Introducción
Desde los tiempos de la colonización, el contexto latinoamericano se ha visto enmarcado bajo dinámicas de opresión y exclusión social, donde la influencia eurocéntrica ha sometido los saberes ancestrales, la cultura latinoamericana y las personas inmersas en estos territorios, por ende “nuestro pensamiento históricamente ha sido un pensamiento orientado a la imitación, a la simulación, a la copia, a la inautenticidad” (Nieto, 2014, p. 38). Dado lo anterior, se han impuesto procesos hegemónicos, los cuales asumen la diversidad desde una perspectiva negativa y ajena a lo propio, la cual se debe anular y atacar al ser desconocida, lo que conlleva reproducir las dinámicas opresivas.
En este sentido, se hace necesario profundizar alrededor del proceso colonizador que América Latina ha vivenciado, generando una brecha social entre los oprimidos y opresores. Como lo menciona Guerrero (2010), esta opresión ha condenado a Latinoamérica a ser un reflejo de otros procesos y otras experiencias históricas, convirtiéndose en eco de otras voces. Así, las posturas eurocéntricas se asumieron como única voz, obligando a los oprimidos a repetir su discurso, negando la riqueza de la diversidad, la diferencia y la existencia de otras formas de tejer la vida, donde “ellos tienen cultura, nosotros sólo folklor; ellos ciencia, nosotros mitos; ellos arte, nosotros artesanía; ellos literatura, nosotros tradición oral; ellos religión, nosotros hechicería; ellos tienen medicina, nosotros tenemos magia” (Guerrero, 2010, p. 6). Lo anterior tiene como consecuencia la invisibilización tanto de los saberes tradicionales como de su relevancia en las dinámicas sociales, posicionando jerárquicamente los conocimientos eurocéntricos sobre los conocimientos latinoamericanos heredados de generación en generación, lo que una vez más materializa el sentido negativo que se le atribuye a la diversidad.
Por lo tanto, el presente artículo pretende ampliar la discusión sobre la diversidad social desde los aportes del Mercado Agroecológico del Quindío, siendo consecuentes con los resultados obtenidos en la investigación “Saberes y resistencias en comunidades diversas: una mirada desde el Trabajo Social en perspectiva decolonial e intercultural”, la cual se llevó a cabo en el semillero de investigación -Interferencias1- conformado por siete estudiantes del programa de Trabajo Social de la Universidad del Quindío, el cual forma parte de un tejido en red con diferentes universidades: Antioquia, La Salle (Bogotá) y Caldas.
Desde este ejercicio investigativo, la diversidad social se asumió como potencialidad, desde su sentido de riqueza y pertenencia misma, es decir, todas las personas son tan humanas como diversas, lo que permite que se construyan identidades. Al respecto, Gómez (2014) argumenta: “no existe una identidad puramente individual; esta se construye en identidad con otros” (p. 30). De esta manera, la diversidad social trasciende de un sentido negativo y de amenaza; es precisamente esta perspectiva el fundamento epistémico de dicha investigación y en consecuencia las reflexiones sobre la praxis en Trabajo Social.
Según lo expuesto, el concepto de diversidad ha estado presente dentro de la historia humana, pero este se ha visto involucrado en diferentes procesos de ocultamiento e invisibilización dependiendo del momento histórico, ya que las formas de opresión cambian a medida que avanza el tiempo. Como lo menciona Gómez (2014), es importante tener en cuenta que la diversidad social involucra aspectos como: condiciones de clase, valores ancestrales, ciclos vitales, vivencias, experiencias y formas de socialización, los cuales son elementos que construyen al sujeto, y permiten que la diversidad trascienda de una simple clasificación o de “etiquetas” que las dinámicas histórico-sociales le atribuyen al sujeto.
Existe una relación latente entre la diversidad social y los procesos colonizadores, la cual radica en el hecho de que la diversidad es la fundamentación actual para generar procesos de resistencia que permitan la ruptura de la homogeneización, es decir, de la imposición de un sujeto único que emerge de la invisibilización de otros saberes y del intento de construir una “sociedad unidimensional moderna” (Gómez, 2014).
No obstante, estos procesos hegemónicos han sido tan fuertes que se han impuesto en la relación del hombre con la tierra y la forma en la cual interactúan, ya que a partir de la colonización se instauró una forma poco armoniosa de trabajarla, buscando fines totalmente ajenos a los definidos culturalmente, los cuales se centraban en satisfacer las necesidades básicas como lo es la alimentación. Tras la llegada de dichos procesos impuestos, se empezó a trabajar la tierra con fines netamente lucrativos, sin importar la relación que existía entre esta y el hombre, ni las consecuencias que se develarían progresivamente, instaurando así por medio del poder procesos homogeneizadores que invisibilizaban por completo la diversidad existente y la posibilidad de construir nuevos escenarios desde la interacción armónica del ser humano con la tierra.
