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Revista de Estudios Sociales
versão impressa ISSN 0123-885X
rev.estud.soc. no.46 Bogotá maio/ago. 2013
Gasto social y consolidación de la sobrepoblación relativa en Venezuela durante el chavismo (1998-2010)*
Romina De Luca, Tamara Seiffer, Juan Kornblihtt
Doctora en Historia de la Universidad de Buenos Aires y docente de la misma institución. Becaria posdoctoral del Conicet, Argentina. Autora de La educación argentina en épocas de la última dictadura militar: regionalización y descentralización del nivel primario de educación 1976-1983. Contextos Educativos: Revista de Educación 16 (2013): 53-77, y coautora de La sanción de la Ley orgánica de Universidades en la Argentina bajo la dictadura de Onganía y la intervención de los organismos nacionales e internacionales en el diseño de las transformaciones. Perfiles Educativos 139 (2013): 110-126. Correo electrónico: rom.deluca@gmail.com
Doctora en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y docente de la misma institución. Becaria posdoctoral del Conicet (Argentina), con asiento en el Instituto de Investigaciones Gino Germani. Entre sus últimos artículos se destacan: Políticas de control social de la población sobrante en la Argentina reciente, Revista Tempo da Ciência 19, n° 38 (2012) y (en coautoría), El gasto social como contención de la población obrera sobrante durante el kirchnerismo y el chavismo (2003-2010). Cuadernos de Trabajo Social25, n° 1 (2012): 33-47. Correo electrónico: tamara_seiffer@yahoo.com.ar
Doctor en Filosofía y Letras con mención en Historia de la Universidad de Buenos Aires y docente de la misma institución. Becario posdoctoral del Conicet (Argentina), con asiento en el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (IEALC). Entre sus últimos artículos, se destacan (en coautoría), El gasto social como contención de la población obrera sobrante durante el kirchnerismo y el chavismo (2003-2010). Cuadernos de Trabajo Social 25, n° 1 (2012): 33-47, y ¿Crisis del neoliberalismo o crisis del capital? Materialismo Histórico 1, n° 1 (2011): 25-43. Correo electrónico: jkornblihtt@gmail.com
DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res46.2013.15
RESUMEN
Durante los gobiernos de Hugo Chávez el gasto social en Venezuela se expandió, tanto en términos absolutos como relativos, de la mano del crecimiento de la renta de la tierra petrolera. Supera incluso los niveles alcanzados en el anterior boom petrolero de los años setenta del siglo XX, en particular gracias al rubro gasto en seguridad social. A partir de un análisis de la estructura social y económica de Venezuela mostramos que este aumento va dirigido en su mayor parte a una población obrera que en forma creciente se encuentra como sobrante para el capital. El aumento del gasto mejora en forma sustancial las condiciones de vida de esta fracción. Pero al no existir un cambio en la acumulación del capital en Venezuela, la sigue consolidando en su condición de sobrante.
PALABRAS CLAVE
Venezuela, gasto social, sobrepoblación relativa, acumulación de capital.
Social Expenditure and Consolidation of Relative Overpopulation in Venezuela During Chavezism (1998-2010)
ABSTRACT
During the administration of Hugo Chavez, social expenditure in Venezuela expanded in relative and absolute terms simultaneously with the increase in oil revenues. Expenditures even went beyond the levels reached during the previous oil boom in the 1970s, particularly due to the expenditures in social security. Based on an analysis of Venezuela's social and economic structure, we show that this increase is aimed mostly towards the working population that is increasingly seen as excess workers. The increase in expenditure substantially improves the living conditions of this group. However, since there is no change in capital accumulation in Venezuela, this group continues to consolidate itself as excess wokers.
KEY WORDS
Venezuela, social expenditure, relative overpopulation, capital accumulation.
Gasto social e consolidação da superpopulação relativa na Venezuela durante o chavismo (1998-2010)
RESUMO
Durante os governos de Hugo Chávez, o gasto social na Venezuela cresceu, tanto em termos absolutos como relativos, com o crescimento dos rendimentos da terra petroleira. Supera inclusive os níveis alcançados no boom petroleiro anterior dos anos setenta do século XX, em particular graças à categoria de despesas de previdência social. A partir de uma análise da estrutura social e económica da Venezuela mostramos que este aumento está voltado em sua maior parte a uma população trabalhadora que de forma crescente encontra-se como excedente de capital. O aumento do gasto melhora de forma substancial as condições de vida desta fração. Mas ao não existir uma mudança na acumulação do capital na Venezuela, esta continua consolidando sua condição de excedente.
PALAVRAS CHAVE
Venezuela, gasto social, superpopulação relativa, acumulação de capital.
Introducción
La política social es una marca registrada que caracteriza al gobierno de Hugo Chávez en Venezuela. Por ejemplo, entre 2003 y 2009 la población beneficiaria del Intituto Venezolano de de los Seguros Sociales (IVSS) pasó del 38% al 70%: más de 19 millones de venezolanos dependen, de algún modo, de la asistencia estatal.1 Este aumento ha sido presentado como una herramienta no sólo de contención social sino como un vector de transformación de la estructura social venezolana en la autoproclamada transición hacia el "socialismo del siglo XXI". El objetivo de este artículo es analizar el carácter de la intervención estatal a partir del estudio de las condiciones de vida de sus principales beneficiarios.
Como veremos en la primera parte, en Venezuela predominan las relaciones mercantiles, y la mayor parte de la población económicamente activa (PEA) y sus familiares a cargo sólo tienen para vender su fuerza de trabajo y, por lo tanto, se encuentran dentro de la clase obrera. Lejos de ser homogénea, se trata de una clase atravesada por diferentes fracciones producto del tipo de fuerza de trabajo que venden, o incluso del hecho de que ésta pueda o no venderse en condiciones normales. Es decir, dichas divisiones están determinadas por el carácter del capital que las emplea (o desemplea).
En este sentido, observamos que la historia venezolana está marcada en las últimas décadas por un colapso económico producto de una mayoría de capitales que, incapaces de sostener la productividad media, quedan relegados en la competencia internacional. El resultado, como veremos, es un aumento de la fracciones de la clase obrera que el capital no explota en forma directa (desempleo abierto), o que lo hace en condiciones peores a la media mundial (sobreempleo, empleo informal, empleo público, y en ramas de la producción obsoletas). La pregunta que surge entonces es si el gobierno chavista, a partir de su política social, tal como afirman sus defensores, ha podido revertir esto. Nuestra hipótesis es que, al no haber ocurrido una transformación en la estructura industrial y, por lo tanto, en el tipo de demanda de fuerza de trabajo, se trata de una acción política que permite reproducir la sobreproblación relativa en mejores condiciones, sin cambiar su carácter de sobrante. Dado que dicha expansión del gasto es en gran medida posible por la suba de los precios del petróleo, en cuanto la renta de la tierra petrolera se contraiga, las condiciones de vida de esta fracción de la clase obrera se mostrarán otra vez inviables. Lo cual lleva a la sospecha de la necesidad de que la lucha obrera que llevó al capital a expandir el gasto social vuelva a expresarse de alguna forma.
