Introducción
Es ya un lugar común afirmar que Colombia, como toda la región latinoamericana, experimenta una rápida transformación de su universo religioso (Gooren, 2018; Latinobarómetro, 2018; Pew Research Center, 2014). Si bien no existen datos oficiales al respecto, algunos estudios han documentado este proceso (Beltrán, 2012; 2013; Beltrán; Larotta, 2020; Inglehart et al., 2012; Latinobarómetro, 2018; Sarrazin, 2017; Sarrazin; Arango, 2017; Pew Research Center, 2014; Tejeiro, 2010). Estas investigaciones que, en general, se ocupan de la población adulta, coinciden en señalar la deserción masiva de los católicos de su iglesia, cambio que parece haberse acelerado en la última década. Además, ofrecen evidencias sobre el crecimiento del movimiento evangélico-pentecostal, y sobre el aumento de los no creyentes y de los creyentes no afiliados, que prefieren practicar su religión de manera individual, sin participar de servicios religiosos colectivos y sin mantener membresía en ninguna iglesia o comunidad religiosa.
Son escasas las investigaciones que se ocupan del cambio religioso entre los jóvenes colombianos. Las que hemos logrado ubicar intentan aproximarse al cambio de religión entre los jóvenes de alguna región el país. Por ejemplo, la investigación de Castaño-López (2006) se ocupa del cambio religioso entre los jóvenes de la ciudad de Pereira, y la de Torres-Bryon (2018), de la diversidad religiosa entre jóvenes universitarios de Cali. Otras investigaciones exponen resultados de estudios de caso donde se explora la diversidad religiosa en una universidad, colegio o institución educativa en particular (Bonilla-Morales, 2017; Burbano-Gelpud, 2010; Calderón; Ortiz-Hincapié; Ravelo-Salazar, 2014; Patiño-Corredor, 2014; Salinas-Roncancio, 2014; Zapata; Calero; Trujillo, 2019). En el caso de la ciudad de Bogotá, las investigaciones sobre el cambio religioso entre los jóvenes también son escasas; hasta donde pudimos rastrear, solo Beltrán (2009) trata de describir cuantitativamente el cambio religioso entre los jóvenes bogotanos menores de 18 años, con base en una encuesta aplicada entre estudiantes de grado noveno en 2006. Sin embargo, después de más de una década, las cifras que ofrece esta investigación están desactualizadas.
Entre las investigaciones recientes sobre las creencias de los jóvenes colombianos, se destaca la de Gutiérrez-Bonilla, Reyes-Fernández, Ortíz-Hernández, Escobar-Martínez y Robles-Arenas (2021), que presenta los resultados de una encuesta nacional sobre las preocupaciones, intereses y creencias de los jóvenes. En uno de sus capítulos, este informe aborda el asunto de la diversidad religiosa. Confirma las tendencias ya mencionadas. Por ejemplo, el aumento del porcentaje de jóvenes que se identifican como no creyentes (27 % de los encuestados), el cual llega hasta el 30 % entre los hombres (Gutiérrez-Bonilla et al., 2021). Sin embargo, esta investigación, más allá de la identidad religiosa y de la autodefinición de su práctica (practicante o no practicante), ofrece escasa información sobre las creencias religiosas de los jóvenes colombianos.
En general, las investigaciones mencionadas coinciden en señalar que los jóvenes colombianos cuestionan la tradición católica, o toman distancia de ella, con más frecuencia que los demás grupos etarios. Así, entre ellos aumenta el porcentaje de quienes ya no se sienten parte de la Iglesia católica, o que prefieren una forma más individual o subjetiva de practicar el catolicismo. Al mismo tiempo, entre ellos gana legitimidad la idea de que la religión está sujeta a la elección individual, por lo cual ya no constituye una herencia cultural que deben salvaguardar. Así, un porcentaje creciente de jóvenes ya no se identifica con la religión de sus padres y, más bien, se sienten con el derecho a escoger sus creencias y prácticas religiosas en una cada vez más amplia diversidad de opciones, incluida la posibilidad de practicar el catolicismo sin ser parte de la Iglesia católica. Por ejemplo, en la actualidad, muchos jóvenes colombianos definen su relación con la religión con expresiones como: "soy católico a mi manera", "creo en Dios a mi manera" o "soy creyente pero no práctico una religión"1, en un proceso de subjetivación del creer que Grace Davie (1994) definió como creer sin pertenecer2. Además, entre los jóvenes colombianos es cada vez más legítimo identificarse como no creyentes, o como ateos o agnósticos (Beltrán, 2019a).
Aspectos metodológicos
Dada la importancia de comprender mejor el estado actual de la pluralización religiosa entre los jóvenes bogotanos, el presente artículo presenta los resultados de una investigación cuantitativa que tiene como objetivo caracterizar a los jóvenes bogotanos que cursan último grado de secundaria en colegios públicos, en aspectos como: su identidad religiosa, sus prácticas y creencias religiosas, la importancia subjetiva que le otorgan a la religión, y los conflictos que perciben entre ciencia y religión. Esta caracterización se construyó por medio de estadística descriptiva, con base en los resultados de una encuesta que indagó sobre cada uno de estos asuntos.
El universo de estudio lo constituyeron los jóvenes que, en 2019, se encontraban matriculados para cursar grado 11 (último grado de secundaria) en colegios públicos de Bogotá, 45 413 jóvenes en total, según los datos suministrados por la Secretaría de Educación de la ciudad. El muestreo fue aleatorio simple, y en total se hicieron 669 encuestas a estudiantes de 7 instituciones educativas ubicadas en 5 localidades de la ciudad (Usme, Bosa, Engativá, Suba y Los Mártires)3. El nivel de confianza de la encuesta es de 95 % y el margen de error calculado, de 5 %.
