir estrategias que permitan mejorar las capacidades del sector de la salud y continuar trabajando en la reducción de las desigualdades, en reorientar las políticas hacia enfoques que permitan el desarrollo real y práctico de estilos de vida saludables de la población, se refuerce la participación social y, adicionalmente, se garantice una mejor preparación de los sistemas de salud frente a las amenazas sanitarias. Esto requiere de políticas púbicas basadas en un sólido apoyo de las partes interesadas, una organización de profesionales que interactúe en diferentes niveles y sectores para generar acciones de salud equitativas y sostenibles.