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 número44Cultura, igualdad e inclusión, Francisco A. Zurian y Danny González Cueto (Compiladores), Barranquilla, Universidad del Atlántico, 2018. 339 páginas. índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
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Memorias: Revista Digital de Historia y Arqueología desde el Caribe

versão On-line ISSN 1794-8886

memorias  no.44 Barranquilla maio/ago. 2021  Epub 07-Dez-2021

https://doi.org/10.14482/memor.44.986.117 

Reseñas

Santa Marta en el siglo XVIII. Edgar Rey Sinning (Compilador), Santa Marta, Grupo editorial CAJAMAG, 2017. 242 pp.

Adriano Guerra1 

1Doctor en Investigaciones Humanísticas. Docente de planta de la Universidad del Magdalena. aguerra@unimagdalena.edu.co. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-8583-931X


La estación del miedo o la desolación dispersa, así tituló su libro el historiador Hermes Tovar Pinzón sobre el siglo XVI en el Caribe colombiano. De igual forma, Adolfo Meisel Roca llamó a una de sus investigaciones Puertos vibrantes y sector rural vacío: El Caribe neogranadino a finales del periodo colonial. Los títulos anteriores y sus planteamientos concretan la tesis sobre la idea de dispersión y desolación poblacional que ha atravesado la historia del Caribe. Lo anterior supone quizás una realidad histórica, pero también un discurso que se ha construido a lo largo del tiempo. Una conciencia del saber histórico y una identidad de desarrollo que se traza en una delgada línea entre riqueza y pobreza, entre abundancia y escasez. ¿Hemos sido tan pobres siempre, o bien, ha habido constante abundancia? Es una pregunta difícil de responder. Este libro nos da luces sobre las posibles respuestas y nos lleva a un viaje para descubrir las raíces de esa creencia y dicha identidad. Por ello, esta no es una compilación caprichosa de quienes se reúnen el último martes de cada mes a escuchar conferencias sobre historia, sino la reunión de los diversos granos de arena que aportan a la compresión de nuestra sociedad en el gran reloj de arena del tiempo, somos, en esencia, sociedades en él tiempo.

El texto se compone de seis capítulos, con igual número de autores. Todos ellos especialistas en su campo y con una trayectoria reconocida en el estudio de la historia del Caribe colombiano, ya sea desde la economía, las formas políticas, los imaginarios y representaciones de poder y la sociedad. El texto que sirve de inicio a la obra es el escrito por Antonino Vidal Ortega, y lleva por título Representaciones de la Provincia de Santa Marta pensada en el siglo XVIII. Las fuentes principales utilizadas por el autor son los textos, ya publicados y disponibles en versión digital en la web: La Perla de América: provincia de Santa Marta, publicado en Madrid en 1778, y los informes de Antonio de Narváez y de la Torre y José Antonio Pombo, que datan de finales del siglo XVIII. A partir de estas fuentes y sustentado en otros documentos, Vidal Ortega logra hacer una radiografía del panorama de las riquezas y potencialidades de la provincia de Santa Marta. La fauna y la flora presente en los informes es extraída y colocada en escena para que el lector pueda hacer un viaje al pasado de la situación ambiental de lo que fue el Magdalena Grande. Cacao, palo de Brasil y ganado cimarrón, solo por mencionar algunas, son las riquezas que se destacan. En todo caso, el investigador también aborda de manera somera la historia de la cocina y las costumbres gastronómicas en la región, tema que queda abierto. En este sentido, se profundizó en la fabricación de panela y en el consumo del hayo, tan común entre los indígenas de la Sierra Nevada hoy en día, pero que según los informes reseñados para el siglo XVIII tenía mayor presencia entre los indígenas wayuú. Tema que retoma Joaquín Viloria de la Hoz en su capítulo sobre Economía de la Provincia de Santa Marta en el Siglo XVIII: entre el estancamiento y el contrabando, en el cual se pregunta en qué momento cambió esta práctica. El autor se apoya nuevamente en algunos de los libros e informes mencionados con anterioridad, pero incluye además el informe de José de Astigárraga, y un extenso estudio sobre la propiedad en las tierras que circundan Santa Marta basado en los documentos notariales del Archivo Histórico del Magdalena Grande.