Sobre las características sociodemográficas de los encuestados, el 41,4 % se identificó como hombre; el 58,3 %, como mujer, y el 0,3 % (2 estudiantes), con una identidad sexual no binaria. Por orientación sexual, el 87,5 % se identificó como heterosexual; el 3,9 %, como homosexual; el 8,3 %, como bisexual, y un 0,3 % (2 estudiantes) como otros. En el momento del levantamiento de la información, la edad de los encuestados oscilaba entre los 15 y 19 años, con la siguiente distribución: 15 años, 1,9 %; 16 años, 29,9 %; 17 años, 32 %; 18 años, 22,7 %; y 19 años, 13,5 %. Así, el 84,6 % tenía entre 16 y 18 años.
Con el propósito de otorgar subsidios a la población de menores ingresos, en la ciudad de Bogotá se ha implementado un esquema de estratificación de las viviendas. Este, en una escala que va del 1 al 6, clasifica las viviendas de acuerdo con su calidad, entorno y ubicación. En la medida en que, a través de encuestas, es difícil capturar información sobre la situación socioeconómica de la población, el estrato de las viviendas es usado con frecuencia como un indicador de la situación económica de los encuestados. Sin embargo, se debe señalar que es un indicador con numerosas limitaciones. En general, las personas que habitan viviendas de estratos bajos (1 y 2) constituyen una población con bajos ingresos económicos y mayor vulnerabilidad socioeconómica. Los estratos altos (5 y 6) corresponden a las viviendas de mayor calidad y de mayor valorización inmobiliaria y, por ende, se asocian con una población con altos ingresos económicos. Según lo reportado por los encuestados, el 13,4 % habita en viviendas de estrato 1; el 51,9 %, en viviendas de estrato 2; el 32,6 %, en viviendas de estrato 3; y solo un 2,1 %, en viviendas de estrato 4. Ninguno de los consultados reside en viviendas de estratos 5 o 6. Por lo tanto, el 97,9 % de los encuestados habita en viviendas de estratos 1, 2 y 3.
Este último dato amerita una aclaración. La encuesta no es representativa de la totalidad de los jóvenes bogotanos. En la medida en que toma como universo los jóvenes que estudian en colegios públicos, representa, en general, una población con bajos ingresos económicos. En Bogotá, y en general en Colombia, los estudiantes que provienen de hogares con bajos ingresos económicos están matriculados en colegios públicos, y los que provienen de hogares con altos ingresos, en colegios privados (Hernández-Rodríguez, 2016). Por otro lado, en Bogotá, muchos jóvenes de familias con dificultades económicas abandonan de manera temprana el sistema educativo (Malagón; Sáenz; Quintero; Vélez; Parra, 2010), por lo cual es difícil que lleguen al grado 11, en el que se aplicó la encuesta.
Para recolectar la información, se diseñó un instrumento de autodiligenciamiento que contaba con 41 ítems, que operacionalizan las variables ya señaladas. Este instrumento fue ajustado con base en los resultados de una prueba piloto en la que participaron miembros de la población objeto de estudio. El levantamiento de la información se hizo de manera presencial y sincrónica por cursos (grado 11) en el aula de clase, con la presencia de un docente, y la orientación y asesoría de un encuestador. Como consideraciones éticas, cabe señalar que en todo momento se garantizó el anonimato de los encuestados y se contó con el consentimiento informado de quienes participaron en la encuesta. La información se capturó entre junio y noviembre de 2019.
Para el procesamiento de la información, se acudió a las herramientas propias de la estadística descriptiva, valiéndose para este propósito del software Excel. Además del cálculo de las frecuencias y los porcentajes, se presentan aquí la variación de las respuestas con relación a las variables identidad religiosa, sexo e identidad de género.
Antes de presentar los datos, se debe señalar que una limitación de este tipo de estudios es que depende de la autoidentificación religiosa de los jóvenes, criterio que no está libre de ambigüedades. Al respecto, se destaca la manera en que, en Bogotá, en el lenguaje corriente, se usa la identidad de cristiano/a. En Colombia, en términos generales, las personas que se autoidentifican como cristianas, sin precisar a qué rama o confesión cristiana pertenecen, hacen parte del movimiento evangélico pentecostal. Además, por razones históricas, tanto la identidad evangélica como la pentecostal se asocian con estigmas que desacreditan a sus portadores (Beltrán, 2013; 2019b; Moreno, 2009)4. Por esta razón, desde finales del siglo XX, los evangélicos y pentecostales prefieren cada vez con más frecuencia identificarse simplemente como cristianos. Otro problema relacionado con la identificación religiosa se observa entre los estudiantes que se identifican como ateos. Ya que, como se verá más adelante, para algunos de ellos ser ateo no significa necesariamente negar la existencia de Dios.
Presentación de los resultados
Identidad religiosa de los estudiantes
En la Figura 1 se presentan los resultados de la pregunta: ¿Con respecto a sus creencias religiosas, usted se considera?
Para facilitar el análisis de los datos, en la Figura 2 se agrupan los resultados anteriores con base en lo que consideramos identidades religiosas afines. Bajo el rótulo diversidad protestante, se agrupan los estudiantes que se identificaron como: cristianos no católicos, adventistas, evangélicos, protestantes y pentecostales. Además de las razones culturales ya señaladas, la decisión de incluir en esta categoría a quienes se identificaron como cristianos no católicos está respaldada por las respuestas que estos estudiantes dieron a la pregunta: ¿A qué Iglesia o grupo religioso pertenece? En este caso, los estudiantes que se identificaron como cristianos no católicos mencionaron conocidas iglesias pentecostales de Bogotá (como Misión Carismática Internacional, Iglesia Cristiana Filadelfia, Iglesia Cristiana Casa de Dios, Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional, entre otras). Bajo el rótulo otros, se agrupan los estudiantes que se identificaron con el budismo (3), el movimiento cósmico solar (1), la santería afroamericana (1) y el movimiento Brahma Kumaris (1).