Del capital sobrante a la población sobrante
La historia económica venezolana muestra, desde mediados de siglo XX, en particular durante las décadas de 1960 y 1970, un fuerte crecimiento industrial asociado al proceso que se conoce como de "sustitución de importaciones". La industria manufacturera venezolana tuvo un importante impulso inicial durante la década de 1940, debido, en buena medida, a la restricción a las importaciones que implicó la Segunda Guerra Mundial. Durante esos años, el desarrollo de la industria manufacturera estuvo asociado principalmente a industrias ligadas a la producción alimenticia. Con el fin de la Segunda Guerra Mundial y la recomposición de los flujos de comercio, se acabaría esta primera fase del desarrollo industrial. La industria venezolana ingresaría en un período de crecimiento sostenido a tasas crecientes que pasarían del 6% promedio durante la década de 1940, al 13,7% anual durante la década de 1950. La sobrevaluación de la moneda sería otro de los rasgos distintivos del proceso de industrialización, ya que permitía la importación de maquinaria con un poder de compra expandido. Uno de los cambios que se produce entre la década del cuarenta y la del cincuenta en el proceso de industrialización venezolana reside en el avance hacia una industria con mayor composición de capital relativamente desvinculada de la producción alimenticia. Esa característica va a modificarse a lo largo de la década de los ochenta. En ese sentido, durante las décadas de 1950 y 1960, las industrias ligadas más directamente a la producción agraria (alimentos, bebidas, tabaco, etc.) fueron perdiendo peso frente a la expansión de industrias como la de productos metálicos, maquinarias, equipos de transporte e industrias ligadas a la construcción (Araujo 1964). Este avance en la industrialización, sin embargo, no redundó en la capacidad de expandir el mercado a través de la exportación de las mercancías industriales producidas. En suma, no alteró la orientación mercado-internista de la industria venezolana.
La industria venezolana pareció encontrarse sujeta a una dinámica no muy distinta a la que se desarrolló en el resto de sus contrapartes en el continente. Es decir, la expansión de una industria deficitaria y no competitiva sostenida con base en transferencias provenientes del sector primario. Dentro de esta dinámica, el proceso venezolano pareció contar con una particularidad: la posibilidad de sortear con mayor éxito dificultades asociadas a la restricción de divisas y la inestabilidad cambiaria, gracias a que la evolución del precio del petróleo no es tan inestable como en el caso de otras materias primas.2
No obstante, desde comienzos de la década de 1980 hasta los noventa la economía venezolana se caracterizó por un colapso de su economía no petrolera, arrastrada por la caída de los precios del petróleo. Del desenfrenado crecimiento que registró en décadas anteriores, pasó a una contracción absoluta que se reflejó en el estancamiento de la productividad industrial e, incluso, su caída en términos absolutos, en la contracción de la inversión y en la destrucción de capital, que se reflejó en la contracción del stock. En los noventa, la caída se frenó, aunque sin dar lugar a un impulso expansivo, que recién llegaría con la fuerte expansión de los precios del petróleo a partir de 2002.
La crisis fue de la mano de un fuerte aumento de los costos laborales unitarios, lo cual no es otra cosa que la contracara de una disociación creciente entre costos laborales y productividad, donde el primer componente tendió a subir más que el segundo. Cabe destacar que ese aumento de los costos laborales se produjo en un contexto de caída del salario real. Trabajos como el de Vivancos (1994) permiten iluminar el problema, mostrándonos cómo luego del boom de la renta, lejos de registrarse una súbita mejora de las condiciones de vida de la clase obrera venezolana, se observa un incremento inicial del salario real que alcanza su pico en 1978, seguido por una persistente caída del mismo hasta niveles inferiores al del boom inicial. La merma salarial no es el único indicador que ilustra el deterioro. El incremento de la pobreza, la tasa de deserción educativa, los problemas de vivienda, el aumento de las muertes evitables, hablan del profundo deterioro de las condiciones de vida de la clase obrera venezolana. En el próximo acápite nos concentraremos en informar sobre la forma en que esa evolución general repercute en la estructura de empleo formal, informal, y en los niveles de ocupación -y sus tipos- y de desocupación. Nos ocuparemos, entonces, de las principales características del mercado de trabajo.
Crecimiento y consolidación de las diferentes formas de la sobrepoblación relativa
Como señalamos en la introducción, el mercado de trabajo venezolano se caracteriza por un abrumador desarrollo de las relaciones mercantiles. Al estudiar la composición de la población trabajadora en dicho país, hallamos que entre el 60% y el 70% de la Población Económicamente Activa (PEA) establece relaciones asalariadas, ya sea con propietarios privados de los medios de producción, o bien con el Estado capitalista. Los datos permiten observar que una de las primeras características de la estructura social venezolana y del mercado de trabajo reside en el pleno desarrollo de relaciones sociales capitalistas, por cuanto hallamos, por un lado, una mayoritaria población que sólo posee su fuerza de trabajo y debe ofertarla en el mercado para obtener los medios de subsistencia, mientras del otro lado se encuentran los propietarios de los medios de producción. En relación con ello, los datos que suministra la Encuesta Permanente de Hogares por Muestreo (EPHM) nos permiten ver que, a pesar del colapso de la economía no petrolera, entre 1967 y 2009 la clase obrera sigue siendo predominante (ver anexo).
El Estado desempeña un rol nada despreciable como empleador de fuerza de trabajo. En promedio, su peso sobre el conjunto de la economía equivale a un tercio, en cuanto absorbe el 30% del empleo de fuerza de trabajo asalariada total. Al observar su evolución hallamos dos grandes ciclos de crecimiento. El primero coincide con el colapso de la economía petrolera, entre 1974 y 1983, cuando el Estado pasa de ocupar al 26% de los asalariados, a hacerlo sobre el 34%. El otro concuerda con el ascenso del chavismo. En este segundo momento hallamos que el empleo asalariado estatal pasó del 27% al 33%.3 Resulta importante destacar este punto porque al cotejar el movimiento del empleo público con la tasa de desocupación hallamos que ambos se mueven, tendencialmente, en direcciones opuestas, tal como queda expresado en el gráfico 1.4
Como permite observar el gráfico, la dinámica intervención del Estado en el mercado de trabajo lograría situar los niveles de desocupación en valores similares a los registrados hacia fines de los años sesenta y de la década del setenta.5
Ahora bien, a partir de 1992 el porcentaje de la población asalariada en relación con la PEA comienza a descender (ver anexo). Ese declive y el crecimiento del trabajo bajo otras formas, en particular la de trabajadores por cuenta propia, han dado lugar a interpretaciones sobre la desaparición de la clase obrera atada al supuesto declive de la economía industrial impulsado por políticas neoliberales.6 También, a interpretaciones que se focalizan en su emergencia como formas de "exclusión del modelo dominante" o de "nueva pobreza" (Lacabana, Jungemann y Ramírez 1997). Sin embargo, al analizar el carácter de este tipo de trabajos podemos suponer que se trata en su mayor parte de una relación asalariada encubierta.
