Introducción
El consumo excesivo de alcohol se cataloga como uno de los principales problemas de salud pública en el ámbito mundial. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera una prioridad de salud pública reducir los hábitos negativos de consumo de alcohol y mitigar los efectos que el abuso de este bien produce en la sociedad y en la salud de los individuos 1.
El alcohol es una sustancia psicoactiva que tiene propiedades que generan dependencia entre los consumidores. Por esta razón, los efectos del consumo de alcohol acarrean consecuencias de enfermedad, muerte y problemas sociales alrededor del mundo. Sin embargo, estudios sugieren (principalmente en países desarrollados) que las personas con un nivel socioeconómico más alto, a pesar de presentar un consumo de alcohol más recurrente, también tienen hábitos de consumo comúnmente menos riesgosos en relación con personas ubicadas en niveles socioeconómicos más bajos 1.
Según Stigler y Becker, a partir de las bases de la ciencia económica y la teoría del consumidor, el consumo de un bien puede ser catalogado como hábito o adicción, dependiendo del aumento del consumo en el tiempo 2. En otras palabras, un bien es considerado adictivo cuando el nivel de consumo de hoy depende positivamente de la cantidad consumida en el pasado. Además de la economía, ciencias como la epidemiología psiquiátrica complementan este estudio al analizar el comportamiento de los individuos y las implicaciones que tiene la ocurrencia de eventos estresantes entre los estratos socioeconómicos más vulnerables y encuentran evidencia de una relación inversa entre el nivel socioeconómico y el nivel de angustia, causado por la ocurrencia de eventos desafortunados 3,4.
A partir del contexto teórico y la preocupación de los principales organismos internacionales vinculados con la salud, el objetivo de este trabajo es identificar si, en el caso ecuatoriano, la población con una situación socioeconómica en desventaja (bajo nivel de instrucción, condición de pobreza y desempleados) es más vulnerable para caer en una situación de consumo excesivo de alcohol.
En relación con el comportamiento adictivo de los individuos, la interacción entre los aportes teóricos y empíricos, tanto de las ciencias económica, médica y psicológica, se complementan para entender el complejo fenómeno de la adicción e identificar sus posibles determinantes. El enfoque microeconómico plantea las bases para entender el mecanismo de toma de decisión de un consumidor adicto y determinar las características principales de los comportamientos adictivos y, desde un enfoque psicológico y médico, se identifican las características que determinan al alcohol como un bien adictivo.
El comportamiento autorregresivo que caracteriza al consumidor excesivo se explica por dos características esenciales que poseen los bienes adictivos: el refuerzo y la tolerancia. El refuerzo implica que un aumento del consumo presente aumenta su consumo futuro, está estrechamente relacionado con el concepto de complementariedad adyacente. Este concepto plantea que el consumo pasado y presente de un bien adictivo tienen un comportamiento complementario, en otras palabras, cada vez que se consume el bien adictivo, el individuo refuerza su propensión a consumirlo en el futuro. Por otro lado, la tolerancia es la característica que tiene un bien adictivo de hacer que la utilidad derivada del consumo presente disminuya si el consumo pasado fue mayor. Esto quiere decir que, para producir el mismo nivel de recompensa, derivado del consumo de hoy, es necesario consumir más que en el pasado 5.
Para Iannaccone las características de refuerzo y tolerancia derivan de la generación de hábitos adquiridos como consecuencia de consumir un bien adictivo, a los cuales Stigler y Becker definen como "capital de consumo" y afirman que este capital se acumula en el tiempo, como consecuencia del consumo este tipo de bienes 2,6.
Según Ojeda, existen dos clases de bienes adictivos: uno beneficioso y otro perjudicial, y se diferencian en que en el consumo del bien beneficioso existirá la presencia de refuerzo, pero no de tolerancia, mientras que el bien perjudicial presentará ambas características 7. Los hábitos generados por el consumo de un bien beneficioso producirán que el individuo desee aumentar su consumo en el futuro, pero no existirá una disminución de la utilidad en el tiempo a diferencia del bien perjudicial, que para obtener el mismo nivel de utilidad cada vez requerirá un nivel de consumo mayor.