Si bien el catolicismo sigue siendo la identidad religiosa más frecuente, menos de la mitad de los jóvenes consultados se identifican como católicos. A pesar de esto, si se suman católicos con protestantes (en sus diversas corrientes), testigos de Jehová y mormones, alrededor del 60 % de los estudiantes se identifican con alguna vertiente del cristianismo. Después del catolicismo, el protestantismo constituye el movimiento religioso con el que con mayor frecuencia se identifican los jóvenes bogotanos. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que este movimiento religioso está compuesto por una amplia diversidad de denominaciones, iglesias y organizaciones religiosas5.
Identidad religiosa y de género
La filiación religiosa varía según el sexo y la identidad de género. Para identificar este aspecto, se dividió la población estudiada en 3 grupos: hombre heterosexual, mujer heterosexual y población LGBTIQ (lesbiana, gay, bisexual, transexual, intersexual y queer). Al comparar hombres y mujeres heterosexuales, se observa que entre las mujeres aumenta el porcentaje de quienes se identifican como católicas o con alguna vertiente del protestantismo; mientras entre los hombres aumentan los porcentajes de quienes se identifican como ateos/agnósticos. Por su parte, en la población LGBTIQ, un menor porcentaje se identifica con las vertientes del protestantismo, y aumentan, de manera notoria, las personas que se identifican como ateas o agnósticas (31 %) (Figura 3).
Cambio de creencias religiosas
El 26 % de los jóvenes consultados (1 de cada 4) afirmó haber cambiado de religión. A quienes afirmaron haberlo hecho, se les preguntó: "¿Cuál fue su creencia religiosa anterior?". El 66 % dijo haber desertado del catolicismo; el 20 % abandonó alguna vertiente protestante; el 6 % antes se identificaba como ateo o agnóstico; el 4 % se apartó de la identidad de creyente no afiliado; el 3 % desertó del mormonismo o de la organización de los Testigos de Jehová; y el 1 %, de otras religiones. Entre quienes dicen haber cambiado de religión, el 37 % ahora se identifica como ateo o agnóstico; el 24 %, como creyente no afiliado a ninguna religión; el 17 % migró hacia alguna vertiente del protestantismo; el 6 % ahora se identifica como católico, y el 1 % adoptó otras religiones. Además, el 14 % no respondió la pregunta.
Frente a la pregunta "¿Fue usted bautizado de niño en la Iglesia católica?", la mayoría de los encuestados (75 %) afirmó haber sido bautizado en su infancia según el rito católico. Esto incluye al 91 % de los que actualmente se identifican como católicos, al 78 % de los creyentes no afiliados a ninguna religión, al 70 % de los ateos y agnósticos, al 50 % de los afiliados a otras religiones, al 46 % de los que se identifican con alguna vertiente protestante, y al 29 % de los mormones y testigos de Jehová.
Al observar la población que ha cambiado de religión, diferenciada por su sexo e identidad de género, se hacen evidentes algunas tendencias. En la población heterosexual, las mujeres que han cambiado de religión han adoptado con mayor frecuencia la identidad de creyentes no afiliadas a ninguna religión (31 %) y, en segundo lugar, el ateísmo/agnosticismo (25 %) y las diversas vertientes protestantes (25 %). En cambio, entre los hombres que han cambiado de religión, la opción que han adoptado de manera predominante es el ateísmo/agnosticismo (42 %), seguida por la creencia sin religión (21 %). En la población LGBTIQ, la mitad de los estudiantes que ha cambiado de religión ahora se identifican como ateos/agnósticos, siendo esta la opción adoptada de manera predominante (Figura 4).
Importancia subjetiva de la religión
Al interrogar a los estudiantes sobre la importancia de la religión en sus vidas, el 17 % afirmó que la religión es muy importante; el 45 % dijo que es importante; el 23 %, que es poco importante; y el 14 %, que no importa en absoluto. Por identidad religiosa, entre aquellos que se identificaron como mormones, testigos de Jehová y los protestantes en sus diversas vertientes, aumenta el porcentaje de quienes consideran que la religión es muy importante en sus vidas, si se los compara con los católicos. Entre los creyentes no afiliados, ateos y agnósticos aumenta el porcentaje de quienes consideran que la religión es poco importante o no importa en absoluto (Figura 5).
La importancia subjetiva de la religión también varía con el sexo y la identidad de género. En la población heterosexual, el 71 % de las mujeres consideran que la religión es importante o muy importante en sus vidas, frente al 58 % de los hombres. En la población LGBTIQ, solo el 42 % considera que la religión es importante o muy importante, mientras que la mayoría (58 %) afirma que la religión es poco importante o no importa en absoluto.
Frente a la pregunta "¿En comparación con sus padres o acudientes, indique qué tan religioso usted se considera (más, menos o igual de religioso)?", el 52 % de los consultados respondió que se consideraban menos religiosos que sus padres o acudientes. Al desagregar esta información de acuerdo con la identidad religiosa de los estudiantes (Figura 6), en todos los casos la opción predominante fue menos religioso, con la sola excepción de los católicos, entre quienes la opción predominante fue igual de religioso que mis padres o acudientes.
Al desagregar los resultados a la misma pregunta, según el sexo y la identidad de género, se observa que, si bien en todos los casos predomina la opción de menos religioso que mis padres o acudientes, el porcentaje de estudiantes que se inclina por esta opción aumenta entre la población LGBTIQ y entre los hombres heterosexuales (Figura 7).
A la pregunta "Si usted llegase a formalizar una vida en pareja, preferiría: a) un matrimonio religioso, b) un matrimonio civil, c) vivir en unión libre", el 36 % optó por el matrimonio religioso, el 32 % prefirió la unión libre, el 13 % eligió el matrimonio civil; y el 19 % no respondió la pregunta. Al desagregar estas respuestas por la identidad religiosa (Figura 8), se observa que la mitad de los católicos y un poco más de la mitad de los protestantes prefieren el matrimonio religioso; la mayoría de los mormones y de los testigos de Jehová prefieren el matrimonio civil; mientras que entre ateos, agnósticos y creyentes no afiliados predomina la unión libre.