Así, la diversidad social ha estado relacionada con las poblaciones que históricamente se han considerado “minorías”, ya que son estas las que no tienen una representación significativa dentro del espacio social, debido a que sus prácticas no van en pro de los fines lucrativos que se han impuesto, sin embargo, son las que tienen gran contenido de saberes que luchan constantemente por permanecer ante procesos de invisibilización.
Ahora bien, surge la necesidad de pensar nuevas alternativas por medio de perspectivas contemporáneas como la interculturalidad crítica y la decolonialidad, las cuales fundamentaron teórica y conceptualmente esta investigación. Cabe resaltar que la interculturalidad es entendida en dos sentidos: uno funcional y otro crítico. Según Pérez (2012), la intercultural funcional es aquella que se sustenta en el intercambio de múltiples culturas, sin interesarse en conocer las raíces de las diferencias, ni en eliminar las causas de la opresión, lo que conlleva ignorar el contexto en que se enmarca la diversidad y a relacionarla permanentemente con realidades socioeconómicas desfavorables. Por otro lado, la interculturalidad crítica “es una construcción de y desde la gente que ha sufrido una historia de sometimiento y subalternización (...) pensada de esta manera, no es un proceso o proyecto étnico, ni tampoco un proyecto de la diferencia en sí” (Walsh, 2009, pp. 9-10).
Con relación a la decolonialidad, esta es un proceso que “permite entrever la imposición de una sola racionalidad en el mundo y con ello la invisibilización y aniquilamiento de otros seres y sus saberes” (Gómez, 2014, p. 14). Posibilitando el develamiento de saberes ancestrales, la apropiación de estos y el aporte al conocimiento relevante que allí se genera, lo cual permite superar la opresión en la que se han visto inmersos. En este sentido, la decolonialidad permite expandir el abanico de posibilidades en torno a las formas de llevar a cabo la praxis social, permitiendo proponer y construir otras formas de trabajar por y con los sujetos desde métodos no convencionales del Trabajo Social.
Ambas perspectivas permiten la visibilización de saberes propios del territorio, así como la construcción de identidades a partir de la diversidad social y del encuentro con el otro. En efecto, Guerrero (2010), propone el ‘corazonar’ como una respuesta a los procesos hegemónicos que se encuentran presentes en tres niveles como forma de dominación: poder, saber y ser; desplazando la hegemonía de la razón y mostrando que la humanidad se enriquece a partir de la interrelación entre la afectividad y el razonamiento.
La colonialidad del poder es entendida como los “aspectos estructurales de la dominación, donde ésta se naturaliza (…) en varios ámbitos de la vida” (Guerrero, 2010, p. 85). La colonialidad del saber hace referencia a procesos ajenos adoptados como propios y como único conocimiento válido. Por último, la colonialidad del ser expresa que la dominación se instaura en las subjetividades, para convertir a los sujetos en cómplices tanto conscientes como inconscientes del proceso homogeneizante, así “el poder instala el represor dentro de nosotros mismos, manipula desde lo más íntimo de nuestras subjetividades y cuerpos, y ahí radica la eficacia de la colonialidad del ser, pues así se construyen subjetividades alienadas, sujetos sujetados” (Guerrero, 2010, p. 87).
Estos procesos colonizadores se instauran tan naturalmente en el accionar y el pensar de las personas que se empieza a trabajar en pro de dichos procesos sin cuestionarlos e incluso inconscientemente. Es por esto que surgen perspectivas en la actualidad como la interculturalidad crítica y la decolonialidad que se convierten en la posibilidad de romper con estas dinámicas opresoras, generando nuevos espacios de diálogo y discusión como lo ha logrado la organización comunitaria del Mercado Agroecológico del Quindío, donde se propende por la preservación de semillas nativas, criollas y prácticas agroecológicas, estableciéndose como un espacio de visibilización de la diversidad social, de resistencia, re-existencia, y soberanía alimentaria basada en la autonomía de los sujetos para definir sus prácticas con relación a esta.
A partir de lo expuesto anteriormente, en la actualidad se conversa sobre nuevas perspectivas -interculturalidad y decolonialidad- a las cuales se acoge la praxis y los procesos investigativos liderados desde Trabajo Social, como lo es la resignificación de la diversidad social anclada a encuentros interculturales y diálogos de saberes, donde son esos encuentros con el otro los que permiten la construcción de escenarios que posibiliten la apertura a otras formas de entender y entenderse en la realidad.
Es así que esta investigación surgió ante el interés de los estudiantes -mencionados anteriormente- en profundizar y visibilizar otros espacios, que generan diálogos de saberes alrededor de la diversidad social en las Ciencias Sociales y específicamente en Trabajo Social, siendo el Mercado Agroecológico del Quindío un espacio de encuentro, donde se construye y se asume el Ser diverso desde miradas particulares.