El panorama de una provincia primigenia del establecimiento del Estado español en Suramérica, punta de lanza del proceso de colonización y poblamiento, pero desplazada posteriormente por Cartagena y Santafé de Bogotá, y supeditada luego a las mejores dinámicas económicas de otras poblaciones en el interior de su provincia, como Ocaña, Tamalameque o Ciénaga, es el primer problema que aborda Viloria de la Hoz. Lo anterior creó unas condiciones para producir una aceptación o justificación estatal de la práctica del contrabando, lo cual ha generado un comportamiento cultural a lo largo del tiempo. Este intercambio de productos y materias primas abundantes en la provincia por mercancías elaboradas llegadas de lugares como Inglaterra u Holanda, como telas, harinas, licores, aceites, tabaco e incluso esclavos, era la columna vertebral del contrabando que luego se internaba por caminos reales, ríos, canales y ciénagas y terminaba en los mercados de la propia Cartagena. Fue ante todo una rutina de supervivencia y una economía propia del nuevo reino, donde participaron funcionarios, civiles, militares y eclesiásticos, como lo logra demostrar el autor. Otro tema fundamental abordado en este capítulo es, como dijimos, las propiedades rurales. Si bien Viloria lo analiza desde una perspectiva económica y los problemas jurisdiccionales por las acequias y la necesidad de fertilizar los territorios a través de su riego, abre una puerta fundamental: el estudio del agua en sus diferentes dimensiones. La historia del agua, sus sistemas de abastecimiento y riego y la lucha por esta como elemento fundamental de la vida ha tomado completa preponderancia en la historiografía latinoamericana, siendo México uno de los países que más ha avanzado en ella, y Alejandro Tortolero, uno de los mayores representantes de esta nueva historia ambiental.

Por su parte, 158 investigaciones fueron analizadas en el capítulo La Provincia de Santa Marta en el siglo XVIII: Un análisis cuantitativo-cualitativo de su historiografía, cuyo autor es Jorge Elías Caro, quien a través de tablas y gráficos analiza, de una y otra forma, dicha producción, espacialmente la procedencia de sus autores y los años de su publicación. Elías Caro muestra cómo ha existido cierta correlación entre el lugar de las fuentes y la procedencia de sus autores, en este caso, Archivo General de Indias y Archivo General de la Nación de Colombia, pero gracias a la era de las nuevas tecnologías, estas fronteras han ido cayendo, primero por la reducción de tiempos en un archivo debido a la digitalización y las cámaras fotográficas, y de igual forma, la innumerable cantidad de documentos y archivos históricos que cada día se comparten a la web, sin hablar de la bibliografía en PDF. A pesar del abrumador número mencionado al inicio, el autor destaca que en términos proporcionales son pocos los trabajos que han logrado superar el espectro anecdótico o narrativo en el cual ha estado sumida la historia de Santa Marta, incluso la poca utilización de esta amplia bibliográfica por el desconocimiento de su existencia, donde cabe destacar también ha primado el individualismo. En todo caso, este capítulo se convierte en lectura fundamental en la iniciación de la comprensión del pasado de esta ciudad.