Al desagregar por sexo y orientación sexual las preferencias en lo referente a la formalización de la vida en pareja, se observa que entre las mujeres heterosexuales aumenta la preferencia por el matrimonio religioso (45 %), si se la compara con los demás grupos. Entre la población LGBTIQ y los hombres heterosexuales, la opción más marcada fue la unión libre (Figura 9).
A la pregunta "¿Considera seguir una carrera como religioso (sacerdote, pastor, misionero, monja, rabino, etc.)?", la mayoría de los consultados respondió que definitivamente no lo hará (81 %); seguidos por es poco probable (9,5 %). Apenas un poco más del 2 % respondió que es bastante probable, y menos del 1 % afirmó que definitivamente seguirá esta opción profesional.
Al observar estas respuestas según la identidad religiosa de los estudiantes, se aprecia que la población que se identifica con otras religiones es en la que un mayor porcentaje de jóvenes afirma que definitivamente seguirá una carrera como religioso (33 %), aunque es importante tener en cuenta que la categoría otros solo agrupa al 1 % de los consultados. Por otro lado, el 29 % de los mormones y testigos de Jehová, y el 9 % de los protestantes (en sus diversas corrientes) estiman que es bastante probable que opten por una carrera como religiosos. Solo el 1 % de los católicos afirma que seguirá esta opción profesional (Figura 10).
Revisando esta misma pregunta por sexo e identidad de género, se observan valores similares en los tres grupos analizados (hombres heterosexuales, mujeres heterosexuales y población LGBTIQ). En todos los casos, el 80 % o más de los consultados afirman que definitivamente no seguirán una carrera como religiosos/ as. Sin embargo, el 3 % de las mujeres heterosexuales considera que es bastante probable que opten por una carrera como religiosas, mientras que solo el 2 % de los hombres heterosexuales y ningún miembro de la población LGBTIQ contemplan esta opción. Llama la atención que las mujeres que afirman que con absoluta certeza seguirán esta opción profesional hacen parte del movimiento evangélico pentecostal, movimiento que muestra mayor apertura al liderazgo religioso femenino, si se lo compara con la Iglesia católica.
Frecuencia de asistencia a servicios religiosos
Al ser consultados por la frecuencia con que asisten a servicios religiosos (como misas o cultos), el 17 % de los estudiantes dijo asistir a estos ritos semanalmente; el 15 %, por lo menos una vez al mes; el 17 %, unas pocas veces al año; el 29 %, solo en ceremonias especiales (como matrimonios o funerales); y el 20 %, nunca.
Al desagregar la frecuencia de asistencia a servicios religiosos según la identidad religiosa de los estudiantes (Figura 11), los datos revelan que los fieles de las diversas corrientes protestantes, así como los mormones y testigos de Jehová, asisten a servicios religiosos con más frecuencia que los católicos. Llama la atención que un pequeño porcentaje de estudiantes que se identifican como ateos y agnósticos participa de estos ritos con cierta regularidad.
La frecuencia con la que los jóvenes asisten a servicios religiosos varía según la identidad de género. En la población heterosexual, la frecuencia de asistencia semanal y mensual de las mujeres a estos servicios casi duplica la de los hombres. En la población LGBTIQ, se observa la menor frecuencia de asistencia a servicios religiosos. Además, en esta población se registra el porcentaje más alto de personas que nunca asisten a este tipo de ritos (30 %) (Figura 12).
Creencia en Dios
El 55 % de los encuestados afirmó estar absolutamente convencido de la existencia de Dios; el 23 % dijo creer en Dios, pero dudar de su existencia; el 11 % expresó no saber si Dios existe; y el 4 % dijo estar convencido de que Dios no existe.
La creencia en la existencia de Dios varía según la afiliación religiosa (Figura 13). Entre los protestantes (en sus diversas ramas), testigos de Jehová y mormones se registran los porcentajes más altos de quienes afirman estar absolutamente convencidos de la existencia de Dios (87 y 86 %, respectivamente). Entre quienes se identifican como católicos, esta cifra desciende al 64 %; y entre los creyentes no afiliados a ninguna religión, al 56 %. Llama la atención que el 3 % de quienes se identifican como ateos o agnósticos afirmó estar absolutamente convencido de la existencia de Dios, mientras que 19 % de ellos cree en Dios, pero duda de su existencia.
Al desagregar la creencia en Dios por sexo e identidad de género, se evidencia que la convicción en torno a este tema es más frecuente entre las mujeres heterosexuales (68 %), porcentaje que desciende al 47 % entre los hombres heterosexuales, y al 30 % entre la población LGBTIQ. En este último grupo, aumentan los porcentajes de quienes dudan de la existencia de Dios o tienen la certeza de que Dios no existe (Figura 14).
Creencia en los milagros
Frente a la pregunta "¿Cree usted que existen milagros o intervenciones sobrenaturales en el mundo?", el 62 % de los encuestados respondió afirmativamente, el 15 % respondió de manera negativa, y el 23 % no respondió la pregunta. Al analizar estas respuestas según la identidad religiosa de los estudiantes (Figura 15), se observa que entre los adherentes a las diversas corrientes protestante se registra el mayor porcentaje de creencia en los milagros (86 %), superando a los católicos (75 %), y a los testigos de Jehová y mormones (71 %). En nuestra opinión, este dato confirma que en el seno del protestantismo colombiano predomina el movimiento evangélico pentecostal.
Al analizar la creencia en milagros según la identidad de género, se observa que esta creencia es mayoritaria entre las mujeres heterosexuales (74 %), seguidas por los hombres heterosexuales (55 %), y obtiene su porcentaje más bajo de adherentes entre la población LGBTIQ (42 %).