El trabajo por cuenta propia y el sector informal
En Venezuela el trabajo por cuenta propia, desde 1967 hasta principios de los noventa, se mantiene en cifras promedio del 23%. El trabajo bajo esa categoría censal pasa de 658.230 trabajadores en 1967 a 1.768.923 hacia 1993.7 A partir de ese año, el trabajo por cuenta propia se duplica en términos absolutos pasando a registrarse, hacia 2009, un total de 3.581.033 trabajadores. Si tomamos el promedio del trabajo por cuenta propia desde 1993 hasta 1999, previo al ascenso del chavismo, hallamos que representa el 31% de la ocupación, apenas medio punto porcentual más que el de la época chavista.8 Tal como vemos, el peso del empleo por cuenta propia se consolida en la economía venezolana y no es revertido al calor de la "Revolución Bolivariana".
Una vez trazadas las dimensiones del trabajo por cuenta propia, resta ver si ese crecimiento se debe a una tendencia a la desproletarización o si, por el contrario, encubre formas de empleo informales en contextos de crisis.9 En ausencia de otros datos para poder dar cuenta de la extracción de clase de la categoría censal cuentapropista, tomaremos el nivel de ingreso como indicador. Los datos de las cuentas nacionales sólo nos permiten reconstruir el período 1997-2007; no obstante, creemos que resulta representativo, en cuanto coincide con su mayor expansión.
En ese sentido, hallamos que el ingreso promedio de los cuentapropistas se encuentra, de manera sostenida, por debajo del ingreso de los asalariados, tal como se puede observar en el gráfico 2. En este punto debemos destacar que la producción mercantil simple implica la capacidad para reproducir un capital propio, además de los ingresos destinados a la reproducción de la fuerza de trabajo (Marx 1999). El hecho de que el ingreso sea menor a la media indica que los medios de producción no están en manos del cuentapropista. Por lo tanto, aunque la relación de clase no surja de los niveles de ingreso sino de su relación con los medios de producción, los mismos pueden servir como aproximación para analizar la relación social que se esconde detrás de la categoría cuenta propia. Si su ingreso promedio se ubica por debajo del ingreso medio del obrero, difícilmente podrá reproducir un capital propio, y por ende, la forma del trabajo cuentapropista debe encubrir una forma de relación precaria con los poseedores de los medios de producción. Pero además, dado que está por debajo del salario medio, y que no puede reproducir un capital propio, tampoco podría reproducir su propia fuerza de trabajo en condiciones normales. Lo cual refuerza la hipótesis de que no sólo se trata de obreros, sino que en su mayor parte se trata de alguna de las fracciones de la sobrepoblación relativa.
Como ya hemos dicho, uno de los rasgos distintivos de Gráfico 2. Ingreso promedio de los cuentapropistas como porcentaje del salario promedio. Venezuela, 1997-2006 la economía venezolana es la expansión y extensión del cuentapropismo. A modo de hipótesis establecimos que se trataría de una forma de empleo informal y precaria que no indicaría procesos de desproletarización. Sin embargo, ése no es el único indicador de precariedad en la economía venezolana. La denominada "economía informal" se encuentra muy extendida, por cuanto su tasa de ocupación promedio entre 1969 y 2009 asciende al 43%.10 El problema de la expansión del sector informal ha sido advertido por otros autores, aunque desde posiciones diversas (Parra 2001; Alonso 2009; Bonilla 2009; Yánez 2000). Algunos sostienen que expresa una subutilización de la PEA y afirman que debe corregirse esa deformación económica para garantizar un incremento en las pautas de desarrollo humano. En cierta forma, esa concepción aísla el problema de sus determinantes más generales, en cuanto supone la posibilidad de corrección interna de tal situación. Otros se han concentrado en determinar su grado de vulnerabilidad a partir del análisis de su nivel salarial y desamparo legal (Bonilla 2009). En relación con este eje, Lacabana, Jungemann y Ramírez (1997) han destacado que la creciente informalización de la economía acontecida en los noventa pareciera ilustrar "estrategias de sobrevivencia" de lo que denominan "sectores populares". Por su parte, Yánez ha definido el proceso como de "institucionalidad informal" destacando las estrategias de supervivencia tras el fenómeno de la informalidad.11 En nuestro caso intentamos informar sobre los fenómenos del trabajo por cuenta propia, la informalidad y el empleo estatal como expresiones de cambios en la composición interna de la clase obrera.
En la evolución del sector informal registramos tres grandes etapas (los datos se encuentran en el anexo). La primera, entre 1969 y 1979, se corresponde con una contracción del sector, que, en una década, pasó de representar el 48% al 32% del total de la ocupación. El segundo momento atraviesa las décadas del ochenta y noventa hasta el año 2000, inaugurando una tendencia creciente del sector que llegó a representar el 53% de la economía en el cambio de milenio. El tercero coincide con el ascenso del chavismo, período que se encuentra signado por dos grandes momentos: uno, desde 1999 hasta 2003, en el que el sector permanece con las cotas históricas más altas de la etapa bajo estudio, tal como en la fase anterior; el segundo desde 2003 hasta 2009, cuando el sector se contrae para alcanzar, hacia el último año, al 43% de la economía. Podemos señalar entonces que tanto el cuentapropismo como el sector informal se expandieron junto con la crisis. Ambos fenómenos consolidaron un peso en la economía que adopta características estables y permanentes. En este punto podemos afirmar que, si bien bajo el chavismo puede encontrarse un descenso en las marcas más elevadas de uno y otro, ello no pareciera inaugurar una tendencia a desactivarlos en términos definitivos, y, por tanto, consolida un nivel de precariedad.
Un tercer elemento que analizaremos aquí es la evolución del empleo por rama, en cuanto permite ilustrar la incorporación al mercado de trabajo de las fracciones más endebles de la clase obrera en condiciones de trabajo también precarias.