Metodología
Para abordar metodológicamente esta investigación se trabajó desde un enfoque cualitativo, de tipo transeccional, debido a que se interesó en indagar las discusiones alrededor de las diversidades sociales en perspectiva intercultural desde espacios propios como lo es el Mercado Agroecológico del Quindío, en un tiempo de aproximadamente un año, describiendo y analizando los ejes fundamentales evidenciados en los relatos de los sujetos, teniendo como principios fundamentales el respeto por el otro, la escucha, el compartir, el diálogo con los sujetos activos en este proceso y la horizontalidad, lo que permitió generar encuentros interculturales promoviendo la construcción de nuevos espacios para entender la vida.
En este sentido, se pensó en un camino flexible orientado hacia la deconstrucción y reconstrucción que permitió una reflexión constante en cada momento de la investigación, los cuales se nutrieron de manera colectiva y participativa por los líderes del Mercado Agroecológico quienes fueron los sujetos activos de este proceso reflexivo, fundamentando y aportando a las discusiones desde sus saberes, sentires, vivencias y experiencias.
De esta manera, se asumió una postura pedagógico-crítica en tanto buscó visibilizar las prácticas oprimidas históricamente por procesos colonizadores como se mencionaba inicialmente. Lo anterior, por medio de una investigación fundamentada epistémicamente por la interculturalidad crítica y la decolonialidad.
En consecuencia, se consolidaron los principios fundamentales mencionados anteriormente, los cuales guiaron el diseño metodológico implementado y permitieron seleccionar un grupo de expertos -líderes miembros del Mercado Agroecológico- como sujetos activos de una investigación cualitativa no probabilística. Para la recolección de la información se llevaron a cabo diversos encuentros de diálogo, revisión documental y grupos de discusión, lo que permitió analizar la información por medio de matrices de cruces de categorías, triangulando los relatos de los sujetos, las propuestas teóricas y la interpretación de los investigadores, generando así espacios de discusión alrededor de las diversidades sociales develadas desde el Mercado Agroecológico. Esto se hizo de manera rigurosa pues los relatos de los sujetos así lo requerían, primando el respeto y la ética profesional que en este caso se relaciona con la ética intercultural, fundamental en la manera de intervenir aquellas realidades que tejen historias de vida desde sus experiencias y vivencias.
Acorde a esta metodología, se articula un método propuesto desde la espiral, siendo coherente con la perspectiva intercultural y decolonial, construido de forma colectiva desde el proceso investigativo interuniversitario, en las que se inscribió el semillero “Interferencias” como se mencionó anteriormente. Este método permitió transitar con flexibilidad sobre las diferentes espirales que surgen en torno a su eje, debido a las diferentes comprensiones, encuentros o desencuentros que surgieron en el proceso investigativo, lo cual trasciende la concepción de un método etapista y lineal.
Esta espiral contó con unos intersticios, fundamentales para la investigación, que se dieron en diferentes momentos; representando un ejercicio permanente de reflexión, acción, diálogo, reflexión, acción.
Estos intersticios se plantearon en seis momentos diferentes; teniendo en cuenta que la metodología fue flexible, estos podrían estar sujetos a cambios, agregando más de ser necesarios.
Los seis intersticios planteados para este método fueron:
Ciclo de conformación del grupo de investigación (Interferencias). En este ciclo se compartieron diferentes nociones entre los integrantes, acerca de cómo se debe realizar una investigación desde una perspectiva decolonial e intercultural, y se definió el propósito que esta tendría.
Ciclo de consolidación de la propuesta de investigación. Una vez co-construido el sentido de la investigación, se procedió a consolidar la propuesta de investigación a través de un tejido de ideas que se generaron a raíz del diálogo y la reflexión, direccionando las intencionalidades a un mismo objetivo: conocer las formas de resistencia en poblaciones diversas.
Ciclo de construcción de estrategias. En este punto se pensó críticamente acerca del diseño metodológico de la investigación y el proceso de la misma; trascendiendo de las formas convencionales -colonial-occidentales- de investigar y generar conocimiento. Por lo tanto, se asumió este proceso como una posibilidad de construir otras epistemes que inviten a la reflexión y a la acción crítica.
Ciclo de círculos de palabra. En este ciclo se llevaron a cabo diversos trabajos de co-construcción y visibilización de saberes con los líderes de la población, que fueron sujetos activos en el proceso investigativo, para conocer, comprender y compartir otros saberes, siendo el diálogo y la escucha ejes fundamentales que permitieron construir relaciones desde la horizontalidad y el respeto, asumiendo al otro como un sujeto de conocimiento y no como carente.
Ciclo de introyección y reflexión. Posterior al trabajo de co-construcción de la información, esta fue analizada, reflexionada críticamente y compartida entre los integrantes del grupo de investigación para generar procesos de retroalimentación, reconociendo las diferentes formas de ser y existir en el mundo.
Ciclo de tejido de experiencias. En este ciclo se compartió con la población los resultados encontrados desde la investigación, lo cual permitió romper con la dicotomía sujeto-objeto y la relación jerárquica entre el profesional y el sujeto de conocimiento.