Creencia en la vida en el más allá
A la pregunta "¿Usted cree en la vida después de la muerte?", el 59 % de los encuesta-dos respondió afirmativamente; el 17 %, de manera negativa, y 24 % dijo no saber o no respondió a la pregunta. Al desagregar estas respuestas según la identidad religiosa de los encuestados (Figura 16), se observa que el porcentaje de jóvenes que cree en la vida después de la muerte aumenta entre mormones y testigos de Jehová, donde alcanza el 71 %, seguido por los católicos y los adherentes a otras religiones. Llama la atención que entre ateos y agnósticos es levemente mayor el porcentaje de quienes creen en la vida después de la muerte que el de quienes no mantienen esta creencia.
Al analizar la creencia en la vida después de la muerte, por identidad de género, se observa que entre las personas LGBTIQ se presenta el porcentaje más alto de quienes mantienen esta creencia (66 %), seguidas por las mujeres heterosexuales (62 %), mientras que entre los hombres heterosexuales se registra el menor porcentaje al respecto (53 %).
A la pregunta "¿Cree en la existencia del cielo como un lugar al que van las personas buenas?", el 54 % de los encuestados respondió afirmativamente, el 28 % de manera negativa, y 19 % no respondió la pregunta. Al desagregar estas respuestas según la identidad religiosa (Figura 17), se observa que entre los adherentes a las diversas corrientes protestantes se registra el porcentaje más alto de creyentes en el cielo (73 %), seguidos por los católicos (72 %) y los creyentes no afiliados (42 %).
Según la identidad de género, la creencia en el cielo goza de mayor acogida entre las mujeres heterosexuales (64 %), seguidas por los hombres heterosexuales (42 %), y obtiene su menor porcentaje de adherentes entre la población LGBTIQ(33 %).
A la pregunta "¿Cree en la existencia del infierno como un lugar al que van las personas malas?", el 49 % de los encuestados respondió afirmativamente; el 33 %, de manera negativa, y el 18 % no sabía o no respondió a esta pregunta. Por lo tanto, entre los consultados, la creencia en el cielo está más generalizada que la creencia en el infierno. Al observar los resultados, según la identidad religiosa (Figura 18), se observa que entre los adherentes a las diversas corrientes protestante la creencia en el infierno es más frecuente con relación a los demás grupos.
Al desagregar la creencia en el infierno, según la identidad de género, se observa que esta es más frecuente entre las mujeres heterosexuales (donde alcanza el 57 %), seguidas por los hombres heterosexuales 45 %, y registra el menor porcentaje de adherentes entre la población LGBTIQ (26 %).
La pregunta "¿Cree usted en la reencarnación en otros cuerpos tras la muerte?" fue respondida de forma positiva por el 41 % de los encuestados, negativa por el 34 %, y el 25 % no respondió la pregunta. Al observar las respuestas según la identidad religiosa, se evidencia que el porcentaje más alto de adherentes a esta creencia se ubica en el grupo de otras religiones, donde se encuentran, entre otros, los estudiantes budistas. Por otro lado, llama la atención que un considerable porcentaje de católicos, ateos/agnósticos y protestantes (en sus diversas corrientes) afirman creer en la reencarnación (Figura 19).
Al revisar la creencia en la reencarnación por identidad de género, se observa que esta creencia encuentra mayor acogida entre las personas LGBTIQ(50 %), seguidas por las mujeres heterosexuales (43 %), mientras que solo el 36 % de los hombres heterosexuales mantiene esta creencia.
Creencias con relación a la Biblia, Jesús y la Virgen María
La encuesta también indagó por la persistencia de algunas creencias católicas como la inspiración divina de la Biblia, el carácter divino de Jesús de Nazaret y el poder de la Virgen María para escuchar oraciones y conceder milagros.
A la pregunta "Sobre la Biblia, escoja la afirmación con la que coincide o la que más se acerca a su posición...", la opción predominante fue que la Biblia es la palabra de Dios, pero no todo lo que dice debe tomarse literalmente (36 %), seguida por la Biblia es un libro escrito por seres humanos, y no la palabra de Dios (28 %), y, en último lugar, la Biblia es la palabra de Dios y no tiene errores ni contradicciones (20 %). El 16 % de los estudiantes no respondió la pregunta o dijo no conocer la respuesta.
Al desagregar las respuestas, según la identidad religiosa de los estudiantes (Figura 20), se observa que la opinión según la cual la Biblia es la palabra de Dios y no tiene errores ni contradicciones es mayoritaria entre los fieles de las diversas corrientes protestantes (54 %), mientras la opción la Biblia es la palabra de Dios, pero no todo lo que dice debe tomarse literalmente es mayoritaria entre los católicos (52 %). La mayoría de los ateos y agnósticos (76 %) se inclinan por la opción la Biblia es un libro escrito por seres humanos, y no la palabra de Dios.
Al analizar la opinión de los estudiantes sobre la Biblia, por identidad de género (Figura 21), se observa que la opción la Biblia es la palabra de Dios, pero no todo lo que dice debe tomarse literalmente fue predominante entre mujeres y hombres heterosexuales (39 y 34 %, respectivamente), mientras que la opción la Biblia es un libro escrito por seres humanos, y no la palabra de Dios fue predominante entre las personas LGBTIQ(37 %).
Al indagar sobre las creencias de los estudiantes en torno a Jesús de Nazaret, la opción más marcada es la que considera que fue un enviado de Dios, pero no Dios mismo (36 %); seguida por la creencia en que es Dios hecho hombre, quien vino a la tierra (30 %); en tercer lugar, aparecen quienes creen que fue un líder religioso destacado (15 %); y, por último, quienes no creen que haya existido (7 %). El 1 % se inclinó por la opción Otro/¿Cuál?; sin embargo, solo dos de los estudiantes que marcaron esta opción manifestaron su opinión sobre quien consideran que fue Jesús de Nazaret: "un extraterrestre" y "un maestro de Oriente reencarnado". El 11 % de los encuestados no respondió a la pregunta o dijo no conocer la respuesta.