Negros sublevados, justicias y hacendados en la provincia de Santa Marta en la segunda mitad del Siglo XVIII es el capítulo que aporta el profesor Jorge Conde Calderón, donde analiza el ya conocido caso de la sublevación de los esclavos en el Rompedero de Pestagua, de propiedad de don Andrés de Madariaga, ocurrido hacia 1768 en gran parte de lo que hoy es el parque Isla de Salamanca. Internándose en el campo de la racialización y el entendimiento de la justicia, el orden y la legalidad por parte de los sublevados, el profesor Conde logra aproximarse con maestría al mundo de la justicia y los limites jurisdiccionales del poder. Las concepciones sobre la libertad del esclavo son cuestionadas al demostrar que este tumulto no fue más que la necesidad por mantener ciertos espacios y calidad de vida básica, así como elementos de dispersión por parte de los esclavos de Pestagua que los colocan en su imaginario por sobre el nivel de los demás trabajadores, y cuyo procedimiento representó para ellos, en efecto, una forma de libertad. Siempre que leemos a Conde hay que estar muy pendientes de la bibliografía usada, así como de las fuentes interpretadas, pues es uno de los autores en el ámbito local que mantiene actualizada de manera constante su visión historiográfica. Es así como libros sobre los estudios de las representaciones y el poder jurisdiccional e intermediario de los curas en Argentina nos ponen a pensar nuevos interrogantes e interpretaciones. Pero en esta ocasión fue la aproximación al subfondo Negros y Esclavos del Magdalena, digitalizado y colgado en la página web del Archivo General de Nación de Colombia, lo que nos coloca de frente a un material histórico fundamental para comprender no sólo las sublevaciones sino el amplio mundo de la esclavitud desde sus temas de comercio y propiedad hasta el concubinato y la lujuria de este sector poblacional en compenetración con sus amos.

La historiadora samaria Marcela Escandón Vega retoma nuevamente los informes analizados por los dos primeros autores de este libro, pero aplica con destreza las concepciones de Pierre Bourdieu sobre el análisis del discurso y la representación argumentativa. Su capítulo se titula Frustración y abandono versus virtud y riquezas. El drama de la "Perla de América" en el Siglo XVIII. Escandón resalta cómo hasta el día de hoy se siguen reproduciendo unos discursos sobre el rezago regional en contraposición de sus potencialidades culturales y económicas, haciendo así un paralelo no solo con las obras ya citadas del siglo dieciochesco, sino en una trama de informes oficiales donde se destaca una y otra vez esta disyuntiva. Por ello, la autora traza una amplia línea entre el pasado y el presente, pero considera oportuno ubicar este punto de inflexión discursivo entre pobreza y riqueza precisamente en el siglo XVIII, y en especial en las obras que desarrollaron dichos informes. En sus palabras: "un paradójico discurso [...] de riqueza en medio de la pobreza y de esperanza en medio de la frustración, el cual fue utilizado para reclamar a la corona española por el abandono de la provincia y el desaprovecriamiento de sus ventajas". O en nuestras palabras, un discurso en el que a pesar de la riqueza se vive en la pobreza y se reclama constantemente mayor atención del Estado.

Finalmente nos encontramos con el capítulo del compilador e impulsador de esta iniciativa, Edgar Rey Sinning, titulado Celebraciones en Santa Marta durante el siglo XVIII, en honor a un Rey distante. Pero Rey de todos. El autor nos interna en el mundo de las representaciones, o bien, el de hacer presente una ausencia. El de cómo a través de las ritualidades se pueden crear y aumentar lazos de afinidad y devoción, en este caso hacia el poder y la sumisión. Este capítulo es también el resultado de años de investigación sobre el mundo de las ritualidades de los Borbones en suelo americano. Tema que se ha trabajado profusamente en la historiografía hispánica de las últimas décadas y que tiene una profunda relación con la nueva historia cultural y de la cual aún siguen aprendiendo aquellos que hacen proselitismo moderno. Misas, te deum, iconografía, rituales, festividades, celebraciones y afinidad son los factores analizados en estas páginas. Desde las proclamaciones del ascenso al poder de Felipe V, hasta Carlos IV la ciudad de Santa Marta activó mecanismos para representar y consignar a través de los rituales la afinidad a un monarca. Bandos, pólvora, pregones, bebidas y comidas no solo dan cuenta de esta ritualidad, sino que abren un inmenso camino que se conecta con las fiestas actuales y cuyas fuentes están esperando por los investigadores. Para concluir, queremos retomar nuevamente algunas de las sugerencias que hace Antonino Vidal sobre la necesidad de hacer nuevas preguntas a las fuentes, cambiar el relato con lecturas renovadoras que incluyan interrogantes nuevos para producir una historiografía en constante evolución.

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