La evidencia empírica en el campo de la ciencia médica confirma que el consumo excesivo de alcohol presenta las características antes señaladas (refuerzo y tolerancia), también determinó que este bien actúa como un depresor del sistema nervioso central porque estimula y amplifica la acción del neurotransmisor GABA, principal inhibidor del sistema nervioso, lo que produce un estado de "relajación" en el consumidor 8,9. Philips e Iannaccone sostienen que la generación de tolerancia a los efectos "negativos" del alcohol (pérdida de coordinación motora, efecto sedante, náusea, etc.) puede ser un paso importante en la generación de un patrón de consumo excesivo, aunque manifiestan que los estudios al respecto no son del todo concluyentes 8,9.
La literatura económica comúnmente sostiene que el problema de maximización en un consumidor adicto deriva de un comportamiento miope. Esto quiere decir que el consumidor no tomará en cuenta las consecuencias futuras que vienen con el consumo de un bien perjudicial y, por tanto, rompe con los principios racionales de maximización de la utilidad. Los principales exponentes de esta postura son Pollak, Houthakker y colegas, Phillips, Spinnewyn, Mullahy y Herrnstein y Prelec, quienes afirman que en general el consumo de un bien adictivo puede ser dañino a largo plazo y disminuye el bienestar futuro del consumidor 10-16.
Un primer enfoque de adicción miope es el planteado por Pollak y Houthakker y colegas, quienes sostienen que el consumo presente de un adicto depende del consumo pasado del bien, ya que se ha generado un proceso de creación de hábitos que modifican sus gustos y preferencias 10,11. "El consumidor, bajo la perspectiva miope, observa que su satisfacción actual depende de sus hábitos pasados, pero no reconoce el impacto de sus decisiones presentes sobre sus preferencias futuras" 7. Por su parte, Herrnstein y Prelec desarrollan un modelo miope en el cual el consumidor prefiere la satisfacción inmediata del consumo del bien adictivo a la que recibe de cualquier otra actividad que podría hacer en lugar de consumirlo (16). Estos autores demuestran que, aunque en cada instante individual es racional, al elegir el consumo del bien adictivo, la satisfacción que recibe de este es mayor que la que recibe de cualquier otra actividad, sin embargo, en el tiempo se encontrará en una situación de satisfacción menor de la que empezó. Aunque, en un principio, el consumo de este bien tiene una utilidad creciente, posteriormente esta empezará a disminuir hasta que ya no sea racional continuar consumiendo y el adicto se encuentre en un nivel de bienestar inferior que en el que comenzó.
Contrario a los modelos miopes o de racionalidad imperfecta, Stigler y Becker, Iannaccone y Becker y Murphy sostienen que el comportamiento adictivo puede ser racional y que las preferencias de los consumidores se mantienen constantes en el tiempo 2,5,6.
Para Becker y Murphy, un consumidor adicto es racional si conoce las consecuencias futuras de su consumo presente; pero su preferencia está en obtener satisfacción inmediata gracias a que los hábitos que ha ido acumulando en el tiempo influyen más en su decisión de consumo presente que lo que influye su conocimiento de las posibles consecuencias negativas que produce un bien adictivo perjudicial. Estos autores definen el concepto de precio sombra como la suma del precio monetario del bien adictivo más el valor en términos monetarios de la disminución de la utilidad futura que este produce. Este precio aumentará si se trata de un bien perjudicial, mientras que con un bien adictivo beneficioso disminuirá. En otras palabras, un bien perjudicial tendrá un costo mayor para el consumidor que el que está pagando en el mercado, ya que trae consigo una serie de efectos negativos en su bienestar futuro. Es así como un consumidor adicto racional cuenta con la siguiente función de utilidad:
Dónde: u es la utilidad presente del consumidor adicto que depende de c (el consumo presente del bien adictivo), y (el consumo de otros bienes) y de S, que es el stock de consumo acumulado gracias a su consumo pasado del bien c, que mantendrá una relación negativa con la utilidad. Se asume que un consumidor racional conoce que la decisión de consumo de hoy aumentará S, que a su vez disminuirá la utilidad e ingresos de futuros periodos. En otras palabras, el consumidor conoce que el consumo actual de un bien adictivo producirá una disminución en su utilidad e ingresos intertemporales.