Al desagregar estas respuestas según la identidad religiosa de los estudiantes, se observa que la totalidad de los mormones y los testigos de Jehová, y la mitad de los protestantes (en sus diversas corrientes) optaron por la respuesta: fue un enviado de Dios, pero no Dios mismo. Esta respuesta también fue predominante entre los católicos y los creyentes no afiliados a ninguna religión (40 y 36 %, respectivamente). Entre ateos y agnósticos, y los adherentes a otras religiones, predomina la opinión según la cual Jesús de Nazaret fue un líder religioso destacado (41 y 33 %, respectivamente) (Figura 22).
Al analizar las respuestas sobre quién fue Jesús de Nazaret, según la identidad de género, se puede observar que entre las mujeres heterosexuales aumenta notoriamente el porcentaje de quienes creen que Jesús de Nazaret es Dios hecho hombre. Sin embargo, en todos los segmentos fue predominante la respuesta que considera que Jesús de Nazaret fue un enviado de Dios, pero no Dios mismo (Figura 23).
A la pregunta "¿Cree usted que la Virgen María escucha las oraciones y hace milagros?", el 32 % de los estudiantes respondió afirmativamente; el 36 %, de manera negativa, y el 32 % dijo no saber o no respondió a la pregunta. Al desagregar estas respuestas, según la identidad religiosa, se encontró que la creencia en la Virgen María solo es mayoritaria entre los estudiantes católicos (60 %) (Figura 24).
Al desagregar las respuestas a esta pregunta, según la identidad de género, esta creencia es más frecuente entre las mujeres heterosexuales (38 %), seguidas por los hombres heterosexuales (28 %), mientras que solo una de cada 5 personas LGBTIQ (20 %) mantiene esta creencia.
Creencia en las predicciones del horóscopo
A la pregunta "¿Cree usted en las predicciones del horóscopo?", más de la mitad de los estudiantes (55 %) respondió de manera negativa, uno de cada 4 (24 %) contestó afirmativamente, y el 21 % dijo no saber o no respondió la pregunta. Al desagregar estas respuestas, según la identidad religiosa, se observa que esta creencia es más frecuente entre los adherentes a otras religiones (33 %) y entre los creyentes no afiliados a ninguna religión (30 %) (Figura 25).
Al analizar las respuestas a la misma pregunta, según la identidad de género, se observa que esta creencia es más frecuente entre las mujeres heterosexuales (29 %), seguidas por las personas LGBTIQ(26 %), y solo el 17 % de los hombres heterosexuales suscribe esta creencia.
Conflictos entre ciencia y religión
Sobre los conflictos que los estudiantes perciben entre ciencia y religión, el 38 % de los encuestados opinó que las explicaciones científicas a veces han estado en conflicto con sus creencias religiosas; el 27 %, que nunca han estado en conflicto con sus creencias religiosas; y el 16 %, que no han supuesto conflicto porque no tienen creencias religiosas. El 18 % no respondió a la pregunta. Al analizar estas respuestas, según la identidad religiosa de los estudiantes, se observa que los adherentes a las diversas corrientes protestantes manifiestan con más frecuencia haber vivido este tipo de conflictos (58 %), seguidos por los mormones y los testigos de Jehová (43 %) (Figura 26).
Al desagregar las respuestas a la pregunta sobre los posibles conflictos entre ciencia y religión por la identidad de género de los estudiantes, sobresale que este tipo de conflictos son más frecuentes en la población heterosexual (Figura 27).
Entre los asuntos en los que los estudiantes encontraron con más frecuencia conflictos entre ciencia y religión sobresalen: el origen del universo (76 %), el origen de la vida (69 %) y el origen de la especie humana (66 %) (Figura 28).
Para profundizar en las tensiones entre explicaciones científicas y creencias religiosas, se presentan, a continuación, las respuestas a algunas preguntas relacionadas con las opiniones que tienen los estudiantes sobre la evolución del universo, el origen y evolución de la vida, y el origen de la especie humana.
A la pregunta "¿Consideran verdadero o falso el enunciado: el universo existe hace miles de millones de años y se encuentra en constante transformación?", el 72 % respondió que lo consideraba verdadero; el 3,7 %, que es falso; el 24,3 % no respondió o dijo no conocer la respuesta. Al desagregar estas respuestas por la identidad religiosa (Figura 29), sobresalen los ateos/agnósticos y los católicos, que encabezan el listado de quienes consideran verdadera esta afirmación (con un 77 %), seguidos por los creyentes no afiliados con un porcentaje similar (76 %).
Al observar la posición de los estudiantes frente a la afirmación anterior, con respecto a su identidad de género, las variaciones no son significativas: el 74 % de las personas LGBTIQ suscribe esta idea, seguidas por el 73 % de las mujeres heterosexuales, y el 70 % de los hombres heterosexuales.
A la pregunta sobre el origen de la vida, el 25 % de los estudiantes optó por la opción Dios creó directamente la vida; el 33 % se inclinó por la vida se desarrolló a lo largo del tiempo, pero Dios dirigió el proceso; y el 18 %, por la vida se desarrolló a lo largo del tiempo, pero Dios no dirigió el proceso. El 24 % manifestó no saber o no respondió la pregunta. Al desagregar estas respuestas según la identidad religiosa de los estudiantes, se observa que la creencia en que Dios creó directamente la vida es más frecuente entre los protestantes (en sus diversas vertientes) (58 %) y entre los testigos de Jehová y mormones (57 %); mientras que la posición según la cual la vida evolucionó sin la ayuda de Dios es más frecuente entre ateos y agnósticos (64 %) (Figura 30).
Al analizar las respuestas a la pregunta sobre la intervención divina en el origen y evolución de la vida, por identidad de género, se encontró que entre las mujeres heterosexuales es más frecuente la creencia en que Dios intervino en el origen y evolución de la vida, mientras que en las personas LGBTIQ es más frecuente la creencia en que la vida evolucionó sin la intervención de Dios (Figura 31).