Resultados
El Ser diverso como aspecto transversal en las prácticas del Mercado Agroecológico del Quindío
Tras el análisis de los encuentros interculturales con los líderes del Mercado Agroecológico y para ubicar las conversaciones sobre el Ser diverso como eje de discusión en el ejercicio investigativo, se considera necesario reflexionar a partir de las bases teóricas y epistemológicas que nutrieron este proceso, es decir, tanto la perspectiva intercultural y decolonial como la diversidad social, las cuales se tejen mutuamente y a la vez construyen nuevos escenarios para la praxis y para la investigación desde Trabajo Social, apostando a nuevas estrategias para abordar la realidad e interactuar con los sujetos, inscribiéndose en un postura que trasciende de aquella relación sujeto-objeto, permitiendo comprender las diversidades que conforman la sociedad desde su particularidad hasta lo colectivo.
Es así que el Mercado Agroecológico en el contexto quindiano se asume como un espacio de resistencia ante múltiples formas de sometimiento, homogeneización e invisibilización especialmente en el aspecto de la alimentación, ya que se ha impuesto un estándar que la sociedad hoy por hoy persigue para obtener lo que dichos procesos opresores han posicionado como lo único importante -el aspecto lucrativo-. En consecuencia, los diversos métodos de siembra, cosecha y producción se han rechazado y con ello los saberes que imprimen en cada acto y en cada práctica.
Transitando desde la resistencia hasta la permanencia
El Mercado Agroecológico se constituye como un espacio enmarcado por múltiples prácticas de resistencia, donde se asume el Ser diverso desde un esfuerzo constante por la permanencia, puesto que muchas de estas prácticas se encuentran por fuera del estándar anteriormente mencionado, tienden a ser atacadas y en muchas ocasiones asumidas de manera negativa. Por esta razón, se cuestiona que en el siglo XXI aún existan prácticas que atenten contra la diversidad de los otros, contra las construcciones de identidades propias de cada territorio.
Aunque somos muy diversos, es increíble cómo somos tan discriminadores a veces, cuando las personas de color, o cuando la persona se viste de cierta manera, “¡Ah esta es una montañera!” o cualquier cosa decimos que sea peyorativa, y que no permita una relación sana e intercultural entre las personas del departamento; entonces me parece que sí somos muy diversos, pero que nos falta forma de reconocernos y de respetarnos. (Sujeto 1, comunicación personal, 2019)
El relato anterior permite entrever que la sociedad aún está cegada por aquellos procesos hegemónicos que obligaron a entender la diferencia desde una amenaza. Ahora la cuestión es aportar a la discusión y a la generación de conciencia desde el Trabajo Social, sobre esas formas de enriquecer el intercambio cultural y el diálogo de saberes, trabajando al mismo tiempo por la deconstrucción de los imaginarios sociales establecidos históricamente alrededor de un contexto unidimensional.
Para los productores vinculados al Mercado Agroecológico, por medio de sus diferentes prácticas han construido caminos hacia una visibilización y permanencia en donde sus saberes ancestrales predominan por su valor y particularidad, en los cuales es importante enmarcar la riqueza de sus acciones basadas en su sentir, desde la experiencia que les ha permitido construir un fuerte camino hacia la resistencia frente a un sistema opresor que ha intentado e intenta homogeneizarlos y anular su diversidad. Para estos productores, la diversidad se entiende como una potencialidad que les permite abrir nuevos horizontes para comprender el mundo, libres de estándares, limitantes y esquemas que imposibilitan crecer desde un encuentro con el otro. Estos procesos de resistencia y permanencia han llevado a los productores a asumir el Ser diverso desde una conciencia en todos las áreas de su vida, impulsados hacia la permanencia de una reflexión sobre el respeto por la diversidad social.
Ese desprecio, sin embargo, ha permitido que ellas sobrevivan, en el silencio, en la oscuridad, en el desprecio simultáneo de sus propias elites modernizadas y occidentalizadas. Esa “exterioridad”, esa alteridad siempre existente y latente indica la presencia de una riqueza cultural insospechada, que lentamente renace como las llamas del fuego de las brasas sepultadas por el mar de cenizas centenarias del colonialismo. (Dussel, 2005. p. 114)
Para lograr transitar por un camino en el cual se fortalezca constantemente la resistencia, como se analizó en múltiples relatos que emergieron de la investigación, es importante asumir la diversidad social desde el respeto y la aceptación por el otro. Es el momento de acercarse a otras personas sin discriminar su color de piel, su grupo étnico, sus prácticas o sus nociones frente a la vida. Es necesario que el ser humano comience a convivir con el otro desde el respeto mismo pues cada persona tiene ciertas prácticas y actividades que le permiten ser diferente y particular, pero aunque sus acciones marquen una diferencia estas también pueden enriquecer la realidad de los otros por medio de interacciones desde la interculturalidad, rompiendo con los esquemas ya establecidos socialmente. Por esto, es vital desarrollar una pedagogía que promueva el conocimiento de otras culturas, como la cultura campesina, y en consecuencia el trabajo que realizan los productores del Mercado Agroecológico y todo lo que este involucra, sus prácticas amigables con el medioambiente incluyendo a las personas inmersos en este y sus formas de resistencia por las cuales permanecen.