Una de las implicaciones que sostienen Becker y Murphy es que el comienzo, reactivación y refuerzo de adicciones nocivas, como fumar, beber en exceso, apostar, consumir cocaína, comer en exceso son comúnmente derivadas de la ansiedad, tensión e inseguridad producida por eventos de alto estrés, por ejemplo, la adolescencia, una ruptura matrimonial o una pérdida de empleo 5. De esta forma, se puede explicar que personas con la misma función de utilidad, misma riqueza y que se enfrentan a los mismos precios pueden presentar diferentes grados de adicción al mismo bien, dependiendo de los eventos a los que se enfrentan en sus ciclos vitales. Esto sugiere que el consumo de muchos productos dañinos y adictivos es estimulado por el divorcio, el desempleo, la muerte de un ser querido y otros eventos estresantes. Estos eventos estresantes producirán un stock de consumo inicial o contribuirán a la producción del stock de consumo como se ve en la ecuación 2.
En donde el cambio en el tiempo de S depende de Z que representa la ocurrencia de eventos estresantes 1. Es así que la ocurrencia de eventos desafortunados aumenta la propensión del consumidor de empezar con un comportamiento adictivo.
Además de la economía, ciencias como la epidemiología psiquiátrica complementan este estudio al analizar el comportamiento de los individuos y las implicaciones que tiene la ocurrencia de eventos estresantes entre los estratos socioeconómicos más vulnerables. La literatura de epidemiología psiquiátrica encuentra evidencia de una relación inversa entre el nivel socioeconómico y el nivel de angustia, causado por la ocurrencia de eventos desafortunados. De esta forma, Dohrenwend y Langner y Michael sostienen la hipótesis de que existe una exposición mayor a estos eventos por parte de los niveles más bajos, lo cual es causal de un mayor nivel de angustia entre ellos 3,4.
Otros autores sostienen que personas con niveles socioeconómicos bajos no solamente tienen una probabilidad mayor de sufrir eventos desafortunados, sino que también tienen menos recursos para enfrentar los eventos que causan un mayor nivel de estrés 3,17,18. De igual forma, Mcleod y Kessler encuentran que existe una probabilidad mayor a eventos no deseados por parte de los niveles más bajos y que esta tendencia se mantiene para todos los tipos de eventos, además sostienen que los efectos no se explican solamente por el nivel de ingreso, sino también por el nivel de educación y el estatus laboral, sin embargo, el ingreso es la variable que más afecta la probabilidad de sufrir un evento estresante, así como la afección 19.
Materiales y métodos
Para conocer la influencia del nivel socioeconómico en el consumo de alcohol en Ecuador y, a partir de los hallazgos empíricos antes detallados, se plantea un modelo probabilístico para demostrar que las personas con una situación socioeconómica más baja tienen una mayor probabilidad de ser consumidores excesivos de alcohol.