A la pregunta sobre el origen de los seres humanos, el 45 % de los consultados considera que evolucionaron debido a la selección natural de las especies; el 13 %, que evolucionaron gracias a un plan de Dios; el 16 %, que fueron creados por Dios en su forma actual; y el 3 %, que fueron creados por extraterrestres. El 23 % no respondió la pregunta o marcó la opción no sé. Al desagregar estas respuestas por la identidad religiosa de los estudiantes, se observa que, entre ateos y agnósticos, y entre los adherentes a las religiones agrupadas en otros, es más frecuente la opinión según la cual la vida evolucionó gracias a la selección natural de las especies (66 y 67 %, respectivamente); mientras que, entre mormones, testigos de Jehová y adherentes a las diversas corrientes protestantes es más frecuente la posición según la cual los seres humanos fueron creados por Dios en su forma actual (creacionismo bíblico) (Figura 32).
Al analizar las respuestas sobre la intervención de Dios en el origen y evolución de la especie humana, con respecto a la identidad de género (Figura 33), se observa que en todos los casos es predominante la creencia en la teoría de la evolución por selección natural, pero es más frecuente entre las personas LGBTIQ(54 %) y entre los hombres heterosexuales (46 %). Mientras que la explicación creacionista (los seres humanos fueron creados por Dios en su forma actual) aumenta su frecuencia entre las mujeres heterosexuales (19 %).
Conclusiones y discusión de los resultados
El cambio religioso entre los jóvenes bogotanos muestra tendencias similares a los de la población adulta de la ciudad6. Así, por ejemplo, confirma la deserción masiva del catolicismo, y el crecimiento de: 1) los creyentes no afiliados a ninguna religión, 2) la población que se identifica como cristiana no católica (que, por lo general, simpatizan o hacen parte de alguna comunidad evangélica o pentecostal), y 3) los ateos y agnósticos.
Aunque es ampliamente conocido que en Bogotá hay una comunidad judía, musulmana e hinduista, estos grupos no están representados en la muestra. Una primera explicación a esta omisión es que se trata de minorías muy pequeñas, en términos demográficos, cuyo tamaño porcentual está por debajo del margen de error de la encuesta. Además, es probable que los fieles de estas minorías religiosas estén optando por matricular a sus hijos en establecimientos educativos privados, para que reciban una formación acorde con sus convicciones religiosas, y, como ya se señaló, la encuesta solamente consultó la opinión de estudiantes de colegios públicos.
Solo el 40,5 % de los jóvenes se reconocen como católicos; este dato gana relevancia si se tiene en cuenta que el 75 % del total de los consultados fue bautizado según el rito católico. Además, menos de la mitad (43 %) de quienes se identifican como católicos asiste a misa con alguna regularidad (semanal o mensual), y solo la mitad de ellos optaría por una ceremonia religiosa a la hora de formalizar una relación de pareja. Estos datos pueden ser interpretados como evidencias del debilitamiento de la tradición católica entre la población joven.
Pese a la deserción del catolicismo, aún la mayoría de los jóvenes bogotanos son creyentes. Además, al sumar los católicos con los fieles de las demás vertientes cristianas (protestantes, mormones y testigos de Jehová), el 60 % de los jóvenes bogotanos se identifican con alguna corriente del cristianismo. Sin embargo, es problemático denominarlos, en general, cristianos, si se tiene en cuenta que la mayoría de ellos considera que Jesús de Nazaret fue un enviado de Dios o un líder religioso destacado, pero no Dios mismo.
Llama la atención el crecimiento del porcentaje de jóvenes que no hacen parte de una iglesia o comunidad de creyentes. Si se suman quienes se identifican como creyentes no afiliados (16 %) con los agnósticos (7 %) y ateos (6 %), cerca del 30 % de los jóvenes consultados no hace parte de una organización religiosa o comunidad de creyentes. No está resuelta la cuestión acerca de si la deserción de los jóvenes de las iglesias se relaciona con una actitud propia de su edad o si, más bien, es una expresión del proceso de secularización de la sociedad bogotana. En el primer caso, buena parte de los jóvenes que han desertado de sus comunidades de fe regresarán a ellas una vez superada la adolescencia. En el último caso, las nuevas generaciones de ciudadanos se caracterizan por mantener vínculos cada vez más débiles con las organizaciones religiosas, y tienen cada vez más motivos para cuestionar las creencias religiosas o para mantener una religiosidad (o espiritualidad) individualizada: sin filiación con una comunidad de fe (Davie, 1994; Hervieu-Léger, 1999; Newport, 2019; Shulgin; Zinkina; Korotayev, 2019; Tschannen, 1992). Aunque las dos tendencias son compatibles, si se comparan los datos que aquí se presentan con los de encuestas anteriores -por ejemplo, con Beltrán (2009)-, la hipótesis según la cual las nuevas generaciones de bogotanos viven y actualizan una cultura más secular parece ser la más explicativa. En todo caso, este es un asunto que demanda nuevas investigaciones.
La importancia subjetiva de la religión varía con respecto a la identidad religiosa. Entre los mormones y los testigos de Jehová, aumenta el porcentaje de jóvenes que consideran que la religión es muy importante en sus vidas, así como el de quienes asisten semanalmente a servicios religiosos. Además, aunque la inmensa mayoría de los consultados (81 %) considera que definitivamente no seguirá una carrera como religioso (sacerdote, pastor, misionero, monja, rabino, etc.), entre testigos de Jehová, mormones y protestantes este porcentaje disminuye. Al mismo tiempo, un porcentaje considerable de jóvenes que adhieren a estos movimientos religiosos (10 % entre los protestantes, y 29 % entre mormones y testigos de Jehová) han considerado seguir una carrera como religioso/a, cifras que pueden considerarse altas si se tiene en cuenta que solo el 1 % de católicos ha contemplado esta opción. Esto no solo constituye una nueva evidencia del agravamiento de la llamada crisis de las vocaciones católicas, sino que muestra, al parecer, que en el seno de las comunidades cristianas no católicas la opción de la vocación religiosa es más atractiva para los jóvenes. Estos hallazgos coinciden con la tesis según la cual las minorías religiosas en América Latina se inscriben como minorías activas (Bastian, 1994); es decir, que expresan un mayor compromiso con sus creencias y con las organizaciones religiosas a las que pertenecen, si se las compara con las mayorías católicas.