Encuentros desde la otredad
El constante movimiento y la búsqueda del cumplimiento de actividades netamente económicas han determinado la forma como los sujetos deben asumir y entender la vida y la manera de desarrollar sus actividades ya sea dentro del ámbito académico, laboral, social o familiar de una manera estandarizada y homogénea, lo cual impide en muchas ocasiones el encuentro con otros sujetos. Si bien se dan estos espacios de encuentro, no hay cercanía, no se reconoce a ese sujeto que está próximo e igualmente lejano, pues al no ser conscientes de dicha proximidad se anula al individuo, su particularidad, su historicidad y sus saberes. Dentro de la sociedad se han establecido estándares que determinan las formas de relacionarse, las cuales han sido impuestas y asumidas de forma pasiva, condicionando el encuentro con los otros de acuerdo a conocimientos, niveles económicos y pautas estéticas, siendo estos aspectos superficiales y efímeros que no determinan el valor de cada individuo.
Los procesos de occidentalización promovidos por las sociedades “desarrolladas” forjan individuos cada vez más parecidos en cuanto a motivaciones, intereses, estéticas y gustos y “somete” a la población a través de los medios de comunicación de masas a una progresiva homogenización. (Pérez, 2012, p. 272)
Es así que estos procesos homogeneizadores pretenden anular la diversidad inmersa en los sujetos y la particularidad de cada uno de estos, desconociendo la otredad como un elemento fundamental para el desarrollo social pleno, en el que las diferencias sean entendidas como una característica que enriquece el desarrollo individual y colectivo. Es fundamental iniciar con nuevos procesos de desnaturalización, en los cuales los sujetos se despojen de dicha homogeneización y descubran en el otro una oportunidad para el cambio, para la transformación desde elementos propios, desde el encuentro de historias, vivencias, experiencias y relatos que dotan de sentido particular cada acercamiento entre los sujetos, donde el diálogo y el respeto, como se argumenta desde la interculturalidad, sean las premisas para aprender a convivir con los otros y sus diversidades.
De esta manera, se hace vivencial la perspectiva intercultural, ya que promueve un encuentro sujeto a sujeto, aceptando y reflexionando en las construcciones particulares de vida de cada uno, para así construir y tejer nuevas formas de convivir en la realidad, donde la diferencia sea una oportunidad para el reconocimiento del otro.
La interculturalidad aparece como una categoría ética inherente a la época de globalización, época en que tomamos mayor conciencia de vivir y convivir ‘entre’ tiempos y espacios propios, pero que requiere generar los caminos de reconocimiento para establecer algunos comunes, si se quiere evitar caer en el despeñadero del fundamentalismo y del cierre cultural que conduce a la exclusión del otro. (Salas, 2006, p. 38)
En este sentido, y materializando la teoría, un espacio en el cual se hacen reales y evidentes los encuentros interculturales, donde se reconoce y asume el Ser diverso, es en el Mercado Agroecológico del Quindío, en el cual las personas han comenzado a nutrirse desde el otro, a construirse de manera colectiva y además a asumir la diversidad como un asunto positivo, que enriquece y aporta a la vida de cada uno de ellos; es así que han iniciado nuevas posturas críticas frente a procesos de homogeneización que anulan la mayor riqueza que tiene el ser humano: la diversidad. El discurso de la homogeneización termina siendo insuficiente frente a la realidad que demanda nuevas formas para que los sujetos se asuman desde construcciones propias y dotadas de sentido, por ejemplo, cada uno de los productores es un mundo particular: desde sus productos, la forma como estos se producen y se venden, marcan una diferencia y una manera creativa de realizar estas prácticas que van en contra del discurso dominante.
En muchas ocasiones, las personas interesadas en los productos que ofrece el Mercado Agroecológico tienden a cuestionar la forma como se producen los alimentos que allí se ofrecen, ya que estas prácticas son diferentes a las de grandes industrias, que se basan en el uso de tecnología y químicos para controlar el buen estado de sus cultivos, lo cual es totalmente contrario a las prácticas de los productores, que se fundamentan en elementos naturales para conservar el equilibrio de la Tierra y el medioambiente, garantizando la condición orgánica de sus productos y alimentos. Muchas veces por parte de los asistentes se niega la calidad de los productos ofertados desde el Mercado, pues al ser una forma de producción alternativa se genera cierta inseguridad por parte estos. A pesar de que los productos sean de consumo cotidiano, al ser generados de una manera diferente a la industrial, causa desconfianza, lo cual evidencia la negación y rechazo que se expresa por parte de los sujetos hacia aquellas otras formas que van en contra de las ya instauradas socialmente.