La sobrepoblación empleada
En este apartado intentaremos identificar las ramas de la economía que tienen un peso mayor en el conjunto de la economía como dadoras de empleo. Asimismo, intentaremos ver si bajo el chavismo se produce alguna evolución diferenciada respecto al período anterior. A partir de los datos suministrados por la Encuesta Nacional de la Fuerza de Trabajo (Encuesta) elaborada por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) reconstruiremos el período 1989-2009. Un primer aspecto por destacar es que, si bien el motor de la economía venezolana se ubica en la extracción de petróleo, ello no tiene un correlato directo en su rol como principal empleador de la economía.
Por el contrario, el empleo en el sector de "hidrocarburos, minas y canteras" resulta más bien marginal en el conjunto de la economía y se caracteriza por el amplio desgaste de la fuerza de trabajo y por su utilización intensiva.12 Por su parte, el empleo industrial -rama manufacturera- tampoco ocupa un lugar preponderante, y desde 1989 encontramos que su peso en el mercado de trabajo se contrae, al representar el 16% del empleo en 1989, el 13% en 1999 y el 11% diez años más tarde. Sin lugar a dudas, hay dos ramas que tienen un rol preponderante en la estructura de empleo venezolana: la rama de "servicios, comunales, personales y sociales" y "comercio, restaurantes y hoteles".13 Ambas ocupaban al 49% de la población en 1989, y al 55% de la población veinte años más tarde. Uno y otro sector se expandieron bajo el chavismo.14
La rama de comercio en veinte años pasa de ocupar 1.243.288 trabajadores, a dar empleo a 2.810.061. En la rama, el sector informal se encuentra ampliamente extendido: en promedio, dos terceras partes del comercio se ubican en dicho sector. Tal como permite observar el gráfico 3, bajo el chavismo se distinguen dos momentos en la evolución del sector informal. El primero, desde su ascenso hasta 2003, en donde el cambio político no produce modificación alguna en los valores del sector. El segundo momento se inicia a partir de 2003 y se extiende hasta 2010, cuando el sector informal se reduce diez puntos porcentuales para ubicarse en torno al 58% del total de la ocupación en la rama. Creemos que esa disminución debe ser puesta en relación con dos variables. A partir de 2003, la desocupación sigue una tendencia contraria al movimiento de la ocupación total. No obstante, buena parte de ese crecimiento es absorbido por el sector público: mientras que en 2003 se registran 5.776 empleados públicos en la rama del comercio, hacia 2010 la cifra asciende a 44.452. Esa incorporación de trabajadores fue de la mano de una recomposición salarial, aunque debemos destacar que los valores de 2008 no se encuentran muy por encima de los registrados para 1997.15 Por otro lado, también encontramos que el ingreso promedio del trabajador por cuenta propia se encuentra por debajo del promedio obrero, lo que indicaría que parte de la absorción del empleo podría darse bajo las formas más precarias.
En lo que refiere a la rama de servicios comunales observamos, a partir del gráfico 4, una gran expansión en el período bajo análisis, en cuanto la cantidad de trabajadores ocupados en el sector pasó de 1.732.523 trabajadores en 1989 a 3.704.600 en 2009, más que duplicando la cantidad.
También aquí registramos que la evolución entre desocupación y sector público se mueve en forma inversa: mientras la desocupación cae a partir de 2003, el empleo público crece, al mismo tiempo que los niveles de ocupación en el sector privado permanecen más bien estancados. No obstante, los valores de la economía informal no se encontrarían tan expandidos con respecto al caso anterior. Si bien el pico más alto lo ubicamos en 2003, con el 40% de la actividad bajo esa forma, hacia 2010 se contrajo al 30%. Esa incorporación de trabajadores fue de la mano de una recomposición salarial, aunque debemos destacar que los valores de 2008 se encuentran un 20% por encima de los registrados para 1997.16 Por otro lado, aquí también hallamos que el ingreso promedio del trabajador por cuenta propia se encuentra por debajo del promedio obrero, lo que indicaría que parte de la absorción del empleo podría darse bajo las formas más precarias; hipótesis que, entendemos, tiene mayor asidero en este caso, debido a la importancia del sector público en general sobre el conjunto de la actividad.
En suma, lo hasta aquí expuesto permite afirmar que la clase obrera prima en la estructura social venezolana, aunque no en forma estática sino con transformaciones en su interior. Hemos visto, en primer lugar, que los niveles de asalarización de la fuerza de trabajo y, por ende, de desarrollo de relaciones mercantiles de compra-venta de fuerza de trabajo se hallan extendidos al 70% de la población. También vimos cómo la disminución de las tasas no indica la existencia de procesos de desproletarización operando dentro de la sociedad venezolana, sino más bien la emergencia de formas de empleo precario e informal. Llegamos a esa conclusión a partir del cruce del crecimiento del empleo de los trabajadores por cuenta propia con su respectivo nivel de ingreso promedio. En cuanto su ingreso se ubica por debajo de la media salarial, pone en evidencia un proceso más general de transformación de la clase obrera venezolana: el crecimiento de una porción importante de sobrepoblación relativa para el capital. Se trata tanto de los obreros que están desocupados como de aquellos cuya
- [...] ocupación es absolutamente irregular, de tal modo que el capital tiene aquí a su disposición a una masa extraordinaria de fuerza de trabajo latente. Sus condiciones de vida descienden por debajo del nivel medio normal de la clase obrera y [es] esto, precisamente, lo que convierte a esa categoría en base amplia para ciertos ramos de explotación del capital. El máximo de tiempo de trabajo y el mínimo de salario la caracterizan. (Marx 2000, 801)
Encontramos diferentes indicadores del crecimiento de esta porción del proletariado. En primer lugar, el desempleo, sea bajo la forma de quienes buscan trabajo como de quienes están "desahuciados". Dentro de éstos podemos distinguir a quienes componen una sobrepoblación fluctuante, en cuanto están disponibles para volver a entrar de manera rápida al mercado laboral, de aquellos que comienzan a perder su capacidad de trabajo, dada la pérdida de las condiciones básicas de vida (el pauperismo consolidado).