Los datos más recientes sobre consumo de alcohol en el Ecuador se encuentran en la Encuesta de Condiciones de Vida 2014 20. Los datos disponibles en la encuesta no permiten estimar la frecuencia de eventos estresantes como variable explicativa del consumo excesivo de un bien perjudicial, como es el alcohol, sin embargo, la base ofrece variables socioeconómicas que permiten caracterizar a la población y confirmar si las desventajas socioeconómicas incrementan la probabilidad de caer en este patrón de conducta. Si bien el nivel socioeconómico no es la respuesta a los eventos estresantes que plantea la teoría base, funciona como una buena aproximación de acuerdo con los hallazgos de Dohrenwend y Langner y Michael, quienes sostienen la presencia de una relación directa entre niveles socioeconómicos bajos y mayor exposición a eventos estresantes, por tanto, este trabajo, más que enfocarse en los niveles de estrés, se focaliza en las características socioeconómicas que pueden hacer que un individuo sea más vulnerable a caer en estos hábitos perjudiciales.
El abordaje metodológico que sustenta los hallazgos de esta investigación se realiza a partir de la estimación de un modelo probabilístico, logit de corte transversal. Es un modelo de respuesta binaria para los resultados de los valores positivos frente a los ceros, este tipo de modelos permite estimar la probabilidad de ocurrencia de un evento, en este caso, ser consumidor excesivo de alcohol, condicionada a un conjunto de características. La distribución normal de un modelo logit es:
Donde representa a todas las variables independientes del modelo que van a servir para estimar la probabilidad de que un individuo sea considerado consumidor excesivo de alcohol. Para efectos de este trabajo se agrupan en variables que dan cuenta del nivel socioeconómico (pobreza, situación laboral y nivel de instrucción) y un vector de variables control que capturan características específicas de los individuos (sexo, edad, condición laboral, lugar de residencia y hábitos). La selección de variables explicativas del nivel socioeconómico es consistente con la metodología implementada por Grossman y Shankar y colegas, quienes utilizan las variables de niveles de escolaridad, pobreza, ingresos y situación laboral como proxi del nivel socioeconómico y afirman que, para niveles bajos de escolaridad, menores ingresos y personas desempleadas la probabilidad de consumir alcohol en exceso aumenta 21,22.
La especificación del modelo implementado en esta investigación y que parte de la distribución logística arriba señalada es1:
Donde:
Yi: identifica a los consumidores excesivos2 de alcohol; toma el valor 1 si las personas consumieron alcohol 12 o más veces al mes.
Zi: Vector de variables socioeconómicas determinado por: pobreza por consumo3, situación laboral4, nivel de instrucción5.
Ri: Vector de características del individuo como: edad, etnia, sexo, residencia, estado civil.
Wi: Vector de hábitos del individuo específicamente de: fumar y deporte.
Para el análisis de los resultados se estiman los efectos marginales: son los coeficientes que permiten realizar una adecuada interpretación de las probabilidades de ocurrencia del evento a partir de cada una de las variables explicativas seleccionadas.
Resultados
El consumo excesivo de alcohol constituye un serio problema de salud pública en Ecuador, se posiciona como una de las principales causas de muerte en el país. Las muertes relacionadas directamente con los efectos del abuso del alcohol representaron el 3.11 % del total de muertes registradas y el 1.03 % del total de consumidores muestran un patrón de consumo que los clasifica como consumidores excesivos de alcohol 14.
El perfil promedio de un individuo clasificado como consumidor excesivo de alcohol muestra que residen principalmente en las zonas urbanas de la sierra, supera los 45 años, son hombres y se identifican como mestizos. Adicionalmente, destinan en promedio 31 dólares mensuales en bebidas alcohólicas.
En este contexto, los resultados empíricos de la presente investigación confirman que la situación socioeconómica, medida por pobreza por consumo, situación laboral y nivel de instrucción influyen de forma significativa en el patrón de consumo de alcohol.
*** Significativa al 99 % de confianza.
1/ Se compara contra una persona que tiene instrucción primaria.
2/ Se compara contra un individuo casado o en unión libre.
3/ Se compara contra aquellas personas que se identificaron como blancos o mestizos.
4/ Se compara con las personas que tienen entre 35 y 64 años.