En medio de estas condiciones, nuevamente el ejercicio que se realiza desde este espacio hace vivencial los procesos interculturales y decoloniales, pues todas las prácticas de los productores tienen como fundamento lo propio, junto a esto se tienen en cuenta los saberes en relación a la tierra, su capacidad y potencialidad para generar alimentos sanos y altamente nutritivos en los cuales no es necesario acudir a las formas de producción química ya estandarizada, pues desde los procesos naturales se cuenta con la posibilidad de dar respuesta a situaciones que se presenten y a satisfacer una necesidad básica del ser humano, como lo es la alimentación. En consecuencia, se hace fundamental el diálogo e intercambio de saberes y conocimientos desde sus historias particulares, para así tejer nuevas construcciones que les permitan generar otros ejercicios innovadores, donde el Ser diverso se asuma y entienda como potencialidad y oportunidad para encontrarse con el otro de manera directa, cercana y dinámica. Un encuentro de sujeto a sujeto. Es por medio de estos encuentros cercanos con el otro que se deconstruye lo ya impuesto y se forman nuevas alternativas para asumir y entender la realidad.
Frente a esto, es importante iniciar procesos pedagógicos en los cuales se dé un diálogo de apertura para que otras personas conozcan acerca de las prácticas que se realizan en el Mercado Agroecológico, en las cuales la diversidad y la particularidad son un aspecto positivo que los enriquece como personas y como productores, además de evidenciar la validez de formas alternativas de entenderse y entender el mundo.
Un proceso de educación con la gente entonces es decirle, mira, yo lo hago con esto, la verdurita es de esto, los huevitos son de ella; sí, entonces es como pruébenla, y piensen como en el sabor que probaron con la salsa química y miren a ver si es igual o no. (Sujeto 2, comunicación personal, 2019)
De igual manera, es importante generar una apertura frente a la experiencia de encontrarse con el otro, de una forma real, en la cual los sujetos se acerquen y no haya espacio para prejuicios que se han generado por influencia de estándares que oculten la riqueza que cada sujeto lleva consigo; siendo detallista, observador y amigable con aquel que está al lado, es diverso y aporta a la construcción de identidades.
La posibilidad de que algo nos pase, nos acontezca, o nos llegue requiere de un gesto de interrupción, un gesto que es casi imposible en los tiempos que corren: requiere pararse a pensar, pararse a mirar, pararse a escuchar, pensar más despacio, mirar más despacio y escuchar más despacio, pararse a sentir, sentir más despacio, demorarse en los detalles, suspender la opinión, suspender el juicio, suspender la voluntad, suspender el automatismo de la acción, cultivar la atención y la delicadeza, abrir los ojos y los oídos, charlar sobre lo que nos pasa, aprender de la lentitud, escuchar a los demás, cultivar el arte del encuentro. (Larrosa, 2003, p. 174)
En este sentido, la praxis social tiene un largo camino por recorrer y múltiples retos por enfrentar, pues es desde el reconocimiento de los otros, desde ese encuentro sujeto-sujeto, que se pueden reconocer a sí mismos, sus historicidades, sus vivencias y experiencias que los construyen como seres humanos de manera detallada, motivada, interesada y dinámica; descubriendo en el otro todos los saberes que trae consigo, entendiendo que el ser diferentes, el Ser diverso, se convierte en una oportunidad para descubrir y descubrirse en una sociedad potencialmente diversa, cultivando el arte del encuentro con el otro como una puerta abierta hacia otros mundos en los que la diversidad y la decolonialidad se convierten en una posibilidad para formas amigables y cercanas de existir y vivir en sociedad.
Un tránsito hacia la visibilización
En la medida en que se asume el Ser diverso, se construyen identidades en un encuentro con el otro que pueden ser propias de un sujeto o un colectivo, que se fundamenta en el diálogo y apertura hacia el otro, teniendo en cuenta sus saberes, sentires y significados, los cuales son diversos y contribuyen tanto a su realidad como a la del otro. En este caso, las bases identitarias de los productores del Mercado tienen puntos de encuentro con prácticas ancestrales desarrolladas por otros colectivos, las cuales se han nutrido con el paso del tiempo y han permitido construir una identidad para los productores agroecológicos vinculados al Mercado, entendiendo que el ser productor es una práctica de vida que se evidencia en cada acto de los sujetos, siendo estas amigables con el medioambiente y conscientes del impacto que se puede generar hacia el entorno; esta postura trasciende de los estereotipos en los que se ha intentado estandarizar y homogeneizar imponiendo que las prácticas de cultivo sean asumidas como una actividad netamente económica, en la cual no se da un reconocimiento de la vida que emana de la tierra y del entorno.