Pero no sólo los desocupados son sobrepoblación relativa para el capital. Como señalábamos antes, también se trata de aquellos que se emplean por debajo de las condiciones sociales medias del capital, tales como el cuentapropismo, el crecimiento del empleo en las dos ramas aquí examinadas y el crecimiento de la intervención estatal a través de dos vías.17 Por un lado, la absorción de desocupados bajo la forma de empleo en el Estado; por el otro, por la vía de la nacionalización de empresas que operan con una productividad por debajo de la media internacional.18
El carácter del boom de gasto social bajo el chavismo
Renta petrolera y gasto social
El crecimiento de una población sobrante para el capital aparece como el dato distintivo de la clase obrera, de la mano del colapso petrolero. Junto con la caída de la actividad económica se desplomó el gasto social, debido a la menor disponibilidad de renta de la tierra petrolera, principal fuente de ingreso estatal. El dato distintivo del período chavista es la fuerte recuperación de la renta, que supera tanto sus niveles absolutos (ver el gráfico 5) como su relación con el PBI respecto del anterior boom.19
Esto lleva a que el gasto crezca también en forma sustancial, ya que su evolución aumenta o disminuye según los movimientos del PBI.20
Los últimos años se destacan no sólo por el creciente peso de la renta en el conjunto de la economía, sino también por la forma particular en que ésta es apropiada. Mientras que durante toda la década de 1980 y 1990 la principal vía de transferencia de renta hacia el sector no petrolero es la participación fiscal, desde el año 2000 comienza a cobrar importancia el mecanismo de la sobrevaluación de la moneda. De todas maneras, el peso de la participación fiscal en la renta sigue siendo, en forma ampliamente mayoritaria, la principal fuente de financiamiento del gasto estatal,21llegando a representar más de la mitad del gasto. A esto se suma que, a partir de 2005, la mediación estatal en las transferencias de renta fue ganando terreno con la intervención directa de PDVSA a través del gasto social destinado a las "Misiones", que, según indican algunos autores, rondaría el 4% del PBI (SISOV).
Así es que la expansión del gasto social encuentra su base material en la existencia de la renta petrolera y en la capacidad del Estado para apropiarse de una parte de la misma. La relación entre precios del petróleo, renta y gasto social ya ha sido abordada por una serie de autores (Aponte 2006 y 2010; Contreras 1993; Puente s. f.; Vera 2008; Tomé 2010). Todos ellos coinciden en señalar la vulnerabilidad del gasto por la dependencia de la renta petrolera, y algunos señalan las limitaciones del gasto que se realiza a través de PDVSA, por su carácter "extrainstitucional" (Vera 2008). Pero la existencia de la renta petrolera no explica el aumento del gasto, sino su posibilidad. Lo que queda por fuera del análisis de estos autores es la relación entre la expansión del gasto y la producción de una masa de población crecientemente sobrante para las necesidades de la acumulación de capital en Venezuela. Es ésta la determinación que está presente, y, por tanto, no puede soslayarse.
De hecho, la subida de la renta, además de explicar la posibilidad de la expansión del gasto social, explica la posibilidad de la expansión del empleo público.22 El análisis de la evolución del empleo público (presentado en un acápite anterior) permite ilustrar que su evolución es similar a la de los precios del petróleo. Un aumento muy importante a partir de 1974 que encuentra su pico máximo en 1983, para luego desplomarse e iniciar una nueva tendencia ascendente a partir de la década de 2000, con una nueva fase de ascenso de los precios del petróleo.
El destino del gasto social23
Como puede observarse en el gráfico 7, el gasto que el Estado venezolano destina a políticas sociales a través de su componente social (GS) cobra una importancia cada vez mayor tanto en relación con el Gasto Total realizado (GT) como en relación con el PBI. Esto es especialmente cierto para la "década chavista": entre 1999 y 2009, el GS ha representado en promedio más del 52% del GT, mientras que los valores promedio de las décadas anteriores se ubicaban en el 36%, 39% y 46%, respectivamente. Por otra parte, el crecimiento del Gasto Social como porcentaje del PBI es sustancialmente pronunciado a partir de 1999, cuando se observa un crecimiento de más del 50% respecto del promedio de las tres décadas anteriores (el año 2006, donde se encuentra el valor más elevado, duplica los valores promedio).
La importancia que cobra el gasto social se manifiesta de manera contundente cuando observamos la evolución del gasto social por habitante (ver el gráfico 8). En una primera etapa (1999-2003), el gobierno de Chávez se mantiene alrededor de los valores de décadas anteriores, incluso sin llegar a alcanzar los valores de los años de mayor inversión en la materia, ubicados a fines de la década de los setenta e inicios de la década de los ochenta. A partir de 2004,24 se observa un crecimiento que, en su pico, más que duplica los valores previamente observados. Luego se evidencian un leve estancamiento y una caída que retrotrae el gasto a los valores de 2004 (que son 63% mayores que el promedio histórico anterior).
El gasto social está compuesto por siete rubros: Educación, Salud, Vivienda, Desarrollo y Participación, Cultura y Comunicación, Ciencia y Técnica y Seguridad Social (ver el gráfico 9). El rubro que históricamente ha tenido mayor participación en el Gasto Social en Venezuela, a diferencia de lo que se observa en otros países, es el de Educación.25 La década chavista lleva el gasto destinado a Educación a los valores alcanzados en la década de los setenta, y si bien sigue siendo el rubro de acción privilegiada del Estado, a partir de 1999 el que más crece es el de Seguridad Social, superando ampliamente los valores históricos dedicados a esa variable del gasto. La expansión de este rubro se explica por el aumento de la intervención estatal en materia de asistencia a la pobreza, que, desde mediados de los noventa, se ve canalizada principalmente a través de la Seguridad Social (tal como quedó evidenciado con el crecimiento de la población beneficiaria y asistida por el IVSS, que mostramos en el acápite anterior).
El aumento del gasto en Seguridad Social desplaza al gasto en Salud a un tercer lugar, llegando a ocupar la cuarta posición en 2005 y 2006, años donde se muestra un crecimiento muy importante del gasto destinado a Vivienda (rubro que evidencia una evolución errática). Se observa de esta forma que el gasto destinado a Salud se ubica en los últimos años por debajo de los valores alcanzados durante la década de los setenta. Otro de los componentes que pasa a tener una importancia relativa mayor durante la última década es el de Desarrollo y Participación. Por último, los rubros de Ciencia y Técnica y Cultura y Comunicaciones tienen un crecimiento sustantivo, aunque su participación dentro del Gasto Social sigue siendo marginal (2,3% y 3% en promedio, respectivamente).
