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Revista de Estudios Sociales
versão impressa ISSN 0123-885X
rev.estud.soc. n.37 Bogotá set./dez. 2010
Voluntariamente o por la fuerza: mujeres en la globalización
Olga L. González
Doctora en sociología de la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París. Post-doctorante del Ipse, Universidad de Luxemburgo, e investigadora asociada del Urmis, Universidad París VII. Entre sus publicaciones más recientes se encuentran: Pour une interprétation de la violence homicide: la 'débrouille'en Colombie. Socio-logos 5 (http://socio-logos.revues.org/2490), 2010; y Droits humains sous tension à l'université colombienne. Nantes: Secrétariat permanent international Droits de l'Homme et gouvernements locaux, 2010. Correo electrónico: olgalu@free.fr.
Pensar desde el margen es subversivo. Es cambiar las categorías de análisis. Es poner el foco en lo que no se ve, aunque está ahí. Es revelador, en el pleno sentido de la palabra: como en una fotografía en positivo, se estampan los contrastes de lo que se veía desleído en la imagen del negativo.
El margen desde el que Jules Falquet ha escogido hablar es el de las poblaciones dominadas en las relaciones sociales de clase, raza y sexo en el proceso de globalización actual. Su pluma, la de una socióloga familiarizada con América Latina. Su aliento, la de quien ha participado en las luchas políticas y feministas en ese continente y en Francia.
Con su mirada, los procesos que parecían marginales resultan centrales. Los actores de la globalización no son precisamente sus áulicos. Son, justamente, las poblaciones que soportan su carga, y que muy ocasionalmente tienen la palabra. Las mujeres, en particular, están en el centro de este proceso. Ellas son una de las claves para entender la globalización, y en especial sus dosis de violencia, la latente y la manifiesta.
Con una rica bibliografía, nutrida de referencias feministas y de estudios etnográficos y sociológicos, la autora muestra que la globalización neoliberal es un proyecto de reordenamiento que implica una desigualdad social abismal, una movilidad humana que beneficia a los diversos "Nortes" del planeta, y la subordinación de la esfera política a los intereses de la esfera económica. En este panorama, las mujeres y las poblaciones que no pertenecen a los sectores dominantes son excluidas, movilizadas, desposeídas.
El corazón de este reordenamiento neoliberal —y el eje del libro— es la "nueva dialéctica de los sexos". En el mercado de trabajo neoliberal, ya sea transnacional o nacional, la posición que corresponde a la mayoría de las mujeres del "Sur" es el empleo en el sector de servicios, entendiendo por estas formas de trabajo descalificador desde el cuidado doméstico hasta las diversas formas de prostitución; entretanto, los hombres se integran en la múltiple galería de ocupaciones ligadas al mundo de las armas (ejércitos, milicias, mafias, pandillas, etcétera).
Estos dos órdenes se articulan, no sólo porque los hombres en armas crean una demanda de mujeres de servicio, como lo han mostrado análisis previos; también, como demuestra Falquet, porque en tiempos de paz neoliberal, este ordenamiento genera una oferta. En este nuevo marco, el turismo sexual es considerado por varios Estados como una estrategia de "desarrollo". Además, a estas formas de violencia sobre el cuerpo de las mujeres en la guerra y en la paz se suma la manipulación que se hace de las mujeres en el ámbito geopolítico: ¿acaso no es en nombre de su "libertad" —de ser púdicas o de ejercer su libertad sexual— que se agitan los fundamentalismos y se justifican las batallas?
Pero la globalización neoliberal despliega otros mecanismos, más sutiles, de dominación. Falquet pasa por un tamiz crítico los discursos —y sobre todo las acciones— de las organizaciones internacionales "bienpensantes". Apoyándose en su documentación, en sus debates, en sus agendas, en sus medidas e indicadores, la autora demuestra que las organizaciones internacionales recuperan y neutralizan, por la vía de las ONG y agencias de cooperación, los elementos más audaces, contestatarios e imaginativos de los movimientos sociales, en una jugada consensual y conservadora.
La reflexividad y la crítica también interrogan a los movimientos sociales más progresistas en América Latina. Con su conocimiento del contexto latinoamericano reciente, Falquet interpela y cuestiona la concepción de la familia (patriarcal) y el lugar de la mujer (rol tradicional) del Movimiento de los Sin Tierra, del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional y de los zapatistas, así como la concepción de la cultura (mercantil o encasilladora) de los movimientos de corte identitario, en particular de los movimientos feministas y negros latinoamericanos.
Éste es un trabajo sugestivo, que presenta los contrastes más significativos de la globalización en cuanto a las relaciones de sexo y clase; la articulación relativa a la dominación racista está menos desarrollada. Las notas de pie de página, generosas, son una fuente de enriquecimiento y una invitación a profundizar.
El estilo, ágil, y la argumentación, franca, no persiguen los matices. En este sentido, varias de las conclusiones podrían ser desarrolladas con una exploración que interrogue directamente a los actores y actrices de la mundialización. Algunas de las preguntas se refieren a la posibilidad y las condiciones de la construcción individual. ¿Bajo qué condiciones logran los individuos escapar de las presiones sociales? ¿Qué papel cumplen en esta configuración los movimientos sociales emancipatorios?
En otro nivel, esta reflexión y este enfoque son fructíferos para comprender algunos de los fenómenos que tienen lugar actualmente en Colombia; tomar como punto de partida para el análisis la inserción en la globalización neoliberal invita a leer bajo una perspectiva nueva el ordenamiento social de este país.
Así, en el plano económico, la globalización ha implicado la consolidación de grupos de poder económicos y financieros desconectados de la esfera social; el incremento de los niveles de desigualdad; la contrarreforma agraria, y la contracción del mundo campesino. En el plano político, ha tenido como efecto la borrosidad de las fronteras entre la guerra y la paz, la reproducción de la violencia por parte de los "hombres en armas" (guerrilleros, paramilitares, ex guerrilleros, ex paramilitares, sicarios...) y la lucha antiterrorista como estrategia de gobierno. En cuanto a las políticas de "desarrollo", uno de sus efectos más notables es la orientación utilitarista de la movilidad interna y externa, y especialmente la dependencia de las remesas de los migrantes colombianos, los cuales están insertos en la economía global en las ramas "étnicas" de los servicios y, en el caso de las mujeres, en la prostitución.
Sin sorpresas, tanto en el nivel interno como en el externo, los sectores más excluidos de los beneficios de la globalización en Colombia son las poblaciones campesinas, negras, indígenas, y las mujeres, como lo indican los estudios de desplazamiento interno, las monografías regionales y los trabajos sobre la situación de los y las migrantes. Este tipo de diagnósticos no puede conducir a la resignación. El libro de Jules Falquet es una herramienta para descifrar cómo se agencian estas relaciones de poder, y —sobre todo— es un estímulo para trastrocarlas mediante la acción y la imaginación.