Igualmente, se trasciende de la concepción de productor perteneciente al sector cafetero del país, pues desde una mirada netamente económica este es uno de los principales productos de exportación y por ende genera un ingreso significativo para este, sin embargo, no todos los productores se centran en su cultivo y producción; por parte del Mercado se producen y cultivan otros alimentos que son propios de la región y enmarcan la diversidad del territorio.
Esto conlleva una serie de significados y elementos alrededor de la concepción colectiva, pues al hablar de productor lo que primero que se piensa es en la imagen de un hombre, caficultor, incluso con traje típico, lo cual es una imagen muy parecida a la que se ha impuesto desde el constructo social. Por ejemplo, ciertas empresas comercializadoras de café posicionan al hombre con un traje característico que lo identifica como productor cafetero, excluyendo e invisibilizando a mujeres, jóvenes y niños que también son productores, aunque no se caractericen y/o identifiquen con dichos trajes, pues desde sus prácticas de cultivo hacen de esto una experiencia particular y diferente la una de la otra.
Es por esto que es necesario dar inicio a procesos de ruptura frente a aquellas concepciones impuestas, pues cada uno de los sujetos desde su particularidad, sin importar el género, la edad y la raza son poseedores de conocimientos que enriquecen los procesos y lo dotan de sentido. Alrededor de esto, el sujeto 3 menciona: “la relación en género con las mujeres, el respeto por el género, por los niños, por los jóvenes, los mayores, en sus conocimientos y sus saberes es toda una integralidad” (Sujeto 3, comunicación personal, 2019).
En este sentido, el Mercado Agroecológico del Quindío, desde sus prácticas, aporta un constante proceso de reconocimiento y apertura hacia la diversidad, entendiendo esta como un elemento inherente a la humanidad que debe ser asumido desde una postura positiva e importante, ya que es desde este reconocimiento que se logran construir y tejer nuevas formas de vida que sean efectivas para responder a las demandas sociales. Para esto, es necesario desdibujar aquellos imaginarios colectivos que han sido impuestos y aceptados de manera pasiva, en los cuales se determina la diversidad como amenaza para el desarrollo del ser humano. Es así que surgen nuevas posturas, en las cuales el miedo a la diferencia no está presente, donde la diferencia sea un punto de encuentro entre las personas, pues es desde esta que se da inicio a nuevos procesos de encuentro y de relacionamiento con los otros, dando fruto a nuevos mundos posibles, en los cuales la esencia de las personas permitan el encuentro de los sujetos, pues las vivencias, experiencias, conocimientos e historias de vida son mucho más relevantes que colores de piel, género, edad, raza o prácticas en las cuales se ha intentado encasillar a los sujetos dentro de la sociedad.
Discusión
La praxis del Trabajo Social se ve fuertemente influenciada por propuestas teóricas que guían su accionar y desarrollo, las cuales en diferentes ocasiones han sido efectivas y precisas para dar respuesta a las problemáticas y circunstancias que se generan dentro de una sociedad; estas se han dado en contextos exógenos y occidentales en donde se asume a los sujetos de manera aislada y homogénea anulando las potencialidades que traen consigo. En medio de esto, surgen propuestas contemporáneas como lo es la interculturalidad crítica, la diversidad social y la decolonialidad que invitan a reconocer las construcciones propias, desde los saberes y conocimientos que se dan desde los sujetos entendiendo que son potencialmente diversos portadores de saberes, vivencias, experiencias, sentires y nociones que los dotan de particularidad e identidad. Es así que la praxis se comienza a entender desde posturas más reales y humanas, en las cuales los sujetos y los profesionales en Trabajo Social se relacionan de manera afectuosa, cercana y horizontal tejiendo por medio de esta relación una profesión cercana a la realidad social.
Es importante resaltar que los avances en las propuestas contemporáneas que se han realizado en el Trabajo Social son significativos, pues se han desarrollado propuestas teóricas y metodológicas que puedan guiar esta práctica, pero aún es necesario avanzar en el camino, fortalecer lo ya recorrido y continuar indagando en otras alternativas que permitan comprender el contexto sociocultural e histórico al cual se enfrenta la profesión, pues al vivir y navegar en un mundo potencialmente diverso las respuestas a las problemáticas sociales deben ser oportunas y pertinentes para cada uno de estos espacios, entendiendo que la diversidad inmersa entre los sujetos se convierte en un punto de encuentro entre los individuos y la profesión, ya que se da una relación dinámica en la cual se aportan mutuamente y tejen entre sí formas alternativas de asumir las realidades. Es así que se hace fundamental continuar con el desarrollo de propuestas contemporáneas que sean cercanas a la realidad, que permitan visibilizar las acciones y potencialidades que los sujetos construyen para resistir y permanecer ante las imposiciones de un sistema homogeneizante.