La filiación, creencias y prácticas religiosas varían según el sexo y la identidad de género. Entre las mujeres, aumenta el porcentaje de filiación al catolicismo y, en general, al cristianismo en sus diversas corrientes, mientras que entre los hombres y, en especial, entre las personas LGBTIQ, aumenta el porcentaje de ateos y agnósticos. Asimismo, entre las mujeres aumenta el porcentaje de quienes consideran que la religión es importante o muy importante en sus vidas, y el porcentaje de quienes asisten semanalmente a servicios religiosos (misas y cultos). Por su parte, entre los hombres y la población LGBTIQ aumenta el porcentaje de quienes consideran que la religión es poco importante o no importa en absoluto, así como el porcentaje de quienes no asisten a servicios religiosos o lo hacen solo para participar de ceremonias especiales (como matrimonios o funerales). Estos hallazgos coinciden con los de investigaciones que se han desarrollado en otros contextos. Por ejemplo, en Estados Unidos, entre las personas LGBTIQ disminuyen las probabilidades de afiliación a grupos religiosos (Pew Research Center, 2019), tendencia que probablemente se relaciona con la estigmatización de estas personas en el seno de la mayoría de las comunidades religiosas7.
Respecto a las creencias religiosas, un poco más de la mitad de los jóvenes (55 %) afirmó estar absolutamente convencido de la existencia de Dios, porcentaje bastante inferior al de los bogotanos adultos que mantienen esta creencia8, y puede interpretarse como otro indicador de una mayor inclinación a la increencia, entre la población joven9. Sin embargo, uno de cada 5 ateos y agnósticos dice creer en Dios, aunque tenga dudas sobre su existencia, y solo uno de cada 5 ateos y agnósticos dice estar convencido de que Dios no existe. Además, un alto porcentaje de ateos y agnósticos cree en la vida después de la muerte y en la reencarnación. Una posible interpretación de estos datos es que, entre los jóvenes bogotanos, identificarse como ateo o agnóstico no significa necesariamente rechazar la creencia en Dios, o rechazar las creencias religiosas en general, y que esta identidad puede tener otras connotaciones. Por ejemplo, es posible que identificarse como ateo o agnóstico constituya una cierta forma de manifestar rechazo frente a la religión organizada, particularmente, frente a las iglesias cristianas (Beltrán, 2019a).
Las creencias también varían con relación a la orientación sexual. Entre las mujeres aumenta el porcentaje de quienes creen en la existencia de Dios, así como el porcentaje de quienes creen en: los milagros, el cielo, el infierno, la inspiración divina de la Biblia, la divinidad de Jesús, y en que la Virgen María escucha oraciones y hace milagros, esto si se las compara con los hombres y con las personas LGBTIQ. Estos datos confirman que las mujeres son atraídas con mayor frecuencia por las creencias y las prácticas religiosas, fenómeno frecuente a nivel global, particularmente, en los países de tradición cristiana10. Si bien algunos estudios relacionan este fenómeno con pautas culturales de crianza diferenciadas para hombres y mujeres (Flere, 2007; Reich, 1997), se requieren investigaciones adelantadas en el contexto local para aclarar las razones por las cuales las jóvenes son más creyentes y practicantes que los jóvenes y que la población LGBTIQ.
Por último, 38 % de los jóvenes manifiesta haber tenido conflictos subjetivos relacionados con las tensiones entre sus creencias religiosas y aquellas basadas en las explicaciones científicas. En este aspecto, los protestantes (en sus diversas corrientes), más que cualquier otro grupo religioso, manifiesta haber experimentado este tipo de conflictos. Los aspectos que más alimentan estas contradicciones se relacionan con el papel de Dios en el origen y evolución de la vida, y en el origen y en la evolución de la especie humana. Uno de cada 4 jóvenes manifestó su adhesión a la tesis creacionista: Dios creó directamente la vida. Sin embargo, entre los protestantes, mormones y testigos de Jehová, esta posición es mayoritaria. Por otro lado, menos de la mitad de los jóvenes (45 %) considera que la especie humana es producto de la evolución por selección natural, y cerca del 30 % de los consultados considera que la especie humana existe gracias a alguna forma de intervención divina (ya sea por creación o por una evolución que obedece a un diseño inteligente). Estas posturas también gozan de mayor acogida entre los protestantes, mormones y testigos de Jehová. En el contexto colombiano, y especialmente en el escenario de la educación escolar, los conflictos entre ciencia y religión han sido poco estudiados. Por lo tanto, también en este asunto se requieren nuevas investigaciones que permitan comprender las implicaciones de las tensiones entre ciencia y religión.
En término generales, los datos revelan una creciente diversidad de creencias religiosas entre los jóvenes consultados, en un proceso en el que cada vez menos se identifican con la tradición y la cultura católica. Además, los datos confirman las diversas tensiones que viven los jóvenes cuando confrontan sus creencias religiosas con las explicaciones científicas que aprenden en las aulas. En este sentido, el presente artículo puede leerse como una invitación a investigar con mayor profundidad las creencias religiosas de los jóvenes bogotanos, y la manera en que estas se transforman por los contenidos y experiencias propias de las aulas de clases. Asimismo, se espera que los datos presentados constituyan un insumo para discutir la manera en que se enseñan tanto la ciencia como la religión, particularmente en el contexto de la educación pública en Bogotá.