Hasta ahora, hemos ponderado el gasto estatal bajo el supuesto de que éste llega a todos por igual, sin diferencia de clase o suponiendo que la totalidad de los habitantes del país pertenecen a la clase obrera. Si bien esa aproximación permite construir un panorama general, no nos permite ilustrar nuestro problema específico. Por ello, hemos decidido tomar como proxy de clase obrera al conjunto de los asalariados (ocupados y desocupados), imputando el gasto social del siguiente modo: el gasto realizado bajo los rubros de Vivienda, Desarrollo y Participación y Seguridad Social se imputaron en su totalidad al conjunto de los asalariados; el gasto en Educación, Salud, Cultura y Comunicación, Ciencia y Técnica y Seguridad Social se imputan de manera parcial a través de un ponderador construido con base en el porcentaje de participación del consumo de los asalariados en el consumo total, según la Encuesta de Consumo de Hogares de 2009 (71,8%), y de la masa salarial como porcentaje del PBI.26
Según los datos presentados en el apartado anterior, los cuentapropistas pueden ser entendidos como parte de la sobrepoblación relativa y, por tanto, como parte de la clase trabajadora. En este análisis, sin embargo, no han sido incluidos, debido a la ausencia de evoluciones similares de los datos de cantidad de cuentapropistas con los de ingreso mixto de largo plazo. Si bien la cantidad de trabajadores cuentapropistas, publicada por el Banco Central de Venezuela, se tiene desde el año 1967, recién a partir de 1997, Venezuela empieza a diferenciar en sus cuentas nacionales (según el Sistema de Cuentas Nacionales de 1993) el ingreso mixto de las "remuneraciones de obreros y empleados". En este sentido, es importante remarcar que este análisis parte de una subrepresentación de la clase obrera y, por tanto, de una sobre-representación del gasto por obrero (para 2009, los cuentapropistas representan el 9,21% de la PEA, y en cuanto a su consumo, el 17,3% de la población).
Los datos obtenidos de esta forma, además de cambiar los niveles del gasto, modifican su evolución (ver gráfico 10). En primer término, se resalta que el rubro Educación mantiene el primer lugar en importancia hasta 2003, cuando la Seguridad Social pasa a un primer lugar. El gasto en educación, por otra parte, si bien sufre un importante crecimiento durante el chavismo, está lejos de recuperar los valores alcanzados en la década de los setenta. El gasto en Salud se mantiene, aunque con oscilaciones, más estable y en un cuarto lugar. Excepto en 2003, durante la etapa chavista es superado por el gasto en materia de Vivienda y compite con el gasto en el rubro de Desarrollo Social y Participación, que en 2008 y 2009 llega incluso a superarlo.
Si bien los recursos que el Estado destina a la clase obrera pueden provenir de los aportes que realizan los propios trabajadores, autores de diversas corrientes teóricas plantean la necesidad de combinar el análisis del gasto social con el análisis de la estructura impositiva.
En el campo del marxismo se ha utilizado la categoría de salario social neto para ilustrar la diferencia entre lo que el Estado destina a la clase trabajadora y lo que esta última aporta al Estado. Se cuenta con una serie de estudios que han abordado el tema empíricamente en EE. UU. (Shaikh y Tonak 1987; O'Connor 1974) y en algunos países de Europa (Shaikh 2004; Guerrero y Díaz 1998). En el caso de Venezuela, se ha avanzado en el estudio desde perspectivas neoclásicas bajo la categoría de Incidencia Fiscal Neta (Seijas et al. 2003; Lamanna 2000; Zambrano 2009).
Los trabajos reseñados sobre salario social neto llegan a la conclusión de que si bien los gastos estatales destinados a la clase obrera crecen, también lo hacen los impuestos que ésta paga, y el resultado final es negativo: la clase obrera pone más de lo que recibe.
Hemos realizado un primer acercamiento a este problema a partir del análisis de los impuestos indirectos, que es para los cuales se cuenta con una serie de largo plazo (BCV, Encuesta de Gasto de Hogares). Para determinar la magnitud de los impuestos que se deben imputar a la clase obrera, se sigue la misma metodología que hemos utilizado para el análisis del gasto. Tal como puede verse en el gráfico 11, la deducción de los impuestos indirectos no hace variar el contenido positivo del gasto social en cuanto a ingresos para la clase obrera venezolana, ni su evolución reciente y de largo plazo.
Por último, es interesante poner en relación la evolución del gasto con la de los salarios, presentada en el acápite anterior. Lo que se observa es que de 1968 a 1999 los salarios y el gasto tienen unas evoluciones que van de la mano, pero que a partir de 1999 el gasto tiende a aumentar proporcionalmente más que los salarios.27Estos elementos refuerzan la hipótesis aquí presentada, a saber: el aumento de gasto social bajo el chavismo se vincula con el aumento de la sobrepoblación relativa y su reproducción (ver el gráfico 12).
El análisis del gasto permite afirmar que lo específico del chavismo es el incremento del gasto en Seguridad Social. Es a fines de 2002 cuando se aprueba el anteproyecto de la Ley Orgánica del Sistema de Seguridad Social, que se plantea garantizar el derecho de toda persona a recibir los beneficios de la seguridad social, con independencia de su ingreso y su financiación pública (Tomé 2010). Este hecho expresa la incapacidad del capitalismo venezolano de reproducir a una parte importante de su población obrera en condiciones normales, ya sea porque no tienen salario o porque el mismo es insuficiente para su reproducción. El aumento del gasto social debe, por tanto, ser explicado en relación con la producción de una población obrera crecientemente sobrante.
Conclusiones
Para el estudio del carácter de la intervención social desarrollada por el Estado venezolano durante los gobiernos de Hugo Chávez, partimos del análisis de la evolución general de la estructura social y del impacto sobre ella de la crisis del petróleo que se inició en los años setenta y ochenta. Observamos una economía cuyas características centrales no se alejan de las presentes en la dinámica del resto de la región. A saber: una industria mercado-internista poco competitiva que es sostenida por las transferencias de renta de la tierra proveniente del sector primario.
En segundo lugar, nos ocupamos de caracterizar los aspectos centrales del mercado de trabajo venezolano. Demostramos el peso de las relaciones asalariadas, aun frente a la apariencia de una disminución de la tasa de asalarización, por el aumento de los sectores cuentapropistas. Al observar que el ingreso promedio resultaba inferior al de los asalariados, concluimos que dicha categoría censal estaba encubriendo la incorporación al mercado de trabajo de formas de empleo en condiciones precarias pertenecientes a la población sobrante para las necesidades de reproducción del capital. Las dimensiones del sector informal en el conjunto de la economía, el mayor peso del sector público como empleador y el crecimiento del empleo en ramas como "comercio" y "servicios comunales" constituyen fenómenos del mismo problema. A esto se suman los desocupados, tanto aquellos cuya condición aparece en forma abierta en las estadísticas públicas como aquellos que están ocultos detrás de formas precarias de empleo estatal.
Un tercer aporte del artículo reside en el análisis de los volúmenes crecientes de población asistida por el Estado, gracias al aumento del Gasto Social como porcentaje del Gasto Total, del Gasto Estatal y en relación con el PBI, bajo el chavismo. Registramos el predominio de la Seguridad Social como el rubro de mayor crecimiento a partir de 1999, al ocupar el segundo lugar en el Gasto Social total. A su vez, observamos la creciente canalización del Gasto Social a través de vías paraestatales. Constatamos que a partir de 2003, con la profundización de las políticas de Misiones, el gasto en seguridad social logra desplazar al gasto educativo del primer lugar en el consumo obrero. Tal resultado permite abonar a nuestra hipótesis inicial: la intervención del Estado a través del gasto social tiende a compensar el ingreso de las fracciones pauperizadas de la población sobrante. Una muestra del porqué del apoyo de una de las bases sociales de apoyo al chavismo, y, en relación con ello, qué grado de estabilidad tiene ese apoyo.