5/ Variables significativas al 99 % de confianza.
Conforme menos ventajoso es el nivel socioeconómico, la probabilidad de ser un consumidor excesivo aumenta; por ejemplo, las personas que se encuentran en una situación de pobreza tienen, en promedio, una probabilidad 1.12 % mayor de ser un consumidor excesivo que aquellos que no se encuentran en tal situación. De igual forma, si la persona culminó sus estudios secundarios o superiores, es menos probable que sea un consumidor excesivo de alcohol que las personas que tienen un nivel de instrucción primario o ninguna instrucción (el efecto marginal es de 0.33 % para la variable superior mientras que para la variable secundaria 0.7 %). Finalmente, la situación laboral muestra que es 1.32 % menos probable que un individuo que se encuentra empleado sea un consumidor excesivo de alcohol en comparación con aquellos que están desempleados (figura 1).
Los resultados de esta investigación aportan evidencia más allá de la teórica base del comportamiento de un consumidor adicto asociado con el nivel socioeconómico, ofrece también evidencia que señala a ciertas características y hábitos específicos de cada individuo como detonantes para caer en esta situación; por ejemplo, el sexo, estado civil, edad, hábitos de deporte y zona de residencia determinan la probabilidad de que una persona sea considerada como consumidor excesivo de alcohol. Estos resultados suman los esfuerzos para orientar la política y acciones específicas para atender este problema de salud pública.
Los resultados de esta investigación muestran que las probabilidades de ser un consumidor excesivo aumentan cuando la persona es hombre (en promedio tienen una probabilidad 2.95 % mayor que las mujeres), estar soltero o divorciado, para ambos casos sus probabilidades en comparación a las personas que están casadas son 1.45 % y 1.39 %, respectivamente, y tiene 65 años o más, en este este rango de edad la probabilidad es de 0.7 % mayor en comparación a la población que se encuentra en el rango de 35-64 años.
Los resultados confirman que los hábitos poco saludables, como fumar y no hacer deporte influyen de manera negativa en la probabilidad de ser consumidores excesivos de alcohol. Los individuos que fuman tienen una probabilidad de 0.43 % más de ser un consumidor excesivo de alcohol, en comparación con aquellos que no fuman, y los individuos que hacen deporte tienen una probabilidad menor en -1.54 en relación con las personas que no hacen deporte.
Finalmente, se encuentra que el lugar de residencia de los individuos influye en la probabilidad de ser consumidor excesivo; las personas que residen en un área urbana y que residen en la región sierra son 0.34 % y 0.46 %, respectivamente, más probables de ser consumidores excesivos que las personas con residencia en zonas rurales y en las demás regiones del país (figura 2).
El estudio también permite identificar los determinantes sociales y demográficas que reducen la probabilidad de ser un consumidor excesivo de manera significativa. En primer lugar, está el hábito de practicar deporte; en promedio reducen la probabilidad de ser consumidores excesivos en 1.54 % en comparación con los que no realizan estas actividades. Según magnitud del efecto, le siguen las personas con edades de 12-24 y de 25-34 años, este grupo etario tiene 0.92 % y 0.82 % menos probables de ser consumidores excesivos que aquellas que tienen de 35 a 64 años, respectivamente, y los consumidores tanto indígenas como afroecuatorianos.
Los resultados detallados ofrecen información relevante para identificar los grupos vulnerables y aportar insumo para lograr un mejor diseño y focalización de los esfuerzos públicos y privados para atender este problema de salud.
Discusión
Discusiones actuales de los organismos internacionales, como la OMS, sostienen que el nivel de consumo de alcohol y el daño que este produce en cada individuo vienen determinados por una serie de factores de vulnerabilidad personal y social 24. Los factores de vulnerabilidad personal son características específicas de cada individuo que influyen en sus hábitos de consumo, estos pueden ser la edad, el sexo, características familiares y el nivel socioeconómico. Por otro lado, los factores de vulnerabilidad social son características del entorno de un consumidor que pueden influir en sus características de consumo, entre estos están: el nivel de desarrollo, la cultura y sus normas, el contexto de consumo (lugar y ocasión) y la reglamentación existente (leyes concernientes al consumo de alcohol).
