Los saurios del Ecuador continental alcanzan 65 especies endémicas (36,5 % del total registrado) las cuales se concentran a partir de los 1000 m de altitud (Torres-Carvajal et al. c2020). Stenocercus guentheri (Boulenger, 1885) es endémica de las provincias Imbabura y Pichincha, y está distribuida entre los 2139 y 3871 metros de altitud (Torres-Carvajal y Mafla-Endara 2013). Por otro lado, Pholidobolus montium (Peters, 1862) es endémica desde la provincia de Cotopaxi hasta la frontera norte con Colombia, distribuida entre 2000 a 3190 m de altitud (Montanucci 1973). Ambas especies son simpátricas en el centro-norte de Ecuador, sin embargo, información sobre su abundancia es limitada (Ramírez-Jaramillo 2016, Ramírez-Jaramillo 2018).
La condición de la cola en saurios es un indicador de locomoción eficiente para escapar del depredador, así como de la intensidad de depredación al que están expuestos. La autotomía caudal es utilizada como medio de escape ante depredadores. Esta estructura puede regenerarse al poco tiempo de perderse, aunque con mayor requerimiento energético (Vitt y Caldwell 2014). Sin embargo, no siempre su regeneración es normal (Vergilov y Natchev 2017). En esta nota se presenta información sobre la condición de la cola en estas especies.
Desde abril 2012 hasta abril 2014 se estudiaron poblaciones de Stenocercus guentheri y Pholidobolus montium en la parroquia de Tababela, cantón Quito (0°13' Sur, 8°43' Oeste, entre 2300 y 2395 m de altitud), en el ecosistema de bosque y arbustal semideciduo del norte de los Valles (MAE 2013). Se colocaron 48 trampas de goma distribuidas en ocho transectos y separadas cada 100 m, adicionalmente se utilizaron ocho trampas de caída (pitfall traps) (80 x 80 x 80 cm). Los individuos capturados fueron extraídos cuidadosamente, evaluados y devueltos al hábitat; excepto una hembra con cifoescoliosis (Ramírez-Jaramillo 2018).
Se establecieron tres categorías para describir la condición de sus colas (Domínguez-López et al. 2014): 1) Intacta: cola completa, sin presentar mutilación o regeneración. 2) Ausente: cola cortada en algún segmento o presenta < 40 % de la longitud normal. 3) Regenerada: presenta cola larga y regenerada. Para comparar los resultados de estos conteos se realizaron análisis de estadística descriptiva; así como la prueba de Chi-cuadrado con un alfa = 0,05 en el programa BioEstat 5.0.
Se registraron 125 individuos de Stenocercus guentheri (90,6 % del total) y trece de Pholidobolus montium (9,4 %) (Tabla 1). En Stenocercus guentheri la cola intacta fue la más frecuente (60,8 %) y hubo diferencia entre categorías (X2= 52,52; G.L.: 2; P < 0,0001). En Pholidobolus montium la cola intacta también fue más frecuente (61,5 %) pero el bajo número de registros no permitió evaluar estadísticamente estos valores. Stenocercus guentheri registró tres individuos (2,4 %) con bifurcación caudal (Fig. 1). En contraste, Pholidobolus montium no mostró anomalías en la cola.
En los dos años de estudio la frecuencia de cola ausente en ambas poblaciones de saurios es alrededor del 8 %, la de cola regenerada es del 31 %, y la de cola intacta es alrededor del 61 %. Por su parte, García-Rosales y Martínez-Coronel (2016), registraron pérdida de la cola en las especies Sceloporus bicanthalis (Smith, 1937), Mesaspis gadovii (Boulenger, 1913) y Sceloporus subpictus (Lynch y Smith, 1965), encontrando que la cola mutilada presenta entre el 16 % y el 43 %, y la cola completa se presenta entre el 57 % y el 84 % de los casos. En cambio, Casas et al. (2016) revisaron 398 especímenes de museo, registrando que en Teius teyou (Daudin, 1802), el 40 % de los adultos presenta la cola fracturada, y el 23,9 % presenta cola regenerada. En ambos trabajos, las categorías establecidas para la evaluación de las colas no es la misma, aunque puede ser comparable. Los valores de frecuencia de cola mutilada o fracturada los contrastamos con el de cola ausente, señalando valores mayores a los aquí registrados. En el trabajo de García-Rosales y Martínez-Coronel (2016), la cola completa es comparable con la cola intacta categorizada en el presente trabajo y muestra valores similares. En el caso de la cola regenerada los valores registrados por Casas et al. (2016), son poco menores a los que se registraron aquí. Vergilov y Natchev (2017) capturaron 415 especímenes de Ablepharus kitaibelii (Bibron y Bory de Saint-Vincent, 1833) tras cuatro años de estudio registrando cuatro individuos (0,96 %) con bifurcación caudal. Por su parte Casas et al. (2016), registraron un individuo (0,25 %) con cola bifurcada. En ambos trabajos los porcentajes son menores a los que aquí se reporta, sin embargo, los registros relativos aún son bajos, lo cual sugiere que estos casos son raros.
La frecuencia de pérdida de cola no solo se atribuye a la acción de los depredadores, sino que también puede suceder en caso de peleas intraespecíficas, y cuando esta se regenera es similar en su aspecto externo, sin embargo, carece de vértebras, las cuales son sustituidas por un cartílago (García-Rosales y Martínez-Coronel 2016). La bifurcación caudal podría ocurrir por una lesión durante su regeneración o un daño en alguna vértebra de la cola original (Casas et al. 2016).