En relación con las bases materiales de esa expansión del gasto, constatamos que su ampliación, a partir de 2002, se corresponde con un cuantioso incremento de la renta petrolera. En relación con ello, destacamos la vulnerabilidad de esa construcción al vaivén de los precios del crudo. Por último, queremos señalar que un elemento que no hemos estudiado para el caso venezolano, y sobre el cual entendemos que se debería avanzar, es la relación entre la expansión del gasto social y la lucha de los trabajadores.28 En el intento de encontrar los determinantes económicos y políticos del Gasto Social, Puente (s. f.) llega a la conclusión de la existencia de correlación entre el gasto social y la cantidad de pliegos conflictivos y de potenciales protestas o huelgas de trabajadores o usuarios para el período 1974-1999.29
Creemos que esta vía puede resultar fértil para proseguir indagaciones. También, dada la existencia de un profuso debate al respecto, es central avanzar en la traducción de los niveles crecientes de gasto en indicadores sociales más generales y en su impacto diferenciado según las distintas fracciones de la clase obrera venezolana.
Anexo metodológico
Para la construcción de la tabla tomamos los datos de ocupación por categoría (total de asalariados, asalariados sector público, asalariados sector privado, población económicamente activa, ocupación total, trabajadores por cuenta propia y desocupación) proporcionados por el Instituto Nacional de Estadísticas de Venezuela a partir de la Encuesta de Hogares por Muestreo (Archivo proporcionado por el BCV), Copia de 42 Encuesta de Hogares en Carpeta datos 12-3 (cuadro 1). Comparamos los datos con los suministrados por el libro de Asdrúbal Baptista Bases cuantitativas de la economía venezolana 1830-2002; al resultar compatibles unos con otros ampliamos la serie de datos del INE para el período 1957-1966 con los datos de Baptista. Los datos de ocupación fueron cotejados con las series de OIT y CEPAL. Al resultar compatibles los valores (variaciones menores al 2%) optamos por la serie más larga en términos históricos. Para los datos de ocupación por rama y por sector nos valimos de las series publicadas por el Instituto Nacional de Estadísticas en la "2a Encuesta de la Fuerza de Trabajo" para el período 1989-2010.
Para la construcción del ingreso mixto procedimos a cruzar los datos de ocupación tal como detallamos anteriormente. Para la construcción del ingreso promedio tanto para obreros como para trabajadores por cuenta propia nos valimos de los datos de las Cuentas Nacionales para el período 1997-2006 para el conjunto de la economía. Para la construcción del ingreso obrero tomamos el dato de remuneraciones, y para el de los trabajadores por cuenta propia, el ingreso mixto. Expresamos los valores en bolívares fuertes -realizando la conversión del tipo de cambio requerida, eliminamos tres ceros a los precios en bolívares- a precios corrientes y constantes.
Para expresar la masa salarial a precios constantes o reales utilizamos como deflactor el Índice de Precios del Consumidor (IPC) con base 100 en 2008. Para llegar al promedio salarial mensual del total de la economía dividimos la masa salarial por la cantidad de trabajadores para uno y otro caso, y luego sobre los doce meses del año.
Para la construcción del salario por rama procedimos del siguiente modo. Los datos de ocupación e ingreso por categoría suministrados por el BCV, a partir de los datos de la Encuesta de Hogares por Muestreo. Agrupamos los datos en cuatro categorías ocupacionales: obreros y empleados públicos y privados; miembros de cooperativas y sociedades personales o de hecho, trabajadores por cuenta propia y patronos. Los valores fueron deflactados por el Índice de Precios del Consumidor 2008 = 100 para las ramas de agricultura, caza y pesca; hidrocarburos, minas y canteras; industria manufacturera; electricidad, gas y agua; construcción; comercio, restaurantes y hoteles; transporte, almacenamiento y comunicaciones; establecimientos financieros, seguros y bienes inmuebles y servicios comunales, personales y sociales. En el presente trabajo presentamos dos casos comparando ingreso de empleados y obreros con el de los trabajadores por cuenta propia.
Comentarios
* El artículo fue realizado en el marco de la cooperación como integrantes del CEICS, de la Universidad de Buenos Aires, y los tres autores cuentan con beca posdoctoral del Conicet (Argentina).
1 Los datos correspoden a los publicados por el Sistema Integrado de Indicadores Sociales de Venezuela (SISOV). Nos referimos aquí a población beneficiaria, y no a población asegurada, pues una de las características del período es que la Seguridad Social pasa a contemplar población que no estaba asegurada por el sistema, absorbiendo la clásica política de asistencia de base no contributiva. Como hipótesis por desarrollar en el futuro, planteamos que posiblemente aquí se halle la base social sobre la cual Chávez logra su principal apoyo político en la clase obrera.
2 El desarrollo de la acumulación de capital en Venezuela ha sido muy estudiado y debatido. En general, se acuerda en denominarlo bajo el mote de "capitalismo rentístico", atribuyendo a la renta de la tierra petrolera un carácter distorsionador en el comportamiento de la burguesía local y el mercado de trabajo (ver Baptista 2010, como exponente destacado de esta posición). No compartimos esta caracterización, porque concebimos que el punto de partida de este análisis responde a una mirada ricardiana del desarrollo de la competencia en el ámbito mundial según la cual todas las burguesías tienen posibilidades de ser exitosas, de no existir un factor desestabilizante externo (para una crítica a esta mirada del comercio mundial ver Shaikh 2008). En cambio, sostenemos que la renta de la tierra permite a un capital que no cuenta con ventajas en relación con productividad y costos laborales alcanzar un nivel superior al que debería. En todo caso, la menor capacidad de acumulación no se debe a la renta de la tierra, sino que, en cuanto elemento compensador, alcanza para un desarrollo menor, a medida que se agranda la brecha con las potencias económicas.
3 Si en vez de tomar como base el total asalariados se toma el total de ocupados, los datos muestran un aumento del 14% al 19%. Como lo que interesa ver es el impacto sobre la clase obrera, se entiende que la primera medida es más precisa que la segunda.
4 Algunos autores advierten sobre un posible subregistro de la desocupación o de encubrimiento de la subocupación, dado que la Encuesta de Fuerza de trabajo considera ocupado a quien haya trabajado algunas horas la semana anterior a la realización de la encuesta, y a la inclusión desde 2006 como "inactivos" a los beneficiarios de la política de Misiones. Esas decisiones metodológicas influirían "a la baja" sobre el desempleo (Alonso 2009; Santos 2007).