Además de los planteamientos generales de la OMS, literatura de la economía de la salud relaciona el comportamiento no saludable con el nivel socioeconómico (NSE) y sostienen que este último tiene una relación inversa con la adopción de hábitos no saludables y paralelamente una relación positiva con la demanda de salud, las principales variables utilizadas para medir el NSE son el nivel de educación, el ingreso y el estatus laboral 21,22.
Resultados similares se encuentran en el estudio de Van Oers y colegas, estos autores concluyen que, para niveles bajos de escolaridad, la probabilidad de ser un consumidor excesivo de alcohol es mayor que para niveles altos 25. Estos hallazgos fueron identificados a partir de una regresión logística que modeliza el nivel de dependencia del alcohol a partir de variables como la educación (proxi del NSE).
En esta línea de hallazgos, Room sostiene que si bien individuos con un nivel de ingresos alto presentan un volumen de consumo mayor (comportamiento normal), al comparar la afección que este produce en la generación de patrones de consumo dañinos, se encuentra que los consumidores de alcohol de los grupos socioeconómicos más bajos son más propensos a generar patrones de consumo riesgoso (excesivo) y a sufrir más efectos negativos provenientes del mismo nivel de consumo 26.
Además de la base microeconómica que explica el comportamiento de un consumidor adicto a partir de eventos estresantes y su potencial vínculo de esos eventos con el nivel socioeconómico, existe otro tipo de evidencia que muestra que el consumo adictivo también está influido por características propias de los individuos, por ejemplo, el sexo, lugar de residencia, edad, estado civil.
Es amplia la literatura que sostiene una diferencia significativa en el consumo de alcohol promedio entre hombres y mujeres, sin embargo, las variables que influyen en sus hábitos de consumo tienen efectos similares, por ejemplo, Casswell, Pledger y Hooper encuentran que tanto para hombres como mujeres el consumo de alcohol es mayor en determinados rangos de edad 3. Miller, Leonard y Windle, por su parte, sostienen que el matrimonio disminuye el riesgo de consumo excesivo de manera significativa en hombres y mujeres, sin embargo, ambos autores encuentran que el consumo de los hombres siempre es mayor en promedio 12.
Extendiendo el efecto del estado civil de los individuos en sus hábitos de consumo de alcohol, Vernon y Roberts y Weissman sostienen que, en promedio, individuos casados exhiben menores síntomas asociados con la depresión que individuos que son solteros, divorciados o viudos 27,28. Por otro lado, Flanagan sostiene que tienen una tendencia menor a ser víctimas de diversos crímenes como asaltos, robos o violaicones, y Kotler y Wingard afirman que, en general, la mortalidad es menor entre individuos casados 29. Esta protección proveniente del matrimonio, se extiende también al consumo de alcohol y sus efectos del consumo, en general, el riesgo de alcoholismo es menor entre casados frente a solteros, divorciados y viudos. Por ejemplo, Miller, Leonard y Windle encuentran que la cantidad y frecuencia de consumo promedios y la prevalencia de hábitos de consumo dañinos difieren significativamente entre individuos que se han mantenido solteros durante los años de estudio frente a aquellos que han pasado de solteros a casados durante el estudio o que han estado casados durante todo el estudio 12.
En cuanto el área de residencia, Diala, Muntaner y Walrath encuentran que, en individuos que viven en zonas rurales, un cambio positivo en el ingreso familiar reduce su propensión a generar hábitos no saludables de consumo de alcohol frente a zonas urbanas y metropolitanas 21. Aunque también encuentran que individuos con un nivel de riqueza total más alto también son más propensos.