El Mercado Agroecológico del Quindío es un espacio que permitió materializar todo lo anterior, en el cual fue necesario propiciar espacios decoloniales despojándose de imaginarios y prejuicios que impedían asumir la diversidad de manera positiva; al desdibujarlos y permitir la apertura a otras formas de entender la vida, se develaron múltiples alternativas de vivir y materializar la interculturalidad crítica y la diversidad social, pues es desde el otro, desde el arte del encuentro, que se puede descubrir el sentido de lo humano. Es así que el Trabajo Social debe avanzar en el camino hacia una praxis del encuentro y proximidad al otro.
Es importante mencionar que durante el desarrollo de esta investigación se presentaron ciertos cuestionamientos en relación con la institucionalización y a los investigadores. Al apostarle a propuestas orientadas hacia una relación horizontal, en la cual los líderes productores del Mercado Agroecológico participaran de manera activa en el desarrollo de la investigación, en un punto del camino se impusieron procesos y requisitos netamente instrumentales que llevaban a que los sujetos se asumieran como simples objetos que darían respuesta a las preguntas de la investigación impidiendo totalmente encuentros desde la interculturalidad crítica entre los productores y el Trabajo Social. Frente a esto, se hizo necesario procesos de reflexión y de re-invención en donde los investigadores cuestionaran de manera crítica la situación y crearan puntos de encuentro entre estas condiciones.
De igual manera, este proceso investigativo representó un aprendizaje constante. Se dieron aportes tanto al ámbito profesional del Trabajo Social, como al ámbito personal de los investigadores, pues abrir la puerta hacia el reconocimiento de la diversidad representa una oportunidad de reflexión y cuestionamiento que permite develar lo propio, la riqueza de la cultura, de aquello que es heterogéneo, diferente y particular. La diversidad social trasciende de una propuesta teórica, es tangible y vivencial, abre la visión para entender el mundo de manera amplia, dinámica, real y satisfactoria en la riqueza misma de este.
La praxis del Trabajo Social debe encaminarse hacia espacios cercanos a los sujetos, donde las propuestas teóricas aporten para entender la realidad, pero no se conviertan en un manual de instrucciones. La teoría debe trascender del papel y moldearse a la realidad. Es necesaria una praxis cercana a los sujetos, con los cuales se genere el arte del encuentro, se reconozcan las potencialidades, los sentires, las vivencias, los sueños y las dificultades de estos para propiciar procesos de reaprendizaje asumiendo que la diversidad social es una oportunidad para generar transformación desde las construcciones propias.
Conclusiones
Aunque la interculturalidad crítica y la decolonialidad son perspectivas que en la actualidad han tomado fuerza y le apuestan a una realidad transformadora desde la praxis de Trabajo Social tanto en intervención como en investigación, requieren de un esfuerzo por su interiorización, de lo contrario se tiene el riesgo de limitarse al discurso y a los planteamientos teóricos sin trascender de estos y repensar la forma de asumir la interacción social, lo cual construye el quehacer de la profesión. En este sentido, pensar en estas perspectivas implica como lo menciona Gómez (2014) conflicto, des-encuentros, cuestionamientos, procesos pedagógicos y luchas que pueden aportar a la identidad profesional.
Por lo tanto, la diversidad social, la interculturalidad crítica y la decolonialidad permiten que el investigador piense crítica y reflexivamente acerca de las formas tradicionales de actuación profesional, y genere ejercicios más relacionales en los cuales se asuma la población como sujetos fundamentales, portadores de saberes, sentires y prácticas que generan conocimiento, aportando desde las diversidades otras formas de ver y comprender el mundo que escapan de las lógicas colonial-occidentales, como se evidenció en los encuentros con los productores del Mercado Agroecológico del Quindío, los cuales tienen un esfuerzo constante por la permanencia de sus saberes y un respeto admirable para con la madre Tierra.
Finalmente, se pretende resaltar la estrecha relación entre la interculturalidad crítica y la decolonialidad, tanto implícita como explícitamente, es decir, para hablar de interculturalidad crítica se deben tener claro los procesos colonizadores y por ende la decolonialidad, puesto que solo así se logrará romper con aquellas ataduras históricamente impuestas. De hecho, el Mercado Agroecológico del Quindío se constituye actualmente como un espacio que enfrenta desde sus propios saberes y prácticas una realidad homogeneizante, desde el conocimiento de las dinámicas del contexto actual y la generación de otras formas de ser y existir en el mundo, a partir de los encuentros con el otro asumido desde sus diversidades que aportan a la construcción de los sujetos tanto en lo individual como en lo colectivo, haciendo tangible la trascendencia de la diferencia como aspecto negativo hacia la diversidad como riqueza. Por lo tanto, se convierte en un reto de forma inherente para los procesos sociales y en especial para la praxis en Trabajo Social cuestionarse, indagar, construir, pensar y repensarse otras miradas desde las condiciones propias de la sociedad, trascender del status quo dictado por las grandes instituciones sobre los métodos convencionales de hacer y ser Trabajo Social hacia posturas abiertas al diálogo, al encuentro, a la cercanía y la reflexión para generar acciones que rompan la homogeneización y posibiliten caminos hacia la transformación y la liberación.