5 En el caso de Argentina, tanto CICSO como PIMSA han abordado las formas de sobrepoblación latente en el empleo público. Entre las producciones más recientes puede consultarse Nicolás Iñigo Carrera (2011).
6 Perspectivas que reproducen las teorías sobre el fin del trabajo tal como han sido desarrolladas por Gorz (1989) y Rifkin (1996).
7 El porcentaje se estimó en relación con el total de ocupados.
8 Algunas investigaciones se han concentrado en medir el grado de avance del trabajo por cuenta propia en los noventa interpretándolo como una forma de autogeneración de fuentes de empleo (Cartaya 1998).
9 Para el caso argentino, varios trabajos elaborados en el marco del Programa PIMSA permiten verificar la segunda hipótesis. Véase, por ejemplo, Donaire (2003).
10 El sector informal es definido como el que se ocupa en una de las siguientes categorías: servicio doméstico, trabajadores por cuenta propia no profesionales, patronos o empleadores en empresas con menos de cinco personas, empleados u obreros en empresas con menos de cinco personas.
11 En Latinoamérica una amplia gama de trabajos se inscriben en esa perspectiva. Entre otros, pueden consultarse trabajos de Susana Torrado y de María del Carmen Feijóo (Torrado 1985; Feijóo 1991).
12 Samuel Freije ha destacado el escaso porcentaje de empleo absorbido por el sector -5%-, a pesar de la gran presencia de capital industrial en la rama (Freije 2008).
13 A partir de ahora, nos referiremos como "servicios comunales" y "comercio" para cada una de las ramas, respectivamente.
14 Diversos trabajos han destacado este punto (Alonso 2006; Santos 2007).
15 Si tomamos el ingreso promedio de obreros a valores constantes de 20 08, registramos la siguiente evolución en bolívares fuertes (Bs. F.): para 1997 se percibían 869 Bs. F., cifra que se mantiene relativamente constante hasta el año 2001; a partir de 2001 y hasta 2003, el salario cae a 645 Bs. F. promedio; hacia 2008 el ingreso promedio percibido se ubica en 1.032 Bs. F., valor escasamente superior al alcanzado en 2006, producto de una fase expansiva.
16 Si tomamos el ingreso promedio de obreros a valores constantes de 2008, registramos la siguiente evolución en bolívares fuertes: para 1997 se percibían 1.015 Bs. F., cifra que se mantiene relativamente constante hasta el año 2000; a partir de 2001 y hasta 2003, el salario cae a 840 Bs. F. promedio; hacia 2008 el ingreso promedio percibido se ubica en 1.219, valores escasamente superiores a los alcanzados en 2006, producto de una fase expansiva.
17 Se trata de la porción estancada de la sobrepoblación relativa (Marx 2000).
18 El caso paradigmático es el de la empresa Sidor, que fue nacionalizada en condiciones de muy baja productividad, resultado del vaciamiento de la misma por parte del grupo Ternium-Techint.
19 La renta de la tierra fue calculada como el total de la producción petrolera a precio internacional utilizando el tipo de cambio de paridad restándole lo que corresponde a la valorización del capital industrial medio en Venezuela. Esto arroja resultados superiores a los calculados por Baptista (2010), quien sólo calcula la renta que obtiene PDVSA en forma directa. Aunque el autor menciona que existen mecanismos de transferencia de renta previos a que se registren como ganancias de la empresa petrolera, no los computa. En particular, el que mayor efecto tiene es la sobrevaluación del tipo de cambio, que implica una merma de la riqueza percibida por el sector exportador y un aumento de la capacidad de compra del importador y de quienes remiten ganancias al extranjero.
20 El carácter pro-cíclico del gasto venezolano respecto del PBI ha sido señalado por Vera (2008), quien además plantea que esto es igual en Argentina, pero contrario al movimiento que se observa en Estados Unidos.
21 La Ley de Hidrocarburos, aprobada en 2001, permitió la apropiación por parte del Estado de una creciente porción del ingreso petrolero. La Ley fijó un incremento de las regalías, que pasaron del 16 al 30%.
22 Mateo Tomé (2010) señala que la renta petrolera también ha permitido mantener los salarios del sector público por encima de los de los privados.
23 La Oficina Nacional de Presupuesto de Venezuela presenta cifras de Gasto Social presupuestado para el período 1994-2010, cifras de gasto ejecutado para el período 1999-2010, y de largo plazo, sólo para el Gobierno central. En ausencia de fuentes oficiales de Gasto Social de largo plazo que tengan en cuenta los distintos niveles del gasto, y dado nuestro interés en ubicar el chavismo en un contexto más general para ilustrar sus particularidades, utilizamos las series de "Gasto Social del Gobierno General Restringido" presentadas por Aponte en 2006 (para 1968-2003) y 2010 (para 2004-2010). En ellas el autor presenta una aproximación al cálculo de Gasto Social Total sumando los registros de gasto social presupuestado o acordado del Gobierno central, de los gobiernos estadales y los gastos realizados por el "Sector Público Restringido" (gasto social cuasi fiscal, realizado por PDVSA y otros) (Aponte 2006 y 2010).
24 Este momento coincide con el fin del paro petrolero en el primer trimestre de 2003 y la derrota de la oposición en el referéndum revocatorio de 2004.
25 Aponte señala que en la mayoría de los países de América Latina el primer destino del gasto social es la Seguridad Social (Aponte 2006). Constatamos para el caso de Argentina que en el período 1980-2009 el mayor nivel de participación corresponde al rubro Previsión Social, con un promedio del 35%, seguido de Educación, cultura y Ciencia y Técnica, con el 22%, y Salud, con el 22% (Seiffer 2011a).
26 Para la elección de los rubros se sigue la metodología de Tonak (1987).
27 Dados los cambios en la metodología de cómputo de las remuneraciones a partir de 1997 (introducidos por el SCN 1993), para realizar una estimación de salario promedio de la economía, tomamos para el período 1968-1996 el cociente remuneraciones/ PEA, y para el período 1997-2007, el de remuneraciones/ asalariados. De esta manera, resulta posible el análisis de las remuneraciones a largo plazo, que a partir de 1996 excluyen el ingreso de los cuentapropistas, que aparece bajo la categoría específica de ingreso mixto.
28 Hemos establecido la relación entre expansión del aparato asistencial y la lucha, para el caso de Argentina (Seiffer 2011b).
29 El autor utiliza los datos de la oficina nacional de presupuesto que corresponden al Gobierno central, y no al gasto total, aunque no lo aclara.
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Fecha de recepción: 7 de octubre de 2011 Fecha de aceptación: 5 de julio de 2012 Fecha de modificación: 20 de septiembre de 2012