A partir de la discusión teórica detallada en esta sección, se procede a realizar el planteamiento metodológico que permitirá confirmar si en la sociedad ecuatoriana los hallazgos encontrados sostienen la relación entre los hábitos de consumo excesivo de alcohol y el nivel socioeconómico.
Este estudio es una mirada diferente de analizar la maximización de la utilidad: el debate entre los modelos miopes o de racionalidad imperfecta y modelos de adicción racional. Al analizar al consumidor y su comportamiento frente a un bien adictivo, se puede notar que no considera las consecuencias futuras y rompe con los principios racionales de la maximización de la utilidad. Por lo cual, este tipo de estudios permite análisis novedosos frente a este tipo de bienes.
Existen varios autores que, si bien no son concluyentes, señalan que la tolerancia a los efectos negativos del alcohol (pérdida de coordinación motora, efecto sedante, entre otros), puede ser un paso importante en la generación de un patrón de consumo excesivo.
Así mismo, varios estudios sostienen que el problema de maximización en un consumidor adicto se debe a un comportamiento miope; es decir, el consumidor no considera las consecuencias futuras por el consumo de un bien perjudicial y por tanto rompe con los supuestos racionales de maximización de la utilidad. Otros autores señalarán que el comportamiento adictivo sí puede ser racional y que las preferencias de los consumidores se mantienen en el tiempo.
Adicionalmente, se encontraron estudios que muestran que existe una probabilidad mayor a eventos no deseados por parte de niveles más bajos y otras investigaciones que señalan la presencia de una relación directa entre niveles socioeconómicos bajos y mayor exposición a eventos estresantes, y que esta tendencia se puede mantener para todos los tipos de eventos. Si bien no se muestra evidencia en este trabajo sobre efectos estresantes y nivel socioeconómico con el consumo de alcohol, sí se confirma la relación entre nivel socioeconómico y consumo excesivo.
El ejercicio empírico desarrollado en esta investigación permitió confirmar que el nivel socioeconómico de los ecuatorianos influye en sus hábitos de consumo de alcohol. De acuerdo con los resultados del modelo planteado, un nivel socioeconómico menor aumenta la probabilidad de ser un consumidor de alcohol excesivo. En definitiva, se confirma la hipótesis planteada, la situación socioeconómica influye en la probabilidad de tener malos hábitos de consumo de alcohol.
No obstante, los efectos no se explican solo por el nivel de ingresos, educación o situación laboral como variables que perfilen el nivel socioeconómico, sino también por características propias de la persona asociadas con variables sociodemográficos. En efecto, se encuentra que estas variables explican de manera significativa la vulnerabilidad de ser consumidores de alcohol riesgosos. Los hallazgos señalan que los hombres, las personas que habitan en las zonas urbanas, personas solas o solteras y aquellos que tienen más de 65 años son el grupo de individuos con mayor probabilidad de caer en el consumo excesivo de alcohol.
Finalmente, se encuentra evidencia de que hábitos saludables influyen de manera positiva en la disminución de la vulnerabilidad de los individuos. Es así que, el hábito de practicar deporte reduce la probabilidad de ser consumidores excesivos.
Este estudio ofrece insumos que permitirán a los tomadores de decisión diseñar políticas públicas enfocados en las características que vulneran a las personas ante el consumo excesivo de alcohol y aporta evidencia que confirma la necesidad de plantear un diseño de política integral, que además de abordar alternativas orientadas a la mejora del nivel de ingresos, a acceso al sistema educativo y estabilidad laboral, identifique programas diseñados para atender las características sociodemográficas.
Si bien el presente trabajo se enfocó en el consumo de alcohol, su discusión teórica puede ser enfocada en cualquier tipo de bien que sea considerado como un bien adictivo perjudicial, algunos ejemplos de estos son las sustancias psicoactivas como drogas y tabaco, además de los desórdenes alimenticios, entre otros hábitos no saludables